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EL HUNDIMIENTO DEL PSOE.- VIGÉSIMA PARTE

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ENTREVISTA DE JORDI ÉVOLE A PEDRO SÁNCHEZ, el 30 de octubre de 2016

“Yo taché a Podemos de populistas. Me equivoqué. No supe entender el movimiento que había detrás de Iglesias. Ese impulso renovador es muy necesario. Si el PSOE quiere ser alternativa de gobierno, tiene que trabajar codo con codo con Podemos”

(Pedro Sánchez, el 30 de octubre de 2016 en el programa “Salvados” de Jordi Évole en la Sexta televisión)

 

Aunque la crisis quedó abierta oficialmente tras los humillantes resultados obtenidos por el  PSOE en las elecciones autonómicas celebradas en Galicia y país Vasco, el 25 de setiembre de 2016, donde el PSOE quedaría relegado a la tercera y cuarta posición, fueron varios los cargos importantes  del partido los que se manifestaron a favor de una depuración de “responsabilidades”, apuntando al número uno de las elecciones del 20 de diciembre de 2015 y el 26 de junio de 2016, siendo la líder andaluza del PSOE y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, la que sugirió estar lista para competir contra Sánchez, pero ni en las primarias ni en el Congreso que Pedro Sánchez había anunciado que propondría el sábado, 1 de octubre de 2016, en el Comité Federal. 

Verónica Pérez, profesional de la política desde la primera comunión, otra de las ninis del PSOE, que ocupa la secretaria provincial del PSOE de Sevilla, conocida popularmente por haberse autoproclamado “única autoridad” del PSOE , ha provocado hilaridad en las redes sociales al referirse a la capacidad de Susana Díaz, candidata a liderar a los socialistas, para compatibilizar cargos:
“Nadie duda en este país de que Susana Díaz tiene una capacidad de trabajo inmensa y sobrehumana, y se caracteriza por dejarse la piel en todo lo que afronta”. ¡¡¡ Que espantoso es el ridículo !!!

En efecto, aquella reunión del Comité Federal del PSOE en la sede de la calle Ferraz de Madrid acabó como el rosario de la aurora, tras una agónica cita de más de 12 horas de duración, que trajo como consecuencias la dimisión del hasta entonces secretario general, Pedro Sánchez, víctima de un “auténtico golpe de estado al PSOE”, y la imposición de una comisión gestora que sería presidida por el secretario general del PSOE asturiano y presidente del gobierno del Principado de Asturias, Javier Fernández. La convulsión se había instalado en el PSOE desde unos días antes con el anuncio de la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva Federal, y la reunión del comité Federal, máximo órgano entre congresos, se preveía muy tensa, con un sector del partido crítico a Sánchez que había dejado de reconocerlo como secretario general, y esa división quedó patente a lo largo de toda la jornada, donde se tardó varias horas en constituir la mesa del comité que, sería presidida por la andaluza Verónica Pérez, la niña bonita de Susana Díaz, después de haberse erigido ella misma como “la máxima autoridad del PSOE” cuando en realidad solo era la presidenta de la mesa del Comité Federal, cuya única competencia es dirigir colegiadamente los trabajos del Comité, produciéndose a lo largo de la reunión receso tras receso en el desarrollo de aquella batalla que, finalmente, votaría la convocatoria de un congreso extraordinario, aunque sin concretar la fecha. Durante esas pausas, la tensión se había trasladado al exterior de Ferraz, donde la militancia partidaria de Pedro Sánchez esperaba apostada en una calle cortada al tráfico: “Traidores”, “No es no”, “Fuera golpistas”… fueron algunos de los múltiples abucheos que los militantes arrojaron sobre todo aquel miembro del Comité que se dignaba a poner un pie fuera de la sede. 

