Con el fin de que puedan servir de algo mis palabras, de acuerdo con la petición de muchos compañeros que me lo han pedido públicamente, a continuación paso a reproducir en su literalidad la conferencia pronunciada por Antón Saavedra, el pasado día 19 de julio de 2012, en la CASA DE LA CULTURA DE MIERES, sobre: “DEFENSA DEL SECTOR MINERO DEL CARBON Y REPRESION POLICIAL AL SERVICIO DE LA OLIGARQUIA FINANCIERA”, la cual fue precedida de un prolongado debate, recogido en casi toda su totalidad por Adolfo Mayo, muchas de cuyas secuencias se pueden ver en sus “youtubes” a través de las redes sociales, como facebook.
Compañeras y compañeros, amigas y amigos:
Antes de comenzar mi intervención quiero que mis primeras palabras sirvan para mostrar mi gratitud a los miembros del “COMITE DE DEFENSA DE LA MINERIA DE ASTURIAS”, organizador de esta charla-debate, por la amable invitación con que me han distinguido para participar en la misma, así como a todos vosotros por la paciencia que presumo tendréis conmigo durante esta exposición.
A lo largo de ella voy a intentar exponer un punto de vista sobre la realidad de la minería del carbón español en su momento actual, así como sus perspectivas de futuro, y el papel que deben, debieran de estar jugando, los trabajadores mineros organizados en auténticos sindicatos de clase.
Fue aquí, en “L’Abeguyu” de Mieres, cuando, allá por el año 1.990, aceptando una invitación del colectivo “TERTULIA 17″, anuncié la tragedia que amenazaba a nuestra minería del carbón, en base a los documentos comunitarios elaborados por la Comisión Europea en connivencia con el gobierno felipista del PSOE, los cuales habían llegado a mis manos de una manera “clandestina”, siendo yo miembro de la Mesa del Comité de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. ¿ Sabéis cual fue la respuesta de los gobiernos del PSOE en sus distintos niveles central y autonómico, del SOMAUGT, del propio PSOE central y regional, así como de sus respectivos grupos parlamentarios ? Sencillamente, que aquello no era más que otra de las locuras de SAAVEDRONA. Pues bien, de aquella locura de SAAVEDRONA, hemos llegado a este manicomio de orates, paranóicos, amnésicos y cleptómanos, donde nos encontramos en la actualidad para tratar de salvar los últimos restos del sector que el gobierno del Partido Popular se ha empeñado de una manera tan estúpida como insensata en “QUERER ACABAR CON TODO“ de una manera definitiva.
Por eso, los mineros y la ciudadanía de las comarcas mineras permanecemos movilizados ante la brutal reducción de las subvenciones al carbón, que traerá como consecuencia inmediata una no menos brutal reducción del empleo y la muerte súbita de nuestras comarcas minera. No nos engañemos, ni nadie trate de engañarnos: el cierre definitivo de nuestras explotaciones mineras no sólo significa la muerte de nuestras comarcas mineras, sino de un parte muy importante de Asturias. Estamos en lo que yo llamo “un viaje de ida y vuelta”. Y me explico: el yacimiento minero aparece allí, donde lo pone la naturaleza, y a su alrededor se van formando los poblados mineros – aquí un chigre, allí un comercio, más allá un taller auxiliar de la industria hullera -, hasta que se van formando las poblaciones de MIERES, LANGREO, ALLER, LAVIANA, CANGAS DEL NARCEA o SAN MARTIN DEL REY AURELIO, en las cuales, si previamente no se ha creado ningún tipo de industria alternativa como sustitución de las instalaciones mineras cerradas y abandonadas, las comarcas mineras quedarán transformadas en “auténticos parajes lunares”.
