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JOHAN CRUYFF, EL HOMBRE QUE CAMBIÓ AL BARSA.- CAPITULO X

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Después de todo un verano de negociaciones que tan pronto parecían rotas como se reabrían gracias a la complicidad del futbolista y la tenacidad de los directivos del Barsa, Johan Cruyff aterrizaba, por fin, en el aeropuerto de El Prat el jueves 23 de agosto de 1973, de tal manera que para poder hacer efectivo el fichaje de Johan Cruyff, el FC Barcelona tuvo que hacer frente a una multitud de impedimentos legales, teniendo que ser registrado como ganado para poder cerrar el traspaso.

Johan Cruyff firmó por el Barça bajo un busto de Franco. Agustí Montal Costa contrató al holandés Johan Cruyff en 1973, a cambio de 120 millones de pesetas (60 para el Ajax y 60 para el jugador en un contrato de 3 años). Recordemos que, al padre de Montal, franquista sin fisura, lo puso Franco a dedo como presidente del Barça a fines de los años 40.

Es decir, más que una operación oscura se trataba simplemente de una operación que despedía cierto olor a estiércol, porque para poder fichar a Johan Cruyff tuvo que hacerse haciéndose pasar el futbolista por un semental vacuno.

En aquellos tiempos, las arcas del club no estaban para ninguna alegría dineraria, y el jugador holandés era muy caro, pero, además, para poder importar cualquier producto del extranjero era necesario tener el permiso del Instituto de la Moneda Extranjero (IEME), dependiente del Ministerio de Comercio. Sin embargo, la legislación no contemplaba a los futbolistas, dado que la Liga permanecía cerrada a los extranjeros, de tal manera que para que el AJAX pudiera percibir el importe del traspaso de Cruyff era obligatorio la autorización del IEME, encontrándose, al final, la solución declarando el traspaso del futbolista como si se tratase de una transacción registrada como una “adquisición de semoviente”, en nuestro caso un semental de toro para una granja ganadera de Barcelona que sería financiada por la Banca Catalana presidida por Jorge PUJOL.

Podría parecer que me estuviera refiriendo a cualquier teoría conspiratoria, pero Johan Cruyff llegó al fútbol español de la mano del ex – presidente de la Generalitat de Cataluña, tal y como lo cuenta el propio Pujol en el primer tomo de sus Memòries (1930-1980): “Recuerdo haber oído hablar por primera vez de Cruyff un día que iba a Lleida en coche en compañía de Raimon Carrasco y de Antoni Forrellad, empresario de Sabadell que era consejero del Banco Industrial de Cataluña. Carrasco nos decía que el Barça quería fichar a un jugador holandés del que se explicaban maravillas, pero él y la junta del FC Barcelona tenían dudas porque era muy caro. Forrellad y yo lo animamos a no dejar pasar la ocasión. Banca Catalana participó en el fichaje dejando dinero al club. Manuel Ortínez, del Banco Industrial de Cataluña al cual Banca Catalana estaba vinculada, movilizó todas sus influencias para que las instancias políticas y económicas de Madrid, que ponían todos los palos habidos y por haber en las ruedas del fichaje, permitiesen pagar con divisas la compra del jugador”.

El Capo di tutti capi Jordi Pujol, es recibido con todos los honores por el FC Barcelona en el palco del Camp Nou para ver el clásico Barsa – Real Madrid. Este sujeto está imputado por delitos de organización criminal, blanqueo de capitales y falsedad en documento mercantil, entre otros muchos cargos.

Pujol, además de su activismo político, desplegaba entonces una gran actividad con su cargo de máximo ejecutivo de Banca Catalana y se había interesado por el fútbol como parte de la estrategia para reivindicar el catalanismo a través del “Més que un club”, no en vano en las elecciones de 1968, había participado muy activamente  en la candidatura que hizo presidente del Barça a un franquista redomado y miembro del Consejo Nacional del Movimiento Nacional, Narciso Carreras, en cuya junta estaba el empresario textilero y falangista Agustín Montal Costa, más tarde candidato a senador por las listas de Convergencia y Unió.

Es de sobra conocido el debut de Johan Cruyff con el FC Barcelona el 20 de octubre de 1973 en un célebre partido de Liga contra el Granada, después de que hubiera habido un acuerdo del club  holandés con el Real Madrid para el traspaso del crack, aunque el club blanco se retiró de la puja, entre otras cuestiones porque ni el Real Madrid estaba dispuesto a pagar aquella desorbitada cantidad de dinero ni el propio futbolista estaba por jugar en el Real Madrid, después de dar su palabra de fichar por el Barsa, amenazando incluso con no jugar los mundiales del futbol de Alemania con la selección holandesa.

