Era el 24 de octubre de 2010 cuando daba por finalizada mi vida laboral en HUNOSA, después de cotizar en los topes máximos de la Seguridad Social durante 44 años, desde la categoría de ayudante barrenista hasta la de asesor ejecutivo, aunque realmente, con fecha 1 de febrero de 2000, ya me había acogido con 52 años de edad al régimen de prejubilaciones establecido en el Plan de Hunosa para 1998-2001.
Evidentemente, Asturias ni éramos una isla fuera del sistema neoliberal, ni mucho menos estábamos vacunados contra la crisis y sus consecuencias. Asturias éramos una región periférica alejada de los ejes comerciales del mediterráneo y del norte, y la entrada en el “MERCADÓN EUROPEO”, tal y como ha quedado dicho en otro capítulo, trajo consigo el desmantelamiento del modelo sobre el que se cimentaba la economía de la región asturiana, siempre de acuerdo con las directrices y las imposiciones que se hacían desde el IV Reich: El abandono del carbón como fuente energética, la mal llamada reconversión del sector naval y la industria de bienes de equipo, el abandono de la industria ganadera y agrícola, las posteriores privatizaciones y reducciones de industria siderúrgica y energética quebraron el modelo productivo y económico de nuestra región, y aquel chorreo de dinero, a través de los fondos de cohesión europea, no sirvieron sino para ir amortiguando la brutal destrucción de empleo que las políticas del neoliberalismo PPSOE en aras de aquella “modernización” venían practicando en nuestra región. Por un lado el sistema de PREJUBILACIONES permitió mantener la demanda de consumo sobre la economía, y por otro lado ejercieron un efecto adormidera sobre el movimiento sindical y sus organizaciones, hasta lograr desmovilizarlo y matarlo.
En efecto, Alemania y Francia fueron las mayores beneficiarias de aquella cacareada “modernización” con la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea. Sus empresas se llevaron de nuestro país, si nos atenemos sólo a las cifras oficialmente reconocidas, más del doble de millones de euros de los que España había recibido de Bruselas: 185.000 millones de euros por los 90.000 que recibió España, juntando fondos estructurales y de cohesión. España podría haber creado una gran industria pero la UE lo evitó. De esta manera, el PSOE traicionaba a sus votantes posicionándose antes de ganar contra la Unión Europea y una vez en el gobierno firmando nuestra incorporación a base de engañarnos con subvenciones.
Pero el negocio no acabó ahí, porque los fondos no fueron sino una auténtica inversión estratégica de las potencias europeas. Los fondos se retiraron pero las redes comerciales siguieron funcionando y el negocio creciendo, de tal manera que hasta el 40 por ciento de estos fondos europeos que llegaron a España acabaron en las cajas de las empresas de los países contribuyentes netos, con Alemania y Francia a la cabeza, a través de las infraestructuras que realizaron en España. Un ejemplo evidente es el caso de los trenes de largo recorrido – AVE – ya que son las empresas alemanas y francesas – SIEMENS y ALSTOM – las que se han llevado miles de millones de euros de los fondos comunitarios llegados a España para financiar estas infraestructuras. Es decir, partiendo de que España ha recibido en aquellos “años de éxito” 90.000 millones de euros netos, significa que 36.000 millones de euros han ido a parar directamente a las multinacionales europeas, alemanas y francesas sobre todo.
Por ello, cuando se habla de los exitosos años desde nuestra adhesión como una “historia de éxito”, esa idea de que los países más ricos de la UE han contribuido poco más que altruistamente al desarrollo y modernización de España, aparece cada vez más falsa. La realidad es otra muy distinta: lo que se nos presenta como una política de “ayuda” a los países más atrasados, es realmente una política estatal de las burguesías monopolistas, que por un lado subvencionan a sus propias empresas, por otro financian las infraestructuras para su expansión y ocupación de nuevos mercados, y en tercer lugar invierten en subvencionar la reconversión y el desmantelamiento de aquellos sectores que pueden competir con ello.
