Asturias Saqueada en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
Buenas tardes y muchas gracias por vuestra asistencia. Gracias a la dirección del CLUB DE PRENSA DE LA NUEVA ESPAÑA por facilitarme esta magnífica tribuna para la presentación de mi libro, y gracias a los compañeros y compañeras de la tertulia ENCUENTROS por ofrecerme la posibilidad de publicar la obra.
“ASTURIAS SAQUEADA” es un libro del que me siento especialmente satisfecho, aunque debo de reconocer que hubiera preferido escribir sobre una Asturias plena de trabajo y prosperidad al servicio de España como lo fuera durante tantos años atrás. Es una crónica escrita en carne y hueso de lo que ha ocurrido en nuestra comunidad desde la revolución del 34 hasta nuestros días. Una crónica realizada en clave de lucha por la libertad, la igualdad y la solidaridad, donde sus hombres y mujeres son los principales protagonistas.
“ASTURIAS SAQUEADA” es un libro para la lectura y la reflexión que forman todo un cuerpo de acción, de pensamiento de ideas, de principios y de valores políticos, pero también es un libro que denuncia la CORRUPCIÓN en nuestras instituciones y, cómo no, en el sindicalismo minero al que he dedicado los mejores años de mi vida, siempre concibiendo el sindicalismo de clase fundamentado en una escala de principios y valores.
Si para unos el sindicato era considerado como una mera correa de transmisión respecto a los partidos, y para otros el sindicato sigue siendo considerado como un arma política para medrar o hacerse una carrera profesional, para mí el sindicalismo ha sido y sigue siendo la expresión de una lucha reivindicativa a la par que de transformación cualitativa de las relaciones sociales y de producción. Por eso hay que tener mucho cuidado con esa seudo-izquierda compuesta en gran parte de oportunismo y arribismo.
Aquellos que más gritan ahora que son de izquierda son los que no lo han sido nunca, los que durante muchos años atrás han navegado a favor de la corriente, sin haber conocido lo que es la penuria y las necesidades e indiferentes a los sufrimientos y preocupaciones del pueblo, de la clase trabajadora. Para esa gente, la izquierda es como un valor de bolsa; se apuntan a ella según la cotización que vaya alcanzando en el mercado.
Miguel Ángel y Antón Saavedra en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
Porque la izquierda es la virtud. Y es que, cualquier movimiento político que no sea virtuoso jamás puede ser de izquierda, por mucho que se insista en la estrategia del magnate húngaro George Soros entre “los de abajo y los de arriba”, a la vez que llamando “estafa” al juego de izquierda-derecha. Para mí, ser de izquierda no significa otra cosa que seguir aspirando a ennoblecer el mundo hasta lograr desterrar la injusticia y la ignominia del mismo.
En su libro “POLÍTICA” y en sus libros de ética, Aristóteles nos demuestra que la base de la “polis” no puede ser otra que la virtud, fuente de la amistad y la justicia, porque un Estado carente de virtud, nos dice el gran filósofo griego, degenera finalmente en tiranía, oligarquía o demagogia.
Actualmente, en la situación que nos toca vivir en este mundo globalizado, agravado por la globalización del coronavirus, la amistad ha sido cambiada por el odio, y cuando el odio rompe el marco de la subjetividad se transforma fácilmente en terrorismo, totalitarismo, dictadura fascista, delincuencia política, bombas, atentados y guerras, demasiadas guerras, aunque algunas, como la del Coltán que se sigue librando en la República del Congo, no ocupen las páginas de los periódicos a pesar de llevar más de cinco millones de muertos desde 1997 hasta nuestros días.
Desde mi punto de vista, la gran tragedia de la izquierda actual es que carece del espíritu obreroque toda izquierda verdadera debería poseer. Sus líderes y lideresas hablan en nombre del pueblo, pero no son el pueblo, con el que nunca han convivido estrechamente y al que solo conocen como masa. En sus mítines, congresos y asambleas hablan de igualdad y de socialismo, pero en su manera de vivir y actuar enseguida imitan los modales y vicios de la propia burguesía, en cuyo seno se han formado la inmensa mayoría de ellos.
