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Channel: El Blog de Antón Saavedra
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PROLOGO DE XUAN CANDANO EN EL “VILLAMOCHO”

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11415_636166153156571_6146301257626125174_nSAVEDRONA TENÍA RAZÓN                                                  

*O sea, que Savedrona tenía razón.

No se las veces que habré oído esto tras destaparse el Caso Villa. Hasta en actos y debates públicos, provocando absoluta unanimidad. Antes ocurría exactamente lo contrario.

* Son cosas de Savedrona.

Pero Antón Saavedra no cambió nunca de discurso. El exsindicalista es vehemente, como solemos ser en Asturias, y puede ser tan excesivo en sus expresiones como su propio cuerpo, enorme y siempre cubierto con esa boina inseparable, pero nadie le puede negar coherencia y un relato ajustado a la realidad. Lo que pasa es que la cruda realidad no gustaba, porque no se ajustaba al canon y al mito de la gloriosa clase obrera revolucionaria, en la que los mineros eran la vanguardia.

Hasta que se conoció que el todopoderoso José Ángel Fernández Villa, el líder de los mineros asturianos de la democracia, el que empequeñecía al mismísimo fundador del SOMA, Manuel Llaneza, tenía una fortuna oculta, al igual que su mano derecha, José Antonio Postigo, los escritos, las denuncias y las apariciones públicas de Saavedra delatando aquella impostura apenas tenían credibilidad. Y lo que es peor, lo condenaban al ostracismo, porque tener la osadía de cuestionar a quien ostenta el poder, aunque sea contando verdades absolutamente contrastadas, es siempre algo muy peligroso para el disidente, incluso en democracia.

VILLA Y XUAN CANDANO (1)

VILLA y el autor del prólogo XUAN CÁNDANO en las movilizaciones mineras en el pueerto de El Musel, el año 2012.

No fue el único, pero sí el que ocupaba más espacio en la diana sobre la que se arrojaban los dardos del villismo, porque Antón venía del sindicalismo y del socialismo, e incluso había competido con Josiángel en la sala de mandos del sindicato. Y eso le daba un plus como enemigo. También había ( y hay, porque el régimen no desapareció con la defenestración de su fundador) otros enemigos del socialismo real asturiano, que formaban parte de una invisible lista tan negra como el carbón. Otro era el exboxeador y escritor José Ramón Gómez Fouz, también condenado a la pena de ocultación en la vida pública por tener la insolencia de publicar un libro (“Clandestinos”) donde se detalla el pasado como delator de la Brigada Político Social de Fernández Villa durante el franquismo. Yo mismo puedo contar historias personales semejantes pero, como son públicas y los prologuistas no somos más que unos teloneros a los que no se nos llama para contar batallitas propias, mejor las obvio.

En esos años de férreo control villista, prácticamente 35, desde 1979 a 2014, aunque el poder del líder fue disminuyendo con la decadencia del sector minero, José Ángel Fernández Villa era un semidiós en Asturias y sobre todo en las cuencas mineras. Un sindicalista eficaz que mantuvo las rentas y logró el milagro de las prejubilaciones, un político astuto que no acabó el bachillerato, pero al que adulaban gobernantes, banqueros y catedráticos de Universidad, un pequeño gran hombre que dormía al rival negociando hasta el amanecer y del que se celebraban las ocurrencias como si de genialidades se tratara. Hasta lo que se denominaba “la liturgia” del SOMA y la Federación Socialista Asturiana, que eran lo mismo, provocaba admiración en el poder mediático, y eso que era el más perjudicado con aquella oscuridad, aquella opacidad y aquellos cambalaches de jugadores tramposos de póker que tanto frenaban los avances sociales y tan poco tienen que ver con la democracia.

Paseo turísitico de VILLA y el presidente de Hunosa SECADES por la autovía minera. (GIJON 19-11-2002)

Paseo turísitico de VILLA y el presidente de Hunosa SECADES por la autovía minera.
(GIJON 19-11-2002)

Pero Josiángel era el rey, con el trono en la plaza de La Salve de Langreo, y sus súbditos no necesitaban saber las razones del comportamiento caprichoso del monarca minero, les bastaba con ver con sus propios ojos los milagros del reino. Liberaciones tan amplias y tan liberadoras que liberaban de bajar al pozo con solo obedecer al poder sindical, hoteles y gimnasios a golpe de carné, jubilaciones bien retribuidas a los cuarenta y pico años….. El Rey de las cuencas estaba desnudo, pero solo Savedrona y cuatro heterodoxos más lo veían sin la ropa de faena de aquel gran fraude proletario.

