“ESTE CHICO NO VALE, PERO NOS VALE” (Susana Díaz en la reunión secreta celebrada en el Hotel AC de Pozuelo de Alarcón el mes de junio de 2014)
No hay odios más enconados que aquellos que surgen en el seno de una familia. Ni disputas más autodestructivas que las que crecen en un partido político, especialmente en los llamados partidos de la izquierda, donde se supone que el partido es una gran familia, unida por el principio de la fraternidad, al contrario que los partidos de las derechas, donde priman, por encima de todo, los negocios. En efecto, el PSOE, o lo que queda del PSOE, afronta desde hace tiempo un proceso fratricida en el que no resulta exagerado pensar que se juega su propia supervivencia, y con ello la posibilidad de que la derecha neoliberal se mantenga en el poder durante muchos años, y en medio de esa batalla a “navajazos”, se alimentan relatos y perfiles nítidos, sin matices, conmigo o contra mí, tanto desde dentro como desde fuera de la familia política.
Refiriéndonos muy concretamente al ganador de las primarias del PSOE, celebradas el reciente 21 de mayo de 2017, es preciso mirar por el retrovisor para constatar que éste, Pedro Sánchez, había sido bendecido como secretario general del PSOE frente al vasco Eduardo Madina en la reunión secreta celebrada en junio de 2014 en el Hotel AC de Pozuelo de Alarcón en Madrid, donde participaron el propio Pedro Sánchez, la presidenta del gobierno andaluz Susana Díaz, el secretario general del PSOE madrileño Tomás Gómez, el valenciano Ximo Puig y el mismísimo expresidente del gobierno de España José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros personajes del “aparatichk” ferraziano.
Sin embargo, en un apartado de la reunión, a la andaluza se le escapó aquello de que “el chico no vale, pero nos vale”, tratando de dejar muy claro que de lo que se trataba era de evitar una pugna entre ella y Eduardo Madina, cuyo nombre, por cierto, había sido el “elegido” en la reunión del Bilderberg, celebrada entre el 2 y el 6 junio de 2014 en el Hotel Harriot de Copenhague, para dirigir el partido socialista en lugar de Pedro Sánchez, y aquello suponía un grave peligro para la candidatura de la andaluza a la máxima representación del PSOE. Previamente, un “maquiavélico” Pepiño Blanco, había animado a Pedro Sánchez a recorrer España en un utilitario para que le fuese conociendo la gente del partido, alojándose en los domicilios de compañeros en vez de caros hoteles, de tal manera que, después de ganarle las primarias a Madina, con el apoyo del “aparatichk” ferraziano, éste guardase la silla mientras se esperaba a una mejor coyuntura para el salto de Susana Díaz desde Sevilla a Madrid, pero Sánchez cogió gusto al sillón y, seguidamente, anunció que aspiraba también a la presidencia del Gobierno, respondiendo al adelanto electoral decretado por Susana Díaz en Andalucía con la ejecución de Tomás Gómez al frente del PSOE en Madrid, imponiendo una gestora y un nuevo candidato, saltándose a la torera las primarias como modelo de democracia interna.
En efecto, Pedro Sánchez había decidido cortar por lo sano, especialmente contra aquellos que se habían destacado por ser críticos contra su persona y, con fecha 12 de febrero de 2015, fulminaba al líder de los socialistas madrileños Tomás Gómez, debido al “deterioro de la imagen e inestabilidad orgánica” de la organización madrileña del PSOE, según la versión esgrimida públicamente por el secretario de Organización del PSOE, el riojano César Luena. Sánchez y su equipo habían determinado la caída del barón madrileño después de que creciesen las informaciones y las sospechas de supuestas irregularidades en las obras del tranvía de Parla, ciudad de la que Gómez había sido alcalde entre 1999 y 2008, donde la infraestructura había soportado un elevado sobrecoste que está siendo investigado por los Tribunales de Justicia.
