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LA MÁQUINA DEL AMOR SE ROMPE EN PEDAZOS

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¡¡¡Ha estallado la madre de todas las crisis en Podemos proclaman los tertulianos a través de los distintos medios de comunicación!!! Pero, ¿de verdad que se trata de la madre de todas las crisis? En absoluto, porque, tras el documento de propuesta de acuerdo entre Bescansa y Errejón para derrocar al ya mustio mesías Pablo Iglesias y repartirse entre ambos los girones de su túnica, habrá muchos más capítulos antes de que la galaxia podemita estalle definitivamente en mil pedazos al son de los versos “he defraudado a todos/empezando por mí”

Podemos, la “máquina del amor” de la que en su día hablaba Monedero, ha sido declarada oficialmente gripada el miércoles 18 de marzo de 2018, cuatro años después de su nacimiento, aunque Podemos ya había nacido enferma desde que una filtración de Izquierda Anticapitalista al periódico digital elDiario.es denunciara la “Operación Coleta”.

“Creo que es terrible que tenga que haber escraches, pero es la violencia social que genera la crisis. Felipe González dijo que ‘el hijo de un político no tiene por qué aguantar que haya una protesta alrededor de su casa’ y eso es terrible. Pero, ¿qué pasa, que los hijos de los políticos valen más que los hijos de los ciudadanos que están desahuciando injustamente?”, respondió Iglesias, y añadió: “En 80% de los ciudadanos, y lo dicen las encuestan, dicen que los escraches son legítimos. No lo digo yo, lo dicen las encuestas”, insistió. (Debate en el programa de Intereconomía ”El Gato al Agua”, el 25 de abril de 2013)

 

El 25 de abril de 2013 Pablo Iglesias había sido invitado al programa de Intereconomía TV, “El gato al agua”, para participar en un debate sobre el asedio al Congreso que pretendían realizar varios grupos tildados como antisistema, marcando aquella intervención un antes y un después, de tal manera que a partir de entonces, cadenas de mucha mayor audiencia como Cuatro o La Sexta empezaron a invitar a Iglesias a sus programas, convirtiéndolo en cuestión de semanas en uno de los tertulianos televisivos más conocidos, donde aprovechaba para presentarse como un intruso tras “las líneas enemigas”, midiéndose con desparpajo con primeros espadas de extrema derecha como Federico Jiménez Losantos o Alejo Vidal-Quadras, relativizando la violencia de la llamada izquierda antisistema en comparación con la “violencia” de los recortes sociales, los desahucios y el paro, a la vez que nos recordaba su condición de profesor universitario, mileurista, y vecino del barrio madrileño de Vallecas.

En efecto, dirigentes de Izquierda Anticapitalista, en conversaciones con Iglesias y otros, fueron los que diseñaron la “Operación Coleta”, como llegaron a denominarla. Así, en una reunión celebrada el 30 de noviembre, por medio de un boletín interno de la organización filtrado poco después, se trazaban los objetivos y los pasos inmediatos a seguir, aprovechando la “proyección mediática” de Pablo Iglesias para “conectar con sectores de la población de izquierdas insatisfechos con las organizaciones tradicionales”. Pero, sobre todo, se trataba de “interactuar con sectores de la población con los que no trabajamos habitualmente”.

En aquella reunión ya aparecieron las expresiones “Sí se puede” y “Podemos”, quedando redactado un primer borrador de manifiesto con el título de “Mover ficha: convertir la indignación en cambio político”, hecho público el 14 de enero de 2014. Ese mismo día, en “Las Mañanas de Cuatro”, Pablo Iglesias anunciaba su intención de encabezar una candidatura a las elecciones europeas de mayo y, con la inestimable colaboración del presentador Jesús Cintora, daba su primer mitin, en horario de gran audiencia, destacando entre sus propuestas, la derogación del artículo 135 de la Constitución española que había impuesto el “austericidio”, la nacionalización de las empresas de la energía o el blindaje del derecho” al aborto, entre otras.

En el manifiesto se incluía también el derecho de autodeterminación y el proceso constituyente”, es decir, la voladura de la Constitución de 1978: “El régimen del 78 está muerto, ya es hora de enterrarlo”, decía Monedero.