Johan Cruyff luciendo el 14 en su camiseta de la Selección Holandesa.

Aquel verano de 1973, Real Madrid y Barcelona se disputaron el fichaje de Cruyff cuando la multinacional Phillips contaba con un enorme peso en el equipo del Ajax de Ámsterdam, empresa que invertía un montón de dinero en publicidad en el estadio madridista, y sus dirigentes consideraban que estratégicamente sería muy importante para su imagen que Cruyff recalara en el conjunto blanco, impulsando su fichaje, aunque después de varias negociaciones para que Cruyff jugara en el Real Madrid, estas acabaran frustrándose debido a que Bernabéu, una vez conocidas las enormes pretensiones económicas que exigía el futbolista del Ajax, las tacho de inadmisibles: “Aquí ningún recién llegado va a cobrar más de los que están. Si quiere tener el mayor salario se lo tendrá que ganar en el campo, además ningún futbolista está por encima del escudo y de la institución”.

Por cierto, una filosofía que siguen actualmente sus máximos mandatarios, donde ni siquiera a dos leyendas recientes, como Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos, les fue renovado el contrato debido a las condiciones económicas y años de duración del contrato que pretendían imponer al club, algo impensable en el Barsa, donde solo hay que ver el ejemplo de Messi, que llegando a cobrar 56 millones de euros netos por temporada, contribuyó decisivamente a la ruina económica que actualmente atraviesa el conjunto barcelonista, teniendo que vender parte de su patrimonio, rebajar las fichas de todos sus jugadores e incluso tener que cerrar su canal de televisión.

El 28 de octubre de 1973, marca una fecha para la historia del Barça y para la historia del fútbol. Una fecha inolvidable para todos los aficionados al FC Barcelona. Ese 28 de octubre de 1973 Johan Cruyff disputaba su primer partido de Liga con la camiseta azulgrana.

En efecto, aquella década de los 60 del siglo XX siempre será recordada como la década donde el mundo comenzó a cambiar, donde la música vio como cuatro chicos de Liverpool se convertían en leyenda al inventar la música Pop, cuando políticamente se vivían tiempos muy convulsos, con la guerra del Vietnam en pleno apogeo, y el mayo francés del 68, donde el fútbol, como no podía ser de otra manera, también se convulsionó con la llegada de un grupo de tipos melenudos dispuestos a inventar el fútbol total.

El reinado de equipos como el Real Madrid, el Inter de Milán o el Benfica, comenzaba a resquebrajarse en la temporada 1968/69, cuando aquellos jugadores del Ajax, aunque no ganaban todo, si dejaban muy claro que habían llegado para quedarse, dispuestos a derribar las convenciones futbolísticas que llevaban años asentadas en el fútbol del viejo continente.

 Dirigido por un joven de 22 años llamado Johan Cruyff, aquel pelotón de futbolistas sólo pudo ser parado por el A. C. Milán del mítico entrenador Nereo Rocco, considerado como uno de los inventores del Catenaccio italiano, siendo la propuesta del equipo holandés contraria radicalmente al discurso futbolístico de los italianos, donde los delanteros ya no solo marcaban goles, sino que los creaban. Los centrocampistas tenían la suficiente polivalencia como para defender, pero también para acercarse al área, y los defensas campaban a sus anchas por el campo mientras un compañero les cubría las espaldas. Casi sin querer, había aparecido el fútbol total, aunque, a decir verdad, Alfredo Di stefano ya lo había practicado con mucha anterioridad.

La plantilla del Ajax de Ámsterdam que conquistó su tercera Copa de Europa, en 1973. Cruyff está de pie, el cuarto por la izquierda.

Si el holandés Johan Cruyff se elevó a la cumbre en la década del 70 como una expresión extraordinaria del jugador total, Di Stéfano fue, precisamente, el creador más brillante y más abarcador del jugador total. El descubrió ese paisaje, y ese horizonte inexplorado. Si Cruyff se inspiró o no en Di Stéfano para interpretar los grandes misterios ocultos o revelados del fútbol, solo él lo sabría, aunque en alguna oportunidad lo dejó entrever. Pero de lo que no queda ninguna duda es que Di Stéfano fue el primero que advirtió que un campo de juego de 105 metros de largo por 70 de ancho le permitía jugar en toda la geografía del campo. Y romperla en toda la cancha con una entrega y eficacia que hasta hoy no registra precedentes. En efecto, Johan Cruyff fue un monstruo, pero Alfredo Di Stéfano fue un monstruo a tiempo completo, extendiendo su vigencia durante una década y media, marcándole al fútbol un ritmo y una dinámica sin equivalencias.

