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MI VIDA: HACIA LA NACIONALIZACIÓN DEL SECTOR MINERO

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ANTON SAAVEDRA interviene en el XII CONGRESO MINERO DE UGT,celebrado en HUELVA los días 15, 16 y 17 de febrero de 1980.

ANTON SAAVEDRA interviene en el XII CONGRESO MINERO DE UGT,celebrado en HUELVA los días 15, 16 y 17 de febrero de 1980, para defender la NACIONALIZACION DEL SECTOR MINERO.

Los problemas y los conflictos se venían sucediendo a diario en el sector minero español, y una de las soluciones que veíamos era lograr la nacionalización de todo el sector minero español, adoptando una resolución al respecto en nuestro XII CONGRESO MINERO, celebrado los días 15, 16 y 17 de febrero de 1980, en la localidad onubense de Punta Umbría, con la asistencia de unos trescientos delegados representando a todos y cada uno de los rincones mineros de España. Además, el 29 de diciembre de 1978 había entrado en vigor la Constitución española, que otorgaba a nuestros yacimientos mineros la categoría de bienes demaniales,  y ello significa que son bienes públicos y que la administración tiene la obligación de preocuparse y velar su gestión por parte de los concesionarios, sujetos siempre a los requisitos de interés común.Demanial presupone que la Administración no puede despreocuparse y prescindir del diseño y realización de una política minera, aunque sí podría legítimamente desatender otros sectores, si juzgase que transitoriamente no merecen atención pública, pero de los bienes públicos la exigencia legal es permanente y consustancial a la función pública.

Felipe González, Fernández Marugán y VILLA en una de las reuniones de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE donde se fraguaban las decisiones para la muerte del sector del carbón en nuestro país...

Felipe González, Fernández Marugán y VILLA en una de las reuniones de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE donde se fraguaban las decisiones para la muerte del sector del carbón en nuestro país…

En aquel congreso volví a salir reelegido con los votos favorables de los mineros españoles y el voto en contra de la delegación asturiana del SOMA-UGT – cuestión que se repetiría crónicamente durante toda mi trayectoria sindical -, iniciando de inmediato la tarea de ir buscando aliados para hacer realidad nuestras resoluciones congresuales, celebrando las primeras reuniones de trabajo con el PSOE, donde el secretario general del SOMA-UGT, José Ángel Fernández VILLA,  formaba parte de su Comisión Ejecutiva, y participando personalmente, tanto en la comisión de industria del área de estudios y programas de la comisión ejecutiva federal del PSOE, presidida por Javier Solana, como en la mismísima elaboración del programa electoral que llevó al PSOE al poder, en aquellas elecciones generales del 28 de octubre de 1982. 

Aquel programa coordinado por Joaquín ALMUNIA Hamann, un judío procedente de la alta burguesía vasca de Neguri, había recogido la práctica totalidad de las propuestas realizadas por la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. logrando plasmar íntegramente nuestra política minero-energética, la cual había sido elaborada desde una perspectiva netamente socialista al servicio del pueblo español, con la participación ilusionante de unos cuarenta compañeros técnicos de la más altísima cualificación profesional, en su mayoría procedentes de la Empresa Nacional de Investigaciones Mineras (ADARO) y del Instituto Geológico y Mineros de España (IGME). Aquella propuesta, incluso fue publicada en un libro prologado por el mismísimo Alfonso Guerra – posteriormente elegido vicepresidente del gobierno felipista del PSOE -, causando un gran impacto en el sector por la seriedad y el rigor que presidían nuestros planteamientos. Pero, claro, mientras la elaboración del programa socialista permanecía en las manos del partido y del sindicato de U.G.T., las decisiones habían comenzado a gestarse desde ámbitos totalmente ajenos al PSOE y, lo más deleznable, bajo presupuestos ideológicos muy distintos y distantes de nuestro país.

