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PACO ROBLES: EL NIÑO VASCO DE MANSILLA DE LAS MULAS

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Buenas tardes, compañeras y compañeros, amigas y amigos, y gracias por vuestra asistencia.

El libro que hoy presentamos tiene como principal finalidad el reconocimiento y homenaje a todos los niños y niñas que padecieron los horrores de aquella incívica guerra por la sublevación fascista de julio de 1936 contra la legalidad de la II REPÚBLICA ESPAÑOLA, y nada mejor que contar en este acto con la presencia y la palabra de PACO ROBLES, uno de aquellos niños que sufrió las trágicas consecuencias, tan magistralmente descritas por el compañero MIGUEL ANGEL en su libro “PACO ROBLES: EL NIÑO VASCO DE MANSILLA DE LAS MULAS.

Gracias, MIGUEL ANGEL, y gracias, muchas gracias, compañero PACO, por hacernos disfrutar de tú presencia y de tu palabra hoy, aquí, en este rincón de la cuenca minera asturiana.

En efecto, han transcurrido exactamente once años desde la promulgación de la Ley de Memoria Histórica en España y decenas de miles de  familias se ven impedidas de la VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN por la muralla administrativa que se sigue padeciendo en nuestro país. Por ello, la recuperación de esa parte de nuestra historia forma parte de una de las actividades de nuestra Asociación ENCUENTROS.

Nuestra asociación, poco a poco, está rescatando historias humanas y sociales ocultadas por el silencio y la insensibilidad de las instituciones, por los herederos del franquismo y de la jerarquía de la iglesia católica que durante cuarenta años de dictadura unidos a los pactos de la transición pretenden sepultarla.

El libro que hoy presentamos trata de las vivencias de un hombre de 92 años, cuya niñez fue arrancada por una violencia y crueldad que parece una página más de la Historia, una guerra fruto de un alzamiento militar, y como que al nombrarlo queda ahí, un acontecimiento histórico, un hecho desgraciado, o los adjetivos que queramos poner, pero el libro de MIGUEL ANGEL también pretende hacer una llamada a la reflexión para quienes no se preocupan por las modernas masacres aéreas en los distintos países del mundo, como SIRIA, GAZA, LIBIA o YUGOSLAVIA.

PACO ROBLES pertenece a esa generación marcada, cuyas personas, después de perder sus viviendas y todas sus propiedades, el avance de las tropas franquistas y el miedo a perder a sus hijos sepultados bajo los escombros de los bombardeos fascistas, les obligó a abandonar sus hogares y enviar a sus hijos a países de acogida, a separarse, en algunos casos, padres, hermanos e hijos, y en bastantes ocasiones a no retornar a su tierra, porque en el caso de hacerlo podían ser ejecutados, por los falangistas, militares y otras gentes de régimen de Franco. Así que emprendieron un largo y doloroso exilio que les llevó a distribuirse por todo Francia, Belgica, Inglaterra, México, Venezuela, la URSS y otros países.

Efectivamente, la guerra civil española había comenzado el 18 de julio de 1936 con el golpe de Estado encabezado por el general Francisco Franco contra el gobierno republicano, y pocos meses después, el el 21 de mayo de 1937, casi 4.000 niños del País Vasco, entre los que se encontraba nuestro personaje, partían desde el puerto de Santurce en el trasatlántico HABANA, con capacidad para 400 personas, con destino a Southampton, en Inglaterra, como refugiados, siendo repartidos por decenas de colonias distribuidas a lo largo y ancho del Reino Unido.

México, Francia, Bélgica y la Unión Soviética ya habían recibido refugiados que huían del hambre y la violencia, pero, hasta entonces, el gobierno británico los había rechazado bajo el argumento de que ese gesto iría en contra del pacto de no intervención en la guerra española que habían firmado las principales potencias europeas, pero el 26 de abril tendría lugar un acontecimiento que cambiaría el modo en que la guerra en España era percibida desde el exterior, que llevaría al gobierno británico a variar ligeramente sus posiciones cuando se produce el bombardeo de Guernica.