De una manera permanente y machaconamente se nos viene echando en cara – ahora más que nunca – de que somos un sector subvencionado, y es verdad, pero se silencia que por cada empleo minero se generan hasta tres puestos de trabajo entre indirectos e inducidos. Es decir, por cada euro de ayuda que recibe el carbón, el estado español recibe 3,3 euros en la imposición directa. ¿ Ha calculado el “ministro bananero” cuántos euros se ahorraría el estado español de la costosísima factura energética que tenemos que pagar por nuestra brutal y peligrosa dependencia del exterior en casi un ochenta por ciento, si apostase claramente por nuestros, “sus” carbones autóctonos ? ¿ Por qué ese afán, me pregunto yo, a la hora de señalar a nuestros carbones como receptores de ayudas estatales a su explotación ? ¿ Por qué no los gastos del ejército y la policia, o las carreteras, o las subvenciones millonarias a fondo perdido para la banca y las empresas privadas, o la reducción del impuesto de patrimonio a las grandes fortunas ? Por cierto, ¿ dónde se equilibran los presupuestos del ministerio del interior o los de defensa, la educación o la justicia, subvencionados al cien por cien por las arcas del estado ? ¿ Cerramos la Universidad ? ¿ Y las cárceles ? ¿ Desaparecemos la colmena de zánganos y zánganas que componen la casa real de los borbones franquistas, lo que en absooluto me parecería nada mal ?
¡ No, aparentes señores del gobierno ! En absoluto se trata de una carencia de medios, sino de un problema de opciones: de a quien se da y se quita, de qué gastos son prioritarios y, sobre todo, cuánto se recauda y de donde. No es un problema de fondos, sino principalmente de cómo se distribuye lo que la sociedad genera; y el carbón, pese a quien pese, genera riqueza, empleo y bienestar para el conjunto de la sociedad española.
Tal parece, compañeras y compañeros, que la reducción anunciada por el gobierno, con el apoyo y las iniciativas de las extrema derecha que representa la UPyD de la vascuence Rosa Diez, se justifica bajo la palabra de la competitividad; la reducción del empleo bajo el de la rentabilidad y, como les resulta muy difícil encontrar un nombre adecuado para justificar la reducción absoluta de carbón, se recurre a la estúpida sustitución de lo que es un plan de reducción absoluta por un plan de incremento de la producción relativa, es decir, por un plan de incremento de la productividad. Y a estas tres justificaciones se les engloba en el concepto de racionalización.
Pero todos estos nombre – competitividad, rentabilidad, productividad - que nos son ofrecidos como expresión de los resultados de una deliberación científicamente medida dentro de una madura prudencia política de largo alcance, son sólo nombres ideológicos que enmascaran siniestros derroteros, de los cuales acaso están críticamente conscientes los responsables de la tragedia minera que pende sobre todos nosotros, precisamente porque, desde un estado de “falsa conciencia”, estima el gobierno – este gobierno del PP y el anterior del PSOE – que sus planes son sensatos, racionales y prudentes.
Y, sin embargo, lo que ellos llaman competitividad no es sino el modo de designar su capitulación ante los criterios industriales y económicos impuesto por las potencias hegemónicas europeas y mundiales; lo que llaman rentabilidad es tan sólo una reducción de los problemas sociales, políticos y culturales, a términos contables, de cuenta de resultados; y lo que llaman incremento de la producción no es sino un eufemismo, para disimular la reducción del empleo.Por eso, lo que llaman racionalidad económica es precisamente el nombre de la mayor irracionalidad que uno se pueda imaginar en el terreno de la economía política. ¿ Cómo se puede comparar la productividad de nuestros carbones con la productividad de los países con grandes explotaciones a cielo abierto, como Sudáfrica o Colombia, por ejemplo, donde, por cierto, todavía se trabaja por unos salarios de mierda ? Sería como pretender comparar la productividad en la construcción de una vía férrea o autopista por nuestros terrenos increíblemente montañosos, con la productividad de la construcción de vías férreas o autopistas en las llanuras francesas.
Seamos serios, aparentes señores del gobierno: las fuentes energéticas son escasas, y bajo ningun concepto se pueden ni deben menospreciar, por razón de la dificultad de su explotación, donde quiera que se encuentren. Y esto lo tienen que saber en la Unión Europea, si es que se habla en nombre de Europa y no de quienes tienen el carbón más fácil, aunque – todo hay que decirlo – nadie se debe escudar, como ha venido ocurriendo hasta la fecha, en los mandatos de la UNION EUROPA, pues, entre otras cuestiones, el TRATADO DE LISBOA otorga a los países total libertad en lo referente al aprovechamiento de sus recursos energéticos. Es decir, son competencia de cada país, por lo tanto esa exigencia de la Unión Europea de cerrar en el año 2.018 las explotaciones mineras en absoluto tiene porqué cumplirse. ¡ Ya está bien de manipulaciones y engaños a los ciudadanos! Toda la sociedad asturiana en su conjunto debe de saber que no estamos obligados a cumplir las ocurrencias de la oligarquía económica europea, por mucho que lo diga el hombre del PSOE en la misma, Joaquin Almunia.
