“…No presentaré proyecto de Ley Presupuestaria para 2019 si no cuento con el apoyo suficiente para que salga adelante. No vamos a marear a los españoles”
(Pedro SÁNCHEZ, el 16 de noviembre de 2018 en Guatemala, durante la XXVI Cumbre Iberoamericana)
Sin embargo, apenas transcurridos dos meses, concretamente el 14 de enero de 2019, veíamos a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, acompañada de la subsecretaria de Estado de Hacienda, Pilar Paneque, y las secretarias de Estado de Presupuestos, María José Gualda, y de Hacienda, Inés Bardón, entregar en una tableta electrónica el proyecto de Ley de Presupuestos a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, con unas cuentas que preveían una recaudación récord de 227.356 millones de euros, un 9,5% por encima de lo logrado en 2018. Unos Presupuestos Generales del Estado que no contaban con los apoyos necesarios para su aprobación, tal y como quedó demostrado en la primera discusión de los mismos, el 13 de febrero de 2019.
Desde mi punto de vista – digámoslo con toda claridad – estos presupuestos no fueron hechos para cumplirlos, sino para la batalla electoral, orientados a la captación de votos de colectivos concretos, pero lo que importaba era el documento inicial, sin darle mayor importancia a la ejecución de los mismos.
En la presentación de los mismos se afirmaba que se trataba de los presupuestos más sociales de la historia, afirmación que no difiere en absoluto de las declaraciones realizadas en su día por el ministro de Hacienda pepero, Montoro, cuando, a pesar de presentar sus presupuestos para el año 2018 como los “más sociales de la historia”, los gastos sociales crecían solo el 2,8%. Es decir, que ni siquiera conservan su participación en el PIB.
No obstante, hay que reconocer que en este caso, el gobierno del PSOE había sabido escoger partidas de gasto de pequeñas cuantías a las que no se precisaba añadir grandes recursos para presentar incrementos espectaculares. En realidad, las dos partidas mayores, el aumento del sueldo de los empleados públicos y la revalorización de las pensiones, estaban condicionadas ya por acuerdos realizados por el anterior Gobierno.
En los ingresos se ha seguido una táctica parecida, primando las medidas efectistas, por encima de la verdadera eficacia en la tarea de reformar a fondo el sistema fiscal español, lo que sin duda es urgente para acercar la recaudación de la Hacienda española a la de los países de su entorno. En cierta forma son unos presupuestos mentirosos.
Se anuncian unos presupuestos de cambio, pero sin abordar los auténticos problemas, dejando las cosas tal y como estaban. Un ejemplo significativo es lo que se estipula acerca de las SICAV. Independiente de la conveniencia o no de su existencia, lo cierto es que su uso está siendo abusivo y tramposo por parte de las grandes fortunas, que han convertido una figura financiera de inversión colectiva, y por lo tanto con una tributación reducida del 1%, en una sociedad de inversión individual que debería tributar al tipo general. El procedimiento es sencillo, reclutan 99 hombres de paja (a los que coloquialmente se les llama “mariachis”), con lo que formalmente se cumple el requisito de los 100 partícipes, pero cometiendo fraude de ley.
Cuando algunos de nosotros oíamos hablar de los “mariachis”, siempre pensábamos que se trataba del típico mexicano barrigón y con bigote que, agarrado a su guitarrón nos deleitaba con sus conocidas serenatas y rancheras bajo sus enormes gorros de plato. Sin embargo, desde que se implantaron las SICAV en nuestro país, allá por el año 1985, la palabra tiene un significado mucho más oscuro. Para los grandes tiburones del dinero, casos concretos de los Amancio Ortega, los Botines, las Koplowitz, los Del Pino, o los Borbones, los “mariachis” son simplemente hombres de paja o testaferros, sin ninguna capacidad de decisión, puestos únicamente para figurar como socios en sus empresas. Simples comparsas, que no pasarían de ser una simple anécdota si no fuera porque esta procesión de títeres es, pese al conocimiento y consentimiento de la mismísima Administración, la que abre la puerta para que las grandes fortunas españolas no paguen los impuestos que le corresponden pagar en su propio país como a cualquier ciudadano.