 

A nadie le extraña el erotismo que desprende el ocupar un cargo de relevancia. En mayor o menor escala. Siempre es un punto más en el juego de la seducción. Si a la virulencia de la atracción se le suma la de las pasiones, de las luchas y militancias, se forma un cóctel imposible. Que, tarde o temprano, acaba por estallar. Y eso es precisamente lo que parece que le ha pasado a Podemos. Un ambiente cerrado en el que únicamente se relacionan unos cargos con otros y en el que, a la vista de los resultados, es el mejor ascensor para ocupar más responsabilidad en la formación. Y, consecuentemente, cobrar del erario público.

Después vendría el enaltecimiento de Iglesias como Cristo resucitado en el logo inicial de la inscripción de Podemos como partido político y en las papeletas para las elecciones del Parlamento Europeo.

No tardarían en emerger los primeros síntomas de lo que sería, a lo largo del tiempo, una crisis larvada de Podemos respecto a la cuestión de la democracia interna y de la estructura organizativa del nuevo partido: se enfrentaban, en un partido que se decía heredero del 15M, el asambleísmo en bucle antiorganización con la jerarquización vertical de un partido tradicional. Y a la pelea asambleísta jugó un partido interno dentro de Podemos, que nunca dejó de ser su fracción trotskista, la Izquierda Anticapitalista.

A lo largo de gran parte de este período el poder bonapartista de Iglesias se ha ejercido contra sus críticos tanto externos como internos a través de un comportamiento que sustituía el concepto de militante como librepensador voluntariamente autodisciplinado por el de miembro de una secta. Las respuestas a cualquier crítica hacia Podemos eran acompañadas con anatemas como ser del PP, del PSOE, un fascista, alguien pagado por el IBEX35 o un comunista rancio.

Un partido piramidal y bonapartista en su dirección y tan cerrado a la crítica hacia el exterior, a pesar de que esto último fuera en parte entendible porque fueron encumbrados mediáticamente para ser ridiculizados por esos mismos medios, tenía necesariamente que convertir su crisis latente y, tantas veces, imposible de disimular en una crisis creciente que, si no mantenía sus manipuladas intenciones de voto y las hacía crecer, habría de provocar frustración, abandonos y una enorme tristeza.

Y es desde estos parámetros desde los que se deben de entender que medios como Público, el de Roures, que ha sido el gran valedor de Podemos tanto en su periódico como en La Sexta, le haya abandonado ahora, después de hacerlo el medio televisivo, distribuyendo el documento enviado por Bescansa a Errejón el 18 de abril de 2018.  Un documento, que la diputada difundió en su canal de Telegram, aunque sería borrado minutos después, bajo el título ‘Propuesta-borrador de acuerdos en la negociación conducente a la constitución de una candidatura de unidad en las primarias de Podemos en la Comunidad de Madrid”.

En el acuerdo o preacuerdo, que se describe como “vinculante”, quedaba establecido, entre otras cuestiones, que Bescansa sería número dos de Errejón en la candidatura que presentará a las primarias que ha puesto en marcha el partido morado en la Comunidad de Madrid. Además, condiciona este apoyo a un futuro respaldo de Errejón a Bescansa, cuando toque conformar “la lista para competir en las futuras elecciones primarias de Podemos de cara a las elecciones Generales y en el futuro proceso electivo de la secretaría general del partido”.

Tras la desaparición del documento, Íñigo Errejón trataba de desmarcarse hablando de un “Acuerdo unitario que garantice ganar Madrid en 2019 y que Pablo sea presidente en 2020”, volviendo a aparecer la Bescansa en Telegram para manifestar que, “hace unos minutos se ha filtrado por error un borrador, el cual no constituye ningún acuerdo ni ha sido validado ni por Iñigo Errejón ni por mí. Es un borrador que yo ni había revisado, donde se ponen cosas que finalmente no van”. Desde luego, una manera muy democrática, por unos y otras, para hacerse con el poder partidista sin la participación de la militancia en los procesos establecidos por la propia organización.

En cualquier caso, a nadie en Podemos se puede considerar como militante, entre otras cuestiones, porque un militante es otra cosa muy distinta: un militante es alguien políticamente formado, con sentido crítico, capaz de distinguir la fantasía de la realidad, capaz de resistir bajo el fuego más allá de la presión porque no necesita validar electoralmente sus convicciones.