¡ No, mil veces no, aparentes señores del gobierno ! El carbón, como el petróleo, está inserto en un sistema industrial, social, en una cultura dada a un nivel histórico derterminado y no puede separarse de ningún modo de este sistema; la separación es tan sólo una apariencia para quien está operando instalado en otro sistema. Y esto es así porque el valor de cambio que puede incorporar un producto está siempre en función del valor de uso. Si el petróleo del golfo pérsico tiene valor de cambio es porque está en función del uso que de él hacen la industria, las centrales térmicas, los automóviles, es decir, todo elsistema económico y cultural.
Pero el carbón, y el carbón de Asturias, de España, es también una fuente de energía, hoy por hoy, y durante muchas décadas más, una fuente de energía insustituible, la única fuente nacional de energía de que España dispone. Sobre todo, el carbón fue y tendrá que seguir siendo una riqueza que, como todas, apareció históricamente en Asturias, desenvolviéndose en ella siguiendo la ley de la vida; la ley del trabajp, del dolor y del sudor, pero no por ello dejó de constituirse en víscera esencial del cuerpo de Asturias, casí en el corazón de nuestra región.
Los mineros asturianos constituyen un modelo ejemplar, casi mítico, y las minas, aparentes señores del gobierno, se han forjado luchando con el carbón y con muchas otras cosas y por otras muchas cosas, entre ellas la LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA en nuestro país. Prácticamente, las minas del carbón asturiano fueron una de las fuentes que permitieron la subsistencia y el crecimiento de Asturias, que hicieron posible la industria de las cuencas y de fuera de ellas, la industria paleotécnica, pero también la industria posterior quer constituyó la base del desarrollo moderno de Asturias y, con él, en una grandísima medida, el de España. Esto quiere decir, lisa y llanamente, que no se puede separar el carbón y quienes giran en torno a este trabajo, sin hacer que se desgarre todo el organismo social y cultural de Asturias, abriendo una gran herida sangrante y muy peligrosa en el conjunto de España.
Y no estamos diciendo que con esto estemos defendiendo nuestros carbones por una especie de nostalgia, como una “seña de identidad” asturiana, entre otras cuestiones, porque somos conscientes que los recursos carboníferos son finitos, y que dentro de cien o más años, las minas se agotarán, y no vamos a ser tan pesimistas como para creer que Asturias no va a sobrevivir al carbón de sus cuencas. De lo que se trata es de no cambiar de la identidad actual por otra más vil y canalla, de no convertir Asturias en un bosque de eucaliptos para fabricar pasta de papel. Y cerrando las minas como ustedes, aparentes señores del gobierno, intentan hacer, estamos condenados a no poder desarrollar nuestra identidad viviente en formas históricas más elevadas. Porque es preciso apoyarse en lo que tenemos seguro y positivo para poder, desde alli, preparar la transformación.
Actualmente no existe, ni ha existido en nuestro país una política minera clara y definida. No existen ya ni planes de producción y consumo objetivamente establecidos. Se aplican medidas urgentes y puntuales para situaciones desesperadas, reduciendo el horizonte a la situación de cada día, abriéndose camino la idea para todos los detractores de nuestra minería de que el carbón es una maldición. Pues bien, el carbón no es ninguna maldición, es un problema como tantos otros, menor que otros muchos y que tiene, por supuesto, soluciones perfectamente viables desde la triple vertiente de la rentabilidad económica, social y, sobre todo energética, de cara a disminuir drásticamente nuestra brutal dependencia energética del exterior.
Por ello, lo que necesitamos, lo que pedimos, lo que exigen los mineros y la mayoría del pueblo asturiano, no es que se reduzca el empleo, ni la producción; ni siquiera que se mantenga en estado estacionario; sino que se aumente, que se aumente la producción absoluta y con ella el empleo. Y que se aumente el empleo, erigiendo nuevas industrias bien diversificadas que puedan acoger a la masa escandalosamente creciente de nuestros jóvenes parados, sin más futuro posible que la droga, la emigración o la delincuencia.
