
Misa de campaña de los gudaris vascos en Bilbao, el mes de febrero de 1937 durante durante la guerra incivil española, el año 1937
“Tengo el honor de comunicar a vuestra excelencia que los generales Franco y Mola, interrogados expresamente acerca del asunto, han hecho conocer ahora a la santa sede las condiciones de una eventual rendición inmediata de Bilbao. 1: se empeñan en conservar intacto Bilbao. 2: facilitarán la salida de todos los dirigentes. 3: completa garantía que el ejército de Franco respetará personas y cosas.4:libertad absoluta para los milicianos soldados que se rindan con las armas. 5: (…). 6: serán respetadas la vida y los bienes de aquellos que se rindieron de buena fe, aun para los jefes. 7: en el orden político, descentralización administrativa en la misma forma que la disfruten otras regiones. 8: (…), el Santo Padre exhorta a vuestra excelencia a tomar en atento y solícito examen dichas proposiciones con el deseo de ver finalmente cesar el sangriento conflicto. Cardenal Pacelli
(Telegrama del VATICANO al Presidente del Gobierno Vasco J.A. AGUIRRE, el 8 de mayo de 1937).
Aunque públicamente hablaban de resistencia al fascismo, la realidad fue que, a espaldas de la ciudadanía, negociaban en secreto con él hasta alcanzar el llamado PACTO DE SANTOÑA, firmado en la localidad cántabra de GURIEZO el 24 de agosto de 1937, por el que el nacionalismo vasco y las fuerzas militares bajo su control se rendían de una manera indigna y vergonzosa al fascismo italiano de Benito MUSSOLINI, no como resultado de una derrota en el campo de batalla sino como estrategia fríamente calculada a priori para sacar el máximo provecho particularista. Tanto al PNV, presidido por Juan de AJURIAGUERRA Ochandiano, como el Gobierno vasco, presidido por José Antonio AGUIRRE y Lecube, lo que menos les importaba era traicionar, como hicieron, al resto de ESPAÑA, vascos no nacionalistas incluidos, y provocar la caída del frente republicano en el Norte, la derrota militar de la República en ASTURIAS y el principio del fin de la GUERRA INCIVIL, tal y como declaró el mismísmo FRANCO a la prensa inglesa cuando dijo que con la caída de Bilbao y Asturias tenía la guerra ganada. Lo único importante para ellos era salvar EUZKADI y preservar de las represalias a los auténticos vascos, esto es, a los nacionalistas. El PNV consideraba absurda cualquier invocación a la supuesta patria común: ni en aquellas circunstancias excepcionales se debían a solidaridad alguna con los españoles, puesto que los vascos no eran tales. De hecho las negociaciones del cura Alberto ONAINDIA, un ministrín de Exteriores de facto del gobierno AGUIRRE, se hicieron con la ITALIA fascista de MUSSOLINI, porque a los nacionalistas vascos no les importaba postrarse al fascismo…, siempre que no fuera español. Es decir, que entre Dios y la República los nacionalistas vascos apostaron por Dios; entre ESPAÑA y Euzkadi eligieron el terruño; entre la defensa de Vizcaya, después de haber sufrido la destrucción de GUERNICA por los bombardeos de la aviación mussoliniana y nazi al servicio de FRANCO, eligieron una ignominiosa rendición; y entre la democracia y la dictadura fascista optaron por enviar sus gentes al EXILIO, dejando en la estacada a la República, que el 1 de octubre de 1936 había concedido por primera vez en la historia un Estatuto de Autonomía para el País Vasco, resultando elegido “lehendakari” el exalcalde de Guecho y dueño de la fábrica de chocolates “CHO-BIL”, José Antonio AGUIRRE Lecube, quien tras un acto religioso en la basílica de Begoña, juraría fidelidad a la fe católica, a las enseñanzas de la iglesia, a su patria y al PNV, para desplazarse a GUERNICA y hacer el famoso juramento de su cargo ante su simbólico árbol y en euskera: ” Ante Dios humildemente; de pie sobre la tierra vasca; con el recuerdo de los antepasados; bajo el árbol de GUERNICA, juro cumplir fielmente mi mandato”.