Antón Saavedra en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
“ASTURIAS SAQUEADA”, tal y como ha quedado dicho, es también un libro que denuncia la CORRUPCIÓN, en este caso dando continuación en sus páginas a la corrupción en el sindicalismo minero, objeto de mi libro anterior sobre el VILLAMOCHO.
Efectivamente, nos encontramos ante la historia de una mafia, la mafia del SOMA-UGT-PSOE, donde solo se ha abandonado la bandera negra con la calavera por el estuche negro del ordenador; y la maleta con la ametralladora por el maletín del ejecutivo para diferenciarla de la mafia caponesca del Chicago de los años 20 o de las actuales mafias calabresa y siciliana.
En Asturias, la mafia del SOMA-UGT-PSOE ha pasado a conocerse por el VILLAMOCHO, cuyos principales capos, resultaron sentenciados con años de cárcel, al igual que ha ocurrido con los casos de la Marea Riopodrense o el Niemeyer, y puede volver a reproducirse nuevamente en los casos del Montepío de la Minería con el “Caso Hulla” o el los fondos de la formación de UGT, muy próximos a iniciar sus juicios orales en los Tribunales de Justicia.
Sin embargo, lo más grave en el caso que nos ocupa de la “ASTURIAS SAQUEADA”, es que la corrupción política y económica ha servido para llevar a una región próspera y rica como Asturias a la más de las paupérrimas miserias, hasta dejarla transformada en un auténtico paraje lunar, con mucho mayor deterioro de nuestras comarcas mineras, como consecuencia de haberse cargado el sector minero-energético-siderúrgico sin haber generado ningún tejido industrial alternativo.
Olloniego, como la mayoría de las comarcas mineras, es el prototipo del pueblo creado en torno al pozo minero, cuyo lugar es elegido por la naturaleza, de tal manera que, si este desaparece, como ha sido el caso, y previamente no se ha generado un nuevo tejido industrial que lo sustituya, el pueblo quedará transformado en un erial, en este caso lleno de naves y tendejones que, tratando de indicarnos la creación de algún tipo de industrias, en realidad solo eran eso: chiringuitos levantados con las subvenciones públicas, en su mayoría procedentes de los fondos mineros, en los llamados polígonos industriales de Olloniego I y II, donde los carteles más comunes que se pueden ver es el de “Se vende” o “Se alquila” nave industrial.
La triste realidad de aquel pueblo de trabajo y lucha contra el franquismo que fue Olloniego, queda perfectamente reflejado por las tres hileras de bloque de ladrillo que configuran la barriada minera de la Armatilla, conocida por el “barrio de Corea”, donde la mayoría de sus viviendas permanecen vacías. Una realidad que nos muestra la alarmante y constante pérdida de población desde la década de los 60, como consecuencia del declive sufrido por los cierres del pozo San José nº1y la no apertura del nº2 en la zona de San Frechoso en Olloniego.
Sin embargo, lo más preocupante, es que el actual alcalde de Oviedo,CANTELI, después de afirmar que no es militante del PP, aunque lo disimula bien, no sepa que Olloniego pertenezca al concejo de Oviedo, y tengo mis dudas de que lo haya visitado oficialmente en alguna ocasión para ver y tratar sus problemas, aunque solo fuera para buscar un lugar adecuado para colocar otra gran bandera para mostrar su patriotismo español.
Y ello a pesar de las cantidades multimillonarias de euros que se destinaron en concepto de Fondos Mineros para los “amiguetes de Cascos y cía”, como la clínica de “los Vega” en Oviedo, pero sobre todo en hormigón para hacer carreteras, de tal manera que ese 40 % de paro juvenil en nuestra región tenga más facilidad para largarse del pueblo que les ha visto nacer, por cierto, en muchas ocasiones con escasa formación, debido, entre otras cuestiones, a que las cantidades multimillonarias destinadas para su formación fueron destinadas, en el mejor de los casos, a la financiación de las estructuras burocráticas de los partidos, empresas y sus correspondientes “élites del pandillerismo sindical”. ¡¡¡ Por si alguien tiene dudas, que se lo pregunten a los capos de la Unión General de Timadores, actualmente en los Tribunales de Justicia camino de la cárcel!!!