Diario 16/20 junio-83 Felipe González, presidente del primer Gobierno socialista español desde hace medio siglo, emprende hoy viaje oficial a Estados Unidos para entrevistarse con el presidente Ronald Reagan. Existe expectación internacional por el encuentro entre el primer dirigente Socialista de la Europa del sur y el primer mandatario de la nación más poderosa del mundo. Felipe González explicará en Washington que los socialistas españoles son moderados no revolucionarios, y que tienen el compromiso histórico de «modernizar España». El Gobierno necesita dinero para llevarlo a cabo y Estados Unidos quiere obtener compromisos políticos, como la incorporación sin reservas de España a la OTAN.

Felipe González, presidente del primer Gobierno socialista español desde hace medio siglo, emprende
hoy viaje oficial a Estados Unidos para entrevistarse con el presidente Ronald Reagan. Existe expectación
internacional por el encuentro entre el primer dirigente Socialista de la Europa del sur y el primer
mandatario de la nación más poderosa del mundo. Felipe González explicará en Washington que
los socialistas españoles son moderados no revolucionarios, y que tienen el compromiso histórico de
«modernizar España». El Gobierno necesita dinero para llevarlo a cabo y Estados Unidos quiere obtener
compromisos políticos, como la incorporación sin reservas de España a la OTAN. (DIARIO 16, el 20 de junio de 1983)

Una vez en el poder, los contactos del gobierno felipista con los centros de dominio plutocrático se sucedían de una manera continua, y recuerdo la fecha del 25 de abril de 1983, cuando David Rockefeller visitaba nuestro país y era recibido en La Moncloa por Felipe González, dada su condición de “miembro de primera fila del mundo económico internacional”, según recogía el propio comunicado por el gabinete de prensa de la presidencia, y , cuando poco después, en junio del mismo año, era Felipe González quien, acompañado de su ministro de Hacienda, Economía y Comercio, Miguel Boyer, se desplazaba a EE.UU. para entrevistarse con las más altas instancias políticas y económicas estadounidenses, actuando el propio Rockefeller como introductor del trilero sevillano (ahora colombiano) en la entidad más representativa del capitalismo norteamericano, la Century Association, donde se concretaron los últimos retoques y el visto bueno definitivo del Gran Capital al proyecto económico del PSOE.

La cruda realidad es que, desde las postrimerías de la dictadura franquista hasta el día de hoy, el poder económico “oficial” ha estado siempre en manos del mismo grupo sociológico y, en consecuencia, es totalmente erróneo afirmar que los gobiernos del PSOE hubieran tenido una política económica propia. Por el contrario, desde mi punto de vista, ha quedado claro que la mayoría de sus actuaciones han estado presididas e inspiradas por la misma cultura económica que rigió durante los últimos años del franquismo. Es decir, una política económica “con la camisa nueva, que tú bordaste en rojo ayer” y la orden de “enriqueceros”.

En efecto, aquel cambio tan cacareado, según nuestro punto de vista, dejaba intacta la estructura de los poderes económicos, manteniendo incluso los mismos personajes que habían venido funcionando durante aquella segunda restauración monárquica, bautizada como transición, en cuestiones básicas tanto de la política económica como la energética, donde la compra de petróleo y los suministros de gas y carbón seguían realizándose a través de los mismos ejes que durante años ocasionaron un grave quebranto a la economía del país, al hacer alternativos los planes de abastecimiento energético según las conveniencias de los grupos que intervenían en la negociación, o el comercio de Estado que seguía pasando por intereses particulares muy conocidos con grave repercusión sobre las distintas ramas de la producción nacional.

Un ejemplo de lo dicho fue el tristemente famoso acuerdo del gas argelino, el cual se había firmado en vida de Franco, allá por el año 1975, que superaba con mucho las necesidades de España, de tal manera que el gobierno felipista del PSOE se vio obligado a renegociar, en 1985, enviando para tales fines al entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. Efectivamente, Argelia aceptaba reducir un 30 por ciento de lo contratado, pero incrementando el precio de forma sustancial, casi a un precio igual al del petróleo a boca de pozo. Además, España tuvo que pagar en concepto de indemnización la nada despreciable cantidad de 530 millones de dólares de los de la época.