Pero, ¿quién era realmente el tal Pedro Sánchez Pérez-Castejón del que sólo se sabía que había nacido en el barrio madrileño de Tetuán, en el seno de una familia de clase media acomodada – su padre trabajó en el sector financiero y había ocupado altos cargos en distintos ministerios, y su madre era una alta funcionaria de la Seguridad Social – que había jugado al baloncesto en el Estudiantes y que se había licenciado el año 1995 en Económicas en el “Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial en San Lorenzo de El Escorial” para ostentar la máxima responsabilidad del gobierno español en representación del PSOE?
Al objeto de no caer en ningún error a la hora de elaborar su curriculum, me limitaré a la presentación literal que del mismo hace el propio Pedro Sánchez: “Desde 2012 soy doctor en Economía y Empresa por la Universidad Camilo José Cela, donde ejerzo de profesor de Estructura Económica e Historia del Pensamiento Económico, desde 2008. En 2013 publiqué ‘La nueva diplomacia económica europea’, en el que recogía y desarrollaba algunos de los contenidos de mi tesis doctoral. Con anterioridad a mi etapa cómo profesor universitario he trabajado como asesor en el Parlamento Europeo (1998) y como jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia durante la Guerra de Kosovo, Carlos Westendorp (1999). Tras mi regreso a España ejercí como asesor de economía en la CEF del PSOE, donde me había afiliado en 1993. He sido concejal en el Ayuntamiento de Madrid entre 2004 y 2009 y diputado por la circunscripción de Madrid del 2009 al 2011. Labor que vuelvo a ejercer en el Congreso de los Diputados desde enero de 2013”.
Hasta aquí, todo normal en una trayectoria muy normal, si la misma no estuviera toda ella preñada de mentiras y ocultaciones, tales como la ostentación que hace de tener un doctorado que nunca alcanzó. Así nos encontramos en la fecha del 11 de diciembre de 2013, cuando los dirigentes del PSOE, Ramón Jáuregui y Trinidad Jiménez, junto con el vicepresidente de la SEAT-VOLKSWAGEN, Ramón Paredes, presentaban su libro en Madrid “La nueva diplomacia económica española”, con la asistencia en primera fila de Pepiño Blanco, Diego López Garrido y Elena Valenciano, pero ¿ se trataba de la presentación de un libro, o realmente era una operación de lanzamiento de un candidato llamado Pedro Sánchez Pérez-Castejón que recientemente había alcanzado el “doctorado” en Economía? Lo que vino después es de sobra conocido: una trayectoria relámpago que culmina en julio de 2014 con la elección de Sánchez como secretario general del PSOE. Sin embargo, lo que precede a la presentación del libro es menos conocido. De hecho, Sánchez y su equipo se han empeñado en ocultar esa prehistoria, dejando subrayado de antemano por mi parte que, en absoluto me mueve animadversión alguna hacia el personaje, sino que, como en tantos otros sujetos, me avergüenza que haya usado el prestigio universitario para fines de promoción política. Dicho en román paladino: la tesis doctoral de Sánchez no existe, es invisible, siendo el único dato públicamente conocido sobre el texto su título. No hay ni resumen de la investigación ni información pública sobre la composición del tribunal, ya que la tesis no figura en TESEO, la base de datos centralizada de tesis doctorales leídas en España.
En el mismo currículum, Pedro Sánchez oculta su vinculación pasada con Caja Madrid, entidad de la que formó parte, entre 2004 y 2009, de su Asamblea General como representante del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, contribuyendo con su presencia y con su voto, a la politización de la entidad que ha dado lugar al mayor coste del rescate financiero. Pedro Sánchez, que ha criticado el indulto al banquero Alfredo Sáenz en uno de los últimos Consejos de Ministros de José Luis Rodríguez Zapatero o el nombramiento de Miguel Ángel Fernández Ordóñez como gobernador del Banco de España, fue, sin embargo, uno de los que dio su consentimiento a la ruinosa compra del City National Bank of Florida, en noviembre de 2008, por 927 millones de euros, representando la mayor inversión en el extranjero en la historia de la entidad. Tampoco se conoce oposición alguna por su parte a la política de concesión de “créditos amigo” practicada por la Caja, a que engordase su balance con activos tóxicos de la burbuja o los sueldos millonarios que Blesa y compañía se autoadjudicaron en aquella época, como tampoco dice en su currículum que, en esa misma etapa en la que era consejero obtuvo, con fecha 29 de julio de 2008, un crédito hipotecario de la entidad financiera por un importe de 159.300 euros.
