INTERVENCIÓN DE ANTÓN SAAVEDRA EN EL MITIN DEL PSOE EN EL PALACIO DE LOS DEPORTES DE OVIEDO, EL 1º DE MAYO DE 1977.
Otro discurso encontrado entre los papeles de la maleta vieja sobre mi intervención en el primer mitin del PSOE en Asturias desde la segunda restauración monárquica celebrado en el Palacio de los Deportes de Oviedo, junto con Luis Gómez Llorente, el 1º de mayo de 1977.
Compañeras y compañeros, trabajadores de la minería, de la siderurgia, de la agricultura, de todas las ramas de la producción. A todos los que, con vuestro trabajo diario manual, intelectual o cultural, contribuís al progreso de un pueblo recibid un fraternal saludo en nombre de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T.
Hace cuarenta años que no habíamos tenido ocasión de expresarnos públicamente con esta relativa libertad, y hoy, al realizar un acto de verdadera trascendencia para la gran causa del trabajo os dirigimos nuestra voz amiga para manifestaros nuestros problemas, nuestras aspiraciones y nuestra alternativa sindical. Pero, antes quiero exponer las causas que a nuestro juicio dan lugar a la lucha latente que hoy existe entre el capital y el trabajo.
La causa primordial de esta guerra pasiva, que algún día por la fuerza misma de las circunstancias puede tornarse en activa, consiste en la desastrosa organización de la propiedad y de todas las organizaciones de corte fascista existentes que, cual argolla en el cuello del sentenciado a muerte oprime al esclavo moderno, al trabajador del pueblo español. Ahí tenemos esa mole, tan ineficaz como como corrupta, conocida por la Organización Sindical, creada por el régimen anti obrero de Franco para controlar y reprimir las verdaderas aspiraciones de la clase trabajadora. Y si esas palabras pudieran parecer demagogia para algunos, ahí tenemos las últimas fechorías del conocido Sindicato del Crimen que culminaron con el vil asesinato de cinco defensores de la clase trabajadora en el despacho laboral de la calle madrileña de Atocha, por no hablar de los compañeros de Vitoria asesinado por las balas de la policía y guardia civil.
Sin embargo, ese capitalismo intransigente y cerril no ha conseguido destruir la obra de nuestro Sindicato Minero. Sus realizaciones históricas, a pesar de la destrucción de sus cuadros y a pesar de la incautación de sus locales, todo ello perpetrado por cientos de pistoleros a sueldo, aún continúan.
Pero, ¿cómo no hemos de recordar a las famosas bandas de las contrapartidas, compuestas por falangistas; a la brigadilla especial y a los todavía existentes y conocidos somatenes, auténticos chivatos y esquiroles al servicio de la policía, guardia civil, de las empresas y del propio sindicato vertical fascista?
Nosotros, la UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES, queremos que se realice la justicia en todas las relaciones humanas. Queremos la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres, honrados e inteligentes. Queremos que sea el trabajo la base sobre la que descanse la sociedad.
Queremos que los instrumentos del trabajo, la tierra, las minas, las fábricas, los ferrocarriles, etc. sean propiedad de la sociedad entera. Con esta realidad quedaría por solo este hecho el trabajador emancipado económicamente y, por lo tanto, en condiciones de pactar con entera independencia y de ejercitar con libertad todos los derechos inherentes a la personalidad humana, siempre que nosotros mismos cumplamos con el imprescindible deber de producir.
La UNION GENERAL DE TRABAJADORES ha propugnado desde siempre, y propugna ahora, una estrategia UNITARIA. En este sentido, como central sindical representativa de la clase trabajadora e identificada con las verdaderas aspiraciones de esta, lucha por alcanzar, en primer lugar, y como objetivo prioritario, la LIBERTAD SINDICAL que, en un contexto general de libertades democráticas, permita a los trabajadores optar libremente por las alternativas sindicales existentes para que éstas puedan desarrollar, sin ningún tipo de trabas ni cortapisas, los legítimos medios de acción sindical que garanticen y promocionen los intereses de clase de los trabajadores. En segundo lugar, y a partir de la libertad sindical, crear las condiciones necesarias que posibiliten un proceso que, conjuntamente con las demás centrales sindicales democráticas, conduzca a la UNIDAD SINDICAL orgánica de la clase trabajadora.