Antón Saavedra en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
Pero, más allá de los terribles efectos secundarios de la corrupción, la “ASTURIAS SAQUEADA” cuenta la historia de una eterna promesa para ganar el futuro, donde nunca ha habido una estrategia definida para la reindustrialización, aunque si hubo montañas de dinero, por cierto, muy mal gastado, cuando no robado, y ante esta carencia de planes, los profesionales de la política lo han fiado casi todo a las infraestructuras, donde las inauguraciones con sus correspondientes “mordidas” del hormigón sirvieron como vara de medir a los gobiernos del bipartidismo turnista del PPSOE, de tal manera que el exministro de Fomento y todopoderoso vicepresidente del gobierno del PP, Francisco Álvarez Cascos, aprovechaba las vacaciones de Aznar para erigirse como el rey del Norte, eso sí, en una perfecta connivencia con el virrey somático del PSOE en Asturias, el recluso en libertad, Fernández Villa.
La cruda realidad queda plasmada en el último y muy reciente informe de EUROSTAT que resulta demoledor para nuestra región, con una imagen tenebrosa en la que la “ASTURIAS SAQUEADA”, con el 18 por ciento de paro, se sitúa entre las 20 regiones de Europa con mayor tasa de desempleo, con un nuevo y amargo récord de paro juvenil en torno al 40 % y unas cifras de larga duración que asustan al más optimista.
Más de 40.000 jóvenes menores de 35 años han emigrado de Asturias en la última década – según el expresidente de Asturias Vicente Álvarez Areces, era una “leyenda urbana” -, y lo hacen por obligación, porque su tierra natal no les ofrece desde hace mucho tiempo la posibilidad de un salario suficiente para vivir con un mínimo de dignidad.
Antón Saavedra firmando ejemplares de Asturias Saqueada en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
De las 260 regiones que conforman la Unión Europea de los 27, Asturias se encuentra entre las que ostentan un lugar de preferencia en la cola del paro, siendo solamente superada por ocho comunidades españolas, dos francesas y nueve griegas que ostentan el dudoso honor de superar el porcentaje del Principado. De hecho, cinco regiones españolas, con Andalucía a la cabeza, son las que encabezan el ranking europeo.
Esa es la gestión del PSOE en el gobierno de Asturias, aquel partido que protagonizó aquella brutal y salvaje RECONVERSION INDUSTRIAL que, disfrazada bajo el pomposo nombre de MODERNIZACIÓN DEL APARATO INDUSTRIAL, supuso el cierre masivo de nuestra minería, de nuestras industrias, de nuestro sector naval, de nuestra agricultura y de nuestra ganadería, sin un desarrollo paralelo de un nuevo tejido industrial, en el que sectores enteros fueron desmantelados y miles de trabajadores pasaron a engrosar las cifras del paro, una operación que continuaron ejecutando sus socios del bipartidismo turnista PPSOE.
Sí, amigas y amigos, esa es la cruda realidad de nuestra minería, de nuestra industria, y todo ello para dejarnos entrar en el gran mercadón de la Comunidad Económica Europea, donde nuestros futuros socios europeos exigían al gobierno felipista que iniciara un suicida desmantelamiento de sectores enteros de nuestra economía ya que, si no lo llevaban a cabo, jamás autorizarían el ingreso de España, entre otras cuestiones, porque los fundadores de Europa – como si nosotros viniéramos de otra galaxia – no querían ningún tipo de competencia para sus productos y no podían permitir la entrada de un país que figuraba entre las diez potencias industriales del mundo.
