Queridas y queridos amigos y amigas: No sé cuál ha sido el motivo por el que me ha tocado dirigiros unas palabras en este emotivo acto que celebramos hoy.
Pero mi amigo Luisma me ha encargado esta tarea y aquí estoy, resultando muy difícil describir la alegría de vernos todos juntos y juntas, por primera vez, desde que hace tres años un grupo de compañeros encabezados por Luisma, Marrón, Celsín y otros, iniciasen estos, cada vez más necesarios, encuentros. Saber que a todos les ha ido bien, que han logrado cumplir sus sueños profesionales y qué, aunque con altas y bajas, nuestras vidas personales también hayan ido por buen rumbo me llena de plena satisfacción, no pudiendo decir lo mismo de dos compañeros que nos han dejado para siempre, como eran Julio Carrasco y, muy recientemente, Remigio.
Reconocer a ese par de ojos conocidos bajo una frente arrugada, a aquella cara juvenil que ahora se acompaña de panza o a una sonrisa amiga bajo una cabeza que perdió el cabello, es parte de las sorpresas que provocan los reencuentros de los compañeros tras muchos años transcurridos sir vernos.
Hoy hablamos y recordamos, transformando los años en meses, los meses en días y los días en horas.
Volvemos nuestro tiempo atrás y todos y cada uno de nosotros y nosotras nos convertimos en aquellos guajes y guajas desesperados por comerse el mundo y cumplir muchísimas metas y sueños.
Compartimos, efectivamente, momentos divertidos, inspiradores y otros que ponían a prueba nuestra amistad, pero de los que siempre supimos salir. Ahora, que ya estamos un poco crecidos y miramos hacia atrás, podemos darnos cuenta de los grandes amigos que tuvimos y que ahora no vemos tan seguido, pues el ritmo de la vida ha provocado que tomemos nuestros propios caminos y ya no compartamos la rutina diaria como antes.
Y por eso estoy aquí, como creo que estáis todos vosotros y vosotras. Ya somos mayores y tenemos diferentes intereses. Sin embargo, siempre compartiremos las ganas de mantener una amistad que se tiene que hacer más grande mientras pasan los años.
Quiero que sepáis que siempre estaré ahí para daros mi sincero apoyo en todo aquello que pueda responder, para daros una mano cuando la necesitéis y para celebrar vuestros triunfos y ayudaros en vuestras derrotas. Quiero que entendáis que, por mucho que nuestros caminos se separen, siempre nos encontraremos al final o en cada parada, pues de eso trata la amistad y la solidaridad.
Puede que no nos veamos en días, semanas, meses o incluso años. Sin embargo, la alegría de vernos y las ansias de compartir con vosotros y vosotras siempre permanecerán intactas.
Gracias por ser parte de los mejores tiempos en la escuela, en los juegos infantiles de aquel barrio de puertas abiertas del Nalón y, sobre todo, en nuestro campo de fútbol “Maracaná” de Lada, donde pasé los años más felices de mi vida. Gracias por entregarme vuestra amistad y por hacerme parte de vuestras vidas, tal como vosotros y vosotras ya formáis parte de la mía.
Gracias por tantos momentos divertidos, y gracias por todas esas risas, por todas esas bromas, por esas conversaciones diversas.
Jamás os olvidaré, y jamás dejaré de lado vuestra amistad, pues ya forman parte de mi vida y me siento muy orgulloso por el camino que cada uno de vosotros y vosotras ha tomado, esperando muy sinceramente que, en lo que venga, todo sea bueno para todos y todas.
Sólo puedo deciros gracias por vuestra amistad y vuestro cariño de siempre, y desde este momento todos y todas quedamos convocados para el quinto encuentro del año 2019.