Después de catorce meses y once recursos, el exvirrey de Asturias se presentaba en los juzgados para prestar declaración de las tropelías económicas que le reclamaban sus antiguos compañeros del SOMA-FITAG-UGT, no sin que previamente hubiese sido amenazado por la magistrada encargada de la instrucción judicial de su detención para el caso de que no acudiese a prestar la declaración requerida. Así, con fecha 3 de marzo de 2017, despojado de la púrpura sindical y sin la acostumbrada guardia pretoriana que le cubrían sus espaldas en los mítines y las barricadas televisadas, con barba de cuatro días y apoyado en un bastón; con su compañera María Jesús, apoyada en otro bastón; y su letrada, Ana García Boto, repartiendo “maletinazos” contra los periodistas que esperaban agolpados en las puertas del juzgado, hacía su entrada triunfal en los Juzgados de Oviedo el exsecretario general y sucesor de Manuel Llaneza en el SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa.
Dos horas de comparecencia para responder exclusivamente a las preguntas de su letrada, en un formato perfectamente “cocinado” y, cuando casi todos pensaban que Villa era una especie de la reencarnación del enfermo imaginario de Moliére, va y nos demuestra que se trataba de un enfermo muy consciente que había estado explotando su padecimiento en el desarrollo de todo un melodrama televisado para que nos olvidásemos de él. Dos horas para concluir con una afirmación: “No me llevé el dinero del SOMA, mis bolsos siguen siendo de cristal”.
De esa manera, el “capofamiglia” Villa descargaba toda responsabilidad ante cualquier posible ilegalidad en quienes antes eran sus “consiglieris”, tratando de querer hacernos ver que solo le preocupa el juicio de la historia a la vez que confesaba estar escribiendo su autobiografía, aunque reconociendo no estar en “las mejores condiciones para terminar el libro”. Desde mi punto de vista sería el mejor servicio que le podría hacer a la región asturiana, después de haberse prestado a dejarla en la más de las paupérrimas miserias, porque sabríamos con todo lujo de detalles todos y cada uno de los personajes que embolsaron las “mordidas” millonarias de los Fondos Mineros, pero mucho me temo que nunca veremos escrita esa autobiografía, entre otras cuestiones porque Villa ya no tiene a nadie quien le escriba los artículos que él mismo firmaba para la prensa, ni mucho menos quien le escriba un libro.
Es verdad que existe mucho “rastrero limaco” que todavía teme por sus zarpazos. Me refiero a esos “estómagos agradecidos” que todo se lo deben, política y económicamente hablando, casos concretos del mismísimo presidente del gobierno asturiano Javier Fernández; por no hablar del exalcalde de Gijón y expresidente del gobierno asturiano Vicente Alvarez Areces; el exconsejero de Industria, Graciano Torre; o el mismísimo expresidente de Cajastur, Manuel Menéndez, pero no es menos cierto que, tal y como él mismo declararía ante la jueza, “nadie tuvo cojones a llamarme la atención, aunque razones tenían”, y ahora ni siquiera le llaman por teléfono. Ni siquiera quienes le endiosaron hasta atribuirle poderes divinos le conceden ahora el menor mérito. Villa no es más que un “apestado social”, acorralado por la justicia y abandonado por todos aquellos que le seguían sin preguntar, salvo sus “consigieris” Pedro Castillejo Partido y José Antonio Postigo, motivados ambos por tener que saldar también sus tropelías económicas ante los tribunales de la Justicia.
En cualquier caso, calderilla somática aparte, las verdaderas cuentas pendientes entre Villa y Asturias van mucho más allá del origen fraudulento de su fortuna porque, vuelvo a reiterar, quedan pendientes por saldar el destino de los multimillonarios fondos mineros, unos robados y otros despilfarrados, como tendremos ocasión de ver muy prontamente con el gran desfalco millonario cometido en la construcción del geriátrico del Montepío de la Minería Asturiana en la localidad asturiana de Felechosa.