Alberto Garzón, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han unido a la reivindicación femenina sobre la alfombra roja de los Goya portando los abanicos rojos que simbolizan la campaña “Más mujeres” impulsada por Asociación de Mujeres Cineastas, el año 2018.

Podemos fue creado en un momento en el que se daba un vacío político respecto en la estabilidad del sistema parlamentario.

Era necesario para el capital y su “sistema democrático” encontrar alternativas críticas al mismo que le fueran útiles. Y lo encontró, vaya si lo encontró, con Podemos y su simplificación de que lo que la clase trabajadora soportaba no era una guerra de clases sino un abuso del IBEX35, pero ese momento ya pasó. El momento actual ya no es el del sistema político español en crisis. Solo algún que otro majadero puede creer que el sistema político español está en crisis. Sumemos a los imbéciles que creen que se producirá la independencia de Cataluña y que ello hundirá al Estado español.

El momento actual, no nos engañemos, es el del poder capitalista. El único poder real, y ese va a marcar la evolución de los partidos del sistema parlamentario y de casi todos los demás, ya que su lógica está en cómo sumar electores y no en cómo viven los sectores más sobreexplotados de la clase trabajadora, aquellos que más necesitan organizarse.

Aún vendrán tiempos en los que quienes levantaron mediáticamente a Podemos, elevarán el atractivo que antes negaron de una IU que fue madre en muchos afiliados de ese mismo Podemos.

Y sí, cada vez existe el mayor convencimiento de que ante tanta broma la clase trabajadora necesita reorganizarse en torno a ideas, de momento muy básicas: defender los salarios, el derecho al contrato laboral en los sectores de la nueva economía, la defensa de las conquistas sociales, la reconquista del empleo estable, la defensa de unas pensiones que dependan, como la sanidad o la educación, de los Planes Generales del Estado y el derecho a una vivienda que no sea negada, ni como alquiler ni como propiedad por los fondos buitres.

“Cobro mi salario de profesora, el resto lo dono. Todo el mundo sabe que no estoy en política por el dinero porque yo sí tengo un curro al que volver y la política no me cambió de barrio. Pensaba que la sororidad era una línea roja, un consenso incuestionable entre las que nos llamamos feministas, una solidaridad de género que va más allá de nuestras posiciones políticas, pero no”. Además, Teresa Rodríguez ha trasladado que tiene la “tranquilidad” de haber apoyado a la ministra Montero “siempre que la han atacado desde el Patriarcado”. “Lo seguiré haciendo, no por ella sino por mí y por mis hijas y por las hijas de todas”.

¿Qué es hoy Podemos o, más exactamente, Unidas Podemos? ¿En qué se ha convertido? ¿Es un partido más, al uso? ¿Es una fuerza centralista? ¿Cómo afronta las próximas elecciones catalanas después del fiasco en Galicia, de un resultado irregular en Euskadi y del último episodio de guerra, conflicto y división que se vive en los distintos territorios de España, como el caso que se está viviendo actualmente en Andalucía?

Dina Bousselham, Pablo Iglesias, Tsipras y Teresa Rodríguez. Eran otros tiempos …

Podemos tiene hoy cinco ministros en el Gobierno de España. Suma 35 escaños en el Congreso de los Diputados elegidos por casi cuatro millones de votantes en las últimas elecciones generales. Su líder, Pablo Iglesias, es un vicepresidente que ejerce, con mando en plaza, en un Ejecutivo de coalición – el primero en la etapa que inauguró la Constitución de 1978 – con el PSOE. Dicho así, todo parece indicar que todo está en orden dentro de aquella formación que, impulsada por los deseos de reforma y revolución que habían surgido del 15-M ante un clima político irrespirable, irrumpió, con un resultado sorprendente, por inesperado, en las elecciones europeas de 2014 y, después, por los pelos, casi logra, al año siguiente, algo impensable hasta entonces, disputarle al PSOE la hegemonía de la izquierda en unas elecciones generales, donde solo faltaron 300.000 votos para lograrlo.

