Felipe González Márquez (Sevilla, 5 de marzo de 1942) es un abogado y político hispanocolombiano. Fue secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde 1974 hasta 1997 y presidente del Gobierno de España entre 1982 y 1996.
“Compañeros mineros: Vosotros conocéis mejor que nadie las luchas sindicales. Quizá porque tengáis los pies firmemente sentados sobre la tierra, mostráis siempre el mayor realismo en la lucha contra la injusticia. (Felipe González en el 43º Congreso de la Internacional de Mineros celebrado en Madrid, el año 1979)
Que la minería estaba condenada de muerte queda certificado por el hecho de que, cuando Felipe González tomó posesión como presidente del gobierno en el Reino de España, después de que el PSOE ganara las elecciones generales del 28 de octubre de 1982, lo primero que hizo fue reunirse con los catorce directores de los principales periódicos españoles en una cena celebrada en el Palacio de La Moncloa, el 16 de febrero de 1983, para anunciarles el cierre de la minería asturiana: “Es necesario un cambio de mentalidad. Asturias necesita adaptarse a una nueva civilización, en la que la mina deje de ser el centro de atención y la gente tiene que ser consciente de que a HUNOSA apenas si le quedan unos diecisiete años de vida”.
Libro publicado por la Federación Estatal de Mineros de U.G.T, ofreciendo las múltiples soluciones que existían para la empresa minera de HUNOSA.
Bastantes años atrás, después de haber mantenido múltiples reuniones con Felipe González y miembros de la ejecutiva del PSOE, desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. decidimos elaborar un amplio y riguroso informe sobre Hunosa bajo el título “El Fraude de Hunosa. Génesis y desarrollo. Alternativa a una crisis permanente”, que sería publicado en un libro que se agotó en muy pocos días, produciendo un gran escándalo, hasta el punto de acabar con el secretario general de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T, autor de este libro, en los tribunales de justicia por una querella criminal interpuesta por el presidente de Hunosa, José Manuel Fernández Felgueroso – muy aplaudida por el SOMA-UGT -, aunque posteriormente ordenaría retirarla de los juzgados.
Por aquel entonces, nosotros pensábamos, y seguimos pensando, que no solucionar el problema de Hunosa, suponía: “no aprovechar los recursos energéticos propios, en la situación actual de crisis, incrementando la dependencia energética del exterior; seguir dilapidando los recursos estatales, aportados por los contribuyentes, de forma continua y creciente; continuar hipotecando la balanza de pagos por las importaciones a realizar; deteriorar, aún más, la imagen de la empresa pública; no evitar los accidentes laborales (posible muerte de 250 compañeros en los próximos diez años), originados por un freno en la participación y gestión de los trabajadores en este campo; anular la posibilidad de creación de nuevos puestos de trabajo, que pueden ser originados por la diversificación efectiva de actividades; fomentar la ya aparecida frustración sindical y política de los trabajadores, originada como consecuencia de la carencia de soluciones realistas y válidas a la situación creada; la generación de un incremento de la conflictividad social en Asturias con unas salidas de imprevisibles consecuencias…”
Asimismo, seguíamos participando desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. dentro de la Comisión de Industria del Área de Estudios y Programas de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, presidida por Javier Solana de Madariaga, hasta que llegó la elaboración del programa electoral del PSOE a las elecciones del 28 de octubre de 1982, coordinado por Joaquin Almunia Amann, donde logramos plasmar íntegramente nuestra política minero-energética, elaborada desde una perspectiva netamente socialista al servicio del pueblo español, con la participación ilusionante de unos cuarenta profesionales de la más alta cualificación, publicada el año 1981 en el libro “Alternativa Energética”, prologado por el economista y diputado del PSOE, Enrique Barón: “Desde la investigación de nuestros recursos minerales hasta su transformación pasando por una explotación racional y humana de los mismos”.
Libro publicado por las Federaciones Estatales de Minería y Energía de U.G.T. donde queda recogido todo el programa minero-energético que el PSOE ofreció al pueblo español el 28 de octubre de 1982
Sin embargo, mientras la elaboración del programa teórico permanecía en las manos del partido y del sindicato de U.G.T., las decisiones se gestaban en ámbitos totalmente ajenos al PSOE y, lo más deleznable, bajo presupuestos ideológicos muy distintos y distantes de nuestro país, de tal manera que, apenas ocupadas las poltronas del gobierno por parte del PSOE enseguida comenzaría a fraguarse la gran venganza contra la minería asturiana por parte de la oligarquía financiera a través de sus correspondientes títeres de turno en el gobierno.
