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DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 1 de abril

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Día 1 de abril

Son las diez de la mañana cuando me dispongo a escribir mi diario en el decimonoveno día de confinamiento, en este 1 de abril, el mes en que los prados se cubren de margaritas, ese tipo de flor muy resistente que florece desde la primavera hasta el invierno capaz de resistir condiciones ambientales realmente adversas, aunque esta pesadilla que nos ha tocado vivir esperemos que no se prolongue hasta la entrada de la estación invernal.

Una vez duchado y aseado me dispongo a desayunar con mi compañera Irma, tan pesimista como siempre, a la hora de comentar las cifras que nos dan los informativos de la televisión con 102.000 infectados y 9.053 muertos. Esto no tiene pinta de acabar, me comenta Irma. ¿Qué será de la nuestra pequeña? ¿Cómo lo estará pasando?, para empezar a llorar como todas las mañanas. Tenemos que llamarla más tarde. Recuerdo que, después de coger la prensa, tengo que ir a la farmacia para coger unos medicamentos para el control de mi presión arterial, aunque la mantengo bastante estabilizada en torno a 13 y 14 de máxima con 7,5 y 8 de mínima.

China tira del carbón como fuente de energía a medida que su producción vuelve a la normalidad. El consumo de carbón en las plantas de producción de energía del gigante asiático se ha duplicado desde principios de febrero, coincidiendo con el cierre del país para evitar la propagación del coronavirus.

Ya de regreso a casa, me consuela leer la noticia sobre China por doble motivo, el primero por haberle ganado la batalla al coronavirus, esperemos que sea de manera definitiva, y el segundo por seguir apostando por el carbón como una de sus principales fuentes de energía,  duplicando desde principios del mes de febrero el consumo de carbón en sus plantas de producción energética, lo que demuestra que la economía china, después de haber sufrido la pandemia del coronavirus – hasta el día de hoy, con más dureza que ningún otro país -, se está reactivado para tratar de recuperar su habitual marcha donde las plantas de energía deben de dar respuesta a la creciente demanda de electricidad, no en vano el gigante asiático quema la mitad del carbón de todo el mundo.

Pero, claro, China no es España, y por lo tanto no está supeditada a las directrices que le ordena la Alta Finanza Internacional desde su sede en el rascacielos 666 de Nueva York, tal y como ocurre en nuestro país, donde, después de “colocar” como “ministra de la cosa energética” a una tal Teresa Ribera, exdirectora general del IDRII parisino, uno de los Think Tank del “electrofascismo”, se ha iniciado una aventura en base a lo que denominan “transición energética o descarbonización” para proceder al desmantelamiento de todo el sector energético tradicional, comenzando por nuestras térmicas de carbón.

En este tétrico escenario del COVID-19, si algo estamos aprendiendo es que está marcando un antes y un después. ¿De verdad que esta ministra va a continuar con su aventura energética en España, máxime cuando la crisis del coronavirus ha dado la vuelta a la balanza en términos energéticos, poniendo patas arriba la economía globalizada hasta el extremo de que el carbón que acostumbraba a ser el combustible fósil más barato se ha convertido en el más caro del mundo, por encima del petróleo, alcanzando en la actualidad en torno a los 67 dólares por tonelada métrica, equivalente a 27,40 dólares por barril de petróleo.

Es evidente que la crisis del COVID-19 está diluyendo la atención climática y ésta “no será prioridad política a corto y medio plazo”, sino que tendrá que seguir prevaleciendo la protección de la salud de los ciudadanos y de las economías frente a la pandemia que sufre el mundo. De hecho, muchos de los eventos cancelados estos días son de medioambiente y la celebración de la cumbre climática COP26 prevista para noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow, se tambalea, hasta el punto de que podría ser anulada.

En España, el Gobierno sigue sin lanzar el paquete anunciado con leyes ambientales, en el que se incluiría una ambiciosa Ley de Cambio Climático, porque la actividad legislativa está parada por el coronavirus, y en la Unión Europea el compromiso por un Pacto Verde para avanzar en la neutralidad de emisiones apenas tiene eco por una crisis del coronavirus que acapara las portadas mientras la investigación climática se ve salpicada por la paralización o cancelación de grandes proyectos científicos.

En fin, vamos a esperar a que pase esta situación vírica cuanto antes, para hablar sobre realidades en su momento, desechando todo tipo de aventuras y experimentos en el tema más importante de un país, económicamente hablando, como es el tema energético, de tal manera que esos experimentos se sigan realizando en casa y con gaseos

Fausto Sánchez García, nació en el pueblin langreano de Riparape el 10 de abril de 1928, afiliándose al Partido Comunista de España hasta formar parte de su Comité Central.

Cuando estoy escribiendo mi diario recibo una llamada telefónica de mi amigo Javier Fernández para darme la triste noticia del fallecimiento de mi amigo Fausto, lo que me produce mucha tristeza. Fausto era una de esas vidas ejemplares. Un auténtico COMUNISTA, modelo de lealtad y ejemplo a seguir por todos los que defendemos la libertad y la justicia. Fausto era un hombre íntegro. Una personalidad forjada en todo tipo de dificultades y sufrimientos. Las necesidades económicas en aquellos duros años que le tocó vivir le arrastraron de muy joven al trabajo minero, y allí en las entrañas de la tierra encauzaba su innata rebeldía contra la injusticia afiliándose al Partido Comunista, destacándose en las grandes huelgas mineras de Asturias. Con la muerte del compañero Fausto se va su cuerpo, pero su espíritu de lucha siempre quedará en nuestros corazones. La vida no es más que un sueño que cuando se acaba no quedan más que los recuerdos. Descansa en paz, compañero.

A partir de aquí, siendo las 18,00 horas, no me apetece escribir más y me despido hasta mañana. Buenas noches.


DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 2 de abril

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Día 2 de abril

A la hora de escribir el diario de hoy, en mi decimonoveno día de confinamiento, la pandemia del coronavirus suma en nuestro país 10.033 fallecidos y 110.238 infectados, de los cuales casi 6.000 (15%) son personal sanitario, pero, por fin, se ha llegado al pico tan esperado y, tal como nos informa el ministro de Sanidad Salvador Illa: “Estamos en una fase de estabilización de la epidemia y empezamos la de ralentización. Aún quedan semanas duras, pero lo estamos consiguiendo”, lo que nos da ciertas esperanzas a la hora de ganar esta batalla contra el COVID-19. Y mientras, continuamos confinados en nuestras casas desde hace diecinueve días, cumpliendo a rajatabla – al menos yo y mi familia -, las indicaciones del Gobierno de España, que es el que tiene el derecho y la obligación de estar al frente de este horror y tratar de salvaguardar las vidas humanas en primer lugar y los intereses generales del país.

La crisis sanitaria y la suspensión temporal de actividades a raíz del estado de alarma se ha traducido en una subida del desempleo en todas las comunidades autónomas, en especial en Andalucía donde el paro ha aumentado hasta un 17,18 por ciento, casi el doble que la media nacional (9,31 por ciento).

Hoy, al levantarme de la cama, observo desde la ventana de mi casa, un día con cielos muy nubosos y precipitaciones débiles, con un pueblo vacío de gente y un panorama lleno de tristeza. Una vez hecho el aseo diario con ducha incluida, mientras estoy desayunado escucho las noticias sobre los últimos datos del paro registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo que se disparan en 302.365 desempleados en marzo, el mayor repunte en cualquier mes de toda la serie histórica, debido a la crisis originada por el coronavirus, siempre según los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, alcanzando la cifra de 3.548.312 desempleados. Ello sin contar los miles y miles de trabajadores acogidos a los correspondientes ERTES. En esa misma información nos comunican, en palabras del propio ministro Escrivá, que la Seguridad Social ha perdido 833.979 afiliados por el impacto del COVID-19, dejando el número de cotizantes en 18,4 millones.

Desde mi punto de vista, estos datos de paro y afiliación, más o menos esperados, solo suponen el principio de un comienzo que nadie sabe cómo acabará. Es el principio de un túnel jalonado por el impacto de la pandemia en el sistema productivo y los efectos de las medidas de política económica adoptadas por el Gobierno para mitigar sus consecuencias. Solo son el aperitivo de lo que se avecina. Hasta mediados del verano, con la EPA del segundo trimestre y los datos de paro registrado y afiliaciones de abril, mayo y junio, no tendremos todavía un cuadro definido de la magnitud de la catástrofe. Es decir, hasta la fecha mucha burocracia, muchas hojas escritas en el B.O.E. y mucha retórica, pero los resultados se verán en su día, aunque, de momento, seguimos consolándonos con el optimismo expresado por el secretario general de CCOO cuando advierte: “no saben los despidos que hemos impedido”.

Nos encontramos, nadie lo dude, ante una crisis de proporciones históricas y, por tanto, es preciso abordarla a partir de referencias históricas. Pero esto no es una guerra al uso, porque el enemigo es compartido por el conjunto de la humanidad. Todo el mundo sabe lo que es una guerra y todos sabemos que esto no lo es. Sin embargo, el presidente del gobierno de España, al igual que Macron y Donald Trump afirman que sí, que esta es nuestra guerra. También lo escucho permanentemente en la tele, radio y en los periódicos. Y pienso que es muy peligroso que se siga utilizando esta metáfora porque se trata de una imagen políticamente inflamable y peligrosa.

Crear un campo semántico en torno a la guerra, la pureza y el contagio es el virus más dañino que puede ocurrir en una democracia. Esto es una gran catástrofe que requiere, principalmente, de liderazgos fuertes, pero no inflexibles. Que nuestro país y sus dirigentes dispongan de una casi total capacidad de maniobra en absoluto puede implicar que tengan carta blanca, ni ahora, ni cuando se gane la batalla contra esta pandemia. Aunque el deterioro de la democracia pueda parecer un fenómeno transitorio y, sobre todo, un precio a pagar razonablemente en el contexto de una catástrofe sin parangón, en mi opinión, la fortaleza de un Estado de Derecho se demuestra en los momentos más difíciles. ¿Qué significa eso del ejército a la calle, con llamamiento a la unidad nacional y limitación del poder autonómico, con esas ruedas de prensa en primer time a cargo de un general cuyos comunicados parecen un dialogo desechado de La Escopeta Nacional?

Sigo pensando, y así lo expreso, que preservar en toda su amplitud las libertades civiles y asegurar la rendición de cuentas por parte de los gobernantes debe ser un imperativo ético, pero también nuestro mejor mecanismo de defensa ante amenazas como la actual. Esta crisis solo se resolverá satisfactoriamente desde la racionalidad y el entendimiento, dentro y fuera de nuestras fronteras. Al fin y al cabo, la clave para salir cuanto antes de esta situación es que la trasmisión de recursos y buenas prácticas entre países se produzca mucho más rápida que la trasmisión del propio virus.

Es decir, tanto los Estados miembros de la Unión Europea como las instituciones comunitarias, tienen que comprometerse a hacer cuanto sea necesario al respecto, si, de verdad quieren estar a la altura del reto que todos tenemos planteado. Sin embargo, estas premisas no parecen ser aceptadas por algunos países que conforman la Unión Europea, tal y como se expresaron los representantes de la República Federal de Alemania y Holanda en la cumbre europea celebrada en Bruselas el jueves, 26 de marzo, donde la propia Merkel, apoyada por el holandés Mark Rutte, le llegó a espetar a los españoles, italianos y portugueses que “Si estáis esperando “los coronabonos”, estos no van a llegar nunca”.

Es decir, la Unión Europea vuelve a comportarse en esta crisis sanitaria, exactamente igual que ya se había comportado en la pasado crisis económica del 2008. Todos los países europeos se están comportando con un nivel elevado de egoísmo y están demostrando que la Unión Europea no es más que el armazón neoliberal, una especie de caballo de Troya norteamericano, para los negocios.

Desde el primer día de mi diario, observareis, aquellos y aquellas que tengáis ocasión para leerlo, que todos los días vengo refiriéndome a todos aquellos organismos que participan en este mundo globalizado, todo ello con el fin de que algunos sepan realmente para que fueron creados y por qué. Es esta ocasión me voy a referir a la Unión Europea o “gran mercadón”, como prefiráis llamarla, y lo voy a hacer después de haber estado durante ocho años en la Mesa de lo que antaño fue el origen de la Unión Europa, esto es la CECA. Por tanto, creo conocer un poquitín el paño que estamos tratando.

Que no nos cuenten cuentos chinos. De repente se nos quería hacer olvidar tantos siglos de nuestra historia pasada en la que España no sólo nunca había dejado de ser EUROPA, sino que formaba parte del núcleo de las naciones con poder decisorio. La cuestión, desde mi punto de vista, habría que enmarcarla en el profundo vacío ideológico que se venía produciendo desde la victoria del PSOE, tanto en el gobierno como en el partido que lo sustentaba, y se necesitaban sustitutos con los que rellenar su mensaje político. Era muy urgente encontrar eslóganes para ocultar su absoluto pragmatismo y la idea de Europa, asociada a la modernidad, venía como anillo al dedo: “Para modernizar España es necesario integrarla en el concierto de las naciones, mediante el ensamblaje y la competitividad de su aparato productivo”.

Así, desde el poder, se comenzó a vender la idea de Europa como el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno, de tal manera que Europa servía para todo. El máximo argumento a la hora de razonar cualquier nueva medida y de efectuar cualquier cambio era, o bien que venía exigido por nuestra pertenencia al Mercado Común, o que ya se practicaba en la mayor parte de los países europeos.

La cruda realidad es que, la publicación de miles de documentos, que dormían en el polvo de la memoria, de los juicios de Nuremberg contra IG FARBEN (BAYER + BASF + HOECHST) – este grupo fue quien financió y armó a HITLER, y conviene dejar escrito que Auschwitz no fue sólo  un campo de concentración, sino la mayor planta petroquímica del mundo, construida por los presos, que no sólo servían de cobayas humanos para probar la efectividad de las sustancias venenosas producidas, sino que cuando ya no servían, los fumigaban con el Zyklon-B que ellos mismos habían producido -, ha permitido probar  el origen y filiación dictatorial de la Unión Europea, a la vez que dejan muy claro cuál era y sigue siendo el verdadero fin para el que fue creado el Mercado Común (UNION EUROPEA).

Es decir, que las armas y los uniformes de cuero han sido reemplazados por armas silenciosas: normativas, tratados, papeleos, comités, comisiones, parlamentos, organismos que, sin que nos diéramos cuenta y siguiendo ilusionándonos con una Europa en paz, unida y democrática, lo que realmente se había creado fue un gran espacio – el “Grossraum” soñado por el Tercer Reich -, con 500 millones de personas sometidas a las órdenes dictadas en Bruselas por un grupo selecto de tecnócratas, que no han sido elegidos democráticamente sino que han sido nombrados desde la sombra, y donde el más caro e inútil Parlamento del mundo no tiene ningún poder legislativo ni ejecutivo. Todo se decide en la Comisión Europea que es el organismo que crea y legisla todas las normativas. Sus comisarios no son elegidos sino nombrados, y las decisiones de la Comisión Europea no pueden ser revocadas por los eurodiputados, ni tampoco los ciudadanos tienen derecho a exigir referéndums. Todo se decide sin su consentimiento.

Este origen dictatorial de la UE nos ha sido ocultado desde 1957 y su verdadera estructura antidemocrática actual está siendo ocultada por los medios de información, con la colaboración de los eurodiputados y los 54.000 empleados de la Comisión Europea, quienes, a cambio de sueldos sabrosos y cómodas vidas, callan, luego otorgan.

Es verdad que la UNION EUROPEA y el proyecto de integración continental se ha venido presentando como un paradigma de la cooperación entre naciones y la superación de las diferencias en favor de la convivencia democrática, pero no es menos verdad que estamos ante una historia con grandes capítulos velados, entre otras muchas cuestiones, porque la idea de unos Estados Unidos de Europa, no fue sino la apuesta de los grandes capitales financieros ante el temor de quedar asfixiados en las tierras intermedias que separaban a las dos grandes potencias mundiales. Es decir, el actual discurso histórico sobre la UNION EUROPEA, que un día concibiera el mismísimo HITLER, ha resultado en el transcurso del tiempo una auténtica falacia.

En definitiva, si de algo me han servido mis ocho años en los organismos comunitarios, fue para llegar a una muy clara conclusión: nunca estuvimos en una Europa de los ciudadanos, como se pretendió hacernos creer desde el principio de su creación, sino en una Europa de los mercaderes, y yo seré europeo porque vivo en este continente, pero no me siento en absoluto parte de esas instituciones, tan representativas ellas de la oligarquía financiera.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 3 de abril

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Día 3 de abril

Hoy, cuando se cumple el vigésimo día de mi confinamiento, no me levanto de la cama hasta las 19,30 horas debido a un ataque generalizado de artrosis que me impide mover el cuerpo, desde mis cervicales hasta los hombros, columna, codos, rodillas y tobillos, todo es un dolor insoportable. Pienso que es debido a los cambios del tiempo, aunque algunos médicos no crean en ello, pero yo hago un seguimiento de mi cuerpo durante esos cambios y siempre ocurre lo que para mi es una realidad. Lo que no tomo ahora son medicamentos, entre otras cuestiones, porque solía tomar Voltaren para los dolores y acabó jodiéndome el riñón, de tal manera que ahora tengo que tomar Seguril para poder mexar.

Así que, una vez que he finalizado el libro de Pablo Iglesias y Enric Julia “NUDO ESPAÑA”, de recomendable lectura, me dispongo a comenzar la lectura de mi cuarto libro durante este confinamiento, eligiendo esta vez el libro de Virginia Vallejo “AMANDO A PABLO, ODIANDO A ESCOBAR” que trata sobre una increíble historia de amor entre el narcotraficante más buscado del mundo y la estrella más famosa de Colombia, Virginia Vallejo, una joven presentadora de noticias divorciada a la que cortejaban los grandes magnates del país. En 1982 conoció a Pablo Escobar, cuando él era solo un representante suplente de la Cámara del Congreso colombiano y casado, iniciándose desde 1983 una relación que duraría hasta 1987, periodo en el que Virginia Vallejo aprenderá de Escobar el precio de los presidentes, políticos y militares de su país, y también el de los dictadores caribeños, sin que falte en el libro el ingrediente referido al hispanocolombiano Felipe González, expresidente del gobierno de España, exsecretario general del PSOE y amigo de Pablo Escobar, quien no tuvo ningún reparo para acercarse en su avión privado a Madrid y celebrar con la élite del PSOE aquella noche electoral del 28 de octubre de 1982 en el Hotel Palace.

Pablo Escobar con sus consiglieri en el hotel Palace de Madrid celebrando la victoria del PSOE en las elecciones general del 28 de octubre de 1982. ¿Pudo Pablo Escobar financiar la campaña electoral de Felipe González en 1982?

Hay una anécdota de ese día recogida en el libro de Virginia en la que sus acompañantes en el hotel le pedían cocaína para regalar y Pablo Escobar reaccionaba muy furiosos, sintiéndose insultado.

A duras penas, casi no puedo sostenerme de pie, me levanto hacia las 14,00 para comer una sopa de cebolla roja y el zumo de tres naranjas, y otra vez para la cama a seguir leyendo este interesante libro, aunque en esta ocasión también dejo por momentos la lectura para escuchar algunos de mis cantantes favoritos como Pavarotti, Tino Arnizo, Juanin de Mieres, El Presi o Nando Agueros.

Acabo de pegar un pantallazo al Mapa Mundial del Coronavirus que ofrece RTVE, con datos de la OMS al 2.4.2020, 22:17h. Como podéis ver, la RTVE destaca en titulares que “EE. UU. lidera el nº de contagios en el mundo”, aunque la realidad es que nuestra enferma España es la dolorosa campeona. USA tiene 723 casos por millón de habitantes y nosotros ¡¡2.349!!

Ya delante del ordenador, a duras penas me dispongo a continuar con mi diario y lo hago sobre este cuadro que se adjunta. En el mismo, se puede apreciar otra manipulación en cuanto el número de muertos, tal y como en su día publicamos aquí, en mi diario del 28 de marzo, de acuerdo con el informe elaborado por el Instituto de la Salud Pública Carlos III, cuya directora Raquel Yotti no pudo desmentir en la rueda de prensa celebrada. En esta ocasión se manipula el número de muertos, pretendiendo que EE.UU. lidere el número de contagios en el mundo – seguro que acabará liderándolo, pero hoy, día 2 de abril, no -. Siendo verdad que USA lidera el ranking de contagios no es menos cierto que nuestro gobierno oculta el que los vaqueros son algunos más habitantes que nosotros. Por tanto, hablando en términos relativos, USA tiene 723 casos por millón de habitantes y España 2.349 por millón. USA tiene 5.607 muertos y España 10.106. Esa es la realidad de los números, no otra. Poco nos puede solucionar que sean diez, veinte o treinta arriba o abajo, pero al Cesar lo que es del Cesar y al otro lo que es del otro. Evidentemente, cada cual puede sacar sus propias conclusiones al respecto.

Durante mi estancia en la cama escucho por la radio al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, decir que el “Gobierno vería bien” apostar por una fórmula similar a los Pactos de la Moncloa que, según el ministro, marcaron “un tiempo de arranque en lo democrático y lo económico”. “Si nos planteamos un proyecto de país, de carácter nacional, de acuerdo… viene muy bien, porque la unidad y el compromiso siempre fortalecen”. En el mismo sentido se expresa hoy, 3 de abril, el periodista Joaquin Estefanía en un amplio artículo publicado por El País, recordándonos que, en 1997, España estaba en suspensión de pagos, el paro no hacía más que aumentar y la inflación rondaba el 30%”.

Pero, vayamos por partes, no nos atragantemos. Para hablar de los Pactos de La Moncloa es necesario recordar que estos fueron firmados por ocho representantes de la nueva configuración de fuerzas políticas, entre ellos Santiago Carrillo por el PCE y Felipe González por el PSOE, con una amenaza – blandida por los propios sindicalistas convertidos en personas de orden – de que las movilizaciones podían significar un riesgo de golpe militar, y el ejército del 18 de julio parecía intacto, aunque no lo estaba.

“Creo, señores, que nos podemos felicitar todos mutuamente”. Esta es la frase que pronunció el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez el 25 de octubre de 1977 tras firmar los Pactos de La Moncloa que lograron estabilizar la economía de España, que sufría entonces tasas de inflación del 44%, y asentar las bases políticas de una recién nacida democracia. Más de 33 años después, en medio de una crisis económica y financiera que está golpeando con especial dureza a nuestro país, el Gobierno ha firmado este miércoles con sindicatos y patronal el nuevo acuerdo económico y social que, entre otras reformas, incluye la de las pensiones con la ampliación de la edad de la jubilación hasta los 67 años.

También se acordó mantener el aumento de los salarios por debajo del nivel de inflación, lo que supuso un recorte del 7% del nivel de vida de los asalariados. A cambio, se prometieron algunas reformas sociales, económicas y fiscales que, en el transcurso del tiempo transcurrido, todavía siguen olvidadas en los cajones de los despachos ministeriales que se vinieron sucediendo hasta la fecha.

Es decir, en la forma pactada y controlada en que se llevó a cabo la transición se encuentra la clave que explica el tipo de relación establecido entre sindicalismo y política, de tal manera que, fracasada la ruptura democrática, las cesiones que tuvieron que aceptar los sindicatos fueron muy importantes, bloqueando, por una parte, el desarrollo de la libertad sindical en muchos de sus aspectos, ya que una de las claves del proceso de reforma era impedir la irrupción de las fuerzas sociales en la escena política de la transición, y agravando, por otra, la situación económica al quedar abandonadas las reformas estructurales tendentes a establecer un modelo económico más acorde con las aspiraciones del movimiento sindical.

Si a ello sumamos los continuos enfrentamientos entre las grandes centrales sindicales impidiendo en gran medida la formación de un frente sindical común, se puede concluir diciendo que las diferentes estrategias de los sindicatos acabaron con el modelo de sindicalismo unitario que había predominado durante los últimos años del franquismo y los primeros momentos de la transición

Sin perjuicio de que puedan existir causas históricas profundas que explican los niveles de organización y conciencia del movimiento obrero español, no existe duda alguna de que una parte fundamental de la situación que se vive en la actualidad debe imputarse a la política seguida por las élites de los sindicatos.

Resulta más que evidente que durante los primeros años de la transición, en los que estos ganaban audiencia y se implantaban entre los trabajadores, aunque sin consolidar, ni mucho menos, éstas élites sindicales utilizaron a las nacientes organizaciones no como un instrumento para elevar la conciencia de los trabajadores, sino, por el contrario, para hacerlos aceptar las políticas de austeridad y reconversión industrial, siendo la consecuencia más inmediata un fuerte retroceso organizativo de los sindicatos, tan rápido como se había producido anteriormente su crecimiento. La responsabilidad, por tanto, de la actual situación del movimiento obrero no hay que buscarla tanto en los efectos objetivos de las crisis, por duros que estos sean, sino de la política “seguidista y entreguista” de las élites de las llamadas centrales sindicales de clase y mayoritarias – U.G.T. y CC.OO. – desde el comienzo de la transición, tanto en el terreno político general, como en lo que se refiere a la salida de las crisis económicas.

Desde esa perspectiva, el mercado y el supremo criterio en nombre de la competencia han servido y sirven para para justificar hasta lo injustificable. De esa manera, las políticas de austeridad y reconversión industrial eran las únicas posibles si no se quería ver reducida la competitividad de la economía del país; cualquier medida de política económica o social era buena siempre que contribuyera a conseguir un mercado más perfecto y competitivo, y mala para el caso contrario, de tal manera que el equilibrio de la balanza de pagos, el déficit público o las exportaciones, términos y problemas ajenos a los trabajadores, se han venido utilizando  como cortina de humo para ocultar las medidas más reaccionarias hasta el extremo de que la necesidad de solucionar los problemas de la burguesía había quedado instalada en la forma de pensar y actuar de una parte muy importante del movimiento obrero, y la intoxicación y el grado ideológico tan degradado había llegado a extremos tan grotescos que hasta algunos ministros del gobierno felipista del PSOE  llegaron a declarar con total impunidad, una y otra vez, la necesidad de elevar los beneficios a costa de los salarios, que el puesto de trabajo no era un derecho de propiedad del trabajador, que convenía destruir cientos de miles  de puestos de trabajo, desmantelando industrias susceptibles de satisfacer necesidades sociales.

En cualquier caso, tratándose de un asunto de vital importancia para el futuro de nuestro país, tendremos ocasión de ahondar mucho más profundamente, cuando los renovados pactos de la Moncloa estén encima de la mesa.

Cuando me dispongo a volver para la cama, siendo las 12,30 horas del 4 de abril, echo un vistazo a las cifras del coronavirus y las cifras siguen siendo tan preocupantes como antes de llegar al pico: 117.710 infectados y 10.953.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 4 de abril

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4 de abril

Hoy, 4 de abril, cuando se cumplen 21 días de mi cautiverio – en realidad, este confinamiento es un “arresto domiciliario”, sin que se haya celebrado previamente ningún juicio ni se haya dictado sentencia alguna y, por tanto, es una medida de dudosa legalidad adoptada brutal e irracionalmente, sin ningún tipo de base científica – he intentado levantarme de la cama, pero estoy mucho peor que ayer de mis articulaciones, así que he vuelto otra vez para la cama.

Desde allí, sigo las últimas noticias del coronavirus con el resultado de 124.736 infectados y 11.744 muertos, aunque, tal y como he tratado de demostrar en mis diarios del 28 de marzo y 3 de abril, estas cifras solo son aproximaciones, ya que muchas de las personas que han fallecido en sus casas o en las residencias de ancianos no son contados oficialmente como víctimas del coronavirus. De hecho, según una información recogida en el día de hoy, 4 de abril, en El País, se habla de que, al menos, 3.600 personas han muerto en residencias de mayores durante la pandemia, pero el gobierno no informa de la cifra oficial, remitiendo la información a las autonomías, que presentan los datos cada una a su manera.

Leyendo y leyendo todo tipo de reportajes en revistas y periódicos, me encuentro con una información que me llama poderosamente la atención. Se trata del caso de Suecia que, a diferencia de otros países que padecen la misma pandemia, ha adoptado medidas relajadas apelando a la responsabilidad individual, sin falta de echar al ejército a la calle, tal como ocurre en nuestro país. Es decir, mientras el mundo occidental lleva cerrado semanas a cal y canto, en hibernación, cautiverio, confinamiento o en arresto domiciliario, hay un país en la Unión Europea donde la vida sigue su curso. En Suecia, los niños van al colegio, los jóvenes acuden a la universidad, el transporte público fluye con normalidad y los restaurantes continúan sirviendo comidas. El gobierno socialdemócrata sueco ha decidido librar una inusual batalla contra el coronavirus con uno de los activos inherentes a su sociedad: la responsabilidad individual. “Hay momentos en la vida donde uno tiene que hacer sacrificios por uno mismo, por el de al lado y por el país. Ese momento es ahora. Está aquí. Y debe pertenecer a cada uno de nosotros”, son las palabras del primer ministro, Stefan Löfven, en su discurso a la nación el 22 de marzo. Hasta la fecha, Suecia lleva 6.078 infectados y 333 muertos, la mayoría en Estocolmo, sin que la vida de los suecos cambiara muchísimo. Ya me gustaría a mi que esa realidad fuera la que existiera en España.

