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En 1916, Solvay & Cíe., propietaria de las minas de carbón de Lieres, proyectó la perforación de un pozo vertical para alcanzar las capas más profundas del yacimiento, que hasta entonces se había explotado mediante los diversos pisos de la mina de montaña que la sociedad La Fraternidad venía beneficiando desde 1892, y que a partir de 1903 pasaron a pertenecer a la empresa belga.
Corría el año 1892 cuando la Sociedad Especial Minera La Fraternidad comenzaba a explotar los yacimientos carboníferos de Lieres, en el concejo asturiano de Siero, mediante mina de montaña, y sería el año 1903 cuando la empresa belga SOLVAY, dedicada a la producción de sosa bicarbonatada mediante la acción del amoniaco sobre el agua de mar en su planta cántabra de Torrelavega, adquiría los yacimientos aludidos de carbón, necesarios para llevar a cabo su proceso industrial.
En un principio, la zona elegida reunía todas las condiciones que buscaba aquella multinacional produciendo más de un tercio de la producción mundial de la sosa mundial, con una plantilla en torno a los 20.000 trabajadores, como eran la tradición minera, una distancia prudencial respecto a la industriosa cuenca del Nalón y unas comunicaciones, más o menos aceptables. Sin embargo, las instalaciones de La Fraternidad no llenaban las expectativas productivas, ni por supuesto, sociales de SOLVAY por lo que de inmediato se puso en marcha todo un complejo programa con dos elementos principales: por un lado la producción, cuyo exponente fue la profundización de un pozo vertical para la extracción de las excelentes capas de carbón que había en las entrañas de aquellas tierras, con potencias medias de 1,70 metros que alcanzaban en lugares concretos hasta cinco y siete metros; y por el otro, el espacio residencial representando el mejor ejemplo de las viejas prácticas paternalistas de corte centroeuropeo en un restringido espacio minero.
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Pozos Solvay 1 y 2 en el pueblo sierense de Lieres.
En 1916, Solvay & Cíe., propietaria de las minas de carbón de Lieres, proyectó la perforación de un pozo vertical para alcanzar las capas más profundas del yacimiento, que hasta entonces se había explotado mediante los diversos pisos de la mina de montaña que la sociedad La Fraternidad venía beneficiando desde 1892. Para ello se instaló en 1917 sobre el pozo un castillete de acero roblonado de algo más de 15 metros de altura, servido por una máquina de extracción de vapor, de dos tambores y cable plano.
Tras la instalación a comienzos de los años 40 de una nueva máquina de extracción, la de vapor permaneció en su emplazamiento primitivo, pero se modificó sustituyendo sus tambores por uno cilíndrico, como su cable, empleándose como máquina auxiliar, hasta acabar siendo instalada en el Museo de la Minería de El Entrego.
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En 1892 la sociedad La Fraternidad comienza sus labores con Don José Valdés Cavanilles al frente, hijo del famoso botánico D.Antonio José Cavanilles, y con domicilio social en Lieres. Posteriormente sería comprada en 1903 por la sociedad belga con sede en Bruselas Solvay & Cie. Con lo que a partir de este momento la parroquia de Lieres va a sufrir una transformación tanto económica como social que durará todo el siglo XX y que influirá en su población de manera decisiva.
Ya en 1942 se comenzó a proyectar la instalación de un nuevo castillete, de 25 metros, que sustituyese al anterior, mediante una estructura inédita en Asturias: Las cuatro patas de apoyo son de acero, con guionaje de madera, mientras que los tornapuntas son de hormigón armado. También hubo de construirse una nueva casa de máquinas, siendo la máquina de extracción elegida una eléctrica sistema Koepe con motor de c.c. de 365 Kw alimentado por un convertidor Ward-Leonard y, entre los años 1950 y 1952, tendría lugar la profundización de un nuevo pozo, el nº 2, que estaba comunicado con el nº 1 por todas sus plantas, siendo ambos, con sus 780 metros de profundidad, los más profundos de Asturias.
