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SI PODEMOS, SI PODEMOS

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Por fin, después de varios intentos buscando un puesto de salida en las listas europeas de Izquierda Unida, sin lograrlo, Pablo Iglesias montaba su partido con otros compañeros y compañeras para encabezar, por primera vez, la lista a las elecciones al Parlamento Europeo celebradas el 25 de mayo de 2014.

En efecto, Pablo Iglesias había sido uno de los nombres propuestos por Izquierda Unida de Rivas Vaciamadrid para la cabecera de IU a las elecciones europeas en la asamblea celebrada el 11 de febrero para conformar una lista integrada por otras cuatro personas entre las que se encontraban también Willy Meyer, Javier Couso o Ada Colau (PAH).

A este respecto, según el documento suscrito, se decía que el momento de “emergencia política y social” actual y el “colapso del modelo político de la transición y su bipartidismo”, generaba “una oportunidad política de crecimiento de la izquierda y de superación de las organizaciones existentes” y la “necesidad de sumar fuerzas y converger”. Desde ese punto de vista las elecciones europeas previstas para mayo podían ser un paso en esa dirección, señala el resumen informativo de la reunión, donde se habló de lo “imprescindible de salir al encuentro de los sectores movilizados y de las nuevas expresiones del activismo político y social” como las mareas, las organizaciones juveniles surgidas al calor del 15M o las luchas contra los desahucios. Se dijo también que la “convergencia” tenía “ya algo de imparable” y se defendió que la idea de “convergencia política y social” debía “tener un ancla con lo sindical”.

El coordinador federal de IU insistió en que no iba a entrar «al juego de ningún insulto, ni caer en provocaciones ni en cuestiones personales». Pero ahí tocó la madre del cordero. Sacó a la luz, como quien no quiere la cosa, lo que se piensa en amplios sectores de la coalición, que Iglesias actúa movido por el despecho y la revancha hacia IU por no haber sido tenido en cuenta en el pasado. Sobre todo, en las elecciones europeas de mayo de 2014, cuando Iglesias pretendió ir en las listas de la coalición y fue ignorado. “Algunos quieren que no quede nada a la izquierda por si algún día consiguen dar un viaje al centro”. “Izquierda Unida – remarcó – no es una veleta que cambia según sopla el viento. Tiene norte, como la brújula, señala siempre al norte, y es el socialismo”. (23-11-2014)

No obstante, aquello solo era una propuesta ya que la última decisión quedaba en manos de los militantes y simpatizantes de Izquierda Unida, aunque de manera paralela al proceso iniciado en enero de 2014, Pablo Iglesias se había postulado para liderar un gran bloque de toda la izquierda con IU para las mencionadas elecciones europeas, afirmando que estaba dispuesto a participar en un proceso de primarias abiertas con los candidatos que propusieran las formaciones que decidieran converger con Podemos.

Pablo Iglesias había esperado varios meses, en vano, a que IU le permitiera integrarse en su lista para las europeas de 2014, pero, sintiéndose ignorado, acabaría tomando la decisión de ir por su cuenta, de tal manera que, cuando lo tuvo claro, convocó una cena con sus amigos de IU para contarles que iba a montar un partido, entre los que se encontraban Manuel Monereo, Ramón Luque, Tania Sánchez –  su pareja de entonces – y Marga Ferré, hecho que se produjo el 11 de marzo cuando quedaba registrado Podemos como partido político en el Ministerio del Interior.

Marga Margarita María «Marga» Ferré Luparia (Buenos Aires, 17 de marzo de 1968) es una política y locutora hispanoargentina, secretaria de programas de Izquierda Unida y diputada en la Asamblea de Madrid por Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid.  

Algunos llegaron a interpretar aquello como una traición, teniendo en cuenta que Pablo Iglesias no era ningún extraño en el partido liderado por el manchego Cayo Lara, donde había empezado a trabajar como asesor de IU, forjando amistad con muchos de sus dirigentes. Los mismos excompañeros a los que tildó de “cenizos”, llamándolos “incapaces de hacer nada en 25 años” a la vez que les pedía que no se acercaran a Podemos.
Tres años antes de esa cita, en 2011, la secretaria de Elaboración Política y Programas de IU, Marga Ferré, una de las mejores amigas de Pablo Iglesias en el partido, le había introducido en IU para echarle un capote laboral. Iglesias se quejaba de que en su trabajo – junto a Íñigo Errejón – como asesor de Cayo Lara, el coordinador de IU les hacía muy “poco caso”, pero, ¿era realmente menospreciado Pablo Iglesias entonces?