“No habrá empleo sin empleadores, ni las empresas privadas podrán ser sustituidas por la tentación estatalizadora que nos conduciría al fracaso. Nada hay más equivocado en esta emergencia que buscar culpables en lugar de sumar esfuerzos”, advierte, en un mensaje velado al expresidente Pedro Sánchez.

Por eso, afirma que en situaciones de crisis como la actual “el Gobierno tiene que contar con todas las fuerzas políticas para llegar al máximo consenso en las medidas que hay que implementar”. A su entender, el pluralismo político “está representado en el Parlamento y no tiene ningún sentido que esté paralizado”, dado que es ahí donde se produce el diálogo. Pero si algo me ha indignado fue leyendo un artículo de Felipe González en El País de hoy, 4 de abril, donde su máxima preocupación se basa en la salvación de los mercados. En realidad, el artículo es un ataque al Gobierno de Pedro Sánchez, al que lanza todo tipo de dardos envenenados, dirigidos principalmente al vicepresidente Pablo Iglesias que lo sigue viendo con cuernos y rabo. En el artículo, el hispanocolombiano le dice a Pedro Sánchez que “tiene que contar con todas las fuerzas políticas para llegar al máximo consenso” en las medidas a tomar contra la pandemia del COVID-19. ¿También con la extrema derecha de Santiago Abascal o la derecha pepera de Pablo Casado, cuando no tienen más objetivo que cargarle los muertos del coronavirus al gobierno, para erosionar y desgastar al gobierno hasta echarle de La Moncloa? No, Felipe González no insta a la oposición a ejercer su responsabilidad política, sino que trata de poner en un brete a Pedro Sánchez sugiriendo que el gobierno puede estar tomando decisiones unilaterales – algo de verdad hay en ello – e imponiendo el arrogante rodillo socialista. En otro de sus párrafos, el hispanocolombiano llama a lograr un gran acuerdo con los agentes sociales – empresarios y sindicatos -, lo cual tampoco es ninguna novedad, ya que el propio Pedro Sánchez acaba de convocar a todos a una reedición de los Pactos de La Moncloa. ¿Qué pretende entonces Felipe González con éste articulo bajo el rimbombante título de “El interés general y el papel del Estado”? Felipe González aparece como el más firme defensor del bien común, de lo público, que me lleva a pensar que este mamporrero del capitalismo ha visto, por fin, la luz, que se ha reformado, que se ha olvidado las tentaciones neoliberales y capitalistas, siquiera por un momento, pero nada más lejos de la realidad. Basta con remontarse a su época de presidente del gobierno a la vez que secretario general del PSOE, para ver como aflora en el artículo el Felipe de las torres KIO, el arquitecto de la España del pelotazo y la reconversión industrial, el muñidor de la venta del país por parcelas a los americanos y a los jeques saudíes.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado formalmente que pedirá al Congreso a una nueva prórroga del estado de alarma a lo largo de la semana que viene otros 15 días, hasta el 26 de abril, aunque da por hecho que el estado de alarma durará más y que el escenario “será distinto” para facilitar la progresiva normalización. “Las cifras diarias nos conmueven y nos aturden, pero no son las únicas que llegan. La victoria es posible y está cada día más cerca”, ha asegurado el líder socialista al inicio de su comparecencia desde La Moncloa.

Seguía yo en la cama, leyendo el libro de Virginia Vallejo “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, donde aparecen varias menciones de Felipe González con su amigo Pablo Escobar, cuando, de repente, anuncian la comparecencia inmediata del presidente del gobierno español en TVE y, como quiera que, a veces, uno es algo masoquista, me dispongo a ver lo que nos lee por su telepronter este individuo que me tiene en “arresto domiciliario” desde hace 21 días.

Pedro Sánchez, con la misma jeta que le caracteriza, esa que le sigue impidiendo reconocer que la gestión de su gobierno ha sido y es manifiestamente mejorable. En su comparecencia de más de una hora de lectura por telepronter y una rueda de prensa con las preguntas previamente preparadas, el presidente nos había dicho que la comparecencia era para contarnos cómo va la crisis sanitaria del coronavirus. Sin embargo, tan solo pronunció una sola vez la palabra coronavirus. ¿Acaso se le gastó el concepto, como a todos, de tanto usarlo? Sólo dijo una vez que asumía sus responsabilidades. El discurso, desde mi punto de vista, fue otra chapa, como los anteriores, una colonización del telediario.

Habló de sacrificio, de resistencia y de moral de victoria. Movió mucho las manos, casi siempre con ellas empuñadas. Lució ojeras desiguales y unas leves manchas rosadas bajo las comisuras de los labios, posiblemente de las marcas de la mascarilla que estrenó ayer en su visita a una empresa que produce respiradores en Móstoles.

Pidió paciencia e imploró algo más de tiempo para doblegar la curva, para domar al virus. Ése al que vamos conociendo, pero no del todo. Son, dijo, “los días más difíciles de nuestra vida”. Fue una comparecencia a la que le sobró más de un tercio, pero, eso sí, dejando mensajes muy claros: el impacto económico y social será “bestial” pero “nadie quedará atrás; podéis estar seguros”.  En ese contexto apeló a unos nuevos Pactos de la Moncloa, a otro Plan Marshall, a la tarea titánica que tiene la Unión Europea, que se juega su papel en los libros de Historia y hasta su esencia misma en esta crisis sanitaria. Es un honor ser el presidente de este gran país. Debemos resistir más y solo hay un camino, el del sacrificio para resistir, resistencia para vencer, y moral de victoria para vivir”.

En mi diario de ayer me refería bastante ampliamente a lo que había supuesto los Pactos de La Moncloa, dejando para un análisis en profundidad cuando este gobierno decida una reedición de los mismos, siempre que ello ocurra. Buenas noches y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 5 de abril

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5 de abril

Cuando se cumplen 22 días de mi arresto domiciliario, en una situación física como la vivida estos dos últimos días, referida a los fuertes dolores de todas mis articulaciones que impiden mi normal movilización, aunque los dolores van remitiendo un poco, gracias a tres pastillas de Paracetamol y al spray Radio salil que, si bien me van aliviando los fuertes dolores, estos vuelven a reproducirse al poco tiempo, decidiendo quedarme en la cama, que tampoco está nada mal.

Sin embargo, el dolor que más me produce son los comentarios de ciertos jenízaros y jenízaras conocidos del PSOE y alguna que otra persona pretendidamente de izquierdas, ahora reforzados por periodistas y algún que otro supuesto sanitario del PSOE, al menos, los que yo conozco, que aparecen por las redes, tratando de amordazar la palabra a la vez que pidiendo un apoyo total a la gestión del gobierno ante el miedo – dicen – de que llegue la extrema derecha al poder. Todo lo que no sea un cierre de filas al gobierno es considerado un apoyo a la extrema derecha. Miedo, siempre miedo, nuestro mayor enemigo. Mirad, apóstoles del PSOE secuestrado en Suresnes: la extrema derecha siempre estuvo aquí, en España, en su mayoría incrustada en las filas del PP, y una minoría en las filas del PSOE. De hecho, en la primera legislatura de esta segunda restauración monárquica tuvo representación en el Congreso de los Diputados con el notario Blas Piñar representando a Fuerza Nueva.

Los diputados alemanes adoptaron un conjunto de medidas penales para combatir la violencia xenófoba, a la extrema derecha y para castigar a los nostálgicos del Tercer Reich. La propuesta parlamentaria votada por el Bundestag (Parlamento) prevé la imposición de multas y penas de hasta tres años de cárcel para quienes “aprueben, nieguen o minimicen, en público o en una reunión, los actos perpetrados durante la dictadura nazi”.

Yo he votado las candidaturas de Podemos desde el 15M. He apoyado y sigo apoyando al gobierno de coalición con el PSOE porque es lo menos malo, aunque hubiera preferido un programa de gobierno para seguir presionando desde la oposición al gobierno en el cumplimiento de las propuestas, exactamente lo mismo que tiene que hacer ahora en los Consejos de Ministros para llevar a cabo alguna de las propuestas de izquierda. Dicho en un lenguaje más grueso: el capitalismo sabe muy bien que, sobornando con cargos y dinero a la supuesta izquierda, enseguida la convierte en cómplice y la desacredita.

Hace casi diez años que la ultraderecha viene sacudiendo su túnica rojo obispo por toda Europa, aunque no logra gobernar en ningún país. España era una rareza. Tenía la derecha del Partido Popular con alguna facción interna de nostálgicos del franquismo, pero nada significativo, hasta que surgió con una fuerza inédita en las últimas elecciones autonómicas de Andalucía.  A partir de ahí, debido principalmente a las políticas del neoliberalismo desarrolladas durante 36 años ininterrumpidos por parte del PSOE, con la corrupción y el nepotismo como forma de gobierno, le daría al partido socialista de Andalucía una exigua pero amarga mayoría en el Parlamento, conformándose al final un gobierno trifachito entre el PP, Ciudadanos y los 12 escaños de Vox.

La primera en quedar tiesa con la irrupción de Vox fue la jefa del gobierno regional, Susana Díaz, que había adelantado las elecciones convencida de que ganaría con facilidad. Antes, había intentado disputarle el liderazgo del PSOE al actual presidente del gobierno nacional, Pedro Sánchez, y fracasó. Esta individua siempre creyó que Andalucía era su “chiringuito” particular, su refugio seguro, pero se olvidó que en el medio se había producido la crisis autodeterminista de Cataluña, encendiendo los aires españolistas de los que no están dispuestos a que el territorio nacional se fragmente de ninguna manera, y de que la inmigración de África y América Latina ya estaba afectando hasta a los más liberales.

Quiero decir que, cuando se abandonan las políticas de izquierda y se practican políticas neoliberales, en vez de hacer políticas socialistas, se deja el espacio libre para que otros, de otras formas, lo vayan ocupando. Solo me queda por oír que el programa de Vox es tan socialista como el del PSOE, tal y como llegó a mencionar Indalecio Prieto refiriéndose al programa de Falange.

Me acuerdo cuando, ante el riesgo de involución que unos cuantos veníamos observando en el tiempo, convocamos una manifestación antinazi en La Felguera hace cuatro años. Pues bien, allí no vimos ninguna bandera del PSOE ni mucho menos la presencia de esos jenízaros y jenízaras que ahora pretenden meternos miedo. Solo estábamos unas cuatrocientas personas. Ni partidos, ni sindicatos, salvo excepción de la Corriente Sindical de Izquierdas y CNT. Por si esto no fuera suficiente, sería el mismísimo PSOE quien le daría voz y financiación económica al único escaño de Vox, dotándolo de grupo parlamentario en la Junta General del Principado de Asturias. En fin, lecciones de moralina y sensibileria baratas las menos.

Estos jenízaros y jenízaras del PSOE, a la hora de meternos miedo con la llegada de la extrema derecha, siempre recurren a la privatización de la sanidad pública en Madrid por parte de los gobiernos del PP, cuestión en la que, estando de acuerdo, sin embargo, tratan de ocultar que la privatización del sistema público de la sanidad se ha realizado en toda España, incluida, como no, en la comunidad madrileña, cuando el PSOE gobernó la comunidad madrileña, presidida por Joaquin Leguina, desde junio de 1983 hasta junio de 1995, procediendo a las primeras privatizaciones, en esta ocasión todo el servicio de la limpieza centralizado en los centros de La Paz, Doce de octubre, Ramón y Cajal, Carlos III, Central de la Cruz Roja, Severo Ochoa o el Príncipe de Asturias, entre otros.

Son muchos los empresarios y políticos que se han unido para luchar contra este “diabólico pacto entre PSOE y Unidas Podemos”. Ahora, “la estabilidad de España depende de una vieja guardia de superhéroes”: los ‘Guardianes de la Transición’. “Luchan contra los bolcheviques y los comunistas, y las subidas de tensión, porque alguno ya tiene una edad”. Entre ellos está el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, también conocido como ‘Billeto’. “Su enemigo: el control de la economía y la gente que no tiene cambio de 500”. También está el expresidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el ‘Capitán Bellota’. “Aunque podría ser ‘El Increíble Hulk’, porque cuando le hablan de pactos de izquierdas se pone hecho una fiera”. Otro de los guardianes es Joaquín Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid, alias ‘Mostachoman’. Su poder es poseer gran velocidad: “De izquierda a derecha más rápido que Flash”. No podía faltar tampoco Alfonso Guerra, conocido como ‘Wonder Guerra’. “Tiene la capacidad de viajar en el tiempo, aunque solo para atrás, solo al pasado”. Por supuesto, entre los ‘Guardianes de la Transición’ se encuentra Felipe González ‘Panamán’. “En lugar de lycra, usa pana. Mucho cuidado con él, bolcheviques. No vuela a supervelocidad, pero navega en un yate que va a 30 nudos”. José María Aznar ‘Aznathor’ también forma parte de este equipo de superhéroes, que “con una mano lanza misiles contra el pacto de izquierdas y con la otra pelota de pádel”. Y, por último, el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, conocido como ‘La Misa’. “Es como ‘La Masa’, pero antes de matar a sus enemigos les da la extrema unción”.

A ello me voy a referir en mi diario de hoy, reflexionando sobre la medicina pública o privada, no queriendo pensar por un solo instante que estos jenízaros y jenízaras del PSOE estén esperando todos los días para alegrase por el incremento de los infectados y muertos en la Comunidad madrileña que, al día de hoy, 5 de abril, nos ofrece las cifras que a continuación expongo, siempre de acuerdo con la página web del ministerio de Sanidad:

22.677 en Madrid (3.082 muertos)

16.157 en Cataluña (1.410 muertos)

5.740 en País Vasco (265 muertos)

5.414 en Castilla y León (442 muertos)

5.246 en Castilla-La Mancha (539 muertos)

4.682 en Andalucía (207 muertos)

4.784 en la Comunidad Valenciana (267 muertos)

3.139 en Galicia (60 muertos)

2.011 en Navarra (84 muertos)

1.858 en Aragón (93 muertos)

1.629 en La Rioja (68 muertos)

1.456 en Extremadura (100 muertos)

1.158 en Asturias (49 muertos)

1.204 en Canarias (40 muertos)

1.023 en Cantabria (26 muertos)

958 en Baleares (31 muertos)

872 en Murcia (20 muertos)

48 en Melilla (1 muerto)

21 en Ceuta (1 muerto)

El refranero español es muy rico para apostillar verdades contrapuestas. No en vano uno de esos refranes afirma que “España es el país de los viceversas”. Me refiero, concretamente, al caso de dos conocidos refranes que reflejan la imposibilidad de confundir “churras con merinas” o mostrar que “las comparaciones son odiosas”, afirmaciones que ni pintadas me vienen a mi mente para definir lo que ha ocurrido y ocurre en la sanidad española. La pretendida comparación entre la sanidad pública y la privada, que ha venido presidiendo todo el largo debate de la transición sanitaria desde 1977, es una controversia, una comparación, desde mi modesto entender, imposible. ¿Cómo se puede comparar una asistencia sanitaria con obligación de atender a todos los españoles por un igual con otra con clara vocación de individualidad? ¿La atención psiquiátrica, por ejemplo, en manos de los grandes centros psiquiátricos “privados” no reproduce, a gran escala, muchos de los malos que se achacan a la Seguridad Social?

Pero hay una diferencia esencial que hace imposible la comparación entre las distintas sanidades, pública o privada: los centros privados no atienden ni a toda la población española ni ofrecen los mismos recursos que la sanidad pública. Por ejemplo, en los trasplantes, que requieren de grandes inversiones y amplio y coordinado equipo médico, la inmensa mayoría de los centros privados no operan en este terreno. La sanidad privada tiene su principal campo de operaciones en las intervenciones quirúrgicas de corta estancia, aquellas que mayor rentabilidad económica le pueda reportar. Por otra parte, las interminables listas de espera en los hospitales públicos, debido, principalmente, a la falta de profesionales sanitarios, obliga en muchas ocasiones – demasiadas – a concertar con las clínicas privadas la utilización de la gran tecnología de la que goza la sanidad pública. Los enfermos que hayan sufrido infartos, necesiten hemodiálisis o padezcan determinadas dolencias son mayoritariamente rechazados por las compañías de los seguros, tan inseguros ellos. Por ejemplo, Sanitas, una de las más importantes compañías de seguros de enfermedad, duplicó hace bastantes años sus tarifas para las personas entre sesenta y sesenta y cinco años.

No conviene olvidar que existen más de cinco millones de españoles que cotizan por partida doble a la Seguridad Social y a su seguro privado, para usarlos según su conveniencia en cada momento. La gente de status más elevado son los que practican esa “bigamia” asistencial, prefiriendo el público cuando no importa la habitación compartida, y eligiendo el privado cuando quieren una cama sola. Es lo que se conoce como el “adulterio hospitalario”. Y entonces ¿Por qué es empeño de políticos, directores hospitalarios y empresariales del sector por enfrentar un sector con otro? ¿No es imposible averiguar quién gasta más o menos, cuando la sanidad pública debe atender a todos y la privada opta prioritariamente por atender sólo a los más sanos o a quienes pueden pagarse las atenciones más costosas? ¿Cómo medir quién es más eficaz si los enfermos privados son atendidos por los hospitales públicos y gran parte del personal sanitario se pone la bata del seguro por la mañana y la bata blanca de la consulta por la tarde, viceversa?

En cierta ocasión, allá por julio de 2009, después de haberme colocado un bypass aortocoronario en el HUCA, fui citado al EVI (Equipo de Valoración de Incapacidades) para determinar el grado de mi enfermedad a efectos de pensión. La única cuestión que me hicieron fue enviarme a realizar una ecografía a la Clínica Asturias, en Oviedo. A pesar de insistir de que había realizado una hacía tres días en el HUCA, la cual había aportado en la documentación, el médico me contestó: bueno, otra no está de más. Acudo a la clínica Asturias, y ¿Cuál sería mi sorpresa cuando el médico que me iba a hacer aquella ecografía era el mismo que me había hecho otra, hacía tres días en el HUCA? Nos saludamos, y le pregunto el porqué de esta ecografía, cuando él mismo me había hecho otra en el HUCA, siendo la respuesta – dicha entre risas – que aquellas máquinas adquiridas por la clínica eran muy caras y había que pagarlas.

Hablemos claro: “la sanidad privada es una especie de parásito del sistema sanitario público”, decían los del PSOE recién llegados al gobierno, pero la realidad fue otra muy distinta.

El Partido Socialista y el gobierno de Felipe González, ese que cobró 566.000 euros en cuatro años y medio (Diciembre de 2010-Mayo de 2015) como consejero de Gas Natural y predica en la sombra a favor de un gobierno PP-PSOE si Podemos se alzase con posibilidades de llegar al poder en las próximas elecciones generales; ese ejecutivo digo, inició la privatización de la sanidad española en 1991 tras encargar a Fernando Abril Martorell un informe ad hoc que no llegó a aprobarse formalmente por su impopularidad pero que se fue ejecutando de hecho en silencio a lo largo de los lustros siguientes.

El actual modelo sanitario en España proviene de la Ley General de Sanidad (LGS) aprobada en 1986 por el gobierno felipista del PSOE, quedando diseñado un modelo sanitario basado en lo que se conoce como servicio nacional de salud que recoge las características fundamentales del National Health Service (NHS) del Reino Unido en sus inicios, es decir, la universalización del derecho a la atención sanitaria, un modelo basado en la prevención y la promoción, que integra los servicios sanitarios y que tiene una provisión mayoritaria y hegemónicamente pública.

No obstante, pronto comenzaron a producirse modifi­caciones en este modelo. La primera fue la aprobación de la Llei d’Ordenació Sanitària de Catalunya (LOSC) en 1990, que definía un modelo sanitario mixto, que integraba en una sola red de utilización pública todos los recursos sani­tarios, sean o no de titularidad pública, y que recoge una tradición de entidades (mutuas, fundaciones, consorcios, centros de iglesia) históricamente dedicadas a la salud en Cataluña.

La LOSC crea la Red de Hospitales de Utilización Pública, favoreciendo este proceso de provisión privada con financiación pública.

El siguiente paso fue en 1991, cuando se aprobó el denominado Informe Abril (Informe y Recomendaciones de la Comisión de Análisis y Evaluación del Sistema Nacional de Salud). En él se proponían casi todas las medidas que luego se han ido plasmando a lo largo del tiempo (establecimiento de copagos, empresarización de la provisión sanitaria, ampliar el papel del mercado en el sistema sanitario, favorecer el papel de los seguros y la provisión privada, laboralizar al personal sanitario, etc.). Ante el amplio rechazo social, pro­fesional y político que se produjo, las medidas quedaron aparcadas, al menos en teoría, aunque fueron poniéndose en marcha de una manera silente y en “cómodos plazos”.

En 1992 se constituye la empresa pública Hospital Costa del Sol en Andalucía. El sistema incorpora principios de gestión privada a centros que son de titularidad pública, con personalidad jurídica diferenciada. Las empresas se constituyen mediante leyes autonómicas y tienen el control del Parlamento regional.

El siguiente paso significativo fue la constitución por la Xunta de Galicia de la Fundación del Hospital de Verín en 1995, que es el primer caso de la puesta en marcha de un modelo de gestión privado aprovechando la ley de fundaciones de 1994. El modelo de fundaciones se extendió posteriormente, ampliándose en Galicia (tres más), en Mallorca (uno), en Madrid (uno) y en La Rioja (uno).

En 1999 se puso en marcha el Hospital de Alzira, hospital que inicia una nueva etapa, la de las concesiones administrativas, modelo por el que una empresa privada construye un hospital de nueva creación que se hace cargo de la atención sanitaria de un área. La provisión y gestión es totalmente privada. Inicialmente, el modelo incluía solo la atención especializada, pero posteriormente se agregan la atención primaria ya sociosanitaria.

Posteriormente, la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos para 1999 incluye la posibilidad de transformar todos los centros sanitarios del INSALUD en Fundaciones Públicas Sanitarias.

El modelo de iniciativa de financiación privada (PFI) comienza en Madrid en 2007 y se extiende a otras comunidades autónomas como Baleares (PSOE) Castilla y León (PP) y Galicia (PP) hasta el momento).

En resumen, los mecanismos de privatización en España pueden esquematizarse en:

  1. Privatización de la financiación

  • Desgravación de seguros médicos por las empresas.

  • Copagos: medicamentos, transporte, dietas, ortesis y prótesis.

  • Recortes en la cartera de servicios (incita al aseguramiento y/o

financiación privada complementaria).

  1. Privatización de la gestión del aseguramiento

  • Mutualidades de funcionarios (MUFACE, ISFAS, etc.).

  1. Utilización de criterios privados de la gestión manteniendo la titularidad pública

  • Empresas públicas.

  • Fundaciones sanitarias.

  • Entes públicos.

  • Sociedades mercantiles públicas.

  1. Provisión de algunos servicios por empresas privadas

  • Conciertos.

  • “Externalizaciones” (privatización de servicios de apoyo y/o de actividades concretas).

  1. Privatización de la gestión con titularidad mixta

  • Consorcios.

  • Iniciativas de financiación privada (PFI).

  1. Privatización de la gestión con titularidad privada

  • Privatización de servicios centrales y alta tecnología.

  • Privatización de la planificación y el control.

  • Empresa de base asociativa en atención primaria (EBA).

  • Conciertos singulares con empresas privadas para la aten­ción sanitaria de un área de salud.

  • Concesiones administrativas (modelo Alzira).

Pues bien, todos estos mecanismos están extendidos con una profundidad y extensión variable en todas las comunidades autónomas, aunque de manera más importante donde gobiernan el PP o la burguesía catalana.

Finalmente, hablando de los recortes a la sanidad, tampoco debemos de ocultar como, durante el gobierno de Zapatero, se procedió a cambiar el artículo 135 de la Constitución española para imponer el “austericidio”, esto es, los recortes a la sanidad, educación o la congelación de las pensiones, en una connivencia PPSOE para salvar a la banca de la quiebra donde su aventura financiera la había llevado. Quiero decir, si se puede seguir hablando, que uno de los portavoces de aquellas reuniones, celebradas con alevosía y nocturnidad, fue precisamente el actual presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez. ¿Vamos a seguir con la boca cerrada a la espera de que puedan hablar los muertos?

 

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 6 de abril

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6 de abril

Sigo en arresto domiciliario. Seguimos todos, cuando llegamos al día 23 de nuestro confinamiento. Me levanto muy temprano, me asomo a la ventana por la que ahora transcurre todo y veo que hace un día bastante lluvioso. Es la luz. Los dolores no arrecian y decido llamar al Centro de Salud para concertar una cita médica. Dolor intenso en todas las articulaciones, vértigos, cansancio y sequedad en la boca y sed, lo que me hace pensar que me esté jugando una mala pasada la diabetes, al no poder andar todos los días, tal y como tengo prescripto por la médica.

Ducha, aseo, desayuno con Irma y llamada al centro de Salud. No tengo ninguna necesidad de acudir en persona porque me llamará telefónicamente la médica, como así ocurre a los veinte minutos. Le explico detalladamente lo que me ocurre, preguntándome ella hasta por el último pelo de los pocos que me queden en la cabeza. Me receta, vía tarjeta electrónica, para recoger en la farmacia, Paracetamol para los dolores de mis huesos y Diazapan para los mareos y los vértigos, para salir a continuación a comprar la prensa, recoger los medicamentos en la farmacia y comprar cebollas rojas para hacer sopa o puré de ellas. Esa será mi comida de hoy con unos arándanos de postre.

Pero antes de salir a la calle, entro en el panel del ministerio de Sanidad, donde, por fin, las cifras nos dan un cierto respiro por primera vez desde los inicios del COVID-19, pues aún, mostrándonos el fallecimiento de 637 personas, que elevan la cifra total a 13.055 fallecidos, y 135.032 infectados, de los cuales 19.400 corresponden al personal sanitario (14% del total), tal parece que se viene recuperando cierta normalidad. No obstante, me sigue mosqueando la cantidad de miles y miles de nuestros viejos que están cayendo en la pandemia (4.000 muertos), dándome la impresión de que están sufriendo un desprecio con el tratamiento que esta sociedad está tratando a una generación que ha cotizado más que ninguna y ha logrado que este país conquistara la libertad, la democracia y el bienestar. Si algo estoy aprendiendo de esta pandemia, al margen de haber aprendido a lavarme las manos, fueron un montón de cosas, entre ellas que, al lado de nuestros políticos, Pilatos era un simple aficionado. Aprendí también el significado de las palabras triaje, EPls, curva de contagio, llegar al pico, gel hidroalcohólico, pero también he aprendido a saber que esta sociedad está sostenida por nuestras abuelas y abuelos, padres y madres,  que sin ellos, sin su ejemplo, sin su memoria, sin su mano y su calma, volvemos a ser aquel niño que por la noche tenía miedo; pero aprendí, sobre todo, a saber que los hijos de puta no llevan mascarilla contra el virus, sino máscara.

Desde mi punto de vista, a raíz de muchos casos que me constan fehacientemente a través de familiares y sindicalistas de la Corriente Sindical de Asturias presentes en los geriátricos, tanto públicos como privados, esta generación está siendo tratada como si fueran apestados, funestos, algo así como la economía o la vida: triaje, testamento vital, pacientes de riesgo y descabello en función de la esperanza de vida, en la última semana  hemos podido saber cosas verdaderamente abominables, tales como las declaraciones de la jefa del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, cuando afirma que “el mundo está superpoblado de personas mayores, lo que representa un peligro para las economías o que la gente vive más de lo esperado” (Diario 16, el 13 de marzo de 2010).

Ayer domingo, 5 de abril, tuve un pequeño debate en el Facebook con mi amigo Mandi Braña, sobre la presencia o no del ejército en la calle durante esta catástrofe que, por cierto, nada tiene que ver con una guerra, como ellos siguen manifestándose. A él le parece muy bien, haciendo mención sobre todo a los de la UME en sus tareas de desinfección, por ejemplo, pero yo le indico que me refiero al otro ejército, al que sale en las televisiones con sus trajes de gala, luciendo en sus pecheras todo tipo de medallas y abalorios. Hoy mismo leo la noticia en la prensa de que la UME está llevando la desinfección en zonas concretas de nuestra cuenca minera, lo que me parece muy bien – entre otras, esa es la misión por la que perciben sus salarios -, pero yo veo por la ventana y mientras me acerco a coger el periódico, a los barrenderos de mi concejo langreano con sus grandes mangueras desinfectando a diario las calles del pueblo y, sin embargo, nadie se acuerda de ellos, corriendo el mismo riesgo de contagio y mucho peor equipados que los del ejército. Por eso, hoy mi aplauso de la 20,00 hora va dedicado a la gente de esta digna y necesaria profesión de barrendero. Al respecto, quiero dejar muy clara constancia de que llevar a cabo cualquier debate con el compañero y amigo Mandi no resulta difícil, más bien necesario, por la cantidad de cosas que aprendes de él, pues además de ser un hombre sabio, es una persona tranquila, democrática, tolerante y de una enorme capacidad humana, pero, respetando todas sus opciones en el asunto del ejército en la calle durante la pandemia, sin embargo, no las comparto, tal y como me voy a explicar a continuación.

Todos somos o debiéramos de ser muy conscientes que un Estado de Alarma con su confinamiento, representan una limitación de nuestros derechos y libertades, aceptadas, en determinas circunstancias como las que nos toca vivir, pero tenemos que ser más conscientes aún que su aplicación en absoluto es neutral, además de encerrar muchos peligros. También suponen un terreno fértil para el cultivo de esos miedos que son utilizados para la limitación de derechos y libertades.

