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DISCURSO DE ANTÓN SAAVEDRA EN BUDAPEST

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INTERVENCIÓN DE ANTÓN SAAVEDRA EN LA VIII CONFERENCIA INTERNACIONAL SINDICAL DE MINEROS CELEBRADA EN BUDAPEST DURANTE LOS DÍAS 5 Y 8 DE AGOSTO DE 1980.

Revolviendo por mis archivos me encuentro con este discurso ofrecido en la Conferencia Internacional Sindical de Mineros organizada en Budapest por la FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL entre los días 5 al 8 de agosto de 1980, a la que asistí invitado por el Sindicato Minero de la URSS.

Compañero presidente, queridos colegas:

Quiero en primer lugar y en nombre de la Federación Estatal de Mineros de la UGT de España, agradeceros muy sinceramente esta oportunidad que nos habéis brindado para poder participar en esta magna conferencia que tanto ha de significar para el futuro de todos los mineros del mundo.

Al recibir esta invitación de vuestra organización, los mineros españoles hemos entendido que cuando se trata de defender los verdaderos intereses de los trabajadores nunca deben de existir barreras de ningún tipo, porque entonces dejaríamos de ser internacionalistas, y es precisamente en el internacionalismo, en la unión de la clase trabajadora, donde radica nuestra declaración de principios, desde que nuestro fundador Pablo Iglesias, allá por el año 1888 diera vida a lo que es la Unión General de Trabajadores de España.  Y, es precisamente, por ello, que nuestra organización está abierta a todas las tendencias sindicales del mundo que realmente tengan como objetivo común y permanente la lucha por la liberación de los pueblos, la lucha contra el desarme mundial. En definitiva, compañeros, la lucha por evitar con todos los medios una tercera guerra mundial.

En segundo lugar, quiero expresar nuestra más enérgica repulsa y condena contra el régimen fascista impuesto tan recientemente en el país hermano de Bolivia, a la vez que expresamos nuestra solidaridad activa, no solo con el pueblo boliviano, sino con todos los pueblos del continente latinoamericano, donde las dictaduras fascistas al servicio de las multinacionales y la CÍA, son más bien la regla que la excepción.

Por eso, compañeros, al dirigirme desde esta tribuna internacional, es muy difícil contener el grito y hablar serenamente, aunque nuestra actual situación exige mucha serenidad, exige que miremos al futuro sin renunciamientos imperdonables, con afán de justicia, pero nunca de venganza, con el temple suficiente para medir las consecuencias de nuestras palabras y de nuestro comportamiento político.

Cuando estamos asistiendo a esta magna conferencia internacional de mineros, la crisis energética mundial, el fomento a la minería y el resurgimiento del carbón como fuente de energía constituyen una trilogía de plena actualidad. Por ello, las reflexiones que sobre estos temas realizan aquellas personas que por circunstancias de la vida estamos asumiendo responsabilidades directas en el sector minero suponen una clarificación trascendental. De ahí, una vez más, tengamos que expresar nuestra felicitación al comité organizador por este acierto que tanto va a suponer en un futuro inmediato.

Sin más preámbulos, quiero pasar a exponer de una manera breve y esquemática, debido a la amplitud del programa y al corto espacio de tiempo que disponemos, la situación de la minería en España.

Nuestro país cuenta en la actualidad con una plantilla total de 100.000 mineros, de los cuales 55.000 están dedicados a la extracción del carbón, repartidos en 157 empresas con una producción anual de 23 millones de toneladas.

Esta producción es sacada al exterior por métodos artesanales, ya que solamente tenemos mecanizado un 9 por ciento de la misma, siendo la producción extraída con métodos parcialmente mecanizados un 30 por ciento, y el resto se extrae por métodos que aún recuerdan a nuestros abuelos. Del total de nuestra producción, un 23,60 por ciento corresponde a minería de cielo abierto, el 16,40 por ciento a minas de montaña, y el resto, esto es, el 60 por ciento, extraído en pozos verticales.

En este mismo escenario, a la hora de hablar de nuestras reservas, tenemos que manifestar la poca seriedad manifestada a la hora de confeccionar este tipo de información. Los datos suministrados, tanto por organismos nacionales como internacionales, pero siempre bajo el patrocinio del Ministerio de Industria y Energía, las evaluaciones de reservas y recursos arrojan una disparidad suficientemente expresiva, reflejo de la falta de coherencia y homogeneidad en el tratamiento de tan importante asunto. En este sentido resulta de máximo interés reseñar que las últimas cifras obtenidas por el Ministerio aludido cuadriplican las del Plan Energético Nacional’78, más conocido por nosotros como el plan del “electrofascismo”.