Según las estadísticas oficiales de nuestro país, cada español de los que tienen el “privilegio” de trabajar, éste lo hace ciento cuarenta y siete días al año para Hacienda, esto es más de la mitad de su vida laboral. Sin embargo, esas cifras no valen para todos, porque las grandes empresas del IBEX35 y otras pueden usar y usan España como paraíso fecal sin aportar un solo euro con el Estado mirando para otro lado cuando el dinero negro sirve para financiarnos, venga de donde venga.
Desde un primer momento, el gobierno de Pedro Sánchez descartó acometer la reforma del sistema de financiación autonómica con la finalidad de tener las manos libres para negociar bilateralmente con la Generalitat y destinar a Cataluña los recursos necesarios para comprar su voto. Ahora, en los presupuestos, ha consignado un importante aumento de la inversión pública – la regionalizada se incrementa en un 22,25% -, lo que le permite dotar a Cataluña con 2.251,38 millones de euros, un 66,82% de incremento, y casi la quinta parte de toda la inversión regionalizada. El trato de favor que se pretende dar a Cataluña carece de toda lógica y constituye una enorme injusticia, ya que Cataluña es de las Comunidades más ricas y desarrolladas y su equipamiento contrasta con el de otras regiones como Extremadura, por ejemplo.
En este escenario, el Gobierno intentaba justificar el arbitrario reparto de los recursos entre las distintas Comunidades y el trato extremadamente privilegiado dado a Cataluña, por la disposición adicional tercera del Estatuto de Cataluña, que establecía que “la inversión del Estado en Cataluña se equiparará a la participación relativa del PIB de Cataluña con relación al PIB del Estado”, tal y como explicaba la ministra de Hacienda cuando afirmaba que “El Gobierno contempla el respeto al Estatuto no como una contrapartida, sino en cumplimiento estricto de la ley y porque creemos que hay que cumplir aquellas disposiciones que se establecen en las leyes orgánicas, como son los Estatutos de Cataluña y otras Comunidades, y que en demasiadas ocasiones no se ha hecho la parte de inversión que corresponde”, ignorando la ministra que lo dispuesto en la disposición adicional tercera aludida tenía una vigencia de siete años, con lo que estaba vencida desde el año 2014.
Estaba claro que la debilidad
parlamentaria por la que optó el PSOE era un lastre para el Ejecutivo, y a ese lastre se ha unido, después, la eterna división en el partido del gobierno, la presión de los barones más rancios y la extrema derecha del PSOE, la obsesión de los poderes fácticos por someter al gobierno, la falta de responsabilidad de una prensa favorable, en buena parte, a la disolución del pacto de izquierdas, los cortocircuitos entre el PSOE y sus aliados, la tensión trifascista, el siempre postergado galimatías catalán, y un vergonzoso juicio a líderes catalanes en el que la fiscalía todavía mantiene el delito de rebelión.
El último en unirse al tiroteo sería el expresidente Felipe González en una autoentrevista de nueve minutos hecha pública por su fundación, el hispanocolombiano dejaba claro que “desde el gobierno, hay que decir ni quiero ni puedo ante las reivindicaciones de ERC y PDeCAT. Hemos entrado en un terreno de confusión, propiciado por la torpeza del Gobierno. No necesitamos relatores. Me preocupa mucho la degradación institucional. ¿Para qué necesitamos una mesa de partidos decidida por el Ejecutivo que no permite funcionar al Parlamento? ¿Para qué necesitamos un notario que certifique lo que se dice o los convoque cuando en el Parlamento catalán sobran los notarios, asesores jurídicos, gente que toma notas?”. El mensaje de González a Sánchez es claro: no sigas por ahí y resígnate a quedarte sin presupuestos.