Los miembros de las Fuerzas Armadas que participen en el marco de la crisis del coronavirus tendrán la condición de agentes de la autoridad. Esta medida figura en una disposición adicional del decreto que declara el estado de alarma, aprobado por el Consejo de Ministros. La condición de agentes de la autoridad implica que los militares podrán dar órdenes a los civiles y que quienes las incumplan o se resistan a ellas podrán incurrir en el delito de desobediencia o resistencia a la autoridad. Hasta ahora, solo dos colectivos dentro de las Fuerzas Armadas, los policías militares y los miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME), tenían este carácter, precisamente porque en su tarea podían verse obligados a dar órdenes a personal civil (Foto del Ejército en Calatayud)

En este sentido, bajo mi opinión, tan respetable como a de cualquier persona preocupada por la situación, el actual gobierno de España, está demostrando muy claramente que no está siendo neutral en su lucha contra la pandemia, sobre todo cuando aparece en las ruedas de prensa al lado de los responsables sanitarios a representantes del ejército, la policía y la guardia civil y, yo me pregunto ¿Cuál es el mensaje que se pretende transmitir? ¿Es un problema sanitario o de orden público? ¿No sería más útil un científico o científica, un médico, una representante del Ministerio de Sanidad y otro del Ministerio del Interior? Si comparecen un policía, un militar y un guardia civil es porque el Gobierno quiere darle ese tono policial al estado de alarma decretado.

Como quiera, tal y como he dicho desde el principio de esta catástrofe, que en política nada ocurre por casualidad, la explicación de estos hechos y otros, nos demuestra que la explicación hay que buscarla en el carácter y funcionamiento de este Estado, al que se le añade la palabra Derecho para que se pueda seguir llamando Estado de Derecho, cuando muchas de sus instituciones, empezando por la corrupta monarquía y siguiendo por la Justicia o el Ejército, tienen más que déficits democráticos – por no usar otras palabras más gruesas suavemente- y cuando esta crisis no ha hecho más  que explosionar por los aires las costuras de la sociedad, donde el Estado está sacando a la luz su verdadera idiosincrasia: sus déficits democráticos y el origen y práctica antidemocrática de muchas de sus instituciones.

“En esta guerra que nos ha tocado vivir o luchar, todos somos soldados”, ha proseguido el mando militar, general Villarroya, durante la rueda de prensa que ofrece diariamente como representante del ministerio de Defensa junto a los representantes de los ministerios de Sanidad, Interior y Transporte.

Si existe algo más escandaloso, desde el punto de vista democrático, esto es la utilización que se está haciendo del Ejército, montando una operación de blanqueo para presentarlo como una institución que ayudaría a la población. Sólo hay que ver el paseo militar, sin ningún sentido sanitario ni de ayuda a la población, que tuvieron que soportar los vecinos de Pamplona el pasado día 3 de abril, respondida de manera espontánea con una gran cacerolada al paso de los soldados.

Además, algunas de las funciones a las que se refiere mi amigo Mandi, podrían haber sido realizadas perfectamente por los bomberos o incluso personal especializado que ya existe en algunas comunidades autónomas. Eso sí, con la presencia del ejército en la calle hemos podido comprobar que los militares disponen de los mejores equipos de protección, mientras que en los hospitales escaseaban y siguen escaseando los utensilios básicos para una buena asistencia y una adecuada protección para los profesionales que tienen que enfundarse en bolsas de basura para actuar y adornar sus rostros con mascarillas confeccionadas a base de papel higiénico, porque, desde hace muchos años, el bipartidismo PPSOE, en lugar de atender la sanidad pública, lo que hicieron fue aprovecharse de ella para ir colocando en los hospitales a sus amiguetes y familiares en ese papel tan detestable de “comisarios políticos”. En absoluto estoy mostrando mi contrariedad a que los soldados colaboren y participen en tareas de ayuda a la población, pero de ninguna manera de la manera. ¿Por qué el gobierno de España, en vez de recurrir a estudiantes de medicina y médicos jubilados para ir sustituyendo a los casi 20.000 sanitarios que han resultado infectados por la pandemia, no ha recurrido a los profesionales que conforman el cuerpo militar de la sanidad, por ejemplo?

Ni siquiera voy a entrar a comentar si el Estado de Alarma decretado, con su arresto domiciliario, eran o no necesarios para combatir la pandemia, pero la respuesta política y democrática a ésta catástrofe – no una guerra como siguen llamando, tanto desde el Gobierno como desde el Ejército -, desde mi opinión tendría que haberse hecho de otra manera muy diferente mediante una práctica más democrática, nunca bajo el ordeno y mando y, en ningún caso, vuelvo a repetir, sin sacar el Ejército a la calle. Colaboración con las comunidades autónomas, con las ciudades, con los agentes sociales, sindicatos, y organizaciones sanitarias y científicas, sobre todo.

En absoluto necesitamos ningún hiperliderazgo para que luego tenga que pedir apoyo político y social. Por otra parte, ni los virus ni las pandemias anulan la lucha de clases, solo la expresan de otra manera, incluso más crudamente que en tiempos de normalidad. Pienso que, de esta crisis, la democracia puede salir reforzada, o no. El tiempo es un juez inexorable, y dictará su veredicto, porque, a fin de cuentas, se trata de diferentes intereses sociales en liza. Por eso vale la pena recordar para estos momentos duros una estrofa de la Internacional: “Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador. Nosotros mismos realizaremos el esfuerzo redentor”. Buenas noches y hasta mañana. ¡¡¡ Salud y República!!!

 

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 7 de abril

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7 de abril

A la espera de que el próximo jueves tenga lugar el debate en el Congreso de los Diputados para fijar la nueva prórroga del estado de alarma por el coronavirus, anunciada el pasado sábado, 26 de marzo, por el presidente del gobierno español, las cifras de muertos y contagios han vuelto a repuntar ligeramente en las últimas 24 horas tras encadenar siete días a la baja con 5.478 contagios nuevos, que suman un total de 140.510, y lo mismo ha ocurrido con el número de fallecidos, que alcanzan los 13.798 tras 743 muertes más. Este ligero repunte, parece ser muy habitual en todos los martes desde que se desató la crisis sanitaria, se explica por la incorporación de notificaciones de algunos fallecimientos del fin de semana, según nos informan desde el ministerio de Sanidad.

También observo con cierta preocupación las cifras referidas a mi Comunidad Autónoma de Asturias, donde la cifra de nuevos casos va aminorando muy positivamente, con apenas 33 en un día, no pudiendo decir lo mismo cuando nos referimos a la mortandad que ha vuelto a repuntar, registrando 10 muertos en solo 24 horas, el peor dato registrado desde que se ofrece información actualizada de la epidemia. Una actualización que la Consejería de Salud contabiliza con un total 1.679 positivos, elevando a 96 el número de muertos, de los cuales 43 de esos 96 fallecidos son residentes de centros geriátricos.

Hoy, 7 de abril, cuando se cumplen 24 días de mi arresto domiciliario, después de hacer mi aseo y desayunar con Irma, me preparo para salir a comprar la prensa diario y acercarme hasta el Centro de Salud para recoger las tiras reactivas para la maquinilla con la que mido los niveles de glucemia en la sangre y, una vez en casa, me dispongo a su control dándome el resultado de 110 mg/dl, lo que me disipa las dudas de estos días de atrás, pudiendo afirmar que mi agotamiento era derivado de la artrosis espectacular que padezco.

Como he dicho, llevo 24 días de cautiverio durante los cuales he perdido a 11 amigos sin poder darles el último adiós, debido a la situación que estamos viviendo. Los dos últimos, ayer mismo por la tarde, primero Manolito de Roiles, un gran paisano con el que alternaba diariamente en la tertulia diaria de la sidra; después, un poco más tarde, me comunican desde Bilbao la muerte de mi amigo y compañero de fatigas en aquel sindicalismo de los 70 y 80, Koldo Méndez, uno de los propulsores de las concentraciones multitudinarias de pensionistas que se hacían todos los lunes en la ciudad de Bilbao. Hacía un mes que habíamos concertado la realización de una charla sobre las pensiones en la capital vizcaína, porque queda mucha tela por cortar, me decía. Te pagamos nosotros, la Plataforma de Pensionistas, el viaje y te alojas con pensión completa en nuestra casa los días que quieras, tú y tú compañera, me dijo, contestando yo que aceptaba dar la charla de mil amores, pero que no se preocupara, porque yo tenía una de las pensiones altas de la Seguridad Social y el ALSA de Oviedo a Bilbao y viceversa eran cuatro “perres”, no representando para mi ningún gasto extraordinario.

Koldo Méndez y Antón Saavedra ante la escultura de Jorge Oteiza “la Variante Ovoide” en la plaza del Ayuntamiento de  Bilbao, durante una concentración de pensionistas el 129 de agosto de 2019.

Estoy seguro que en el cielo ya tendrá organizada una plataforma con los miles de pensionistas víctimas del COVID-19 que, tal parece viniera a por nosotros, los  pensionistas, especialmente a por hombres que, como Koldo Méndez, luchaban todos los días para lograr el blindaje de un sistema público de pensiones como uno de los derechos fundamentales de la Constitución, garantizando el incremento anual del coste anual de la vida, sin depender de los procesos electoralistas de cada partido, y soñando con lograr una pensión mínima de 1.080 euros mensuales para todos los pensionistas. Gracias, compañero, las personas solo mueren si nosotros dejamos de recordarlos. Te debo una charla y, en la primera ocasión que tenga, te recordaré, a tí y a la inmensa labor que hiciste por este colectivo que te obligaba, lunes tras lunes, durante más de un año, a subirte en los escalones del ayuntamiento de Bilbao para comentar las novedades de la semana y los acontecimientos previstos.

Pero si grave, gravísimo, es el panorama que nos demuestran día tras día las cifras de muertos e infectados que venimos ofreciendo, grave es también el problema económico que sucederá una vez se ponga fin a esta catástrofe. No era mi intención hablar de la crisis económica que se presenta, porque lo prioritario, lo importante sigue siendo la vida de las personas, pero ante la falta de solidaridad entre países y la ineficacia que viene demostrando la Unión Europea me obliga a dar unas primeras pinceladas al armatoste ese que tanto habla de unidad, para manifestar en primer lugar que esa Europa de los mercados no está sino demostrando que han vuelto a aparecer las mismas desuniones que surgieron cuando la crisis de 2008, aún pendiente de resolver. Suele decirse que, detrás de esta catástrofe llegará un nuevo mundo, mucho más solidario, más humano y más capaz para apreciar lo que tenemos, pero sigo siendo muy escéptico al respecto porque, hasta le fecha, ninguna pandemia y ninguna crisis han conseguido jamás alterar nuestras miserias. Sigo pensando que, cuando se acabe la pandemia vamos a seguir siendo los mismos. Bastantes menos, pero los mismos. Y cada cual seguirá yendo a lo suyo.

Ocurre, desde mi pesimismo – un pesimista es sólo un optimista bien informado -, que de las grandes sacudidas socioeconómicas se pueden derivar, se derivan consecuencias políticas de hondo y largo calado. ¿Qué aportó a nuestras vidas la crisis financiera del 2008, sino el rebrote de la ultraderecha, los populismos de todo signo y el nacionalismo, al calor de una insatisfacción profunda y generalizada? ¿Qué es el Brexit, Trump, Puigdemont, Salvini o Vox sino los frutos recogidas de aquella sacudida? Desde luego, todavía es pronto para asegurar que todo será, más o menos, igual que lo ocurrido en 2008, cuando todavía no atisbamos siquiera el final del principio, que llegará cuando salgamos y examinemos las ruinas que deje el vendaval vírico: la cifra de muertos, el desempleo, las quiebras, las deudas, porque solo, de esa manera, podremos recomenzar para salir adelante como se pueda. Los datos ofrecidos ayer, 7 de abril, por la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.) resultan verdaderamente aterradores: 200 millones de empleos perdidos en el mundo durante este primer trimestre del año 2020. En su análisis regional, este organismo dependiente de la O.N.U. calcula que Europa se llevará uno de los mayores golpes con la caída del empleo en torno al 7,8%, lo que supone unos 15 millones de puestos de trabajo a jornada completa.

Lógicamente, habrá quien espere un milagro como el ocurrido en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, donde la batalla se había librado durante la guerra, quedando provisionalmente resuelta entre el comunismo y el capitalismo que se repartieron el mundo, pero en la crisis derivada del Covid-19 no habrá que lanzar grandes proyectos de obras públicas con uso masivo de mano de obra, porque las infraestructuras siguen ahí, salvo que haya que hacer más cementerios para las víctimas humanas del virus. Vuelvo a repetir, una vez más, por mucho que lo sigan diciendo el Gobierno y el Ejército, esto no es una guerra, esto es la gran catástrofe que está sufriendo la humanidad en vidas.

“La solidaridad europea no existe. El único país que puede ayudarnos es China”. Estas palabras del presidente serbio Aleksandar Vucic, pronunciadas el pasado 16 de marzo en la misma conferencia de prensa en la que declaró el estado de emergencia con motivo de la crisis del covid-19, lanzan un mensaje preocupante para una Unión Europea (UE) puesta nuevamente en entredicho.

Una gran catástrofe donde la Unión Europea no puede llamarse andana: o se coloca a la altura de las circunstancias o el proyecto europeo acabará también en el cementerio. Cada vez pienso más en la solidaridad como el arma más contundente para salir de esta crisis derivada del Covid-19, porque la solidaridad entre los países de la UE es el principio clave de sus tratados, Y se demuestra en tiempos como este, porque sin solidaridad no habrá cohesión, sin cohesión habrá desafecto y entonces la ya escasa credibilidad del proyecto europeo acabará en la UCI, gravemente herida, a la espera de lo que le duren los cuidados paliativos.

Europa nació de las cenizas de la destrucción y el conflicto. Aprendió las lecciones de la historia algo muy sencillo: si no ganamos todos, al final, todos perderemos. Esta crisis puede y tiene que ser la oportunidad para reconstruir una Unión Europea de los ciudadanos y para los ciudadanos, apartando la vista de las pizarras de los mercados, y poniendo un plan ambicioso en marcha que nos haga más fuertes a todos. Si seguimos pensando en pequeño, el fracaso será estrepitoso y, vuelvo a repetir, el proyecto europeo no tendrá ninguna razón para seguir existiendo. Buenas noches.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 8 de abril

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8 de abril

Volviendo al día de hoy, en el 25 día de mi arresto domiciliario, lo primero que hago nada más levantarme, después de mi ducha y aseo diarios, es proceder a medir los niveles de glucosa en mi sangre con el resultado de 110 mg/dl, exactamente igual que ayer en ayunas, para desayunar y vestirme para salir a por la prensa y hacer la compra de los artículos más pesados para evitar que Irma cargue con ellos: cuatro kilos de naranjas, cuatro botellas de leche y cuatro kéfir para mí, teniendo en cuenta que jueves y viernes estará cerrado el comercio.

De regreso a casa, lo primero que hago, antes de ponerme a leer la prensa, es ponerme delante del panel informativo del Ministerio de Sanidad, observando que, el conocido como “efecto fin de semana” ya no sirve para este miércoles, de tal manera que España ha vuelto a registrar un ascenso en el número de muertos por coronavirus: 757 en las últimas 24 horas, hasta alcanzar los 14.555 fallecidos, con 146.690 infectados. No obstante, hay que dejar constancia, una vez más, que está cifras ofrecen poca credibilidad cuando observamos que, al menos, 15 de cada 16 afectados por el coronavirus – más del 90 % – no están registrados, según las estimaciones del propio Ministerio de Sanidad, y lo mismo se puede decir refiriéndonos al número de muertos cuando los datos de los entierros en Madrid apuntan 3.000 muertes más de las oficiales. Informes elaborados y publicados por el Instituto de Salud Carlos III indican que los datos de defunciones por coronavirus observadas son provisionales, debido a que el sistema se alimenta de las defunciones que notifican los registros civiles informatizados al Ministerio de Justicia: “Cabe destacar que en estos momentos el retraso entre la fecha de defunción y la de notificación se está incrementando”. El aumento de fallecimientos por el COVID-19 ha desbordado los registros civiles, encargados de inscribir las defunciones y expedir las licencias de enterramiento. Están saturados y las defunciones tardan en incorporarse a las estadísticas. Por tanto, habrá que seguir esperando hasta que se acabe esta pesadilla para poder hacer un balance final de las víctimas por esta maldita pandemia que, al día de hoy, 8 de abril, nos dan las cifras de infectados y muertos que a continuación se detallan:

42.450 en Madrid (5.586 muertos)

29.647 en Cataluña (3.041 muertos)

11.788 en Castilla-La Mancha (1.255 muertos)

10.058 en Castilla y León (1.028 muertos)

9.452 en País Vasco (635 muertos)

8.997 en Andalucía (605 muertos)

7.655 en la Comunidad Valenciana (724 muertos)

6.538 en Galicia (213 muertos)

3.549 en Aragón (349 muertos)

3.467 en Navarra (206 muertos)

2.951 en La Rioja (177 muertos)

2.184 en Extremadura (271 muertos)

1.762 en Canarias (91 muertos)

1.705 en Asturias (102 muertos)

1.572 en Cantabria (92 muertos)

1.369 en Baleares (84 muertos)

1.326 en Murcia (85 muertos)

93 en Melilla (2 muertos)

84 en Ceuta (4 muertos)

Al menos 15 de cada 16 afectados por el coronavirus en España – más del 90% – no están registrados, según las estimaciones del propia Ministerio de Sanidad (El País, 8 de abril de 2020)

Sin embargo, el ministro sigue lanzando un mensaje positivo en torno a la ralentización de la curva. “A partir del 25 de marzo la pendiente de fallecidos se redujo y desde el 2 de abril empezó a descender. Los datos nos confirman la estabilización de la curva, su aplanamiento. Hemos alcanzado el pico de la curva y estamos en una fase de ralentización”, ha afirmado.

En otro orden de cosas, sigo muy atento a la respuesta europea a la crisis del coronavirus en las reuniones que hoy han comenzado para debatir una estrategia conjunta para salir del confinamiento y evitar el sálvese quien pueda, tal y como explicaba en mi diario de ayer, pero todo parece indicar que no se llegará a ningún acuerdo posible. Esperamos al día de mañana que será cuando se llegue a un acuerdo o todo salte por los aires.

En este mismo contexto, aunque refiriéndose exclusivamente a nuestro país, cada vez son más las voces que hablan de una reedición de los Pactos de La Moncloa, avanzado en el discurso del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado sábado, 4 de abril. Hoy sería la Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien, actuando como portavoz del Consejo de Ministros, haría un llamamiento muy claro al respecto: “Queremos abrir una gran concertación social con todos los grupos políticos, con los empresarios y sindicatos, con humildad y generosidad”. “Son momentos delicados de la historia de España, como hace cuatro décadas. Entonces todos tuvieron que unirse y también ahora, España necesita un gran acuerdo de país, llámese Pacto de la Moncloa o como se quiera. Y no solo en términos, también en valores colectivos, para que todos podamos acceder a servicios públicos esenciales que son la gran conquista de este país y también como refuerzo de los derechos democráticos”, insistía la ministra, como si las personas a las que nos tocó combatir en vivo y en directo aquellos pactos trampa nos fuéramos a chupar el dedo por segunda vez.

En la misma línea se ha expresado el expresidente del Gobierno, el hispanocolombiano Felipe González, defendiendo este mismo miércoles la reedición de unos nuevos Pactos de la Moncloa, pero lanzando sus conocidos puyazos a “discursos cargados de ideología”, los mismos que “criticaban” los acuerdos alcanzados en 1977, refiriéndose veladamente a Podemos, o, si se prefiere, a Pablo Iglesias, “esos que criticaban los Pactos de la Moncloa, el pacto constitucional. Algunos de ellos todavía siguen revisando críticamente lo que se hizo y que nos permitió 40 años de progreso. (…) Necesitamos que los líderes políticos, que siempre habrá quien se niegue, se pongan de acuerdo cediendo en posiciones y no incurriendo en contradicciones que veo (…) Ahora la situación obliga más aún a un consenso total ante el desconocimiento del covid-19”.

El expresidente ha puesto el énfasis en que ese diálogo tiene que ser extensible a los presidentes de todas las comunidades autonomías, así como alcaldes, que son los que mejor conocen la situación de sus ciudades, como el de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al que ha alabado su gestión y actitud. “Me ha sorprendido gratamente cómo está al pie del cañón y esa humildad de contar con otros. Lo felicito por su actitud”, ha dicho, para desvelar que nadie en el Gobierno le ha llamado. “Si me pregunta si el Gobierno me ha consultado, la respuesta es no

Por otro lado, el que fuera jefe del Ejecutivo se ha referido al cierre del Congreso de los Diputados, una de las decisiones derivadas de la declaración del estado de alarma. “Ahora no hay ninguna explicación para que la vida parlamentaria no presencial no se ponga en marcha”, ha sostenido.

No, Felipe, a estas alturas del debate ya no tienes ni capacidad ni credibilidad para seguir engañando a un pueblo como hiciste a lo largo de tu trayectoria política. Quédate en tu nueva patria de Colombia, disfrutando de eso que tanto te gusta meterte por la nariz, pero no vengas aquí para que te recordemos aquello de que “el capitalismo es el menos malo de los sistemas económicos, prefiriendo dormir en el metro de New York antes que en la mejor dacha de la Unión Soviética”

En este mismo contexto, conociendo el resultado y teniendo en cuenta la experiencia de los Pactos de la Moncloa en absoluto puedo estar de acuerdo con la reedición de los Pacto de La Moncloa. Aunque me he explayado de manera exhaustivo en otro de mis diarios, me acuerdo que, siendo yo el secretario general de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T., se barajó la posibilidad de que si no se cumplían aquellos pactos nos echaríamos a la calle, Pues bien, ni se cumplieron ni nos echemos a la calle. Esta triste experiencia es la que tengo yo de aquellos pactos/trampa y me temo que, si la iniciativa privada y el capital llevan la iniciativa en esta ocasión, seguirá siendo más de lo mismo. Hay que llegar en España a un pacto, pero no sobre las bases económicas actuales. Sería un tremendo error. Ya no podemos volver a lo de antes del coronavirus, esa visión de la economía ha hecho aguas. Tenemos que inventar otras soluciones, quizás economías mixtas donde el Estado, con la Constitución en la mano, indique cuáles son los sectores preferentes. Donde el empleo vaya dirigido a iniciativas de salud pública, educación, enseñanza, medio ambiente, asistencia social… Ahí hay un yacimiento de trabajo. Esto significa una imposición fiscal fuerte, para aquellos que tienen dinero, no para los que no tienen. Esto es un cuestionamiento de lo que ha habido hasta ahora. Bajo esas premisas podemos hablar de pacto. Si se trata de volver a los parámetros anteriores, jamás estaré de acuerdo.

No cabe ninguna duda que, tanto Pablo Iglesias como Unidas Podemos se la juegan en este dardo envenenado que se les presenta. Efectivamente, Pablo Iglesias ha defendido, aunque sin gran convicción la propuesta de Pedro Sánchez de acordar unos nuevos Pactos de la Moncloa para superar la crisis económica y social del coronavirus. En su papel de vicepresidente segundo del Gobierno, el líder de Unidas Podemos no puede permitirse repetir lo que decía hace no tanto tiempo sobre aquellos históricos acuerdos que enderezaron el rumbo de España en los primeros años de la democracia constitucional. Pienso, y así lo expreso públicamente, que la posición que adopte Podemos tendrá que se debatida previamente en todas y cada una de las asambleas presenciales que habrá necesariamente que realizar en todos y cada uno de los rincones posibles a lo largo y ancho del país – digo asambleas presenciales, porque no me pueden servir las conocidas votaciones telemáticas al uso – para hacerlas confluir en una magna asamblea a celebrar en Madrid el 15-M para que todos y todas nos acordemos por que nació Podemos, y para qué. De lo contrario me atrevo a vaticinar una nueva vida de la organización como otro de los grupúsculos extraparlamentarios. Desde mi honesto y sincero punto de vista pienso que se debe profundizar en los errores cometidos a lo largo de la corta vida de Podemos, siendo preciso abordar una discusión sobre las causas reales del rápido declive electoral al pasar de sumar má del 20% del electorado en toda España y de convertirse en la primera fuerza de Cataluña y el País Vasco, a ser la cuarta fuerza del país. ¿Qué ha sucedido o está sucediendo en Podemos? Esa es la cuestión.


DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 9 de abril

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9 de abril

Ayer estuve hablando mediante videollamada con mis dos nietas y después de colgar el móvil me vino cierta nostalgia o no sé cómo llamarlo, pero me entró mucha tristeza. A mi nieta Ainoa, la mayor, que está trabajando en Madrid – lo hace desde el primer día del Estado de Alarma en su casa por medios telemáticos – la encontré muy entera ante la situación. Es una persona muy responsable en todo lo que hace. Nunca hizo falta decirle cuando tenía que estudiar, porque ella se programaba y si tocaba examen un lunes, pues el domingo se quedaba en casa para machacar los textos de la asignatura. Incluso ayer nos echó la correspondiente reprimenda para que no salgamos a la calle, ni siquiera a la compra, porque “os la pueden a traer a casa”, recordándonos que somos, tanto su “yaya” Irma como su “yayo” Antón, personas de alto riesgo.

Después, a las 21,00 horas, conectamos por el mismo sistema con la pequeña de la familia, Jimena, de nueve años. Por la mañana, nos había mandado en el wassap de su madre las notas escolares, con todo matriculas y sobresalientes, teniendo que limpiarme la baba varias veces. Lleva el mismo camino que su prima Ainoa, pero al verla por el móvil me dio mucha pena que una neña de 9 años, como el resto de los neños y neñes del país, permanezca confinada en su casa, con lo que ella disfrutaba todas las tardes en la plazoleta jugando con sus amigas y amigos. Y sobre ello quiero hacer una pequeña reflexión al respecto, sobre la infancia confinada, cuando una de las excepcionalidades del Estado de Alarma decretado por el gobierno es el insólito privilegio de poder pasear con un perro por las calles desiertas mientras que niños, niñas y adolescentes llevamos 26 días de arresto domiciliario, cuando la propia  Organización Mundial de la Salud , refiriéndose a la infancia, nos habla de que ante una situación de alarma sanitaria de esta magnitud, los efectos que el confinamiento puede tener sobre el bienestar físico y emocional de los menores deberían figurar en algún lugar prominente de la agenda política y, sin embargo, está siendo una clamorosa ausencia que parece ser la expresión de algo más estructural. Los neños y les neñes son los grandes damnificados de esta pandemia, y mi aplauso de las 20,00 horas será hoy para ellas y ellos.

Hoy, cuando se cumplen 26 días de mi arresto domiciliario me he levantado temprano para tragarme el debate político que se celebra en el Congreso de los Diputados sobre la prorroga del Estado de Alarma y las medidas económicas adoptadas por el gobierno, que comenzará a partir de las 9,00 horas y será televisado. En realidad, solo he cambiado la cama por el sofá, porque estoy seguro que acabaré durmiéndome como en las anteriores comparecencias ante la repetición de los discursos, si bien, en esta ocasión no será leído por el presidente por teleprónter, sino sobre el papel escrito, como hacen todos los líderes de los partidos. Además, solo escucharé las intervenciones del presidente del gobierno y las del PP, ERC y UNIDAS PODEMOS. Las otras del resto de los partidos las doy por escuchadas antes de empezar.

Si para algo ha servido el debate parlamentario sobre los decretos del Gobierno que incluían el tercer “Estado de Alarma” para mantener el confinamiento de los españoles en pos de frenar la crisis sanitaria, ha sido para poner en escena la fractura política del país, con Pedro Sánchez pidiendo al PP “unidad y lealtad”, y con un Pablo Casado exigiendo a Sánchez que diga la verdad sobre la crisis sanitaria y reconozca los errores y la incompetencia de su Gobierno. De hecho, el PP ha roto con Pedro Sánchez tras escuchar el tono “destructivo” en la intervención de la portavoz socialista en el Congreso, según lo describen fuentes del partido, refiriéndose a la intervención de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra,  cuando señaló a Pablo Casado para preguntarle el ¿por qué si tenía tan claro la crisis que se avecinaba no hizo nada para frenarla y no evitó la tragedia en Madrid, el epicentro de la pandemia, una comunidad gobernada por el PP?

En su turno de contrarréplica, el líder del PP señaló a la portavoz del PSOE por haber protagonizado la intervención “más injusta, ingrata y desleal” en unos momentos tan críticos, para dejar muy claro que: “Desde hoy no merece el apoyo de la oposición. Sus mentiras, su arrogancia y su incompetencia son un cóctel explosivo para España”.

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, leyendo su discurso en la comparecencia de hoy jueves, 9 de abril, en el Congreso de los Diputados.

En otro tedioso discurso, tal y como me lo temía, esta vez cambiando frases de los discursos de Bush cuando la catástrofe del 11-9 por otras recogidas de los discursos de Churchill: “Aunque nos abrumen las cifras de contagio, resistiremos. Aunque nos preocupe el impacto económico, que nos preocupa y ocupa, resistiremos. Aunque nos cueste mantener la moral en pie. Unidos resistiremos los golpes de la pandemia. Jamás nos rendiremos y venceremos”, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, lograría el aval del Congreso a la prórroga del estado de alarma hasta el próximo 26 de abril, a pesar de recibir críticas de prácticamente todos los grupos, recibiendo el apoyo del PSOE, Unidas Podemos, PP, Ciudadanos, PNV y otros grupos minoritarios (270 votos a favor) mientras que ERC, JxCat y Bildu se han abstenido (25 votos) y  Vox, que reclama la dimisión del Gobierno, Foro y la CUP (54 votos) apretaban el botón del no.

