Hoy, cuando se cumplen 47 días de mi arresto domiciliario, me dispongo a escribir mi diario a las 21,00 horas. El motivo no es otro que los putos vértigos que me han tenido en la cama prácticamente todo el día, a oscuras y con la radio como única compañera. En la misma estaba escuchando yo que, el machismo mataba más que el coronavirus. Que el miedo mataba más que el coronavirus o que los bulos y mentiras mataban más que coronavirus, pero la cruda realidad es que el coronavirus lleva matados al día de hoy, 30 de abril, 24.543 personas, además de otras 213.435 personas infectadas, de las cuales, muchas de ellas llevarán el mismo destino que las anteriores. Esa es la realidad oficial – la realidad es otra muy distinta – de aquel virus prácticamente inofensivo que nos decía el médico especializado en Epidemiología, Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, cuando declaraba que “Nosotros creemos que España no va a tener como mucho más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local. Si la hay, será una transmisión muy limitada y muy controlada”. (The Guardian, el 9 de febrero de 2020), mientras ese mismo día, la OMS decretaba la emergencia internacional, una medida para intensificar las medidas de prevención y coordinación, pero que, según el eminente doctor, no afectaba a España al no ser un país directamente afectado por el coronavirus.
Menos mal que tenemos a un filósofo como ministro de Sanidad y a una doctora como ministra de Hacienda, de tal manera que si se incrementa la inflación les pone el termómetro y les receta paracetamol, y a los millones de parados que está generando el COVID-19 les manda sacar la lengua para que digan 33 y les diagnostica un ERTE. En el caso de nuestro ministro de Sanidad, emulando al celebre Mario Moreno “Cantinflas”, nos dice que las mascarillas no son necesarias cuando no las hay, pero cuando las haya serán obligatorias.
“Si actuamos con prudencia, este primer alivio vendrá seguido de otro nuevo una semana después”. Y ha especificado: “Si la evolución de la pandemia prosigue en un sentido positivo, a partir del 2 de mayo se permitirá la salida para hacer actividad individual y paseos con las personas con las que convivimos”.
Sin embargo, tras casi siete semanas de arresto domiciliario, desde Moncloa se dice que el presidente, Pedro Sánchez, cada vez está más fuerte. Resistencia y unidad – “juntos entramos y juntos saldremos”, dice el presidente – es la hoja de ruta del presidente para recuperar la nueva normalidad a finales del mes de junio, eso sí, siempre que no haya rebrotes.
Mire, señor presidente: de momento la principal estrategia a realizar tiene que ser la medida para frenar la sangría de muertes e infecciones de las personas facilitando todo el material adecuado para esos sanitarios que, junto con otras tantísimas personas están dejando muy claro cuál es la mejor parte del ser humano: su capacidad de colaboración y apoyo mutuo.
Déjese de tanta propaganda y de tanto teatro a través del teleprónter para seguir promocionando su ego en los momentos de mayor audiencia, y póngase, mientras sufrimos este cautiverio, a diseñar qué España queremos cuando hayamos superado este trance, los que hayan logrado superarlo. Cómo fortaleceremos nuestro sistema sanitario y nuestra capacidad de reacción ante las pandemias del futuro y de que forma abordaremos las crecientes desigualdades sociales y los efectos de esta globalización, y si es necesario – desde mi humilde entender, visto lo que está ocurriendo, totalmente necesario a través de un verdadero pacto de Estado para la Sanidad -, prescindir de esos reinos de taifas en cada Comunidad Autónoma, se prescinde de ellos y punto. No se trata de volver a la normalidad, como usted dice en sus homilías sabatinas, porque esa normalidad es el meollo del problema que estamos viviendo actualmente.
Usted, señor presidente, nos ha presentando un plan de desescalada que tiene más agujeros que un queso de gruyere, no por quedar como el último dirigente europeo en lanzar una estrategia antipandemia, sino por temor de que la mayoría de los españoles que estamos hasta los cojones lo mandaran todo a freír espárragos y se rebelaran al amanecer.
En efecto, la ciudadanía en general estamos demostrando altura y responsabilidad. Estamos soportando con estoicismo que nuestro país, debido a la incompetencia de unos políticos a la diestra y a la siniestra, esté alcanzando con el puto virus la letalidad más alta de todo el planeta. Pero lo que no podemos estar, al menos yo, es a que nos sigan tratando de gilipollas de forma reiterada. Y, así, en medio de la crisis sanitaria, social y económica más grave de nuestra historia reciente – es una catástrofe, señor presidente, por mucho que usted y sus generales ataviados con sus pecheras llenas de medallas y todo tipo de abalorios se sigan empeñando en llamar una guerra a lo que no es una guerra -, el país entero parece pendiente de una moderna y casposa versión de Los cuernos de don Friolera, aquel divertidísimo esperpento donde Valle Inclán retrata una España de principios del siglo XX criticando los prejuicios morales de la pérdida del honor por “los cuernos”, cuando el teniente Astete – don Friolera -, recibe un anónimo avisándole de que su mujer doña Loreta le está poniendo los cuernos con el peluquero Pachequín y decide tramar la venganza de matar a los inocentes amantes ante las burlas del vecindario, ofuscado en lo más hondo de su orgullo, recurre a un ancestral código del honor, y pistola en mano, se conmina a cometer el crimen, al grito de “¡En el cuerpo de carabineros no hay cabrones!”