El caso es que aquel enfermo, después de recordar en su comparecencia que sufría de la próstata y de demencia, que padecía de la espalda con el riesgo de quedarse parapléjico y no sé cuántas milongas más, comenzaba a defenderse, a la vez que se lamentaba ante la magistrada del trato que en sus circunstancias estaba recibiendo, entre otras ser objeto de acusaciones injustas y que se estaba vulnerando la protección de sus datos…
Las respuestas del somático exvirrey de Asturias a las preguntas que le hacía la letrada encargada de preparar el guión de la tragicomedia villamochesca ante los tribunales, tal y como se puede leer en la transcripción literal publicada por el diario El Comercio con fecha 5 de marzo, cuando le pregunta a su cliente por las veces que había estado en su casa para preparar la declaración y éste contesta que tuvo miedo que se quedara a vivir allí por la cantidad de días y horas que se pasaba en ella, nos hace pensar que ambos estuvieran preparando un folletín teatral con el objetivo de seguir mareando la perdíz para tratar de demostrar la absoluta irresponsabilidad de los actos realizados en el pasado y su incapacidad en el presente, en lugar de estar destinado a lograr la risa y el llanto.
Continuando con el interrogatorio “cocinado” en casa del sujeto, resulta hasta grotesco leer cuando ésta le pregunta a su cliente por los años en que había sido secretario general del SOMA, y éste le responde dubitativo “¿setenta?”. Es decir, este comediante había nacido en 1943 siendo ya secretario general del SOMA, dejando el cargo en 2013, lo que suman los setenta años de su respuesta, aunque más grotesco resultaba la respuesta a la pregunta de cuándo había empezado a trabajar, contestando que había empezado en el año 1950, esto es a la edad de siete años, si bien en otro momento aseguraba que “a los catorce años había empezado a trabajar”. Desde mi punto de vista, estas “equivocaciones” no tenían más que un objetivo: corroborar el tristemente famoso “síndrome confusional” que se le había diagnosticado en el HUCA, para evitarle tener que comparecer ante los tribunales de la justicia hasta que el catedrático gallego especialista en materia de demencias, Alfredo Robles Bayón, lo consideró apto para el interrogatorio. ¡¡¡Y vaya si lo estaba, llegando a pegar hasta sus conocidos puñetazos encima de la mesa!!!
Al hilo del encabezamiento que titula el capítulo, una vez más quedaban establecidas las diferencias entre les “llocures” del “saavedrismo” y la sensatez del “villismo”, tal y como se había establecido muy interesadamente con el objetivo de desprestigiar las políticas de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. en torno a la política minera que se defendía por aquel entonces, resultando muy difícil que un demente admita esta realidad con la naturalidad que lo hace Villa, dejando muy claro que lo suyo, al contrario de lo de Argán, el personaje de la comedia francesa, no es hipocondría sino sentido de la conveniencia para no devolver el dinero robado y, sobre todo, evitar el alojamiento en la cárcel de Villabona.
Por ello, sería muy conveniente que, tal y como ha hecho el “saavedrismo”, publicando todas sus ingresos durante la actividad sindical y política, a la vez que autorizando por escrito a cualquier ciudadano a investigar todas sus cuentas bancarias en España y en cualquier país del mundo, el “villismo” hiciese lo propio con las suyas. De esa manera sabríamos fehacientemente de todos sus ingresos y “mordidas”. ¿Por qué si sus bolsos son de cristal, tiene tanto miedo a hacer pública su declaración de Hacienda, tal y como hago yo?
Digámoslo más claro, estableciendo las radicales diferencias entre el “saavedrismo” y el “villismo” a la hora de comprender el funcionamiento del sindicalismo minero en nuestro país. Mientras el “saavedrismo”, con sus errores y aciertos, siempre permaneció en la trinchera de los trabajadores en su lucha permanente contra la opresión de los patronos y los gobiernos de turno, el “villismo” actuaba al servicio más descarado de la patronal y los gobiernos para oprimir y exprimir a los trabajadores, incluso a los propios afiliados somáticos, hasta causar la muerte del sector minero asturiano y sus comarcas, donde su máximo representante, José Ángel Fernández Villa, pasará a la historia del movimiento obrero como “el enterrador”, sin olvidarnos, claro está, de la costosísima factura pagada, no sólo en gastos personales del personaje, tal y como han quedado detallados con todo lujo de detalles en los distintos medios de comunicación. Que también. Sino, sobre todo, por el precio tan injustamente pagado por una región, como Asturias, sometida durante más de 30 años a los designios y caprichos de un cacique consentido, mentiroso, chapucero y ladrón hasta dejar transformadas sus comarcas mineras en auténticos parajes lunares.
