“Yo hice el libro, pero el autor es el presidente”
(Irene Lozano, secretaria de Estado para la España Global en “El Periódico”, el 19 de febrero de 2019)
“Lo que he trasladado es mi verdad”. Esa fue la frase repetida en varias ocasiones por Pedro Sánchez el pasado jueves, 21 de febrero de 2019, durante la presentación de su “Manuel de Resistencia” en el Hotel Intercontinental de Madrid. Su “verdad”. Su versión de los hechos, de lo vivido, lo sentido y lo decidido en sus más de cuatro años en la primera línea de la política. Su “verdad”, la suya y la de los suyos. No “la verdad” absoluta que, lógicamente, comprende más aristas y matices.
Sin embargo, su relato contrasta radicalmente con la narración que hacían y hacen algunos de los protagonistas de su libro “Manual de resistencia”, escrito a “cuatro manos” con la exdiputada de UPyD y actual secretaria de Estado para la España Global, Irene Lozano: “Es falso lo que dice”, “no es así”, “no se ajusta a la realidad”, comentan algunos de los protagonistas aludidos y que también sostienen su “verdad”. La realidad es que, una vez leído, el mismo no cuenta nada que no se conociera ya, aunque tiene el interés de ser una crónica realizada por un presidente de gobierno en primera persona, pero que nadie se alarme cuando el próximo año se conceda el Nobel de Literatura y no aparezca premiado el “Manual de resistencia” de Pedro Sánchez. De hecho, nadie recordará esta obra el próximo año. Ni siquiera el próximo mes. Pasado el fogonazo del ostentoso lanzamiento y la estentórea presentación, solo quedará el material del que está hecha: humo.
Con los periodistas Jesús Calleja y Mercedes Milá como encargados de conducir la presentación, el canal 24 horas de TVE ha emitido 83 minutos de la presentación del libro publicado por el presidente del Gobierno. Casi hora y media en directo en un canal público para promocionar un libro que Pedro Sánchez ha publicado como presidente del Gobierno del que se desconoce la cantidad que ha cobrado por ello, pero del que sí se sabe que la escribana fue la tal Irene Lozano, hoy por hoy responsable de España Global con cargo de secretaria de Estado con un sueldo de 146.000 euros.
La colección de estampas promocionales que el Sánchez de las gafas de puto amo puso a circular nada más pisar Moncloa ha derivado a algo más delirante y falto de sentido del ridículo: la consagración de un culto onanista que ha encargado un texto fundacional que tendrá que ser sometido a lectura ininterrumpida en las escuelas socialdemócratas. El evangelio según Pedro, hacedor de todas las cosas, hombre providencial que, como Ignatius, solo ve en la vida necios conjurados contra él. Bardo de sí mismo, el presidente se toca la lira ante el incendio como en una parodia de la degeneración de los emperadores chiflados. Qué tragaderas tienen sus aduladores y sus escritores fantasma, sea dicho de paso.
Sin lugar a ninguna duda, uno de los pasajes que, en absoluto responde a la “verdad” es su reconstrucción de las primarias de 2014, aquellas primarias que él ganó gracias al apoyo fundamental de Susana Díaz y de la movilización de los aparatos a su favor.
Por entonces, Pedro Sánchez era un completo desconocido para la opinión pública. Licenciado en Económicas y Empresariales por la Complutense de Madrid, aunque realizó los estudios en el Real Centro Universitario Escorial María Cristina de carácter privado, cursaría un master en Política Económica de la Unión Europea por la Universidad Libre de Bruselas, comenzando a trabajar en el Parlamento Europeo como secretario de Bárbara Dührkop, viuda del senador del PSOE Enrique Casas, asesinado por ETA, donde conoció a Oscar López, también joven asesor del Grupo Socialista.
Los contactos que abrió en Bruselas le servirían para ocupar durante unos meses el gabinete de Carlos Westendorp, alto representante de Naciones Unidas en Bosnia durante la guerra de Kosovo, y ya, en el año 2000 tendría la ocasión de asistir como delegado al XXXV Congreso del PSOE, cuando Zapatero venció por sorpresa a José Bono, donde su amigo Oscar López fue integrándolo en el equipo del secretario de Organización, José Blanco, un hombre clave para el futuro político de Pedro Sánchez.
La misma noche electoral del año 2000 quedaría constituida, en casa de Miguel Sebastián, que entonces trabajaba en el Servicio de Estudios del Banco Bilbao Vizcaya, un grupo de economistas dispuestos a aportar análisis e informes para la reconstrucción del proyecto socialista que se autodenominarían como Grupo Hazaña, cuyo enlace con la ejecutiva federal del PSOE era su secretario de política económica Jordi Sevilla, hombre muy poco fiable para Pepiño Blanco, hasta el punto de que éste empezó a enviar a las reuniones al joven economista que acababa de aterrizar en Ferraz, Pedro Sánchez, quien mostraba una gran disposición a la hora de asumir cualquier encargo.
Durante la precampaña y campaña electoral de 2004, Miguel Sebastián y Pedro Sánchez acuden a decenas de actos por toda España, casi siempre a bordo de un turismo conducido por Sánchez, que no ha logrado el acta de concejal en la lista encabezada por Trinidad Jiménez en 2003 a la alcaldía de Madrid, aunque la obtendría un año más tarde gracias a la renuncia de dos concejales del PSOE. Tras la victoria del PSOE en las elecciones generales de 2004, Sebastián rechazaría una cartera de ministro, aceptando la dirección de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, ofreciéndole un puesto a Sánchez, pero éste prefirió seguir como concejal en el Ayuntamiento, siendo uno de sus representantes en Caja Madrid, y trabajando en Ferraz con la vista puesta en su objetivo: “Quiero ser diputado”.
