Aunque mi concepción sindical siempre fue apartidista, lo que nunca confundí con un sindicalismo apolítico, entre otras cuestiones, porque los sindicatos, desde mi punto de vista, nunca debieran de actuar de una u otra manera en función del color de los partidos y sus gobiernos, sino en función de sus contenidos y políticas, y conste que no estaba rechazando el papel que tendrían que jugar los partidos políticos, sino defendiendo, siempre desde la plena autonomía sindical, una relación normalizada con todos los existentes a través de una interlocución fluida con todas las fuerzas, las circunstancias de aquellos históricos momento quisieron que formara parte de la candidatura del PSOE al Congreso de los Diputados en las primeras elecciones generales, después de la dictadura franquista, celebradas en España el 15 de junio de 1977.
Una candidatura encabezada por Luis Gómez Llorente que sería presentada el 1º de Mayo en el Palacio de Deportes de Oviedo, lleno a rebosar, tal y como nos recuerda el gran escritor Ignacio Gracia Noriega en uno de sus brillantes artículos en La Nueva España: “… Rafael Fernández abrió el turno de oradores para pedir un minuto de silencio por los mártires de Chicago y por los de la causa socialista. Luego hablaron Antón Saavedra, contundente y sin quitarse la boina, por la UGT, y Luzdivina García Arias, como de costumbre demagógica y apasionada, y el número fuerte lo constituyó el discurso, didáctico y ampuloso, de Luis Gómez Llorente, que expuso el programa del PSOE «sin echarle agua al vino», como había hecho Santiago Carrillo la víspera en Gijón. Destacó la condición marxista, internacionalista y republicana del Partido Socialista Obrero Español…”
De hecho, en las siguientes elecciones celebradas en 1979, siendo ya secretario general de la Federación Estatal de Mineros de UGT, con dedicación exclusiva al sindicato, yo mismo decidí no continuar formando parte de ninguna candidatura partidista, aunque participé activamente en todas las campañas del PSOE, muy especialmente en la campaña electoral del año 1982, hasta que decidí darme de baja como militante del partido socialista, allá por el año 1987, como consecuencia de la permanencia de España en la OTAN defendida por el gobierno felipista del PSOE, entre otras cuestiones.
En efecto, el gobierno de la UCD nos había metido en la Alianza Atlántica cuando diversos estudios realizados mostraban que la mayor parte del electorado era contrario a la OTAN, y el PSOE, de un manera explícita también nos habíamos postulado en contra de permanecer en el eje atlantista, a la vez que prometíamos al pueblo español un referéndum para decidir la salida de España de esta organización militar. Aquel oportunismo político del PSOE, al margen de otros factores, le había permitido ganar las elecciones de 1982 bajo el lema “OTAN de entrada NO”, movilizando a la mayor parte del electorado de la izquierda, hasta llevarle en volandas al poder.
Una vez en el poder, el PSOE tardaría cuatro años en llevar a cabo el referéndum, pero durante ese espacio de tiempo, los medios de comunicación habían venido trabajando a fondo para moldear la opinión pública, de tal manera que, desde el PSOE se iba alimentando un sutil y maquiavélico discurso a favor de la permanencia en la OTAN. Así, por ejemplo, se vinculaba la idea de Europa a la idea de OTAN; jugando muy bien con la idea de la modernidad y progreso, entre otras lindezas, quedando el resto para la ingeniería social. El tipo de pregunta y los términos a utilizar, fueron aspectos muy ensayados, tanto con técnicas cualitativas como cuantitativas. Así por ejemplo, parece que el resultado habría sido diferente si se hubiese utilizado la palabra OTAN en lugar de Alianza Atlántica, hasta el extremo que, habiendo transcurrido un tiempo, la forma en que se formuló la pregunta del referéndum y todo el cocinado previo, acabaría convirtiéndose en un paradigma de la manipulación política, estudiado en manuales universitarios como ejemplo de lo que puede dar de sí la ingeniería científico-social.
Tal como fue planteada aquella consulta, se establecía que apoyar al gobierno del PSOE implicaba votar SÍ en el referéndum; que votar SÍ era lo mejor para acabar con la presencia de las bases americanas, para prohibir las armas nucleares en el territorio español y, además, parecía que aquello nada tenía que ver con el papel militar atlantista, de tal manera que aquel “OTAN de entrada NO” con el que el PSOE ganó las elecciones, acabó siendo un “OTAN de salida TAMPOCO”, dando lugar a uno de los mayores timos políticos que hemos vivido durante la segunda restauración borbónica, provocando una frustración política de gran magnitud en un importante sector del electorado.