No nos engañemos, señor presidente: usted ha lanzado un plan de desescalada a ciegas, otra farsa más del sanchismo asesorado por su “rasputin” Iván Redondo, un plan de desescalada donde no hay un mapa serológico – nadie moralmente responsable y científicamente asistido desconfina a la población con más de 300 muertos diarios -, porque tampoco se presentó donde hay que presentarlo, que es el Congreso de los Diputados a donde llegáis porque os elige el pueblo, como se hace en cualquier democracia parlamentaria. Por eso y por mucho más no se puede llamar plan de desescalada a algo que no es distinto a tirar una moneda al aire por si sale la cara signifique la libertad de la ciudadanía, pero si sale cruz signifique un nuevo rebrote del COVID-19.
Una prueba evidente de lo que estoy manifestando es que el gobierno han entrado en una zona de peligro, refiriéndome a la cuarta prórroga consecutiva del estado de alarma – hasta el 25 de mayo -, con la puesta en marcha del comentado “plan de desescalada” para la que no tiene, de momento, garantizado el apoyo del Congreso de los Diputados, hasta el punto de que, al día de hoy, ni siquiera tiene el voto favorable de los grupos que le apoyaron en su investidura a la presidencia del gobierno. Es una cuestión que tendremos ocasión de ver la próxima semana cuando tenga que comparecer en el Parlamento para pedirles el voto favorable a otra prórroga para seguir en nuestro cautiverio.
He dicho con anterioridad “a la diestra y a la siniestra” de una manera muy intencionada, porque siendo verdad que usted ha demostrado una total irresponsabilidad ante la gran catástrofe que vive el pueblo español, y sigue demostrando una total ineficacia en la gestión de la misma, no es menos cierto que sus opositores – los de la organización criminal del PP y sus extremos – han sido igualmente de irresponsables que usted, con la particularidad de que están demostrando ser unos auténticos buitres carroñeros a la búsqueda de votos a cuenta de los cadáveres de las personas, de tal manera que, cuando mayor sea la cifra de ellos, mucho mejor para sus previsiones electorales. A la organización criminal del PP y sus extremos nada les importa las cifras de la pandemia, solo le interesa el número de muertos, cuantos más mucho mejor, porque utilizar a las víctimas es lo más rentable para sus previsiones electorales. Les da lo mismo que este país esté atravesando la peor situación de su historia reciente, les da igual que salgamos mejor o peor de esta gravísima situación, les da lo mismo lo que nos pase a los ciudadanos porque solo tiene un objetivo: sacar rédito electoral de la situación para tratar de volver a gobernar este país.
La sesión de control de este miércoles en el Congreso demostró que el PP sigue aferrado a su vieja forma de hacer política. ¿Cuál es su estrategia sobre la pandemia? No sabemos nada de su estrategia, ni de sus recetas, ni sanitarias ni económicas, porque hacernos creer que con ellos en el poder tendríamos otras cifras y el país funcionando es tomarnos por tontos e idiotas, y a estas alturas del confinamiento les aseguro que, de tontos e idiotas, ya no nos queda nada.
¿Cómo se puede tener la cara de platino iridiado para acusar a nadie de mentir cuando vosotros sois catedráticos de la mentira por la Universidad de Harvad sin haber pisado sus aulas? ¿Acaso siguen enfermos de amnesia después de sus mentiras sobre lo ocurrido en el 11-M, esa herida por la sigue supurando su jefe Aznar que sigue azuzando a sus fieles discípulos a responder con el argumento de la mentira?
Hay que tener un estómago fuerte para no vomitar escuchando al portavoz pepero, el tal Teodoro Egea, acusando al vicepresidente segundo del gobierno, Pablo Iglesias, de provocar la muerte de muchos ancianos en las residencias durante la pandemia: “Bajo su tutela han muerto 16.000 personas mayores. Tiene una responsabilidad por la que tiene que responder. No se excuse en los datos de las comunidades autónomas, lo que hay es una responsabilidad única que tiene que asumir”.
Este energúmeno se ha creído el papel que le ha adjudicado su amo y señor Pablo Casado, y se esfuerza en hacer todo lo posible por mover la cola delante suyo y que este esté satisfecho con él y le dé un azucarillo. Por eso el palmero máximo de Casado sale de vez en cuando a hacer un show de los suyos.
Portadas de EL PAÍS publicadas el 11 de marzo (izquierda) y el 12 de marzo (derecha).
Por cierto, ¿fueron ustedes, los del PP, los que contrataron a la célula terrorista de tipo yihadista para colocar las bombas que provocaron la voladura en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid aquel maldito 11 de marzo de 2004, donde fallecieron 193 personas y alrededor de dos mil resultaron heridas, muchas de ellas de suma gravedad, tratando de vincular torticeramente a ETA como autor de los atentados, para alejarlo a la participación de España en la guerra de Irak.? ¿Se acordarán ustedes, señores del PP, que los atentados se produjeron tres días antes de las elecciones generales de 2004, cuando el bipartidismo turnista PPSOE se acusaban mutuamente de ocultar o distorsionar información relativa a los atentados por razones electorales, una de las principales causas por las que surgieron las teorías de la conspiración del 11-M?