Es verdad que la crisis se ha llevado por delante una gran parte de nuestra riqueza material, pero no es menos verdad que esa riqueza autóctona ni estuvo ni está siendo defendida y gestionada por personas decentes, sino por auténticos “sicarios” al servicio de la burguesía española, entre otras cuestiones porque Asturias nunca tuvo su burguesía autóctona, perfectamente representada por el bipartidismo turnista del PPSOE, surgido de aquella restauración francoborbónica de 1978, de tal manera que la falsa bonanza económica que precedió a la crisis se había llevado una buena parte de nuestros valores, y sólo desde un pensamiento sincero, crítico, limpio, generoso y humilde podemos regenerar nuestra conciencia para que el futuro se asiente sobre unas bases sólidas.
Sin embargo, los indicadores del bienestar social, tales como la larga esperanza de vida, las altas pensiones, los niveles de renta y de consumo superiores a la media española con tasas de pobreza y de desigualdad sensiblemente inferiores, en absoluto reflejan la magnitud del problema que tiene Asturias.
Entre otras cuestiones, porque este bienestar tan solo esconde una relación con lo que ha sido una fortaleza del movimiento obrero, con las compensaciones recibidas a cambio del desmantelamiento de los sectores industriales en los que se asentó aquella prosperidad que no volverá, al menos sobre aquellas bases de una región de la vieja industrialización del carbón y del acero como la nuestra. Más bien todo lo contrario, cuando el porvenir sigue amenazando un empeoramiento en la medida que vayan desapareciendo las transferencias de las rentas que, por ahora, siguen manteniendo algo más que una economía de ficción, sin olvidarnos de que la ratio de 1,2 entre trabajadores ocupados y pensionistas hace de la Seguridad Social el más importante sostén de la región asturiana.
Dicho “en román paladino”: la llamada reforma de las pensiones que acaban de firmar los pandilleros sindicales en clara connivencia con el gobierno y la patronal tiene una repercusión mucho mayor en Asturias si la comparamos con cualquier otra comunidad del Estado español porque, entre otras cuestiones, ninguna otra depende como nuestra región de los ingresos procedentes del sistema público de previsión, de tal manera que las prestaciones de la Seguridad Social equivalen al 22 por ciento del Producto Interior Bruto asturiano y al 11,5 por ciento del español.
Es decir, aquella Asturias obrera, dinamitera, revolucionaria, antifranquista e industrial. Aquella Asturias de migrantes y acogida, de asturianos y asturianas que aún conservan su acento extremeño, andaluz, gallego o portugués. Aquella Asturias que fuera hogar de mujeres que hicieron posible la resistencia clandestina contra la dictadura, pagando con torturas su papel imprescindible en las huelgonas de los años 60. Aquella Asturias es la que permanece hoy en la UVI, agonizando a la vez que olvidándose de que la lucha fue y sigue siendo el único camino para encarar el futuro como un colectivo que confíe en sus posibilidades de progreso.
Sigue habiendo clase obrera, pero ya no las catedrales industriales que la forjaron, aquellas grandes factorías con miles de trabajadores de mono y a turnos marcados por el sonido de las sirenas de la fábrica y los “turullos” de los pozos mineros. Pero ya no existe el movimiento obrero, la unidad de acción de los trabajadores guiados por partidos y sindicatos, con su disciplina, sus valores y su orgullo. Eso no solo pasó a la historia, sino que lo hizo por la puerta trasera que da al patio oscuro del clientelismo y la corrupción.
Puede que ahora estemos en una encrucijada, pero estar en la encrucijada es justamente lo contrario de encontrarse en un callejón sin salida. Todo es dar con el camino, y “se hace camino al andar”. Y para andar ese camino tenemos que unir todas nuestras fuerzas antes de seguir disgregándolas, porque esa es una tarea de nadie en particular y de todos en general que requiere sumar y no dividir voluntades y esfuerzos, estimulando iniciativas, sembrando solidaridades, y remontando adversidades como siempre supo hacer el pueblo asturiano, que tiene en su tradición, en su gerencia, en su atractivo y en sus gentes, sobre todo en sus gentes, los mejores instrumentos para superarse.