En el trayecto, llegaron envueltas en una ola de ilusión las alcaldesas y alcaldes que se llamaron “del cambio”: Manuela Carmena en Madrid, Ada Colau en Barcelona, José María González “Kichi” en Cádiz, Xulio Ferreiro en La Coruña, Joan Ribó en Valencia, Pedro Santisteve en Zaragoza…

En efecto, los recientes acontecimientos producidos en la comunidad andaluza con la expulsión de los diputados de “Adelante Andalucía”, encabezada por la trotskista Teresa Rodríguez, corroboran lo expuesto de que la guerra abierta en Podemos se sigue librando en el día a día de manera encarnizada, hasta el extremo de que la batalla por el control de los fondos procedentes del Parlamento de Andalucía entre las distintas facciones de la secta, está adquiriendo tintes verdaderamente grotescos que condenan a la total irrelevancia al proyecto que un día creara la propia Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, de Izquierda Unida, como alternativa por la izquierda al PSOE de Susana Díaz, entonces hegemónico en Andalucía. Porque ése era precisamente uno de los consensos instituidos en esa confluencia de partidos: su determinación de no convertirse en «el bastón de la vejez» de un partido corrupto y caciquil como era el PSOE andaluz.

Tanto para Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, el susanismo no era otra cosa que la «versión burocratizada del PSOE de la corrupción» y sus dirigentes «los niños probetas del socialismo andaluz», esa generación que se crio en las sedes del partido, sin ninguna cultura de lucha obrera.

Es verdad que aquella coalición había nacido en las vísperas de las elecciones autonómicas de diciembre de 2018 con el objetivo de lograr el sorpasso en la izquierda., pero no es menos cierto que lo que no esperaban sus promotores era que Susana Díaz se dejara arrebatar las llaves del Palacio de San Telmo por una confluencia bien diferente, constituida por el PP y Ciudadanos con el apoyo de Vox.

Con el cambio de gobierno, el discurso antisusanista no solo se quedó antiguo, sino que empezó a ser un serio obstáculo para hacer frente por la izquierda al nuevo poder institucional de la “derecha tripartita”. Ahí comenzó el distanciamiento de IU, que fue ya definitivo tras la dimisión de Antonio Maíllo, y la huida hacia adelante de Teresa Rodríguez que, ante la pérdida de la confianza entre los socios de coalición, comenzaría a maniobrar con el objetivo de tomar el control de una organización por la vía de ampliar, en contra de la voluntad de los socios, el peso de las participaciones en la sociedad que se pretende acaparar.

Para ello Teresa Rodríguez rompía amarras con Podemos, convirtiendo en un nuevo partido a lo que venía siendo un movimiento de “Anticapitalistas Andalucía” lo que pensaba le iba a conceder un peso mayor en la organización, tratando de relegar a un papel testimonial a IU o Podemos, lo que obligó a Izquierda Unida a pasar al ataque con un golpe brutal a Teresa Rodríguez, consiguiendo desactivar, aunque momentáneamente, la hoja de ruta con la que la dirigente gaditana se había garantizado mantener inmóvil el timón y el discurso de la coalición.

Una cronología de los hechos nos dice que “Adelante Andalucía” quedaba inscrita en octubre de 2018 como una coalición de partidos formada por Podemos, Izquierda Unida, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista. Inicialmente también se sumó Equo, pero se retiró del proyecto tras los primeros desencuentros, obteniendo en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018 el número de 17 diputados – 11 de Podemos y 6 de IU – perdiendo tres diputados con respecto a lo que IU y Podemos habían obtenido por separado en las elecciones de 2015.

Con un escenario de enfrentamientos en el seno de la coalición se produjo la dimisión de Antonio Maíllo en junio de 2019, que abandona la política para volver a su plaza de profesor de latín en la localidad onubense de Aracena, siendo relevado por Toni Valero, que ya no tiene la misma sintonía personal con Teresa Rodríguez ni comparte con ella estrategias ni objetivos, dando lugar a todo tipo de desencuentros entre ambos.

“En política y en la vida los caminos a veces se separan. Gracias Teresa y gracias a tu gente por vuestra lealtad. Gracias por ayudarnos a hacer esto con madurez. Este adiós es un hasta luego. Desde espacios diferentes nos encontraremos defendiendo la justicia social. Suerte (Pablo Iglesias, 12 de febrero de 2020)

Así llegamos a diciembre de 2019, cuando Pablo Iglesias y Pedro Sánchez pactan un gobierno de coalición, y Teresa Rodríguez hace público su desacuerdo con que Podemos forme gobierno con el PSOE, pero la dirección nacional convoca un referéndum interno, de los que nos tienen acostumbrados, y la militancia andaluza aprueba el pacto por mayoría. El pacto de coalición para el Gobierno de España entre el PSOE y Unidas Podemos acabaría provocando la ruptura total entre los morados en Madrid y su vertiente de anticapitalistas en Andalucía. Teresa Rodríguez inscribe “Adelante Andalucía” en el registro de partidos. Sus socios de IU consienten, pero luego explicarán que han sido engañados porque el registro muestra un desequilibrio (tres representantes de Anticapitalistas frente a uno de IU) entre los socios fundadores de la nueva organización.