Era un 15 de marzo de 2003. Los tres mandatarios, Bush, Blair y Aznar, se reunían en las Azores para preparar la invasión de Irak y derrocar a Sadam Hussein. Un evento que hacía odios sordos a la comunidad internacional. Desde la negativa por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de realizar una intervención militar, apoyándose en el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica que tras 3 meses de investigación negaba la existencia de Armas de Destrucción Masiva a manos de Hussein, hasta miles de manifestaciones en centenares de ciudades de todo el mundo con el lema «NO a la Guerra».
¿Ya han encontrado las armas masivas que causaron la guerra de Irak con miles y miles de muertos inocentemente, cuando vuestro jefe Aznar justificó esta guerra porque nos aportaría más seguridad internacional frente al terrorismo? ¿Es verdad o es mentira que, si bien España no lanzó bombas durante la contienda, la participación de nuestro país en el conflicto fue clara y el peso del expresidente Aznar quedó constatado en la polémica cumbre de las Azores? ¿Mereció la pena romper el consenso en política exterior de España para desempeñar un papel de barragana de los Estados Unidos, amén de mentir en la comisión del Congreso de los Diputados, cuando dijo que no había habido soldados españoles en Irak – ¿a qué país pertenecían los cadáveres de soldados muertos en la guerra de Irak que fueron traidos de allí para ser enterrados en España? – y que veía armas de destrucción masiva donde no las había? ¿Es ese el aprendizaje recibido por sus cachorros Casado, Egea o la Ayuso como comunicadores de la mentira?
Tienen ustedes, señores del PP, todo el derecho y la obligación de interpelar al gobierno de España en todo aquello que les parezca que no están haciendo correctamente, aportando soluciones para discutir y aprobar en el Parlamento todas aquellas que puedan ser válidas para el interés general de España, pero no olviden que ustedes gobiernan en media España a través de las autonomías de Madrid, Andalucía, Galicia o Murcia, donde tienen transferidas el cien por cien de todas las competencias en materia sanitaria.
“reconozco mi error: fiarme de la izquierda. Les aseguro que no volverá a ocurrir”, ha afirmado- y ha insistido en la buena labor de su ejecutivo, al que señala como el primero en actuar y referencia en España. También ha destacado su plan de choque en las residencias madrileñas. Madrid es la comunidad más golpeada por el coronavirus, con más de 60.000 casos y 8.105 fallecidos según los datos de este miércoles.
Es decir, el mismo partido que exige transparencia al gobierno de Pedro Sánchez con los datos del coronavirus, sin embargo, practica la opacidad más absoluta en Madrid, por ejemplo. ¿Cómo se pueden atacar frontalmente al vicepresidente segundo del gobierno español, Pablo Iglesias, como verdadero y único responsable de la muerte de los ancianos muertos en las residencias madrileñas, cuya gestión y administración es exclusivamente de usted, señora Isabel Pérez Ayuso, diciendo que, “reconociendo sus errores”, los mismos se deben a haberse fiado de la izquierda? Al respecto, le recuerdo que Madrid, la comunidad de la usted es presidenta, tiene más de 60.000 casos de infectados y 8.105 muertos según los datos oficiales de este miércoles.
¿Conoce usted a los “amos” de la multinacional DomusVi, controlada por un fondo de inversión británico, que viene protagonizando una parte significativa de los titulares más luctuosos de las últimas semanas sobre el drama que se vive en las residencias de España? ¿Tiene algo que ver Pablo Iglesias en la adjudicación de las residencias “DomusVi Espartales” en la localidad madrileña de Alcalá de Henares o en la “DomusVi Nuestra Señora del Rosario” en Valdemoro, ambas intervenidas por la Comunidad de Madrid que usted preside, sin ofrecer información sobre el número de ancianos que se mueren diariamente con las únicas informaciones de sus familiares o de algunos trabajadores de las residencias? ¿Figuraban estas residencias con un importante número de decesos entre los lugares seleccionados como “más necesitados” de ayuda, de acuerdo con los resultados de una inspección conjunta realizada por el Ayuntamiento de Madrid y la Unidad Militar de Emergencias (UME)?
“Me llamo Fernando Collado, tengo 54 años y soy guardia civil. Mi padre Faustino, fallecido con coronavirus en Madrid, también lo era […] Tras sufrir varios achaques, hacia 2007 ingresó en una residencia de Valdemoro, la DomusVi. Su compañero de habitación murió con Covid-19 hace dos semanas y, poco después, mi padre empezó a tener síntomas, pero ya no sé qué creerme: ¿le aislaron?, ¿le hicieron el test?, ¿lo intubaron? Es como estar en un pozo negro en el que no sabes diferenciar qué es verdad y qué no” … Pues eso, señora Ayuso.