Sí, fue aquel maldito infarto del 9 de junio de 1988 el que me apartó de mi actividad sindical, reintegrándome a mi puesto de trabajo en HUNOSA en octubre del mismo año.
Acababa de librar, con los compañeros mineros de LA UNIÓN, una durísima y larga batalla sindical, con toma del Parlamento murciano incluida, después de protagonizar un encierro en los interiores de la mina y una marcha andando, desde La Unión a Cartagena, hasta lograr que la multinacional minera PEÑARROYA no fuera cerrada, tal y como perseguían la dirección de la multinacional y el gobierno felipista del PSOE.
Aquel sábado – 4 de junio de 1988 -, los compañeros y vecinos de La Unión habían preparado en mi honor un pequeño homenaje en torno a una merienda popular donde todas las mujeres habían preparado algo para el evento. Recuerdo que se jugaba el ascenso a la primera división del fútbol español entre el Mallorca y el Real Oviedo, partido que era televisado, del que no pude ver el segundo tiempo porque me encontraba muy agotado y tenía mucha sudarización. Pensando que podía tratarse de una gripe, opté por ir a descansar a la pensión donde estaba hospedado.
Al día siguiente – domingo -, cogí el tren de la noche en Murcia con destino a Madrid, donde permanecí unos días haciendo gestiones por los distintos ministerios y organismos de la Administración, para coger el tren del día 8, por la mañana, con destino a la localidad asturiana de Mieres, donde permanecí en mi despacho de la Federación Estatal de Mineros de UGT, revisando papeles atrasados con los compañeros de la ejecutiva, después de tantos días fuera, llegando a mi casa hacia las nueve de la noche, y después de cenar y acostarme, hacia la una de la mañana comencé a sufrir un fino e intenso dolor en el pecho que me oprimía, tal como si quisiera ahogarme, a la vez que me daban nauseas y muchos vómitos.
Aquello era insoportable, por lo que decidí marchar al médico, no sin antes meter una pastilla bajo la lengua que me había suministrado una vecina (Esther “la Caravana”) que, parece ser, fue la que me salvó la vida – se trataba de la cafinitrina, pero yo jamás había ingerido una sola pastilla en mí vida, y la desconocía -, así que mi amigo y vecino Quino, cogió su Renault 4L y me llevó para el Hospital Valle Nalón – todavía no sé cómo llegamos, porque pensé que nos íbamos a estrellar de tanto como corría aquel “cuatro latas” -, y, una vez allí, para la UVI: se trataba de un infarto agudo de miocardio, que me mantuvo ingresado 16 días en el hospital.
Una vez recuperado exitosamente, con fecha 17 de setiembre de ese mismo año me reincorporaba a mi tarea sindical para presentar mi dimisión irrevocable como secretario general de la Federación Estatal de Mineros de UGT, que acarreaba también la dimisión de toda la Comisión Ejecutiva. La realidad era que no me iba, sino que me mandaban marchar desde la Comisión Ejecutiva Confederal de U.G.T. en su conjunto, unos por ejecutar las directrices que emanaban de Ferraz y Moncloa, cuando no desde la alta dirección de algunas empresas – públicas y privadas, como Hunosa o Riotinto, por ejemplo -, y otros permitiendo con su silencio todo tipo de tropelías contra nosotros.
En efecto, con anterioridad había sido suspendido por cuatro meses para ostentar cargos de representación en UGT, como consecuencia de haber llamado sinvergüenza a la vez que le recordaba su pertenencia al “movimiento franquista” al entonces secretario general de la UGT-LEON y senador del PSOE por la misma provincia. Los hechos habían tenido lugar en un Comité Confederal de U.G.T. durante la comida y le había llamado sinvergüenza porque había traicionado los intereses de los mineros de León, pactando asquerosamente con los patronos a espaldas de los mineros, mientras otros compañeros librábamos aquella durísima batalla sindical que se prolongó a lo largo de más de cuatro meses. De aquella “proeza sindical” del senador “socialista” casi nos quedamos sin afiliación en la cuenca minera de El Bierzo, lugar de la lucha sindical que se libraba donde, por cierto, la Guardia Civil reprimió tan duramente nuestras actuaciones en defensa del sector minero, que acabó con alguno de nosotros en el hospital.
El expediente había llegado a la Comisión de Conflictos Confederal de UGT, y como quiera que yo no había presentado ningún pliego de descargos, ya que no tenía absolutamente nada que rectificar de lo dicho, fue el propio Antón Saracibar – secretario de organización Confederal de UGT -, quien me rogó que hiciera algo para que el expediente fuera archivado sin más, como así ocurrió. Sin embargo, en aquella reunión de la Comisión Ejecutiva Confederal, celebrada el 28 de marzo, donde se había adoptado la suspensión de la Comisión Ejecutiva Federal del Metal por el “asalto vandálico” al congreso metalúrgico de Barcelona, el expediente archivado contra mi persona volvió a ponerse en la misma mesa para aplicar la sanción referida de cuatro meses de inhabilitación sindical para Antón Saavedra.