Actualmente, compañeros, la conquista de la libertad sindical implica una serie de condiciones que la UGT no está dispuesta a olvidar. ¡¡¡ Qué menos podemos ofrecer a aquellos hombres y mujeres que dejaron sus vidas en lucha por una España libre, democrática, socialista y republicana!!!
La desaparición y desmantelamiento de las estructuras sindicales fascistas, desde la propia de los Enlaces Sindicales y Jurados de Empresa, pasando por las U.T.T., hasta llegar al propio Ministerio de Relaciones Sindicales.
Ratificando esta estrategia permanente de rechazo de los sindicatos verticales y de boicot constante a las elecciones sindicales oficiales, la U.G.T. considera que la desaparición del Verticato exige ineludiblemente el abandono de todos los cargos sindicales, para que los trabajadores a través de las centrales sindicales democráticas permita iniciar una tendencia de sustitución de estos cargos por órganos representativos e independientes elegidos democráticamente en las asambleas de trabajadores. Pero el desmantelamiento de las estructuras verticalistas implica también la devolución de los bienes expoliados a la U.G.T. en 1.939.
Por otra parte, el patrimonio sindical acumulado a partir de ese año por la Organización Sindical con las cuotas sindicales extraídas obligatoriamente durante cuarenta años de los salarios de los trabajadores, deberá ser restituido a la clase trabajadora a través de las Centrales Sindicales representativas. Por eso, la U.G.T. se opone radicalmente a la conversión de la actual Organización Sindical en el aparato “parasindical” (A.I.S.S.) controlado por el gobierno. Un aparato que se pretende subvencionar con una tasa parafiscal obligatoria a detraer de los salarios de los trabajadores para acoger y refugiar en él a todo tipo de traidores y estómagos agradecidos de este régimen fascista, a la vez que frenar y obstaculizar la libre afiliación de los trabajadores a las centrales sindicales. Pero también, desde la U.G.T., entendemos que el Estado debe de reconocer y garantizar el derecho a la estabilidad en el empleo de quienes en calidad de funcionarios o trabajadores de la Organización Sindical han accedido a su empleo en forma regular y han desempeñado funciones no represivas contra la clase trabajadora.
El análisis de nuestra alternativa sindical de cara a la conquista de las libertades no puede pasar por alto el tema de la crisis económica y de sus posibles soluciones. Es más, la gravedad de la misma está condicionando de manera decisiva la posibilidad de encontrar una salida a la actual situación política y sindical. Se trata de una crisis del sistema capitalista en su conjunto, que ha repercutido rápidamente en un país inserto de lleno en los mecanismos económicos del bloque occidental.
El sistema de relaciones laborales impuesto por la dictadura ha cumplido, una vez más, el papel para el que fue creado como instrumento de control y represión de los trabajadores. Gracias a la utilización de los mecanismos legales y a la indefensión jurídica de nuestra clase ante la patronal, ésta se ha servido del poder para trasladar los costes sociales de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores, con el resultado de un vertiginoso incremento del paro, la aceleración del ritmo de crecimiento de la tasa de inflación y, en general, el empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo que afectan, principalmente, a los asalariados y sectores más desfavorecidos de la población, por otra parte totalmente ajenos al origen de la crisis.
¿Por qué se ha esperado a 1976 para hablar del pacto social? Los trabajadores no sentimos ningún placer hundiendo la economía, pero tampoco estamos dispuestos a pagar la crisis del podrido y corrupto capitalismo español. Para la UNION GENERAL DE TRABAJADORES, el pacto social solo tiene un nombre: RUPTURA DEMOCRÁTICA.
Vamos a la conquista del socialismo en libertad a través del uso de las libertades democráticas y no usando nunca ni la violencia ni la dictadura. Queda claro que, para la U.G.T., cualquier solución pasa por el restablecimiento de cauces válidos para la confrontación entre trabajadores y patronos. Una alternativa de este tipo, concebible solo en un entorno de libertades sindicales y democráticas, debe de ser la premisa para la elaboración, a nivel político, de un programa para la fase de transición, elaboración en la cual las organizaciones sindicales democráticas deben de intervenir haciendo oír su voz.