Menos dramáticas que la declaración de un expresidente del Gobierno, pero para nada irrelevantes, la directora de Hora 25 de la Cadena SER, Ángels Barceló, acusaba al presidente Sánchez de “comprar los argumentos de los independentistas y de darles la razón cuando cuestionan las instituciones españoles y su grado de democracia”. Y todo por aceptar un diálogo en el que aparece esa figura aún confusa del relator/mediador: “No todo vale para aprobar los presupuestos”, decía Barceló dando aire a la idea de que Sánchez está poniendo en peligro a la democracia en su afán por mantenerse en Moncloa. Algo que Casado y Rivera llevaban meses repitiendo en el Congreso.
Pero eso no era nada comparado con lo que diría Iñaki Gabilondo, al que no se le puede negar que ha sido fuente de inspiración para muchos votantes socialistas durante bastantes años, que calificó a Sánchez de “boxeador sonado que se agarra a las cuerdas para no caer”. A Gabilondo, toda esta especulación sobre un diálogo con con los catalanes le parecía “un gol de Torra por toda la escuadra”.
Mientras estas declaraciones se producían, los barones socialistas no escondían su nerviosismo, incluidos los presidentes de Aragón y Asturias, Lombán y Javier Fernández, que vitorearon a Alfonso Guerra esta semana en una moción de censura particular enviada por el antiguo número dos del partido. No sólo desconfíaban de las negociaciones emprendidas por Moncloa, sino que deseaban fervientemente que resultasen un fracaso, prefiriendo llegar a las elecciones autonómicas y locales de mayo sin presupuestos y sin ningún tipo de acuerdo con ERC y PDeCAT.
La audacia y la suerte han caracterizado la trayectoria política de Pedro Sánchez, más aun que esa resistencia que se autoatribuye en su libro “Manual de Resistencia”. Su comparecencia en la mañana del 15 de febrero ante los medios para anunciar la disolución de las cámaras acredita a una persona con extraordinaria autoestima; y los aplausos que le otorgaron sus ministros cuando regresó a la sala del consejo de ministro (oportunamente distribuida por los servicios de propaganda) evidencian un curioso culto a la personalidad del presidente Sánchez. Presidente de chiripa, por confluencia de circunstancias, y también presidente con un primer mandato efímero: ocho meses de ejercicio en una legislatura inconsistente y atrabiliaria que no ameritan aplausos. Pero desde hace años estamos en campaña electoral perpetua y todo suma, caiga la carta como caiga todo es bueno para el protagonista.
Llegar a la Moncloa mediante una moción de censura que pretendía despedir al anterior con la propuesta de convocar elecciones, no significa especial mérito, más allá del exitoso cálculo de que podía alcanzar una mayoría suficiente para llegar a la Moncloa, pero nada más, ni programa, ni acuerdos explícitos o tácitos… solo confluencia coyuntural de intereses que ha durado exactamente doscientos días.
Por otra parte resulta curioso que las críticas a los adversarios, las justificaciones de la disolución y la culpabilidad la atribuya a la “Triple A”– PP, C’s y Vox -, sin mencionar una sola palabra a sus socios catalanes – ER y PDeCAT-, que son los que le encumbraron y los que le han tumbado.
La lista de méritos que se atribuye Sánchez resiste mal un análisis crítico, aunque él mismo llegase a afirmar sin sonrojarse que “ha hecho más en siete meses que los otros en ocho años”. Es obvio que se ha afanado en la práctica de que gobernar es gastar: ha repartido, ha gastado contra déficit, pero detrás no hay coherencia. Dice que uno de sus tres ejes de actuación es revitalizar las instituciones democráticas, pero ha practicado una descarada política clientelar, de amiguetes. Ninguna institución del Estado se ha fortalecido durante estos meses, ha debilitado y ninguneado al poder judicial, a los altos cuerpos del estado a los organismos independientes… Otro de los ejes de su política dice que han sido el empleo y el crecimiento, pero las expectativas de empleo y crecimiento van a menos, sin respuestas para mejorar la productividad y elevar el potencial de crecimiento.