Pero, no sólo se trataba de fumar habanos Cohíbas y Montecristos a cuenta del sindicato, o de cargar el kilometraje de lo viajes, aunque el Mitsubishi Montero y el AudiA4 eran propiedad del SOMA, porque el sujeto en cuestión pasaba de forma continua los gastos de comida, gasolina, kilometraje, ropa, perfumes, flores, galletas, limones, yogures, películas de cine, libros de fútbol, belleza y salud, bolígrafos, entre otros muchos productos, hasta sumar 3.000 euros de gastos mensuales en su tarjeta Visa Oro. Incluso llegó a pasar gastos de viaje por triplicado entre Asturias y Madrid. En cierta ocasión, con ocasión de un Comité Federal de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. celebrado en Madrid, de la que yo era su secretario general, comprobé que Villa había pasado en su nota gastos abonados por la organización, el kilometraje desde Asturias en el coche propiedad del SOMA. Aquel día había coincidido con una de las reuniones semanales de la comisión ejecutiva federal del PSOE, de la que él formaba parte y, cuál sería mi sorpresa cuando me entero que también había percibido los mismos gastos por parte de la tesorería del PSOE. Por simple curiosidad, y después de hacer las correspondientes averiguaciones en Asturias, me confirman que también había pasado la misma nota de gastos al SOMA. Es decir, había percibido lo que se puede titular 3 por 1. ¡¡¡ He ahí otra de las diferencias entre el “villismo” y el “saavedrismo”, al que jamás se le podrá acusar de haber pasado ni siquiera los gastos de un simple bocadillo fuera de la actividad sindical o política, y menos haber pasado gastos a cuenta de tarjetas bancarias como lo hacía el “villismo” con sus Visas Oro y American Express o Mastercard, por la sencilla razón de que nadie tenía tarjetas en el Comité Ejecutivo de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. (1978-1988) !!!
Toda esta información y mucho más de los gastos que Villa y sus “consiglieris”, Pedro Castillejo y José Antonio Postigo, realizaban con cargo al sindicato y sus “chiringuitos”, no vienen sino a confirmar el funcionamiento de un sindicato que, a lo largo de su larga trayectoria de treinta años bajo el mando férreo del “fhurer” Villa, no se ha caracterizado por el rigor ni mucho menos por un mínimo atisbo de lo podríamos llamar democracia interna. ¿Alguien se puede imaginar qué hubiera ocurrido en esta región si, en vez de saltar públicamente el escándalo del Villamocho, se hubiera muerto este personaje? Pues, lisa y llanamente, que sería el día de hoy en que todavía estaríamos asistiendo a la colocación de placas y monolitos con su nombre en las calles y plazas de cualquier rincón del territorio como uno de los prohombres de nuestra región asturiana, todas ellas con los discursos inaugurales de los personajes que le “doraban la píldora” y que, a pesar de deberle su carrera política y, muchos de ellos y ellas, la profesional, ahora ni siquiera tienen la dignidad de llamarle por teléfono. Vamos, que ni lo conocen.
Más claro todavía. Que aquellos que compartieron tareas de dirección, ensalzando e instrumentaron las decisiones de su “capofamiglia” Villa, sean ahora los que encabecen la revisión de la época, caso concreto del eterno “exconsiglieri” en las tareas de tesorería durante 23 años, Aquilino Ronderos, por no hablar del mismísimo actual secretario general somático, en su día lugarteniente del “capofamiglia”, resulta, cuando menos, un ejercicio de hipocresía y ciencia ficción al querer hacernos creer que el SOMA-FITAG-UGT era una institución transparente, con un solo y aislado defecto: las prácticas corruptas de su omnímodo jefe. Quiero decir y pregunto públicamente: ¿De verdad que no hubo ningún otro dirigente somatico, al margen de los “caídos”, Castillejo y Postigo, que se hayan beneficiado igualmente del propio sindicato?
Lo más sorprendente de esta tragicomedia villamochesca, es el cambio radical en la estrategia diseñada por la letrada defensora del millonario exvirrey de Asturias, quien después de un largo año tratando de evitar la comparecencia del sujeto, de repente pasaba al extremo radicalmente opuesto, solicitando que volviera a declarar, pidiendo la realización de pruebas de todo tipo, incluidas las actas de Hunosa, así como la comparecencia de treinta y cinco “exconsiglieris” somáticos como testigos, todo con el objetivo de retardar lo máximo el alojamiento de su cliente en la cárcel de Villabona.