Efectivamente, con la llegada del PSOE al gobierno del Reino de España, desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. iniciamos una serie de reuniones con el mismísimo Felipe González en sus aposentos monclovitas para tratar del necesario diseño y puesta en marcha de una Política Minera al servicio de España, en una de ellas con la participación del entonces ministro de Industria y Energía, Carlos Solchaga, celebrada el 31 de enero de 1984, dando paso al comienzo de las reuniones que por aquel entonces manteníamos todos los últimos viernes de cada mes en su despacho con él y su equipo ministerial, para tratar de poner en marcha la política minero – energética que el PSOE había prometido al pueblo español en su programa electoral, donde “el carbón nacional – nos decía el Ministro Solchaga – debería jugar un papel destacado en la disminución de la dependencia energética del exterior, y este gobierno considera que es estrictamente necesario la supervivencia, tanto de Hunosa, como del carbón asturiano…
Felipe González y Antón Saavedra en el Palacio de La Moncloa, el año 1984.
En una de las reuniones celebradas en el mes de diciembre de 1984, el ministro nos ofreció la cantidad de 600.000 millones de pesetas para la creación de un tejido industrial alternativo para las comarcas mineras – Zonas de Urgente Reindustrialización en el Valle del Nalón y Valle del Caudal, destinando 300.000 millones de pesetas para cada Z.U.R. -, siempre y cuando que nosotros desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. aceptáremos dejar Hunosa con una plantilla de 14.500 trabajadores sobre los 21.018 que había en aquel momento, cuestión que nada nos preocupaba, puesto que en la empresa minera sobraba mucha gente improductiva, repartida por cualquier despacho en cualquier edificio de las cuencas como consecuencia de la integración en Hunosa de muchas empresas, cuando lo que realmente se necesitaba eran picadores y barrenistas, entre otras categorías de interior, considerando aquella oferta como una base muy positiva para llegar al acuerdo.
Plantillas de la minería del carbón en España, Asturias y Hunosa (1983-1995). Elaboración propia a partir de las estadísticas oficiales del Ministerio de Industria.
Además, paralelamente, nosotros seguíamos manteniendo reuniones con el sindicato minero y el viceministro del carbón de la URSS, país que había establecido unos protocolos con Hunosa para la solución de los problemas de mecanización y producción en la empresa minera, los cuales seguían aparcados en los archivos de los despachos hasta que nosotros los relanzamos desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. Allí, en la URSS, concretamente en la zona minera ucraniana del Donbass tuvimos ocasión de visitar el interior de varios pozos mineros similares a las explotaciones mineras asturianas – capas verticales de todas las potencias, con fallas, una profundidad que alcanzaban los mil metros, incluso se trataba de pozos que habían sido rescatados de sus inundaciones durante la segunda guerra mundial, alcanzando una productividad siete veces superior a la minería asturiana -, pero también tuvimos ocasión de visitar los talleres donde se fabricaban las rozadoras que arrancaban el carbón, de tal manera que cada rozadora era destinada a su capa de carbón, después de haber procedido previamente al correspondiente estudio técnico-geológico de todas las características que presentaba cada una de ellas – dureza del carbón, hastiales, distancias de los talleres, etcétera -, lo que nos hizo pensar por qué no podíamos hacer lo mismo en España.
El viceministro del carbón de la URSS con Antón Saavedra en una visita al Pozo Lenin en la cuenca minera ucraniana del Donbass, el año 1979.
En efecto, de regreso a nuestro país, una vez estudiado por los técnicos de nuestra organización sindical, decidimos, a partir de los talleres que la empresa tenía en El Entrego (talleres de Santana), dotados de unos grandísimos profesionales especializados en la maquinaria minera, hacer la propuesta de trasladarlos a los terrenos del Polígono Industrial en la localidad langreana de Riaño para ir a la creación del “gran taller” para la fabricación de todas las rozadoras necesarias, no solo para Hunosa sino para el conjunto de la minería española, la cual generaría el triple de empleos de los que trabajaban en los talleres de Santana, eso al margen de los otros empleos que se repartían por las distintas áreas de servicio de la empresa, pero, claro, por aquel entonces, el virrey del PSOE en Asturias, José Ángel Fernández Villa que, aunque era miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE, no participaba físicamente en aquellas reuniones protagonizadas exclusivamente entre la Federación Estatal de Mineros de U.G.T y el gobierno de la nación – cuestión que nunca aceptó de buen grado -, aprovechando un mitin electorero del PSOE en su localidad natal de Tuilla para soltar aquella colosal parida de que “para cerrar un solo pozo en Hunosa habrá que pasar por encima de mi cadáver”, hasta el punto de que en lo que sería nuestra última reunión mantenida con Solchaga en junio de 1985, éste nos sorprendía con aquella lapidaria frase: “… No me toques los cojones Antón, la mina de carbón español más rentable es la que está cerrada.”