Recuerdo con tristeza aquella manifestación ante la base americana de Torrejón de Ardoz, agarrado a la pancarta del “OTAN de entrada No” y “Bases militares Fuera”, junto con Javier Solana, cuando el tristemente famoso Guillermo Galeote me espetó aquello de que nosotros habíamos acudido a aquella manifestación organizada por la KGB, contestándole yo que “a ellos, los de la ejecutiva del PSOE, los organizaba y subvencionaba la CÍA…”
Sin embargo, no pasaría mucho tiempo cuando me integraría con un grupo de viejos compañeros de militancia en el PSOE, tales como Luis Alonso Novo, Pablo Castellanos, Adolfo Luxán, Inés Sabanés o Francisco Bustelo, en el PASOC – en realidad, este partido era el PSOE-H, surgido de la escisión del congreso de Suresnes, que no pudo seguir manteniendo las siglas por decisión de los tribunales de justicia – formando la coalición electoral de IZQUIERDA UNIDA, junto con los comunistas, republicanos e independientes.
Así llegamos al mes de febrero de 1989 cuando soy elegido para presidir la I Asamblea General que aprobaba la transformación de IU en “movimiento político y social”, acudiendo a la misma cerca de mil delegados para elegir una Presidencia Colegiada coordinada por Gerardo Iglesias, quien presentaría su dimisión en noviembre de aquel mismo año, siendo sustituido por el entonces alcalde de Córdoba, el comunista Julio Anguita.
El día 26 de mayo de 1991 tendría lugar la celebración de las elecciones a la Junta General del Principado de Asturias, donde IZQUIERDA UNIDA obtendría 78.982 votos (14,85%) y seis diputados, resultando ser yo uno de los elegidos por el pueblo asturiano, y, trascurridos cuatro años, se volverían a celebrar elecciones autonómicas en Asturias, el 28 de mayo de 1995, resultando nuevamente elegido en la misma coalición electoral de IZQUIERDA UNIDA, alcanzando el mayor número de votos desde su creación con 106.538 votos y seis escaños, que representaban el 16,42 % del censo electoral asturiano. Aquellas elecciones darían paso, por primera vez en Asturias, a un gobierno del Partido Popular presidido por Sergio Marqués, porque así lo decidieron el PSOE e IU con su abstención, cuando ambas fuerzas políticas tenían suficiente mayoría absoluta para gobernar.
Así llegamos a la fecha del 18 de abril de 1996, cuando el periodista Iñaki Gabilondo me preguntaba en su programa radiofónico “Las mañanas de la SER”, a raíz de otro de los gravísimos accidentes mortales en las minas asturianas: “¿Por qué destinándose esas cantidades millonarias para la formación de los mineros, se siguen produciendo tantos accidentes mortales en las minas?”. “Pues muy sencillo, Iñaki, porque esas cantidades millonarias de las que hablas no se están empleando para la formación permanente de los mineros en esta materia tan sangrante, como es la seguridad en nuestras minas, sino y principalmente para financiar las burocracias del pandillerismo sindical, así de claro”, le contesté.
Aquellas declaraciones produjeron un verdadero terremoto en todo el país, desencadenándose todo tipo de insultos, amenazas y conjeturas por parte de los máximos dirigentes del pandillerismo sindical, entre las que cabe destacar las del mismísimo secretario general de CC.OO. en su nivel Confederal, el alicantino de Orihuela, exdiputado del PSOE y actual asesor en BANKIA-CAJAMADRID, Antonio Gutierrez Vegara, que llegó a manifestar públicamente en rueda de prensa que “Antón SAAVEDRA, a estas alturas, debería estar ya desautorizado pública y abiertamente por la organización política a la que pertenece, porque yo no entiendo que una persona mínimamente responsable en este país se dedique a lanzar porquerías, infundios e insidias contra el movimiento sindical. Esta persona, deja mucho que desear como diputado regional de IU en Asturias”, sin olvidar, claro está, las de calificarme de “auténtico terrorista”, lanzadas por uno de los estómagos agradecidos del SOMA-UGT, Víctor Fernández Vázquez “CARPANTA”, o las de “franquista”, realizadas por quien fuera uno de los hijos del régimen franquista Antonio González Hevia, a la vez que coincidían ambos pandilleros somáticos y cocosos en que mis declaraciones “formaban parte de una conspiración contra la minería del carbón, con el objeto de liquidar el sector, para lo que, en primer lugar, tienen que atacar y debilitar a los sindicatos”, tal y como si no fueran ellos mismos suficientes cuando aceptaron ser los “secuaces” elegidos por la burguesía española para llevar a cabo la operación de dar muerte al sector del carbón y sus comarcas mineras.