Por si ello no fuera suficiente, al carbón se le ha cargado con el “sambenito” de ser el principal causante de todos los males que atentan contra la vida del planeta tierra por su gran contaminación. En efecto, hace veinte años el concepto medioambiental que estaba de mod era la “lluvia ácida”, después, unos años más tarde, el concepto de moda era el “efecto invernadero” provocado, según los “sabios pronucleares”, por las emisiones de ceodós, y en la actualidad, se sigue hablando del “efecto invernadero”, cuando el último concepto de moda es el “recalentamiento del planeta”. Hace muy poco tiempo se echaba la culpa del efectgo invernadero al anhídrido carbónico emitido por las centrales térmicas. Ahora se admite que hay otros gases, tales como: el metano, los óxidos de nitrogeno, los compuestos clorofluocarbonados y otros, que pueden tener un efecto perjudicial sobre el medio ambiente, sin que científicamente se haya demostrado su contribución al “efecto invernadero”, ni siquiera su efecto perjudicial.
En todo caso, la contribución del carbón a los efectos mencionados no tiene la importancia que en un principio se creyó, sino que es bastante más reducida, según los estudios científicos realizados al efecto, destacando la contribución de la “Britisch Coal”, la del Departamento de la Energia de los EE.UU., la de la CIAB, la de CEPCEO y la del Instituto Mundial del Carbón. De todos ellos se puede acotar que la contribución mundial del carbón al “efecto invernadero” está comprendida entre el 7 y el 15 por ciento. Más aún, si nos limitamos a Europa, que consume el diez por ciento del carbón mundial, estaríamos hablando como máximo de un dos por ciento. ¿ Cuánto supone la contribución de los carbones españoles al “efecto invernadero” ? De cualquiera de las maneras, el problema “no es de frío, sino de abrigo”. Quiero deciros que es necesario exigir la puesta en práctica de toda la legislación existente, así como todos los medios tecnológicos, que son muchos y efectivos, hasta reducir al máximo su incidencia con el medio ambiente. Por cierto, ¿ cuánto vienen destinando los gobiernos del “bipartidismo PPSOE” en nuestro país para investigar esas tecnologías ? ¡ Para qué van a investigar, si ya han apostado hace tiempo por el lucrativo y mafioso negocio de la importación de carbón, petróleo y gas ?
Además, que nuestro país importe carbón de Sudáfrica, Colombia o de la CHINA, sobre todo de la China, nuestros nuevos amos, en lugar de producirlo en absoluto soluciona esos problemas, sino que los traslada. La experiencia ha demostrado que incluso los aumenta. Quien importa carbón obtenido de las minas a cielo abierto de estos países citados y otros, está explotando a estos países económica y ecológicamente.
Mirad, compañeras y compañeros: Hace 56 de millones de años, un misterioso aumento de carbono en la atmósfera hizo subir la temperatura en todo el mundo, hasta el punto que se fundieron los polos. La causa, según los científicos especializados en el tema, fue una emisión de carbono masivo y, en términos geológicos, repentina. Aquello duró 150.000 años, hasta que el exceso de carbono fue reabsorvido, produciéndose todo tipo de sequías, inundaciones, plagas de insectos y algunas extinciones. Sin embargo, una cuestión ha quedado clara, muy clarísima: el carbón no fue responsable de nada, por la sencilla razón de que le faltaban muchos millones de años para formarse. ¡ Ya está bien de escuchar eso de que “si es verde, vale”, y si es negro, como el carbón de nuestras minas, y rojo como el minero que defiende el carbón, el empleo y el futuro de nuestras comarcas mineras, también, no te jode !
Desde nuestro punto de vista, la única solución de futuro para el carbón español es la NACIONALIZACION DEL SECTOR MINERO ESPAÑOL DENTRO DE UNA POLITICA ENERGETICA AL SERVICIO DE ESPAÑA Y PARA LOS ESPAÑOLES, quitando los recursos mineros de las manos de los “cuatro mafiosos” que no piensan sino en el negocio fraudulento con la mezcla de los carbones autóctonos con los de importación, cuando no expoliando los recursos mineros a cielo abierto, hasta en las RESERVAS DE LA BIOSFERA MUNDIAL, como es el caso de “DON VITO” en el Valle de Laciana o el Parque Natural de Degaña.
