Desde los inicios, a partir de la Segunda Restauración Borbónica en España, la historia del sindicalismo minero en U.G.T. se ha venido plasmando de formas muy distintas, siempre al calor de lo que se trataba de presentar como rivalidades internas.
En efecto, durante todos estos años de mí trayectoria sindical y política, he venido escuchando y leyendo en los medios de comunicación esta teoría basada en el enfrentamiento entre Saavedra y Villa o Villa y Saavedra en el seno del sindicalismo minero de U.G.T. que, desde mi punto de vista, nunca respondió a ningún enfrentamiento personal, sino más bien a las distintas y distantes concepciones que teníamos cada uno de nosotros sobre el sindicalismo.
Lo primero que quiero dejar muy claro es que si los sindicatos no existieran habría que inventarlos. Y hago esta rotunda afirmación a raíz de ciertos interrogantes surgidos a lo largo de mi vida sindical donde se preguntaba del ¿por qué de los sindicatos? ¿Para qué servían los sindicatos? ¿Qué hacían los sindicatos por los trabajadores?, normalmente siempre respondiendo a las estrategias antisindicales, perfectamente diseñadas por los “Think Tank” o laboratorios de ideas de las grandes empresas y sus títeres en los respectivos gobiernos, lanzadas hacia la sociedad a través de sus medios de prensa, radio y televisión.
Desde mi punto de vista, no parece que haya muchas dudas sobre lo que es y tiene que seguir siendo un sindicato como organización de trabajadores para la defensa de sus intereses de clase. Otra cuestión muy distinta es ver cómo los sindicatos han ido cayendo en manos de cúpulas de hampones, como forma de ese pandillerismo que no representa sino una forma de cooperación entre la patronal, el gobierno y esa clase de dirigentes sindicales que ha traicionado a los trabajadores, llevándolos a la derrota y el desastre, tal como ha ocurrido con el SOMA-UGT-PSOE en Asturias, dirigido por el llamado “villismo” en la persona de su “capofamiglia”, José Ángel Fernández Villa, y sus respectivos “consiglieris”, durante más de treinta años, para recordarnos al peor de los pandillerismos caponescos del Chicago de los años veinte, cuando Alphonse Gabriel Capone “Al Capone” dirigía la industria y la limpieza y teñido de ropas de la ciudad por medio de una asociación comercial, hasta el extremo de que la propia Federación Estadounidense del Trabajo (AFL) llegaría a reconocer que 28 de sus filiales de Chicago se hallaban al servicio de Al Capone y demás sicarios.
Es evidente que existen muchas clases de sindicatos, desde los sindicatos gremiales hasta los independientes, pasando por los sindicatos de empresa, de industria y de cuadros, hasta llegar al pandillerismo sindical, practicado en la minería asturiana por el “villismo somático”, pero de lo que no existen muchas clases es en el sindicalismo de clase, como organización de lucha al servicio de y para los trabajadores, nacido cuando la clase obrera comprendió que necesitaba organizarse para la lucha contra la explotación capitalista, y que esta lucha no podía realizarla ningún obrero solo, sino uniéndose y organizándose con sus compañeros de trabajo, entre otras cuestiones, porque ya no servían las antiguas formas de organización y de lucha de la época del artesanado.
Este fue el sindicalismo que aprendí con los mineros en las barriadas de las localidades langreanas de Lada y La Juécara – auténticas fortalezas del movimiento obrero contra el franquismo -; ese es el sindicalismo del que me fui impregnando en los pozos mineros; y ese el sindicalismo que desde mis inicios como aprendiz de sindicalista traté de implantar allí donde tocaba organizar a los trabajadores. Sindicalismo de clase que, algunos medios de comunicación les dio por etiquetar como “saavedrismo” para diferenciarlo del “villismo”, tal y como solía trasmitir en mis intervenciones ante los mineros:”… Es una realidad latente que nos encontramos en un sindicalismo, evidentemente politizado, como todos; lo que pasa es que hay una política de la derecha en sus distintas versiones que también penetra en el sindicalismo. Cada vez que oigo de un sindicato que es apolítico me echo a temblar y pienso: ¿Y a ese sindicato, quien coño lo manda? ¿Qué patrón le manda?, porque le manda alguien ¿verdad?