“No quiero que cenizos políticos, que en 25 años han sido incapaces de hacer nada, no quiero que dirigentes políticos de Izquierda Unida, y yo trabajé para ellos, que son incapaces de leer la situación política del país, se acerquen a nosotros. Seguid en vuestra organización”. Coceros en vuestra salsa llena de estrellas rojas y de cosas, pero no os acerquéis, porque sois precisamente vosotros los responsables de que en este país no cambie nada”. “Quedaos en vuestro sitio. Podéis cantar la Internacional, tener vuestras estrellas rojas yo no me voy a meter con eso. Dejadnos vivir a los demás”. (El Economista, 25 de junio de 2015)

Tal y como relata Marga Ferré, en absoluto existió desprecio alguno: “A Pablo Iglesias le contratamos para que nos asesorara y lo hacía muy bien, pero no era un dirigente de IU. ¿Por qué le íbamos a hacer tanto caso a un asesor externo?”. Incluso, Marga Ferré llegaría a mostrarse muy dolida por las palabras de Iglesias de estos días. “Son terriblemente injustas con la gente que ha compartido tanta lucha con él, tanto debate. Una llega a la conclusión de que el objetivo de Podemos es distinto del objetivo de la gente de izquierdas”.

Por aquel entonces, algunas encuestas daban a IU un esperanzador 15% de los votos, y eso hizo también que sus dirigentes confiaran en su proyecto. Por otra parte, el coordinador general de la organización, Cayo Lara, tampoco le daba a Pablo Iglesias mucho más valor que el de un buen comunicador. Lógicamente, en IU había desesperanza, pero con la convicción de que Pablo Iglesias no lograría fagocitarles, tal como resumía la propia Marga Ferré: “No pudo con nuestra organización ni el franquismo, no va a acabar con nosotros uno de nuestros hijos”.

Izquierda Unida prácticamente ha cuadrado sus apuestas al conseguir los seis eurodiputados que les atribuían algunas encuestas propias y ajenas, pero no contaba con que el empuje de Podemos llegaría tan lejos. Y eso, quizá, ha impedido que volara más alto. Era una amenaza que ningún dirigente de IU ha querido plantear abiertamente durante la campaña, pero que finalmente se ha cumplido y este partido, que se creó como quien dice hace dos días ha conseguido sólo un escaño menos que IU, que lleva cerca de treinta años en la brecha política.

De esta manera se llega a las elecciones para el Parlamento Europeo celebradas el 25 de mayo de 2014, las cuales, con una participación del 43,81%, fueron ganadas por el PP con el 26,09% del censo electoral y 4.057.034 votos, que le otorgan 16 escaños frente al 23,01% y 3.582.136 votos asignándole 14 escaños al PSOE. Además, otras ocho candidaturas obtuvieron representación en la cámara, entrando por primera vez Podemos, liderado por Pablo Iglesias Turrión, que obtuvo el 7,98% con 1.240.048 votos y cinco escaños, un poco por detrás de IU+ICV+ANOVA, que obtuvo el 10,03 % con 1.556.153 votos y 6 escaños.

Candidatura al Parlamento Europeo presentada por Podemos y encabezada por Pablo Iglesias Turrión (25-05-2014)

La alegría acababa de estallar en la sede de Podemos, en el madrileño barrio de Lavapiés, tras conocerse los datos oficiales de las elecciones europeas: ¡“sí podemos, sí podemos”! gritaba la gente, mientras Pablo Iglesias hacía un llamamiento “a la calma y al duelo” porque no habían cumplido el objetivo de superar a los que ha denominado “partidos de la casta”.

Con gritos de “¡Sí se puede!” se celebraba aquella noche electoral con la incorporación de cinco nuevos parlamentarios del partido liderado por Pablo Iglesias que se había convertido en la cuarta fuerza política más votada en España. En el partido se hablaba de un resultado razonable, aunque no suficiente. “Vamos a seguir trabajando, con el protagonismo de la gente, no nos conformamos, hemos nacido para ganar”, declaraba Iglesias a una militancia enfervorecida a la vez que señalaba su deseo de poder “confluir con otras fuerzas políticas y sociales”: “Los partidos de la casta han recibido un serio correctivo. A partir de mañana trabajaremos con otros compañeros del sur de Europa para decir en el Europarlamento que no queremos ser una colonia del Alemania ni de la Troika”.