Y aquí, tengo que levantar la voz para manifestar que una de las características radical de nuestra minería, frecuentemente obviada u olvidada, es que los yacimientos mineros son bienes demaniales, de acuerdo con la Constitución Española. Significa esto que son bienes públicos y que la administración tiene la responsabilidad y total obligación de preocuparse y velar sus gestión por parte de los concesionarios, sujetos siempre a los requisitos de interés común. Demanial presupone que la administración no puede despreocuparse y prescindir del diseño y la realización de una POLITICA MINERA, aunque sí podría legítimamente desatender otros sectores, si juzgase que transitoriamente no merecen atención pública, pero en los bienes públicos la exigencia legal es permanente y consustancial a la función pública.
Entretanto, compañeras y compañeros, es tan necesario como urgente poner freno a esta brutal agresión, llevada durante tanto tiempo por los gobiernos del bipartidismo PPSOE, contra un sector tan noble como el carbón, manteniendo que: “NO ESTAMOS DISPUESTOS A ACEPTAR EL CIERRE DE MAS EXPLOTACIONES MINERAS SIN ANTES COMPROBAR DE MANERA FEHACIENTE SU SITUACIÓN ECONOMICA, ESTRATEGICA Y SOCIAL; SOSTENER EL NIVEL DE EMPLEO EXISTENTE, ES DECIR, NO PROVOCAR MAS PARO MINERO MIENTRAS NO SE VAYA A LA CREACIÓN DE NUEVAS INDUSTRIAS CAPACES DE ABSORVERLO”.
No creo exagerar si digo que, en gran medida, el futuro de la minería del carbón en España dependerá de que seamos capaces de imprimir una dinámica de acción sindical desde la base en donde la unidad sindical debe de ser el eje fundamental para lograr los objetivos emprendidos, o si se prefiere, para no permitir la hecatombe que se avecina sobre las comarcas mineras. Una unidad de acción que a mí me gustaría ver plasmada en UNIDAD ORGANICA DE TODOS LOS MINEROS, de todos los trabajadores, y que tiene su mayor razón de ser en la eficacia de la acción sindical, en el incremento de la credibilidad de los trabajadores hacia sus sindicatos, de los que se alejan cuando nos ven en permanente confrontación y en querellas partidarias, pero que, además, dará mucha fuerza y eficacia, más concreción y mayor profundidad a las propuestas sindicales. Serán importantes los resultados de unas elecciones sindicales, pero yo me atrevo a afirmar aquí, de una manera rotunda, que mucho más importante es la realización de esfuerzos tendentes a lograr la participación diaria de todos los mineros en los sindicatos, o si se prefiere, en una ¡¡¡ UNION DE MINEROS DE ESPAÑA !!!
La experiencia nos ha enseñado que la unidad de acción sindical no es algo que se pueda decretar, ni de un plumazo se pueden superar todas las dificultades heredadas, las diferencias de cultura y práctica sindical, los intereses particulares que cada organización legitímamente defiende. Pero esa misma experiencia, también nos ha enseñado que el camino de la división y el enfrentamiento sistemático, es el camino que nos lleva al fracaso. Creo que en la historia del movimiento obrero no ha habido sindicalista que no haya tenido en su mente el objetivo de la unidad. Pero tenemos que reconocer que todos hemos confundido el tema de la unidad con el de la hegemonía sindical.
Y ese es un tema del que se habla muy poco, pero explica, desde mi punto de vista, muchas cosas de las que están pasando pasando en este y otros conflictos. Pienso, y así lo expreso, que es un auténtico desastre el grado de división existente, donde ni siquiera los dos sindicatos mayoritarios se han puesto de acuerdo en el color de las camisetas, porque una cosa es la pluralidad y otra muy distinta es el enfrentamiento al que se somete a los trabajadores, como consecuencia, entre otras cuestiones, de la politización y la lucha por los espacios ideológicos.
Es una realidad latente que nos encontramos en un sindicalismo, evidentemente politizado, como todos; lo que pasa es que hay una política de la derecha en sus distintas versiones que también penetra en el sindicalismo. Cada vez que oigo de un sindicato que es apolítico me echo a temblar y pienso: ¿ Y a ese sindicato, quien coño le manda ? ¿ ¿ Qué patrón le manda ?, porque le manda alguien ¿ verdad ?. Para mí el apoliticismo sindical, tan grato a los sectores atrasados y a la reacción no encubre sino la imposición burguesa a los trabajadores.