Volviendo al tema de mi prejubilación y, siendo verdad que yo también me acogí al mencionado plan – lo hice entre los diez últimos prejubilados, a pesar de tener edad suficiente para haberlo hecho entre los primeros -, no es menos cierto que durante mi trayectoria sindical y política combatí con todas mis fuerzas aquellos “despidos encubiertos” que tenían por objeto llevar a cabo la operación diseñada de “poner fin a las explotaciones de carbón y condenar mortalmente a las comarcas mineras”, hasta el extremo de que no hay uno solo de los mineros de HUNOSA que pueda decir que no estaba informado de lo que estaba ocurriendo, entre otras cuestiones, porque desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. les fue enviada una carta personal a sus domicilios, el 17 de diciembre de 1987, donde se les informaba de las manipulaciones de que estaban siendo objeto por el secretario general del SOMA-UGT y sus secuaces: “… Los compañeros mineros de HUNOSA tienen que tener presentes dos cuestiones fundamentales. Una, la propuesta de la dirección del SOMA-UGT, que significa llevar a cabo los objetivos del actual gobierno, que pasan por la desaparición progresiva de HUNOSA, tal y como ya anunciara el propio Presidente de la Nación, Felipe González, de acuerdo con su política económica al servicio de la Agencia Internacional de la Energía y el Fondo Monetario Internacional, o lo que es lo mismo, la que dicta en cada momento el señor Reagan, y otra, que los mineros tenéis que conocer los verdaderos motivos que han inspirado al representante del partido en el Gobierno, José Ángel Fernández Villa, a convocar su plebiscito, para tratar de justificar la firma que se le impone desde Madrid, como corresponde a esos ‘líderes sindicales’ que reciben las consignas partidistas o gubernamentales fuera de las sedes sindicales y, por supuesto, a espaldas de los trabajadores (…) Que nadie se engañe, las prejubilaciones o ‘despidos encubiertos’ son pan para hoy y hambre para mañana, además de servir para dividirnos y desmovilizarnos en nuestra lucha. En realidad, solo van a servir para que seamos los empresarios de nuestros hijos y nietos, salvo que sigamos echándolos fuera de Asturias, a no se sabe dónde (…) Los mineros tienen la palabra, pero sin olvidar que la historia juzgará implacablemente a aquellos que atenten gravemente contra los intereses de miles de jóvenes que esperan un puesto de trabajo y de aquellas familias que queremos seguir viviendo en las cuencas mineras “.
Pero no solo fueron cartas, manifiestos, artículos diarios en los medios de comunicación y charlas por las distintas localidades mineras, sino las muchas asambleas celebradas en las casas de aseo de los pozos mineros, primero como sindicalista y más tarde como diputado asturiano, de las que recuerdo una celebrada en el Pozo Santiago de Caborana (Aller), con la participación del compañero de CC.OO. , José Manuel Fernández Tuñón “Camarero”, sin lugar a dudas, una de las personas que mejor había entendido la “trampa” de aquel caramelo envenenado que nos hacían tragar en forma de PREJUBILACIONES: “Nosotros, los trabajadores vamos prejubilados, pero no somos más que los empresarios de nuestros hijos, porque aquí los puestos de trabajo no acaban de aparecer por ningún sitio. Por eso, aunque estemos prejubilados, tenemos que seguir en la lucha junto a vosotros, para evitar la hecatombe que se nos viene encima. Si antes hacíamos movidas por una cuestión salarial, no vamos a dejarlas de hacer ahora de manera más contundente por los puestos de trabajo de nuestros hijos, por la supervivencia de nuestras comarcas mineras…”
Sin embargo, a pesar de las peculiares características del sindicalismo minero asturiano en cuanto a instrumento defensivo y ofensivo, su tradición combativa y la estructura económica de Asturias, le hicieron gozar de un poder social que no encuentra correspondencia en ningún otro lugar del estado español, por lo que sus vicios y taras se han revelado más plenamente que en cualquier otro sitio.
La elevada concentración industrial de Asturias, basada en los sectores del carbón y del acero fundamentalmente, organizados en grandes empresas, la mayoría de titularidad pública – con puestos de trabajo de por vida y que se transmitían de padres a hijos -, favorecieron el desarrollo de unos gigantescos aparatos sindicales, con sus cohortes de liberados y una organización modelada según la lógica empresarial, con unos cuadros sindicales, rígidamente disciplinados, que han venido imponiendo su ley en Asturias desde la llamada “transición democrática”.