¿No resulta casi milagroso, que Villa todavía continúe con vida al día de hoy, después de haberla puesto en juego durante el transcurso de aquel mitin electorero del PSOE, celebrado en su pueblo natal de Tuilla, el 9 de junio de 1986…?
Lógicamente, la respuesta no se hizo esperar desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T y, después de varias reuniones de trabajo con la Federación Estatal Minera de CC.OO., presidida por el compañero Manuel Nevado Madrid, decidimos convocar la primera huelga general sectorial en España durante el periodo de la II Restauración Borbónica, para los días 17 y 18 de diciembre de 1985, exigiendo una política minera negociada, el cumplimiento del Plan Energético Nacional, que los propios diputados del PSOE habían aprobado en el Congreso de los Diputados, así como el establecimiento de las necesarias y adecuadas medidas de seguridad en nuestras minas a fin de cortar la trágica sucesión de muertes en el sector, con un balance de 75 muertos en aquel año de la huelga general minera.
Antón Saavedra y Manuel Nevado en el parque de Mieres durante la concentración de mineros en la huelga general minera de España, el 18 de diciembre de 1985.
La huelga resultó un rotundo éxito de participación, secundada por el total de los mineros españoles, salvo una gran mayoría de los afiliados al SOMA-U.G.T. que tuvieron que soportar las vergüenzas de sus compañeros que les hacían pasillo en las plazas mineras, tirándoles maíz y pesetas, en su camino desde la lampistería hasta los castilletes, cuando decidieron no secundar la huelga general minera porque, tanto sus dirigentes somáticos, como los gobiernos nacional, autonómico y municipal con mayorías absolutas del PSOE, así como las Comisiones Ejecutivas del partido en sus distintos niveles federal, regionales y locales, con sus respectivos Grupos Parlamentarios en el Congreso de los Diputados y Parlamentos Autonómicos, les engañaban diciéndoles que la minería del carbón no corría ningún peligro de desaparición, y que nada de lo que nosotros decíamos era verdad, pero sin aceptar en ningún momento el desafío público al que ellos mismos nos retaron públicamente, caso concreto del propio Ministro de Industria y Energía, el canario Luis Carlos Croissier, aceptado desde el primer minuto por nosotros donde quisieran, como quisieran y cuando quisieran.
Ese fue el verdadero problema que originó lo que varios “voceros” de los medios de comunicación al servicio del SOMA-UGT-PSOE comenzaran a inventar como un enfrentamiento Villa-Saavedra o Saavedra-Villa, y en ese contexto comenzó a fraguarse el cierre de las explotaciones y la muerte de las comarcas mineras que tan sibilinamente había anunciado el “trilero” sevillano Felipe González, ciegamente secundado por sus peones en Asturias, caso concreto del mismísimo Presidente del Gobierno del Principado de Asturias, el “burguesito” aupado por Villa a la presidencia del Principado de Asturias, Don Pedro de Silva y Cienfuegos-Jovellanos que llegaría a afirmar en el periódico de La Nueva España del 8 de agosto de 1990 que “Villa opina lo mismo que yo respecto a la reconversión minera, con la única diferencia de que él habla desde una postura sindical y yo institucional”, a la vez que nos recordaba en el mismo acto celebrado en Posada de Llanes que “él era un producto político de la cuenca”.