De esta manera, todas las propuestas de resolución han sido rechazadas. Es decir, a pesar de obtener el apoyo a la prórroga y a los decretos ley con medidas económicas, el presidente del gobierno ha constatado el rechazo de la derecha a un gran acuerdo de “reconstrucción” que se ha bautizado como la reedición de los Pactos de la Moncloa. No obstante, el gobierno de coalición conseguiría una aliada en Inés Arrimadas de Ciudadanos, anunciando su respaldo a buena parte de las iniciativas presentadas a cambio de algunas modificaciones en la posterior tramitación parlamentaria.

En otro apartado de la intervención de Pedro Sánchez, éste ha reconocido que esta no será la última vez que tendrá que solicitar a la Cámara Baja la prórroga del estado de alarma dando por hecho que volverá dentro de quince días puesto que la excepcionalidad no podrá acabar todavía. Así, ha asegurado “el incendio que desató la pandemia está bajo control” e incluso ha hablado de “datos alentadores” respecto a la caída de los contagios – que hace dos semanas era del 22% frente al 4% actual-, pero ha reconocido que aún queda camino para salir del “túnel”. “Si el ascenso ha sido duro, no será menos el descenso”, ha admitido el presidente. Sí, no te jode, y el 31 de enero había un solo caso confirmado por el Centro Nacional de Microbiología en la isla de La Gomera, cuando a kilómetros de distancia, en China, ya se estaba librando una durísima  batalla – hoy mismo se puede ver en los medios de comunicación que Wuhan, origen del coronavirus, vive su primer día en libertad condicional -, y aquí se continuaba bailando al son de la orquesta mientras el Titanic se hundía.

Así y todo, con el fin de que nadie pueda seguir manipulándonos y mucho menos engañarnos, vuelvo a la realidad que nos ofrecen las cifras de los infectados (152.446) y los muertos (15.351) por el COVID-19, dejando de manifiesto, una vez más, la incapacidad del gobierno español para ofrecernos una cifra fiable de los muertos en nuestro país. Es decir, un mes después del inicio de la pandemia, nuestro país todavía no ha encontrado la manera de contar de forma fiable los muertos causados por el coronavirus. Los datos que venimos ofreciendo diariamente recogidos del panel informático del Ministerio de Sanidad se han revelado como insuficientes para dar una imagen siquiera aproximada de la magnitud de la tragedia, tal como se puede ver en el cuadro adjunto elaborado por el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III.

Una de las manifestaciones de Sánchez en su intervención, tanto en el discurso como en las contestaciones a todos los grupos en una sola intervención, cuyas respuestas  ya traía escritas sobre el papel, prolongándose el doble de tiempo que el empleado en leer su discurso, fue su insistencia en la necesidad de que haya unidad en torno al Gobierno en la lucha contra la pandemia a través de un gran pacto de reconstrucción al que ya ha puesto fecha, convocando a todos los partidos, agentes sociales – sindicatos y patronal – y comunidades autónomas para la próxima semana a una primera reunión. Sin embargo, la reedición de los Pactos de la Moncloa ya nace coja, como ha llegado a reconocer el presidente, porque la derecha lo ha rechazado: “Cuando está el PP en la oposición nunca podemos llegar a acuerdos de Estado”. Tampoco se le vio muy entusiasmando cuando una parte de los que hasta ahora han sido sus aliados parlamentarios tampoco lo ven muy claro. El capital siempre llama al pacto social cuando las cosas no le van bien. Se olvida rápidamente de su liberalismo y apela a la solidaridad, al consenso y al Estado.

El balance de estos cuarenta años en términos de clase es tan obvio que no merece la pena argumentarlo. Los enormes negocios de las privatizaciones de la banca pública y las empresas estratégicas de transporte, comunicaciones, energía, etc., son las grandes fortunas del Ibex 35; monopolios que, a su vez, están en buena medida en manos de los grandes bancos.

Aunque, como decía en mi diario de ayer, quedo a la espera de las actuaciones de Unidas Podemos y, sobre todo, de los sindicatos llamados de clase.  Mientras tanto, no me cansaré de que esta idea luminosa es la que se ordena y manda desde las filas del Ibex 35, como en su día fueron los Pactos de La Moncloa como el gran negocio que, a diferencia del golpe fascista de 1936, tuvieron la ventaja de que las ganancias llegaron sin coste político. Como en todo gran pacto social, para el capital el beneficio es doble: consigue imponer sus objetivos y el enemigo de clase se autodestruye. Y el PSOE, representante privilegiado de la gran burguesía y hacedor de las agresiones más graves contra la clase trabajadora desde la segunda restauración monárquica, bautizada como la modélica Transición, se apresura ahora a cumplir su papel. La estupidez más grande que podría cometer la clase obrera es creer lo que agitan profusamente los voceros mediático, tales como los Estefanía, Leal, Miguel Roca y tantos otros que salen estos días con artículos de página entera en los periódicos de tirada nacional y, por supuesto, el Gobierno: que si la extrema derecha de VOX no quiere unos nuevos Pactos de la Moncloa, es porque serán buenos para las trabajadoras y trabajadores, tratando de ignorar que el esperpento de la extrema derecha está sirviendo como espantajo preventivo ante cualquier otra opción que se considera un mal menor.

Ante una situación extremadamente dura como la que se avecina, las trabajadoras y los trabajadores necesitamos recuperar la memoria y analizar objetivamente lo que realmente supusieron aquellos pactos para saber lo que ha sucedido desde entonces hasta ahora. Y, sobre todo, lo que implicó dejarse arrastrar por falsos llamamientos a la unidad que siempre suponen para nosotras retrocesos y ganancias para ellos. Buenas noches. Hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 10 de abril

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10 de abril

Hoy, 10 de abril, me levanto a las 8,00 horas para ir a por la prensa y recluirme otra vez para cumplir el número 27 de mi arresto domiciliario.  Salgo a la calle para comprar la prensa, y me encuentro, como todos los días, con las calles vacías de gente, salvo tres o cuatro personas con sus perros y los trabajadores municipales de la limpieza que siguen en sus labores de desinfección por las calles y plazas del concejo. Es un día lluvioso y triste, de esos que apetecen volver a la cama.

Ya de regreso a casa, después de que Ceferino el del quiosco me dice que mañana sábado no hay periódicos debido a la fiesta de semana santa, me viene a la memoria de que, efectivamente,  hoy es  viernes santo, ese día cuando los cristianos recuerdan y celebran la muerte de un tal Jesús de Nazaret en la cruz, aquel que nos decían en la escuela del nacionalcatolicismo que había muerto por su amor extremo a los hombres, siendo ésta la causa de su terrible muerte. Si mal no recuerdo, se había celebrado una cena que se había prolongado hasta altas horas de la madrugada y, siendo muy tarde para regresar hasta Betania, donde se habían alojado los días anteriores,  se dispusieron a pasar la noche acampados en el Monte de los Olivos, en un huerto llamado Getsemaní, donde empezó todo, siendo entregado por uno de los que él mismo había elegido, negado por aquel a quien había constituido como cabeza de su iglesia, abandonado por todos los amigos. De esa manera, en la más completa soledad pasaría la noche en un calabozo del Palacio del Sumo Sacerdote.

Maltratado y sometido a un simulacro de juicio, sería conducido ante el Prefecto Romano que le sometería a otro duro interrogatorio, hasta entregarlo a los soldados para que lo azotasen con sus látigos, colocándole una corona de espinas y burlándose de él. Ya en la calle, una multitud manipulada comenzaba a vociferar: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Entonces, un tal Pilato, prefecto de Judea, viendo aquel tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: “inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis”, entregándolo para que fuera clavado en la cruz.

Para un ateo como yo, la cualidad más asombrosa de las religiones es su plasticidad para adaptarse a cualquier nuevo entorno tras estrellarse contra el duro suelo de la realidad, pero la religión ha sufrido en estos días y semanas una ducha de realidad para la que, tampoco ella, estaba preparada, y sus reacciones han sido bien interesante, a veces poéticas: “No deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, le decía el Papa Francisco dirigiéndose a la virgen del divino amor el pasado 11 de marzo de 2020”. En el lenguaje laico, eso significa que el líder católico acataba las medidas antipandémicas que acababa de declarar el Gobierno italiano, totalmente incompatibles con los atascos humanos que se suelen producir en la plaza de San Pedro, la mayoría de ellos y ellas turistas de todas las partes del mundo que no creen ni en la madre que los parió, muchas de ellas muriéndose por los geriátricos en la soledad más íntima. Y ello quiere decir que la fe está perdiendo puntos en esta crisis, donde sus líderes religiosos sensatos, no están siguiendo su doctrina, sino los criterios de la ciencia, y los insensatos quedan desautorizados por sus propios fieles, cada vez menos, para dar consejo alguno a la población. La realidad es que, por primera vez desde la guerra civil de España, las procesiones no saldrán a la calle. No habrá Madrugá en Sevilla, Cristo de los Legionarios en Málaga, Sermón de las Siete Palabras en Zamora y demás parafernalias de la iglesia.

Entrando en el tema de fondo, el único importante que nos debiera ocupar ahora a todos y todas, es el de las víctimas que se vienen produciendo hasta la fecha por los distintos países del mundo. Por ello, teniendo en cuenta las estúpidas e inútiles discusiones que se vienen produciendo a diario por las redes: que si España encabeza el número de muertos por encima de Italia, que si Italia va por encima de EE.UU, que si patatín que si patatán, por primera vez en mi diario voy a reproducir el número de infectados y muertos por cada país, para que cada cual saque sus propias conclusiones al respecto, sin olvidarse de que no son lo mismo las cifras absolutas que las  relativas.

El nuevo coronavirus COVID-19 ha infectado a más de 1,6 millones de personas en todo el mundo, la mayoría en Estados Unidos, con más de 466.000 casos diagnosticados. España, con más de 157.000 casos, es el segundo país con más contagiados, seguido de Italia (más de 143.000). Tras ellos, se encuentran Alemania y Francia con más de 118.000. Los cinco países han adelantado a China, el epicentro original de la pandemia, con más de 81.900 casos, la gran mayoría ya recuperados, mientras que la cifra de decesos en todo el mundo supera los 95.000 y la de los recuperados, los 355.000. Italia y España han superado las muertes de China este mes de marzo y entre ambos países superan los 33.700 fallecidos.

Acabo de levantarme de una larga siesta, incluyendo la lectura de mi quinto libro en este confinamiento – esta vez he elegido el libro titulado “Ese dolor lacerante de la libertad” de Vladimir Bukovsky, escritor soviético y defensor de los derechos humanos -, y me voy directamente al panel del ministerio de Sanidad para ver las últimas incidencias del COVID-19, para ver que ya hemos incrementado las cifras tanto en el número de infectados (157.053) como en el número de muertos (15.97) que, si bien nos muestra un incremento de los contagios un poco más  lento, nuestro país ya supera  a Italia, hasta la fecha el principal foco de la pandemia en Europa.

No obstante, pasará bastante tiempo para que sepamos realmente las cifras reales sobre las vidas que se ha cobrado la pandemia en este país. Lo único que sabemos es que tenían rostro, nombre, familias, una vida que les ha robado este maldito virus y que se han ido sin que los suyos pudieran siquiera despedirlos. Entre el colapso de los registros civiles, el caos hospitalario, la ausencia de pruebas, el desastre de los geriátricos, el síncope de los servicios funerarios y el retraso en la transmisión de los datos es prácticamente imposible saber el número de víctimas.

Ayer hablaba de las difíciles negociaciones que se estaban librando en el seno de la Unión Europea para llegar a un acuerdo de una respuesta económica conjunta ante el coronavirus. Pues bien, después de semanas de negociaciones, los ministros de Finanzas han logrado sellar este jueves, 9 de abril, un acuerdo después de intensas conversaciones entre Holanda, Italia, Alemania, Francia y España, llegando a una propuesta de compromiso “mientras dure la crisis del coronavirus”. donde la UE pondrá a disposición de los veintisiete más de 500.000 millones de euros “de inmediato”.

De esta manera, los países podrán acceder a estos préstamos del MEDE – bautizados como Pandemic Crisis Support – con un máximo del 2% de su PIB, lo que significa que España podría pedir hasta 25.000 millones de euros. Después de la crisis, eso sí, los países volverán a estar sometidos a la gobernanza económica comunitaria.

El compromiso entre Países Bajos, Italia, Francia y España, con el visto bueno de Alemania, supone una cesión de los primeros y una victoria de los países del sur, ya que no hay condicionalidades macroeconómicas adicionales en el uso de los fondos del MEDE “mientras dure la crisis”. Algo que no habían dejado de exigir los holandeses en solitario, quedando finalmente redactado el párrafo dedicado al MEDE de la siguiente manera: “El único requisito para acceder a la línea de crédito será que los Estados miembros de la zona del euro que soliciten apoyo se comprometan a utilizar esta línea de crédito para respaldar la financiación nacional de los costes relacionados con la atención médica, la cura y la prevención directa e indirecta debido a COVID-19”. Una condicionalidad económica del MEDE y una gobernanza macroeconómica que sí se aplicará después, como ha recordado el controvertido ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, tal y como dice el documento aprobado: “Posteriormente, los Estados miembros de la zona del euro seguirían comprometidos con el fortalecimiento de los fundamentos económicos y financieros, de conformidad con los marcos de coordinación y vigilancia económica y fiscal de la UE, incluida cualquier flexibilidad aplicada por las instituciones de la UE”.

Es decir, una vez que pase la crisis, los países quedarán obligados a volver a los marcos comunitarios, el Semestre Europeo y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Buenas noches y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 11 de abril

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11 de abril

Otro día, el número 28 de mi arresto domiciliario, que se presenta, más o menos, como el de ayer, lluvioso y lleno de tristeza, con sus calles vacías de gente. Regreso de comprar cuatro kilos de naranjas y el pan – hoy no hay prensa – aprovechando para dar mi corto paseín y regresar a mi confinamiento.

Revisando los periódicos digitales me encuentro con las declaraciones de Pablo Iglesias mostrando su oposición a unos nuevos Pactos de la Moncloa, aunque dejando muy claro que todo lo que se haga será bajo su versión de “pacto por lo público”. “Esos pactos son necesarios siempre que todos tomemos como común denominador el constitucionalismo social”, a lo que me quiero referir hoy, en mi diario, haciendo una reflexión larga y profunda acerca de la situación de Podemos, no solo con respecto a los pactos, sino al porqué de su nacimiento y para qué fue creado Podemos.

Tras reunirse con Joseph Stiglitz, la siguiente visita fue a Wall Street. En la Meca del capitalismo, el líder de Podemos afirmó que allí “se han hecho algunas cosas mal”. “Poder decir en Wall Street abiertamente, sin gritar, sin estridencias, aquí se han hecho algunas cosas mal y es completamente inaceptable que los ciudadanos tengan que pagar por los errores de los bancos creo que entra dentro de la normalidad democrática y de un conjunto de cambios que se están produciendo en Europa y en el mundo”, dijo Iglesias. (EFE, 18 de febrero de 2015)

Pero antes, quiero dejar muy claro que yo he apoyado al gobierno de coalición y lo sigo apoyando, aunque hubiera preferido un acuerdo programático para exigir su cumplimiento desde la oposición que, en definitiva, es lo que vienen haciendo Unidas Podemos dentro del gobierno a la hora de plasmar ciertas reivindicaciones sociales. Ello no me evita, dentro de mi plena libertad para opinar lo que pienso acerca de un proyecto como el de Podemos, en el que creí desde el 15-M y sigo creyendo siempre que no se pierda aquel espíritu con el que fue concebido.

Pablo Iglesias ha conseguido lo que muchos otros políticos de este país no han logrado a pesar de ganar elecciones o tener grandes responsabilidades públicas: aparecer en la portada de un rotativo de la talla e influencia del ‘The New York Times’. (La Vanguardia, 11 de marzo de 2015

No quisiera yo pensar a la hora de expresar mi libre opinión estar asistiendo al típico maniqueísmo político aquel de “quien no está conmigo está contra mí “,  desde mi punto de vista, una sentencia simplista que, atentando contra toda razón no servirá en este caso que tratamos sino para manipular a millones de personas  convirtiéndolo en una pandemia, tales como los judíos que tachan de antisemitas a quienes critican los crímenes que cometen contra los palestinos, o los islamistas que acusan de pro occidental y agente de la Mossad a quienes piden la separación entre la fe y la política.

Mira, compañero Pablo: ese constitucionalismo social que tu comentas ya está perfectamente recogido en la Constitución de 1978. Solo falta plasmarlo en la  realidad, tal y como tú mismo nos exponías en el mitin electoral que celebraste en el Palacio de Congresos de Oviedo, el 28 de octubre de 2019, incluso con un articulado mucho más amplio que el que tú mismo sugerías: La Constitución del 78 establece, por ejemplo, el derecho a la educación destinado al desarrollo de la personalidad humana en el respeto a principios democráticos de convivencia (art.27); el derecho al trabajo (art.35); la obligación de sostener los gastos públicos mediante un sistema tributario justo (art.31); que los derechos a la propiedad privada y a la herencia estén delimitados por su función social (art. 33); que los poderes públicos promuevan políticas orientadas al pleno empleo (art.40); que los gobiernos mantengan un régimen público de Seguridad Social para los ciudadanos (art.41); establece el derecho al disfrute de un medio ambiente adecuado y el uso racional de los recursos naturales (art.38); la protección del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España (art.46); el derecho de todos los españoles a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (art.47)o el disfrute de una pensión de jubilación económicamente suficiente (art.50), Además, estipula que toda la riqueza del país está subordinada al interés general y permite intervenir cuando así lo exige este último (art.128), y obliga a los poderes públicos a promover eficazmente las diversas formas de participación en la empresa (art.129). También le confiere al Estado la posibilidad de planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas (art.131), obliga a regular e régimen jurídico de los bienes de dominio público y los bienes comunales que incluyen las costas y los recursos naturales (art.132) y obliga también a la realización efectiva del principio de solidaridad entre las diferentes partes del territorio prohibiendo que en las Comunidades Autónomas se creen privilegios sociales y económicos (art. 138). Por fin, decreta que las haciendas locales tienen que disponer de medios suficientes para el desempeño de sus funciones (art.132), y que la autonomía financiera de las Comunidades Autónomas tiene que ser con arreglo al principio de solidaridad entre todos los españoles (art.156). La crítica que se puede hacer y se le debe hacer al orden constitucional del 78 no difiere en absoluto a la pueden hacer franceses, alemanes o italianos a sus respectivas constituciones, es decir, el incumplimiento de muchos de sus postulados, debido a las políticas económicas aplicadas, tales como la reforma express del artículo 135 que impuso el “austericidio” en España para rescatar la banca a cuenta de recortar la sanidad, la educación o congelar las pensiones. A esto se suma la justificada crítica al desarrollo del título VIII, que sin duda debe ser reformado, pues ha creado un orden institucional que está dificultando el cumplimiento algunos artículos como el 138 o el 156.

Pablo Iglesias con el embajador de EE.UU., James Costos, tras el viaje a Nueva York (3 de marzo de 2015)

Este es el pacto que habrá que desarrollar, exigiendo el cumplimiento estricto de la constitución, y no mareando la perdiz con una reedición de Los Pactos de la Moncloa encubiertos, donde, efectivamente, ya sabemos quienes van a ser los beneficiados y quienes los “paganinis” de la gravísima crisis que se avecina, aunque, vuelvo a repetir, lo primero, lo prioritario debe ser la evitación del mayor número de muertos por el COVID-19.

Desde mi punto de vista, de acuerdo a la experiencia vivida en primera persona en los Pactos de la Moncloa de 1977, si Podemos acepta otros Pactos de La Moncloa o similares, pasará a la insignificancia política como uno de los grupúsculos extraparlamentarios, siguiendo los pasos del potente Partido Comunista de España a partir de 1977, sin olvidar que Pablo Iglesias tendría, en esta ocasión, que jugar el papel que antaño jugó Santiago Carrillo.

No, Podemos no puede seguir cometiendo lo que, desde mi punto de vista, han sido grandes errores que han llevado a la organización a la situación que se encuentra en la actualidad. La organización no está siendo capaz de abordar una discusión en profundidad sobre las causas de su rápido declive, hoy amenazada con el hundimiento o la desaparición. ¿Qué ha sucedido con Podemos que, después de haber obtenido más del 20% del electorado en toda España, casi por encima del PSOE, y de haberse convertido en la primera fuerza en Cataluña y el País Vasco, dos territorios plurales que contienen la clave para la solución del problema identitario en el conjunto del país, haya llegado a esta situación de bajada en barrena? ¿Qué ha sido de aquel experimento exitoso de comunicación política basado en el uso de un lenguaje nuevo y de una nueva simbología que, si bien pueden ser decisivas en absoluto sirven para sustituir la necesidad de reconocer o identificar la realidad social, sea la que fuere, como el principal material de todo proyecto de transformación? ¿Qué ha pasado con aquella sustitución de izquierda-derecha por la idea del “arriba-abajo”, de la “gente” o del “populismo de izquierdas”? ¿En qué han quedado los círculos y aquellas asambleas abiertas al pueblo que se hacían en la calle? ¿Cuántas organizaciones locales existen con sus correspondientes órganos, por ejemplo, en Asturias, al margen de Oviedo, Gijón, Avilés o Langreo?

Pablo Iglesias y el presidente de EE.UU. Obama, el 25 de agosto de 2016.

Pensar que el cambio en una sociedad moderna como la española va a venir por medio de una suerte de desbordamiento del sistema político por parte de la ciudadanía o de la “gente” en un movimiento más bien espontáneo e “imparable” dirigido, en su mayoría, por los hijos sobrecualificados de unas clases medias urbanas desclasadas, en su mayoría con un desconocimiento total de lo que es trabajar en el andamio, en la mina o en la fábrica, en absoluto se corresponde con la realidad. Y nada será posible hacer sin reconocer y sin conocer la realidad española o confundiéndola con otras experiencias históricas. La utopía es un referente que puede servir para marcar el camino en una determinada dirección, pero nunca puede ser un instrumento analítico para organizar de forma efectiva los pasos que hay que dar para acercarse a ella. Concebir el Estado español contemporáneo como algo parecido al Estado zarista de 1917 o confundir la próspera Cataluña del siglo XXI con una país colonizado y ocupado del siglo XIX es alimentar la frustración, alejarse de la realidad práctica que experimentan los ciudadanos todos los días, y anticipar fracasos políticos innecesarios.

Por eso, mi proposición a la hora de hablar, no solo de pacto si o pacto no, sino de que clase de organización queremos como la mejor herramienta para solucionar los problemas de la case trabajadora, del pueblo llano, es afrontar asambleas en todos y cada uno de los rincones de España para hacerlas confluir el próximo 15-M en una magna asamblea democrática. Me daría por contento, si este análisis pudiera servir para despertar ese necesario debate. Es mucho lo que se juega, no solo esta organización, sino nuestro pueblo.

Entretanto voy a entrar en la pagina del ministerio de Sanidad para ver la actualidad del COVID-19, pudiendo apreciar que este sábado han muerto otros 510 nuevos muertos por coronavirus, la cifra más baja desde el 24 de marzo, que hacen un triste balance a la fecha de  16.353 muertos, mientras que 161.852 personas siguen infectadas.

 

 

 

 

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 12 de abril

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12 de abril

Igual que ayer, me levanto muy temprano y me dispongo a cumplir mi 29 día de arresto domiciliario sin ser capaz, desde el primer día, de poner mi mente en modo felicidad, aunque a decir verdad también me siento un ser afortunado y eso me ayuda a manejar los días que quedan y los que puedan venir. Sigo muy mentalizado para resistir lo que me echen. Toda mi familia, hijos, nietas, hermanos y demás, con los que suelo hablar a diario, se encuentran bien. Un hogar confortable y digno, en compañía de Irma. Me siento un auténtico privilegiado, pero también triste, muy triste, cuando pienso en la gente que está sufriendo en condiciones muy difíciles, especialmente en esos lugares en los que hay escasez de todo, tensión, guerra, pero me siento más triste todavía al recordar los doce amigos que he perdido durante este confinamiento pandémico sin, ni siquiera, poder acompañarlos en el último adiós.

Hoy es domingo y toca revisión médica casera para mi y para Irma. Así que, después de asearme y ducharme me peso en la misma báscula de siempre (122,6 kilos), compruebo la tensión arterial (131/75), las pulsaciones (59) la glucosa (110) y la fiebre (36,5). Perfecto, igual que Irma. Así que nos disponemos a desayunar, para vestirme y salir a comprar la prensa y el pan, por las mismas calles que antes estaban llenas de vida y ahora permanecen prácticamente vacías, los negocios cerrados, ni un coche circulando. Tan solo alguna persona tratando de no cruzarse conmigo, ni a dos metros de distancia.  Al llegar al despacho del pan, un protocolo surrealista. Una fila en la calle y separados, unos de otros, por al menos un metro. Uno sale, y tú entras. Y al cruzarnos, lo hacemos cabizbajos, mirándonos de reojo y tratando de no tener ningún tipo de contacto físico ni casi visual, tal como si fuéramos algo así como enemigos, peligrosos, intentando por todos los medios que nuestros cuerpos se mantengan a la distancia recomendada, pero a la vez, con esas miradas que transmiten miedo e incertidumbre, pero también complicidad, compasión, resignación.

De regreso a casa, lo primero que hago es entrar en el panel del ministerio de Sanidad para ver la actualidad sanitaria del COVID-19 con el resultado de 166.019 infectados y 16.972 muertos. Sin embargo, me llama poderosamente la atención el ascenso vertiginoso en esta primera semana del mes de abril en Estados Unidos, mientras la prensa empieza a reportar las carencias y las limitaciones de todo tipo que sufren los hospitales norteamericanos.

Al número de personas fallecidas registradas, se suma el hecho que oficialmente, Estados Unidos registra más personas contaminadas que en Italia, en España y en China, con las siguientes cifras dadas a conocer por la Universidad Johns Hopkins al 8 de abril: 402.923 personas contaminadas (Estados Unidos), contra 146.690 (España), 139.422 (Italia), 110.070 (Francia), 109.329 (Alemania) y 82.809 (China).

Que no cunda el pánico. Ese fue el mensaje que buscó transmitir el presidente estadounidense, Donald Trump, a su población este 26 de febrero ante la creciente preocupación por la propagación del coronavirus Covid-19. Trump hizo un llamado a la tranquilidad al explicar durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca que el riesgo para el país “es muy bajo” y que, además, EE. UU. está preparado para enfrentar cualquier situación.

A diferencia de la situación existente en Estados como España, Francia o Italia, el sistema norteamericano de salud pública es sumamente deficiente. Al gran número de personas que no cuentan con ninguna cobertura médica en Estados Unidos, hay que añadir las carencias de todo tipo del sistema de salud pública norteamericano y el alto costo del cuidado médico: en el 2018, se calculó que el 44% de los norteamericanos no asistió a ninguna cita médica.

Pese a lo predecible sobre lo que podría ocurrir en Estados Unidos ante una pandemia como la del COVID-19, la falta de previsión de la actual administración es latente. Informaciones recientes indican que el actual ocupante de la Casa Blanca fue advertido por uno de sus colaboradores sobre los efectos negativos que podría causar el coronavirus en Estados Unidos desde el 29 de enero del 2020, pero Trump estaba demasiado centrado en su campaña presidencial a los EE.UU. y poco le importaban las muertes de la las personas. Al fin y al cabo, es una labor que ejerce diariamente por todos los rincones del mundo para saquear posteriormente sus recursos materiales.

Cabe señalar, además, que las autoridades norteamericanas tuvieron la posibilidad de observar detenidamente lo ocurrido en China en diciembre y en enero del 2020, y luego en varios Estados de Europa a partir de febrero y marzo para prever algún tipo de medidas de contención ante el COVID-19, pero todo estaba bajo control, como ocurría en nuestro país, donde se alcanzan a fecha del 12 de abril las cifras de 166.019 infectados y 16.972 muertos.  Es decir, el número de fallecidos repunta después de que ayer, con 510 muertos, diera una cifra más baja desde el 23 de marzo, no obstante, el presidente del gobierno acaba de asegurar a los presidentes de las comunidades autónomas que se está controlando la pandemia y que los datos serán mejores en las próximas semanas gracias a la hibernación económica.