Sangre, sudor, lágrimas, insultos y algaradas. El PSOE vivió ayer su día más caótico, agónico y esperpéntico en más de 40 años. El Comité Federal terminó tumbando al primer secretario general del PSOE elegido por el voto directo de todos sus militantes. Tras 26 meses de huidas hacia adelante, desafíos, guerras fratricidas, dos campañas electorales como candidato, Pedro Sánchez cerraba su etapa como líder del todavía segundo partido de España en una jornada negra en la que la inmensa mayoría de  socialistas sintieron que «el PSOE está roto» y «ya no tiene arreglo»…

Desde mi punto de vista, en una organización que se tilda de democrática, es radicalmente lícito discrepar de su ejecutiva y preferir otros líderes pero, lo lógico hubiera sido que los críticos con el secretario general Pedro Sánchez hubieran presentado una moción de censura, tal y como está prevista en los estatutos del PSOE, y no hacerla de aquella manera tan escandalosa, en medio de la confusión y el tumulto de aquel comité Federal del 1 de octubre de 2016, más parecido a la peor de las reuniones asamblearias de mis primeros tiempos sindicales que al máximo organismo deliberativo y decisorio de una institución como el PSOE que pretendía volver a gobernar el pueblo español. 

Pero, estaba muy claro que los golpistas no querían debatir el fondo del problema. Lo habían evitado hasta entonces y no habían ido al Comité Federal para eso. Solo querían que la Ejecutiva fuera sustituida por una Gestora que pilotase el camino hacia la abstención en la investidura de Rajoy a la Presidencia del Gobierno y organizar un Congreso, pero sin prisas.   

El toque de corneta lo había dado el mismísimo Felipe González, cuando dos días antes de la celebración del Comité lanzaba por las ondas de la SER una feroz crítica a Pedro Sánchez, acusándole de haberle engañado:  “Me siento frustrado y engañado. Me dijo que el PSOE se abstendría en la segunda votación de investidura de Mariano Rajoy y luego hace una cosa completamente distinta (…) Si Pedro ha cambiado de posición, desde luego no se lo ha explicado a nadie y tendrá sus razones. Yo no las entiendo. No solo me siento engañado, es que no entiendo las razones para producir un cambio de esa naturaleza, que crea tanta confusión en el partido y mucha más en el país (…) fue después de esta conversación que mantuvimos cuando escribí un artículo en El País apelando a la abstención del PSOE, y lo hice de acuerdo con la propuesta que me había explicado Sánchez que iba a hacer”.

Felipe González Márquez, el ex presidente jubilado que se aburría en el consejo de administración de Gas Natural Fenosa, parece que se ha enfadado mucho con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, por no permitir gobernar al presidente de una organización criminal, cuatro años más.
Y ha dicho, que en el caso de que se celebren terceras elecciones, quiere que no repita ninguno de los cuatro candidatos cabezas de lista, un plan maquiavélico para encumbrar a la secretaría general del PSOE a Susana Díaz, la presidenta andaluza que prefirió gobernar con los falangistas de Albert Rivera, antes de hacerlo con los partidos del cambio.

Aquello sonaba como los versos de Verlaine, “el largo sollozo de los violines de otoño”, con cuya radiodifusión los aliados avisaron a la resistencia francesa de que empezaba el desembarco de Normandía, donde Felipe González en un brutal ataque que no tiene precedentes en las declaraciones de un líder socialista contra uno de sus sucesores, seguía insistiendo en que el PSOE debía de permitir un Gobierno de Mariano Rajoy con una abstención, porque seguía creyendo, cada vez más convencido, que el PSOE tenía que pasar a la oposición para “recuperar  su alternativa de Gobierno a la derecha”. “Hacer un Gobierno con 85 diputados y con gente que quiere liquidar España y bloquearla, no es posible”, insistía el mamporrero mayor del hombre más rico del mundo. Pero, Pedro Sánchez había garantizado que los diputados del PSOE no se abstendrían si Rajoy volvía a ser candidato, a la vez que afirmaba de que nunca facilitará un Ejecutivo liderado por el PP pese a las presiones de muchos barones socialistas, incluido el propio Felipe González: “NO ES NO”.  

