Son las 8,00 horas cuando me dispongo a seguir escribiendo mi diario, aunque me temo que voy a volver para la cama como consecuencia de los vértigos que estoy padeciendo como consecuencia de mis cervicales pinzadas. Seguro que algo está influyendo las horas que permanezco sentado ante el ordenador durante el confinamiento que estamos padeciendo todo el pueblo español. A ver que pasa. Me he levantado, y después de pegarme la ducha frio de todos los días, esperando a desayunar con Irma hacia las 10,00 horas, reanudo mi diario de hoy, cuando se cumplen doce días de privación de libertad para circular por la calle, y lo primero que hago es consultar las fuentes oficiales del Ministerio de Sanidad para ver el número de infectados (49.515) y muertos (3.647) que tenemos actualizados a las 7,52 horas.
Tal y como os prometí en la noche de ayer, refiriéndome al debate celebrado en el Congreso de los Diputados, diré que jamás había asistido, mientras no me daba el sueño, a un debate tan absurdo, no solo por las formas – un reducidísimo número de diputados en el hemiciclo, hasta las tantas horas, mientras el resto votaba desde su casa -, sino por el contenido del mismo que no fue sino una xerocopia de los anteriores, donde el coronavirus sigue causando estragos en una España frágil y semidesnuda, por mucho fortaleza que pretenda mostrarnos el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y por mucha vestimenta de gala que se quiera usar para la ocasión. Eso sí, fue un Pleno donde se emplearon las peores formas del “carroñerismo político” por parte de la derecha pepera y sus extremos voxianos, pero la triste y dura realidad que tratan de evadir en el porqué de la masacre que sigue ocasionando el COVID-19 – jamás he visto a ninguno de ellos visitar un hospital o una residencia de ancianos, aunque acudan bien equipados de material sanitario, de ese material del que siguen adoleciendo los profesionales sanitarios, para darles ánimo y reconocimiento a su trabajo -, no está sirviendo más que para demostrar su manifiesta ineptitud e incapacidad para seguir permaneciendo un segundo más en sus escaños.
Pero, ¿qué coño se nos está ocultando aquí? A mí no me cabe ninguna duda de que algo grave, o mucho, se nos está ocultando, entre otras cuestiones, porque en política nada ocurre por casualidad, y en esta catástrofe que tiene confinado a la tercera parte de la población mundial, mucho menos. Aquí hay “gatu encerrau”. Al respecto, me viene a la memoria una reunión telemática que tuvo lugar hace pocos días entre expertos de variada especialización, todos ellos pertenecientes a la International Association of Health Policy, procedentes de varios países y continentes para analizar la respuesta de los países en diferentes continentes a la pandemia actual de coronavirus.
IMRHS es una revista internacional de acceso abierto, mensual, revisada por pares con el objetivo principal de proporcionar investigación y aplicaciones relacionadas con las ciencias médicas y de la salud. El International Journal of Medical Research & Health Sciences (IJMRHS) tiene como objetivo publicar trabajos de investigación originales que contribuyan significativamente a mejorar el conocimiento científico en ciencias médicas.
Aquella reunión organizada por la revista International Journal of Health Services, tenía como propósito compartir información y conocimientos con un objetivo común: ayudar a las organizaciones internacionales y nacionales a resolver la enorme crisis social creada por la pandemia del coronavirus, extrayendo varias conclusiones. La primera, que la pandemia iba a ocurrir, habiéndose alertado que el mundo no estaba preparado para ello a no ser que se tomaran medidas urgentes para paliar sus efectos negativos, pero tales alertas no solo no se atendieron e ignoraron, sino que muchos Estados, caso concreto de España o Italia, optaron por aplicar políticas públicas que no han hecho más que deteriorar la infraestructura de servicios a base de recortes de gasto público y privatizaciones, así como otras políticas públicas desreguladoras de mercados laborales que han disminuido la protección social de amplios sectores de la población, afectando primordialmente a las clases populares de tales países.
Esta evidencia científica, ampliamente publicada en revistas académicas, ha puesto de manifiesto el enorme impacto negativo que tales políticas han tenido en la disponibilidad y calidad de los servicios sanitarios y sociales, con notables reducciones del número de camas hospitalarias y del personal sanitario desde la crisis del 2008. ¿Alguien se acuerda de la reforma constitucional en su artículo 135 para rescatar a la banca a cuenta del “austericidio” (recortes en sanidad, educación y pensiones) realizada con nocturnidad y alevosía por el bipartidismo PPSOE durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, siendo también secretario general del PSOE?
Otros estudios han mostrado también el impacto de las reformas laborales neoliberales, que han deteriorado la calidad de vida de amplios sectores de las clases populares en estos y en muchos otros países, como en los Estados Unidos de Norteamérica. Estas políticas, basadas en los recortes del gasto público social y reformas del mercado de trabajo que incrementaron la precariedad, fueron ampliamente aplicadas en muchos países y estimuladas por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo, entre otros, dejando sin protección a amplios sectores de la población y debilitando el sistema de protección social, pieza clave en la respuesta a la pandemia que estamos viviendo ahora en España y en otros países. ¿Alguien se acuerda de las Reformas Laborales de 2010 (gobierno Zapatero) y 2012 (Gobierno de Rajoy) todavía vigentes en la actualidad?