Pues bien, mejor mal: ese sistema sanitario imperante en el país del capitalismo mundial es el que se trata de implantar en el resto de los países de Europa, entre los que se encuentra España, donde, según un informe de la OCDE, entre los años 2010 y 2018 el gasto sanitario total ha venido disminuyendo. Otro dato importante que se recoge en el informe referido a la financiación es la desigual distribución entre comunidades autónomas, de tal manera que en el año 2018 el gasto por habitante y año, por ejemplo, en Andalucía fue de 1.164,4 euros y en el País Vasco de 1.693,53 euros, una diferencia de 527,1 euros. En el apartado de los recortes que los diferentes gobiernos fueron realizando bajo el argumento de que la crisis los demandaba nos encontramos con las cifras siguientes: en el año 2009 (PSOE) fueron 70.464 millones de euros; en el 2011 (PSOE) fueron 67.626 millones de euros y en el año 2013 (PP) fueron 61,728 millones de euros. Que duda cabe, estos recortes han condicionado y en muchas ocasiones colapsado el funcionamiento del Sistema Nacional de Salud, dándose el caso de plantas cerradas en los hospitales, sucesivos cierres de quirófanos, consultas y puntos de atención continuada derivadas de aquellas políticas recortadoras que aún no han remitido, pero también y, principalmente, el deterioro de las condiciones de trabajo de miles de trabajadores que soportan mayor carga de trabajo, menos retribuciones, en definitiva mayor precariedad. Como muy bien nos indica hoy una doctora en una carta pública: “No quiero que salgas a aplaudir a las 20,00 horas si no cuidas de la sanidad pública cada día. Quiero que pienses un momento en todo el tiempo que he dedicado para estar preparada para cuidarte y ofrecerte la mujer solución a tú problema. Y, si no eres consciente de ello, no salgas a tú ventana a aplaudir. Quiero que cada día hagas un buen uso de la sanidad, que la trates como un bien preciado y limitado que es …” (Magazín Semanal, el 12 de abril de 2020)

Una cuestión debe de quedar muy clara: en política no hay ninguna cuestión que ocurra por casualidad, y los pensionistas son un problema para la economía, según muchos testimonios públicos.

Una consecuencia de estas políticas que sirvió para que los corsarios del neoliberalismo se lanzaran al abordaje de las privatizaciones del sistema público, centrado fundamentalmente en la atención especializada en las distintas comunidades, siendo muy elevadas en Cataluña y menores en Andalucía o Extremadura, pero en todas y cada una de las comunidades. Es el esquema clásico del neoliberalismo aplicado a la sanidad. Primero se deja que se deterioren los servicios con el consiguiente desprestigio de lo público, después bajo los viejos mantras de siempre – “modernizar, flexibilizar” -, se va ajustando el mensaje hasta que se demuestra que lo mejor es, una vez deteriorado y desprestigiado ese servicio, entrar a saco con incentivos de mercado, semiprivatizar y luego privatizar. Los resultados están ahora a la vista: empeoramiento de la calidad asistencial, reducción de personal, envio de enfermos complejos o tratamientos complejos para el sistema público y el resto para el privado-concertado. Es decir, los intereses de las grandes multinacionales que siempre se encuentran bajo esta empecinada obsesión privatizadora y de negocio. Las consecuencias de estos procesos, vuelvo a repetir, son de suma gravedad para la ciudadanía, cuando la prestación de un servicio tan elemental y básico como la salud queda en manos de las multinacionales que, de este modo, menoscaban, con los derechos ciudadanos, la soberanía de un país.

Mañana, 13 de abril, está previsto el regreso al trabajo de los profesionales de algunos de los denominados sectores no esenciales, entre los que se encuentran, por ejemplo, los trabajadores de la construcción, tal y como lo ha anunciado el capitán general de La Moncloa, una decisión que preocupa y mucho a una parte de la comunidad científica y sanitaria, dándose incluso el caso de que los ministros de Unidas Podemos en el gobierno de coalición siguen presionando para limitar ese retorno a la actividad, entre otras cuestiones, por el rebrote que puede suponer en la carrera loca del COVID-19, pudiendo agravar el colapso sanitario en un momento que todavía es delicado, pero fundamentalmente porque todavía no hay forma de evaluar este riesgo, dada la falta de información existente sobre el número real de personas infectadas o el grado real de inmunidad desarrollada entre la población.

La mismísima Organización Mundial de la Salud acaba de manifestar que es prematuro que Europa piense en el desconfinamiento, dada la cantidad de casos activos; deberíamos esperar un poco más. El confinamiento en las circunstancias actuales parece que está funcionando, porque hay menos contagios y menos muertos, pero al volver a permitir la movilidad de mucha gente podemos correr el riesgo de volver al régimen en el que, en vez de ir bajando, los casos vuelvan a subir. Eso sí, el Gobierno ha anunciado que el regreso de estos sectores estará acompañado de algunas medidas de prevención, como el reparto de mascarillas en transportes públicos. ¿Hasta qué punto, pienso yo, podemos arriesgarnos a que haya un brote que se nos descontrole otra vez? Esta decisión del gobierno que solo obedece a criterios y presiones empresariales, con la finalidad de garantizar una recuperación económica cuando pase lo peor de la pandemia, debieran de ser informadas con datos y cálculos “reales”, una información que, pese a quien pese, no está disponible. Además, no se yo, si es tan urgente la situación económica para que no se pueda esperar un poco más. La otra vez nos dijo el presidente del gobierno que “tranquilos, todo está bajo control” y mirad en la situación donde nos encontramos. Esperemos que esta vez no se equivoque. Por cierto, ¿No es hora de que los neños y les neñes, al igual que ocurre con los perros, puedan salir con sus padres a tomar un poco el fresco en la calle de forma controlada, o corren más peligro de infección que cualquier otra persona, aunque sea con mascarilla en los transportes del metro, por ejemplo? Desde luego, habrá niños y niñas que aparentemente se hayan adaptado a esta situación en cautiverio, pero algunos y algunas, me consta que ya han desarrollado alguna sintomatología como trastornos en el sueño o en su estado de ánimo

Buenas noches y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 13 de abril

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13 DE ABRIL

Me levanto temprano, en plenas facultades físicas, sin dolores de ningún tipo, para afrontar el 30 día del arresto domiciliario decretado por el gobierno de España. Y lo hago cada vez más confundido por los mensajes contradictorios que cambian de matiz a la velocidad del rayo. Bastante angustiado frente a un horizonte tenebroso al que no se le prevé el fin y bastante desilusionado porque aquellas instituciones en las que confiábamos, tales como la Union Europea, no están a la altura de las circunstancias para lo que se nos decían había sido creada, tal como hemos podido comprobar ante esta situación en la que, en lugar de solidaridad solo hemos visto durísima competencia entre los Estados que la componen.

Nos han robado el dinero, el trabajo y el hogar. Hemos sido desahuciados de nuestros sueños, nuestros sacrificios y esfuerzos por vivir, trabajar y formar una familia. Desde hace décadas la naturaleza del ser humano está siendo trastocada, manipulada con el fin de cegarla mediante un hechizo que le convencería de que aquellas aguas turbias en las que habitaba eran un paraíso placentero. Pero una fuerte sacudida nos ha llevado a la incertidumbre y el miedo. No creemos en nada. La duda nos oprime. El terror nos paraliza y no nos permite pensar en el estado de serenidad que dicha acción requiere. La desconfianza acecha nuestros pasos. La crisis global, como la llaman, está destruyendo nuestro mundo por un bichito, no nacido por generación espontánea, sino creado en los laboratorios del poder económico para destinarlo como un arma masiva para matar a una parte de la población mundial, cebándose principalmente en las personas mayores, sobre todo en los pensionistas. Un bichito, conocido por el COVID-19, que no está sirviendo sino como el caparazón encubridor de la gran depresión mundial que se avecina, donde los ricos saldrán más asquerosamente ricos y los pobres cada más paupérrimamente pobres.

Hace exactamente 102 años, en 1918, millones de personas —se estima que en total fueron unos 50— morían a causa de los síntomas de la mal llamada gripe española. El virus, que pese al nombre no tuvo su embrión en España, sino en EE.UU., fue espoleado por diversos factores del momento, como la desnutrición o la falta de higiene.

En mi opinión, en lugar de remontarnos doce años para comparar esta crisis con la de 2008, cuyas consecuencias todavía se siguen pagando, deberíamos estudiar otros acontecimientos ocurridos hace 102 años, entre otras cuestiones, debido a que la crisis del COVID-19 viene dada por un suceso y, en algunos aspectos, es comparable a la pandemia de gripe de 1918-1919, conocida por “la española”, aunque su origen estuvo en EE.UU. Durante aquella pandemia, el 5% de la población murió y un tercio se infectó en un mundo que padecía todavía los efectos de una Guerra Mundial, aunque, todo hay que decirlo, nuestros sistemas actuales están mucho mejor preparados que en 1918, pero no se sabe cómo va a evolucionar el virus ni lo pronto que se contendrá.

De aquella pandemia vino la Gran Depresión, también conocida como la Crisis del 29, una gran crisis financiera mundial que se prolongó a lo largo de la década de 1930. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y la que afectó a mayor número de países en el siglo XX. En el siglo XXI ha sido utilizada como paradigma de hasta qué punto se puede producir un grave deterioro de la economía a escala mundial, con efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia, de modo que cayeron: la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y los precios. El comercio internacional descendió entre un 50% y un 66%. El desempleo en los Estados Unidos aumentó al 25%, y en algunos países alcanzó el 33%. Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada, y la industria de la construcción se detuvo prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas, que alcanzó aproximadamente un 60%. ​

Como diría el poeta español León Felipe: “Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan solo lo que he visto. Y he visto, que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos, que el miedo del hombre, ha inventado todos los cuentos. Yo sé muy pocas cosas, es verdad, pero me han dormido con todos los cuentos, sé todos los cuentos”.

¿Existe esa mano invisible, férreamente organizada, que haya creado una crisis artificial con un objetivo específico e interesado? ¿pretendía con esa crisis controlar el destino del mundo de la humanidad hasta límites inimaginables para la práctica totalidad de los habitantes de este planeta? ¿Era esta la crisis definitiva tan anhelada por David Rockefeller, el alma del Club Bilderberg?

China y EE.UU. pugnan por la primicia de la vacuna contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la neumonía COVID-19, pero también compite la Unión Europea (UE). El primero en conseguir una vacuna eficaz que ponga fin a este enorme desafío sanitario, social y económico logrará el reconocimiento mundial, pero también una valiosísima patente.

Recopilando frases y análisis acerca de esta oscura entidad, cada vez más clara, que, para muchas personas simplemente responde a meras conspiraciones, sin embargo, la realidad de los hechos hace tiempo que comenzaron a adquirir un significado pleno, pues conforme avanzan los acontecimientos estos se van plasmando en la realidad. En seguida me vinieron a la mente aquella frase de David Rockefeller en un encuentro con embajadores de la ONU, el 14 de setiembre de 1994: “Estamos al borde de una transformación global, todo lo que necesitamos es la correcta gran crisis y las naciones aceptarán el nuevo orden mundial.» o aquella otra publicada el 1 de enero de 1999 en Newsweek International: «Algo debe reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad adecuada para hacerlo», sin olvidarnos de aquella otra del banquero Mayer Amshel Rothschild: «Dadme el control de la moneda de una nación y no tendré que preocuparme de quienes hacen las leyes.»

Recuerdo de que en uno de mis libros “El Heredero de Suresnes”, publicado en noviembre de 2007, el mayor número de críticas recibidas fueron aquellas que se referían al rascacielos 666 de Nueva York donde se haya instalada la computadora de la que emanan las directrices a sus marionetas que conforman los distintos gobiernos parlamentarios repartidos a lo largo y ancho del planeta Tierra.

Sí, queridos lectores de este mi diario: es ahí, en el rascacielos 666 de Nueva York, donde reside el verdadero gobierno del mundo en la sombra, ese que controla a todos los gobiernos del mundo, el mismo que controla a todos los gobiernos del mundo occidental a su antojo y capricho, pero siempre sobre la base de sus intereses económicos y financieros. Son los Rothschild y los Rockefeller, los Morgan y los Gates… son la Alta Finanza Internacional, organizada a través de las distintas logias masónicas que conforman los Bildeberg, la Trilateral y el Council of Foreing Relations (CFR) para el debate y el diseño encaminado hacia la implantación de un Gobierno Mundial que planificará nuestro futuro a nuestras espaldas, sin nuestro conocimiento y sin nuestro permiso. Vuelvo a reiterar que, aún siendo cierto que la teoría de la conspiración ha sido sistemáticamente rechazada por una gran parte de los historiadores norteamericanos y europeos de cierta relevancia, sin embargo, no es menos cierto que en política, la improvisación no suele ser la tónica. Es decir, las casualidades son más bien causalidades encubiertas, relaciones y derivaciones de causa a efecto.

Alguien se puede seguir preguntando ingenuamente lo que pueden buscar personajes con tanto poder como los citados, siendo la respuesta muy sencilla: más poder. “Nuestro propósito nacional debería ser abolir la nacionalidad americana y, al mismo tiempo, arriesgarnos invitando a otros países a compartir su soberanía con nosotros”, publicaba un editorial de la revista oficial del CFR – Foreingn Affairs – con ocasión de la celebración de si 50 cumpleaños. Una propuesta que no viene sino a reflejar el trabajo secreto de varias agencias y comisiones en el informe “Nuestro vecindario Global, un proyecto que dibuja perfectamente el futuro papel de la O.N.U. como supergobierno Global”. Aunque mucho más explícito y claro sería el sionista y masón del grado 33, Henry Kissinger, cuando en un discurso pronunciado en la reunión anual del Club Bildeberg, celebrada en la localidad francesa de Evian, el 21 de mayo de 1992, llegó a decir: “los estadounidenses de hoy se indignarían si tropa de la ONU entraran en Los Ángeles para restaurar el orden, pero que duda cabe que al día siguiente esas mismas personas nos lo agradecerían, y más aún si se les dijese que hay una amenaza externa en algún lugar, real o inventada, que pone en peligro la existencia de todos. La gente suplicaría entonces la intervención de los líderes mundiales para librarlos de tal amenaza. Todo ser humano teme a lo desconocido. Si les presentamos ese escenario, estarán más que dispuestos a cedernos sus derechos individuales para que un Gobierno Mundial les garantice el bienestar”. Por si acaso, yo recomendaría que si un día vieras los “cascos azules” en tu pueblo y se ofrecieran para protegerte, corre. Coge un arma para defenderte, porque tú vida vale mucho menos que la suya.

El Club Bilderberg, considerado “el Gobierno del mundo en la sombra”, adelantó que Pedro Sánchez podría ser el próximo presidente del gobierno de España como en su momento hizo con los presidentes socialistas Felipe González en 1989 y Rodríguez Zapatero en 2010, si bien en aquellas reuniones ya asistieron en su condición de presidentes del Gobierno.

Por cierto, ¿Qué hacía reunido en la cumbre anual del Club Bilderberg, celebrada del 11 al 14 de junio de 2015 en la localidad austriaca de Tels-Buchen, un tal Pedro Sánchez Pérez-Castejón, como secretario general del PSOE, junto a la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín, y el presidente del grupo Prisa, ¿Juan Luis Cebrián? ¿Por qué no comparece en el Congreso de los Diputados para explicar los motivos de su presencia, así como los asuntos que allí se tratan que pudieran ser de interés para España, de igual manera que su participación en el foro de Davos, donde se trató sobre ciertos aspectos relacionados con el bichito de marras que estamos padeciendo en España?

Hacía tiempo que los “amos del mundo” lo tenían todo maquiavélicamente planeado para que así ocurriera y ahora la violencia de los acontecimientos cotidianos amenaza con destruir nuestra esperanza. ¿Aún queda espacio en nuestra mente para ella? No para los que ya han alcanzado el punto del suicidio, sino para los que queremos seguir caminando, pero ¿hacia dónde? Las tinieblas han secuestrado a la luz. Sin ella, nuestros ojos no ven, nuestra razón no actúa. La oscuridad amordaza nuestras motivaciones. El sistema ha colapsado. Y sin luz estamos perdidos.

Esta plaga sin rostro, violenta y desoladora que amenaza con absorber todo nuestro ser, de repente tan frágil e impotente. Que no nos vengan con el cuento chino de que, una vez que pase esta pesadilla, las personas vamos a ser mejores y no sé cuantas cosas más, porque lo único que sabemos a la fecha es que un gran número de personas se infectará y otro porcentaje se morirá. En España, concretamente, llevamos 169.496 infectados y 17.489 muertos, según los datos oficiales del ministerio de Sanidad, a las 12,00 horas del 13 de abril. Es decir, que habiendo transcurrido un mes de confinamiento, me sigue golpeando la hermética constatación de una ausencia: la de los muertos, que han quedado en sólo cifras. Y han sido en esas cifras monstruosas de 17.489 oficiales, que serán el doble, en España, eludidos. Unas cifras y horrores que a todas horas son canturreadas con voz y tono idénticos a los usuales en concursos y pasatiempos.

Pero, ¿de verdad que no se sabía nada de este bichito, cuando tanto científico venía estudiándolo desde hace años? ¿Tendremos que esperar a que multinacional farmacéutica patentará el antídoto (vacuna) para erradicarlo definitivamente?

Puestos elucubrar sobre el origen del coronavirus ¿Es posible que el virus se haya “escapado” del Instituto de Virología de Wuhan, que posee un laboratorio de máxima seguridad con los patógenos más peligrosos como el Ébola y el SARS? ¿Es posible que el origen del COVID-19 haya sido en EE.UU., tal y como apuntan informes japoneses para ser extendido ampliamente después de haber sido introducido en el mercado chino de Wuham?

El periódico local Global Times, el pasado 22 de febrero aseguraba que, según un estudio realizado por investigadores chinos, “el nuevo coronavirus puede haber comenzado la transmisión de persona a personas a finales de noviembre desde un lugar que no sea el mercado de mariscos Huanan en Wuhan”.

Según las autoridades médicas chinas y las agencias de inteligencia habrían llevado a cabo una amplia búsqueda del origen del virus, recolectando cerca de 100 muestras del genoma de 12 países diferentes en 4 continentes, identificando todas las variedades y mutaciones. Durante esta investigación determinaron que el brote del virus había comenzado probablemente en noviembre, poco después de los Juegos Militares de Wuhan. Entre el 18 y el 27 de octubre, Wuhan albergó esta competición militar que congregó a soldados de todo el mundo. El propio periódico del Partido Comunista, el Diario del Pueblo, acogía esta teoría: “Quizás los delegados de Estados Unidos trajeron el coronavirus a Wuhan y sufrió alguna mutación, convirtiéndola en más contagiosa y mortal y causando una gran epidemia”, publicada el 23 de febrero.

Por su parte, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Robert O’ Brien, ha acusado la lenta reacción de China ante la aparición del coronavirus, porque, según él, probablemente le ha costado al mundo dos meses de pandemia cuando podría haberse estado más preparado para el brote.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado el estado de emergencia nacional ante el avance de la pandemia del nuevo coronavirus Covid-19 en EE.UU. para poder facilitar ayuda federal a los 46 estados afectados por la enfermedad. “Declaro oficialmente la emergencia nacional”, ha anunciado en la Casa Blanca.

La cruda realidad del bichito es que se sigue extendiendo por el mundo, mientras China y EE.UU. se siguen tirando los trastos a la cabeza, intercambiándose todo tipo de reproches y acusaciones sobre el origen del virus. Incluso, el propio presidente del gigante norteamericano, Donald Trump, ha llegado a culpar a China por el virus. De hecho, en un discurso en la televisión norteamericana Trump hizo numerosas referencias a China y se refirió al COVID-19 como el “virus extranjero”, a la vez que aseguraba que las “restricciones radicales de viajes en China”, impuestas por Washington, habían evitado la escalada de brotes que, por ejemplo, está viviendo Europa.

La realidad al día de hoy, 13 de abril, es que Estados Unidos ya se ha convertido en el principal foco mundial de coronavirus por muertos y casos con 556.549 infectados y 22.306 muertos, según el balance actualizado a este lunes de la universidad Johns Hopkins. De vez en cuando, estos fantoches norteamericanos debieran de aprender algo de esos países que tienen masacrados y bloqueados, como Cuba que, teniendo, como tienen 650 infectados y 18 muertos, sigue sobrándoles capacidad solidaria para ayudar con sus médicos en otras partes del mundo. En fin, sirvan estas pequeñas pinceladas para entrar más profundamente en asunto tan desconocido y, sin embargo, cada vez más conocido.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 14 de abril

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14 de abril

Hoy 14 de abril del año de la miseria pandémica me levanto a las 10,30 horas. Ayer me acosté un poco tarde para ver una película que en su día me había impactado y la descolgué de internet para volver a verla. Se trata de la película titulada “El Jardinero Fiel”, una película de 2005 que cuenta la historia de Justin, un diplomático británico y Tessa Quayle una activista social.

En la película se denuncia el comportamiento corrupto de la industria farmacéutica, que obtiene sus beneficios a costa de experimentar con la salud de las personas, particularmente de las más pobres con el beneplácito oculto de los gobiernos en favor de estas multinacionales. Concretamente, la trama de la película gira en torno al descubrimiento de una multinacional que está probando un nuevo medicamento contra la tuberculosis, a sabiendas de que tiene efectos secundarios mortales.

Kenia, país profundamente empobrecido, es donde sucede la historia. Según un informe del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, Kenia a pesar de ser la mayor economía del este de África, tiene una gran cantidad de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza, en tanto que sitúa la línea de pobreza en un gasto de 1,25 dólares por persona al día, donde el país tiene el 43,37% de personas por debajo de este umbral. La película muestra este aspecto en varias escenas donde se exponen las condiciones infrahumanas donde viven la personas, sin servicios básicos de agua, luz, alcantarillado y donde una de cada cinco personas es VIH positivo.

Circula por doquier la afirmación tramposa según la cual vivimos y respiramos los aires de la “sociedad del conocimiento”. Sin embargo, esta película y por ello la tengo entre mis preferidas, nos sitúa ante nuestra propia ignorancia o ante la inmoralidad de quienes rigen nuestro destino. Pero lo hace recurriendo a la ficción cinematográfica, la única manera de relatar, según parece, cómo eliminar a quienes se proponen denunciar el “obscurantismo ilustrado”

Tessa, la entusiasta activista junto con el doctor Arnold Bluhm, se unen en la lucha por denunciar y desenmascarar a la multinacional farmacéutica “KDH” y su aliada en Kenia, “Tres abejas”.  Debido a toda la información que Tessa recopiló y a todo lo que descubrió, es asesinada. Justin tratando de desvelar el misterio alrededor de su muerte, termina involucrado en la misma investigación que Tessa. Los tres perderán la vida teniendo como asesinos intelectuales a las poderosas multinacionales farmacéuticas y sus intereses multimillonarios, junto con la complicidad del gobierno británico y keniata. Esta trágica historia nos conecta con la experiencia de mucha gente alrededor del mundo, comprometida con la transformación de las situaciones de desigualdad y vulneración de los derechos humanos.

Las multinacionales farmacéuticas dedican muchos menos recursos de los que publicitan al trabajo de la investigación y estos fondos terminan siendo empleados en mercadeo.

Tessa y Justin se habían conocido en una conferencia donde la activista se enfrenta al diplomático, iniciando así una relación que los llevará a vivir en Kenia. En este proceso Tessa conoce al doctor local Arnold Bluhm, con el que descubre lo que realmente hace la compañía farmacéutica con el fármaco creado Dypraxa, una droga en estudio que se empleará en el tratamiento de la tuberculosis multirresistente, realizando las pruebas del medicamento a pacientes a “modo de cobayas” que reciben tratamiento de manera gratuita, “extorsionándolos” ya que, si se niegan a realizar las pruebas, se les quitaría la prestación del servicio.

Aquí inicia Tessa su cruzada contra las grandes compañías, donde hallará información muy delicada, para realizar un informe sobre el Dypraxa que enviará al Alto Comisionado Británico. La respuesta obtenida fue el asesinato. El Alto Comisionado Británico produce un informe sobre la muerte de Tessa reduciéndolo a un crimen pasional, pero su marido Justin sospecha de que la muerte de su esposa no había sido un accidente cuando la policía invade su casa y se lleva documentos. Tras el funeral inicia su propia investigación hasta encontrar la verdad de lo sucedido y la realidad de la situación sanitaria del país. Justin viaja a distintos lugares, reconfirmando la información encontrada por Tessa, hasta sacar a la luz toda la verdad sobre el medicamento Dypraxa. Descubre el hecho de que el medicamento sólo puede ser comercializado, en el caso de que su uso en África no genere efectos secundarios graves, por lo que comienza a hacerse muchas preguntas. Descubre que el Alto Comisionado Británico se encuentra detrás de todo, en un pacto con “KDH” y “Tres abejas”, para eliminar los resultados que no interesaban dentro de los ensayos clínicos. Así confirma que la causa de la muerte de Tessa fue que ella quería detener las pruebas de Dypraxa, lo que traería demoras en la comercialización, y millones de dólares en pérdidas para la compañía farmacéutica.

Dypraxa presentaba propiedades curativas, pero sus efectos secundarios podían matar y era muy costoso volver a los laboratorios para corregir la medicina, por lo que la solución escogida fue eliminar de los estudios los pacientes que sufrían los terribles efectos, entregando así información falsa. Finalmente, Justin envía un correo electrónico con todo lo descubierto después de haber superado ataques a su integridad física.

Esta película muestra como las grandes corporaciones de los países desarrollados se involucran en los problemas de los países en vías de desarrollo y con grandes problemáticas para por medio de la excusa de la Ayuda Oficial para el Desarrollo, lucrarse como principal objetivo. Las multinacionales y en general las grandes corporaciones forman parte – son – el sistema capitalista.

En la película esto se puede identificar por medio de las relaciones que tienen Gran Bretaña y Kenia por medio de sus empresas farmacéuticas “KDH” y “Tres abejas” respectivamente, representando una alianza comercial que busca máximos beneficios de una manera poco ética.

La mayor farmacéutica del mundo, Pfizer, pagará 55 millones de euros a un grupo de familias nigerianas para evitar un juicio por la muerte de 11 niños en el país africano que sirvieron como cobayas de un medicamento en pruebas, Trovan.

La Cooperación para el Desarrollo, en el “Jardinero fiel” está representada también por el control directo del recurso humano, de las personas más necesitadas de Kenia, como un ejemplo del hecho de que durante décadas, desde el momento en que se mencionó la necesidad de la “ayuda al desarrollo” en el discurso del presidente Truman de USA, la Cooperación para el Desarrollo ha sido objeto de polémica en términos de eficiencia y eficacia, mostrándose utilitarista, por medio de muchos ejemplos, por lo que para algunos es geoestrategia global y control directo o indirecto de los recursos naturales y humanos del Tercer Mundo y para otros es ayuda altruista. Así pues, la nación y las corporaciones que en la película parecen estar ayudando a Kenia, finalmente están utilizando a la nación para sus propios fines, dejando muy claro como la falta de ética de las multinacionales que, a costa de arriesgar las vidas de los seres humanos, aumentan sus utilidades y maximizan sus ganancias por medio del discurso salvador del desarrollo.

Pensabais que estaba hablando del COVID-19. Pues no, aunque la película tenga mucho parecido con la pandemia que estamos padeciendo en España y en el mundo entero. Estaba hablando de la película “El Jardinero Fiel”, basada en la novela de John Le Carré.

Después de hacer mi aseo personal y desayunar con Irma, salgo a comprar la prensa para aprovechar el paseín diario. Hace un día espectacular, un sol espléndido, pero me acuerdo de que tengo que regresar a casa para cumplir con mi día 31 de arresto domiciliario. Ya de regreso a casa, sigo dándole vueltas a la cabeza a la película comentada, y sigo preguntándome si esas muertes provocadas en Kenia, tendrán alguna similitud con las muertes diarias de nuestros pensionistas en esos pretanatorios, conocidos en su mayoría como geriátricos, a juzgar por las cifras que nos ofrece el panel del ministerio de Sanidad con 172.541 infectados y 18.056 muertos, de los cuales el 80% son pensionistas. Si alguien en este drama que estamos viviendo son dignos de mención, estos son los sanitarios que se han entregado a su tarea hasta poner en peligro su propia vida por cuidar de los demás, pero sin olvidarnos de que en el mismo nivel están nuestros viejos de toda la vida, los que más lucharon y cotizaron por tener un sistema público de sanidad, que se están muriendo al mínimo roce con el virus. Un virus que, aunque se siga diciendo que nada se sabe de él, sin embargo se sabe lo principal: “que pertenece a una amplia familia de virus descritos por primera vez en los años sesenta de siglo pasado y que son responsables de varias afecciones respiratorias humanas, tales como el resfriado común, la bronquitis  y la neumonía, así como de algunos trastornos digestivos que se presentan formados por una hebra de ARN envuelta por una estructura proteica que recuerda a la forma de corona solar (…) Existen antecedentes de otros dos coronavirus  zoonóticos que, como el SARS-CoV-2 han causado infecciones graves e incluso mortalidad. Uno de ellos es el coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-Cova), detectado por primera vez en China el año 2002, propagándose a más de treinta países”. (Marta Consuegra Fernández, doctora en biomedicina, investigadora científica y profesora en la Universidad de Barcelona).

Pero, vayamos al meollo de la cuestión que nos preocupa: los pensionistas. Si hubo una entidad financiera que representaba el buen hacer de la eficacia teutona, esa era el Deutsche Bank. La propaganda nos decía que era el modelo a seguir por el resto de la banca europea, pero se nos ocultaba que tenía una larga historia de actuaciones delictivas, siendo, como fue el gran financiador de la Gestapo en la Segunda Guerra Mundial, sufragando la construcción del campo de exterminio de Auschwitz y uno de los grandes inversores en una empresa colindante denominada IG FARBEN, especializada en desarrollar medios para la “solución final. Entre otros inventos, producía el Zyclon B utilizado para exterminar de forma industrial a los prisioneros.

Antón Saavedra en el debate televisivo con los periodistas preparados al efecto para vender el producto del neoliberalismo del PEPE, celebrado en Bruselas el año 2018.

