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DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 19 de junio

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19 de junio

Hoy, cuando inicio mi 97 día de confinamiento, sigue siendo otro día de esos moviditos en torno  a mi diario de ayer, donde los sectarios partidistas y, sobre todo los “sabios”  papagayos del internet, en este caso los y las podemitas, viendo que habían metido la pata con las descalificaciones hacia mi persona cuando en mis diarios anteriores había publicado con todo tipo de documentos lo que ayer publica el diario EL PAIS, con muchos menos documentos,  respecto al triaje usado en los hospitales y pretanatorios contra nuestros viejos pensionistas, ahora tratan de liarme – por cierto, de manera totalmente inútil – con la eugenesia, la eutanasia y el triaje, tratando de insinuar que soy un ignorante, a la vez que pretenden  hacerme ver que la razia está en Madrid.

Uno, tal y como se puede ver en el Facebook, me recomienda que haga una evaluación clínica de neurología  y no sé cuántas lindezas más – no ha sido la primera vez – tratando de confundirme con estos tres conceptos en plan premio nobel de medicina, contestándome con textos copiados literalmente del internet, para preguntarme lo que pasaría con la crisis del coronavirus, si en vez de un gobierno progresista tuviéramos un gobierno de la derecha, teniendo que contestarle que, en efecto, el triaje que figura en las actas del organismo sanitario de la UE, donde participaron todos los países que la integran, incluida, por supuesto, España, en la persona del director del CCAES, Fernando Simón, o en los protocolos establecidos desde los gobiernos central y autonómicos, aunque los objetivos persiguieran los mismos objetivos, nada tenían que ver entre sí.

La eugenesia, a la que se refería el podemita,  si bien en un principio, sirvió para la castración  de muchas personas para evitar que se pudieran propagar conductas peligrosas y deficiencias mentales, ésta tendría su apogeo cuando los nazis, mediante el programa llamado Aktion4 comenzó a realizar experimentos con seres humanos, desde enfermos mentales hasta gitanos pasando por comunistas y homosexuales, que acababan siempre con la eliminación de los sujetos, calculándose en miles y miles de individuos que fueron exterminados en pocos años por las indicaciones de los científicos nazis, lo que produjo la denuncia de esta práctica salvaje por parte del obispo alemán Clemens von Galen en el año 1941, jugándose la vida  al hacerlo, aunque sin lograr eliminarla, pero sí que los nazis actuasen de una manera más discreta.

Este podemita, al igual que los nazis intentaron confundir a la opinión llamando a su política de exterminio con el nombre de eutanasia, trata de confundirme a mí, jugando suciamente con estos dos conceptos, cuando nada tiene que ver Mieres con Meres, ya que hablar de la eutanasia no es otra cosa que aplicar la ciencia a los cuidados paliativos para disminuir el sufrimiento de personas desahuciadas, muy distinto a lo que es la eugenesia. Cabe añadir al respecto que la ejemplar acción de Clemens von Galen no fue continuada por la iglesia española, tan retrógrada ella, que tampoco se dio por enterada de la acción del obispo de Münster, para que Franco no tuviera un disgusto con Hitler. Es decir, ni eutanasia es eugenesia, ni Rouco Varela es Von Galen.

La otra podemita me habla de que la zarria corrupta está en Madrid, como si la corrupción fuera una cuestión exclusiva de Madrid y del PP, cuando la corrupción en España es sistémica y se extiende por todo el territorio español y por todas las instituciones en igualdad de condiciones entre el bipartidismo PPSOE. Es decir, los unos, los monclovitas, van a por el gobierno de Madrid, y los otros, los de la oposición, a por el gobierno de España, mientras las personas siguen cayendo como moscas, muchos de ellos – más de 20.000 – víctimas del abandono y el triaje o como más les guste llamar a esta muerte de nuestros viejos pensionistas. Una manera muy bonita, por cierto, de poner en práctica aquello de asaltar el cielo, porque “el cielo no se toma por consenso, sino por asalto” (Vistalegre, 05-05-2015), donde “las personas son lo primero”.