Como ha quedado dicho, la segunda preocupación de Solvay tras su asentamiento en Lieres fue la referida al espacio residencial, comenzando la construcción de viviendas, primero las de los obreros en los llamados cuarteles hasta un número de 108 viviendas, de las que algunas fueron ocupadas por los empleados, hasta que al poco tiempo se inauguraron las seis casas destinadas expresamente a ellos, y algo más tarde las del cuartel de la guardia civil. Los servicios escolares y el círculo recreativo se instalaron en un principio en locales alquilados, trasladándose en torno a 1920 a un tercer cuartel construido, donde ocuparon, respectivamente, tres casas, para pasar más tarde, ya en los años cincuenta, a inmuebles construidos a propósito en el nuevo barrio de La Pedrera.
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Las viviendas de Lieres, que se comienzan a construir en 1905, aunque no tenían aseos dentro de las viviendas, pero sí un retrete por inquilino, situado dentro de unas casetas de ladrillo delante del edificio, en el huerto. Estas casetas estaban subdivididas por familia, y cada una de ellas disponía de una letrina, que comunicaba con una fosa séptica que depuraba los residuos antes de arrojarlos al arroyo Campiello. También guardaban en estas casetas las herramientas para el huerto.
Tanto en el poblado de Campiello para los obreros como en el de La Pedrera para empleados, unos y otros contaban con parcelas de huerto unifamiliares que permitían autoabastecerse de una parte de los alimentos y compensar así los moderados salarios de la época, no mejores en Lieres que en otras minas asturianas. El barrio más antiguo de Campiello contó, desde que se inauguró el servicio eléctrico, con alumbrado público, y más tarde doméstico. Varias fuentes construidas en la zona de los cuarteles ofrecían un servicio cómodo en el abastecimiento de agua, si bien las casas de empleados, lo mismo que el recinto industrial, dispusieron desde un principio de agua corriente y lavadero particular, en tanto que las mujeres de los obreros debían lavar su ropa en los arroyos de la Riega de las Cabras, hasta que en 1958 Solvay y el Ayuntamiento de Siero construyeron el lavadero público de Gato.
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Bonnardeaux, ingeniero de Solvay, se encargó de realizar los trabajos de cambio de emplazamiento desde La Vega de Campiello, su lugar original, a las proximidades de los cuarteles que están en la carretera de Lieres a La Cruz en 1942. La portada principal y el pórtico del lado sur son de estilo románico. El lateral derecho de la nave tiene una imagen de Santa Bárbara que lo preside, ya que es la patrona de la minería, y la empresa belga Solvay tiene un componente minero importante . Otro detalle es que la portada, de estilo gótico, es una réplica del templo de Saint Adrien sito en Bélgica.
Más de lo mismo ocurría dentro de la misma distinción jerárquica a la hora de construir los aseos en las viviendas. Así, mientras los empleados situados en el vértice de la plantilla disponía de un cuarto de baño completo en sus viviendas, los cuarteles de los mineros, si bien contaban con un retrete por familia, éste se hallaba localizado fuera de las casas, en unas casetas de ladrillo emplazadas en el terreno verde que precedía a la calle de acceso y las fachadas de los cuarteles. Y allí, entre la plaza del pozo y las viviendas de los mineros, sería construido el Santuario de la Virgen de la Salud de Lieres que la empresa belga mandó construir en 1943 para sus trabajadores, siendo su propio director, el ingeniero Hipólito Bonnardeaux, el autor del proyecto que, por cierto, sería financiado con “una módica cantidad de carbón” extraída de la mina de Solvay.
Esta relación entre la religión y la clase trabajadora, ya se venía practicando en Bélgica desde 1867, casi en paralelo a la fundación de la primera fábrica de Solvay en Couillet, el año 1865, logrando avances en los descansos dominicales, reducción de la jornada laboral, o el pago del salario en especies total o parcialmente, a gusto del trabajador. No obstante, este paternalismo emergente comenzaría a conocerse a la luz del socialismo utópico que despuntaba en las dos potencias industriales de Europa – Gran Bretaña y Francia – durante el segundo tercio del siglo pasado. Concretamente en Bélgica, en cuya capital vivió Carlos Marx unos años, prenderían con fuerza las tesis saintsimonianas y fourieristas entre los reformadores sociales que, a diferencia de quienes interpretaron la revolución del 1848 como un fermento subversivo y peligroso, leían en ella un sentimiento unánime de justicia y reforma social. No obstante, el proteccionismo de los primeros empresarios para con sus trabajadores discrepa del socialismo pionero en la categoría fundamental, la colectivización de los bienes de producción y servicios sociales, tales como la vivienda, los comedores o las escuelas entre cada comunidad obrera. Pero, pese a ello, la dotación de estas conquistas sociales que acompañaron a las empresas modelo utópicas constituyeron una práctica aislada del proyecto global de la que se apropiaron los patronos paternalistas.