Sin embargo, sería el propio secretario general del SOMA-UGT, VILLA, quien, aprovechando una entrevista radiofónica en el programa “Hoy por hoy” de Radio Asturias, el 22 de abril de 1996, rechazaba con su acostumbrada contundencia babosa mis acusaciones sobre la responsabilidad de los sindicatos en los accidentes mineros, calificándolas como “la agresión más dura y descalificadora contra el movimiento sindical, y serán los tribunales de la justicia los que determinen”, aunque a la fecha de hoy, habiendo transcurrido más de veinte años, no haya tenido ninguna citación judicial para aclarar aquel foco canceroso de la formación que hoy ha degenerado en una metástasis cancerígena extendida por todo el aparato del pandillerismo sindical español.
Por si ello no fuera suficiente, la cúpula de IZQUIERDA UNIDA, coalición por la que me había presentado a las elecciones para la Junta General del Principado de Asturias en representación del PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL HISTÓRICO (PASOC), con el que me mantuve en el grupo mixto hasta el final de la legislatura, haciéndose eco de las “ordenes” somáticas y cocosas, lanzaría un comunicado en el que desautorizaba mis declaraciones, sin ni siquiera haber hablado previamente conmigo, porque, entre otras cuestiones, “siempre hemos defendido y defenderemos el papel fundamental de los sindicatos en la defensa de la seguridad de los mineros”, produciéndose un respuesta por mi parte, expresada en la carta pública que le envié el 21 de abril de 1996 al coordinador general de IU en Asturias, el riojano Gaspar Llamazares Trigo, la cual reproduzco literalmente en sus partes más interesantes: “…A tales efectos, no sólo pido una rectificación pública del comunicado en cuestión, sino que a raíz de los insultos y vejaciones que vengo sufriendo en los distintos medios nacionales y regionales (…) exijo tanto de la presidencia regional como de la federal, un posicionamiento público de rechazo total hacia esas manifestaciones, entre otras cuestiones, porque jamás he sido, ni soy, ni seré nada de eso, ni mucho menos participo de ningún complot para cerrar la minería sino todo lo contrario (…) En todo caso que sean los pandilleros, HEVIA y VILLA, quienes expliquen a los trabajadores y al pueblo asturiano cómo y por qué cerraron el Pozo Santa Bárbara de Turón, aprovechando la tragedia colectiva ocurrida allí, para cambiarlo por la Mina de Lieres (…) De no producirse este pronunciamiento y rectificación públicas, te comunico que con carácter irrevocable abandonaré la coalición, lo cual no significa que abandone la lucha por la justicia social y humana que, desde mi punto de vista, es lo único real que merece la pena ya que ausentarse de la misma equivaldría a la muerte. Y no hay muerte más espantosa que la de los cobardes, que en el momento de decidir tiemblan y retroceden, y la de los incapaces, que no sabiendo trabajar abandonan el taller al enemigo común de todos (…) Es preciso, por lo tanto, afrontar las situaciones cara a cara y, quien no calla ante el despotismo, dice la verdad porque defiende tanto a la razón individual como la popular (…) peor aún es callar cuando es necesario pronunciar una palabra de aliento para denunciar a los impostores y desafiar a los tiranos, especialmente cuando la vida está en juego por el único delito de trabajar…”.
Después de varias reuniones celebradas en el seno de la dirección de IZQUIERDA UNIDA, sin contar en ningún momento con mi participación, ésta emitía un comunicado en la que ponía de manifiesto que “con Antón hay muchas más cosas que nos unen de las que nos separan”, a la vez que ratificaba su apoyo a mi trabajo parlamentario como presidente de la Comisión de Investigación y Seguridad Minera de la Junta General y trataba de poner “paños calientes” con el argumento de que “es necesario tratar el tema detenidamente y buscar el diálogo y soluciones a la divergencia”, pero sin rectificar en ningún momento el comunicado que me había desautorizado públicamente a raíz de mis declaraciones sobre el dinero de la formación que se usaba para la financiación de las cúpulas del pandillerismo sindical, las cuales seguí manteniendo en su integridad, lo que me hizo presentar ante la mesa de la Junta General del Principado de Asturias mi separación como miembro del Grupo Parlamentario de IU de Asturias a partir del 25 de abril de 1996.