“Vamos a seguir trabajando, con el protagonismo de la gente, no nos conformamos, hemos nacido para ganar” @Pablo_Iglesias_ (25-05-2014)

Además, ha anunciado que su primera medida en el Parlamento Europeo será instar la reducción de los salarios de los europarlamentarios. Los cinco diputados de Podemos no cobrarán más de tres veces el salario mínimo, a la vez que expresaba el apoyo a la candidatura del griego Alexis Tsipras como presidente de la Comisión Europea.

Así llegamos a la mañana del 1 de julio de 2014 cuando el líder de Podemos, Pablo Iglesias, leía desde su escaño el discurso para ser elegido presidente del Parlamento Europeo, un discurso que no ha podido terminar por falta de tiempo, pese a que el presidente de la cámara en funciones, Giovanni Pitella le había recriminado superar el tiempo del que disponía.

Pablo Iglesias pidió el voto a los eurodiputados para que eviten “el saqueo de los pueblos del sur mediante la deuda”., subrayando que los pueblos de Europa no son “ni menores de edad ni colonias de los fondos de inversión”, pero nada mejor que recoger literalmente el discurso en su integridad pronunciado por Pablo Iglesias en ese histórico día para él y para Podemos.

“Es un honor dirigirme a ustedes para presentar mi candidatura a la presidencia de esta cámara. Este parlamento está llamado a representar la soberanía de Europa y debemos, señorías, estar a la altura de lo que ello significa hoy.

Pablo Iglesias leyendo su discurso en el Parlamento Europeo, el 1 de julio de 2014.

El sueño de Europa ha sido sepultado muchas veces, pero siempre consiguió despertar de nuevo. Así sucedió hace casi 70 años: Europa volvió a despertar en la resistencia de sus pueblos contra el fascismo, en los supervivientes de los campos de exterminio, en quienes dieron su vida por la justicia y la libertad. Millares de compatriotas míos, que habían luchado defendiendo la democracia en España, participaron en esa lucha y en ese sueño de justicia. No se imaginan el orgullo que me produce como español que los primeros tanques que entraron a liberar Paris fueran guiados por combatientes españoles. Hoy, cuando la intolerancia y la xenofobia vuelven a amenazarnos, quiero reivindicar la memoria europea del antifascismo y la de todos los pueblos amantes de la libertad y la democracia.

Señorías, lo mejor de nuestro continente y de nuestra historia común se forjó en las revoluciones que hicieron al pueblo sujeto de derechos, por encima de reyes, de dioses, de nobles y de grandes propietarios. El mejor patrimonio de Europa es la voluntad de sus ciudadanos de ser libres y no ser siervos de nadie. No ser siervos de nadie, señorías, eso es la democracia.

Por eso hoy debo decirles que los pueblos a los que debemos las libertades y los derechos sociales no lucharon por una Europa en la que sus gentes vivan en el miedo a la pobreza, a la exclusión, al desempleo o al desamparo frente a la enfermedad. La expropiación de la soberanía y el sometimiento al gobierno de las élites financieras, amenazan el presente y el futuro de Europa, amenazan nuestra dignidad, amenazan la igualdad, la libertad y la fraternidad, amenazan nuestra vida en común. La creación de nuevas instancias supranacionales no tiene que pagarse al precio de incapacitar a la ciudadanía. Nuestros pueblos no son menores de edad, ni colonias de ningún fondo de inversiones, no conquistaron y defendieron su libertad para entregársela a una oligarquía financiera. No son términos abstractos, señorías, todos ustedes conocen bien el problema. Es escandalosa la facilidad con que se mueven aquí los lobbies al servicio de grandes corporaciones, así como las puertas giratorias que convierten a los representantes de la ciudadanía en millonarios a sueldo de grandes empresas. Hay que decirlo alto y claro: esta manera de funcionar hurta la soberanía de los pueblos, atenta contra la democracia y convierte a los representantes políticos en casta.

Pablo Iglesias leyendo su discurso en el Parlamento Europeo, el 1 de julio de 2014.

Señorías, la democracia en Europa ha sido víctima de una deriva autoritaria. En la periferia europea la situación es trágica: nuestros países se han convertido casi en protectorados, en nuevas colonias, donde poderes que nadie ha elegido están destruyendo los derechos sociales y amenazando la cohesión social y política de nuestras sociedades.