Así se llega al mes de febrero de 2020 cuando Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias anuncian su divorcio «amistoso», de tal manera que Teresa se compromete a no volver a presentarse a la reelección como coordinadora en Andalucía de Podemos, pero, aunque no descarta concurrir en futuras elecciones con otro partido, no deja claro cómo ni cuándo abandonará la militancia. De hecho, sigue siendo secretaria general en Andalucía hasta que se produzca el relevo. En paralelo, Anticapitalistas, la corriente a la que pertenece Teresa Rodríguez, abandona definitivamente Podemos.

Teresa Rodríguez decide incorporar en mayo de 2020 a la corriente Anticapitalistas dentro de la coalición “Adelante Andalucía” en igualdad de condiciones que los socios fundadores, mostrando por parte de los dirigentes de IU su estupor por la jugada, ya que se ha admitido a un nuevo socio sin reunión ni orden del día ni votación. En aquellos momentos la coalición “Adelante Andalucía” ni siquiera tiene una estructura organizativa ni estatutos, con lo que Teresa Rodríguez podrá manejar la organización a su conveniencia. «Nos han robado el partido», afirman después en IU, que ven a Anticapitalistas como el caballo de Troya que, desde dentro, permitirá a Teresa Rodríguez prescindir de Podemos y de IU en la toma de decisiones, de tal manera que, en el futuro, cuando ya no lleve las riendas de Podemos, seguirá teniendo mayoría pues serán tres socios (Anticapitalistas más los dos partidos andalucistas) frente a dos (IU y Podemos).

Pero el problema fundamental se produce en agosto de 2020 cundo Teresa Rodríguez deja sin apoderados a IU en la cuenta corriente de la Caja de Ingenieros donde se reciben los fondos para la financiación de los gastos de funcionamiento del grupo parlamentario. Posteriormente, ya en septiembre, da orden al Parlamento para que ese dinero se ingrese en otra cuenta a la que tampoco tienen acceso los diputados de IU. A la vez que Anticapitalistas es acusada por IU de acaparar las redes sociales de la coalición, a cuyos perfiles ya no tienen acceso los diputados y asesores.

En octubre de 2020, Izquierda Unida de Andalucía presenta un escrito ante la Mesa del Parlamento andaluz señalando como tránsfugas a Teresa Rodríguez y otros siete diputados afines, el cual es admitido por la mesa, con los votos favorables del PP, Ciudadanos y Vox, resolviendo el pase de los afectados al grupo de no adscritos en el Parlamento, reclamando IU que se le permita mantener la asignación completa del grupo parlamentario pese a que ha perdido ocho diputados. De esta manera, IU y Podemos recuperan las riendas del grupo parlamentario a la vez que estudian si pleitear también por la marca electoral. Paralelamente, Teresa Rodríguez presenta un recurso contra la decisión de la Mesa y anuncia que llevará el caso ante el Tribunal Constitucional si el Parlamento no da marcha atrás. El grupo de no adscritos, donde ya hay una ex diputada de Vox, no tiene derecho ni a asignación presupuestaria para su funcionamiento ni a participar en muchas iniciativas parlamentarias.

En este mismo contexto es donde asistimos al espectáculo grotesco entre Teresa Rodríguez y la ministra de Igualdad, Irene Montero, cuando ésta la espetó que en “política no se para” refiriéndose al periodo maternal de Teresa Rodríguez durante su embarazo.

A nadie se le oculta que la crudeza con la que la ministra de Igualdad justificó públicamente la expulsión de Teresa Rodríguez de Podemos estando embarazada trasgrede la más elemental coherencia feminista, pero lo más grave, que detrás de la pugna ideológica están los casi 1,7 millones de euros de asignación del grupo parlamentario de “Adelante Andalucía” por parte del Parlamento andaluz. ¿ya no quedan ideales en Podemos? ¿Qué queda de aquella ola feminista de la que también se había apropiado Podemos para afianzar su poder?

