Un día más de mi arresto domiciliario que hace el número 57 y seguimos avanzando. Dolorosamente, a la vista de las cifras trágicas, propias de una guerra, que día tras día nos muestra el panel del ministerio de Sanidad: 26.621 muertos y 224.390 infectados, de los cuales 47.481 pertenecen al personal sanitario, en su mayoría por falta de medios adecuados para el tratamiento de los infectados. Es decir, hemos pasado de ser el país donde la incidencia iba a ser mínima al país con mayores índices de muertos e infectados del mundo por millón de habitantes.
Además, alrededor de 6,5 millones de habitantes podrían estar infectados del COVID-19 en España, según se desprende de una información que acaba de hacer pública el ministerio de Sanidad sobre la práctica de pruebas de detección de Covid-19 y el número de contagiados confirmados como tales mediante dichas pruebas. De acuerdo con los datos ofrecidos nuestro país habría hecho supuestamente hasta la fecha 1,625 millones de PCR, mientras que la cuantía de infecciones ratificadas con dichas pruebas alcanza las 224.390 personas. Los datos oficiales revelan por tanto que un 13,8% de la población ha dado positivo en las detecciones practicadas, lo que extrapolándolo al conjunto de los españoles arrojaría esa cifra de 6,5 millones de infectados.
Ayer mismo, unas horas antes de que los datos fueran difundidos la prestigiosa cadena de noticias estadounidense CNN revelaba que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, había mentido, al asegurar que España figuraba a la cabeza de los estados que supuestamente más PCR practican en base a un estudio inexistente. El pasado 28 de abril, Sánchez había dicho en rueda de prensa ante todo el país que España era el quinto país en cuanto a test de Covid-19 realizados, citando para ello un estudio de la prestigiosa universidad estadounidense Johns Hopkins, teniendo que ser la propia universidad quien confirmare la inexistencia del estudio al que se refería el presidente del gobierno en su comparecencia,
Tampoco era la primera vez que el Gobierno adulteraba las cifras enviadas a organizaciones internacionales sobre las pruebas realizadas. Recuerdo cuando el 28 de abril, el presidente afirmó que, según la OCDE, España era el octavo país con más pruebas de coronavirus, teniendo que ser rectificado por el organismo para indicarle que su puesto en el ranking era el número 17, y eso teniendo en cuenta los datos oficiales que le envía el Ministerio, cuya credibilidad viene siendo puesta en duda desde los principios de la crisis.
Según el ministerio de Sanidad, nuestro país ha practicado 1,625 millones de PCR, pero pese a ello, al día de hoy llevamos 26.621 ciudadanos muertos. En Alemania, por ejemplo, se han hecho alrededor de un millón más de pruebas con el doble de población y apenas contabiliza 7.500 cadáveres, y en nuestro país vecino de Portugal, la cifra de test apenas alcanza los 520.000 y el número de fallecidos no llega a 1.200.
Esa es la reflexión profunda que Pedro Sánchez tiene que realizar al observar cómo un país en la misma península como Portugal tiene cinco veces menos muertos e infectados que nosotros, y dejarse de martirizarnos todos los sábados con sus homilías plagiadas en gran parte de los discursos de guerra pronunciados por Winston Churchill.
Portugal en ningún momento ha impuesto cuarentena obligatoria para la población en general, ni mucho menos lanzó al ejército a la calle, por considerar que era un deber cívico. Portugal no ha parado su economía, salvo restaurantes y comercios. ¿Cuál ha sido la diferencia entonces entre dos países de cultura similar que comparten la misma península? Pues muy sencillo: “la anticipación y la rapidez en la adopción de las medidas de salud pública”, afirma el experto en salud pública, Alberto Infante: “El cómo actúas al principio determina todo lo que pasa después, porque, aunque esto no lo sabíamos hasta finales de febrero o principios de marzo, los asintomáticos han tenido un papel muy importante. Portugal tuvo la suerte de ver lo que estaba pasando en España e Italia y el acierto de tomar medidas cuando allí la epidemia ya había empezado”.