Sin embargo, desde mi punto de vista, lo más deleznable de este sujeto es el cinismo demostrado en un asunto tan fundamental para el pueblo español, como fue la reforma constitucional española de 2011 acordada por los del bipartidismo PPSOE para modificar su artículo 135 y establecer el concepto de estabilidad presupuestaria, de tal manera que el pago de la deuda pública fuese lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales, sin enmienda o modificación posible. Pues bien, después de reconocer su gran error en un acto sindical de UGT a favor de modificar el artículo 135 de la Constitución, el mismo que él se había “cargado” actuando como portavoz del gobierno de Zapatero en las reuniones del “austericidio”, tratando de justificar su actuación por acatamiento de la disciplina de partido como “diputado raso” que era, aunque su papel fue mucho más allá, cuando en un artículo publicado en El Periódico defendía la necesidad de aquella reforma: “Agosto fue un mal mes para la economía mundial. A ambos lados del atlántico volvieron a saltar las alarmas, y los más agoreros alertan del riesgo de recesión. No creo que estemos en ese extremo, pero sí reconozco la gravedad de la situación y la exigencia de que todos los países – también nosotros: España y Catalunya – reforcemos la confianza del país respecto a nuestros inversores. Tal es el contexto que explica la urgencia de la reforma constitucional ayer aprobada (…) Nunca creí que lo que diferenciara a la izquierda y la derecha fuese el tamaño del déficit público. La estabilidad de las cuentas es un principio de buen gobierno (…) el debate político entre la izquierda y la derecha debe girar en lo que de verdad importa a la ciudadanía: cuánto ingresas y cuánto y cómo lo gastas. La estabilidad no está reñida con la justicia social, al contrario, la alimenta al garantizar la sostenibilidad del Estado del bienestar”
Así llegamos a la fecha del 21 de junio de 2015 cuando Pedro Sánchez quedaba proclamado candidato a la Presidencia del Gobierno del PSOE, consiguiéndolo sin oposición interna en el partido, al ser el único que lograba conseguir los avales necesarios para serlo, después de haber validado hasta 27.249 firmas de militantes en toda España, bastantes más de las 9.699 necesarias, una cifra que no lograron ni de lejos ninguno de los tres candidatos presentados. Desde un principio, Pedro Sánchez había manifestado su voluntad de ser candidato a la presidencia del Gobierno, levantando algunas suspicacias cuando dio por hecho que lo sería y creando cierto malestar en sectores del PSOE cercanos a la presidenta andaluza. “Tú en San Telmo y yo en Moncloa”, le dijo a Susana Díaz en un mitin, pero la andaluza no respondió a ese guiño recordando que los militantes debían tener “libertad” para elegir al candidato en las primarias que estaban previstas para el 26 de julio.
El resultado de las elecciones municipales y autonómicas celebradas el 24 de mayo de 2015 resultaron definitivas para la consolidación de Sánchez, pues a pesar de que el PSOE perdió casi 700.000 votos en esos comicios, sin embargo doblaba su poder municipal, pasando de gobernar 100 municipios de más de 20.000 habitantes a 186, mientras en el ámbito autonómico el salto fue mayor ya que mediante los pactos realizados con Podemos, principalmente, el PSOE lograba presidir siete gobiernos autonómicos cuando antes tenía dos, motivo más que suficiente para que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, decidiera no hacer frente a Pedro Sánchez y no impulsar a ningún candidato alternativo, quedando establecida una tregua hasta la elecciones generales que incluía a Pedro Sánchez como candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno de España.