“Primero hay que dar un Gobierno a España y luego abrir un debate profundo en el PSOE”, dijo Susana Díaz esta semana. “Primero, el Gobierno de España y después, los problemas del PSOE”, dijo Rubalcaba. “Estamos ante la decisión no de apoyar al gobierno del PP, sino dejar que arranque el gobierno, que va a ser un gobierno parlamentario”, afirmó Felipe González.
Durante las once horas y media que duró el Comité Federal del PSOE este sábado, pocos hablaron de España y nunca se llegó a votar sobre qué Gobierno necesita España. Todo el día se pasó discutiendo sobre quién votaba qué. Si votaban los 18 miembros que quedaban en la Ejecutiva. Si lo hacían los dimisionarios. Si se votaba un congreso extraordinario o una gestora.

Por otra parte, el derrocamiento de un secretario general por su ejecutiva, era un hecho inédito, pero no menos inédito era el grado de desnorte político y depauperación  convivencial al que se había llegado, teniendo que remontarnos a los peores momentos de la guerra entre el felipismo y el guerrismo de los años noventa para encontrar un escenario de enfrentamiento como el vivido en la semana más triste del socialismo español, y solo hay dos precedentes contemporáneos de que la dirección del partido haya sido asumida por una gestora: cuando Felipe González dimitió para forzar la aceptación de la renuncia al marxismo y cuando Joaquín Almunia renunció al cargo tras su derrota electoral en 2000. De estas crisis salió afianzado el liderazgo de González para dos décadas y surgió el embrión de la reconquista de la mayoría social con José Luis Rodríguez Zapatero donde, paradojas de la vida, el villismo somático fue decisivo con sus votos para que resultase ganadora la candidatura de Zapatero sobre la de Bono por la diferencia de nueve votos en el XXXV congreso del PSOE de julio de 2000.  

En efecto, durante esta bienio negro vivido en el seno interno del PSOE se confundieron, desde mi punto de vista, dos cuestiones fundamentales: De una parte, la estrategia  para formar gobierno con la crítica a Sánchez por su empecinamiento en el no y los condicionantes de una alternativa que tan claramente había dejado escrito y hablado el propio Felipe González; y de otra, las desmedidas ambiciones personales de poder entre sanchistas y susanistas; al margen, claro está, de la interpretación de las normas estatutarias. Como es superconocido, el primer resultado electoral le había dado a PSOE la ventaja política de ser el único partido que podía escoger entre liderar la hipotética formación de un gobierno alternativo al del PP, dejarle gobernar en minoría o provocar las terceras elecciones. Ese era el trilema, pero se desaprovechó el gobierno alternativo con PODEMOS quedando reducido el trilema en un dilema, al quedar solo dos opciones, cualquiera de ellas de muy elevado coste político, provocando la división del partido, la irritación de su militancia y el desconcierto entre sus electores.  

Javier Fernández, el ya ex-presidente de la Comisión Gestora que dirigió al PSOE hasta la celebración del 39º Congreso, no es ningún niño. Nació en 1948. Es decir, tendrá el próximo mes de enero la respetable edad de 68 años.
Tampoco se puede decir que sea un “precoz” militante del partido ya que su afiliación al PSOE se produce después de aprobar  
unas codiciadas oposiciones al Cuerpo de Ingenieros de Minas, adscrito al Ministerio de Industria y Energía.Fernández, en pleno mandato del gobierno felipista del PSOE.
Fue a partir de esas fechas cuando, tras convertirse en funcionario, repentinamente, como si de San Pablo se tratara, se cayera del caballo y descubriera que su futuro se encontraba ineludiblemente vinculado a la suerte del PSOE, y en 1987, ya talludito y con la respetable edad de 42 años, Javier se afiliaba al PSOE de Gijón. Apenas necesitó que transcurrieran tres años para que el entonces Consejero de Industria de la comunidad autónoma de Asturias “petromocheada”, el falangista y hombre fuerte de Villa en la minería, Victor Zapico, lo nombrara Director Regional de Minas y Energía, comenzando su fulgurante carrera…