La región asturiana ha logrado tener en estos años la mayor tasa de afiliación sindical del país: empresas públicas como HUNOSA, con 24.000 trabajadores, han registrado porcentajes de afiliación superiores al 90%. Estas condiciones han permitido la imposición de una política sindical de tipo mafioso, dónde los ascensos de categoría o la liberación sindical no tenía en cuenta la valía profesional o la capacidad de trabajo, sino a la obediencia estricta de las instrucciones emanadas de los órganos sindicales, cuando no de la propia dirección de la empresa, que se corresponden con unos intereses muy concretos, como era cargarse la minería del carbón. El poder se concentró en las élites de funcionarios y dirigentes, auténticos profesionales de la representación sindical, con una preponderancia de las secciones sindicales, como expansión del sindicato en la empresa, sobre los comités de empresa; donde se reducen las asambleas de trabajadores a un mero papel informativo para sancionar lo decidido en las alturas. Las consecuencias se resumen en una desmovilización, insolidaridad y corporativismo que se ajustan como un guante a la mano capitalista que ha promovido esta práctica sindical.
La verdad es que, aunque la palabreja “jubilación” viene de “jubilare”, vocablo latino que significa alegría, yo nunca lo tuve muy claro, porque júbilo por dejar de trabajar solamente lo entendería si el trabajo que realizabas te aplastaba o te aburriera, lo que no era mi caso, porque siempre lo disfruté en su triple faceta sindical, política y laboral. Al respecto, puedo afirmar que nunca estuve tan activo como ahora, en mi nueva vida de jubilado, porque desde un principio procuré planear mi jubilación, fijando nuevos objetivos hacia cosas diferentes, acontecimientos, personas y lugares que me ofrecían posibilidades interminables de disfrute y satisfacción, sin olvidarme, en ningún momento, de mi compromiso con la lucha sindical a la que sigo aportando cuanto puedo de mi persona, pudiendo decir que soy un jubilado activo.
Dice un antiguo refrán que: “En la vida hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro” y, después de haber sido padre de dos hijos – Susana e Iván – y haber plantado más de treinta árboles, entre manzanos, nogales, cerezos, castaños, robles, xabús, acebos y texos, me puse a escribir un libro: “SECUESTRO DEL SOCIALISMO”, publicado en el año 2004 – hoy agotado en las librerías -, al que siguió otro en 2007, titulado “EL HEREDERO DE SURESNES”, en realidad una continuación del anterior, el cual también tuvo una gran acogida en el mercado editorial, hasta que, a raíz del escándalo producido por el que fuera secretario general del SOMA-UGT durante treinta años y auténtico virrey de Asturias, José Ángel Fernández Villa, que produjo la inmediata expulsión del sujeto en cuestión, tanto del PSOE como del SOMA-UGT, publiqué otro libro en el año 2015 bajo el título: “VILLAMOCHO: LA CORRUPCIÓN EN EL SINDICALISMO MINERO”, el cual, cuando me encuentro escribiendo las memorias de MI VIDA, lleva la tercera edición en las librerías.
Paralelamente a mis aficiones de escritor, había comenzado a cursar los estudios de Ciencias Políticas en la UNED, matriculándome en su primer año en sus cinco asignaturas, aprobando tres de ellas, pero en el transcurso del tiempo fui rebajando el listón, optando por presentarme a una o dos asignaturas todos los años, entre otras cuestiones, porque cuando llegaban los exámenes alcanzaba tal grado presión y estrés, que llegué a confundir lo que había elegido como un hobby con una necesidad vital para ganarme el pan diario, hasta el extremo de amenazar mi salud coronaria.
Otro de los aspectos que llenan mis momentos de ocio siguen siendo el deporte y la montaña. Así, todos los días me pego mi caminata de treinta minutos hasta la piscina, donde estoy una hora nadando a mi manera, esto es, sin pensar que estoy preparándome para las competiciones, sino como una necesidad casi obligada para mi corazón, después de haber sufrido varios infartos, anginas de pecho, y la intervención quirúrgica de un bypass aortocoronario.