Ese mismo día le enviaba otra carta al coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, donde le decía que “con esta carta no pretendo justificar ni ante ti, ni ante nadie, las decisiones que he adoptado, porque han sido tomadas en conciencia y con pleno convencimiento ético y moral (…) Si escuchas atentamente mis declaraciones, las que han motivado la virulenta reacción de los sindicatos, incluidas las anunciadas acciones judiciales, comprobarás que no hay imputación grave de ningún tipo, sino simplemente, mi opinión, creo que ampliamente compartida en muchos sectores de la sociedad asturiana, de que hay una muy cierta complicidad de los sindicatos en la siniestralidad minera, dado que están amordazados por la financiación que reciben a través de vías como los programas de formación en materia de seguridad (…) Lo más doloroso no ha sido, evidentemente, la reacción de energúmenos como Antonio Gutierrez, VILLA O HEVIA, sino la actitud de IU, que sin hacer una mínima labor de comprobación y análisis, me desautoriza. Pero más grave aún es que de los hechos parece desprenderse que no fue siquiera una acción impremeditada de IU, sino una acción “forzada” por los sindicatos y que IU, al parecer muy disciplinadamente, acepta el mensaje de los aparatos sindicales y lo cumple (…) Finalmente, quiero únicamente recordarte que el mejor servicio a la región y a IU es buscar la verdad y limpiar la región de corrupciones. Ese ha sido y debe seguir siendo el patrimonio de la izquierda, salvo que las tentaciones de poder nos hagan olvidar o aparcar nuestras convicciones políticas, éticas y morales. Recuerda que Asturias y los asturianos son más importantes que IU”.
No obstante, lo más sorprendente fue la inmediata convocatoria de una rueda de prensa que dieron los dirigentes de IU, Francisco García Valledor y Rubén Fernández Casar, dejando boquiabiertos a la mayoría de los informadores allí presentes, cuando el susodicho RUBÉN, miembro de la presidencia colegiada de la coalición y responsable de comunicación de la misma – otro “profesional de la política sin oficio y mucho beneficio” que, desde el 13 de junio de 2014, “pace” en los establos del PSOE, después de haber sido la mano derecha de Gaspar Llamazares, primero en el Partido Comunista de Asturias y después en IU, cuando este lideró la coalición a nivel confederal -, alentaba a “los votantes y militantes de IU, a sus vecinos y a los ciudadanos en general, para que me lincharan hasta que modificara mi postura, a la vez que me advertía que tendría enfrente a todas las organizaciones y militantes de IU, que serán beligerantes hasta que entregara el escaño, porque esta decisión era censurable políticamente y esta censura debía demandarse desde la ciudadanía, desde su propio barrio y municipio…”, encontrándose con una respuesta unánime de los habitantes de mi barrio contra las pretensiones de IU , que nunca tuvieron lo que tienen que tener los paisanos para llevar a cabo tan deleznables pretensiones, según se recoge en el reportaje realizado por los periodistas de La Nueva España, el día 26 de abril de 1996, así como dando lugar a una “INICIATIVA POPULAR EN DEFENSA DE LA HONESTIDAD DE ANTON SAAVEDRA” (El Comercio, 27-04-1996) con la recogida de miles de firmas por todo el concejo, destacando las 457 recogidas en los distintos relevos del Pozo Candín de Hunosa, el pozo en dónde permanecía adscrito VILLA.
Finalmente, después de mantenerme firme en mis convicciones políticas y sindicales como diputado del PASOC, elegido en la coalición de IU por una gran parte del pueblo asturiano, estoy en condiciones de poder afirmar con sano orgullo que nunca me sentí más satisfecho de mis actuaciones parlamentarias, al haber sido capaz de participar muy activamente en la solución de graves conflictos laborales enquistados en el tiempo, tales como Duro-Felguera, Naval-Gijón o Mina de Eskar, entre otros, a través de mi participación activa en la lucha sindical de la calle, perfectamente complementada con mi lucha política en el parlamento.
El mes de octubre de 2011 alcanzaba mi jubilación como trabajador de Hunosa, después de haber cotizado a la seguridad social durante el periodo comprendido entre los años 1967 y 2011, dejando muy clara constancia que mi labor parlamentaria siempre la hice compatible con mi trabajo de asesor ejecutivo en la empresa, los únicos ingresos obtenidos en mi vida, ya que las dietas que me pertenecían como diputado siempre fueron ingresadas directamente en la cuenta que IU tenía en CAJASTUR.