La U.G.T. proclama la necesidad imprescindible de una situación de LIBERTAD SINDICAL como punto de partida de un proceso que conduzca a la UNIDAD SINDICAL, concebida ésta sobre la base de la concepción de un sindicalismo de masas, de libre afiliación y a través de un debate permanente ante la clase trabajadora sobre las distintas opciones ofrecidas por las centrales sindicales existentes, pero ello sin perjuicio de que lleve a cabo todos los esfuerzos posibles para llegar a ser la central sindical unitaria de la clase trabajadora. Por su historia, por su concepción de sindicalismo libre, de clase, democrático, independiente, revolucionario e internacionalista. Por sus alternativas de lucha, la U.G.T. puede encuadrar a todos los trabajadores, organizados o no políticamente, y asumir sus planteamientos.
Finalmente, teniendo en cuenta que me encuentro entre mis compañeros mineros en su mayoría, quisiera resaltar algunos aspectos sobre la nefasta política del carbón que venimos sufriendo los mineros de toda España.
Todos vemos cómo de manera constante, los patronos quieren hacernos ver que, efectivamente, los mineros estamos viviendo de las limosnas que nos dan los trabajadores de otras regiones, pero, desde la Federación Estatal de Mineros de UGT tenemos que desmentir contundentemente esa gran mentira y lo fundamentamos, cuando es sabido que el gobierno de la nación ha fijado, con la idea de favorecer a las industrias de las térmicas y siderúrgicas, unos precios muy bajos al carbón. Es decir, el sector carbonero se está sacrificando en beneficio de que otras industrias puedan ser más competitivas, financiándolas de manera indirecta.
En el año 1967, cuando las empresas carboneras comenzaron a chocarse entre unos precios obligatoriamente bajos y unos salarios y cargas sociales más altas, las empresas fueron auxiliadas con una subvención total de 115 pesetas por tonelada, pero resulta significativo, al respecto, hacer una comparación con las subvenciones que reciben por tonelada los distintos países europeos: En Alemania 433 pesetas, en Holanda 260, en Francia 614 y en Bélgica 941. En los finales del año 1975 estábamos pagando la tonelada de carbón polaco al precio de 73,80 dólares y la americana a 78,80 dólares, mientras la media del carbón español la estábamos pagando a una media de 38 dólares. Es decir, hemos pagado por el carbón de importación aproximadamente el doble que por el carbón nacional.
Y ello quiere decir que, si se liberasen nuestros carbones de las argollas de los precios políticos y se equiparase al de importación, el sector carbonero español obtendría moderados beneficios, con la consiguiente eliminación de las subvenciones estatales. No es verdad que nuestro carbón le cueste dinero al contribuyente. Por el contrario, con el sacrificio de este sector se está subvencionando a otras industrias. Si la siderurgia española no puede equiparar el precio de nuestros carbones a los que paga la siderurgia europea, la conclusión es clarísima: o está mal concebida, o está mal desarrollada o está mal dirigida, pero lo que es totalmente inadmisible es que pague las culpas de todo ello la históricamente mal tratada minería española. El carbón es nuestra única fuente de energía, por eso hay que mantener su explotación desde la cuádruple vertiente económica, social, energética y estratégica, sobre todo con la actual crisis energética que se agrava, aun más, con el incremento brutal de los últimos precios del petróleo.
Desde esta perspectiva, la Federación Estatal de Mineros de UGT planteamos tres alternativas de solución para la industria carbones: la primera que se cumplan los reiterados acuerdos de los Consejos de Ministros – el primero ya data del 26 de junio de 1970 – en los que se reconozca la imperiosa necesidad de igualar los precios del carbón española a los que se están importando; la segunda, que sea permitida la exportación de una parte de nuestros carbones, porque el mercado internacional nos pagará por ellos en cada momento el precio justo que se ha establecido; y la tercera, la más importante, que se vaya a la definición de una auténtica política minera en España, desde la investigación de nuestros recursos hasta la transformación de los mismos, pasando siempre por una mejoras en las condiciones de trabajo de los mineros.
Compañeras y compañeros: con fe en la idea y sin miedo en el corazón para realizar nuestra completa emancipación económica y social marchemos todos unidos y con la frente levantada hasta hacer realidad los objetivos de la clase trabajadora.