Lo cierto es que, aun cuando ya el P.E.N. de 1983, donde fui convocado por el Congreso de los Diputados para hablar del tema energético, a petición del diputado comunista Horacio Fernández Inguanzo “El Paisano”, el gas pasaba a ser una de las fuentes energéticas preferentes, convirtiendo a nuestro país en subsidiario del gas, hasta el punto de que transcurridos cinco años se llegaron a triplicar las ventas del gas natural en nuestro país, para regocijo del moro que pasaba a cobrar los nuevos precios establecidos en el gran negocio “guerrista”, mientras nuestros carbones autóctonos eran rechazados en las térmicas.

Antón Saavedra en La Moncloa con Felipe González, el año 1983

Antón Saavedra en La Moncloa con Felipe González, el año 1983

En efecto, yo también era recibido en aquellas fechas  por Felipe González en La Moncloa, al igual que lo hiciera Rockefeller unas fechas antes, pero mi visita era para exigirle a Felipe González el cumplimiento estricto de su programa electoral de cambio en su apartado minero-energético, de tal manera que se hiciera realidad la definición de una Política Minera para el país, “DESDE LA INVESTIGACIÓN DE NUESTROS RECURSOS HASTA LA TRANSFORMACION DE LOS MISMOS, PASANDO POR UNA EXPLOTACIÓN RACIONAL Y HUMANA DE LOS MISMOS”, sobre todo después de unas declaraciones públicas que había realizado sobre Asturias y la minería.

Apenas habían transcurrido unos pocos meses de la llegada del PSOE al gobierno cuando su presidente Felipe González, comenzaba a romper, efectivamente, su compromiso electoral anunciando desde La Moncloa, el 16 de febrero de 1983, en una cena con catorce directores de periódicos regionales, el final de la minería asturiana del carbón: “Es necesario un cambio de mentalidad. Asturias necesita adaptarse a una nueva civilización, en que la mina deje de ser centro de atención y la gente debe de ser consciente de que a HUNOSA apenas si le quedan unos diecisiete años de vida”.

Declaraciones del presidente del Gobierno de España, Felipe González, realizadas ante catorce directores de los distintos medios de comunicación, en el transcurso de una cena celebrada en el Palacio de La Moncloa, el 15 de febrero de 1983.

Declaraciones del presidente del Gobierno de España, Felipe González, realizadas ante catorce directores de los distintos medios de comunicación, en el transcurso de una cena celebrada en el Palacio de La Moncloa, el 15 de febrero de 1983.

Aquellas manifestaciones de Felipe González contrastaban con las realizadas a los miembros de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. su propio ministro de Industria y Energía, Carlos Solchaga, en las reuniones que por aquel entonces manteníamos todos los últimos viernes de cada mes en su despacho ministerial, para tratar de hacer efectiva la política minero-energética que el PSOE había ofrecido al pueblo español en su programa electoral: “El carbón nacional – nos decía Solchaga – deberá jugar un papel destacado en la disminución de la dependencia energética del exterior, y este Gobierno considera que es estrictamente necesaria la supervivencia, tanto de HUNOSA, como del carbón asturiano”.

En una de las reuniones celebrada en el mes de diciembre de 1984, incluso llegó a “tirarnos” encima de la mesa la cantidad de 600.000 millones de pesetas para la reindustrialización de las comarcas mineras asturianas: Zonas de Urgente Reindustrialización (Z.U.R) en el Valle del Nalón y el Valle del Caudal, con 300.000 millones de pesetas para cada una; siempre y cuando que nosotros, desde la Federación, aceptásemos dejar  HUNOSA con una plantilla en torno a los 14.500 trabajadores  sobre los 21.018 que había en aquellos momentos. La verdad, tampoco me preocupaba mucho aquella reducción, entre otras cuestiones, porque en HUNOSA sobraba mucha gente improductiva repartida por cualquier despacho de cualquier edificio de las cuencas, cuando realmente lo que se necesitaba era picadores, barrenistas, y mecanización, sobre todo mucha mecanización; de tal manera que consideramos aquella oferta como una base muy positiva para llegar al acuerdo.

Portada del diario La Nueva España con la frase aquella de "antes de cerrar un sólo pozo minero en HUNOSA había que asar por encima de su cadáver", aunque él sigue todavía vivo y los pozos se han cerrado...