La cuestión es que, veinticuatro horas después de anunciar la convocatoria de Elecciones Generales para el 28 de Abril, el mismo sábado se marchaba a Sevilla, el feudo que todavía dirige la andaluza Susana Díaz, donde la abstención había provocado que, por primera vez en casi cuarenta años, la “Triple A” – PP,C’s y Vox -, desalojara al PSOE del gobierno.
Como si iniciase el mismo camino que inició en Octubre de 2016, para recuperar la secretaria general del partido de la que se vio obligado a dimitir, después de unas semanas en que parecía que todo se rompía y que nada volvería a ser lo mismo, daba este sábado su primer mitin de campaña en Sevilla, en el que volvía a insistir en las medidas sociales del Presupuesto que le habían rechazado, y en las medidas sociales que implantará si gana, obviando el conflictivo contencioso de Cataluña, que le había forzado a convocar elecciones y a jugarse, de nuevo, todo a una sola carta, pero convencido de que en el partido en esta ocasión, las cosas habían cambiado desde Octubre de 2016. De hecho Pedro Sánchez y Susana Díaz se esforzaron por señalar que ambos tienen los mismos objetivos: “Quiero que todo el mundo sepa que estamos juntos y unidos”, señaló Sánchez.
“Por mi parte – escribe Sánchez en su “Manual de Resistencia”- también las cosas han cambiado: el Partido Socialista ha tenido su propio proceso de madurez, culminado en las segundas primarias a las que yo me presenté. A partir de ahí, he sido un líder autónomo, que podía defender mi propio proyecto político, que era el proyecto de la militancia. Eso no significa hacer lo que a uno le dé la gana, todo lo contrario. He acometido los cambios necesarios, primero en nuestro partido, después en España, para implicar a los militantes y a la ciudadanía, para abrir la organización y las instituciones”.
Esto le da poderes para casi todo pero, sobre todo, le da el inmenso poder para colocar a sus hombres y mujeres en las listas electorales, elaborar y seguir con los mismos planes que le ha costado la “traición de los independentistas” sobre la que girará toda la campaña de la oposición (la Traición a España, su Traición a España como insistían en la Plaza de Colón) y de la que él huirá para centrarse en la Agenda social, como ya se ha demostrado en los mítines de Sevilla y Mérida, aunque por mucho que quiera desviar la atención, no podrá huir de Cataluña porque es lo que le ha sentenciado, y en parte también sentenció a Rajoy. No nos engañemos, ha sido el conflicto en Cataluña, donde casi la mitad de los votantes apoyan la independencia, el causante de todo y lo que condicionará la campaña electoral.
Desde mi punto de vista, el mayor error de Pedro Sánchez en su corta andadura como Presidente fue enredar con esta propuesta, y acceder a celebrar conversaciones entre partidos en Cataluña con un “relator” externo. Eso no fue suficiente para los independentistas, pero la oposición lo interpretó como una concesión a la reivindicación histórica del movimiento independentista de “internacionalizar” el conflicto catalán, con el derecho a esa autodeterminación que en su día, cuando no era pecado, defendiera el mismísimo PSOE para todos los pueblos de España. Por cierto, ¿ dónde votará la momia de Franco ? ¿ en la abadía del Valle de los Caídos ? ¿ en la cripta de la catedral de la Almudena? ¿ en un cementerio de la capital de España ? Para el caso de que el gobierno no lleve a cabo la exhumación de los restos, incurrirá en un incumplimiento tan grave como pertinaz ha sido su deseo de conseguirlo.
En fin, los análisis y las encuestas electorales interesadas han comenzando a prodigarse por los distintos medios de comunicación, pero pienso que será mucho mejor esperar a la verdadera encuesta que saldrá de las urnas el próximo 28 de abril.
ANTON SAAVEDRA