Para mí el apoliticismo sindical, tan grato a los sectores atrasados y a la reacción no encubre sino la imposición burguesa a los trabajadores. No creo que el problema de la UNIDAD SINDICAL pase por la despolitización, sino por intentar superar realmente el partidismo existente. Y cuando hablo de la UNIDAD SINDICAL, me refiero a la UNIDAD de lo que es el conjunto del SINDICALISMO DE CLASE. Yo con los amarillos y con el pandillerismo sindical no tengo ningún interés en unirme nunca. Yo hablo de la UNIDAD DEL SINDICALISMO DE CLASE que, vuelvo a repetir, puede y debe de avanzar en un proceso que tiene que pasar por consolidar la UNIDAD DE ACCION SINDICAL.
El sindicato, los sindicatos, deben de emplearse para servir exclusivamente a los trabajadores y nunca para servirse de él, de ellos, como trampolín político de ciertas apetencias personales. Y con ello no estoy condenando el apoliticismo. Lo que debemos condenar enérgicamente es la práctica de un sindicalismo dirigido, porque los sindicatos, cuando se convierten en apéndices gubernamentales o de cualquier patronal, pierden la libertad de acción y arrastran a las masas por el camino de la derrota. No podemos ni debemos confiar en aquellas organizaciones sindicales que tienen su secretaría permanente en los despachos ministeriales o de los partidos políticos, enviando a sus miembros a realizar propaganda gubernamental o de partido.
Y conste, que no estoy rechazando el papel que tendrían que jugar los partidos políticos, sino defendiendo, siempre desde la plena autonomía sindical, una relación normalizada con todos los existentes a través de una interlocución fluida con todas las fuerzas. Al fin y al cabo, la convergencia en los objetivos de clase a lograr, tendrán que venir dados a través de una combinación de la lucha sindical desde los sindicatos de clase con la lucha política de los partidos obreros en los parlamentos, en los ayuntamientos y en la calle. Pero, además, se impone la necesidad de un reforzamiento sindical a través del internacionalismo sindical, encuadrando a todos los sindicatos en confederaciones internacionales, tal y como están organizadas las multinacionales en los distintos sectores, para profundizar en el trabajo conjunto a todos sus niveles”. (Discurso a los mineros en la Casa de Cultura de Mieres, el día 12 de junio de 2012)
Sin embargo, debo de reconocer que, a pesar de todos mis esfuerzos a lo largo de mi trayectoria sindical, y creyendo tener tan claras mis ideas sobre el sindicalismo de clase como una herramienta fundamental para lograr los objetivos de cada momento, mis teorías “saavedristas” han quedado muy lejos de hacerse realidad, imponiéndose las tesis “villistas”. Por lo menos, así lo han reconocido las organizaciones gubernamentales y patronales a las que sirvieron en sus ataques contra los trabajadores – en el caso concreto de Asturias, prestándose vergonzosamente al cierre de las explotaciones mineras del carbón y la consiguiente muerte de las comarcas mineras – premiando a su “capofamiglia Villa” con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, concedida por el Gobierno de Zapatero en la persona de su Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, el 12 de octubre de 2009, con asistencia del exvicepresidente del Gobierno felipista del PSOE, Alfonso Guerra, que llegó a declarar en el acto “el merecimiento de esta medalla por parte de José Angel Villa, considerando que cualquier cosa que se diga de esta persona queda pequeña porque ser consecuente con la vida política y la vida sindical es una tarea muy difícil que hoy no hay muchos que lo hagan”, aunque mucho más vomitivas resultaban las declaraciones del secretario general de U.G.T., Cándido Méndez, cuando tuvo la insensatez de afirmar en el mismo acto ministerial que “la condecoración se hacía con total justicia a una persona con una trayectoria sindical y laboral intachable…”
Por cierto, una medalla que le da un tratamiento de “Excelentísimo Señor” a su poseedor, de acuerdo con la normativa establecida por la dictadura de Primo de Rivera, aunque suprimida durante la República para ser restaurada en 1942, a la que se irían sumando todo tipo de medallas y placas de reconocimiento a su labor de pandillero sindical, como la Medalla de Oro del Principado de Asturias, Medalla del Montepío de la Minería Asturiana, Langreano de Honor, y hasta la ficha de la Coca-Cola… pero, entre todas, no tienen ningún valor si las comparamos con el galardón otorgado a mi trayectoria con los “VALORES REPUBLICANOS”, recibido el 20 de setiembre de 2014 en los montes asturianos del “Mazucu”, lugar donde se desarrolló la batalla de todas las batallas durante la incívica guerra española, y donde permanecen los restos de tantos y tantos mineros y obreros republicanos enterrados por la montaña llanisca, después de haber dedicado lo mejor de su vida a la lucha por las libertades, la democracia, y la defensa de la II REPÚBLICA elegida democráticamente con la mayoría de los votos de los españoles.