Sin embargo, la realidad golpea duramente en sus puertas, de tal manera que nada tendría de extraño que el Deutsche Bank pueda ser el nuevo Lehman Brothers, según viene vaticinando el mismísimo Fondo Monetario Internacional cuando en uno de sus informes de 2016 afirmaba que era “la mayor fuente de riesgos entre los bancos más importantes del mundo”. La realidad es que el banco alemán no levanta cabeza desde la recesión de 2008, desconociendo en la actualidad la cifra exacta de sus deudas multimillonarias, además de acumular más de 8.000 litigios importantes que abarcan desde el espionaje hasta el lavado de dinero. Pero no solo es ese banco, sino que la llamada locomotora de Europa pierde fuelle. Alemania se estanca camino de la recesión. Todo es un engaño. Los bancos alemanes condenaron a la miseria al pueblo griego, conspiraron contra las finanzas italianas, las españolas, las portuguesas y las irlandesas, siempre desde esa superioridad que les caracteriza desde los tiempos hitlerianos.

La Unión Europea fue creada no solo para evitar las guerras entre los países europeos, sino para permitir el desarrollo del neoliberalismo con la excusa de la moneda única y la Unidad Europea. Así, durante los doce años que ha durado la crisis de 2008, aun no resuelta, nos han venido repitiendo hasta la saciedad: ¡no hay dinero para pensiones!, ni para políticas contra el paro, ni aumentos de sueldos ni para mejoras de los servicios públicos que tenemos que ir privatizando, pero sí lo había para inyectar la liquidez necesaria en las instituciones financieras al borde de la quiebra. Todos hemos de arrimar el hombro y de forma altruista a los ¡¡¡ empobrecidos banqueros!!!

Antón Saavedra en pleno debate con la Comisión Euopea en Bruselas, el año 2018

La solución que pretende aplicar el sistema financiero internacional frente a la nueva crisis es más de lo mismo, refinanciar el sistema utilizando las pensiones públicas. Hace mucho tiempo que el sistema pretende privatizar las pensiones. Desde 1994, o incluso antes, tal y como yo mismo pude apreciar en mis debates recientes con los miembros de Comisión Europea y los europarlamentarios españoles, así como los periodistas encargados de vender el producto bancario en el seno del Parlamento Europeo, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los servicios de estudios de las entidades financieras, han iniciado una campaña sostenida en el tiempo que se renueva en estas fechas. Nos pretenden hacer creer que las pensiones peligran, que cada vez los pensionistas tienen más edad, siendo imposible mantener las pensiones, dicen los correspondientes gobiernos títeres del poder económico.

Con fecha 4 de mayo el Parlamento Europeo votó el llamado Plan paneuropeo de Pensiones Privadas (PEPP), con los votos favorables de todos los grupos, la abstención del PSOE y el voto en contra de Podemos, cuyo objetivo no es otro que privatizar las pensiones públicas y asegurarse de que invertimos, el dinero que no tenemos, en Planes privados de pensiones. Dinero que será gestionado únicamente por entidades privadas, fondos de inversión como BlackRock, bancos como e mencionado Deutsche Bank, el BBVA, Banco de Santander o La Caixa, aseguradoras privada. Todos se están frotando las manos.

En la actualidad, los planes privados de pensiones en Europa cubren a 67 millones de personas (el 27% de los europeos entre 25 y 59 años), pero se quiere, gracias a la de planes de pensiones dejen de ser voluntarios, esperando conseguir hasta 240 millones de clientes y pasar de gestionar 700.000 millones de euros a 2,3 billones, todo ello antes del 2030.

En España es el PSOE quien se ha apresurado a plantear la aplicación práctica del PEPP, aquí denominada “mochila austriaca”. Una regulación legislativa muy estudiada en la época del gobierno de Zapatero, aunque sin llegar a aplicarse, siendo posteriormente la propuesta por el PP, C’s y en la actualidad por el gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez. El fondo del proyecto oculta una nueva vuelta de tuerca, puesto que abaratará aún más el despido, creando un fondo de pensiones privado gestionado por entidades financieras que no se harán responsables de las pérdidas que puedan acumular, y que correrá a cargo de los propios trabajadores. Al ser un modelo de capitalización, será la excusa perfecta para ir reduciendo las pensiones públicas con las cantidades acumuladas cada mes durante la vida laboral del trabajador. Es verdad que UNIDAS PODEMOS forma parte del gobierno de coalición con el PSOE, pero ¿aceptará este atentado contra los pensionistas y los trabajadores? Soy consciente de que hoy me he extendido, aunque no lo suficiente y necesario, en un asunto que nos afecta a todos los pensionistas, pero, sobre todo a los futuros pensionistas, si es que les da tiempo a cotizar algo decente con la precarización del empleo que recoge una regresiva reforma laboral, aún sin derogar.  Eso es lo que se nos viene encima. ¿Os parece poco? ¿Vamos a seguir inmersos en la resignación o, por el contrario, esta pandemia nos va a cambiar para recuperar aquellas luchas de nuestros viejos, auténticos luchadores por las conquistas sociales que hoy disfrutamos, aunque sigan muriéndose en el más absoluto de los abandonos por esos pretanatorios que dicen llamarse geriátricos? Buenas noches y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 15 de abril

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15 de abril

Me acabo de levantar a las 6,00 horas, aunque seguro que volveré para la cama dentro de una o dos horas. Estaba escuchando las noticias de la radio con las últimas cifras de infectados y muertos y, desde luego, me pongo de mala hostia, entre otras cuestiones, porque me siento engañado y manipulado con tanto pico, aplanamiento y desescalada. A mí, que tanto me gusta el ciclismo, especialmente el de alta montaña, debo entender que la llegada a la cima (pico) de la montaña se llega después de una dura subida (escalada), para llanear (aplanamiento) unos kilómetros e iniciar la bajada (desescalada) hasta llegar a la meta. Pues bien, ese mensaje lo vengo escuchando, día tras día, pero la realidad es que las cifras de infectados y muertos sigue aumentando hasta los 177.633 y 18.579 respectivamente a las 12,00 horas  del día de hoy, 15 de abril, más agravadas cuando se sabe que las mismas no se corresponden con la cruda realidad debido a la ocultación de las cifras reales, tal y como ha quedado explicitado en otros días de mi diario, siempre de acuerdo con los informes oficiales del Instituto de la Salud Carlos III.

Unas cifras verdaderamente inquietantes que, desde mi punto de vista, en absoluto pueden ser fruto de la casualidad, aunque todavía sea pronto para hacer un balance sobre esta pandemia donde, lógicamente, habrá un antes y un después. No, no se trata tampoco y ahora de designar a los culpables sino más bien de hacer evaluaciones – radicalmente independientes de cualquier análisis partidista -, de lo que ha ocurrido y porque ha ocurrido con el único objetivo de que no vuelva a suceder, dejando muy claro la evidencia de que el virus se había propagado en China con rapidez mientras las autoridades occidentales, entre ellas las españolas, no valoraron su peligro de expansión mundial.

Sin embargo, lo que me sigue ofendiendo y repugnando, cada vez más, son ese ejército de jenízaros y jenízaras hipócritas del PSOE – la mayoría de ellos con sus hijos y familiares colocados en las instituciones sanitarias por el método dedocrático -, que diariamente viven en las redes sociales para salir a combatir cualquier comentario que no aplauda la gestión del gobierno, siempre con el mismo argumento de “¡que viene la derecha, la misma que privatizó la sanidad madrileña!” “¿Qué sería de nosotros si en vez de un gobierno socialista que ha invertido más que nadie en sanidad, hubiera ahora un gobierno de derecha?”, “¡ahí tenéis Madrid con sus privatizaciones de la sanidad pública con el mayor número de infectados y muertos por el virus!”.

En fin, como quiera que ya me he referido de manera detallada en otro día de mi diario sobre la realidad de las privatizaciones de la sanidad pública llevadas a cabo, tanto por el PP como por el PSOE a lo largo y ancho del país, hoy me voy a referir someramente a las inversiones que se vienen realizando en la sanidad pública española, comparándola con el resto de los países de Europa y del mundo, pero tal y como os adelantaba al inicio, son las 7,30 horas, me está entrando el sueño otra vez y me voy para la cama.

Después de levantarme nuevamente a las 10,00 horas, ducharme, asearme, desayunar con Irma y salir a comprar la prensa y cuatro kilos de naranjas para zumo, una vez en casa me dispongo a continuar con el asunto de las inversiones de España en materia de sanidad, acogiéndome al último informe que ha editado la Comisión Europea, con el apoyo del Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas Sanitarias, “State of Health in the EU”, el cual analiza la situación de los sistemas sanitarios de la Unión, país a país, donde nos muestra que el Estado española ha destinado en 2017 el 8,9% de su PIB a Sanidad, mientras que la media de la UE alcanza el 9,8%.

Analizando el gasto no por paciente, sino por porcentaje del PIB, España destina a gasto sanitario el 8,9 por ciento del PIB, teniendo en cuenta tanto inversión pública como privada. En comparativa, Alemania, Francia y Suiza destinaron cerca del 11 por ciento del PIB.

En el mismo informe se aclara que el gasto público representa el 71% de todo el gasto sanitario en 2017, por debajo de la media de la UE, que es del 79%, y en él se explica que éste “descendió tras la crisis económica de 2008, debido a las medidas de reducción de costes”.  Todo esto – indica en el informe -, tiene su reflejo en un gasto sanitario per cápita de 2.371 euros, una cifra que está más del 15% por debajo de la media de los 2.884 euros de la Unión Europea.

Es decir, la falta de inversión pública se ha tenido que compensar con pagos directos por atención sanitaria por parte de los ciudadanos – aquellos  que puedan acceder económicamente a ellos -, especialmente a través de copagos de medicamentos y dispositivos médicos dispensados fuera de los hospitales, y también acudiendo a los seguros privados voluntarios, hasta el extremo – dice el informe -, de haber  “aumentado de forma constante entre 2010 y 2014, antes de disminuir ligeramente desde 2015 para alcanzar el 24% del gasto sanitario total en 2017”. “Este porcentaje está”, reza el documento, “muy por encima de la media del 16% de la UE”.

España sigue siendo uno de los países a la zaga de Europa en camas por habitantes. La leve mejora entre los datos de 2014 y 2015 no le permite salir del quinto puesto por la cola. Según los últimos datos actualizados de Eurostat, España tenía 297,9 camas por cada 100.000 habitantes al final de 2015.

Por otra parte, refiriéndonos al número de camas, España es uno de los países con menos camas hospitalarias, permitiéndose hasta el “lujo” de cerrar plantas enteras durante todo el año en los hospitales mientras los enfermos permanecen con sus goteros hacinados por los pasillos. Según el informe, en el año 2017 el Estado disponía de tres camas por cada mil habitantes, una cifra que sólo es inferior en Dinamarca, Reino Unido y Suecia. En 2001, este ratio era de 3,6 plazas.

Es decir, España se encuentra muy por debajo de la media de la Unión Europea, con cinco camas por cada mil habitantes en 2017. En 2001, los países que forman parte de la comunidad disponían de 6,3 plazas por cada mil residentes.

Antón Saavedra celebrando el día de la República en su cautiverio, el 14 de abril de 2020.

Ayer, 14 de abril, se cumplía el 89 aniversario de la II República española y, después de celebrarla a mi manera desde mi cautiverio, me puse a rebuscar por los libros, revistas, periódicos y documentos aquel proyecto de país – principalmente en lo referido a sus políticas sanitarias -, que tan salvajemente fue abortado por el golpe fascista de la oligarquía financiera, bendecida por los sacramentos de la iglesia católica y las armas de una parte del ejército fascista apoyados por el nazismo hitleriano, el fascismo mussoliniano, el ejército portugués de Salazar y el moro Mojamé.

Aquella República de 1931 había colocado en nuestro país en la vanguardia europea en cuanto al otorgamiento de derechos y libertades a la ciudadanía. Y aunque el viejo modelo feudalista, clerical y castrense volvería a imponerse pocos años después transfigurado en esa particular forma de fascismo llamada nacionalcatolicismo, el legado de avances en política social, educativa y sanitaria que dejó podría servir, en estos días de crisis global, como guía para reforzar un modelo social y sanitario que deje atrás la precariedad, la privatización y los recortes ejecutados por los gobiernos del bipartidismo PPSOE en una política de trasmisión del capital material y humano de lo público a lo particular cuyas consecuencias estamos sufriendo en estos momentos en la lucha contra el COVID-19.

La Constitución Española marcó un hito en el constitucionalismo español al ser la primera en reconocer y garantizar derechos sociales como el de asistencia a los enfermos y ancianos, protección a la maternidad y a la infancia, o la garantía a los trabajadores y trabajadoras de una “existencia digna” mediante protección en casos de enfermedad, accidente, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte, y con una especial protección al trabajo de las mujeres, de los jóvenes, y de la maternidad.

Tras un periodo de cambios organizativos, durante el gobierno de la república se promulgaron decretos para la creación de instituciones encargadas de coordinar la acción en materias como la investigación, la higiene social, la psiquiatría y asistencia social psiquiátrica, las enfermedades infecciosas, la puericultura, la farmacobiología, la enfermería, la ingeniería y arquitectura sanitaria o la formación de personal. Otras decisiones muy relevantes pusieron el foco en la lucha contra la tuberculosis y enfermedades venéreas, ampliando los recursos e infraestructuras dedicadas exclusivamente a estas enfermedades. Su gestión se completó con una amplia mejora en la dotación presupuestaria general. Posteriormente, las fuerzas progresistas consideraron necesario avanzar hacia la aprobación de una Ley Orgánica que profundizara en la consolidación de la Sanidad Pública, pero las resistencias ultraconservadoras de la CEDA y las políticas liberales de la derecha radical, además de su programa conjunto contrarreformista, dieron al traste con estas aspiraciones. Así y todo, los gobiernos del Frente Popular, ya desde febrero de 1936, impulsaron reformas para asegurar la salud en la España rural a través de infraestructuras y personal médico y sanitario, con especial foco en el tratamiento de tuberculosis, en maternidad e higiene infantil, enfermedades venéreas, odontología, oftalmología y otorrinolaringología, además del refuerzo de la atención primaria.

El golpe fascista que causó la gran tragedia en nuestro país impidió que se implementaran todos esos avances, pero desde el punto de vista declarativo y político la intención fue clara y decidida.  En este ámbito es ineludible subrayar la labor de la anarquista Federica Montseny, primera mujer ministra de un gobierno en la Historia de España, a cargo de una cartera como la de Sanidad y Asistencia Social que por primera vez aparecía como exclusiva e independiente de Trabajo en los seis meses del gobierno de Francisco Largo Caballero. Durante este breve periodo, Montseny planteó medidas realmente revolucionarias como el primer proyecto de ley del aborto, que suscitó un gran debate en el seno del gobierno; una reestructuración de los servicios sanitarios para aumentar su descentralización y vinculación con los entornos sociales; creación de centros de acogida para la infancia y comedores para embarazadas; de “espacios liberatorios” de la prostitución; o incluso un decálogo de profesiones para personas con discapacidad.

En definitiva, un legado en pos de la universalización de los servicios sociales públicos que, dado el contexto histórico general y particular de España, resulta impresionante por su profundidad teórica, su base feminista y visión de futuro. La tradición sanitaria de la II República, en su breve experiencia, nos enseña que toda acción política tiene detrás un espíritu y un objetivo concretos.

Desde mi punto de vista, en absoluto se puede seguir reclamando que un sistema sanitario público tenga financiación y recursos de sobra para afrontar su misión primaria de dar cobertura gratuita, universal, igualitaria y de calidad, y que pueda hacer frente a cualquier situación crítica como la actual, si las políticas sanitarias sobre las que se asienta están diseñadas con una filosofía encaminada a la privatización, el raquitismo presupuestario y la transferencia de recursos hacia el sector privado, tal y como ha quedado exhaustivamente detallado en otra parte de mi diario.

Pero Juan Carlos no ha obtenido su millonaria fortuna solo por comisiones petrolíferas. La revista estadounidense Forbes estima en 1.600 millones de euros la fortuna personal del rey emérito. Empresarios del IBEX comentan en privado que, en las visitas oficiales a países árabes, Juan Carlos obtenía jugosas comisiones gracias a su amistad con reyes y jeques. Fueron definitivas las conversaciones de Juan Carlos con el rey Abdullah, de Arabia Saudí para que se concediera a las empresas españolas (Villar Mir y Florentino, entre otros) la construcción del AVE La Meca-Medina con un presupuesto de 6.000 millones de euros.

Seguir alardeando en ruedas de prensa de que disponemos de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, como dicen estos jenízaros y jenízaras del PSOE, no otorga automáticamente dicha virtud. Tras esas declaraciones rimbombantes debe existir una voluntad clara y auténtica de defensa de la Sanidad Pública, que se plasme en la puesta a disposición de financiación y recursos necesarios, sin escatimar, para hacerla real y patente. Pero, claro, un PSOE secuestrado en Suresnes para ponerse al servicio del neoliberalismo que, después de haber ostentado mayorías absolutas en los gobiernos de España durante muchos años, aunque siga llamándose republicano sigue durmiendo en la cama de una corona borbónica que tiene el virus de la corrupción es muy difícil, por no decir imposible que pueda garantizar un sistema público que vuelva a ocupar el lugar de privilegio que ocupó en la sanidad mundial. ¿Qué se pueda esperar de un gobierno del PSOE que se opone a que se abra una investigación parlamentaria sobre la fortuna del rey emérito Juan Carlos I de Borbón, supuestamente amasada en base a las “mordidas” del petróleo de los jeques árabes? Buenas tardes y hasta mañana.


DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 16 de abril

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16 de abril

Hoy, cuando se cumplen 33 días de mi cautiverio, me levanto, nuevamente jodido con mi artrosis, aunque los dolores son bastante soportables – espero que a lo largo del día vayan disminuyendo después de tomar una pastilla de Paracetamol -, y lo primero que me encuentro es con el anuncio de una nueva prórroga del arresto domiciliario por otros 15 días más, tal como ya anunciara el presidente del gobierno en funciones de “jefe del Estado español”, Pedro Sánchez, en su última comparecencia en el Congreso de los Diputados, aunque matizando que se están buscando fórmulas para flexibilizar el confinamiento de la población.

Nada que objetar al respecto. Sigo estando mentalizado para resistir todo lo que me echen, al fin y al cabo, ya me he visto en peores situaciones personales con la muerte muy de cerca. No obstante, habrá que esperar al fin de semana que es el día que Pedro Sánchez elige para leernos por telepronter el discurso propagandístico que le preparan los hombres del Rasputín monclovita, Iván Redondo.  Ese discurso largo, tedioso y repetido, una y otra vez, que no busca sino mutualizar sus pifias, buscando un apoyo a su figura que proscriba la crítica y borre la terrible pregunta que cada día lo va desenmascarando. Me pregunto: si el gobierno lo ha hecho tan bien como proclama una vez sí y otra también, sin realizar una sola autocrítica, ¿cómo es posible que España sea el país del mundo con mayor tasa de mortalidad en relación a la población existente?

De repente, en nuestra vida ha interrumpido esta gran catástrofe de dimensiones bíblicas – no es una guerra, a pesar del lenguaje que siguen usando, tanto el presidente del Gobierno como sus generales del Ejército, Guardia Civil y Policía Nacional que salen a diario en la televisión a dar las novedades -, con una matanza tan masiva, donde los muertos no son más que números, anónimos y sin rostro, aunque, cuando miramos a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, sentimos que cada persona es una cultura entera, infinita: 182.816 infectados y 19.130 muertos a las 12,00 horas del día 16 de abril de 2020. Esa es la cruda realidad que estamos viviendo.

María Jesús Montero (Ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno): “el confinamiento nos ha permitido salvar vidas. El grupo técnico de desescalada irá estudiando cada situación. España tiene la situación en fase de desaceleración, pero los países vecinos no, y las fronteras se están analizando a nivel europeo para ver cómo actuar. Abrir las islas ahora mismo sería prematuro” (TVE, el 16 de abril de 2020)

Para muchos de nosotros, esta pandemia puede acabar siendo el acontecimiento más trascendental de nuestras vidas. Cuando todo pase y salgamos a la calle después de nuestro largo arresto domiciliario, muchos celebraremos el habernos librado de la muerte. Otros muchos habrán perdido a sus seres queridos. Muchos habrán perdido su puesto de trabajo, su salario, su dignidad. Unos empezarán a creer en Dios en la misma medida que otros creyentes apostatarán de él. Tal vez la convicción que vamos adquiriendo de que la vida es un sueño de corta duración nos incitará a establecer otras prioridades, aprendiendo a separar el trigo de la paja. A comprender que el tiempo, y no el dinero, es el recurso más preciado. En fin, el tiempo es un juez inexorable que nos irá marcando en un sentido u otro.

Mientras tanto, los que aquí quedemos tendremos que seguir adquiriendo cada vez más conciencia sobre todos los problemas que atañen a nuestro bienestar social, entre los que se encuentra la lucha contra todos aquellos partidos y organizaciones al servicio del neoliberalismo para lograr un sistema público de sanidad, unas pensiones dignas, una educación pública, una ley de dependencia, entre otras reivindicaciones, hasta lograr hacerlas derechos fundamentales de nuestra Constitución.

Ayer mismo, he mantenido otro pequeño debate por las redes sociales entre gente sensata que, como yo, con mayor o menor acierto, no buscamos sino poner fin a la catástrofe que nos afecta de la mejor de las maneras posibles, pero claro, no podían  faltar en el mismo los típicos y conocidos jenízaros del PSOE con su mantra sobre  la privatización madrileña – a veces tengo la impresión de que hasta se alegran cada vez que ven incrementarse las cifras diarias de infectados y muertos en Madrid -, como si en el resto de España no hubiera tantas o más privatizaciones, tal como ha quedado explicitado en varios de mis diarios. El debate giraba en torno al número de muertos, donde más del 80 por ciento eran pensionistas, y yo mantenía y mantengo que el bicho en cuestión, tal parecía que seleccionaba bastante bien a sus víctimas, haciendo mención a la cantidad de nuestros viejos pensionistas que morían del virus, abandonados y sin ninguna asistencia médica en los pretanatorios, en su inmensa mayoría llamados geriátricos.

Hoy, sin falta de acercarme hasta Madrid para comentar casos de auténtico terror en estos pretanatorios, como los 50 muertos de una tacada en una residencia de Leganés – 20  fallecido en esta última semana en el centro Vitalia Home – donde el comité de familiares del geriátrico piden a los tribunales que se investiguen las causas de los fallecidos, dado que la mayoría de ellos presentaban síntomas de covid-19 y como causas de la defunción se ha puesto “posible coronavirus”, me voy a situar aquí, en Asturias, donde todos los representantes sindicales, excepción de la Unión General de Timadores (U.G.T.), se han unido para denunciar parte de lo que está ocurriendo en la mayoría de estos centros, no descartando “presentar denuncias a título personal por haber sido contagiados, porque, siendo la protección básica para realizar su trabajo, ni se hacen los test a todos, residentes y trabajadores, siendo ahora los profesionales el foco de contagio”. De hecho, el sindicato de la Corriente Sindical de Izquierdas ha llevado al ERA ante la inspección de Trabajo con la acusación de que no permitía a los trabajadores de las residencias Santa Teresa y Mixta de Pumarín utilizar mascarillas como protección, tal y como las que se están repartiendo en las estaciones de tren o autobuses y centros comerciales. (El Comercio, 16 de abril de 2020)

50 fallecidos en 15 días, desde el pasado 15 de marzo. Es el dramático balance del confinamiento en una residencia de mayores de Leganés Norte. Sólo en las últimas 24 horas han perdido la vida 12 pacientes. Más de 70 trabajadores están en cuarentena. La dirección del centro calla mientras los familiares reclaman ayuda y ponen el grito en el cielo, ante la falta de información

Tengo 70 años y llevo desde los 17 años como activista y dirigente en el movimiento obrero. Soy socialista y moriré siendo socialista, sin carnet de ningún partido, aunque vengo apoyando el proyecto político de Podemos desde el 15-M, pero ello en absoluto me priva de expresar libremente mis criticas cuando pienso que se hacen las cosas mal o de aplaudir cuando se hacen bien, sin importarme en absoluto quien las haya hecho.

De repente, tal parece que nos hemos olvidado también de aquellos problemas que parecía que iban a romper España, caso concreto del “procés” catalán, con las trayectorias  profesionales de los independentistas representando unas esencias fabuladas a las que ahora se denomina “relato nacionalista”, y un presente cargado de frustraciones por no ser, ni siquiera desde el punto de vista económico, la sociedad rica, superior a su entorno, y, por encima de todo, un pueblo elegido como estandarte de civilización, oprimido por los bárbaros. El proceso por el que una minoría nacionalista usurpó sin demasiado esfuerzo la representación del conjunto de la sociedad venía de lejos, pero era tan desdeñable en su pequeñez que apenas nadie se acordaba ya de fenómenos racistas y xenófobos de la II República. Era muy raro encontrar durante el largo oasis para camellos que supuso el pujolismo que la inteligencia cobarde se indignara porque un ladrón como el nazionalista Jordi Pujol fuera el indiscutible proveedor de credenciales catalanas. El hablaba por Cataluña y designaba quien era buen catalán y quien no. Para aquellas personas que se puedan sorprender por la velocidad con la que el proceso separatista se hizo hegemónico durante la década que estamos viviendo, conviene recordarles el aún más meteórico ascenso y usurpación del poder, legítimamente, por las urnas – aunque con una ley electoral hecha a la medida del bipartidismo PPSOE para echar mano de los nacionalismos catalán y vasco en cada momento electoral -, de un partido que a su vez eran dos, un milagro que había unido a los catalanistas católicos y a los católicos catalanistas, Convergencia y Unión, con un líder indiscutible e implacable a la cabeza, Jordi Pujol, siempre con su rasputina Ferrusola como consejera áulica. La llamada “modélica transición” tendría, a su vez un carácter destructor para la izquierda.

Porcentajes de las distintas comunidades autónomas destinadas a los conciertos con la sanidad privada en el año 2016.

De esta manera, quien había llevado la bandera de las transformaciones sociales y de la influencia en el país, el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), creado durante la Guerra Civil y una singularidad en el adocenado y uniforme movimiento comunista español, se propuso suicidarse en aras de unos principios en trance de desaparición y con el beneplácito del omnímodo secretario general, Santiago Carrillo.

Entrando de lleno en las difíciles y discretas, por no llamarlas opacas, negociaciones entre el PSOE y ERC para permitir, con la abstención de los republicanos catalanes, investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España, uno de los puntos del acuerdo determina a los demás: el reconocimiento por parte del PSOE de que en Cataluña existe un conflicto político.

Desde mi punto de vista, el “conflicto”, como todo el “procés”, no es sino la síntesis de un discurso mucho más amplio sobre las pretensiones de los partidos nacionalistas catalanes – mejor, de la burguesía catalana -, un concepto envenenado, tóxico, contaminante; un término importado “made in Euskadi” o mejor dicho “made in Euskalherría”, acuñado por los abertzales que disponen de una fecunda producción de eufemismos para edulcorar sus planes, que culminan en la aparente verdad universal de un derecho lógico, democrático y, al parecer, ampliamente admitido en todo el mundo, que es “el derecho a decidir”.

El mayor problema de Cataluña y el que afecta de manera más aguda a más personas es la corrupción “Generalizada” y la desigualdad: la diferencia de rentas, oportunidades de empleo y posibilidades de mejora y ascenso social entre sus habitantes, propia del sistema capitalista y acentuada a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 – aquella que Maragall denunciaba en su día como el problema del 3% -, de la gran recesión de 2010 y de las medidas de austeridad aplicadas por el gobierno de otro chorizo como Artur Mas para salir de ella cargando sus costes negativos sobre las clases populares, en una muestra del habitual patriotismo de las clases acomodadas, que confirma, años después, aquella reflexión que Machado ponía en boca de Juan Mairena: “La patria es en España, un sentimiento esencialmente popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los trances más duros, los señoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la menta siquiera”.

Señor Sánchez, usted no tiene mayoría absoluta. ¿Qué hace pidiendo la abstención a la derecha? ¿Qué hace ignorándonos a nosotros? Dos horas de discurso de investidura y una sola mención durante tres minutos, al final, a su socio de facto, Unidas Podemos y cero a Cataluña. No es por hablar del monotema como dicen algunos, es porque se trata del principal conflicto político que tiene usted sobre la mesa, un conflicto político que ya se llevó por delante a un presidente de este país y que hoy está de registrador de la propiedad en Santa Pola “. (Congreso de los Diputados, el 22 de julio de 2019)

Ahora, nos toca ver en el Congreso de los Diputados a un Rufián de Esquerra Republicana Catalana (ERC) jaleando con su estilo eclesial y macarrónico las bondades de la estructura social catalana y su exultante salud, cuando la realidad, por mucho que nos quiera hacer ver este sujeto de alto nivel egocentrista, es que esa Cataluña idílica que trata de dibujarnos es la comunidad que más dinero “chupa” al Estado español para destinarlo a partidas que en absoluto nada tienen que ver con políticas sociales, como la sanidad y sus infraestructuras, acabando una parte de ese dinero en el “procés”. No, Rufián, no es verdad esa tan sesgada como interesada visión de la historia que tratáis de hacer ver al resto de España sobre la evolución económica, cultural y política de Cataluña, basada en la difusión de estereotipos más propios del siglo XIX que del XXI, como el de la Cataluña desarrollada y moderna frente al resto de la España atrasada y subdesarrollada, o el de Madrid, que manda y gasta, mientras Cataluña trabaja y paga.