Desgraciadamente, a juzgar por los hechos, queda claro que se trataba de un ingrediente más de su populismo. Sigo pensando que la única manera de sostener el feminismo es dando ejemplo, y expulsar a una mujer mientras está de permiso por maternidad para ajustar cuentas y solventar un conflicto intestino con dinero de por medio destruye cualquier credibilidad feminista de la ministra de Igualdad por obra y gracia del vicepresidente Pablo Iglesias, pudiendo afirmar que, en Podemos, también el feminismo tenía un precio.

Teresa Rodríguez (Rota, 1981) es el alma irreverente de la izquierda a la izquierda del PSOE. Desde muy joven peleó contra la presencia de los soldados estadounidenses en el seno del movimiento que busca el cierre de la fortaleza yanqui a orillas del Estrecho. La anticapitalista, procedente de las Juventudes Comunistas y exmilitante de IU hasta que dio el portazo para crear “Espacio Alternativo”, el embrión de Anticapitalistas, ya ha anunciado que recurrirá la decisión de la Cámara, que ha salido adelante con los votos del PSOE-A, Ciudadanos y Vox, y la abstención del PP-A.

Al final, la exmilitante de IU, Teresa Rodríguez, y otros ocho diputados del grupo “Adelante Andalucía” serían expulsados el miércoles, 18 de noviembre de 2010, del grupo tras la reunión de la Mesa del Parlamento andaluz. Una propuesta de expulsión de estos diputados, que pasarán a ser considerados no adscritos, habiendo contado con el apoyo de los dos representantes del PSOE en la Mesa, los dos de Ciudadanos – que han resultado decisivos en su cambio de criterio – y el de Vox, mientras que los dos miembros del PP se abstenían.

No obstante, aunque esperan que prospere el recurso de amparo al Tribunal Constitucional que interpondrán, la representante de “Adelante Andalucía” en la Mesa del Parlamento, Maribel Mora, después de valorar la expulsión en términos de “escándalo sin precedentes en la historia del parlamentarismo andaluz”, manifestaba su convicción de que se va a estimar la petición de los expulsados, y que “serán reincorporados con todos sus derechos, que hoy se les han robado sin criterios técnicos”.

Además de Rodríguez, los otros siete diputados a los que se pide expulsar del grupo de Adelante son: los portavoces adjuntos Ángela Aguilera y José Ignacio García, así como los parlamentarios Luz Marina Dorado, María Vanessa García, María Gracia González, Nacho Molina y Diego Crespo.

La cruda realidad de los hechos relatados nos revela que aquella ola enorme, levantada por la mar de fondo del descontento y de la desilusión con el proyecto surgido de la Constitución posfranquista – lo que se dio en llamar el “régimen del 78” – y los vientos de esperanza que se originaron en las plazas de todo el país, estallando con fuerza en las elecciones generales, municipales y autonómicas de 2015 y 2016, se ha transformado hoy en una fuerza más, perfectamente encajable dentro del  neoliberalismo.  

Podemos y sus confluencias no han logrado mejorar su resultado de abril y pasa de los 42 escaños de abril a los 35 escaños. Pasan a ser cuarta fuerza política, superada por Vox en 18 escaños. El resultado no ha gustado a Pablo Iglesias, que echa en cara a Sánchez haber convocado unas elecciones que “han servido para que la derecha se refuerce y para que tengamos una extrema derecha de las más poderosas y fuertes de Europa”.

El análisis de los resultados electorales viene mostrando muy claramente que el proyecto ha perdido fuerza, sobre todo si se atiende a las municipales – con la pérdida de varias alcaldías muy relevantes, como Madrid, La Coruña, Zaragoza… – y a los últimos resultados en los comicios autonómicos en la práctica totalidad de las comunidades autonómicas. En las generales, aunque está en el Gobierno, Podemos se ha dejado en la gatera casi dos millones de votos en todo el país, desde que obtuvo hace un lustro su pico electoral, superando los cinco millones de sufragios.

Pablo Iglesias con su aparato en la noche electoral del 12 de noviembre de 2019.