Sin embargo, la magistrada Simonet Quelle Coto, harta ya de tanta maniobra dilatoria, no estaba dispuesta a consentir por más tiempo la instrucción de la querella interpuesta por el SOMA-FITAG-UGT contra su exsecretario general, José Ángel Fernández Villa, y el exsecretario de INFIDE, su “exconsiglieri” Pedro Castillejo Partido, rechazaba en un auto fechado el 13 de marzo una por una todas las pruebas solicitadas por “impertinentes” y “dilatorias”, cargando a la cartera millonaria del “capofamiglia” Villa los costes judiciales de los catorce recursos presentados en el Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo.
Así llegamos a la fecha del 12 de abril cuando la magistrada daba por cerrada la instrucción contra el “capofamiglia” Villa y su “consiglieri” Castillejo, concluyendo que ambos pudieron haber cometido un presunto delito continuado de apropiación indebida. En concreto, la jueza considera que Villa se apropió de 434.158 euros del sindicato y Castillejo de 119.434 euros. Esta cifra se corresponde a las cantidades que Villa ingresó “entre 1989 y 2012, cuando ostentaba la máxima capacidad de toma de decisiones y representación legal del sindicato, asumiendo la dirección y el control de los medios humanos y económicos y efectuando acciones encaminadas a desviar fondos del sindicato a su patrimonio personal”. En el auto, la magistrada expone los hechos que considera probados, tales como el destino de las dietas de los miembros del SOMA en el comité intercentros de Hunosa, cuando la empresa pública minera pagaba esas dietas mediante cheques nominales entre 1989 y 2001, pero “pese a ser conocedor de que los mismos pertenecían al sindicato, los incorporaba a su patrimonio personal en su totalidad”.
Y, por fín, llegamos a la fecha del 19 de abril de 2017, cuando, siete días después de que la jueza instructora del “caso Villa”, Simonet Quelle Coto, cerrara la instrucción sería la Fiscalía quien presentaba su escrito de acusaciones, pidiendo cinco años de cárcel para José Ángel Fernández Villa por haberse apropiado de 434.158 euros del sindicato minero, a la vez que pedía también tres años de prisión para Pedro Castillejo Partido, por apropiación de otras 119.434, 74 euros de la fundación somática de INFIDE. Posteriormente, el propio SOMA, como parte acusadora, elevaba la pena a seis años de cárcel para Villa y cinco para Castillejo por apropiación indebida. Al respecto, ver a Villa sentado en el banquillo de los acusados por actuaciones realizadas cuando era el todopoderoso secretario general somático resulta una imagen onírica, totalmente irreal, no tanto por su comportamiento como líder sindical, sino que se produzca la querella,la instrucción judicial y la vista oral, por iniciativa de sus propios compañeros y gobernando el mismo PSOE que tuvo a sus pies. Dicho de otra manera, tal como dejó escrito el columnista Juan Neira en sus páginas del diario El Comercio: “Villa en el banquillo debería ser el símbolo más claro de un cambio político en la región y, sin embargo, toda la peripecia judicial se da con el PSOE en el poder, estando de presidente del gobierno un político que fue estrecho colaborador suyo”.
La penúltima escena de la tragicomedia villamochesca tendría lugar con fecha 10 de mayo del presente año, cuando la magistrada instructora del “caso Villa” decretaba el auto de apertura de juicio oral contra los dos sujetos mencionados para ser juzgados en la Audiencia Provincial de Oviedo, dándoles una semana de plazo para que depositen una fianza de 450.000 euros para Villa y 119.434 euros para Castillejo, advirtiéndoles de que serán embargados sus bienes para el caso de que no atendieran su requerimiento en un plazo máximo de 24 horas desde la notificación, apareciendo la cantidad correspondiente a Villa en una cuenta que éste sujeto tenía “olvidada” en el Banco Sabadell. Dice su esposa María Jesús Iglesias que José Ángel no se acuerda de nada y que las “cartillas del banco están en el sindicato: ahora estamos empezando a ordenar todas estas cuestiones con el asesor. José Ángel no se acuerda de nada”. ¡¡¡Manda güevos!!!
ANTON SAAVEDRA