Además de esta anticipación, que ha sido la clave, Infante también señala tres características que han podido marcar diferencias con España: “No tenemos un sistema autonómico que complique la toma de decisiones; Gobierno y oposición han ido a una, lanzando el mismo mensaje desde el principio; y, quizás por esto y porque veían lo que estaba pasando fuera del país, la población ha estado muy concienciada”.
La cuestión es que, en plena fase de desescalada y como buenos marineros cuando amaina la tormenta, es hora de evaluar los daños causados por esa tempestad sin precedentes sobre el sistema sanitario español llamada COVID-19. Alejados ya de la urgencia y el colapso, aunque todavía vigilantes, los centros hospitalarios y por ende sus profesionales tendrán que ir volviendo poco a poco a la normalidad: a las citas pendientes, a las cirugías programadas, a las revisiones y a las pruebas diagnósticas, aunque, desde mi punto de vista, sin olvidarse de hacer una muy amplia y necesaria reflexión acerca de nuestro Sistema Público de Salud.
Fuente: Ministerio de Sanidad (09-05-2020).
Después de dar mi paseo diario por el parque, enseguida regresé a casa debido al tiempo lluvioso que hacía la primera noticia que recibo es de un amigo que me envía un mensaje desde Córdoba para comunicarme que Julio Anguita, aunque siga en un estado grave, parece ser que su vida no corre peligro, cuestión que me alegra enormemente.
En España, por ahora ninguno de los partidos está obteniendo algún beneficio político de la situación creada por el COVID-19, pero todos lo esperan, porque todos están en la competición partidista y electoralista a la espera de que recomience la liga. Por eso no paran de moverse para ver si pueden aprovechar las ocasiones que les brinda esta situación tan atípica, aunque sea tirándose a la cara, unos a otros, los cadáveres de las víctimas del COVID-19. Ninguno de los partidos ha dado en la tecla para despegarse de sus adversarios, ni siquiera entre los partidos que componen la coalición de gobierno PSOE-UNIDAS PODEMOS, donde siguen exactamente los mismos recelos y desconfianza que había antes de la coalición. Pero la oposición tampoco está sacando provecho en su estrategia del enfrentamiento, en ocasiones semejándose más a los buitres carroñeros en busca de los despojos, que demostrando ser personas con cierta capacidad política y, sobre todo, humana.
¿Nadie gana o todos pierden? Desde mi punto de vista, los que están perdiendo son el conjunto del pueblo español que, en absoluto se merecen esta clase de políticos. El mundo se ha dado la vuelta como un calcetín, pero estos profesionales de la política, en su inmensa mayoría, siguen perviviendo en sus máximas de siempre: interpretar y manipular siempre la realidad a su favor; buscar un chivo expiatorio para tratar de compensar sus insuficiencias o para afirmar sus posiciones; y no reconocer jamás un error, porque solo yerra el adversario.
Resultó muy interesante observar el cabreo de ERC cuando Pedro Sánchez se avino a pactar con Ciudadanos – tampoco era la primera vez, teniendo incluso en su día un programa definido para un gobierno PSOE-C’S -, para sacar adelante la renovación del estado de Alarma que cada vez se parece más a una alarma en el Estado. Lo grotesco del caso es que estos políticos no quieren darse cuenta de que ahora no se trata de que gane este o aquel, al menos a mí no me preocupa en absoluto, sino de que salgamos ganando todos, a ser posible con el menor coste de vidas humanas.
Tal y como se esperaba la votación en el pleno de investidura en el Parlamento vasco resultó protocolaria porque no hubo sorpresas, aunque sí un resultado de calado histórico. La Cámara dio la alternativa a Patxi López que se convierte en el primer lehendakari socialista, que pone fin a 30 años de hegemonía nacionalista en el País Vasco. Con los votos de su partido, 25, los 13 del Partido Popular y el de UPyD, López reunió los 39 apoyos que le resultan suficientes para iniciar una legislatura sin precedentes.
