Volviendo al día de hoy, en el 25 día de mi arresto domiciliario, lo primero que hago nada más levantarme, después de mi ducha y aseo diarios, es proceder a medir los niveles de glucosa en mi sangre con el resultado de 110 mg/dl, exactamente igual que ayer en ayunas, para desayunar y vestirme para salir a por la prensa y hacer la compra de los artículos más pesados para evitar que Irma cargue con ellos: cuatro kilos de naranjas, cuatro botellas de leche y cuatro kéfir para mí, teniendo en cuenta que jueves y viernes estará cerrado el comercio.
De regreso a casa, lo primero que hago, antes de ponerme a leer la prensa, es ponerme delante del panel informativo del Ministerio de Sanidad, observando que, el conocido como “efecto fin de semana” ya no sirve para este miércoles, de tal manera que España ha vuelto a registrar un ascenso en el número de muertos por coronavirus: 757 en las últimas 24 horas, hasta alcanzar los 14.555 fallecidos, con 146.690 infectados. No obstante, hay que dejar constancia, una vez más, que está cifras ofrecen poca credibilidad cuando observamos que, al menos, 15 de cada 16 afectados por el coronavirus – más del 90 % – no están registrados, según las estimaciones del propio Ministerio de Sanidad, y lo mismo se puede decir refiriéndonos al número de muertos cuando los datos de los entierros en Madrid apuntan 3.000 muertes más de las oficiales. Informes elaborados y publicados por el Instituto de Salud Carlos III indican que los datos de defunciones por coronavirus observadas son provisionales, debido a que el sistema se alimenta de las defunciones que notifican los registros civiles informatizados al Ministerio de Justicia: “Cabe destacar que en estos momentos el retraso entre la fecha de defunción y la de notificación se está incrementando”. El aumento de fallecimientos por el COVID-19 ha desbordado los registros civiles, encargados de inscribir las defunciones y expedir las licencias de enterramiento. Están saturados y las defunciones tardan en incorporarse a las estadísticas. Por tanto, habrá que seguir esperando hasta que se acabe esta pesadilla para poder hacer un balance final de las víctimas por esta maldita pandemia que, al día de hoy, 8 de abril, nos dan las cifras de infectados y muertos que a continuación se detallan:
42.450 en Madrid (5.586 muertos)
29.647 en Cataluña (3.041 muertos)
11.788 en Castilla-La Mancha (1.255 muertos)
10.058 en Castilla y León (1.028 muertos)
9.452 en País Vasco (635 muertos)
8.997 en Andalucía (605 muertos)
7.655 en la Comunidad Valenciana (724 muertos)
6.538 en Galicia (213 muertos)
3.549 en Aragón (349 muertos)
3.467 en Navarra (206 muertos)
2.951 en La Rioja (177 muertos)
2.184 en Extremadura (271 muertos)
1.762 en Canarias (91 muertos)
1.705 en Asturias (102 muertos)
1.572 en Cantabria (92 muertos)
1.369 en Baleares (84 muertos)
1.326 en Murcia (85 muertos)
93 en Melilla (2 muertos)
84 en Ceuta (4 muertos)
Al menos 15 de cada 16 afectados por el coronavirus en España – más del 90% – no están registrados, según las estimaciones del propia Ministerio de Sanidad (El País, 8 de abril de 2020)
Sin embargo, el ministro sigue lanzando un mensaje positivo en torno a la ralentización de la curva. “A partir del 25 de marzo la pendiente de fallecidos se redujo y desde el 2 de abril empezó a descender. Los datos nos confirman la estabilización de la curva, su aplanamiento. Hemos alcanzado el pico de la curva y estamos en una fase de ralentización”, ha afirmado.
En otro orden de cosas, sigo muy atento a la respuesta europea a la crisis del coronavirus en las reuniones que hoy han comenzado para debatir una estrategia conjunta para salir del confinamiento y evitar el sálvese quien pueda, tal y como explicaba en mi diario de ayer, pero todo parece indicar que no se llegará a ningún acuerdo posible. Esperamos al día de mañana que será cuando se llegue a un acuerdo o todo salte por los aires.
En este mismo contexto, aunque refiriéndose exclusivamente a nuestro país, cada vez son más las voces que hablan de una reedición de los Pactos de La Moncloa, avanzado en el discurso del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado sábado, 4 de abril. Hoy sería la Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien, actuando como portavoz del Consejo de Ministros, haría un llamamiento muy claro al respecto: “Queremos abrir una gran concertación social con todos los grupos políticos, con los empresarios y sindicatos, con humildad y generosidad”. “Son momentos delicados de la historia de España, como hace cuatro décadas. Entonces todos tuvieron que unirse y también ahora, España necesita un gran acuerdo de país, llámese Pacto de la Moncloa o como se quiera. Y no solo en términos, también en valores colectivos, para que todos podamos acceder a servicios públicos esenciales que son la gran conquista de este país y también como refuerzo de los derechos democráticos”, insistía la ministra, como si las personas a las que nos tocó combatir en vivo y en directo aquellos pactos trampa nos fuéramos a chupar el dedo por segunda vez.