Encierro de mineros en las minas turolenses de Estercuel, acompañados del diputado del PSOE por Teruel en el Congreso de los diputados, Ramón Espallargas, en apoyo de la huelga general de la minería española, el año 1985
Es decir, mientras los gobiernos central y autonómico, junto con todos los ayuntamientos mineros, seguían poniendo sordina a la realidad que se palpaba – denunciada todos los días por la Federación Estatal de Mineros de UGT -, mientras se escuchaban las peroratas y bravuconadas del virrey del PSOE en Asturias – José Ángel Fernández Villa -, que llegó a poner en juego su propia vida si se cerraba un solo pozo en Hunosa, a pesar de los pesares, sería la Asociación de Comerciantes del Valle del Nalón (Acoivan) quien, captando aquella realidad, organizaba un debate público en Sama de Langreo, el 24 de abril de 1987, con los salones de La Montera abarrotados de gente, donde el autor de este libro, Antón Saavedra, dejaría muy claro en su charla-debate lo que hoy es una triste y dramática realidad: la muerte de las comarcas mineras. El conferenciante iría mucho más allá, cuando vaticinó a los presentes que, efectivamente, “íbamos a ver bajar el agua limpia por el rio Nalón a su paso por las comarcas mineras y, posiblemente, volverían a bajar los salmones por ellas, como en aquellos tiempos que servían para dar de comer a los trabajadores que construían el ferrocarril de Langreo para el transporte del mineral hasta Gijón, pero a cambio de un más que severo desmantelamiento de su industria y su comercio, tal y como quedaría expuesto de acuerdo con el estudio elaborado por la Universidad Complutense de Madrid para el sector minero donde se analizaba detalladamente el número de panaderías, droguerías, ferreterías, peluquerías, tiendas de ultramarinos, comercios de ropa, sastrerías, zapaterías, bares, cafeterías, carnicerías, librerías, imprentas, talleres, etcétera, que desaparecerían como consecuencia del efecto inducido e indirecto que el sector minero tenía sobre la economía de las comarcas mineras”.
De esa manera, de mentira en mentira y de victoria en victoria hasta la derrota final, la actividad que caracterizó a los municipios mineros asturianos durante tantos años comenzaba su cadena de cierres mineros, disfrazada con la asunción por parte del Gobierno del Principado de Asturias, Juan Luis Rodríguez Vigil, con un acelerado Plan de Reindustrialización que el gobierno felipista se encargaba de rebajar con el agua de un nuevo bautismo, llamándole Plan de Dinamización, firmado en solitario por el SOMA-UGT que, pese a los adornos y aditivos, con la puesta en escena de la Sociedad para el Desarrollo de las Comarcas Mineras S.A. (SODECO) – creada en 1988 por acuerdo del INI, el Principado de Asturias, sindicatos de UGT y CC.OO., partidos políticos y ayuntamientos, para el desarrollo económico de la zona minera central asturiana – y el “mecheru” de La Pereda en Mieres, iba a suponer un mazazo contundente al perder 2.260 empleos directos de Hunosa entre 1987-1991, arrancando con el abandono del Pozo Cerezal de San Martin del Rey Aurelio, en marzo de 1989, a pesar de la oposición unánime de todos los partidos políticos representados en la Junta General del Principado de Asturias, para continuar en julio de 1990 con el cierre del Pozo Venturo, último pozo profundizado en el Valle del Nalón, también del mismo municipio que el anteriormente citado.
Cartel del PSOE anunciando conferencia sobre “La Empresa Pública” en el Hotel España de Oviedo y mitin electoral en el estadio Ganzábal, el 4 de junio de 1977
Aquella operación de cierre de pozos mineros y muerte de las comarcas mineras no respondían sino a un plan perfectamente diseñado por el Instituto Nacional de Industria (I.N.I.) según el “informereservado” de Hunosa “Resumen de los análisis de soluciones para el cierre total de todas las explotaciones de Hunosa en dos, diez o quince años”, fechado en febrero de 1971, para el que se había elegido a la persona adecuada – José Ángel Fernández Villa -, dotándole de toda la infraestructura necesario para llevarlo a cabo hasta su final. Yo mismo me había negado a ser el “elegido” para llevar a cabo tan sibilina y criminal labor.
En efecto, celebrábamos una cena en el restaurante Niza de Oviedo, el día 4 de junio de 1977, donde participaron Juan Manuel Kindelán (exdirector general de Minas con el gobierno felipista del PSOE), Rafael Fernández (exsenador del PSOE por Asturias y expresidente del gobierno preautonómico de Asturias), Eduardo Albizu “Lalo” (exdiputado del PSOE por Vizcaya y miembro de las ejecutivas del PSOE y UGT), Luis Gómez Llorente (exdiputado del PSOE por Asturias y exvicepresidente del Congreso de los Diputados), Marcelo García Suarez (exmiembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de U.G.T), Avelino Cadavieco (histórico del PSOE), Fernando Vega (exsecretario de organización de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T.) y yo mismo. Lógicamente me negué, no sin antes dejar muy clara mi decisión firme de combatir con todas mis fuerzas aquella barbaridad que hoy ya es una triste realidad.