Lo que ha quedado muy claro es que, por un lado, la organización, después de pasar de las calles a las instituciones, anda en la tarea de crear un músculo propio en los territorios, en un entorno complicado por las guerras internas entre sus miembros organizados en “capillitas”, y, por el otro, dependiendo en gran medida de los aciertos de Pablo Iglesias y sus ministros y ministras en el Gobierno y a la capacidad que tenga Unidas Podemos de rentabilizarlos.

Es decir, Podemos ha pasado de canalizar un descontento social a estar menos abierto hacia lo que hay afuera, debido, sobre todo, al desgaste de muchas energías en los conflictos internos que ha llevado a una desmovilización social. Se ha olvidado la calle, salvo en alguna que otra movilización esporádica, pero no cuentan con el respaldo mayoritario de una movilización que les permita salir de ese aparente ensimismamiento que ejerce de lastre. Todo eso, combinado con que se está en el Gobierno, ha producido un vaciamiento, hasta el extremo de que supone un auténtico milagro encontrarse con algún círculo en funcionamiento, de aquellos cientos de ellos que se habían creado de una manera tan entusiasta. Sucede entonces que Podemos no tiene ninguna implantación territorial. No tienes gente en la mayoría de las localidades y la poca que tiene se encuentra ocupando cargos en los gobiernos central, autonómicos y municipales.

Uno de los problemas fundacionales de Podemos fue que, inicialmente, la visión era a muy corto plazo. La previsión era llegar al poder rápidamente. Por un lado, estaba eso que Errejón llamó núcleo irradiador y por otro, las asambleas. Eran dos cabezas descompensadas. El análisis era ocupar las instituciones y se dio mucha prioridad a Iglesias – ahí está la cara de Pablo en las papeletas electorales – y se abandonaron los círculos, los movimientos que había en cada territorio, y eso es lo que ahora se está pagando.

Errejón rodead0 de componentes de su nueva “capillita de Más País” escindida de Podemos presentando su estrepitosa derrota, el 12 de noviembre de 2019.

Como es conocido, Podemos no se había presentado como tal a las primeras municipales – las de 2015 – y eso dio alas a la parte más participativa, que fue la que se instaló en los ayuntamientos. El partido era ya un partido centralista, donde todo se decidía en el núcleo irradiador. Ha pasado el tiempo y la pelea interna real, en cierto modo, no ha sido con Errejón, sino que ha sido en todo el Estado entre el Podemos centralista y las iniciativas municipales, hasta el extremo de que Podemos se fue quedando sin bases. Podemos no tiene activistas, y eso a la larga se paga, tal y como está ocurriendo en la actualidad. Ese es el origen, y no otro, de que caiga electoralmente en todas las localidades. Se mantiene Pablo Iglesias, pero en las elecciones pequeñas se hunden. Ahí están, a modo de ejemplo, los muy recientes casos de Galicia y el País Vasco.

Por otro lado, la liquidez de la organización y la premura del tempo de los comicios confluyeron en un escenario en el que, por una parte, no hubo tiempo de formar a la militancia y de oírla y, por otra, la actividad electoral se iba comiendo el espacio de debate, y eso hizo que la gente fuese abandonando el proyecto.

Manuel Monereo, exdiputado de Podemos, un hombre de larga trayectoria en las luchas de la izquierda, asegura que para comprender bien la evolución del partido hay que entender que los fenómenos sucedidos responden a problemas “objetivos que obligaban a tomar decisiones”.

“Podemos – expone Monereo – era un movimiento – ya no lo es -muy amplio, con una enorme pluralidad ideológica y con una heterogeneidad de posiciones políticas muy grande, y un núcleo dirigente muy efectivo y también heterogéneo”.

Los conflictos internos de Podemos Cantabria e IU Cantabria han suspendido de forma indefinida las conversaciones para formar una lista conjunta con Equo Cantabria de cara a las autonómicas de 2019. En la reunión celebrada el pasado lunes, 15 de octubre, se puso ya sobre la mesa el principal escollo para alcanzar un acuerdo: el reparto de los puestos de salida de la hipotética lista.