En realidad, aquella triste decisión no era más que una burda maniobra para frenar el escándalo en los medios de comunicación por la decisión adoptada y de esa manera se buscaba un instrumento “regulador” que tocó en suerte a esta Federación Estatal de Mineros con su Secretario General a la cabeza. Al comienzo de aquella tensa reunión de la Comisión Ejecutiva Confederal de U.G.T., el todavía compañero Antón Saracibar impuso sus tesis de la siguiente manera: “O los temas del Metal y la Minería los llevo yo en exclusiva, o , si no, el que dimite soy yo”. Se trataba de poner en marcha las directrices que le habían marcado los miembros de la Ejecutiva Federal del PSOE, José Luis Corcuera y Fernández Marugán, dos días antes en la cena que mantuvieron en un restaurante madrileño, a la cual también asistió el dirigente ugetista vasco Alberto Pérez.
En aquella tensa reunión de la Ejecutiva Confederal, la cual quedaría atónita ante las manifestaciones de Saracibar, el único que plantó cara al asunto dirigiéndose al compañero Nicolás Redondo, aludiendo el carácter colegiado que tiene la ejecutiva, fue el compañero Apolinar Rodríguez, llegando incluso a promover una votación para dirimir la aceptación o no aceptación de la dimisión presentada, pero, al final, una vez más impuso orden Nicolás Redondo, y las tesis de Saracibar acabarían imponiéndose.
Fue precisamente a partir del asalto fascista a nuestro XIV Congreso Federal Minero por parte del SOMA-UGT, al que dedicaré capítulo aparte, cuando el PSOE renovaría su ataque frontal contra mi persona, iniciado allá por los años 80 con su secretario general a la cabeza. En aquella ocasión, el que fuera Presidente del Gobierno de España, Felipe González, había dado la orden concreta de acabar con mi persona, sindicalmente hablando, pienso yo, en reunión mantenida para preparar la operación de derribo en la que participaron compañeros como Villa y Belarmino García Noval, tal como me contaría éste último.
Aquella reunión no había sido sino el preludio de la conocida “cumbre secreta de Candás”, donde participaron los compañeros Antón Saracibar; el entonces presidente del gobierno asturiano, Rafael Fernández; el secretario general de la U.G.T. de Asturias, Manuel Fernández “Lito”; el que entonces era secretario de organización de la Comisión Gestora de la Federación Estatal del Metal de U.G.T., Eduardo Lafuente; el secretario general del SOMA-UGT y miembro de la ejecutiva federal del PSOE, José Ángel Fernández Villa, entre otros (diario Región…).
Con anterioridad, concretamente en el mes de junio, cuando me encontraba hospitalizado recuperándome del infarto, se me comunica por algunos compañeros de la ejecutiva de la FEM-UGT, que Antón Saracibar les ha llamado a una reunión a Madrid a la que asistieron los compañeros Anatolio Diez Merino, secretario de organización; Eusebio Alcaraz Tito; Belarmino García Noval y Fernando Santomé. De regreso y ya en mi casa se me explicó el motivo de la reunión. Se trataba de que yo asistiera al Congreso Federal Minero, previsto para los días 12 y 13 de octubre de 1.988, y presentara la gestión, la cual me sería aprobada por unanimidad, ya que previamente se había pactado con el miembro de la ejecutiva federal del PSOE, Fernández Villa, en varias reuniones que se venían celebrando. En palabras literales de Antón Saracibar:“Sacamos a Saavedra bajo palio”. Se me ofrecía la opción de que yo mismo eligiera la Comisión Ejecutiva que prefiriese, con la salvedad de que yo no figurase en la misma, aludiendo motivos de salud, y finalmente se planteaba la operación de sacarme de Asturias y nombrarme para un cargo en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Mi respuesta, hecha a través del compañero y amigo Luis Marcial, como miembro de la Comisión Ejecutiva Confederal de U.G.T., fue que “no me prestaría a ningún juego ni a ningún tipo de componenda”, a la vez que hacía referencia a la carta enviada en su día -certificada con acuse de recibo -, al compañero Nicolás Redondo: “No puedo entender que en una hora se me apruebe la gestión por parte de unos señores del SOMA-UGT que de manera sistemática han venido negándola en todos y cada uno de los comités federales de la minería. La incoherencia llega a extremos de tal calibre que lo que ayer digo no, ahora digo que sí. Lo de “salir bajo palio” es muy típico de los curas, obispos y cardenales y la influencia de la iglesia en el compañero Saracibar en aquello que respecta a su formación sindical le haga pensar de esta manera, desde luego, a mí no”.