Al cierre de los pozos Cerezal y Venturo – antes, en los años 1971 y 1972 se había llevado a cabo el cierre de las explotaciones de Coto Musel (Zona Nalón), Santa Eulalia “Cabritu” y Mosquitera I (Zona Sama-Siero), Vanguardia (Zona Aller), Olloniego (Zona Caudal) y Cobertoria (Zona Aller) – se sumarían los de la Mina San Víctor de Turón, el 16 de julio de 1991, y, en abril de 1992, otra vez el concejo de San Martín del Rey Aurelio volvía a ser noticia por el cierre del mítico Pozo San Mamés, famoso durante los tiempos de la dictadura franquista por haber sido uno de los campos de trabajos forzados que esclavizaba la empresa Duro-Felguera. El último día del mes de julio de ese mismo año era sellado el Pozo Mosquitera II “Terrerón”, en la localidad langreana de Tuilla, donde también existió otro campo de concentración con mano de obra esclava y republicana al servicio de la misma empresa Duro-Felguera, y el 1 de noviembre de 1991 le tocaba el turno al Pozo Polio, en el concejo de Mieres, cuya profundización trajo consigo la construcción de la barriada minera de Rioturbio para dotar de vivienda a los trabajadores de la mina.
El cartel que aparece encima de la cabeza de estos dos líderes del pandillerismo somático y cocoso “Embarque del personal”, Villa y Hevia, lo dice todo
De repente, entre la noche del 22 de diciembre de 1991 y la tarde del 3 de enero de 1992, se producía un hecho histórico en la minería asturiana con el encierro de las cúpulas sindicales mineras del SOMA-UGT y CC.OO. en el Pozo Barredo de Mieres, encabezadas por sus secretarios generales José Ángel Fernández Villa y Antonio González Hevia, que iba a servir para pegar el gran acelerón a los cierres mineros en una operación disfrazada muy sibilinamente como la gran salvación de la minería, pero también para iniciar el gran negocio minero – allí tuvimos ocasión de saber cómo los mismísimos presidentes de Cajastur, Ángel Fernández Noriega y del gobierno del Principado de Asturias, Juan Luis Rodríguez Vigil, se encargaban personalmente de ser portadores serviles de las “ricas viandas navideñas alangostadas” y los cotizados “caldos de gran reserva riojana y la ribera del Duero” para los encerrados en el interior del Pozo Barredo de Mieres, donde se encontraba su “padre político”, José Ángel Fernández Villa -, del que todas las partes salieron muy satisfechas.
¿Quién podría pensar que un asunto como el de las prejubilaciones mineras pudiera tener tanto grano que desbrozar hasta quedar transformado en el“gran negocio” para el Estado, la patronal minera, ¿la banca y el pandillerismo sindical del SOMA-UGT y CC.OO.? El medio billón de pesetas que el Gobierno puso encima de la llamada mesa de negocios – más que de negociación -, para el enterramiento de la minería del carbón hizo olvidarse a los negociantes de los trabajadores y sus nefastas consecuencias para nuestras comarcas mineras, sin importarles las personas que las conforman, poniéndose de inmediato manos a la obra para establecer el reparto. Primero argumentando de cara a la galería a la vez que llenándoseles la boca de bonitas palabras, hablando de inversiones sociales, becas para la minería, cursos de formación que administrarían desde el pandillerismo sindical, como una de las fuentes millonarias de su financiación. También hablaban de carreteras en las comarcas mineras para facilitar el desarrollo económico alternativo al desmantelamiento de la industria del carbón y aún les quedaría mucho dinero para hablar de inversiones en industrias y creación de empleo…
Por parte de la patronal, ésta recibirá una cantidad por cada tonelada de carbón que deje de producir. El acuerdo establecido de cuatro trabajadores por cada once jubilados no se cumpliría, como ha quedado demostrado en el tiempo, proliferando todo tipo de subcontratas, porque tanto la patronal y sus pandilleros sindicales siguen argumentando que es la única manera de mantener el empleo en la minería.