Y mucho me temo que lo volveremos a ver a partir de este jueves próximo cuando den comienzo las sesiones de la recién creada Comisión para la Reconstrucción, presidida por Pachi López. Por cierto, otro profesional de la política en el apparatchik del PSOE que, después de estar diez años en la escuela de ingeniería industrial de Bilbao no fue capaz de finalizar el primer curso, aunque eso sí, es un consumado negociador político, no en vano alcanzó en su día la Eusko Jaurlaritzako Lehendakaria del País Vasco de la mano del Partido Popular (2009-2012).
No obstante, lo dicho, Pedro Sánchez no salió mal parado de su órdago al sacar adelante con retoques la declaración de alarma con la respiración asistida de la Arrimadas y el abono extra a la burguesía vasca del PNV, pese al resquebrajamiento que parece registrarse en sus “amistades” con ERC. Otra cuestión muy distinta es la que se pueda originar en las ya deterioradas relaciones en el seno de la propia coalición del gobierno, aunque den sensación de tranquilidad porque están convencidos de que la estrategia del PP se ha estrellado, gracias sobre todo a la decisión de Ciudadanos de negociar y llegar a acuerdos, y porque están convencidos de que los motivos que llevaron a Esquerra a situarse en el ‘no’ son coyunturales.
Fuentes de la dirección de Unidas Podemos no esperan que el partido de Inés Arrimadas vaya ganar influencia en las decisiones del Ejecutivo, del mismo modo que tampoco cuentan con que otros partidos, con los que también se ha llegado a acuerdos en algún momento, como es el caso del PNV, Esquerra Republicana o EH Bildu acaben marcando el rumbo de la coalición. Por una vez “un partido de derechas hizo algo responsable”, afirman, y eso sirvió para “compensar”lo que consideran un “grave error”de cálculo de ERC y garantizar la mayoría necesaria para mantener la vigencia del estado de alarma.
El PSOE y Ciudadanos han firmado este miércoles el acuerdo para un “gobierno reformista y de progreso” que supondría que la formación naranja votará a favor de la investidura de Pedro Sánchez la próxima semana. Este acuerdo se ha alcanzado después de que sus respectivas ejecutivas hayan ratificado este mismo miércoles el preacuerdo que alcanzaron este martes los equipos negociadores de ambos partidos. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, han sido los protagonistas de la firma del documento en la sala Constitucional del Congreso, una de las más solemnes y que está presidida por los retratos de los siete “padres” de la Carta Magna.
No obstante, no esperar que Arrimadas gane influencia en la coalición de Gobierno no significa que Unidas Podemos no prevea que la puerta abierta a Ciudadanos sea aprovechada para “enredar” por quienes los morados consideran sus principales adversarios dentro del Ejecutivo, en especial la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, con quien han sostenido varios encontronazos internos desde el comienzo de la legislatura. En ese mismo escenario, el análisis de Unidas Podemos de lo ocurrido el miércoles en el Congreso es muy semejante al que hacen desde las filas socialistas.
Más allá de eso, en UP reconocen que la actitud de Ciudadanos interesa al PSOE porque “centra” al Gobierno, especialmente en las provincias donde más desconfianza despierta la buena relación con Esquerra. Les permite “vender moderación” y, en la medida en que combate el retrato que el PP y la derecha mediática hacen del Ejecutivo como un gabinete radical, “le viene bien hasta a Podemos”, reconocen
Pero en Unidas Podemos ni se plantean que la relación con Ciudadanos, más allá de que puedan dar soporte a determinadas iniciativas, vaya a afectar al núcleo fundamental del programa de gobierno de la coalición y que tiene como ejes la defensa de lo público, la reconstrucción del Estado de bienestar y la justicia social para que las grandes empresas paguen lo que les corresponde, luchar contra el fraude y poner en funcionamiento los gravámenes sobre determinados servicios digitales y una parte de las transacciones financieras que afectan a las sociedades que cotizan en el IBEX 35.