Ver dos y tres partidos de fútbol a la semana, fundamentalmente del UPLANGREO y Real Madrid o alguno de los juveniles, siguen llenando alguno de los huecos de mi tiempo libre, pero lo que más me ocupa es la lectura y la escritura diaria a través de las redes sociales – también alguna colaboración en la prensa escrita – y de mi blog “EL BLOG DE ANTON SAAVEDRA” en el que voy plasmando los acontecimientos políticos y sindicales del momento, y donde tengo una media de tres mil visitantes diarios.
Uno de los aspectos más importantes desde el principio de mi jubilación fue la recuperación de antiguos amigos, caídos en el olvido durante la actividad sindical, después de haber transcurrido tantos años sin tener aquellas relaciones de la escuela, instituto o de barrio, organizando tertulias y peñas de todo tipo: “Amigos de Lada”, “Amigos del Barrio de La Juécara”, “Peña Gastronómica y Futbolística de Langreo”, “Comida minera del Pozo Santiago”, “Familia Saavedra” “Círculo La Corca”…, y como no, comidas frecuentes por los distintos lugares, aprovechando cualquier evento, hasta el punto de que durante más de un año estuvimos dedicando todos los miércoles a organizar una marcha-visita a todos y cada uno de los rincones mineros de Asturias y León, con la “comida minera” en nuestro programa. Al respecto, debo confesar que, sin alcanzar la categoría de “fartón” o “glotón” – mi padre siempre me enseñó a comer de todo y no dejar nunca nada en el plato, siendo preferible echar dos veces, siempre que haya para todos -, me siento un amante de la cultura gastronómica, del vino y de la sidra, entre otras cuestiones, porque se medita y reflexiona mucho mejor con el estómago lleno, de acuerdo a la frase que se le atribuye a Confucio: “Dejé de comer y beber para meditar”. Sin embargo, debido a que mi compañera Irma – una cocinera que ya la quisieran tener muchos restaurantes de postín – nunca me dejó acercarme a la cocina, también debo de confesar que no sé cocinar más allá de un cordero a la estaca o una calderada de pulpo, entre otras excelencias, dos de mis comidas preferidas.
En otro orden de mis actividades, los viajes siguen ocupando otro apartado de mi jubilación, y todos los años suelo realizar, junto con mi compañera, dos salidas de vacaciones, una fija a la localidad gallega de Vilanova de Arousa, y otra a través del IMSERSO, bien a una zona veraniega o bien a uno de los balnearios del programa termal, donde previamente disfruto preparando el viaje, abarcando desde los museos, monumentos, lugares históricos, folklore, hasta inmiscuirse en el ambiente de la práctica local, sin olvidarme de la gastronomía autóctona, pudiendo afirmar, después de viajar por una gran parte del planeta, que nuestro país tiene una de las mejores cocinas del mundo, tanto por su calidad como por la variedad de sus productos, a la vez que dejando muy claro que no estoy hablando de una cocina nacional, sino de múltiples cocinas regionales influidas en cada caso por la climatología y las formas de vida autóctonas: la fabada, los quesos y la sidra de Asturias; el pulpo y los mariscos de Galicia; el gazpacho de Andalucía; la caldereta y los jamones de Extremadura; la tortilla en cualquier parte del país; la paella valenciana; la escalibada catalana; el cocido madrileño; el bacalao al pil-pil y el marmitako en el País Vasco; las anchoas de Cantabria; los lechazos y cochinillos de Castilla-León, todo ello regado con los vinos de La Rioja, Ribera del Duero o Valdepeñas, conforman algunas muestras de la amplia y rica oferta de esa cocina mencionada, toda ella aderezada con nuestros magníficos aceites de oliva.
En definitiva, que la gran variedad y riqueza de nuestra gastronomía así como el gusto del español por la cultura del plato, el mantel y la botella, hacen que sea muy fácil encontrar, tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas aldeas rurales, un sitio donde comer bien, bueno y barato. Al final, todo dependerá del bolsillo de cada uno, cada vez más mermado, debido a los constantes recortes de las jubilaciones por parte de los gobiernos que siguen las consignas del IV Reich. Precisamente, por eso, por los recortes y otros aspectos laborales sigo inmerso en la lucha, porque ¡¡¡ los pueblos se salvan luchando !!!