En la misma línea se ha expresado el expresidente del Gobierno, el hispanocolombiano Felipe González, defendiendo este mismo miércoles la reedición de unos nuevos Pactos de la Moncloa, pero lanzando sus conocidos puyazos a “discursos cargados de ideología”, los mismos que “criticaban” los acuerdos alcanzados en 1977, refiriéndose veladamente a Podemos, o, si se prefiere, a Pablo Iglesias, “esos que criticaban los Pactos de la Moncloa, el pacto constitucional. Algunos de ellos todavía siguen revisando críticamente lo que se hizo y que nos permitió 40 años de progreso. (…) Necesitamos que los líderes políticos, que siempre habrá quien se niegue, se pongan de acuerdo cediendo en posiciones y no incurriendo en contradicciones que veo (…) Ahora la situación obliga más aún a un consenso total ante el desconocimiento del covid-19”.
El expresidente ha puesto el énfasis en que ese diálogo tiene que ser extensible a los presidentes de todas las comunidades autonomías, así como alcaldes, que son los que mejor conocen la situación de sus ciudades, como el de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al que ha alabado su gestión y actitud. “Me ha sorprendido gratamente cómo está al pie del cañón y esa humildad de contar con otros. Lo felicito por su actitud”, ha dicho, para desvelar que nadie en el Gobierno le ha llamado. “Si me pregunta si el Gobierno me ha consultado, la respuesta es no
Por otro lado, el que fuera jefe del Ejecutivo se ha referido al cierre del Congreso de los Diputados, una de las decisiones derivadas de la declaración del estado de alarma. “Ahora no hay ninguna explicación para que la vida parlamentaria no presencial no se ponga en marcha”, ha sostenido.
No, Felipe, a estas alturas del debate ya no tienes ni capacidad ni credibilidad para seguir engañando a un pueblo como hiciste a lo largo de tu trayectoria política. Quédate en tu nueva patria de Colombia, disfrutando de eso que tanto te gusta meterte por la nariz, pero no vengas aquí para que te recordemos aquello de que “el capitalismo es el menos malo de los sistemas económicos, prefiriendo dormir en el metro de New York antes que en la mejor dacha de la Unión Soviética”–
En este mismo contexto, conociendo el resultado y teniendo en cuenta la experiencia de los Pactos de la Moncloa en absoluto puedo estar de acuerdo con la reedición de los Pacto de La Moncloa. Aunque me he explayado de manera exhaustivo en otro de mis diarios, me acuerdo que, siendo yo el secretario general de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T., se barajó la posibilidad de que si no se cumplían aquellos pactos nos echaríamos a la calle, Pues bien, ni se cumplieron ni nos echemos a la calle. Esta triste experiencia es la que tengo yo de aquellos pactos/trampa y me temo que, si la iniciativa privada y el capital llevan la iniciativa en esta ocasión, seguirá siendo más de lo mismo. Hay que llegar en España a un pacto, pero no sobre las bases económicas actuales. Sería un tremendo error. Ya no podemos volver a lo de antes del coronavirus, esa visión de la economía ha hecho aguas. Tenemos que inventar otras soluciones, quizás economías mixtas donde el Estado, con la Constitución en la mano, indique cuáles son los sectores preferentes. Donde el empleo vaya dirigido a iniciativas de salud pública, educación, enseñanza, medio ambiente, asistencia social… Ahí hay un yacimiento de trabajo. Esto significa una imposición fiscal fuerte, para aquellos que tienen dinero, no para los que no tienen. Esto es un cuestionamiento de lo que ha habido hasta ahora. Bajo esas premisas podemos hablar de pacto. Si se trata de volver a los parámetros anteriores, jamás estaré de acuerdo.
No cabe ninguna duda que, tanto Pablo Iglesias como Unidas Podemos se la juegan en este dardo envenenado que se les presenta. Efectivamente, Pablo Iglesias ha defendido, aunque sin gran convicción la propuesta de Pedro Sánchez de acordar unos nuevos Pactos de la Moncloa para superar la crisis económica y social del coronavirus. En su papel de vicepresidente segundo del Gobierno, el líder de Unidas Podemos no puede permitirse repetir lo que decía hace no tanto tiempo sobre aquellos históricos acuerdos que enderezaron el rumbo de España en los primeros años de la democracia constitucional. Pienso, y así lo expreso públicamente, que la posición que adopte Podemos tendrá que se debatida previamente en todas y cada una de las asambleas presenciales que habrá necesariamente que realizar en todos y cada uno de los rincones posibles a lo largo y ancho del país – digo asambleas presenciales, porque no me pueden servir las conocidas votaciones telemáticas al uso – para hacerlas confluir en una magna asamblea a celebrar en Madrid el 15-M para que todos y todas nos acordemos por que nació Podemos, y para qué. De lo contrario me atrevo a vaticinar una nueva vida de la organización como otro de los grupúsculos extraparlamentarios. Desde mi honesto y sincero punto de vista pienso que se debe profundizar en los errores cometidos a lo largo de la corta vida de Podemos, siendo preciso abordar una discusión sobre las causas reales del rápido declive electoral al pasar de sumar má del 20% del electorado en toda España y de convertirse en la primera fuerza de Cataluña y el País Vasco, a ser la cuarta fuerza del país. ¿Qué ha sucedido o está sucediendo en Podemos? Esa es la cuestión.