De América Latina aprendimos que la deuda externa está diseñada para ser impagable, y que los países que más han crecido lo hicieron con una quita sustancial y una auditoría pública de su deuda. Todos conocen en esta cámara la deuda perdonada hace no tanto tiempo a Alemania. No es sólo una cuestión de justicia, tiene que ver con la integración europea y con la democracia: la deuda es hoy un mecanismo de mando y saqueo de los pueblos del sur. Eso es lo que está sucediendo en esos países que, con marcado racismo, algunos denominan PIGS. Pero supongo que son ustedes conscientes de que no hay Europa sin sus pueblos del Sur, como no la hay sin sus pueblos del Este, sometidos también a duras condiciones de la Troika, cuyo rumbo amenaza con destruir el proyecto europeo dejando un rastro de miseria, pobreza y violencia.

Pero hay otro camino. Hay alternativa a las políticas de empobrecimiento y al secuestro de la soberanía. Este Parlamento, en esta hora crítica para Europa, debe estar a la altura, debe demostrar sensibilidad y convertirse en el epicentro de una sacudida democrática en la Unión Europea, una sacudida que frene la deriva autoritaria de la Troika. Este Parlamento debe expresar la legitimidad democrática de origen que a todos nos reúne, la voz de los ciudadanos, y no los arreglos entre élites. El Parlamento Europeo no puede ser un premio de consolación, ni una jubilación dorada.

Señorías, Hoy yo no me dirijo a una cámara de cinco, seis o siete grupos parlamentarios. Tampoco me dirijo a las maquinarias de partido. Me dirijo a ustedes, señoras y señores eurodiputados, porque ustedes tienen un contrato de responsabilidad política firmado con sus pueblos. Me dirijo a los demócratas y a sus conciencias. Nuestra primera fidelidad, a la que todas las demás deben supeditarse, es con los ciudadanos que nos han elegido. Ellos no están en los pasillos de este edificio, ni en los hoteles que rodean esta cámara. Pero recuerden: ellos son los soberanos y tarde o temprano pedirán cuentas de lo que se ha hecho en su nombre.

Pablo Iglesias leyendo su discurso en el Parlamento Europeo, el 1 de julio de 2014.

Me dirijo también y muy especialmente a mis colegas eurodiputados de los países del sur de Europa. Ustedes han visto las consecuencias reales que tienen las políticas impuestas por la Troika. Ustedes saben que las políticas de austeridad han fracasado: nuestros países son hoy más pobres, con economías destruidas, con sociedades heridas de injusticia e instituciones cuarteadas por la corrupción y el descrédito. Ustedes saben que es hora de ayudar a nuestros países a ponerse de nuevo en pie. Les pido que al menos hoy voten como griegos, como irlandeses, como portugueses, como italianos, como checos, como polacos, como rumanos, como españoles. No sólo para que puedan mirar a la cara a su gente cuando vuelvan a casa, sino porque así estarán defendiendo Europa. Les pido su voto consciente de que muchos de ustedes no comparten este secuestro de la democracia, sabiendo que muchos de ustedes están sinceramente comprometidos con el bienestar de sus pueblos. Les pido el voto para frenar a la gran coalición que impone la austeridad y el totalitarismo financiero.

Quiero dirigir mis últimas palabras a la ciudadanía y a los pueblos de Europa que han salido a la calle en estos años para defender justicia social y la democracia. A los millones que habéis dicho basta en las plazas europeas, quiero deciros que sois el orgullo, el corazón democrático de Europa. Mantened alta la bandera de la dignidad. Los pueblos de Europa hemos pasado por peores situaciones y nos hemos sacudido a los déspotas. No sé si hoy podremos arrebatarle la presidencia de este parlamento a la gran coalición, pero si nos seguís empujando os aseguro que venceremos. El mañana es nuestro”.

Sin embargo, la presencia del secretario general de Podemos en el Parlamento Europeo duraría apenas quince meses, porque con fecha 27 de octubre de 2015 haría público su renuncia al acta que había logrado en mayo de 2014 para volcarse en la campaña de las elecciones generales, aprovechando un pleno monográfico sobre la crisis de los refugiados para anunciar su marcha ante sus ya excolegas europeos.

El eurodiputado de Podemos Pablo Iglesias se despedía del Parlamento Europeo con duras críticas al presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, al que acusó de favorecer pactos fiscales con multinacionales: “Vuelvo a mi país para que no haya gente como ustedes en el Gobierno”, señalaría Iglesias en su última intervención en el Parlamento Europeo.