Cruyff era un verdadero mariscal de campo. Algo desgarbado, de paso largo, pierna seca y mirada siempre alta, Johann Cruyff fue uno de esos jugadores que sabía de antemano lo que intentaría su rival. Un genio capaz de organizar a sus compañeros mientras él ya tenía el balón en los pies. Un hombre que veía y leía el fútbol de una manera tan natural como el respirar.

De esa manera ganaron las tres Copas de Europa consecutivas que ganó el AJAX, desde 1971 a 1973, exactamente la misma Copa de Europa que ganaría el  Real Madrid en CATORCE ocasiones, además de gestar posiblemente la mejor selección holandesa de la historia, dispuesta a tomar al asalto el trono del fútbol mundial a nivel de selecciones en 1974, pero, claro, tal y como llegaría a afirmar Lineker, “el fútbol es un deporte de once contra once, donde al final le ganó Alemania” con aquella conjunción titánica que encabezaba el gran Beckenbauer, secundado por los legendarios “Torpedo” Muller, Paul Breitner o Sepp Maier.

La verdad, como jugador del F.C. Barcelona solo estaría durante cinco temporadas, no especialmente productivas en títulos, pero que sirvieron para marcar a fuego ambas pasiones en una sola, pasando a la historia como el heredero de Kubala, abriendo el camino para la llegada de otros fenómenos futbolísticos como Maradona, Schuster, Ronaldo Nazario, Laudrup, Stoichkov o Romario.

Históricamente, el Barcelona siempre había vivido y sigue viviendo a la sombra del Real Madrid como eterno segundón. Es decir, poco importaba que las grandes figuras citadas y otras hubieran pasado por el Nou Camp, porque la escasez de títulos, sobre todo el escaso reconocimiento en Europa, donde año tras años seguían y siguen haciendo el ridículo, azotaban la conciencia de los culers, hasta que el corrupto ex – presidente y presidiario azulgrana, José Núñez, decidió recuperar la figura de Johan Cruyff como entrenador del club.

Johan Cruyff con el AJAX de Holanda.

A pesar de no haber realizado el curso de entrenador, pero con el beneplácito del presidente de la Federación Española de Fútbol Ángel Villar, sería contratado por el F. C. Barcelona el 4 de mayo de 1988,​ con el club sumido en una crisis deportiva similar a la de cuando llegó como jugador, incluso con los jugadores pidiendo el cese del presidente José Luis Núñez, en lo que se denominó «el motín del Hesperia», por ser en dicho hotel donde tuvo lugar el comunicado por parte de la plantilla. Cruyff empezaría a trabajar en un nuevo proyecto a largo plazo, prescindiendo de gran parte de la plantilla, gastándose el club una importante cantidad de dinero en la adquisición de nuevos fichajes, siendo el equipo de Europa que más gastó en ese capítulo.

Pero sus dos primeras temporadas en Barcelona no fueron fáciles. A pesar de haber obtenido la Recopa de Europa en su primera temporada, Cruyff intentaba hacer comprender que lo importante era que el equipo asumiese su filosofía de juego.

Johan Cruyff firmó con el Barcelona ese recordado gol al Atlético de Madrid el 22 de diciembre de 1973 en el Camp Nou aprovechando un centro de Carles Rexach que el neerlandés cazó en el interior del área con un remate acrobático, alargando la pierna derecha en el aire y sin casi ángulo para batir al guardameta “colchonero” Miguel Reina.

Sí es innegable que el Barça jugaba excelentemente bien al fútbol, sus individualidades resolvían también los partidos en numerosas ocasiones. Una falta de Koeman, un pase magistral de Laudrup, la polivalencia de Bakero, un gol y gesto técnico de Romario o la calidad de Stoichkov marcaban la diferencia. Al igual que con los millones gastados, en aquella época parece que tampoco era criticable que las individualidades ganaran partidos. Lo único que contaba era lo bien que movía el balón el equipo, su juego de posesión, el espíritu ofensivo, el falso nueve y las tácticas empleadas.