No está entre mis muchos defectos el rencor, entre otros motivos porque sería muy poco inteligente creer que el poder, sea el que sea, puede consentir a sus críticos librar batallas y salir de ellas impunes. No tengo animadversión alguna a Fernández Villa, nunca le tuve por enemigo e incluso ahora me parece cruel esa cacería que padece por gente que le debe todo, aunque pertenezca a la condición humana ese escarnio público tan cainita y tan asturiano. En cierta medida yo también fui uno de los abducidos que no le veían desnudo con sus miserias, porque creía, y así lo tengo escrito, que era el gran cacique y el primer responsable del régimen clientelar socialista que fomentó la gran corrupción a la asturiana, pero sin que él mismo se viera contaminado en su vida personal. Hasta su caída en los infiernos cuando se descubrieron los 1,4 millones de euros que escondía, me parecía un consentidor que apenas se beneficiaba del sistema putrefacto que había puesto en marcha, dada su vida discreta y modesta, nada dada la exhibición pública.

VILLA y su lugarteniente POSTIGO, ambos fulminados del SOMA Y del MONTEPIO MINERO por chorizos...

VILLA y su lugarteniente POSTIGO, ambos fulminados del SOMA Y del MONTEPIO MINERO por chorizos…

No se trata de hacer leña del árbol caído, como se apresuraron a hacer muchos de los villistas que ejercían más de ello que el propio Villa y como suele ocurrir cuando el fanatismo arropa al interés, sino de exactamente lo contrario, que es justo lo que no están dispuestos a consentir: no hay que ajustar cuentas con el pasado, solo hay que revisarlo críticamente.

Y esa revisión resulta demoledora simplemente revisando la biografía oculta de Fernández Villa, obviando incluso su labor política y sindical. Este libro la detalla, pero no es ninguna novedad para los que seguimos a Antón Saavedra, porque lleva muchos años contando a quien quiera oírlo la novelesca historia de una tremenda impostura personal, aunque solo ahora se le presta atención, como al minero veterano que se pasa la vida alertando inútilmente de un peligro en el pozo hasta que llega el fatal accidente. Baste el impresionante e interminable listado de las militancias políticas y sindicales de Villa, el hombre que mejor conoce a la izquierda en Asturias, porque ha probado casi todas sus siglas, aunque su carrera comenzó en las cloacas del franquismo. Fue confidente de la Brigada Político Social del franquismo, del mismísimo y temido jefe en Asturias, el comisario Claudio Ramos. Pero según Saavedra, que nunca habla de oídas, porque también fue protagonista y testigo de lo que cuenta, Villa también fue falangista, estuvo en CCOO y en el Partido Comunista, coqueteó con la CNT y militó en las radicales Comunas Revolucionarias de Acción Socialista de José Luis García Rúa, todo ello como preámbulo antes de hacerse a codazos e intrigas con el poder absoluto en el SOMA y en el PSOE asturiano. Lo de Villa da de momento para un sumario judicial, pero también sería un gran guión cinematográfico.

JAVIER FERNÁNDEZ y VILLA compareciendo en los Tribunales de Justicia por el asunto de la gran superficie de LECLERC en Langreo, conocida por el "CASO CAMPELO"...

JAVIER FERNÁNDEZ y VILLA compareciendo en los Tribunales de Justicia por el asunto de la gran superficie de LECLERC en Langreo, conocida por el “CASO CAMPELO”…

Tampoco engaña ni se transforma Antón Saavedra cuando se sienta ante la pantalla del ordenador. Escribe como habla, sin retóricas, miramientos ni concesiones literarias, con adjetivos no precisamente complacientes para Villa y aquella legión de aduladores que fueron los suyos, hoy reducida a un puñado de fieles que no se atreven a salir en su defensa.

Saavedra no tendrá muchos seguidores entre los críticos literarios y los partidarios de la exquisitez estilística, pero para los historiadores y los periodistas es un verdadero chollo, una mina como las que tan bien conoce.

