Vaya por delante que ya he enviado mi BIZUM a la vez que integrado en la colaboración para la recogida de alimentos y otros desde la Peña Madridista JUNQUERA de Langreo con destino a Valencia.
Dicho esto, resulta conveniente señalar que, en cualquier desastre siempre hay un componente humano, porque su llegada se puede pronosticar y sus consecuencias se pueden paliar, y al revés : los riesgos se convierten en desastres por falta de prevención y de remedios. Por ejemplo, cuando se construye en el cauce seco de un río, tarde o temprano el agua acaba llevándose las casas.
Lo que nunca debemos olvidar es la historia. Hace dos mil años Pompeya desapareció bajo la lava del volcán Vesubio. Además, también desaparecieron otras ciudades cercanas, como Herculano, Oplontis, y Estabia. No obstante, hay quien supone que las erupciones volcánicas ocurren muy esporádicamente. Craso error. Tampoco habría que olvidar que, en contra de lo que creen los seudoecologistas, la naturaleza es una fuerza invencible. No hay construcción humana que se le resista. Las avalanchas y corrimientos de tierras sepultan carreteras, puentes, viviendas y poblaciones completas. Las montañas se derrumban y el barro llena los valles. En junio la localidad de Baños de Agua Santa, en Ecuador, fue sepultada por numerosos corrimientos de tierra provocados por las lluvias torrenciales.
Refiriéndome concretamente a la catástrofe valenciana, y desmintiendo a la ministra de Defensa, Margarita Robles, cuando afirma que nos encontramos ante la mayor catástrofe en 5000 años, decirle que su afirmación es mentirosa. Desde el siglo XIII hay registrados más de 50 riadas con el mismo patrón en los meses de setiembre y octubre, lo que se llama Gota Fría, ahora llamada DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), para hacernos ver que se trata de algo nuevo, relacionado con el negocio del Cambio Climático. A modo de ejemplo, Santa Teresa en Murcia dejó en octubre de 1879 más de 1.000 muertos, más de 23.000 cabezas de ganado y 5.762 viviendas destruidas, alcanzando las aguas los 10 metros de altura. Hasta el escritor francés Victor Hugo escribió sobre aquella catástrofe. ¡ Lea y entérese, señora ministra !
En el siglo pasado, Vázquez Montalbán escribía todos los años por estas fechas un artículo en el que señalaba que mientras en España muchas personas morían en el otoño y numerosas propiedades resultaban dañadas víctimas de disturbios meteorológicos, entonces mal llamados “desastres naturales”, en el resto de los países del centro y norte de Europa estos fenómenos afectaban en mucha menor medida – cuándo no pasaban inadvertidos -, por sus escasas consecuencias en la apartada sección de “sucesos”.
A su juicio ello radicaba en que en el “extranjero” NO se permitía construir en rieras y ramblas; los campings eran instalados en lugares elevados; había poda preventiva de los árboles podridos; el sistema de alcantarillado era vigilado y reparados sus daños; la red viaria se asfaltaba con una capa de hormigón a prueba de riadas…los afluentes y ríos caudalosos eran ecológicamente drenados; los puentes convenientemente construidos, mantenidos y reparados…Barrancos, terraplenes y torrenteras estaban protegidos o contaban con medidas de protección…
La triste realidad es que, cuando los políticos siguen repartiéndose “estopa” a la caza del voto, es cuando los grandes gigantes de las tecnologías o de las finanzas y la especulación sacan su faceta más altruista justo en el momento en que la Administración parece haberse retirado. Es el caso de La Caixa, Inditex, Telefónica, ACS, Apple o Amazon, que de manera coordinada con ONG’s como Cáritas o Cruz Roja han tomado el testigo de su idea de “reconstrucción” de las zonas devastadas.
En marcado contraste con el lento ritmo con el que parecen estar desplegándose los medios de rescate y las ayudas necesarias para restablecer la normalidad en aspectos tan básicos como el restablecimiento de la red de agua potable o de energía eléctrica, estas empresas han salido al quite con una velocidad y precisión militares.
Tal y como ocurrió en Nueva Orleans en el año 2006 con el Huracán Katrina, bomberos, voluntarios, militares y diversas entidades sociales no se explicaban las razones de la lentitud estatal en dar respuesta a algo para lo que se tenía infraestructura suficiente y en cantidad. Y la explicación era más sencilla de lo que parecía. Solamente había que buscar la relación entre los donantes privados en los primeros días de la catástrofe y los futuros contratistas, y la relación era casi plena. Nada es casualidad. Arne Duncan, secretario de Educación (ministro) de Estados Unidos en el 2006 llegó a decir: “Permítanme ser sincero. Creo que lo mejor que le ha pasado a Nueva Orleans fue el huracán Katrina”. Las tormentas en Valencia son un banquete para los negocios para el que ninguna de las empresas mencionadas, entre otras tantas, quiere quedarse sin invitación.