“Estamos logrando construir un “escudo social” que, con límites, es mucho más de lo que hizo nunca un Gobierno. Y estamos trabajando para un escudo europeo con Portugal e Italia (…) Por eso, “es fundamental el papel de la gente de Podemos”, que “siga movilizada, en las redes sociales, en los grupos de solidaridad en los barrios, en los centros de trabajo, para empujar junto a nuestro pueblo la posibilidad de hacer realidad los consensos sociales que refuercen lo público y que nos construyen como sociedad. Porque son los que nos unen y nos cuidan a todos y todas”,
De hecho, el viernes, 8 de mayo, el propio Pablo Iglesias se dirigía por videoconferencia a los miembros del Consejo Ciudadano de Podemos, después de volver a defender la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno, dejaba muy claro que los objetivos pasan por “blindar la sanidad pública”; proteger a la “industria” frente a las “deslocalizaciones”; llevar una “postura común como país” a Europa, “porque es donde en último término se va a dirimir la salida de la crisis”; avanzar hacia un “sistema fiscal sólido y progresivo”; o la defensa de una “tasa de reconstrucción que permita que los que más tienen que ser solidarios y arrimar el hombro”. “La pandemia nos debe servir para tomarnos más en serio la transición ecológica”.“Estos principios deben construir la reconstrucción”-continuó diciendo – básicamente, son los que Unidas Podemos y el PSOE han pactado para la comisión parlamentaria que comenzará a trabajar la semana que viene.
Para desgracia de España, el actual presidente del gobierno no es un político de acuerdos y consensos, salvo aquellos que le permitan atesorar poder. Quien fracturó su partido no va a tener ambages ni pudores para suministrar la misma medicina a su rival. Como entiende que el fin justifica los medios, su estrategia ha sido siempre dividir la sociedad y enfrentarla. Lo hizo para tomar el poder e igualmente para sostenerse en él.
Desde este punto de vista, si usa la pandemia para arrogarse atributos de auténtico Cesar, también aprovechará la postpandemia para hacer lo propio mediante un plan de reconstrucción en el que, lejos de favorecer tan siquiera la apariencia de gran acuerdo nacional – otra vez los volvió a catalogar de nuevos Pactos de la Moncloa, sin tener ni puñetera idea de lo que fueron y en que quedaron los auténticos Pactos de la Moncloa de 1977 -, ha ido al copo de la comisión creada en el Congreso de los Diputados, lo que, en cierto modo, ya anticipa la andadura que va a tener la misma, corroborando lo predicho por Napoleón de que, si quieres solucionar un problema, nombra un responsable, pero si deseas que perdure, designa una comisión.
Lo verdaderamente importante, visto la poca consistencia de los partidos y sus liderazgos, es que el golpe asestado a la economía española por el COVID-19 mucho peor que la carnicería provocada por la crisis financiera de 2008, es que esta conmoción histórica representa nada menos que un episodio que marcará a toda una generación, poniendo a prueba no solo la capacidad de gestión de crisis de nuestro sistema político y nuestras instituciones, sino también la capacidad básica de recuperación de toda la sociedad,
Dadas la incertidumbres sanitarias, objetivo número uno, resulta bastante difícil concretar cuánto va a durar la emergencia económica, incluido el riesgo cada vez mayor de que algunas alteraciones a corto plazo se incorporen a la estructura económica en forma de desempleo a largo plazo, quiebras y otras disfunciones sustanciales, para lo que se necesita de auténticos liderazgos políticos que tomen medidas a tiempo, de tal manera que no ocurra como ocurrió con el COVID-19 que, de aquel “tranquilos que en España no tendrá prácticamente ninguna incidencia” nos han colocado en el ranking de la cabeza mundial.