Con respecto al ofrecimiento de buscarme un cargo en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social como fórmula de “pago de los servicios prestados” contesté que, cuando me liberé totalmente para el movimiento obrero ya estaba de jefe de personal en el Pozo Candín de HUNOSA, y a él me reintegraré, sin más, al margen de las decisiones que tomaré posteriormente en aquello que se refiere a mi continuación en la lucha sindical y política, ya que pienso seguir adelante hasta que el cuerpo aguante. De hecho, aquel mismo año, participé activamente en la preparación de la HUELGA GENERAL en España, convocada por UGT y CC.OO para el día 14 DE DICIEMBRE DE 1988, viajando por todo el país y participando en muchos actos y asambleas con los trabajadores. La Huelga general de 1988 en España o 14-D fue una huelga general celebrada el miércoles, 14 de diciembre de 1988.
Aquella huelga, convocada contra la reforma en el mercado laboral, que abarataba el despido e introducía los contratos temporales para los jóvenes trabajadores, quedó convertida en una movilización general del descontento con la política económica del gobierno felipista del PSOE entre su base social ante las continuas reformas en beneficio de la patronal, cuyo detonante fue la presentación por parte del Gobierno del “Plan de empleo juvenil” en el Consejo de Ministros del 28 de octubre de 1988, que preveía un contrato “destinado a jóvenes de entre 16 y 25 años, por el salario mínimo interprofesional, una duración de entre seis y 18 meses y exenciones en las cuotas de la seguridad social para los empresarios”.
En efecto, tal y como queda dicho, el primero de octubre de 1988 me reintegraba a la empresa HUNOSA, pero volvieron a aparecer los problemas contra mi persona en una connivencia vergonzante entre las direcciones del SOMA-UGT y HUNOSA, oponiéndose a que yo fuera destinado a los pozos mineros, siendo destinado en lugares donde no tuviera contacto con el personal, sin funciones de ningún tipo, como no fuera “tocarme las narices” durante toda la jornada laboral.
Sin embargo, ese mismo año, nuevamente era propuesto por la Confederación sindical de UGT al Consejo de Ministros de la Comunidad Económica Europea (C.E.E.) para continuar como miembro del Comité del Carbón y del Acero (C.E.C.A.) en representación de España (1986-1994), lo que me permitía seguir defendiendo la minería del carbón en todos los foros internacionales.
Recuerdo y guardo con cierta satisfacción agridulce, mi intervención ante la Comisión Europea en una de sus comparecencias en el Comité de la C.E.C.A. los días 18 y 19 de noviembre de 1989, cuando en Asturias se seguía engañando miserablemente a los mineros con aquello de que “había que pasar por encima del cadáver de Villa, antes de cerrar un solo pozo minero en Hunosa”, y otros nos “batíamos el cobre” para tratar de evitar la catástrofe que pendía sobre los mineros y sus comarcas mineras: “A mí me parece que documentos como el entregado no contribuyen, sino , a la destrucción de los recursos carboneros indígenas en beneficio de otras fuentes energéticas foráneas, tales como la energía nuclear y la importación masiva de carbones, cuyo control detentan los verdaderos amos y dueños de Europa, es decir, las transnacionales norteamericanas …” “…refiriéndome a éste último aspecto diré que nuestro país, quizás el más fiel cumplidor de la política de “liberalismo a ultranza” que se viene practicando en Europa – desgraciadamente nos tocará ver, más temprano que tarde, sus nefastas consecuencias por esta dependencia tan brutal – ya se ha adelantado para incrementar las compras de crudo y gas natural al régimen de Gadafi a partir de 1.990. Todo ello al margen de la “chapuza” gasística que en su día se cerró con Argelia cifrada en más de 22.017 millones de termias…” “…pero, volviendo al documento que se nos acaban de entregar, el mismo marca una clara y brutal regresión, tanto en las producciones comunitarias con una disminución del 13,6 por ciento para 1.990 con respecto a 1.989, como en las importaciones de terceros países con un incremento del 10 por ciento para el mismo periodo contemplado, y eso no es más que el principio de la puesta en práctica de la REESTRUCTURACIÓN CARBONERA EUROPEA (RECHAR), cuyos documentos fueron secuestrados de manera tan miserable a este Comité en donde se prevé la disminución del 50 por ciento de la producción comunitaria de carbón y la consecuencia inmediata que se deriva automáticamente de pérdida de 200.000 empleos mineros directos, sin tener en cuenta el empleo inducido que se cifra por la propia Comisión en torno a los 350.000 para el conjunto de la Comunidad. Sí, señor presidente, claro que estoy leyendo el propio documento que aún no ha recibido este Comité Consultivo, pero no me pregunten como ha llegado a mis manos, porque nunca lo voy a decir…” “…estamos, por lo tanto, nadie se engañe ni nadie trate de engañarnos, en el principio que supondrá el final de la minería carbonera comunitaria a desarrollar en el periodo 1.990-1994. ¡Es la quiebra del sector carbonero! Y, más grave aún lo supone el hecho de no contemplar rigurosamente el mantenimiento de las explotaciones mineras a desaparecer, ignorando más o menos deliberadamente que cuando cesa la actividad productiva de una mina de carbón, si no se someten todas las instalaciones a un constante proceso de conservación, bastante costoso, se ocasionan graves deterioros que hacen muy difícil técnica y económicamente su actividad, hasta el extremo de que suele resultar más oneroso recuperar una mina abandonada que abrir otra nueva. El tiempo es un juez inexorable y dará las razones en el sentido expuesto…”
Posteriormente, a los cuatro días de mi intervención ante la Comisión Europea, esto es el 23 de noviembre, estando prevista mi intervención en el Parlamento Europeo de Estrasburgo sobre el mismo tema, la misma sería cortada fulminantemente a través de la desconexión de los micrófonos por parte de los componentes de la mesa presidida por la eurodiputada del PSOE, Ludivina García Arias.