El eurodiputado de dirigió en primera persona a Juncker, en el curso de un debate sobre refugiados, y le acusó de favorecer pactos con multinacionales cuando era ministro de Hacienda de Luxemburgo, en referencia al caso “Luxleaks”.

“Es humillar a Europa favorecer el fraude fiscal, como usted señor Juncker, que favoreció cuando era ministro de Hacienda tratos secretos con multinacionales para que tuvieran que pagar impuestos al 1 %, mientras que los ciudadanos europeos tienen que pagar impuestos”.

Iglesias dirigió sus comentarios a lo que llamó la “maldita gran coalición” de las dos grandes familias políticas en la Eurocámara, conservadores del PPE y socialistas del PSE, que son los que han permitido que Juncker sea presidente de la CE, según dijo. Pidió en concreto al líder de los socialistas europeos, Gianni Pittella, que se ponga del lado de la gente y acabe con esa coalición popular-socialista.

Los cargos públicos solo pueden quedarse, según la normativa interna, con el equivalente a tres veces el salario mínimo interprofesional. En el caso de los que tienen hijos, cada hijo suma el equivalente a medio SMI. El resto, teóricamente, lo donan a Impulsa, el programa que Podemos puso en marcha en 2015 para que todos los cargos públicos del partido destinaran parte de sus sueldos a financiar “proyectos innovadores con proyección social”, aunque éste lleva durmiendo el sueño de los justos desde diciembre de 2016, tal y como si lo hubiera tragado la tierra.

Con la renuncia de Pablo Iglesias a su escaño para poder concurrir a las elecciones generales de diciembre como candidato a la Presidencia del Gobierno, que sería sustituido por el número 9 de la lista presentada por Podemos, Xabier Benito Ziluaga, fueron cuatro los eurodiputados que habían renunciado a su escaño en el Parlamento Europeo, siendo la primera renuncia la del exfiscal Carlos Jiménez Villarejo que sería sustituido por la asturiana Tanía González, al que continuaría el de la secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, y el secretario general de Aragón, Pablo Echenique, que serían sustituidos por Miguel Urbán y la asturiana Estefanía Torres, respectivamente.

Se puede afirmar que aquel viaje de ida y vuelta del profesor de la Universidad Complutense a Bruselas ha estado marcado, principalmente, por su impacto mediático. Nunca nadie había captado tanta atención en la Cámara, y en varios idiomas. Pese a que Pablo Iglesias no haya cambiado nada realmente en Europa, salvo de puertas adentro, al donar teóricamente parte de su sueldo para quedarse con tres salarios mínimos y volar en business, su paso por Europa ha sido harto productivo.

El líder de Podemos admitió estar cansado y falto de frescura tras una intensa campaña para las catalanas que no le ha dejado casi respiro antes de afrontar los comicios para elegir al próximo inquilino de La Moncloa. Elegido Eurodiputado del año en la pasada edición de los premios que concede anualmente la Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP), Iglesias compaginaba su asiento en Bruselas con el liderazgo del partido y sus apariciones en los medios de comunicación, tanto en el papel de entrevistado en distintos medios como en el de entrevistador en su programa ‘La Tuerka’.

Iglesias aprovechó la oportunidad para llevar el término “casta” a Europa y utilizó el discurso para criticar la “escandalosa facilidad con la que se mueven aquí los lobbies al servicio de grandes corporaciones, así como las puertas giratorias que convierten a los representantes de la ciudadanía en millonarios a sueldo de grandes empresas”. Además, Iglesias llegaría a manifestar que las instancias europeas “no puede ser un premio de consolación ni una jubilación dorada”.

De esta forma Pablo Iglesia dejaría su escaño, sin poder cambiar nada más que lo que llevaba consigo, las propuestas que le afectaban a sí mismo, y tampoco ha marcado una diferencia respecto a lo que hacen otros eurodiputados de su mismo signo político, como algunos cargos de IU, que han intervenido más que Iglesias. En definitiva, han sido 15 meses de actividad parlamentaria en la que sí bien ha defendido lo que prometió, aunque sin apenas resultado, en el Parlamento más costoso e inútil del mundo, muy acostumbrada a un quehacer lento y sin demasiados observadores, a Pablo Iglesias le había servido como un trampolín perfecto para su salto hacia las elecciones generales del 20D en España.


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