Los tres españoles, nacidos en las Vascongadas, que confiaron al fascismo italiano de Benito MUSSOLINI el “destino del pueblo vasco”.
Y así, contrastando con el ejemplo de la “heroica Madrid”, la defensa de Bilbao fue un auténtico coladero a caballo sobre la insensatez y la vileza. En una ciudad hambrienta, donde ya no quedaba un gato vivo para comerlo, los jefes de los “bravos gudaris” preparaban una rendición masiva entre el caviar y el champán de la famosa “cena de las estrellas”, llamada así por la gran cantidad de mandos del ejército vasco que se habían sentado en los comedores del domicilio del empresario vasco Anacleto ORTUETA, en la calle del Licenciado Poza, que previamente había encargado aquellos manjares culinarios al famoso restaurante Armendáriz, de tal manera que, ante el empuje cada vez más decidido del ejército franquista, los batallones vascos y los dirigentes nacionalistas del PNV fueron reculando hasta que en la costa santanderina quedó consumada la capitulación total, al margen del gobierno español y desentendiéndose de la suerte del ejército republicano, donde miles de vascos decentes defendieron hasta las últimas consecuencias a la II República porque al contrario que sus paisanos nacionalistas habían apostada claramente por seguir luchando por la democracia hasta el final, en el frente de ASTURIAS, en la heroica batalla del MAZUCU, donde quedó grabado con letras de oro el nombre del cenetista asturiano HIGINIO CARROCERA, y en otras tierras de España, pero aquel doble juego criminal de los nacionalistas vascos que políticamente supuso una auténtica puñalada por la espalda a la República y militarmente precipitó la caída del Norte, resultó trascendental en el desenlace de nuestra GUERRA INCIVIL.
De esa manera, en junio de 1937, las tropas franquistas rompieron el famoso “Cinturón de Hierro de Bilbao” de una forma mucho más fácil de lo que cabía esperar, gracias a la traición del ingeniero vasco de ELORRIO, Alejandro de GOICOECHEA y Omar. Por cierto, el Cinturón de Hierro ni se llamaba así ni fue diseñado por Goicoechea, como se ha venido escribiendo, ya que el verdadero nombre de la fortificación era CINTURON DEFENSIVO DE BILBAO y había sido proyectado por el teniente coronel Alberto MONTAUD Noguerol, y el jefe de ejecución de las obras fue el capitán Pablo MURGA, detenido el 28 de octubre de 1936 por pasar información al enemigo, siendo fusilado, tras juicio en el tribunal de jurado, el 12 de noviembre de 1936 en la pared del cementerio de DERIO y enterrado en el cementerio de ERANDIO. Tras el fusilamiento de Pablo MURGA, el sustituto en el mando de ejecución del CINTURON DEFENSIVO sería, efectivamente, el tal Goicoechea que, con fecha 27 de enero de 1937, se pasaba al enemigo con toda la información precisa para el mando franquista.

El periodista británico RAYMOND WALKER arriesgando su vida al cruzar bajo las balas fascistas el puente internacional desde IRUN a HENDAYA llevando en sus brazos a un niño vasco. No se sabe si era nacionalista o no, sólo se sabe que era un niño español.
Tras la caída de BILBAO, el ejército republicano se replegó a CANTABRIA por la zona de Laredo y Santoña bajo la creencia de que serían evacuados vía marítima desde SANTANDER, y allí, lo primero que hicieron los del PNV en Santoña fue liberar a los 2.500 presos franquistas detenidos en el penal de EL DUESO. Por su parte, los fascistas italianos se comprometían a no entregar a los “bravos gudaris” a las tropas de FRANCO y a autorizar la fuga de los dirigentes por mar, aunque los barcos que tenían que trasladarlos a territorio francés no llegaron. El presidente del PNV, el traidor Ajuriaguerra, cruzaría las líneas supuestamente enemigas para entrevistarse en el BILBAO ocupado con mandos italianos y reiterar su capitulación de manera totalmente incondicional. Durante nueve días los prisioneros estuvieron bajo custodia italiana, mientras el general italiano ROATTA discutía en SALAMANCA con FRANCO los detalles de la capitulación, hasta que llegamos al 4 de setiembre cuando las tropas franquistas se hicieron con los prisioneros y comenzaron los fusilamientos, siendo el primer fusilado el comandante del Batallón Facundo PEREZAGUA, Manuel EGUIDAZU…

Niñas vascas exiliadas aprendiendo inglés en una escuela de Manchester, el 9 de julio de 1937. Por cierto, ¿ a quien daban las gracias ?
Al final, las consecuencias de la traición nacionalista vasca a la República las pagó, una vez más, ASTURIAS, y nadie con un mínimo de honradez desde el pueblo vasco, por muy nacionalista y patriota que se sienta, podrá sustraerse a la evidencia de que en aquellas circunstancias la indignación asturiana ante lo sucedido estaba plenamente justificada, entre otras cuestiones, porque llamar “pacto” al “drama de Santoña” es una simplificación de lo que realmente fue eso… una rendición del nacionalismo vasco al fascismo. El mejor “retrato del PNV” y la posición vergonzante que mantuvo durante la Guerra Incivil queda recogido literalmente del informe realizado por LEJARZEGI y UGARTE, dirigentes nacionalistas encargados de informar al PNV en el exilio, cuando en sus escritos relatan el acuerdo alcanzado para traicionar al gobierno de la República: “El ejército de FRANCO y las tropas legionarias italianas para tomar Santander no atacarán por el frente de Euskadi sino que desarrollarán su ofensiva por Reinosa y el Escudo para tomar Torrelavega y Solares, los dos puntos estratégicos de las comunicaciones con Santander y Asturias, y de esta manera copar el ejército de Euskadi en su demarcación territorial”. En otra parte del mismo informe, los nacionalistas justifican su traición: ” Podemos afirmar bajo palabra de vascos y cristianos que desde la retirada de Bilbao y hasta el presente se ha actuado por lo que respecta a los batallones vascos, y principalmente los nacionalistas, para la realización del convenio con Italia y sin permitir la menor resistencia con nuestros batallones”. “Sabíamos nosotros y estábamos seguros de ello, que si resistíamos hasta el mes de octubre el norte no se pierde. Porque el invierno hubiera impedido al enemigo organizar sus ofensivas, pero fieles cumplidores de nuestra palabra, y roto el compromiso moral con el Gobierno de Valencia por parte de las fuerzas nacionalistas, queríamos buscar una salida visible a nuestro ejército y evitarle cuanto más mejor la pérdida de sus hombres, que mirando en nuestro sentido de pueblo los necesitamos mucho. Y en esa inteligencia, la solución única era la italiana que al final no se ha cumplido y no por nuestra culpa. Dejamos todo ello en manos de Jaungoikoa (Dios en vasco)”.
ANTON SAAVEDRA
