Si algo ha dejado claro el primer debate “a cuatro” del pasado lunes, 13 de junio, es que el mismo pasará a la historia de los debates como una de las expresiones del tiempo nuevo que vive el país, fruto de la definitiva defunción del bipartidismo y la irrupción de una España más compleja que se reflejará en un parlamento más fragmentado.
Como viene siendo norma, tras el debate no existe un consenso general sobre quien ha sido el ganador, pero sí sobre quien ha quedado más tocado: Pedro Sánchez. Entre otras cuestiones, porque atacar, como hizo de manera reiterada contra PODEMOS, por no haberse sumado a su pacto con Ciudadanos y mostrarse como alternativa a Rajoy nunca fue una estrategia creíble.
¿Por qué ha optado el PSOE por esta estrategia, desde mi punto de vista, equivocada? Nadie debe de olvidar que en las pasadas elecciones del 20-D, el PSOE perdió un importantísimo porcentaje de votos que se fueron en su mayoría a las candidaturas de PODEMOS, y para estas elecciones del 26-J, en lugar de preocuparse por recuperarlos ilusionando y convenciendo con sus ideas, ha buscado la confrontación con PODEMOS, decidiendo jugar al “catenaccio”, lo que va a resultar demoledor, no sólo para Pedro Sánchez, sino para el futuro del PSOE, alcanzando uno de los peores resultados de su historia, hasta dejarle convertido en un partido irrelevante para la política española, camino de la pasokización.
Por si ello no pareciera suficiente, desde que PODEMOS e IZQUIERDA UNIDA formalizaron su alianza de cara a las elecciones del 26-J, el fantasma del comunismo ha vuelto a la escena, tratando de etiquetarlos bajo el totalitarismo soviético. Nada importa que el comunismo en España haya sido alabado por el propio discurso oficial – el del bipartidismo PPSOE y los medios hegemónicos – por su participación “seria” y “sacrificable” en la llamada modélica Transición, ni que el Partido Comunista de España haya sido una de las formaciones más vinculadas a la lucha por las libertades y contra el fascismo, ni que IZQUIERDA UNIDA se haya aliado con el PSOE en las elecciones generales del año 2000.
Otro tanto ocurre con la caracterización que el candidato de PODEMOS ha hecho de su programa electoral como “socialdemócrata”, rechazada tal descripción con un contundente argumento de que… “socialdemócrata es el PSOE, sencillamente porque lleva el nombre de socialista”, tal como llegó a afirmar la ideóloga del PSOE y presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. Pero, claro, si de nombres se trata, también se llamaban socialista la formación nazi (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) y la que protagonizó la Revolución rusa (Partido Obrero Socialdemócrata Ruso), por no recordar que socialista se llamaba el PSOE antes y después de abandonar el marxismo en 1979, tal como había ocurrido con su partido hermano alemán veinte años en Bad Godesberg.
Quizá no exista mayor síntoma del declive en el que está la cultura política de la Transición que su debilidad para nombrar las cosas, y la insistencia en significados antiguos , que ya no tienen eco social, no sea más que una manera literaria de pertenecer al pasado.
La existencia de una alternativa política clara a las fuerzas del régimen, por primera vez a lo largo de la segunda restauración monárquica, ha provocado que toda la campaña gire en torno a UNIDOS PODEMOS, hasta el extremo de estar asistiendo a un debate esencial que enfrenta tres siglas contra una, cruzado por debates secundarios entre las fuerzas que cuestionan a UP. Quienes han vivido de la alternancia, viven ahora bajo el fantasma de la victoria de la alternativa. Todos contra uno, es el lema: Rajoy propone una coalición con el PSOE y Ciudadanos, Rivera la acepta sin Rajoy, Sánchez no sabe, no contesta, no vaya a ser que le partan la boca desde Andalucía antes de tiempo.
Abundando más en el tema, resultan grotesco ver al malvado del Alberto Rivera acusando a PODEMOS de estar financiado por el gobierno venezolano, acusación que jamás ha sido probada por los que intentan emular a Goebbels, habiendo sido archivada por varios tribunales de justicia por inválida y radicalmente carente de credibilidad. ¿Puede negar este falangista y exmilitante del PP que Ciudadanos ha sido creado por el IBEX-35, quienes al grito desesperado de que se necesitaba un “Podemos de derechas”, hecho por el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, están financiándolo, hasta el punto de transformarlo en portavoz de la gran patronal y del capital financiero, haciendo la función que se le asigna para parar las expectativas de PODEMOS?
De ahí la coalición que el PSOE hizo con Ciudadanos en el intento de investidura que, lógicamente, PODEMOS no apoyó. Pero la realidad que Pedro Sánchez y sus adláteres ocultan, es que hoy hubiera podido ser ya el presidente del gobierno si se hubiera aliado con PODEMOS, en lugar de hacerlo con Ciudadanos.
Sin embargo, aunque estas elecciones del 26-J se celebran con una deuda pública más allá del límite del 100% el PIB nacional, un porcentaje que ha aumentado desde el 35% cuando empezó la crisis, a ninguno de los tres partidos del “todos contra uno” se les ha oído mencionar la deuda en sus discursos electoreros. Una deuda que no se ha dedicado a invertir la recesión económica, como reconocía muy recientemente la mismísima OCDE, y que ocho años después, no sólo no se ha reducido, sino que se ha hinchado a base de transferir deuda privada a la factura de lo que estamos pagando todos, con recortes y pérdida de nuestros derechos económicos y sociales conquistados en las luchas del movimiento obrero.
Es decir, que mientras los del bipartidismo PPSOE han desplegado grandes redes de CORRUPCION, los bancos y los grandes empresarios han recibido cantidades masivas de dinero de los contribuyentes. Leyes y tratados – la reforma constitucional del artículo 135 al frente de todas – cronifican la pobreza y el PARO. Es evidente que sin abordar la cuestión de la deuda no se puede avanzar hacia políticas que beneficien a la mayoría social. Y para abordar la cuestión de la deuda es urgente realizar una auditoría con participación ciudadana activa para poder analizar en profundidad los mecanismos que cargan sobre la mayoría de la población deudas de las que no somos responsables y que justifican un retroceso de derechos sin parangón en las últimas décadas.
En la actual dinámica de expropiación, a través de las finanzas, es necesario, en defensa de la democracia, sentar las bases de un nuevo paradigma legal, socioeconómico y ecológico, que deje atrás el neoliberalismo y ponga límites al poder de las grandes finanzas. La auditoría nos ayudará a clarificar qué deudas son admisibles y cuáles son ilegales, ilegítimas, odiosas o insostenibles para, de forma democrática, decidir qué hacer, incluso si se trata de rechazar su reembolso.
Son estas y otras razones, precisamente, las que multiplican el voto hacia las candidaturas de UNIDOS PODEMOS, haciendo realidad la derrota del PP y su xerocopia de Ciudadanos, como principal estimulo del voto progresista el próximo 26-J.
ANTON SAAVEDRA