Portada del diario La Nueva España con la frase aquella de “antes de cerrar un sólo pozo minero en HUNOSA había que pasar por encima de su cadáver”, aunque él sigue todavía vivo y los pozos se han cerrado…

Como ha quedado dicho, por aquel entonces,  VILLA formaba parte de la comisión ejecutiva federal del PSOE y como no participaba en aquellas reuniones protagonizadas por la FEM-UGT, lo que nunca aceptó de buen grado, aprovechó el mitin del PSOE en su localidad natal para soltar aquella gran frase: “Para cerrar un solo pozo en HUNOSA habrá que pasar por encima de mi cadáver”. Mientras que, en la última reunión de junio de 1985, el ministro Solchaga nos sorprendía con otra frase lapidaria: “No me toques los cojones Antón, la mina de carbón español más rentable es la que está cerrada”.

Lógicamente, la respuesta no se hizo esperar desde la FEM-UGT y, después de varias reuniones de trabajo con la FEM-CC.OO., presidida por el compañero Manuel NEVADO, decidimos convocar la primera huelga sectorial en España durante el periodo de la segunda Restauración borbónica, para los días 17 y 18 de diciembre de 1985, de la que me ocuparé en otro capítulo específicamente. 

Otro de los aspectos importantes de aquel XII Congreso Minero fue el asunto referido a la empresa pública de HUNOSA, entre otras cuestiones, porque nosotros sabíamos que era la base de los gobiernos para llevar a cabo la operación del cierre de las explotaciones mineras del carbón en España, no en vano se trataba de una   auténtica fortaleza del movimiento obrero español; de tal manera que “acabando” con ella, el resto de las explotaciones mineras de carbón en León, Palencia, Teruel, Córdoba y Barcelona tendrían un efecto dominó, esto es, caerían casi sin empujarlas, por lo que nos pusimos a ofrecer una alternativa viable para la empresa, estableciendo incluso relaciones con los sindicatos mineros de la URSS, logrando ser invitados por el viceministro de la minería soviética para visitar la minería del país, y más concretamente la zona del DONBASS, una minería similar a la nuestra, pero toda ella mecanizada, alcanzando una productividad siete veces superior a la de las minas que el gobierno felipista del PSOE condenaba al cierre.

Antón Saavedra y el Viceministro de la minería de la URSS, a la salida del Pozo Lenin en la zona ucraniana del DONBASS, el año 1981

Antón Saavedra y el Viceministro de la minería de la URSS, a la salida del Pozo Lenin en la zona ucraniana del DONBASS, el año 1981

Desde la FEM-UGT, nos habíamos puesto a la tarea, de tal manera que el 10 de julio de 1981 hacíamos público un amplio y riguroso informe sobre Hunosa, “EL FRAUDE DE HUNOSA. GENÉSIS Y DESARROLLO. ALTERNATIVA A UNA CRISIS PERMANENTE”. Un libro que se agotó a los pocos días de su publicación y que produjo un colosal escándalo que acabó conmigo en los Tribunales de Justicia por decisión del entonces presidente de la empresa, José Manuel Fernández FELGUEROSO, que presentó una querella criminal contra mi persona, aunque a la hora del juicio acabaría retirándola. Recuerdo, cómo en la presentación pública, que estaba prevista que fuese de la mano de Nicolás Redondo, autor del prólogo, este tuvo que ser sustituido por José Luis Corcuera, porque los “matones” liberados del SOMA-UGT habían amenazado con ir a buscarlo “estaca en mano” – decían – al aeropuerto de Asturias para que regresase a Madrid. De todas formas la presentación se realizó en la fecha prevista, con el salón de la Caja de Ahorros de Asturias lleno a rebosar y con la participación de Emilio Barbón, José Luis Corcuera y yo mismo.