La falta de un presupuesto debido al desacuerdo permanente entre los partidos políticos que ostentan la mayoría parlamentaria (Junts x Cataluña, ERC y la CUP) ahonda esta sensación de desgobierno, de falta de criterio políticos y de un horizonte más allá de la retórica y frases hueras. El “procés” lo invade todo y lo consume todo. De hecho, la salvación de la bancarrota de los Servicios Públicos en Cataluña se debe a que es una Comunidad Autónoma, la que más competencias transferidas tiene en comparación con cualquiera otra autonomía o Lander en cualquier país del mundo. Si fuera un Estado Independiente ya habría colapsado. Concretamente, en Sanidad ocupa el farolillo rojo en España: sus recortes suman el -27,5% desde el año 2009 hasta la fecha, y es la comunidad que menos gasta por habitante, donde hay personas que no pueden retirar sus medicamentos prescritos por problemas económicos, superando el 14,7%, según el informe de la Federación de Asociaciones para la defensa de la Sanidad Pública, que en el año 2018 alcanzaba a 1,4 millones de afectados por esta causa. Por otra parte, Cataluña es la comunidad que más porcentaje de gasto sanitario dedica a la contratación con centros privados, por delante incluso de Madrid con el 10,7 %. El deterioro de la sanidad catalana es de tal calibre que está empujando a la población – aquella que pueda económicamente – a buscar la solución a sus males en la medicina privada, objetivo prioritario del gobierno catalán, al que el “procés” está sirviendo como cortina de humo.

El último dato ofrecido ayer, 15 de abril, por el ministerio de Sanidad fue de 3.855 fallecidos en Cataluña – la segunda comunidad después de Madrid-, aunque ahora se acaba de descubrir que un total de 3.242 muertes no estaban siendo contabilizados por la Generalitat, que solo estaba ofreciendo los muertos y los infectados en los hospitales lo que hace una cifra total de 7.097 muertos y 37.354 infectados. Esa es la realidad Rufián, así que no trates de manipular a la sociedad con tus discursitos ni mucho menos de seguir contándonos cuentos chinos.

Buenas tardes y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 17 de abril

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17 de abril

Nos adentramos ya en el sexto fin de semana del confinamiento desde que el pasado 14 de marzo se decretase el estado de alarma por la crisis del coronavirus, y pese a que desde entonces nos ha tocado ver desde la ventana algunas jornadas primaverales de cielos despejados y temperaturas agradables, este viernes, cuando se cumplen 34 días de mi arresto domiciliario, la meteorología invita a permanecer en casa, al presentarse con un cielo nuboso con lluvias y chubascos generalizados, aunque a las 12,00 horas ya parece otro día de primavera.

Son las 10,00 horas y tengo delante otro día entero para hacer lo que me apetezca. Después de ducharme y asearme, me dispongo a desayunar con música de Leonard Cohen – esta vez he cambiado mi desayuno habitual de zumo de naranja, tostas, aceite, tomate y jamón por el de zumo y kellos con kéfir. Hablamos Irma y yo de algunos asuntos – siempre con las nietas en la mente – y luego ella se reparte en varios frentes para aprovechar el tiempo y yo salgo a comprar la prensa para aprovechar el corto paseín diario.

Como viene siendo habitual a lo largo de este cautiverio lo primero que hago es abrir el panel del ministerio de Sanidad para ver las últimas cifras e incidencias del COVID-19, donde, de manera más que vergonzosa, se está librando una verdadera batalla de cifras, donde el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas llevan contabilidades diferentes.

Por una parte, el ministerio de Sanidad se escuda en las normas de la OMS para no aceptar sumar de golpe 8.500 fallecimientos en Cataluña y Madrid, aunque este viernes, Sanidad ha querido zanjar la polémica publicando una orden en el BOE en la que fija los datos que deben proporcionar las Comunidades, recordándoles que tienen la obligación de informar de todos los fallecimientos con prueba positiva de COVID-19, sin importar dónde se produjo el deceso, sea en el hospital, en casa o en el geriátrico.

Elaboración a partir de los datos del Ministerio de Sanidad (17 de abril de 2020).

Al respecto, vuelvo a insistir en mi enorme preocupación al seguir observando como el bicho este sigue seleccionando a los pensionistas como su objetivo principal, cuando observo que más de 11.300 fallecidos son pensionistas que han muerto en esos pretanatorios, algunos de los cuales llamados geriátricos. Ello, sin contar con los datos de algunas comunidades que aún no han enviado los datos totales, tales como Madrid, Baleares, País Vasco, Aragón, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana.

En Asturias, son más de 100 los muertos en los 220 centros, de los cuales la mayoría son de titularidad privada, muchos de ellos en manos de exaltos cargos políticos del gobierno autónomo de Asturias. Los últimos casos se registraron en la residencia pública Clara Ferrer y en la privada Jovellanos, ambas en Gijón.  Miembros del ejército español desinfectando la Residencia de ancianos N.S. del Fresno en Langreo.  La Consejería de Salud realizará test a la totalidad de residentes y profesionales de los centros de mayores para reforzar la lucha contra el coronavirus, tratando de salir al paso de las críticas recibidas por parte de los trabajadores de estos equipamientos sobre la falta de material de protección y por la «retención» de los test. (El Comercio, 17 de abril de 2020).

Miembros del ejército español desinfectando la Residencia de ancianos N.S. del Fresno en Langreo.  La Consejería de Salud realizará test a la totalidad de residentes y profesionales de los centros de mayores para reforzar la lucha contra el coronavirus, tratando de salir al paso de las críticas recibidas por parte de los trabajadores de estos equipamientos sobre la falta de material de protección y por la «retención» de los test. (El Comercio, 17 de abril de 2020)

En cuanto al número de infectados, son ya 727 las personas del sector geriátrico que han dado positivo en el virus, pero los test masivos como única forma de poner freno a la expansión del virus siguen sin realizarse, salvo en el caso del ERA donde los hombres y mujeres de la Corriente Sindical de Izquierdas los vienen exigiendo desde el principio.

De repente, cuando EEUU ya ocupa el primer lugar en el ranking del COVID-19 con 639.664 infectados y 31.000 muertos, seguido de España con 188.068 y 19.478 muertos a las 12,00 horas del día 17 de abril – ambos presidentes ofrecían plena tranquilidad a sus pueblos, diciendo que todo estaba bajo control, pero claro lo decían mientras ambos participaban en sus respectivas campañas electorales –, nos llega el cerdo éste del Trump para decirnos que el nuevo coronavirus salió de forma accidental de un laboratorio de virología chino, cuando uno de sus trabajadores se infectó de un murciélago y al salir de trabajar fue directo al mercado Huanan de la ciudad de Wuhan, origen de la pandemia.

Esta es la teoría con la que trabajan “múltiples fuentes” del gobierno estadounidense para explicar la causa de la propagación de la Covid-19, aunque cuando se le preguntó si había planteado el tema en sus conversaciones con el presidente chino, Xi Jinping, Trump dijo: “No quiero discutir lo que le hablé sobre el laboratorio, simplemente no quiero hablar, es inapropiado en este momento”.

Como se sabe los padres del presidente Trump no eran naturales de este país, como sí lo son los indígenas como los Seminoles, Cherokee, Sioux, Mikosuki, Tomahawk, Apaches, Navajos, Winnebago, Otawa, Calusa y Tequesta, por nombrar solamente algunos americanos autóctonos. La madre de nuestro presidente, Mary Ann MacLeod, nació en Islas Hébridas de un archipiélago escocés. Su padre Fred Trump era hijo de inmigrantes alemanes y, además, su actual esposa Melania, entró a Estados Unidos como inmigrante de Eslovenia, que era parte de la antigua Yugoslavia. Se casó con Trump, también hijo de inmigrantes, en 1997 y luego obtuvo la ciudadana americana en 2006.

Qué duda cabe, esta insistencia de Trump en hablar del “virus chino”, en contra de la opinión de sus asesores médicos, no tiene nada de casual. Hace solo un par de meses el presidente decía que “apreciaba enormemente los esfuerzos y la transparencia de China” y ahora más que reprocharle oscurantismo ya le culpa directamente de las muertes. Lógicamente, culpar a China tiene unos beneficios políticos obvios: en primer lugar, para tratar de desviar la atención de sus fantochadas Trumpescas, pero además le permite acusar a sus rivales de falta de patriotismo. Sería el mismísimo jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de EEUU, el general Mark Milley, quien saldría públicamente para desmentir al histriónico Trump declarando que “las evidencias hacen ver que el coronavirus se originó de manera natural” y no en un laboratorio, como varias teorías vienen apuntado en las últimas fechas, explicitando que los servicios de inteligencia estadounidenses habían investigado sobre ellas, para dejar muy claro que todo apunta a los orígenes “naturales” de la COVID-19.

La realidad es que los líderes mundiales, sus diplomáticos y los analistas geopolíticos saben que vivimos una coyuntura de cambios de las que hacen época y, mientras tienen un ojo puesto en el día a día, el otro comienza a otear la crisis que nos dejará el coronavirus como legado. Ideologías enfrentadas, bloques, liderazgos y sistemas de cohesión social están siendo sometidos a prueba ante la opinión pública mundial. Dicho de otra manera, más entendible: el debate en los think-tanks o institutos de análisis de todo el mundo no versa en este momento sobre la cooperación sino sobre quien se hará con el liderazgo del mundo posterior al virus, China o Estados Unidos. Esa es la cuestión.

Hace muchos años, allá por el año 1974 tuve la ocasión de leer un extenso libro, que aún conservo en mi biblioteca, titulado “Cuando China despierte, el mundo temblará”, un reportaje-ensayo del político y escritor francés Alain Peyrefitte. Releerlo ahora es hablar de una realidad. Alain Peyrefitte (1925-1999), colaborador del general De Gaulle, varias veces ministro y parlamentario durante 41 años, fue invitado a pasar en China el verano de 1972.

En 1966, tras el fracaso del Gran Salto Adelante – un plan más o menos descabellado para duplicar la producción de acero y alimentos -, Mao Tse-Tung, el «emperador rojo» de China, lanzó la Revolución Cultural, donde millones de guardias rojos desataron un terror sin precedentes contra la “burguesía liberal”, hasta el punto de que Mao consolidaba su poder absoluto sobre el pueblo chino.

Peyrefitte, recurrió para titular su libro a un aforismo atribuido a Napoleón: “Cuando China despierte, el mundo temblará”, una forma elegante de expresar una triple idea: que algo pasará con China, que ignoramos qué pasará y que el asunto era preocupante. Pero, ¿Ha despertado ya China? Económicamente, no hay duda. El resto del misterio permanece. ¿Habrá un despertar social? ¿Será inmune China a futuras convulsiones?

Hoy, en estos momentos que nos toca vivir, entre China y la India, los dos países más poblados del planeta, suman el 40 por ciento de los habitantes del planeta, con un creciente poder económico. El año 2019, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), China tuvo un Producto Interior Bruto (PIB) de 27 billones de dólares y la India de 11 billones.

China tiene una economía que supera con mucho a EEUU que no hace sino anunciar que se convertirá en poco tiempo en la principal potencia del planeta. Además, los chinos destacan en telefonía móvil y digitalización, en pagos a través de internet, y en redes sociales. La compañía china Tik Tok, creada en 2016, hoy la más descargada del mundo, gana rápidamente terreno y ya cuenta con mil millones de usuarios, dejando Facebook para los viejos y Tik Tok para lo jóvenes, como Huawei, cada vez con más presencia en el mundo.

En este escenario, la batalla por el desarrollo del 5G y su despliegue en el mundo es el punto de tensión entre Estados Unidos y China. Es decir, la Guerra Fría del siglo XXI es una disputa por el control de la tecnología del 5G, la quinta generación de banda ancha que permitirá una interconexión entre máquinas y personas como nunca antes se vio en la Historia de la Humanidad. Estados Unidos y China se enfrentan por el liderazgo de esta cuarta revolución industrial que determinará cuál será la potencia preponderante de los próximos 50 años. El 5G es la primera red construida para servir a los sensores, robots, vehículos autónomos y otros dispositivos que se alimentarán continuamente de grandes cantidades de datos entre sí. Algo que permitirá a las fábricas, comercios, grandes construcciones e incluso ciudades enteras funcionar con menos intervención humana en el funcionamiento diario. También permitirá un mayor uso de las herramientas de realidad virtual e inteligencia artificial. Se cree que la interconexión podría llegar a ser 100 veces más rápida que la que tenemos ahora con el 4G. En muy pocas palabras, quien controle la red, controlará el conocimiento.

Por eso en la Casa Blanca de Donald Trump existe la convicción de que debe haber un solo ganador en esta carrera tecnológica, y el perdedor debe ser desterrado. “La carrera por el 5G está en marcha y Estados Unidos debe ganar¨, dijo el presidente en un discurso reciente. Durante meses, la Casa Blanca estuvo trabajando en una orden ejecutiva que prohíbe a las compañías estadounidenses utilizar equipos de origen chino en redes de telecomunicaciones críticas, consecuencia del enorme nerviosismo por la tecnología china que, desde hace mucho tiempo, existe en los Estados Unidos, alimentado por el temor de que los chinos puedan insertar una “puerta trasera” en las redes de telecomunicaciones e informática que permitan a los servicios de seguridad de ese país interceptar las comunicaciones militares, gubernamentales y corporativas de todo el planeta.

La decisión llega tras la lista negra de Trump contra Pekín. Los móviles chinos se quedarán sin Android. Las amenazas de Donald Trump a China en el contexto de la guerra comercial y tecnológica que libran ambas potencias vivieron ayer un nuevo capítulo. La multinacional norteamericana Google suspendió todos sus negocios con Huawei que requieran una transferencia de hardware, software y servicios técnicos, excepto los disponibles públicamente a través de licencias abiertas. Este movimiento supone todo un golpe a la compañía de tecnología china después de que Estados Unidos la pusiera en una lista negra en todo el mundo y de que promulgara restricciones que harán que sea extremadamente difícil para la empresa hacer negocios con sus homólogos de EE UU.

El ciber espionaje chino en compañías y oficinas del gobierno estadounidense son constantes. Está manejado por piratas informáticos que trabajan para el Ministerio de Seguridad de Pekin. Y ese aparato de espionaje, a su vez, tiene acceso irrestricto a la información que manejan sus empresas tecnológicas. Es decir que allí, donde entren empresas líderes chinas como Huawei, entran los espías de ese país. Además, es muy importante recordar que “las relaciones de las empresas chinas con el gobierno chino no son como las relaciones de las empresas del sector privado con los gobiernos en Occidente”, explicaba al New York Times, William Evanina, director del Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad de Estados Unidos.

De hecho, por mucho que quiera decirnos la vicepresidenta primera del gobierno de España, Carmen Calvo, descartando que la suspensión del Mobile World Congress de Barcelona, prevista su celebración entre los días 24 y 27 de febrero,  se debiera a alguna causa relacionada con coronavirus: “No es por ninguna alerta sanitaria en nuestro país, que estamos en una situación de respuesta muy buena”, la crisis del coronavirus ha sido la principal causa de la cancelación del evento en Barcelona, tal como afirmaban sus organizadores, decidiendo cancelar el MWC20 por la preocupación global que ha generado el brote del coronavirus, decía el escueto comunicado firmado por el principal responsable de la feria, John Hofman.

España y Portugal se repartieron el mundo en el Tratado de Tordesillas. En dicho Tratado, fechado el 7 de junio de 1494, se compone de una serie de acuerdos entre los Reyes Católicos, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, por una parte, y el rey Juan II de Portugal por otra, donde fue mediador el Papa Alejandro VI.

A lo largo de la historia siempre existió el auge y la caída de las grandes potencias políticas, económicas y militares a lo largo de los últimos cinco siglos. La nación proyecta su poder militar según sus recursos económicos, pero el alto coste de mantener la supremacía militar la precipita a la decadencia. Las grandes potencias en crisis reaccionan gastando más en defensa y se debilitan desviando recursos productivos. Es decir, el poder solo puede mantenerse mediante un prudente equilibrio entre la creación de riqueza y de los gastos militares y las grandes potencias en declive casi siempre aceleran su desaparición por el cambio del gasto de la primera a la segunda. España, Holanda, Francia y Gran Bretaña hicieron exactamente eso, y ahora le toca el turno a EE.UU.

En los comienzos del siglo XVI España – el mundo se repartió en Tordesillas entre España y Portugal -, la primera gran potencia europea como tal, heredaba una serie de grandes compromisos dinásticos en Europa y las conquistas de América, pero a pesar de la extraordinaria capacidad combativa de sus soldados, la defensa de estos compromisos suponía una escala de gastos que España no podía cumplir. Como los neoliberales de Estados Unidos en la actualidad, los ricos españoles se negaban a contribuir económicamente a la defensa de su imperio. La guerra española en el extranjero tenía que ser financiada con una mezcla, explosiva a la larga, de déficit y de inflación, esto es, de deudas y de subida brutal de los precios, el peor castigo para las clases humildes que soportaron el peso de los 150 años de hegemonía. Creo que, a partir de este breve análisis realizado, cada cual puede extraer sus propias conclusiones a la hora de desenmascarar a ese bicho del que tan poco se conoce. ¿De verdad que se conoce tan poco?

Buenas noches y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 18 de abril

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18 de abril

He dormido algo despierto, creo, llenándome de obligaciones interiores para cuando fingiese despertar. Y aquí estoy, un 18 de abril, para iniciar mi trigésimo quinto día de arresto domiciliario, de tal manera que, una vez duchado y aseado, me dispongo a realizar la revisión médica semanal casera de los sábados, para Irma y para mí: Peso: 122,5 kilos, Presión Arterial 160/80, Pulsaciones: 56, Glucosa: 126 mg/dl y Temperatura: 36,5 grados. Quedamos los dos en perfectas condiciones para resistir, de momento, hasta el 10 de mayo.

Sin embargo, aunque el tensiómetro me marque 56 pulsaciones, el cabreo que tengo es mayúsculo, al sentirme manipulado y engañado por estar asistiendo a un espectáculo tan deplorable como vergonzoso y miserable por parte del gobierno de España. Me refiero a las cifras que nos vienen ofreciendo desde el ministerio de Sanidad donde España registra 565 nuevas muertes en las últimas 24 horas, alcanzando la cifra de 20.043 muertos por coronavirus de igual manera que aumenta el número de infectados hasta 191.726. Ahora llega el ministro de Sanidad, el filósofo catalán Salvador Illa, y nos anuncia a través de una orden publicada en el BOE para modificar el sistema de contabilizar el número de muertos e infectados reales, tratando de justificar su preocupante inoperancia y total descoordinación entre las administraciones central y autonómica para hacer frente a esta catástrofe que no revela sino la hipocresía de un gobierno parapetado en excusas de todo tipo con tal de eludir sus propias responsabilidades. Lo he dicho en mi primer diario del 15 de marzo y lo digo ahora: ¡habéis sido unos auténticos irresponsables y, aunque no sea ahora el momento para exigiros responsabilidades políticas y penales, ello no quiere decir que, una vez solventado el principal problema de salvar el mayor número de vidas humanas, tengáis que responder cuando llegue la hora!

Que un Estado moderno como España no sea capaz de ofrecer el número exacto de víctimas de una enfermedad tan devastadora dice mucho de nuestras deficiencias estructurales y negligencias políticas. Primero minusvalorando los riesgos de la pandemia y ahora mostrando una total incapacidad de concretar ese plan de desescalada, precisamente porque se está mintiendo en el número de muertos e infectados reales.

Datos de la OCDE sobre la situación del sistema sanitario de España (Informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico en el año 2017)

Por si esto no fuera suficiente, el gobierno, después de 35 días de arresto domiciliario, basa el diseño del desconfinamiento en los test sobre los que no tiene información, o tiene una mínima información. El propio Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, reconocía ayer mismo, en una de sus comparecencias diarias que “si los datos tienen demasiadas distorsiones las decisiones resultan muy difíciles de tomar”.

Por otra parte, tal y como se puede apreciar en los cuadros adjuntos, nuestro país se está enfrentando a esta catástrofe con un importante déficit de inversión en Sanidad respecto a los niveles de la Unión Europea. El esfuerzo público representa el 71% de todo el gasto sanitario, cifra muy inferior al 79% que arroja la media de la Unión Europea, mientras que el gasto directo de las familias representa un porcentaje mucho mayor.

El Plan Presupuestario 2020 que el Gobierno ha remitido a la Comisión Europea en cumplimiento de la normativa comunitaria contempla, entre otras lindezas como la conocida “mochila austriaca”, un ahorro de 250 millones de euros para el próximo año, en materia de gasto farmacéutico. Así, se estima que la implementación de estas medidas suponga ahorros de 50 millones de euros y 200 millones, en 2019 y 2020 respectivamente”.

No nos engañemos, pero, sobre todo, que nadie trate de seguir engañándonos, porque estas cifras son las mismas que figuran en los planes presupuestarios presentados en Bruselas. Es verdad que el gobierno de Pedro Sánchez prometió elevarlos y, de hecho, en el acuerdo de gobierno de coalición PSOE y Unidas Podemos se recogió la necesidad de revertir la situación, pero no es menos cierto, que a la fecha de hoy nadie lo ha hecho y, dada la actual crisis y la nueva prórroga presupuestaria – se sigue gobernando con los presupuestos del PP, rechazados en su momento por el PSOE -, parece muy poco probable, por no decir imposible que se vaya a cambiar nada de lo entregado documentalmente. De todo ello, lo má grave del informe de la OCDE, es la temporalidad existente entre los sanitarios de los hospitales españoles, con un 30% de los empleados con contrato temporal en ese año 2017, frente al 27% que había en 2012. Yo mismo, desde que recibí mi segundo infarto agudo de miocardio, no he sido capaz de realizar una sola revisión anual con el mismo cardiólogo o cardióloga, hasta el extremo de estar citados en cierta ocasión para la revisión anual y quedar anuladas todas las citas hasta nuevo aviso por la sencilla razón de que no había cardiólogos en el Hospital Valle del Nalón.

Cuando estoy redactando mi diario de hoy, 18 de abril, me llega la triste noticia del fallecimiento de dos médicos por coronavirus, el jefe del Servicio de Digestivo del Complejo Hospitalario de Albacete, Ricardo Pérez Flores, y el doctor Jesús Vaquero, jefe de neurocirugía del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, a los que hay que añadir los 26 muertos anteriores, en muchos casos por el uso de material defectuoso, y los 19.400 sanitarios infectados.

Hace unos días, el CIS de Tezanos, el hombre que jamás acertó una sola encuesta electoral, desde que empezó su labor de la mano del extodopoderoso Alfonso Guerra, lanzaba una estadística diciendo que el 90% de la ciudadanía llevaba bien el confinamiento y que el 97,3% apoyaba las medidas del gobierno para frenar la crisis. Al principio no entendía yo para que querría el gobierno una estadística con esos resultados tan abrumadores, pero después, al leer la pregunta de si se estaba de acuerdo en prohibir los fake news para remitir exclusivamente la información de la pandemia a las fuentes oficiales me dí perfectamente cuenta de que el Gobierno lo que pretende no es la prohibición de los bulos, sino tener la patente en la difusión de los mismos. En definitiva, lo que pretenden es cerrar la boca a los que no les bailan el agua, llegando a tal grado de desfachatez que, incluso  ministros y altos dirigentes del PSOE se permiten el lujo antidemocrático de remitir cartas con membrete oficial del partido a sus militantes para que denuncien aquellos que pongan reparos a los procederes del gobierno sanchista.

Es verdad que la pandemia ha permitido que aceptemos una intervención del Estado en nuestras vidas que jamás no habríamos tolerado en condiciones normales. A fin de cuentas – dicen – es por nuestro bien. Puede ser hasta comprensible, pero no es menos cierto que el poder es invasivo y, aunque siempre nos asegure tener buenas intenciones, la realidad suele ser distinta, entre otras cuestiones, porque cuando el poder que cedes es un poder que concedes, y ese poder al que renuncias no se vuelve a recuperar con facilidad. Es decir, aquello que se admite en una situación excepcional acaba convirtiéndose en una nueva normalidad. No quisiera yo hacer una mirada retrospectiva hacia los años 70 cuando gritábamos en nuestras manifestaciones aquello de “más escuelas y menos policías” por otro de “más policías y menos escuelas”.

En una rueda de prensa celebrada ayer, responsables de seguridad informaron que quien más propuestas de sanción acumula en aplicación de la ley mordaza, son las policías locales, con 250.750 actas levantadas desde que el Consejo de Ministros decretó el estado de alarma el pasado 14 de marzo. Le sigue la Guardia Civil, con 169.940, y luego la Policía, con 156.813 propuestas. Los Mossos d’Esquadra, por su parte, han tramitado ya 48.254 actas y la Ertzaintza otras 7.705. (La Vanguardia, 18 de abril de 2020)

¿Es casualidad que el Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, tenga abierta una investigación sobre si las fuerzas de seguridad están actuando de forma “correcta y proporcional” al sancionar los posibles incumplimientos del confinamiento contra la expansión del coronavirus, cuando, desde su inicio, los agentes llevan impuesto más de 600.000 multas, donde incluso la propia Abogacía del Estado está hablando de un uso excesivo de este recurso?

Son las 20,00 horas cuando anuncian la comparecencia del presidente del gobierno en televisión. Con su acostumbrada lectura por el telepronter, el presidente comienza asegurando que “los españoles son los ciudadanos occidentales que con más rigor han cumplido las limitaciones a la movilidad”, pero, no obstante, sigue pidiendo más esfuerzos para ampliar el estado de alarma hasta el 9 de mayo. Y pese a que ha dicho que aún no podremos levantar las medidas generales de desconfinamiento que se conoce como desescalada, los niños si podrán salir con ciertas medidas de seguridad teniendo en cuenta la opinan también de las comunidades autónomas: “Tras consultar con especialistas en psicología infantil y pediatría, los expertos consideran que es posible aliviar el confinamiento de los niños a partir del 27 de abril”, aunque sin precisar, en qué consistirá esa flexibilización, pero dando una oportunidad a los niños y niñas para poder salir de sus casa y poder disfrutar de un rato al día de aire libre, recalcando, eso sí, de ser muy consciente de la realidad que viven muchos niños y niñas, en hogares de 40 o 50 metros cuadrados, y de su necesidad de “salir a la calle a oxigenarse”.

En este sentido, ha recordado que al igual que han hecho empresas y trabajadores que han vuelto a la actividad, todos pueden contribuir a frenar y controlar el virus adoptando medidas de protección, distanciamientos social e higiene y usando mascarillas, aunque sigo preguntando yo si no será preciso pedirlas por internet a Amazon, porque yo no sé dónde se adquieren todavía.

“Con el sacrificio de todo hemos logrado contener la propagación del virus”, ha subrayado Sánchez, quien ha insistido en que “los logros obtenidos aún son insuficientes y frágiles” para levantar el confinamiento de forma absoluta para toda la población. “Los logros todavía son débiles”, ha justificado Sánchez, que ha insistido en que para iniciar “la desescalada” deben bajar las infecciones, extenderse los test y establecer medidas preventivas.

Por ello, ha explicado que el nuevo estado de alarma no será igual y se irá levantando por fases después de que los españoles hayan dado “una lección ejemplar” y hayan sido “los ciudadanos occidentales que con más rigor han cumplido las restricciones”.

Sánchez ha aprovechado para pedir la colaboración con los partidos de la oposición, las comunidades autónomas y agentes sociales. “Solo hay camino, consenso diálogo y unión” ha afirmado. Así ha anunciado que la próxima semana tendrá reuniones con todos ellos para tratar de llegar a consensos.

El presidente del Gobierno también ha avanzado que la retirada de las medidas de confinamiento podrá ser “diferente” en función de las situaciones de los territorios, y no tendrá que darse una respuesta “homogénea” como lo fue la implantación del estado de alarma.

Además, ha defendido que la salida de la crisis no tiene por qué ser simétrica, como lo fue la respuesta “uniforme” y con los “máximos niveles de exigencia” para hacer frente a la pandemia que tenía por objetivo atajar las crisis, especialmente allí “donde más duramente estaba golpeando”.

El presidente ha advertido, no obstante, que, si se advierten “retrocesos”, se revisarán las decisiones y se reaccionará con nuevas medidas.

Según ha detallado, la reconstrucción debe abarcar cuatro ámbitos: reconstruir y reforzar el sistema sanitario; el segundo, de ámbito económico, incluirá propuestas de acciones financieras, fiscales y administrativas para reconstruir y relanzar el tejido empresarial y los sectores más afectados por la pandemia (la industria, el turismo, la hostelería y la cultura), así como la creación de empleo, con “especial atención” a las pequeñas y medianas empresas, los trabajadores autónomos y la economía social.

El tercer ámbito es la articulación de medidas de protección social, y el cuarto, la adopción de una posición conjunta de país ante la negociación en la Unión Europea.

“No hay porvenir sin unión. La misma tarea que tenemos en España la tenemos que exigir fuera”, ha remarcado Sánchez, para asegurar que la postura del Gobierno de España con respecto a Europa es “firme”. “Europa somos todos y ahora es el momento de demostrarlo”, ha incidido.

El presidente ha indicado que las reuniones con los líderes europeos están empezando a dar sus frutos, aunque en ocasiones suponen un “pulso tenso”, y ha señalado que “sería imperdonable” que la Unión Europea no estuviera a la altura de las circunstancias.

“España no debe quedar desprotegida y Europa no debe permitir que el populismo extienda su mensaje de odio hacia la Unión. Nos vamos a recuperar. Igual que comenzamos a parar al país unidos, así saldremos adelante, unidos”, ha remachado.