Para la historiografía del movimiento obrero, especialmente del minero y en concreto del hegemónico SOMA-UGT, las aportaciones de este libro y de su autor son imprescindibles por novedosas y esclarecedoras. No pasa precisamente de largo por el episodio, tan oculto como la fortuna de Villa para la historia oficial del socialismo asturiano, de la abierta colaboración entre el SOMA y la dictablanda, entre Manuel Llaneza y Miguel Primo de Rivera. Pero sobre todo veo en “Villamocho” una aportación histórica fundamental. Fue el propio Saavedra el inventor del término “trama carbonera” para bautizar la gran corrupción en la minería asturiana al hacer pasar por carbón nacional mineral de importación, cobrando así ilegalmente subvenciones públicas. Pero lo que ahora descubrimos leyendo este libro es que esas prácticas ya las llevaba a cabo el propio SOMA antes de la guerra civil cuando gestionaba el pozo San Vicente, un orgullo en la historia oficial del sindicato y del socialismo asturiano, por ser la primera y única experiencia de autogestión minera en España. Cuenta Antón que, para cubrir el cupo que le asignaba el Estado para la adquisición de carbón de la mina autogestionada, los patrones del SOMA negociaban con otros privados y hacían pasar por mineral de San Vicente el de otras minas. (página 12). El mismo delito por el que en 2014 fueron condenados cuatro directivos de la mina La Camocha a nueve años de cárcel y al pago de 21 millones de euros por fraude a la Hacienda pública.

GABINO DE LORENZO Y VILLA, una sociedad SOMA-PP de mucha rentabilidad...

GABINO DE LORENZO Y VILLA, una sociedad SOMA-PP de mucha rentabilidad…

Leyendo “Villamocho” no quedan dudas sobre una evidencia histórica: la historia de la minería en Asturias es un pacto nunca escrito entre los empresarios, siempre ávidos de beneficios, el Estado, siempre dispuesto a mantener el sector por miedo a las cíclicas sacudidas del movimiento obrero, y los propios mineros a través del SOMA, siempre dispuesto a negociar bajo la mesa, mientras en las cuencas agitaba el fantasma de la revolución.

Para los periodistas Saavedra también es un informante excepcional. Tiene todos los datos en la cabeza, su memoria es prodigiosa, es testigo de lo que cuenta, sabe cómo se gestaron las corrupciones y el nombre de los corruptos, su archivo personal es un tesoro que aporta mucha documentación que avala informaciones relevantes, aunque a veces hay más certezas que pruebas. Algo pasa, y no es precisamente alentador, cuando a Antón Saavedra solo lo exprimimos profesionalmente algunos periodistas.

Porque a este hombre, al que ahora le tienen que dar la razón hasta los enemigos que se granjeó con su incorrección política y su incontinencia verbal, hay que reconocerle incluso ciertas dosis de visionario. Y de ello da fe este libro. Véanse un par de ejemplos. En 1987, tras lo que denomina “asalto” de UGT al XIV Congreso Federal Minero del sindicato, dijo en una intervención que los asaltantes “no venían sino a mostrarnos muy claramente cómo el SOMA-UGT es un grupo de presión al servicio de los intereses partidistas, en este caso del PSOE y su política neoliberal, y es desde ahí cómo debemos de entender los permanentes intentos para domesticar al movimiento obrero, primero la UGT y después CCOO, de tal manera que a muy corto plazo nos encontremos los sindicatos de clase siendo una simple fotocopia de lo que fueron los sindicatos verticales del franquismo”.

Y en 1996. unas declaraciones a Iñaki Gabilondo en la SER tras una profusión de accidentes mineros le costaron a Antón Saavedra su salida del grupo parlamentario de IU en la Junta General del Principado, donde figuraba como integrante del PASOC. La coalición, de la mano de los sindicatos, quería que rectificara unas declaraciones muy esclarecedoras ahora, cuando se ha descubierto el gran fraude sindical en los fondos de formación. Así contestaba el exdirigente minero a una pregunta de Gabilondo en la que mostraba su extrañeza por tanto percance mortal:

“Muy sencillo, porque esas cantidades millonarias de las que hablas no se están empleando para la formación permanente de los mineros en esa materia tan sangrante, como es la seguridad en nuestras minas, sino y principalmente para financiar las burocracias del pandillerismo sindical, así de claro”.

 O sea, que Savedrona tenía razón.

 Xuan Cándano.


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