Aquel hombre que vivía con la misma pasión el fútbol, ya fuera desde el banquillo o desde el verde del césped, y que llevó a su “Dream Team” en 1992 a la primera Copa de Europa del equipo, si bien había logrado implantar en la genética barcelonista el amor por el balón, el toque y una premisa de jugar siempre bien, sin embargo, durante ese periodo del “Dream Team” de Cruyff, entre 1988 y 1996, ni mucho menos arrasaba en los campos de fútbol.

Johan Cruyff entrenador del FC Barcelona

En efecto, refiriéndonos a la Copa de Europa ganada, la correspondiente a la temporada 1991-92, hay que decir que aquella fue una edición, probablemente la menos competitiva, con el formato más extraño de la máxima competición continental en su historia, en la que por no haber no hubo ni cuartos ni semifinales, pero sí dos fases de grupos antes de disputar la final, donde equipos históricos y campeones de Europa como el Milán, el Inter, la Juve, el Bayern, Liverpool, Manchester United o el Ajax de Ámsterdam no se clasificaron.

Este es el equipo que formó la final de la Copa de Europa del 92 contra la Sampdoria italiana. Los jugadores son: arriba, de izquierda a derecha, Zubizarreta, Nando, Salinas, Koeman, Laudrup, Stoichkov y Eusebio: Debajo, Bakero, Ferrer, Guardiola y Juan Carlos.

De los 32 equipos que participaron, solo el Benfica, PSV Eindhoven y Estrella Roja de Belgrado habían logrado ganar la Copa de Europa en el pasado, tocándole enfrentarse al Barça solo a uno de ellos, el Benfica y en fase de grupos, siendo el resto de los rivales del “Dream Team” el Rockstock, Kaiserslautern, Sparta Praga, Dinamo Kiev, Benfica y la Sampdoria en la final, que sería ganada por el Barsa en el estadio de Wembley  con un gol marcado durante la prolongación  por Ronald Koeman de una falta que solo había visto el árbitro.

Sin embargo, pocas fechas más tarde, el mismo Barsa del autodenominado “Dream Team” perdía la Copa Intercontinental en Tokio frente al Sao Paulo, proclamándose los brasileños como el mejor club del mundo. Llama poderosamente la atención que, cuando esta Copa del Mundo es ganada por el Real Madrid, club que más veces resultó ganador, no tiene ninguna importancia, según los culers, salvo cuando ellos logran ganarla, como ocurrió en dos ocasiones.

Pero aquella derrota en absoluto bajó los humos de los culers, sino que intensificaron aquella autodenominación de “equipo de ensueño” plagiada del equipo estadounidense de baloncesto de los Magic Johnson y compañía que había maravillado al mundo entero en los juegos olímpicos de Barcelona’ 92, repitiendo una y otra vez durante la campaña europea 1993/94, donde se popularizó el nombre. Temporada en la que él Barça llegó a la final de Atenas frente al Milán, perdiendo estrepitosamente por un rotundo cuatro a cero, resultando un golpe muy duro, cuando en can Barsa daban la victoria del club por segura.

La prepotencia y arrogancia que siempre acompañaron al holandés Joan Cruyff le habían hecho afirmar en las vísperas de aquella final de Atenas que el equipo italiano “no tenía nada especial”, pero una semana después del batacazo deportivo tuvo la desfachatez de afirmar en una entrevista a France Football que «Yo no he perdido la final, yo no estaba en el campo», poniendo, de esa manera tan triste, punto y final al “Dream Team”.

El periódico deportivo americano, Sport Illustrated, fue el primero en apodar, al mejor equipo de baloncesto de todos los tiempos, con el nombre de “Dream Team”. Fue en su portada, edición del 18 de febrero de 1991. 

Volviendo a la Liga de España, el Barsa ganaría cuatro ligas con 10, 1, 1 y 0 puntos de avance sobre el segundo clasificado, respectivamente, el Atlético, Real Madrid, Real Madrid y Deportivo, dándose la circunstancia de que en tres de las cuatro Ligas ganadas, el Barça de Cruyff se encontraba situado segundo en la clasificación a falta de una jornada, ganada en dos ocasiones tras los escándalos de Tenerife, donde los maletines, los intentos de soborno, las designaciones sospechosas de árbitros, y los monumentales errores arbitrales en contra del Real Madrid fueron la tónica general. Mal que duela a quien duela, esa es la realidad contrastada.