Aquella decidida política seguida por el sindicato, del que yo era el máximo responsable, intentando en todo momento ofrecer alternativas reales a problemas concretos, desarrollando un sindicalismo de proposición, es lo que había conducido a la FEDERACION ESTATAL DE MINEROS DE U.G.T. al estudio de estos problemas para buscarles una solución que tuviera siempre en cuenta los intereses de la colectividad sobre los intereses de unos pocos que seguían manejando las haciendas de los españoles, y lo que es mucho más triste, la vida de más de 20.000 mineros de la región asturiana.

Libro sobre "EL FRAUDE DE HUNOSA", presentado por Antón Saavedra en Oviedo, el año 1981

Libro sobre “EL FRAUDE DE HUNOSA”, presentado por Antón Saavedra en Oviedo, el año 1981

Aquella nefasta gestión que se vino desarrollando  por las distintas direcciones  de HUNOSA, tanto bajo el punto de vista técnico como económico y sindical, había conducido a la empresa a un callejón sin salida, y los mineros estábamos hartos de escuchar que la culpa de los resultados de HUNOSA la tenían los trabajadores que originábamos un absentismo elevado – jamás el absentismo mental de unos pocos había costado tantos miles de millones de pesetas al erario público – y que teníamos una productividad baja.

Pero también los mineros estábamos hartos de escuchar, que otra parte de la culpa la tenía el yacimiento por sus dificultades geológicas, mientras que veíamos que las inversiones que se venían realizando difícilmente tenían una base técnico-científica en que asentarse, que se dilapidaba y se robaba el dinero, y que seguían matándose compañeros por incompetencia y faltas de medidas de seguridad.

Sin embargo, lo más grave de estas versiones que tan demagógicamente nos ofrecían los gestores de la aquella empresa nacionalizada, cuando en realidad jamás estuvo nacionalizada, sino más bien socializada – de socializar pérdidas -, es que ya eran perfectamente asumidas y defendidas por las cúpulas de ciertos sindicatos, como el caso concreto del SOMA-UGT, a los que invité públicamente desde aquella tribuna a que se fueran a sus respectivas casas y de esa manera defenderían mucho mejor los intereses de los trabajadores.

Valdés, Antón Saavedra, José Luis Corcuera y Emilio Barbón en la presentación del libro "EL FRAUDE DE HUNOSA" en Oviedo, el año 1981.

Valdés, Antón Saavedra, José Luis Corcuera y Emilio Barbón en la presentación del libro “EL FRAUDE DE HUNOSA” en Oviedo, el año 1981.

En aquel informe – libro que me tocó elaborar y presentar, se analizaban todos y cada uno de los campos mencionados, y en la alternativa que ofrecíamos  respondíamos al reto que tenía planteado HUNOSA. Nosotros considerábamos, y seguimos considerando, ahora más que nunca, que únicamente atacando a los problemas económicos, técnicos y sindicales, HUNOSA podían tener solución, siempre que los trataremos en su conjunto.

Este asunto de HUNOSA, y aquel otro extendido al conjunto del sector minero español, fueron el verdadero problema que originó lo que varios voceros de los medios de comunicación al servicio del SOMA-UGT-PSOE propugnaron con aquel inexistente enfrentamiento personal entre VILLA-SAAVEDRA o SAAVEDRA-VILLA, para justificar el fin de la minería y la muerte de nuestras comarcas mineras, tal y como había “ordenado” el presidente del Gobierno español, Felipe González, y que ciegamente apoyaron desde las páginas y las voces de los medios de comunicación; mucho más preocupados de vender vajillas, llaveros, medallas de la santina de Covadonga y todo tipo de abalorios y baratijas, que de hacer un periodismo de investigación y verdadero al servicio del público en general.

En realidad, aquel enfrentamiento personal VILLA-SAAVEDRA o SAAVEDRA-VILLA inventado por los voceros mediáticos al servicio del gobierno de turno, nunca existió. Lo que subyacía en el fondo era una concepción muy distinta a la hora de hablar sobre la minería del carbón: defenderla o dejarla enterrada...