Respecto a la aprobación del ingreso mínimo vital previsto para el mes de mayo, ha remarcado que se trata de un esfuerzo más por no dejar a nadie atrás y un ejercicio de trabajo en tiempo récord, una innovación en política pública, al tratarse de una prestación en un Estado compuesto donde algunas regiones cuentan con una iniciativa similar, lo que añade una complejidad a su diseño.

Hasta aquí, lo dicho por el presidente del gobierno.

Buenas noches y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 19 de abril

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19 de abril

Hoy es domingo, 19 de abril, cuando voy a cumplir el 36 día de mi arresto domiciliario, pero lo mismo me da que sea domingo que otro día cualquiera de la semana, mientras siguen incrementándose las cifras de muertos e infectados hasta alcanzar los 20.453 muerto y 195.944 infectados, según las cifras  oficiales – no las reales – del ministerio de Sanidad a las 12,00 horas de hoy,  y mientras siguen desapareciendo los cuerpos, mientras sus familiares siguen buscando  a sus seres queridos que han muerto en la soledad de esas trampas mortales llamados geriátricos, cuando no son más que  pretanatorios, sin que sus familiares tengan la certeza de que sean sus seres queridos los que van al horno crematorio o al cementerio. El reportaje que publica hoy el diario El País a doble página, resulta verdaderamente aterrador.

Sí, claro que me estoy refiriendo a esas personas que nacieron en plena guerra incivil, amamantados con el odio y destetados con el miedo y el hambre, enterándose muy pronto aquellos niños que unos habían sido los ganadores y otros los perdedores y que su destino iba a ser muy distinto en aquella España, una, grande y libre, partida en dos: la del hambre y la del beneficio, la de los descampados con jóvenes perdidos como perros sin collar y la de los otros jóvenes gorditos y bien peinados, quienes, llegado el momento, unos irían al instituto, al colegio de curas y a la Universidad para hacerse dirigentes, amos y señores, y otros, a la mina, a la fábrica o al arado para acabar siendo obreros, jornaleros y servidores, quienes también se dieron cuenta enseguida de la necesidad de luchar contra la dictadura franquista para sacudirse de encima del yugo y las flechas que los amarraba y les disparaba.

Si, claro que me sigo refiriendo a esos niños que ayer sufrieron cárceles y torturas, sin cesar un momento en la conquista de las libertades y las conquistas sociales que seguimos disfrutando. Esos son nuestros viejos que ahora están muriendo abandonados por efectos de un virus demasiado selectivo hacia estas personas viejas y pensionistas.

Desde el inicio de mi “diario de un confinamiento” vengo manteniendo la tesis de que en política nada ocurre por casualidad, y menos en el aspecto que estamos tratando sobre las pensiones y el largo envejecimiento que vienen alcanzando nuestros pensionistas. Un tema que me está obligando a mantener debate tras debate a través de las redes sociales, la mayoría entre gente sensata, y la minoría entre los típicos jenízaros del PSOE.

Tengo 71 años con una trayectoria bastante larga en el movimiento obrero desde los 17 años, y si algo he aprendido en la vida ha sido el de  mantener mi criterio por encima de cualquier consigna de partido o sindicato, con mis errores y con mis virtudes pero, repito, con mi criterio personal siempre desde el análisis de experiencias, no solo recogidas en libros y documentos, sino en la propia universidad de la vida, sin importarme nunca el color de las banderas que puedan representar cualquier opción política o sindical.

Hace mucho tiempo que se ha iniciado el asalto de los corsarios del neoliberalismo al sistema público de las pensiones bajo el argumento que están promoviendo opinadores, tertulianos y políticos de sensibilidad neoliberal próximos a sectores del mundo perteneciente a la oligarquía financiera de la mayoría de los países que siguen considerando, que tales muertes significan un coste relativamente menor y asumible, coste que, además, es necesario para salvar la economía.

Como dijo el vicegobernador del Estado de Texas en EEUU, Dan Patrick, en una entrevista en el canal Fox News, los abuelos de ese país deberían aceptar su muerte a fin de salvar la economía para sus nietos. Y hay algunas de estas voces que incluso piensan que esta alta mortalidad entre la gente mayor facilitaría la salvación del sistema de pensiones público, que hoy consideran insostenible.

Taro Aso, político japonés que actualmente ocupa el puesto de Viceprimer ministro del gobierno de Japón y es el Ministro de Finanzas del gobierno de Shinzō Abe. Desde el 24 de septiembre de 2008 hasta el 15 de septiembre de 2009 fue el 92º primer ministro de Japón. exministro de Finanzas del gobierno japonés

El ministro de Finanzas japonés, Taro Aso, uno de los hombres más ricos de Japón, así lo manifestó públicamente en varias ocasiones: “las personas mayores deben darse prisa y morir para aliviar los gastos del Estado en su atención médica”. Unas declaraciones, desde mi punto de vista, especialmente alarmantes en una sociedad, como la japonesa, en la que el 25% de la población tiene más de 60 años. El propio Taro Aso tenía por aquel entonces 72 años. El ministro arremetió en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad Social contra las tácticas de reanimación y los tratamientos para prolongar de vida, según publica hoy The Guardian. “Se ven obligados a vivir cuando quieren morir. Yo me despertaría sintiéndome mal si sé que el tratamiento está pagado por el Gobierno”. Pero el energúmeno ministro nipón no se quedaría ahí, sino que iría más allá cuando tuvo la desfachatez de referirse a los ancianos que ya no pueden alimentarse a sí mismos como “gente de tubo”.

Para tales voces, lo más importante ahora es salvar la economía y reanimarla para que continúe. De lo contrario, todos tendremos problemas más graves que la pandemia: el paro y la falta de trabajo. Como dijo la bestia salvaje de EEUU, Donald Trump, “no podemos permitir que la cura sea peor que el problema”.

Pues bien, ¿les parece suficiente lo que acabo de escribir, documentadamente? ¡Amárrense los machos!

Acudiendo a la siempre ilustrativa hemeroteca, “Ahora Canarias” ha advertido públicamente sobre la orientación ideológica de esta especialista en “Economía de la Salud”, que estaría orientando el gobierno del cuatripartito “progresista” encabezado por Ángel Víctor Torres.  Se trata de Beatriz González López-Valcárcel, que había sido convocada como experta por el Partido Popular, cuestionó en aquella ocasión: “Se están dando tratamientos oncológicos a pacientes que no tienen más perspectiva que un par de meses por delante, y estamos gastando medio millón de euros por ganar el equivalente a un año de vida ajustada por calidad”.

El carácter de estas declaraciones fue tal que hasta el propio Partido Popular se vio obligado a desmarcarse públicamente de López-Valcárcel. Desde “Ahora Canarias” señalan, finalmente, que Beatriz López “no solo no tuvo ningún problema por sus declaraciones, sino que -luego de ser ponente del PP en Galicia y defender lo que defendió- fue fichada -a principios del 2019- por la ministra de sanidad del Gobierno socialista”.

Ninguno de estos mensajes suena a nuevo; al contrario, todos se amparan en la alargada sombra del malthusianismo, esa alarma lanzada durante la revolución industrial por el pastor Thomas Malthus que preveía la pauperización de la especie humana por falta de recursos, e incluso su desaparición, si no mediaban mecanismos de regulación periódicos como guerras o pandemias.

El mismo Attenborough, premio Príncipe de Asturias en 2009, recoge casi dos siglos después el guante de Malthus y los ecos de la teoría neomalthusiana de la bomba demográfica de los años sesenta para urgir a controlar el crecimiento de la población antes de que lo haga la naturaleza, como ya ocurre en algunas zonas de África golpeadas por la hambruna. Taro Aso, el ministro japonés, más tradicional, apela a la cultura del haraquiri igual que, en los albores de la historia, la población de algunas sociedades tradicionales esperaba que los mayores, cuando devenían una carga para el resto, se autoeliminaran.

Un escenario inquietante, pero demográficamente revelador, que podría sustanciarse en una de las representaciones más dramáticas de la crisis, los suicidios de mayores: “Esas muertes de matrimonios ancianos que se etiquetan como violencia de género pero que resultan ser suicidios, quitarse del medio al sentirse una carga, son claras señales de alerta” , caso muy concreto de uno ocurrido recientemente en la localidad asturiana de Langreo, de uno de los principales problemas de las sociedades desarrolladas, el envejecimiento de la población, apunta la demógrafa Margarita Delgado, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Pero al procedimiento expeditivo de Taro Aso yo no lo llamaría neomalthusianismo, le pondría una etiqueta más fuerte”, añade.

Thomas Robert Malthus fue un clérigo anglicano2​ y erudito británico con gran influencia en la economía política y la demografía. Miembro desde 1819 de la Royal Society, popularizó la teoría de la renta económica y es célebre por la publicación anónima en 1798 del libro Ensayo sobre el principio de la población (An Essay on the Principle of Population).

Con más de 7.000 millones de habitantes, la Tierra parecería estar a punto de agotarse, pero, según los expertos consultados, no se trata tanto de una cuestión de concepto como de estructura: el reparto desigual de la población y, sobre todo, la distribución inequitativa de los recursos. Porque, por ejemplo, con la fortuna de los 100 hombres más ricos del mundo se podría eliminar cuatro veces la pobreza global, según la ONG Oxfam International. Somos muchos si comparamos el número con décadas pasadas, pero lo más importante es la distribución.

Hasta la fecha los reguladores históricos de la población han sido las guerras y las pandemias. En el siglo XX, por primera vez en la historia de la humanidad, la población se ha cuadriplicado desde los 1.500 millones a 6.000 (la ONU elevó la cifra a 7.000 en octubre de 2011); en todos los siglos anteriores ni siquiera se había doblado. Pero la clave demográfica no es la amenaza, sino el contexto sociopolítico y económico el que nos acerca o aleja de la amenaza. Es decir, que estén satisfechas las necesidades básicas, porque, a mayor población, mayor lucha por los recursos. Hoy hay alimentos suficientes para alimentar a la población mundial; el factor belígero es la desigualdad de acceso de la población a los mismos.

Malthus sostiene que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras los alimentos sólo en progresión aritmética: por ello a la población siempre la limitan los medios de subsistencia. Malthus llega a preguntarse sobre si el hombre marchará hacia mejoras sin límite o si está condenado a la oscilación perenne entre la dicha y la miseria. Claro, sin preguntarse, en el momento de elaborar su ensayo, sobre el papel que los políticos cumplirían en adelante y dando por descontado el que ya habían ejecutado en la historia. Sobre todo, en lo que tiene que ver con el manejo no sólo de los medios de subsistencia sino con el de los medios de producción, que llevarían al filo del tiempo a sucesivas hambrunas y a tragedias naturales y colectivas que se hubieran podido evitar.

No sería gratuito lo anterior si se sabe que Malthus termina por preguntarse si aún después de cada esfuerzo los hombres seguirán a distancias inconmensurables de las metas deseadas. Como lo siguen estando, más que nada por la falta de voluntad política de los dirigentes para modificar la situación. Una situación que cada día se agudiza más, teniendo una humanidad cada vez más encadenada, con grandes franjas de población cada vez más alienadas, con cientos de millones de personas privadas de alimento y sin las más elementales condiciones de higiene ni de salud, que tienen que abandonarse a morirse de miedo a causa de las constantes e injustificadas guerras e invasiones de países, así como de destrucción cósmica producida por contaminación ambiental, visual y auditiva; y, sobre todo por la actitud perniciosa, nociva y perversa de los políticos e indiferencia de quienes los eligen sin tener posiciones razonables, sino como producto de la manipulación mediática a través de las encuestas o del engaño, por soborno: por compra de votos, de los elegidos hacia los electores. Como pasa en Colombia, México, Brasil o Argentina, cuando no por fraude electoral.

De ahí que el propio Malthus se refiera a los enemigos del cambio o, por contraste, a los amigos de que las cosas permanezcan iguales, lo que, según él, de hecho, condena a todas las especulaciones políticas. No obstante, aunque alegue que ni siquiera se permite examinar las evidencias a favor del perfeccionamiento de la sociedad, hay que decir que dicho cambio tampoco se ha dado de manera efectiva ni prolongada, si se ha dado alguno, en ninguna sociedad: ni en las monárquicas ni en las supuestas socialistas o comunistas ni, mucho menos, en las capitalistas, las actuales, las del furioso hiper-consumismo  rampante y, al parecer, irresistible e indetenible. Lo que simplemente puede ser una cuestión de gustos, de inclinaciones, de pareceres, al margen de toda conciencia ideológica: he ahí el mayor daño que ha recibido el mundo del neoliberalismo, de la llamada globalización. Del primero, que no es nuevo ni liberal; de la segunda, que es global solo para lo perjudicial.

El primero, neoliberalismo, asociado al comienzo con apertura de mercados, promoción de exportaciones, atracción de inversiones, flujos de capital y, obvio, competitividad; luego, irá a impugnar y a reformar la institucionalidad en la mayoría de campos de los países periféricos; por último, llegarán personajes y políticos a instalarse en el poder para crear una artificial opinión pública, a la que el neoliberalismo se le presenta como la única alternativa y se le adiestra para asumir sus consecuencias: el costo del progreso, la modernización.

Como resultado, a comienzos del siglo XXI, se da la homogenización de los mercados y, ya antes en el XX, la desaparición del Estado-Bienestar, la reducción del papel del Estado en lo socio-cultural y económico, lo que de paso ha hecho obsoleto el concepto Nación. La segunda, globalización, fenómeno económico en esencia, cuyos tres ejes son el afianzamiento del comercio, el creciente poder de las transnacionales, el vertiginoso movimiento de las corrientes financieras especulativas, y que ha traído como funesto resultado la interdependencia asimétrica, en la cual la sensibilidad y la vulnerabilidad de los Estados frente a las crisis en diversas partes del planeta son fundamentales.

En conclusión, hambre para casi todos sin que intervengan las progresiones, salvo la falta de voluntad política de los políticos y, claro, de Monsanto, el controlador del 80% de semillas en el mundo y el que más limita, por el hambre, los medios de subsistencia para la mayoría de la Humanidad .Monsanto, la transnacional (i)responsable del monopolio de las semillas en el mundo que, en 2016, fue absorbida por Bayer para matar dos pájaros de un solo tiro: antes, Monsanto hacía el negocio redondo con los alimentos genéticamente modificados y enfermaba luego de cáncer a la gente; ahora, Bayer, enferma primero a la gente vendiéndole sus nocivos productos y después simplemente se sienta a esperar a los enfermos de cáncer, para venderles sus paliativos.

Reducir en un 70% la clase política. Reducir en un 50% los organismos oficiales. Reducir en un 50% el funcionariado. Eliminar las ayudas y subvenciones a las empresas, sindicatos, bancos, colectivos, iglesia, casa real. Reducir en un 75% los sueldos de los políticos, entre otras cuestiones, sería alguna de las soluciones económicas para mantener las pensiones…

Así, las 13 familias Illuminati, siguen celebrando su perversa decisión de reducir a la población, a la humanidad, en un 20% hasta el 2029: luego, las cosas seguirán iguales. Máxime si se tiene en cuenta lo que ha dicho Christine Lagarde, gerente del FMI, en torno al exceso de viejos que ahora según su torpe mirada resultan una carga onerosa para el Estado, como quien olvida que ellos le entregaron a dicho Estado la vida entera y la mayor parte de sus ingresos: o sea, es un dinero que ahora se les debe devolver en forma de seguridad social y no de lastimosa caridad. La burócrata francesa le ha dado pie a políticos y legisladores colombianos para que ahora digan que “el índice de longevidad alcanza los 80 años” y así pretender justificar un recorte a las prestaciones y un agregado a la edad de jubilación: como ella dice, “ante el riesgo de que la gente viva más de lo esperado”. ¿Es eso posible aquí en Colombia? Lagarde: “Los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo, y ya”.

A menos que seamos capaces de evitarlo, a menos que, como decía Orwell en una entrevista sobre 1984, seamos capaces de aplicar la moraleja que de ahí deriva para los humanos: En nuestro mundo no habrá emociones, excepto miedo, rabia, triunfo y auto humillación. No habrá lealtad, salvo la lealtad de jenízaro al Partido, pero siempre existirá la intoxicación de Poder. Siempre en cada momento, tendrá lugar la emoción de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo que está indefenso. Si quieres una imagen del futuro, imagina una bota aplastando un rostro humano para siempre. La moraleja que se desprende de esta peligrosa situación de pesadilla es simple. No permitamos que esto ocurra.

Buenas noches y hasta mañana.

DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 20 de abril

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20 de abril

No resulta nada agradable permanecer confinado cuando se cumplen hoy, 30 de abril, 37 días de arresto domiciliario que se prolongarán, en principio, hasta el 10 de mayo, tal y como nos anunció el presidente del gobierno en su acostumbrada comparecencia de los sábados, después de 70 minutos de duración para adelantarnos eso y que poco a poco se empezará a tener con los niños de hasta 12 años la misma consideración que se tuvo con los perros desde el principio, aliviando así su cautiverio. El resto del discurso fue cháchara mazorral y vacua como viene siendo costumbre en todas sus comparecencias desde el día que anunció el Estado de Alarma, todos ellos leídos por el telepromter.

No resulta nada agradable, reitero, para nadie, permanecer en cautiverio durante tantos días, porque siendo sincero también lloro a veces, más de rabia contenida e impotencia ante algo que se pudo evitar en más de 80 por ciento de haberse tomado las medidas pertinentes que no se tomaron, sabiéndolo como se sabía, y me desvelo, y me altero con facilidad.

Comparto este cautiverio con mi compañera Irma, lo que ya es un privilegio, pero a mis hijos y mis dos nietas no los veo desde hace cuarenta días, y esa distancia física es la que más me cuesta sobrellevar. Tengo miles de fotos de cuando eran neños, de cuando íbamos a la playa y nos reíamos y abrazábamos. Se las mando por wassap y me envían mensajes cariñosos, aunque tengo la impresión de que para ellos esas fotos no significan lo mismo que para mí. Estoy coleccionando una casa victoriana para la nieta más pequeña y le envio por el wassap de la madre los distintos muebles que salen todas las semanas, y se pone muy contenta, porque le encantan: “guárdamelos todos guelito, ya iré por ellos cuando pueda salir de casa”. Sigo leyendo, escribiendo y escuchando música. Pero yo me considero una persona muy positiva y muy fuerte mentalmente, preparado para resistir todo lo que me echen y preparado para afrontar lo que tenemos y lo que nos vendrá después, no en vano ya me he visto en situaciones mucho más difíciles con la muerte cerquísima.

Después de salir a comprar el periódico, cuatro botellas de leche y dos tarros de kéfir, regreso a casa y lo primero que hago es entrar en el panel del ministerio de Sanidad para ver las últimas actualizaciones, observando que se sigue hablando de mucha desescalada, pero la cruda realidad es que las cifras se incrementan todos los días, alcanzando a las 12,00 horas del 20 de abril 200.210 infectados y 20.852 muertos. Al respecto, he vuelto a tener otro debate en torno a mi diario de ayer referido al número de pensionistas que están siendo víctimas del COVID-19, sin argumentos de ningún tipo y siempre con la misma cantinela por parte de los jenízaros del PSOE de que se mueren por viejos y por tener menos defensas, tratando incluso de ridiculizarme, pero voy a ser muy conciso en mi respuesta de hoy: ¿por qué, tanto el gobierno central y los gobiernos autonómicos, no nos explican que más de 2.200 camas de UCI en la sanidad privada permanecieron desocupadas, mientras se quitaron de en medio a 12.000 viejos pensionistas, la mayoría de ellos sin ni siquiera habérsele administrado oxígeno ? ¿Es verdad o es mentira que hay triaje en los hospitales como abandono total en la mayoría de los pretanatorios, muchos de ellos con el título de geriátrico?

Soy muy consciente que pasarán unos días para que los equipos digitales creados al efecto saldrán a calificar estas noticias, perfectamente contrastadas, como fake o noticias falsas que, como se sabe, están de moda, aunque no sean una moda, porque al igual que la mentira, estos han existido desde que tenemos uso de la palabra. Lo único que ha cambiado es que antes las mentiras quedaban reducidas a un círculo de amigos o de vecinos y, en cambio, ahora con las redes sociales su difusión es masiva, es mundial y a una velocidad sin precedentes. No obstante, conviene dejar matizado la diferencia existente entre fake o noticia falsa y propaganda. Aunque sean muy parecidas existen bastantes diferencias entre ellas, teniendo en cuenta que la propaganda es una información que se genera para intentar convencer a la gente en un entorno determinado de una idea o de un hecho y, en cambio, las fake o noticia falsa lo que buscan es alterar el relato objetivo de los hechos para crear uno alternativo.

La propaganda ha funcionado históricamente desde un país a su propio país, encerrándose en su frontera nacional. El ejemplo clásico es el de la Alemania Nazi, donde el Ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goebbels, y el gobierno de Hitler buscaban que todos los alemanes se sintieran nazis o se sintieran desplazados por no serlo. En conclusión, la propaganda busca convencer y unificar a la sociedad en torno a un ideario. En el caso de las fake news, en cambio, la alteración del relato busca convertir la verdad en una cuestión ideológica, que deja de esta manera de ser objetiva y se convierte en lo que el creador de la noticia falsa quiere que te creas.

Pues bien, en mi diario ni la propaganda ni la mentira tendrán cabida. Solo y exclusivamente me limitaré a contar los hechos que van transcurriendo, día a día, durante este confinamiento que nos ha tocado padecer, sin que ello quiera decir con rotundidad que alguna vez pueda ser objeto de algún engaño producido por informaciones recogidas de algún periódico, revista o cualquier otro medio de comunicación.

La asociación profesional de la Guardia Civil JUCIL manifiesta su “profundo descontento y enfado” por las palabras del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil José Manuel Santiago en el día de hoy, en las que ha indicado que las funciones de la Guardia Civil pasan por “minimizar las críticas a la gestión del Gobierno”. Se tratan de “Unas desafortunadas declaraciones las cuales están completamente en contra del espíritu y los valores de la Benemérita dejando en entredicho la labor que miles de mujeres y hombres que forman la Guardia Civil, con escrupuloso respeto al orden constitucional, saliendo a diario a realizar su trabajo, que no es otro que velar por el Estado de Derecho”.  “Los Guardias Civiles nos debemos en todo momento a la protección del estado de derecho, pero no a la protección de los intereses partidistas de los GRUPOS políticos del Gobierno”.

En este mismo escenario me refiero a las declaraciones realizadas ayer, 19 de abril, en boca del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, general José Manuel Santiago, en la rueda de prensa que cada día se celebra en el Palacio de la Moncloa tras la reunión del Comité Técnico del Gobierno contra el coronavirus, siendo, precisamente, uno de los asuntos sobre la mesa la proliferación de bulos por internet, contestando el general de manera literal que, en el terreno de la lucha contra las “fake news” se trabajaba en dos direcciones: “por un lado, evitar el estrés social que producen estos bulos, y por otro, minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno”. “Todos estos bulos los tratamos de desmentir por nuestras redes sociales”, dijo.

De las palabras literales del general cabría deducir que el Gobierno está utilizando a la Guardia Civil para su beneficio político, y que la Benemérita haya accedido a cumplir esa orden ilegal, pero no tardaría en salir a la palestra el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, para tratar de aclarar las cosas, después de asegurar que no había escuchado  la intervención del jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, pero añadió que si era cierto lo que le había llegado se trataba de un error: «Desconozco lo que se haya podido manifestar porque estaba en la reunión de la Conferencia de Presidentes. Si esas son las expresiones que ha proferido, ha debido de ser un lapsus del general al contestar», dijo. «El estado de alarma –añadió– no cambia ni modifica nada y los bulos son aquellos que tienen un contenido absolutamente falso y su voluntad no es otra que causar de una forma engañosa, torticera e indebida una gran alarma social con riesgo objetivo para el orden público. Y ahí no entra para nada la crítica». Desde mi sincero entender, la antesala de lo que dentro de un tiempo pasará a ser otro bulo desmentido por esas empresas dedicados a ello por el precio de “a tanto la palabra desmentida”.

Apuesto un euro contra mil a que solo una minoría responderá que Galileo no fue quemado en la hoguera por la Iglesia por decir que la Tierra fuera redonda – que era la tesis convencional desde, al menos, Eratóstenes, que se molestó en medirla en el siglo III antes de Cristo – sino que Galileo no murió en la hoguera, sino en la cama y de viejo, concretamente en su casa de San Giorgio, junto al mar.

Cuando pase esta pesadilla, que pasará, porque la tierra continuará girando sobre su eje – y no es un bulo que le costó a Galileo ser quemado en la hoguera por mandato de la iglesia – iremos tomando conciencia de que nos ha tocado sufrir un cataclismo histórico inimaginable al que, en un principio el gobierno de España no le dio la importancia que tenía, pero que acabó marcando nuestras vidas. Lo contaremos a nuestros nietos como si se tratara de un cuento fantástico. Ellos querrán saber como fue posible que un bichito de tan pequeñas dimensiones confinó en sus casas a media humanidad y dislocó la vida económica y social, y yo les contestaré que, en gran parte, fue debido a un gobierno y una oposición que pusieron en juego la vida de miles y miles de personas por estar dedicados prioritariamente a sus intereses electoralistas.

Hoy, 20 de abril, después de haber asistido durante todo el tiempo que dura el Estado de Alarma a todo tipo de insultos y demás entre los partidos del gobierno y la oposición, esto es el bipartidismo turnista PPSOE que gobierna España desde la segunda restauración monárquica lograron llegar a un acuerdo para el diálogo. Recuerdo la intervención del pasado jueves santo cuando el presidente Sánchez apelaba una y otra vez a los pactos para la reconstrucción que quería impulsar incluyendo al PP, y la vicesecretaria del PSOE y portavoz en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, acusaba a Casado de deslealtad: “Todos los españoles recordarán que la sociedad venció al virus mientras usted solo pensaba en vencer al Gobierno. Señor Casado, este error le perseguirá toda su vida”, a la vez que añadía: “España no merece una oposición que alimente bulos, mentiras y odio. Es desleal e indigno pagar en las redes sociales noticias falsas como hacen ustedes”.

“La Brunete mediática lleva días atacando al gobierno de coalición y especialmente al presidente. descalifican, manipulan y propagan bulos. Desde el último debate en el Congreso, donde al PP se le vieron las vergüenzas, lo hacen mucho más. Seguiremos desmontando vuestras mentiras”. Sorprende encontrar las expresiones “derechita cobarde” o “brunete mediático” en el timeline de Lastra en los días en los que el Gobierno hace llamamientos a la unidad no solo de los partidos políticos, sino también de todos los agentes sociales. (Adriana Lastra, 11 de abril de 2020)

Al final, como ha quedado dicho, se reunieron a través de videoconferencia el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Pablo Casado, llegando a un acuerdo de principio para establecer el formato de los “pactos” para la “reconstrucción económica”  ideados por el jefe del Ejecutivo para hacer frente a las consecuencias del coronavirus que se negociarán en una comisión creada expresamente para ello en el Congreso de los Diputados, según han confirmado fuentes de la Moncloa.

En realidad, no podía ser de otra forma, el sistema de mesas paralelas extraparlamentarias, como ha ocurrido con las negociaciones del problema político existente en Cataluña, ha resultado disfuncional y extravagante. La soberanía nacional está en el Parlamento y por averiado que esté, por culpa de los que allí se sientan, es en la Cámara donde debe sustanciarse el debate político y, sobre todo las decisiones. De manera que el acuerdo inicial, de procedimiento, al que llegaron Sánchez y Casado es de sentido común, de mínimos que a nada comprometen, se trata del cauce institucional y constitucional.

La exigencia de Casado de “luz y taquígrafos” es de oficio, añade poco o nada. ¿De qué otra forma puede llegar las propuestas y las votaciones? Otra cuestión es cómo se llega a las propuestas, lo cual tiene que ver con los procedimientos y los contenidos. Para empezar, habría que partir de algún documento de referencia que requiere una elaboración y algunas consultas para poder empezar el debate parlamentario con unos acuerdos de principios.

Esa elaboración, que podemos llamar cocina del acuerdo, necesita discreción y rigor. También en los Pactos de la Moncloa y la Constitución, que tanto se jalean ahora, tuvieron cocina previa y acuerdos de confidencialidad hasta tejer el manto de base del acuerdo.

De todos modos, el pacto que ahora se busca en absoluto necesita de meses, se puede elaborar un documento base en cuestión de días. Qué duda cabe, el laboratorio será imprescindible para evitar patinazos, por ejemplo, con el tema de la “renta mínima”, con el que en principio todos están de acuerdo mientras no llegan los detalles, sería bueno ponerse de acuerdo en el laboratorio sobre si va a recaer sobre la caja de la Seguridad Social o sobre los Presupuestos. Y como éste hay algunos otros puntos esenciales que habría que aclarar antes de empezar a debatir y acordar con “luz y taquígrafos”. No vaya a ser que entremos en la dinámica de las fallidas reformas educativas que descarrilan siempre por aspectos accesorios, ideológicos, que deben despejarse antes de empezar. “Luz y taquígrafos”, pero antes un poco de laboratorio para evitar materiales inflamables que impidan llegar a acuerdos.

Vamos a esperar cuando tengamos el documento publicado, aunque yo me sigo preguntando de donde va a salir el dinero, salvo que vayamos a una revolución fiscal, tan necesaria como urgente, que yo veo a mucha distancia todavía.

Buenas noches y hasta mañana.

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