Johan Cruyff sería despedido del Barça en mayo de 1996, marchándose con “portazo” incluido, no volviendo a entrenar a ningún otro club, eso sí, marcando una época en el F.C. Barcelona, como un quipo brillante, de los mejores en los primeros años de la década de los noventa, practicando un estilo de juego bien definido, aunque bastante lejos de un “Dream Team” o de un equipo que haya dominado España por su fútbol ni que haya marcado la historia en Europa. Otra cuestión muy distinta es el impacto de la propaganda desde la prensa de Barcelona, y que muchos repiten, donde los maletines, el “Villarato” con los “errores” arbitrales en Tenerife no consiguen maquillar el palmarés del equipo de Cruyff, pudiendo afirmar que, si el relato es parecido al mito, la realidad es muy distinta.

De hecho, la última Liga del “Dream Team”, que también se la llevaría en la última jornada, gracias a un penalti fallado por Djukic frente a un Valencia que nada se jugaba en la Liga, el cual hubiera dado el título al Deportivo de la Coruña, el equipo che aceptaría la prima millonaria del Barcelona, tal y como llegaron a relatar los propios jugadores del Valencia, erigiéndose en el gran protagonista de aquel fatídico día para el Deportivo de la Coruña, Roberto Fernández — antes nadie le llamaba Robert–, el futbolista encargado de negociar con el Barça la cantidad por no perder en Riazor, que posteriormente sería el máximo responsable deportivo del FC Barcelona.

En febrero de 1981, Johan Cruyff fichó por el Levante en Segunda División por un montante aproximado de diez millones de pesetas. Tras varios partidos creando mucha expectación en la grada, el holandés se negó a jugar en Mendizorroza por un conflicto de índole económica: Cruyff, ni corto ni perezoso, había exigido al gerente del Alavés, Zárraga, la mitad de los ingresos en taquilla al considerar el auge de ingresos un mérito propio. Al negarse, el flamante fichaje del Levante decidió no jugar y coger el camino de vuelta a Valencia.

Sonado en la vida de Johan Cruyff, fue cuando éste, después de su periplo por el fútbol de la Liga Americana, jugando en Los Ángeles Aztecs (1979) y Washington Diplomats (1980), firmaba por el LEVANTE de la segunda división en los inicios de 1981 por una cantidad de diez millones de pesetas más un porcentaje de las taquillas, tanto los partidos jugados en casa como en los jugados fuera, de tal manera que en aquellos campos donde no aceptaban sus condiciones pues se negaba a jugar, tal como ocurrió contra el Alavés donde, después de estar vestido para saltar al campo se negó a jugar, cogiendo el avión que había exigido en su contrato para sus desplazamientos, mientras que sus compañeros lo hacían en autocar.

Aquello fue más una operación de marketing que, lógicamente acabó como tenía que acabar, tanto en lo económico como en lo deportivo: un rotundo fracaso que llevaría al LEVANTE a su agonía financiera, de tal manera que, estando el club en posiciones de ascenso, este no se produjo, entrando al año siguiente en debacle, a punto de desaparecer, perdiendo dos categorías por impagos a sus futbolistas.

Así llegamos a la fecha del 24 de marzo de 2016 cuando fallecía el mítico futbolista y entrenador Hendrik Johannes CRUYFF, a los 68 años de edad, después de cinco meses de lucha contra el cáncer de pulmón que le había sido diagnosticado tras una visita al Hospital Clínic de Barcelona. El holandés, el primer técnico que llevó al Barcelona a la consecución de la Copa de Europa en 1992, había sido intervenido en 1991 a corazón abierto por una insuficiencia coronaria aguda, que le hizo cambiar su pitillo de fumador empedernido por el “chupa chups” que tantas veces le vimos en su banquillo de entrenador.

La estatua, hecha de bronce y de 3’5 metros de altura, pesa unos 1.500 kilos y su proceso de creación, de cuatro meses, ha sido realizado por la escultora neerlandesa Corry Ammerlaan van Niekerk. Se puede encontrar delante del acceso a la Tribuna, muy cerca de la de Ladislao Kubala.

Hoy, una estatua ubicada frente al acceso a la tribuna del Camp Nou, muy cerca de la escultura de Ladislao Kubala, reconoce la figura de una imagen muy icónica y reconocedora de Cruyff, en un gesto muy fotografiado durante su etapa como capitán del Barça en los años 70.

ANTON SAAVEDRA 


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