En realidad, aquel enfrentamiento personal VILLA-SAAVEDRA o SAAVEDRA-VILLA inventado por los voceros mediáticos al servicio del gobierno de turno, nunca existió. Lo que subyacía en el fondo era una concepción muy distinta a la hora de hablar sobre la minería del carbón: defenderla o dejarla enterrada…

Ahondando más en el tema, recuerdo con mucha satisfacción aquellas “PRIMERAS JORNADAS DE REFLEXION Y ESTUDIO SOBRE LA MINERÍA ESPAÑOLA” realizadas por la Federación Estatal de Mineros de UGT en Madrid, donde logramos reunir a los elementos más significativos de la familia minera: trabajadores, empresarios y la administración – las jornadas fueron inaugurados por el propio Director General de Minas, Juan José Cerezuela Bonet -, con la única y reiterada excepción de la delegación asturiana del SOMA-UGT, siempre en contra de todo lo que sonara a buscar soluciones para el sector minero, máxime si éstas venían propiciadas desde la FEM-UGT. Satisfacción porque veíamos culminada  aquella etapa de concienciación colectiva sobre los gravísimos problemas y complejos retos a que se veía sometida nuestra minería. Y satisfacción, finalmente porque después de un largo camino en el desierto, el cual habíamos iniciado desde la celebración de nuestro XII CONGRESO MINERO, veíamos que la sensibilidad de la administración ante los problemas mineros habían comenzado a concretarse, o eso me parecía sinceramente, en el establecimiento de aquel necesario diálogo en la búsqueda de soluciones adecuadas a los problemas de un colectivo, que tan abandonado y maltratado se había visto a lo largo de su historia.

No era habitual en nuestro país que, bajo el patrocinio de un sindicato, personas de todo calibre y condición, representando intereses muy a menudo contrapuestos, se reunieran para tratar temas que nos afectaban de una forma comunitaria. Nosotros entendíamos que únicamente un sindicalismo de proposición, de alternativas, podía ser válido para afrontar los problemas, pero como el sindicalismo que yo entendía y sigo entendiendo no podía construirse únicamente con la fuerza de los trabajadores manuales, enseguida entendí que había que agregar a esta fuerza el conocimiento, la capacitación teórica, la profundización en los problemas presentados, y de esa manera, en nuestra Federación tuvieron cabida, integrándose con los mineros del frente, los técnicos cualificados, perfectamente coordinados por dos personajes claves en el sector minero español – Eusebio Alcaraz Tito y Aurelio Martín Muñoz – de los que la FEM-UGT se siente orgullosa, y que junto con los trabajadores manuales constituyó la potencia necesaria para buscar y encontrar alternativas válidas para el colectivo cuando las dificultades se presentaban a diario.

Willy Muller, Antón Saavedra, Eusebio Alcaraz, Intérprete Anna, Juan González Menor y Aurelio Martín Muñoz, en una de nuestras visitas a la minería de la República Federal de Alemania, el año 1981...

Willy Muller, Antón Saavedra, Eusebio Alcaraz, Intérprete Anna, Juan González Menor y Aurelio Martín Muñoz, en una de nuestras visitas a la minería de la República Federal de Alemania, el año 1981…

Una prueba palpable de que este era el camino adecuado para los intereses de los trabajadores, fue la aceptación obtenida en todas y cada una de las sucesivas confrontaciones electorales, con el avance sistemático de las candidaturas de UGT, que habían configurado a nuestra organización en la hegemónica en el sector minero.  

Si yo tuviera que definir en muy pocas palabras la situación de aquellos momentos, yo diría que nuestra minería estaba viviendo los peores momentos de la historia de España, y , lo más grave, que el gobierno felipista del PSOE, con sus pandilleros somáticos de Asturias, se había despreocupado del carbón, convirtiéndolo en un tema desagradable y obsesivo que era mejor eludir y acabar definitivamente con él, donde ya no existían ni planes de producción y consumo objetivamente establecidos, aplicando medidas urgentes para situaciones desesperadas, tal como si el carbón de España fuera una maldición, pero el carbón, desde mi honesto punto de vista, no es una maldición, es un problema. Un problema como tantos otros, menor que otros muchos, que seguía y sigue teniendo soluciones perfectamente viables, por lo que nos vimos obligados a imponer la fuerza de nuestra razón a través de la huelga general minera en todo el país.

 

 

 

 

  

 

 

  

  

  

 


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