No creo que el problema de la unidad sindical pase por la despolitización, sino por intentar superar realmente el partidismo existente. Y cuando hablo de la unidad sindical, me refiero a la unidad de lo que es el conjunto del sindicalismo de clase. Yo con los amarillos y con el pandillerismo sindical no tengo ningun interés en unirme nunca. Yo hablo de la unidad del sindicalismo de clase que, vuelvo a repetir, puede y debe de avanzar en un proceso que tiene que pasar por consolidar la unidad de acción sindical.
Pero no basta con proclamar los principios. Hay que ejercerlos cuando de verdad se plantea el conflicto y la colisión entre los intereses contrapuestos. El sindicato, los sindicatos, deben de emplearse para servir exclusivamente a los trabajadores y nunca para servirse de él, de ellos, como trampolín político de ciertas apetencias personales ?. Y, con ello, no estoy condenando el apoliticismo. Lo que debemos condenar energicámente es la práctica de un sindicalismo dirigido. Los sindicatos, cuando se convierten en apéndices gubernamentales o de cualquier patronal, pierden su libertad de acción y arrastran a las masas por el camino de la derrota. No podemos ni debemos confiar en organizaciones sindicales que tienen su secretaría permanente en los partidos y gobiernos, enviando a sus miembros a realizar propaganda gubernamental o de partido.
Para garantizar el éxito de nuestras acciones en la defensa del carbón, del empleo y del futuro de las comarcas mineras es totalmente imprescindible rechazar cualquier relación de clientelismo con el poder político y la patronal pues creo que los sindicatos no deben de actuar de una u otra manera en función del color de los gobiernos, sino en función de sus contenidos y sus políticas. Y conste, que no estoy rechazando el papel que tendrían que jugar los partidos políticos, sino defendiendo, siempre desde la plena autonomía sindical, una realación normalizada con todos los existentes a través de una interolocución fluída conb todas las fuerzas. Al fin y al cabo, la convergencia en los objetivos de clase a lograr, tendrán que venir dados a través de una combinación de la lucha sindical desde los sindicatos de clase con la lucha política de los partidos obreros en los parlamentos, en los ayuntamientos y enb la calle.
Pero, además, se impone la necesidad de un reforzamiento sindical a través del internacionalismo sindical, encuadrando a todos los sindicatos en confederaciones internacionales, tal y como están organizadas las multinacionales en los distintos sectores, para profundizar en el trabajo conjunto a todos sus niveles.
Compañeras y compañeros: si alguien, a comienzos del siglo XX, hubiera querido visitar las zonas más dinámicas y prósperas de España, habría tenido que empezar por Mieres, Langreo y Gijón, entre otras zonas de Cataluña o País Vasco. Mientras el resto del país sufría un atraso secular y miraba la revolución industrial como algo muy alejada de la realidad española, Asturias destacaba como una región moderna, con potentes industrias y una muy próspera burguesía que se enriquecía con nuestras minas, los altos hornos, la siderurgia, la construcción naval, fábrica de armas y otras muchas y potentes industrias.
¿ Qué ha pasado con una regiuón como la nuestra que, habiendo sido uno de los motores principales de la industria española, muestre unas cifras descorazonadoras, a las que ningún gobierno ha sabido darle la vuelta, pasando de ser una región pujante, industriosa y emprendedora, se haya convertido en una zona subsidiada y de muy lento, lentísimo crecimiento? Desde mi punto de vista, nuestra región está pagando una carísima venganza de esa burguesía financiera que no ha sido capaz de superar la REVOLUCION DEL 34 EN ASTURIAS. Por eso debemos de responder con la máxima contundencia, de una vez por todas, al igual que hicieron nuestros viejos para arrancar las conquistas sociales que nos están arrebatando. Por eso debemos de lograr esa unidad sindical para enfrentarnos a nuestros enemigos de clase con plenas garantías en el éxito de nuestras acciones; unos enemigos muy fuertes que cuenta con la fuerza de los fusiles en manos de las fuerzas llamadas del orden, que no dudan en reprimir y asesinar al pueblo trabajador por cometer el único delito de luchar, luchar y luchar por el carbón, el empleo y el futuro de las comarcas mineras, de Asturias en su conjunto… ¿ Os parece poco la tarea que tenemos por delante ? Pues, ¡ venga, pongámonos manos a la obra ! Muchas Gracias
ANTON SAAVEDRA