Al final de aquel espectáculo escandaloso radiado y ofrecido al público por todos los medios de comunicación, se votó la propuesta de celebrar un Congreso Extraordinario, y se votó a mano alzada, de tal manera que Pedro Sánchez perdió la votación y con ello se produjo la dimisión que tan ansiosamente exigían los y las susanistas, quedando el PSOE en manos de una gestora presidida por el asturiano Javier Fernández, cuya principal misión fue la aprobación de la abstención a la investidura del candidato pepero a la presidencia del gobierno, sin ser consultada a los afiliados y, por tanto, de obligado cumplimiento para todos los diputados y diputadas del PSOE, con el único argumento de que, no siendo posible un gobierno alternativo – si alguna vez lo fue, ya no lo era -, el interés del partido era evitar las terceras elecciones.  Así mismo, la Gestora sería la encargada de llevar las riendas del partido hasta que se celebre el congreso federal extraordinario, en el que se elegirá a la nueva Comisión Ejecutiva Federal y ratificar al secretario general que salga elegido en primarias entre la militancia. Pero, ¿ quién era realmente aquel hombre al que se había presentado como un auténtico referente moral del socialismo para presidir la Gestora del PSOE ?  

De él se han escrito tantas barbaridades, desde presentarlo como nieto de Manuel Llaneza y hombre fuertemente represaliado durante la dictadura franquista, como ocultaciones interesadas que sí, se corresponden a la realidad. “Una de las historias más bonitas que he escuchado en el partido socialista es el de un hijo de dos padres que se conocieron en un campo de concentración y hoy es Javier Fernández el presidente de Asturias”, afirmó literalmente la mismísima presidenta andaluza, Susana Díaz, días antes de encomendarle la dirección de la gestora, ante el asombro de un país que había visto el aquelarre en prime time, aunque de muy poco nos valió esa historia a las asociaciones en defensa de la MEMORIA HISTÓRICA que habíamos solicitado la medalla de oro de Asturias para los guerrilleros antifascistas asturianos en el año 2013, dejándola desierta ante la incomprensión de miles de familias, para entregarla  dos años después a la principal fortuna asturiana, “Los Masaveu”, justo tras aparecer en la lista Falciani y ser imputada en la Audiencia Nacional por un fraude de más de 80 millones de euros. Es verdad que los restos de su abuelo materno yacen en la profundidad del pozo Fortuna de Turón – jamás se le ha visto en el homenaje que se realiza todos los años en el lugar de la espeluznante masacre cometida por el franquismo y, mucho menos se le ha visto abrir su boca para exigir Verdad, Justicia y Reparación sobre nuestros mejores hombres y mujeres que dieron su vida por la libertad y la democracia, pero no es menos verdad que la represión franquista le permitió realizar sus estudios de bachiller en el Colegio Menor “Mar Cantábrico” de Luarca, un colegio de pago perteneciente a la Falange española, continuando sus estudios de Ingeniero Superior de Minas en las escuelas de Oviedo y Madrid. 

Un “represaliado” por la dictadura franquista, Javier Fernández, en viaje de estudios en El Ferrol del Caudillo ( 4º de pie por la izquierda) con el colegio Menor “Mar Cantábrico” de Luarca, perteneciente a la FET y las JONS, donde cursaba sus estudios de bachillerato en régimen de interno…