Los enormes déficits de camas, de médicos y enfermeras, de mascarillas, de ventiladores y un largo etcétera se han hecho patentes en cada uno de estos países, donde la austeridad tuvo mayor impacto. Y déficits similares aparecen en los servicios sociales de atención a las personas mayores y a las personas dependientes, especialmente agudos en estos momentos de la pandemia.
La segunda observación que hicieron los expertos es que la causa de la pandemia era predecible, así como el modo de responder a ella. Y lo que también se sabía y se sabe es que hay recursos para contenerla y resolverla. En aquellas reuniones hubo un amplio consenso en que el mayor problema que existiría no sería la falta de recursos, sino las enormes desigualdades en la disponibilidad de estos recursos. No sería, pues, un problema económico, sino político. No había, ni ha habido voluntad política para anular las condiciones que han causado la pandemia. Así de claro.
Dentro de este escenario es necesario preguntarse por las fuerzas económicas y financieras que dominan esos Estados, y la respuesta no creo que sea muy difícil de contestar, cuando en el caso español sabemos que las políticas económicas y sociales fueron promovidas por aquellas políticas que representaban los intereses minoritarios de grupos económicos y financieros que siempre anteponen sus beneficios particulares al bien común, aunque luego su amor a la filantropía les lleve a regalar al Estado material sanitaria para tratar públicamente de lavar su sucia imagen labrada a base de explotar laboralmente a niños en régimen de esclavitud por esos países llamados del Tercer Mundo, como si hubiera varios mundos.
Más claro, para esos palmeros de sus propios verdugos, si algún día les da por leer este diario. El neoliberalismo que mata pasa en todo momento por ir desapareciendo las intervenciones del Estado que favorezcan el bien común, hecho responsable del enorme descenso de la calidad de vida y bienestar de las poblaciones, contribuyendo con ello a crear pandemias como la del COVID-19. De ahí la necesidad que tienen todos estos títeres del bipartidismo PPSOE al servicio de esa ideología de negar e incluso de ocultar la existencia de esas crisis.
En este sentido, es profundamente erróneo intentar resolver la gran escasez de material de protección para los profesionales del sector sanitario a base primordialmente y/o exclusivamente de la compra de tales productos en el mercado nacional o internacional. La realidad es que nos encontramos ante una escasez internacional de estos productos debido a su gran demanda, escasez que precisamente beneficia a sus productores, que aumentan los precios, aprovechándose de una situación excepcional. Por eso, pienso que en una situación de “guerra” como les gusta llamar al gobierno de España y a su Ejército, el Estado hace lo que debe hacer para conseguir los materiales que necesita para armarse, confiscando y nacionalizando industrias si ello fuera necesario. España tiene una industria textil muy desarrollada, y no hay falta de material para hacer mascarillas. Se tiene que obligar a las empresas a que las hagan, y pronto, solo por poner un ejemplo. Pero no, es más fácil atemorizar al pueblo y privarles de la libertad mediante un Real Decreto que declara el Estado de Alarma. Es más fácil alarmar a todo un pueblo, mientras vemos como aquella generación que levantó este país a base de sudor y lágrimas se muere por culpa de unos irresponsables que actúan como vulgares corsarios de ese neoliberalismo. Claro, para ellos siempre supone una pensión menos a pagar.
La web del Ministerio llevaba sin actualizar el reporte de casos desde las 18.00 horas del 6 de marzo hasta el 9. En Twitter, solo se informaba del volumen de contagios, pero no del recuento de fallecidos, algo que sí hicieron en las comparecencias públicas los días 6, 7 y 8, tanto el portavoz del gobierno en materia sanitaria, Simón, como el ministro de Sanidad, Salvador Illa.
Porque, vamos a ver: ha quedado archidemostrado hasta la saciedad de que el gobierno de Pedro Sánchez es responsable de no haber adoptado las medidas pertinentes en su tiempo para evitar la catástrofe que sigue amenazando la vida a cualquiera de nosotros, por mucha privación de libertad que se nos haya impuesto.
Hoy tenemos nuevos documentos que ahondan más en el asunto, tal y como podemos ver en la página web del ministerio de Sanidad que reproducimos. En la misma se puede constatar perfectamente las fechas que el mismísimo ministro de Sanidad, Salvador Illa, aclararía en una rueda de prensa de cómo en la última semana de febrero el contagio «importante» del coronavirus se había detectado en algunos territorios de España, en concreto, en la Comunidad de Madrid: “Lo que detectamos la tarde-noche del día 8 de marzo quiere decir que se produjo ocho o diez días antes, estimamos que hacia la última semana de febrero”. Y yo me pregunto: ¿No tuvo el gobierno de España margen de actuación más que suficiente, antes del 14 de marzo, cuando se tomaron las medidas para el confinamiento en nuestras casas mediante el Real Decreto que declaraba el Estado de Alarma en España?
Sin embargo, siendo esta una verdad como la catedral de La Almudena en Madrid, no es menos cierto que los Presupuestos Generales del Estado, con los que viene actuando el gobierno de España, son los mismos del gobierno pepero de Mariano Rajoy que, elaborados por el ministro Montoro, contemplan los recortes a la sanidad española, uno de los motivos principales de la carencia del material sanitario en nuestra sanidad. Aquí pongo punto y final a mi diario de hoy, más temprano que otros días, no sin antes ver las últimas actualizaciones del ministerio sobre las cifras de infectados (56.197) y muertos (4.145) a las 17,00 horas.