Al hilo de la concesión de esta Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo al pandillero sindical Villa, cabe hacerse un interrogante al respecto: ¿Cómo es posible seguir dándole un tratamiento de Excelentísimo a un sujeto como el mencionado, imputado o investigado – como se dice ahora – por los Tribunales de Justicia, después de serle presentada una querella criminal por su propio sindicato – SOMAFITAGUGT – por apropiación del dinero de las cuotas y dietas procedentes de los propios afiliados y representantes somáticos, amén de estar investigado por la Fiscalía Especial contra la Corrupción y el Crimen Organizado, sin serle retirada dicha condecoración?
Otra de las diferencias existentes entre el “saavedrismo” y el “villismo” es que, mientras yo sigo viviendo feliz y contento, además de seguir durmiendo a “pata llana” en una casa de sesenta metros cuadrados en la barriada langreana de La Juécara, la misma donde viví toda mi vida – salvo desde los cuatro a los quince años de edad que viví en la barriada minera de Lada -, el “excelentísimo” Villa, lo hace en una de sus once propiedades inmobiliarias: un ático doble de doscientos metros cuadrados, unido por la corrupción del pandillerismo sindical practicado a lo largo de su truculenta trayectoria de “capofamiglia” del pandillerismo somático, situado en el lujoso barrio ovetense de La Florida, donde permanece en pleno rodaje de la tragicomedia de su vida, tratando de hacer entender al pueblo de que está “loco”, con el fin de evitar su comparecencia ante los tribunales de la Justicia para responder de sus muchas responsabilidades penales.
En efecto, con fecha 10 de octubre de 2015, el Juzgado de Oviedo aceptaba la querella presentada por el SOMA-UGT contra su “excapofamiglia”, José Ángel Fernández Villa, por presunto delito de apropiación indebida de cantidades millonarias de dinero procedente de las arcas del sindicato, a la vez que la hacía extensible, con la misma acusación, a uno de sus “consiglieris” de la máxima confianza, el exsecretario de INFIDE, Pedro Castillejo Partido.
De esa manera, el “excelentísimo capofamiglia” VILLA, después de haber sido expulsado fulminantemente del SOMA-UGT-PSOE y del Montepío de la Minería Asturiana del Carbón por delincuente, donde también conserva la medalla de oro que le fuera impuesta por el presidente de la institución, José Antonio Postigo, también expulsado de las citadas organizaciones, actualmente también investigado por la Fiscalía Especial contra la Corrupción y el Crimen Organizado, se ponía fin a una era política en Asturias, donde la corrupción y el robo eran el denominador común de estos y otros bandidos que llevaron a las comarcas mineras a la más de las paupérrimas miserias después de haberse prestado tan canallescamente al cierre de las explotaciones mineras del carbón, cumpliendo las ordenes de la oligarquía financiera a través de sus títeres monclovitas del bipartidismo turnista del PPSOE.
Ahora, después de asistir al circo montado en torno a una supuesta enfermedad que no le permite recordar quien es, ni mucho menos acordarse de sus latrocinios – yo hace tiempo que he dado por perdidas mis OCHOCIENTAS SETENTA Y CUATRO MIL PESETAS del año 1979, que él mismo había ordenado en HUNOSA quitarme de mi salario, cuando estaba dedicado exclusivamente a la tarea sindical desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. con las horas sindicales acumuladas de los compañeros mineros – el “excelentísimo” permanece de viaje permanente, entre su casa y el hospital, a la espera de que los jueces – en este caso la jueza – haya iniciado los trámites para que el sujeto en cuestión sea sometido al examen de un neurólogo especializado en la materia de demencias, de fuera de la región asturiana, con el fin de determinar el alcance real de su enfermedad, quedando citado el doctor Alfredo Robles Bayón, que ejerce su profesión en Galicia, para el día 21 de octubre de 2016.
En cualquier caso, y como quiera que pretendo hacer una ampliación de mi libro “VILLAMOCHO: CORRUPCIÓN EN EL SINDICALISMO MINERO” en este sobre MI VIDA, dedicándole los capítulos necesarios, una vez que se vayan obteniendo conclusiones y sentencias judiciales al respecto, dejo un final momentáneo a este capítulo sobre “saavedrismo” y “villismo”.