Nacido en la localidad asturiana de Mieres en 1948 y presentado como referente del socialismo asturiano, sería un tremendo error silenciar la meteórica ascensión de Javier Fernández al firmamento de la política autonómica asturiana debido a méritos propios, cuando la realidad es otra muy distinta. Creció en Mieres, principal ciudad minera, donde pasó su juventud en los últimos años del franquismo, desconociéndose  actividad política en esos años, por la simple razón de que jamás se “mojó” en nada. En pleno mandato felipista, allá por el año 1985, “ganaría” unas oposiciones al Cuerpo de Ingenieros de Minas, adscrito al Ministerio de Industria y Energía, siendo destinado a Santander, para ser trasladado al poco tiempo a la región asturiana, como inspector actuario en la Dirección Regional de Minas, y sería a partir de esas fechas cuando, de repente, como si de San Pablo se tratara, se caería del caballo para descubrir que su futuro se encontraba ineludiblemente vinculado a la suerte del PSOE, afiliándose en la agrupación socialista de Gijón en el año 1987, bastante talludito, pues ya tenía la respetable edad de 42 años de edad. 

Villa y su “hijo putativo” Javier Fernández en los juzgados por el “caso Campelo”

Uno de los primeros empujones que permitieron a Fernández ascender se lo proporcionaría el nacionalsocialista Víctor Zapico, por entonces Consejero de Industria del gobierno del PSOE en Asturias, condenado a nueve años de cárcel por su participación en  la conocida  trama carbonera de “mina La Camocha”, que lo nombraría Director General de Minas y Energía, aunque ambos tuvieron que dimitir por el tristemente caso del “Petromocho” que acabó con el gobierno autonómico asturiano presidido por Juan Luis Rodríguez-Vigil. Pero no sólo el corrupto aludido fue clave en la carrera del ingeniero Fernández, porque ello no hubiera sido nunca posible de no haber mediado decisivamente en su promoción política  un siniestro personaje de la vida sindical asturiana, llamado José Ángel Fernández Villa que, durante más de 30 años sería el virrey de Asturias y que actualmente se encuentra imputado en varios procesos judiciales del ya famoso “Villamocho”, quien lo auparía a la secretaría general del PSOE hasta la presidencia del gobierno asturiano, después de haberlo hecho consejero, diputado nacional, autonómico y senador. Habiendo transcurrido 25 años después, Fernández ya no vive en les “cases barates” de Requejo en Mieres, sino en Somió de Gijón, la Moraleja asturiana, exclusivo barrio donde hace poco construyó su segunda mansión tras un crédito de Cajastur por valor de 280.000 euros, rodeado de polémica por un presunto trato de favor. 

Javier Fernández, el presidente de la Gestora surgida del golpe de los coroneles contra el PSOE, también recíbía los jabugos “mareados” por la Marea Riopodrense

Y, mientras esto ocurría, durante su gestión como secretario general del PSOE y gobierno autonómico de Asturias, el paro se disparaba, con mayor crudeza en las cuencas, por el cierre de la minería; los jóvenes asturianos lideraban la emigración porque el pueblo que los vio nacer los expulsaba, al contrario de su hija Elena Fernández que, después de acabar medicina sería colocada de inmediato en el hospital público Valle del Nalón;  y la corrupción asturiana salía de las cloacas. Nombres como la Marea Riopodrense, Gitpa, UGT, Musel, Mareína, Kaype, Niemeyer, Aquagest, Villamocho, entre otros, se fueron haciendo familiares en la sociedad asturiana.   

Así llegamos a la fecha del 21 de mayo cuando la militancia del PSOE volvían a elegir a Pedro Sánchez como su secretario general en las elecciones primarias celebradas, con una participación del 80% del censo de afiliados, donde Pedro Sánchez obtenía el 50,21% de los votos, frente al 39,94% de la candidata del aparatichik presidido por Javier Fernández,  la secretaria general del PSOE y presidenta del gobierno de Andalucía, Susana Díaz, y el 9,85% del exlendakari vasco Patxi López. “Vamos a construir el nuevo PSOE, el de los afiliados. Ahora vamos a tener un PSOE unido y rumbo a La Moncloa”, declaraba un eufórico Pedro Sánchez tras su victoria, aunque yo me inclino a afirmar que lo que se ha construido realmente fue la fosa para el enterramiento definitivo del PSOE, tal y como trataré de demostrar en el próximo capítulo de mi serie sobre el hundimiento del PSOE.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 


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