“Surgieron diferentes posibilidades – prosigue Monereo -. Una de ellas, un partido de masas que admitiera diferentes tendencias ideológicas: todo partido de masas requiere una pluralidad que hay después que sintetizar. Una segunda opción era un partido de fracciones, donde cada sector o fracción negociaba con el otro sector cuotas de poder. Y, en tercer lugar, un partido de fracción, en el que una de las fracciones se hiciera cargo del partido y, por tanto, un partido fuertemente centralizado en torno a su Secretario General. Esas opciones eran muy difíciles de construir. La clave estaba en el equipo dirigente. El equipo dirigente se rompió. No supieron convivir en torno al liderazgo de Iglesias, que era el mayoritario. Y la respuesta fue un partido a su imagen y semejanza. Eso ha ido sucediendo”.

Guerra abierta en Podemos de Asturias para hacerse con el poder de la organización, donde concurren Pablistas, Errejonistas, Somos, antiguos Bloquistas, Vamos, Venimos y la madre que lo parió (noviembre de 2020).

Remacha Monereo su razonamiento: “Lo más paradójico es que así es como funcionan hoy los partidos. Se ha convertido en el partido más perfecto en el sistema. En la quintaesencia de un partido moderno, muy parecido a lo que es el PP y el PSOE. El líder lo es todo y el partido se articula en torno a los cargos públicos financiados por el Estado. Es un partido que ya no tiene bases militantes, que tiene cuadros profesionales articulados en torno a la financiación pública”.

Que el bloque de izquierdas se resquebraje en España no es ninguna novedad. Pero que la ruptura traumática suceda en los momentos previos a una repetición de las elecciones generales es, cuanto menos, impactante. El divorcio entre los integrantes de lo que un día fue Unidas Podemos se certifica segundo a segundo y, así, los territorios se van posicionando: los cuadros de Podemos han elegido pareja de baile en la Región de Murcia, pero la guerra ya se libra en otras 10 comunidades (Errejón y Pablo, cuando todavía eran estudiantes de la facultad de Políticas en la Complutense)

Son Aragón, Galicia, La Rioja, Cataluña, Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias. En Madrid, la fractura es total, una vez que Íñigo Errejón ya se escindió y creó Más Madrid, ahora evolucionado en Más País.La realidad es que los conflictos internos, evitables o no, que se vienen sucediendo en los territorios han tenido un alto coste. tal como ha quedado perfectamente constatado en las pasadas elecciones gallegas, en las que Podemos desapareció del Parlamento autonómico, y en las vascas, en las que se salvaron los muebles, pero en las que se pasó de ser la tercera fuerza con 157.000 votos y once escaños a 72.000 sufragios y seis diputados en el parlamento vasco.

Ocurre, lisa y llanamente, que las disputas internas siempre penalizan, y la división siempre resulta castigada, incluso más que la corrupción. Es el reto de Podemos, recuperar los círculos en cada localidad en busca de un fortalecimiento real y democrático de la organización, siempre que se esté a tiempo para ello.  Dicho de otra manera: el futuro de Unidas Podemos va a depender, fundamentalmente, de la gestión realizada como gobierno. Eso es sí o sí. Si de la gestión en el Gobierno son capaces de emitir señales de autonomía, de haber gobernado a la izquierda, de haberse diferenciado de la gestión del PSOE, es posible que pueda haber un pequeño atisbo de recuperación en el futuro. Por el contrario, si Unidas Podemos cae en el ambiente del PSOE, de continua lucha interna, donde nada aparece claro y se hacen síntesis sin mucha fuerza social, las posibilidades de recuperación quedan muy alejadas.

Si, además, se añade el trabajo diario desde todos los poderes, económicos, mediáticos y judiciales, con especial incidencia en los más conservadores del Estado, para evitar la consolidación de una organización como Podemos, el menú se amplía y completa. En ningún momento se puede olvidar el funcionamiento del poder y el establishment, y para enfrentarse al enemigo no es suficiente adjetivarse como los más izquierdistas del mundo mundial, sino, y, sobre todo, comprender como funcionan estas llamadas democracias liberales en el capitalismo – exactamente las mismas que se gritaban en las plazas del 15-M con la frase de “lo llaman democracia y no lo es”-, sabiendo, como se sabe,  que el poder real lo sigue ostentando la oligarquía financiera con sus medios de comunicación. Esto es, los mismos que tratan de neutralizar a Podemos desde todos los medios los medios de comunicación, de tal manera que, si no se es capaz de ver todo el contexto, se puede estar cometiendo el error de analizar la crisis solo como un producto de los errores, cuando la realidad es que tiene que ver con todo lo expuesto.


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