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Entre los edificios de mayor rango, aparte del chalé del director (1905), están las viviendas del médico y del ingeniero en chalés pareados, y finalmente las viviendas para empleados en cuatro casas adosadas…
En cualquier caso, el paternalismo empresarial jugó a una doble moral. Aspiró a presentar sus logros como una actitud desinteresada, propia del filántropo laico o del benefactor religioso, pero ocultando tras el aparente bienestar del obrero la tranquilidad del empresario, tanto por efecto de la neutralización de las reivindicaciones laborales de sus trabajadores como por el incremento productivo a que tales medidas protectoras conducían. Instalada la compañía belga en Lieres, entre 1903 y 1910, comenzó a extenderse entre los mineros de la cuenca central asturiana su buena fama como patronal, con un buen trato humano, laboral y social concedido a su personal, que contaba con viviendas de la empresa, servicio médico, escuelas y círculo de recreo, pero el ingreso en su plantilla resultaba difícil, por la rigurosa selección de conducta y capacidad profesional a que se sometía a los aspirantes, hasta el extremo de que, habiendo llegado el 18 de julio de 1957, el gobierno de Franco concedía a la firma Solvay el título de Empresa Ejemplar, después de la petición solicitada por el mismísimo comité de empresa, que subrayaba como valores de la empresa belga los “esfuerzos desarrollados desde hacía 50 años en el aspecto de obras sociales”. Ya en 1962, cuando los mineros asturianos eran el fundamental referente de la capacidad de resistencia popular a los largo de los años sesenta, progresivamente acompañada de la acción de cada vez más numerosas vanguardias de obreros de las zonas industriales contra la dictadura franquista, nuevamente era distinguida la firma Solvay por el Instituto Nacional de Previsión, esta vez como Empresa Modelo en Seguridad Social. Era el fruto de una labor proteccionista sostenida durante más de medio siglo, ahora reconocida por un régimen político especialmente proclive también a las prácticas paternalistas y populistas. Eso sí, en Solvay, las viviendas debían de ser abandonadas por los trabajadores cuando fallecían o les llegaba la hora de jubilarse o pensionarse, con la excepción de sus “empleados” que, además de disponer de vivienda, suministro de agua y luz gratuitos, sus viudas podían permanecer en las casas hasta que lo estimaran oportuno.
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Cuarteles del Poblado Minero de Solvay para viviendas de los trabajadores
El ocio de los trabajadores, piedra angular, junto con la educación escolar y religiosa, del fomento de conductas pacíficas y acríticas por parte del patrón, no faltó tampoco en la mina de Solvay en Lieres, estableciendo para ello la creación de centros sociales donde controlar el ocio y la ideología de sus productores, los cuales no funcionaban sino como verdaderos instrumentos de adiestramiento y tutela, complementario de los ejercidos desde las escuelas con los hijos de los trabajadores, futuros productores. El círculo recreativo, integrado por café y cine, ocupó primero un local alquilado, trasladándose posteriormente a uno de los cuarteles y posteriormente, a partir de 1954, al nuevo edificio edificado a propósito en el poblado de La Pedrera. La instalación de un café de la empresa pretendía evitar que el personal acudiera a las tabernas de los alrededores, y sobre todo controlar su consumo de alcohol, junto con la visita a los prostíbulos considerados los principales enemigos del empresario, en cuanto que mermaban la capacidad productiva del obrero. Sin embargo sería el cine instalado en el centro social el que triunfaría en la programación de tiempo libre de los trabajadores y sus familias. Por si faltaba algo, la empresa conseguiría del Ministerio de la Gobernación su propia dotación fija del cuerpo de guardia civil que acabara con la dependencia del destacamento asentado en el pueblo sierense de Carbayín, construyendo para él una casa cuartel en el barrio de La Pedrera.