La última evaluación realizada en nuestro país nos ha confirmado las posibilidades reales de dar más importancia al carbón en el sector energético de la que actualmente se le concede. Se asegura que existen recursos potenciales a descubrir del orden de los 5.100 millones de toneladas de lignito a menos de 600 metros de profundidad. Esto nos lleva a la necesidad ineludible de exigir la puesta en práctica de un intensivo plan de investigaciones a fin de conocer las reservas y los recursos de que disponemos realmente, máxime en momentos como los actuales en el que el panorama energético está solamente clarificado para la estrategia de las multinacionales energéticas.

Los recursos evaluados hasta el momento son del orden de los 3.592 millones de toneladas y las reservas seguras del orden de los 2.138 millones de toneladas.

La minería española atraviesa una situación crítica, ello como consecuencia de no haber existido en nuestro país una auténtica política minera, pudiendo decir, sin caer en demagogia alguna, que la minería española ha sido una cuestión totalmente ajena y extraña a todos los gobiernos que se vinieron sucediendo en las poltronas ministeriales hasta la fecha. Mientras en los países de la CECA se está produciendo una cierta reorganización, tanto desde el punto de vista estructural como tecnológico, en nuestro país todo quedaba prácticamente igual, de tal manera que en el año 1976 España tenía 1,5 veces más de minas de carbón que toda la CECA, dándose el caso de que durante el periodo 1967-1976 la producción por mina y año en nuestro caso quedaba igual, mientras en los países de la CECA se incrementaba 1,75 veces. El dimensionamiento de las minas crece en la CECA, según el número de mineros en 1,76 veces mientras en nuestro país disminuye.

En el año 1971 se puso en marcha el Plan Nacional de Explotaciones Mineras, el cual preveía para el periodo 1971-80 un crecimiento de la producción de carbones del 117 por ciento, alcanzando el cumplimiento solo un 71 por ciento de media anual, produciéndose el mayor incumplimiento del plan precisamente en los subsectores de la hulla y lignito, que es donde mayor peso específico tiene la empresa pública.

La aparición de la crisis energética junto a la brutal dependencia que padece nuestro país – la mayor de todo el mundo occidental – nos obliga a exigir la intensificación de nuestros recursos autóctonos de una manera racional a fin de ir eliminando la gran vulnerabilidad que padecemos actualmente.

Por otra parte, si hemos aceptado la Constitución elaborada en el Congreso de los Diputados, no tenemos por menos que ponerla en práctica. Al respecto, no podemos olvidar que esta ley suprema contempla los yacimientos mineros españoles como bienes demaniales, y ello significa que son bienes públicos y que la administración tiene la obligación inexcusable de preocuparse y velar su gestión por parte de los concesionarios, sujetos siempre a los requisitos de interés común.

Desde mi punto de vista, pienso que la única solución para nuestra minería es la NACIONALIZACIÓN DEL SECTOR, desde la investigación de nuestros recursos hasta su transformación en energía, pasando por una explotación racional y humana de los mismos, dentro de una POLÍTICA ENERGÉTICA AL SERVICIO DEL PUEBLO.

Desde esta perspectiva las medidas que hemos propuesto al gobierno de España de una manera urgente pasan por:

  • La potenciación al máximo de la investigación de los recursos energéticos.

  • El desarrollo de un plan de investigaciones de recursos energéticos revisado y actualizado periódicamente.

  • La reestructuración de las líneas productivas, dada la total irracionalidad de la misma en la actualidad, yendo a la creación de unidades de mayor volumen de producción desarrollando medidas que favorezcan la creación de cotos mineros.

  • Incremento de la mecanización y la racionalización del trabajo.

  • Promulgación del ESTATUTO DEL MINERO que ya hemos presentado al gobierno desde el año 1977.

Dentro de mi breve intervención no me voy a referir aquí a la problemática existente en las cuestiones relativas a la seguridad social, seguridad e higiene, accidentes y enfermedades profesionales, hábitat minero de los trabajadores, entre otras cuestiones porque la dureza de la misma os iba a costar trabajo de creer. Basta decir que durante el último año hemos sufrido 121 accidentes mortales, 169 accidentes muy graves y 13 de carácter reservado, de ahí nuestra lucha en torno a la consecución del aludido ESTATUTO DEL MINERO que palíe en gran medida el drama de nuestra minería.

Compañeros:

Siendo muy consciente de que esta problemática sobre la minería española es similar a la de muchos países que he visitado en estos años, es por lo que quiero levantar la voz para manifestar: NAVEGAMOS EN EL MISMO BARCO Y TODO LO QUE NO SEA COORDINAR ESFUERZOS SERÁ PERDER EL TIEMPO.

Muchas gracias


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