Lo que sí conviene saber es que para salir de esta dramática situación tenemos más recursos que nunca: más ciencia, más tecnología, más infraestructuras, mucho carbón, mucha agua, mucha masa forestal, y sobre todo mucha tradición industrial… Solo necesitamos recuperar la educación y los valores. Y, por supuesto, la voluntad de asentar sobre ellos una justicia insobornable, sólida y humana. Y no demos vueltas a la pirindola para llegar al mismo sitio de partida, porque mientras la justicia no sea justicia, nunca habrá justicia.
Asturias Saqueada en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
Creíamos que el bienestar era poco menos que eterno. Pero el virus de la codicia se ha llevado por delante las certezas y ha teñido de oscuridad los horizontes. Allí donde había luz hay sombra, allí donde había calma hay desasosiego, allí donde había seguridad hay incertidumbre y angustia. Y lo que es peor aún: allí donde había despilfarro comienza a aparecer el drama del hambre.
Pero, el PARO es algo más que un número, y mucho más que una simple estadística partidista. Es un drama, es un cáncer que desgarra la persona que eres, el hombre o mujer que algún día fuiste, ese o esa que se creía libre por poder pagar sus cosas, por no depender, por no vivir bajo la manutención de otro, aunque sea su propio padre o abuelo prejubilado o jubilado de la mina o de la fábrica.
La situación de un parado temporal puede ser más o menos incómoda. La situación de un parado a la espera del tan cacareado Ingreso Mínimo Vital es angustiosa y deprimente, pero la situación de un parado sin esperanza es sencillamente destructiva, y solo una sociedad enferma puede permanecer impasible ante la aniquilación humillante de algunos de sus miembros. Es algo radicalmente inhumano.
Pero, ¿qué está pasando en esta sociedad? Pues, lisa y llanamente, que alrededor de la crisis económica se está instaurando un mensaje muy peligroso. Una política, al margen de la economía, que está cuestionando la estructura de un estado social y democrático. Es la política la que está socavando sus cimientos. Y ya sabemos lo que hay detrás de la democracia. Se está poniendo cerco a la sanidad y a la educación pública. Se limitan las prestaciones por desempleo. Se está acabando con la Ley de la Dependencia, de tal manera que los pobres son cada día más pobres.
¿Qué futuro nos espera en consecuencia? Más pobreza, menos igualdad, y menos derechos. Decía un economista importante, que no se puede construir el futuro sin presente. Y es que el presente se está destruyendo, para construir a su alrededor un estado del “sálvese quien pueda” en un ambiente cada vez más deshumanizado, sin que ni siquiera nos impacten las cifras de paro, ni de las personas que ocupan plazas de pobreza, ni las imágenes terribles de los miles y miles de desahucios por haber perdido el puesto de trabajo, ni las más de 7.000 personas que se mueren todos los años por no poder pagar la factura energética.
Antón Saavedra y Miguel Ángel en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
Resulta harto difícil, por no decir imposible, que la nueva política pueda brotar de las madrigueras en las que siguen atrincheradas las comadrejas de la vieja política. El milagro del arrepentimiento y la redención por las buenas obras siempre es posible. Pero será eso: un milagro. Y los milagros solo existen en aquella historia sagrada que nos contaban en la escuela del nacionalcatolicismo franquista. La cruda realidad es que, seguir viviendo, respirando, amando, riendo, y siendo capaces de salir adelante a pesar de todo, son los grandes y únicos milagros que todos deberíamos celebrar cada día.
En todo caso éste es el rasero por el que debiéramos de apostar en cada momento a la hora de elegir a los hombres y mujeres que tienen que regir los destinos de nuestro pueblo: el que esté dispuesto a cambiar la ley electoral, a imponer la democracia interna en los partidos, a devolver la independencia al poder judicial, a renunciar a aforamientos y demás privilegios, a predicar con el ejemplo dando un paso atrás ante la menor sospecha de connivencia con la corrupción, a incluir mecanismos de participación ciudadana en el proceso legislativo, a poner fin a los desahucios de la vivienda, promulgando una Renta Básica Universal, nacionalizando el sector energético en su conjunto, poniendo fin al “austericidio” y blindando el sistema público de las pensiones como uno de los derechos fundamentales de la Constitución, entre otras cuestiones vitales.