Hablando de las cifras de muertos e infectados por el coronavirus, por fin el Ministerio de Sanidad ha presentado hoy, 19 de junio, después de tener las cifras congeladas durante doce días, un total de muertos por coronavirus Covid-19 en España, dejando la cifra oficial – la realidad es otra mucho más abultada – en 28.315 personas por Covid-19, alrededor de 1.200 más que la última cifra presentada por el Ministerio. La epidemia está muy controlada y hay una clara tendencia descendente, informa el director del CCAES, Fernando Simón, mientras el ministro de Sanidad, Salvador Illa, explica que se han detectado 34 rebrotes que afectan a 982 personas, aunque “todos ellos están bajo control”.

Otro de los motivos de la movidita – no conozco a la persona que lo lanzó -, aunque con mucha educación y respeto me pregunta si yo era consciente de que habría pasado en España si, en vez de un gobierno de progreso hubiera habido un gobierno de la derecha, a la vez que hacía mención a las 450.000 personas salvadas por la brillante gestión que lleva a cabo el gobierno de Pedro Sánchez, contestándole yo que eso era una cuestión que no se puede verificar. Lo que sí sé, a raíz de otros sucesos similares ocurridos en nuestro país, tales como la crisis del ébola, donde la oposición, en aquella ocasión liderada por Pedro Sánchez, se lanzó a la yugular del gobierno desde el primer momento, tal como ha hecho en este caso la oposición carroñera del PP.

Tras reunirme con los profesionales de la salud, exigimos a Rajoy que ponga fin al desgobierno en la crisis de ébola. Rajoy es responsable de la crisis del #Ébola por poner a una irresponsable en Sanidad @sanchezcastejon #LimpiezaDemocratica (10 de octubre de 2014)

Aunque las comparaciones son ociosas, y más si tienen que ver con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; concretamente entre su yo del pasado y su yo del presente, las reacciones respecto a la crisis del ébola fueron tremendas, elevando el tono desde el primer minuto a la vez que exigiendo la dimisión del entonces mandatario Mariano Rajoy por haber cometido graves errores.

Sin embargo, ahora, la crisis del coronavirus ha dado a conocer a la sociedad y al mundo una dimensión nueva que se ignoraba cuando el gobierno de turno decidió traer a un infectado de ébola al país. Sánchez ahora pide comprensión, unidad, diálogo y firmar el pacto de la reconstrucción. Salvo los de Vox, nadie ha hablado hasta la fecha de dimisiones. Un recopilatorio que deja clara una evidencia: la doble vara de medir que tanto se usa en política. Tanto desde un lado como de otro.

Sigo pensando que, la materia prima es la realidad comprobable y comprobada, y las suposiciones, las presunciones y las cábalas solo pueden ser admitidas como especulación intelectual. Pues bien, en política pasa que ciertos gurús del periodismo y las tertulias, de esos de “a tanto la línea” y “a tanto la palabra” tratan de convertir en mera comunicación – nada tiene que ver con la información – de un relato la mayoría de las veces artificial por no llamarlo falso de toda falsedad.

Cualquier dirigente político tiene derecho a hacer las promesas que quiera, aunque luego no las cumpla. Para eso están las elecciones, para juzgar las gestiones realizadas. Pero lo deshonesto es que se invente datos o trate de colarnos a la ciudadanía un constructo ficticio basado en cálculos imaginarios, y esto es lo que ha hecho el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, presumiendo de haber salvado 450.000 vidas, cuando no existe modo de constatar esa cifra, por mucho que recurra a ese estudio europeo de naturaleza meramente teórica. También podría haber dicho que había salvado un millón de personas. Hace tan solo un mes aseguraba que eran 300.000 las personas que le debían su vida a su intervención preventiva. Sin embargo, el presidente se indigna, y mucho, cuando alguien le pregunta, como yo vengo haciendo desde el principio del confinamiento, por el número de víctimas que se hubieran salvado si se hubiese cogido el toro por los cuernos a su debido tiempo, cuando todo se sabía y no se actuó porque decían que todo estaba controlado, tal y como tuvo la insensatez de afirmar en su mitin electoral de Vitoria el 2 de marzo.