Aquella magna reunión, compuesta por los alcaldes y concejales de los ayuntamientos mineros y otros personajes de la política regional de las comunidades autonómicas con minería, para participar en aquel montaje espectacular, bautizado como Conferencia Europea de Regiones Mineras (EUROACOM), en realidad no era más que una plataforma mediática, propiciada por la astur-mexicana Ludivina García Arias, para que el “compañero” José Ángel Fernández Villa pudiera llevar a cabo la denigrante operación del desmantelamiento de la industria minera del carbón en Asturias, y, por extensión, la de España entera. De esa manera, ella – la astur-mexicana – se garantizaba seguir estando en las listas europeas del PSOE, hasta que el poder de Villa se eclipsó y ella tuvo que pasar a ganarse el pan de otra manera muy distinta.
En aquella ocasión, donde yo había sido debidamente acreditado en tiempo y forma para intervenir como Miembro de la Mesa del Comité Consultivo de la Comunidad Europa del Carbón y del Acero que era, incluso me fue negada la entrada al Salón de Plenarios, teniendo que entrar al mismo en sustitución del eurodiputado de IZQUIERDA UNITARIA EUROPEA, Alonso Puerta. Así y todo, los participantes españoles recibieron en mano una copia individual de la intervención frustrada de Antón Saavedra, la cual dejaba muy claro la verdad de lo que realmente encubría el PROGRAMA RECHAR que los dirigentes del SOMA-UGT, PSOE y Gobierno del Principado de Asturias trataban de silenciar, para engañar tan miserablemente, como de hecho lo hicieron, a los trabajadores de la minería del carbón y habitantes de las comarcas mineras:
“Señora Presidenta, señoras y señores, queridos compañeros; Quiero decir, en primer lugar, que me produce un enorme placer y satisfacción siempre que estoy entre mineros y poder hablar entre mineros. Pero hablar entre mineros significa, antes que nada, decir la verdad, aunque a veces, como en esta ocasión, resulte cruda y desenmascaradora de cínicas y públicas operaciones de maquillaje que tratan inútilmente de ocultar lo que yo me atrevo a calificar en voz alta de auténtico crimen social en contra de las comarcas y regiones carboneras de la C.E.E…” (Aquí se acabó mi intervención por decisión de la mesa presidida por Ludivina García Arias).
Con fecha 1992 lograba que un informe elaborado por mí, editado en formato de libro bajo el título: “EL CARBON: UNA ALTERNATIVA A LA CRISIS ENERGÉTICA”, sirviera como documento base para el debate sobre la política energética comunitaria, después de haber sido aceptado por la unanimidad de todos los miembros que componían el Comité de la C.E.C.A. Un documento que fue presentado y debatido en reuniones y asambleas en los pozos mineros, aunque al final, la Comisión Europea al servicio descarado de la oligarquía financiera y la connivencia vergonzante de los gobiernos neoliberales y sus pandilleros sindicales lograban su objetivo de dejar enterrado el sector del carbón y dar muerte a las comarcas mineras, pero que nadie, absolutamente nadie, siga diciendo que no sabía nada sobre lo que se pretendía con bastante antelación: La Europa comunitaria apostaba de manera tan descarada como vergonzosa por el incremento brutal de la energía nuclear y la importación masiva de carbones procedentes en su mayoría del tercer mundo, basando éstas en su coste más barato desde un punto de vista estrictamente economicista e ignorando deliberadamente la cuádruple vertiente de la rentabilidad económica, energética, social y estratégica.