Ése representará a la nueva política. Lo demás será seguir construyendo chimeneas, cada vez más altas, para seguir vendiendo fumo y más fumo que solo sirve para seguir engañando a la gente.
Parafraseando a Aristóteles, se puede afirmar que sólo existen dos tipos de gobernantes: los que defienden al pueblo del DINERO y los que defienden el DINERO del pueblo. Lo demás será, lisa y llanamente, más de lo mismo: Paro y Corrupción y más Corrupción y Paro, y lo más grave para una sociedad, que los votantes que sigan votando a los corruptos, sabiéndolo como lo saben, serán, por lo menos, sus cómplices.
No nos engañemos, ni nadie trate de engañarnos. La ciudadanía acude gozosa a las urnas, acudimos, una vez cada cuatro años – a veces hasta cuatro veces en menos de cuatro años -, integrándose en la máquina administrativa del Estado, olvidándose de sí misma y de la sociedad, para elegir las pirámides de burócratas de partido, con un jefe absoluto en la cúspide, que aspiran a estar detrás de la ventanilla en todas las manifestaciones externas del Estado.
Mientras que los resortes del poder interno del Estado, los que otorgan privilegios y concesiones al gran capital, ni se rozan en las elecciones ni en los programas de los partidos gobernantes, convirtiendo el voto en una baratísima y obnubilante gallofa que los amos del dinero tienden a las masas para hacerles creer que rigen sus destinos, mientras ellos se dedican a despojar la riqueza de las naciones y concentrarlas en unas pocas manos.
No hubo ni izquierda ni derecha que haya osado oponerse, desde el Gobierno y en defensa de la libertad, a las grandes concentraciones de poder financiero y mediático, suficiente para deducir que la corrupción es inseparable del estado de partidos y que la naturaleza del régimen que vivimos es la propia de una oligarquía, donde el 1% de la población más rica en España concentra una cuarta parte de la riqueza, casi lo mismo que el 70% de la población.
Sin embargo, amigas y amigos, la democracia institucional es posible. Basta con cambiar el sistema electoral y separar los poderes del Estado. Basta con dar a la ciudadanía el derecho de elegir a sus representantes. Basta con prohibir el escandaloso cinismo de que hombres y mujeres de un mismo partido, y de una misma elección, sean a la vez legisladores, gobernantes, jueces, administradores, consejeros jurídicos y auditores del Estado. ¡¡¡ Son la misma cosa, y a esto yo lo llamo dictadura plural!!!
Miguel Ángel, Sole Galeano, María Jesús y Antón Saavedra de la Tertulia ENCUENTROS en el Club de Prensa de La Nueva España de Oviedo, el 7 de julio de 2021.
Efectivamente, los electores votan, pero no eligen, porque refrendar una de las listas de partido no es elegir. Los integrantes de las listas no son elegidos por los votantes, sino por los jefes de partido y, por lo tanto, no representan a los electores ni a la sociedad civil.
¡No! No se vota a diputados de los electores, del pueblo o de la sociedad, sino a puros delegados de los partidos estatales. Todos los gobernantes y gobernados, apuntalan la colosal mentira de llamar legislativas a lo que realmente son unas burocráticas elecciones administrativas para cubrir puestos de relieve en el Estado; de llamar representantes del pueblo a simples delegadosde partidos; de llamar separación de poderes a la simple separación de funciones públicas entre personas de una misma obediencia de partido; de llamar democracia representativa a esta más que degenerada y corrompida oligarquía estatal.
En fin, amigas y amigos, no es mi intención contaros todo el contenido de mi libro, porque pretendo que lo leáis. Ha sido un placer compartir con vosotros y vosotras estos minutos, y solo me queda agradeceros vuestra paciencia y vuestra amabilidad.