Otro de los grandes beneficiarios han sido los banqueros, que se pelean materialmente por administrar la gestión de los dineros de los prejubilados – yo mismo me peleé con Villa en el Consejo de Administración de Hunosa, cuando desde Cajastur y Caixa catalana se partían la cara por hacerse con el pago de tan suculenta tarta dineraria -, en cuya gestión también se llevaban su “mordida revolucionaria” el pandillerismo sindical somático y cocoso. ¿Qué ha sacado el Gobierno a cambio? ¡Paz Social!
Pero, continuando con el programa de cierres pactados con el gobierno del PSOE, llegamos al año 1993 con el cierre de cinco explotaciones mineras. Así, con fecha 11 de enero, quedaba paralizado el Pozo Olloniego, en el concejo de Oviedo, que ya había sido cerrado por primera vez en agosto de 1972 y se consideraba centro piloto y experimental de las nuevas técnicas mineras. Un día después, esto es el 12 de enero, le tocaba el turno al Pozo San José de Turón, y en menos de una semana se procedía al cierre de los Lavaderos de Turón, llegando al 30 de abril, cuando dejaba de funcionar el Pozo Entrego, histórica explotación que databa del año 1909, y el 10 de noviembre desaparecían oficialmente los Talleres de Turón, ubicados en La Cuadriella.
Ya en el año 1994, el 31 de julio para ser más exactos, asistimos al cierre del Pozo Barredo de Mieres, lugar del encierro minero comentado, y el 1 de setiembre lo hacía el Pozo Santa Bárbara de Turón donde, por primera vez, cara a cara y abroncado fuertemente por los mineros en la asamblea del primer relevo minero, que incluso lo amenazaron con arrojar por la caña del pozo, a Villa se le escapaba un juicio desnudo que significaba un giro radical en su discurso habitual de cuando anteponía su vida al cierre de cualquier pozo minero: “La actividad minera ya no tiene ningún futuro, hay que buscar empleos alternativos”.
Sin apenas tregua, en el verano de 1995, salía el último relevo del Pozo Fondón en Sama de Langreo, que durante muchos años de la dictadura franquista albergó otro campo de concentración al servicio de la Duro-Felguera, con mano de obra esclava procedente de los batallones republicanos, y así hasta llegar al año 1998, cuando dejaba de funcionar el Pozo San Luis de La Nueva en Langreo, al que seguirían el Pozo Tres Amigos en Mieres, el 31 de diciembre de 2000; el Pozo Siero, antiguas Minas de Solvay en Lieres, y el Pozo Samuño en la localidad langreana de Ciaño, ambos el 31 de diciembre de 2001; produciéndose, un año más tarde, el cierre de los Lavaderos de Sovilla en Mieres.
Pero aquella sangría de cierres, surgida de aquel encierro “salvador” de la minería asturiana, continuaba su marcha enloquecida y, en octubre de 2003 le tocaba el turno al Pozo San Antonio, en Moreda de Aller, hasta llegar al mes de mayo de 2004 cuando se procedía al cierre del Pozo Pumarabule, en la localidad sierense de Carbayín, y así hasta llegar al 27 de junio de 2007, cuando salían los últimos mineros del Pozo Figaredo, para poner punto y final a dos siglos de minería en el Valle de Turón, que llegó a tener más de 20 explotaciones en funcionamiento. Ese mismo año, concretamente el 31 de julio, se procedía al cierre de los Lavaderos de Modesta, después de los daños sufridos en un incendio declarado, de muy dudosa autoría.
Esto es lo que queda de la venganza de la burguesía con Asturias: 5.000 muertos en accidentes mineros, de los cuales una parte de ellos, solo una pequeña parte, figuran en el memorial dedicado a las víctimas en la plaza del Pozo Sotón.
El Pozo Candín de Langreo cerraría sus instalaciones en el 2013, al que continuaron los cierres de los Pozos Sotón de Sotrondio y Montsacro de Riosa, el 31 de diciembre de 2014, y más recientemente las instalaciones del Pozo María Luisa de Langreo, en diciembre de 2016, y los Pozos Carrio de Laviana y Santiago de Aller, en diciembre de 2018.
Al final, se hacían realidad las profecías de los líderes del pandillerismo somático y cocoso cuando glayaron al unísono aquello de que “el encierro del Pozo Barredo había marcado un antes u un después”: efectivamente, antes del encierro había 20.000 mineros en Hunosa y ahora quedan 450, resultando muy extraño, casi milagroso, que Villa todavía continúe con vida al día de hoy, después de haberla puesto en juego durante el transcurso de aquel mitin electorero del PSOE, celebrado en su pueblo natal de Tuilla, el 9 de junio de 1986…