El hecho de que una fuerza aérea bombardeara premeditadamente un objetivo no militar afectó a la opinión pública británica de tal manera que el gobierno se vio obligado a reconsiderar su postura no intervencionista. Por ello, y a pesar de su firme oposición inicial a aceptar refugiados, finalmente aprobó una limitada evacuación de niños vascos con la condición de que no se utilizara ningún tipo de fondos o recursos públicos para la manutención de la operación, siendo esta organizada por grupos tan diversos como los sindicatos de mineros de la N.U.M., los cuáqueros y otros comités de ayuda.

Los aviones alemanes de la Legión Cóndor nazi con la ayuda de las tropas italianas fascistas de Mussolini, al servicio del ejército franquista, arrasaron la ciudad, de unos 5.000 habitantes, un lugar emblemático para la cultura y la política vascas. Aquel ataque había dejado cientos de muertos y muchos lo consideran uno de los primeros bombardeos indiscriminados contra la población civil de la historia y un ensayo previo a la guerra mundial.

Tras la caída de Bilbao a manos de los franquistas empezaron las repatriaciones, y para cuando en 1939 empezó la segunda guerra mundial una gran mayoría de aquellos niños habían salido de vuelta hacia su país de origen. En algunos casos sus padres les habían reclamado, pero en muchos otros la repatriación fue debida a la gran presión ejercida por Franco, con la colaboración de ciertas instituciones británicas y en contra de la voluntad de sus padres.

Esta fue solo una entre las múltiples situaciones paradójicas que rodearon la evacuación y que acompañaron a aquellos niños el resto de sus vidas. Por ejemplo, una vez que el gobierno de Franco fue reconocido a nivel oficial en el Reino Unido, el objetivo del gobierno británico —presionado en gran medida por las autoridades eclesiásticas— fue repatriar a todos los niños que permanecían en el país. Sin embargo esta decisión no era de su competencia, debido a las condiciones que dicho gobierno había impuesto inicialmente con respecto a quién era responsable de la evacuación y posterior estancia en el país de aquellos niños evacuados.

Durante los años que siguieron a la evacuación, estos niños fueron sujetos a diversas categorizaciones normalmente dictadas por intereses ajenos a los suyos propios, pero entre todas las expresiones utilizadas para denominarles la única constante que se ha mantenido desde que llegaron al Reino Unido hasta el presente es “Basque children” (“niños vascos”).

Empezaron como “evacuados” en su país de origen para convertirse en “refugiados” en el país de acogida. Durante la segunda guerra mundial y debido a una nueva ley aprobada por el gobierno británico en 1940, su estatus legal de refugiados fue sustituido por el de “enemy aliens” (“extranjeros enemigos”). El uso de este nuevo término tan marcadamente negativo tuvo indudablemente implicaciones desfavorables a muchos niveles. La consecuencia más inmediata fue que el hecho de que tuvieran estatus de refugiados reconocía la imposibilidad de su retorno a su país de origen y así pues su innegable derecho a amparo y protección, pero al perder ese estatus legal también perdían los derechos a él asociados.

Otra consecuencia importante fue que mientras desde un principio la opinión pública se había mostrado considerablemente comprensiva y había visto a los niños vascos como un grupo de personas necesitadas, ahora les empezaba a percibir como seres molestos y hostiles dada su nueva calidad de “enemy aliens”. En otras palabras, la cohesión del grupo había comenzado a desaparecer a los ojos del público y los niños vascos se estaban convirtiendo en un inconveniente social.

Finalmente y tras una serie de disputas y largos procesos burocráticos aquellos individuos que habían sido etiquetados y re-etiquetados durante años, de alguna manera consiguieron pasaporte y una nacionalidad, española en algunos casos y, en otros, inglesa.

En fin, muchos libros de historia sobre la guerra incivil española resuelven este episodio en unas pocas líneas. Por ello, nada mejor que ceder la palabra a los verdaderos protagonistas en este ENCUENTRO, los compañeros MIGUEL ANGEL, autor del magnífico libro que se puede adquirir al final del acto, y PACO ROBLES, EL NIÑO VASCO DE MANSILLA DE LAS MULAS.

Muchas gracias.

 


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