En efecto, nadie había visto venir la pandemia, pero el día 4 de marzo, solo 10 días antes de que se decretara el estado de alarma, el Consejo de Seguridad Nacional, el máximo órgano asesor del presidente en materia de Seguridad Nacional, aprobaba un informe  que situaba el riesgo de que España sufriera una pandemia en 2020 como el más improbable de los 15 que contempla la Estrategia de Seguridad Nacional, con la excepción de la proliferación de armas de destrucción masiva; y el sexto menos peligroso de todos. Sí advertía de la necesidad de “modernizar los sistemas de vigilancia de la salud pública en España”.

El informe anual de Seguridad Nacional, que acaba de ser enviado por el Gobierno al Congreso, incluye, por vez primera, junto a un listado de las actuaciones realizadas el año anterior, un análisis de riesgos para la seguridad de España a corto (2020) y medio plazo (2022), teniendo en cuenta su nivel de probabilidad y de peligrosidad.

En la fecha en que se aprobó el informe, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya había declarado la alerta internacional, el coronavirus había saltado de China a Europa, Italia cerró los colegios de todo el país y se habían registrado los primeros casos en España. Sin embargo, el documento no incluye el riesgo de sufrir una pandemia entre los más probables.

Es decir, la escasa conciencia sobre el peligro que representaba un virus que ya estaba circulando por España se explica porque el grueso del documento se había elaborado meses antes y el Consejo de Seguridad Nacional del 4 de marzo se limitó a ratificarlo. Se trató de una reunión solemne presidida por el Rey a la que asistieron, además del presidente Pedro Sánchez, los cuatro vicepresidentes y nueve ministros, además de numerosos secretarios de Estado. Aun así, ese texto deja en evidencia la incapacidad de la maquinaria burocrática del Estado para reaccionar con flexibilidad ante una situación nueva y la limitada capacidad de prospectiva de los expertos.

El rey Felipe VI preside una reunión del Consejo de Seguridad, la primera de este órgano con el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, en el Palacio de la Zarzuela.(4 de marzo de 2020)

El informe dedica un capítulo específico a los riesgos sanitarios, en el que menciona el ébola o la listeria (provocada por la contaminación de la carne mechada), pero no alude en ningún momento a los coronavirus ya conocidos antes del SARS-Cov-2, a la vez que reconoce que los efectos de la globalización “marcan la creciente movilidad de riesgos para la salud pública y, en concreto, de microorganismos patógenos capaces de generar epidemias y pandemias”. Pero añade, pecando de optimismo, que “los mecanismos de seguridad sanitaria puestos en marcha son capaces de detectar más riesgos epidémicos y pandémicos y de forma más rápida, y también permiten una reacción precoz reduciendo su posible impacto en la población”.

Reconoce, no obstante, la necesidad de que España modernice sus “sistemas de vigilancia de la salud pública de forma que incluyan, además de las enfermedades, los factores de riesgo y determinantes de enfermedad, una integración de esta información con los sistemas de alerta precoz y respuesta y una automatización de procesos que incrementen la oportunidad de las señales de riesgo y de la respuesta en caso de ser necesaria”. Se trata, alega, de desarrollar la Ley de Salud Pública de 2011 con un decreto que siente las bases de un sistema de vigilancia y de una estrategia que lo haga operativo, todo ello “de forma consensuada con las comunidades autónomas”.

Aunque un mecanismo eficaz de alerta temprana es la mejor defensa ante una pandemia, es difícil reconocer aquello que no se espera. Y al coronavirus nadie lo esperaba. “La resistencia a los antibióticos es considerada”, concluye el informe del 4 de marzo, “la mayor amenaza emergente para la salud pública de los próximos años”.

Buenas noches y hasta mañana. Salud y República


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