En un escenario de guerra soterrada dentro del PSOE tendría lugar la celebración de las elecciones generales en España, el 20 de diciembre de 2015, resultando vencedor el Partido Popular, obteniendo una mayoría simple de 123 escaños, con un 28,71 de los sufragios, al que seguiría el PSOE, que obtuvo el 22,01 % de los votos, lo que se tradujo en 90 diputados, 20 menos que en los anteriores comicios de 2011, significando el peor resultado alcanzado durante todo el periodo de la restauración monárquica, siendo el tercer partido el liderado por Pablo Iglesias, que sumadas todas las coaliciones en torno a PODEMOS alcanzaría un total de 69 diputados y el 20,68 por ciento de los votos…
Así y todo, con sus noventa diputados, Pedro Sánchez aceptaría el encargo de Felipe VI para formar gobierno, estableciendo un programa de gobierno con los naranjitos del falangista Albert Ribera, tratando de que entrara en el mismo PODEMOS, contestando estos que se dejaran de tanta ambiguedad y se dejasen de “bailar la ‘yenka’ y balancear el ‘hula hoop’ al mismo tiempo”, pidiéndoles que hicieran una propuesta concreta para formar gobierno: o pactaban con la marca blanca del PP o lo hacían con PODEMOS. Al respecto, es posible que Pedro Sánchez estuviera pensando en un acuerdo de izquierdas pero los barones territoriales del partido, por una parte, y la presidenta de la Junta de Andalucía, por la otra, no se lo permitían, entre otras cuestiones porque, tanto los barones como la baronesa solo querían ver su testa colgada de una pica en la entrada de Ferraz.
Celebradas las dos sesiones de investidura para la proclamación de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, éste no alcanzó la mayoría suficiente para ser investido, abriéndose una etapa insólita en la política española, camino de unas nuevas elecciones el 26 de junio, tal y como así ocurrió. El resultado fueron 131 votos frente a 219, muy lejos de la mayoría simple requerida, es decir, la inmensa mayoría del Congreso de los Diputados había derrotado el pacto PSOE-Ciudadanos.
De nada le había servido a Pedro Sánchez su último llamamiento a “votar el cambio”, por la “regeneración” y para que Mariano Rajoy fuera expulsado de La Moncloa. Ni el llamamiento de Pablo Iglesias, que mantuvo la propuesta de Podemos de un Gobierno de coalición “a la valenciana”, quedando el secretario general del PSOE convertido en el primer político que se presentaba a una investidura, sin obtenerla, en la historia constitucional. También era el primero que se presentaba a un debate de este tipo sin apoyos suficientes y la primera vez que este periodo que llevamos de restauración monárquica el Congreso presentaba una fragmentación que hace muy difícil elegir un presidente.
Las nuevas elecciones generales, efectivamente, tendrían lugar el 26 de junio de 2016, donde la coalición UNIDOS PODEMOS superaría al PSOE en votos, de tal manera que la suma de los votos UNIDOS PODEMOS – PSOE empataría técnicamente con el bloque de derechas constituido por PP-CIUDADANOS (10,56 millones y un 44,4% del voto), al obtener el pacto entre UNIDOS PODEMOS-PSOE (10,63 millones y un 44,5% del voto) unos 70.000 votos más que el de las formaciones de derechas. El empate entre Unidos Podemos-PSOE con PP-Ciudadanos, sin embargo, no supondría más escaños para los primeros, sino para la coalición de derechas, que obtendría 164 escaños, a once de la mayoría absoluta (175), siendo el encargado, en esta ocasión, de someterse a la investidura para la presidencia del gobierno de España el líder de la derecha pepera, Mariano Rajoy.
A partir de ahí se arma la “de Dios es Cristo”, abriéndose una guerra sin cuartel en un PSOE enfermo en fase terminal, después de cosechar históricas derrotas que siguen multiplicándose. Con el titular de “GUERRA FRATRICIDA ENTRE SOCIALISTAS”, el periódico “Liberatión” considera que el PSOE no solo ha entrado en “una lucha” sino que “le está haciendo el juego a Mariano Rajoy”, que no busca sino una división en sus oponentes para encabezar el próximo gobierno. Una situación que sería rematada con el “golpe de estado” en el seno del PSOE después de las declaraciones del expresidente del Gobierno Felipe González y la dimisión de 17 miembros de la ejecutiva federal, que pretendían desalojar a Pedro Sánchez de la secretaría general.
ANTÓN SAAVEDRA