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Línea situada en Lieres dispuso de una vía de 600 mm. uniendo la Mina del Pielgón con la de Campiello, enlazando las instalaciones desde el depósito de Lieres con las de Rianes mediante vía métrica hasta la línea del ferrocarril de Oviedo a Llanes. (Locomotora Solvay núm-2)
Uno de los problemas más importantes que tenían las minas de La Fraternidad fue la ausencia de una vía de comunicación para evacuar su producción hullera a los centros de consumo, aunque las expectativas de solucionar la situación eran óptimas, ya que, por un lado, la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias estaba construyendo una línea desde Oviedo hasta Llanes con el Cantábrico y, así, llegar hasta Santander, y otro el de la “línea trazada” de la Compañía de los Ferrocarriles de San Martín-Lieres-Gijón-Musel, proyecto que nunca llegó a realizarse, debido al agotamiento económico en las inversiones, sin que la línea de Económicos continuare avanzando a buen ritmo hacia Llanes por lo que Solvay, viendo cómo se acercaba la hora de abrir la fábrica de Torrelavega, para cuyo funcionamiento necesitaba del carbón de Lieres, iniciaba los trámites para comunicar las minas con la estación de Económicos que llegaba a Llanes en el año 1905, para enlazar con Santander, de tal manera que Solvay dejaba resuelto el problema de su factoría de Torrelavega con el abastecimiento de sal procedente de Cabezón de la Sal y del carbón de Asturias, por la misma línea férrea.
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Pozo Siero de Hunosa.
En 1973 la multinacional SOLVAY & CÍA daría entrada en su negocio hullera al empresario minero González y Díez, propietario de las minas de Antracitas de Tineo, pasando a controlar éste el 51 por ciento del accionariado en la empresa que pasaría a llamarse Minas de Lieres (MILSA), pero en 1986, adelantándose a la crisis generada por la integración de España en la Comunidad Económica Europea, decide apostar por las empresas de Torrelavega y Suria en Cataluña, vendiendo simbólicamente su participación en Minas de Lieres a González y Diez, quedando éste como único accionista y propietario del pozo. Por aquel entonces, concretamente en el año 1975, Solvay ya había apostado por el fuel-oil y el petróleo para sustituir al carbón en su planta de Torrelavega.
Sería el año 1994, cuando después de unas muy oscuras negociaciones entre el gobierno felipista del PSOE y sus pandilleros somáticos, se acepta la integración de Minas de Lieres en Hunosa a cambio del cierre del Pozo Santa Bárbara de Turón, quedando las instalaciones rebautizadas como “Pozo Siero” en un proceso, todo él preñado de corrupciones y burlas a las exigencias que venían desde Bruselas y que se materializaron con el cierre del pozo en diciembre de 2001 ante la casi indiferencia social por la explotación y más aún por las amenazas que se cernían sobre el patrimonio. Ante la negligencia de los famas, que hicieron papel mojado de la Ley de Patrimonio, y ante el silencio cómplice de los cronopios que en otras ocasiones habían dedicado sus sensibilidades a las minas de Lieres, la centenaria plaza del histórico pozo fue arrasada, dejando sólo los dos castilletes como mudos y descontextualizados testigos.
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¡¡¡ la destrucción !!!
A la fecha de hoy, la herida abierta por el desmantelamiento de la explotación de Solvay en enero de 2001 aún no ha dejado de sangrar en una parroquia que, desde entonces no hace más que perder población, a pesar de ser uno de los pueblos mejor comunicados de la región asturiana, pero la triste realidad que desde esa fatídica fecha fueron todo palabras y falsas promesas en torno a una parcela de 70.000 metros cuadrados, de los que 50.000 son aprovechables como suelo industrial, según el plan aprobado por el ayuntamiento de Siero.
Es decir, que después de tanta Fraternidad para industrializar este país, dejando atrás un montón de viudas, huérfanos y lisiados de los accidentes mineros, amén de las escombreras y los territorios hundidos por los efectos de las explotaciones mineros, tampoco la Salud se ha hecho mucho de notar, a pesar de todos los esfuerzos de la iglesia y sus feligreses por hacer de la virgen su milagrosa salvadora.
ANTON SAAVEDRA
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