Así se llega a las elecciones generales de 2008, cuando Pepiño Blanco lo incluye en la candidatura de Madrid al Congreso de los Diputados, después de haberse apuntado a los cursos de oratoria y gestualidad que imparte el cineasta José Luis García Sánchez, marido de Rosa León, aunque tampoco le sirvieron para alcanzar el escaño, teniendo que esperar hasta setiembre de 2009 para ocupar el escaño vacante de Pedro Solbes. Ya el año 2011, siendo candidato a la presidencia del gobierno Alfredo Pérez Rubalcaba, Sánchez se quedaría sin escaño al ir en la lista de Madrid con el puesto número once y obtener el PSOE diez diputados, aunque de nuevo el azar le facilitaba volver al Congreso en enero de 2013, tras la renuncia de Cristina Narbona, propuesta por el PSOE para el Consejo de Seguridad Nuclear.
De nuevo diputado, su tesis doctoral, realizada de forma tan oscura como atropellada, tal y como se habla en otro capítulo de esta serie, quedaría convertida en un libro que se presentaría en Madrid el 11 de diciembre de 2013, con el título “La nueva diplomacia económica española” y rodeado de dirigentes del PSOE como Ramón Jáuregui, Trinidad Jiménez, Pepiño Blanco y Elena Valenciano. En realidad, aquella presentación multitudinaria respondía más a su lanzamiento como un posible candidato que al de una propuesta original para la reflexión socialdemócrata abierta en España y en toda Europa.
Lo cierto es que el 13 de julio del año 2014, después de recorrer agrupaciones del PSOE en media España conduciendo su Vanette, durmiendo en casa de militantes, pero sobre todo ofreciéndose como adversario de Madina al servicio de Susana Díaz y con la promesa de no “matar” a otros barones, Pedro Sánchez obtenía el respaldo de la militancia al cosechar en las primarias internas el 49 por ciento de los votos, frente al 36 por ciento de apoyos para Eduardo Madina y el 15 por ciento para el socialista granadino José Antonio Pérez Tapias, celebrándose seguidamente un congreso extraordinario que sería presidido por la andaluza Susana Díaz quien, después de leer los resultados de la consulta del 13 de julio a la militancia, declaraba ganador a Pedro Sánchez.
De esta manera se alcanzaban los objetivos fijados en la reunión secreta del 19 de junio, celebrada en el Hotel AC de Pozuelo de Alarcón con la participación de José Luis Rodríguez Zapatero, Susana Díaz, Tomás Gómez, Ximo Puig y Pedro Sánchez, donde se adquiría el compromiso de recabar los avales en las federaciones más potentes como eran Andalucía, Valencia y Madrid para frenar el lanzamiento de Madina. Como diría Susana Díaz ante dos de los reunidos, cuando salían de la reunión: “Este chico no vale, pero nos vale”. Una reflexión, de la que tampoco aquel chico siempre dispuesto a realizar los recados políticos de sus mayores, habla en su “Manual de resistencia” pero que, sin embargo, resulta clave para entender lo que ocurre a partir de entonces. Por cierto, la primera medida que adoptó Pedro Sánchez nada más ocupar el sillón de Ferraz fue cargarse fulminantemente al secretario general del PSOE madrileño, Tomás Gómez, acusándole de corrupción en su ayuntamiento de la localidad madrileña de Parla, a pesar de que uno de los mandamientos de la reunión secreta era el de “no matar” a ninguno de los presentes en la misma.
El libro no entra en los detalles más escabrosos de su primer mandato. Pudiendo ser verdad todo lo que está recogido en el libro, sin embargo no todo lo que ha sucedido se recoge en el mismo, ni mucho menos se recoge como ocurrieron ciertos acontecimientos, caso concreto del proceso de primarias comentado. Eso sí, deja muy claro quién ha ganado en el PSOE.
En la presentación de su libro, el todavía presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha dicho que antes de su reelección el PSOE «corría el riesgo de quedarse anclado un pasado y representar a una sociedad que ya no era», a la vez que lanzaba un duro mensaje hacia los antiguos dirigentes del partido que “fueron referentes de una sociedad española que ya no lo es”, asegurando que el PSOE “tras salir del gobierno después de 2011 adolecía de una dirección política fuerte”. Las palabras más amables del acto fueron para Mariano Rajoy, cuando aseguraba que «Cataluña nos unió», llegando incluso a afirmar que en aquella persona a la que en 2015 llamó indecente lo que vio en las negociaciones en torno al artículo 155 de la Constitución fue «un enorme sentido de Estado del cual aprendí yo también»: «El 155 perpetuo es inconstitucional y contraviene algo que decía Rajoy y yo compartía y es que la respuesta tenía que ser proporcional».
De lo que no cabe duda alguna es que, o bien su escribana, la escritora, periodista y política Irene Lozano, toda una licenciada en lingüística y diplomada en filosofía por el Birkbeck College de la Universidad de Londres, o bien el doctor por la Universidad Camilo José Cela, Pedro Sánchez, o ambos a la vez, no dicen la verdad cuando, en el capítulo seis del “Manual de resistencia” vuelven a patinar culturalmente en una cita, tras confundir en la página 48 a San Juan de la Cruz con Fray Luis de León al respecto de la frase “Como decíamos ayer…”.
En la página 140, Sánchez se refiere a su relación naciente con Pablo Iglesias. “Por encima de todos los obstáculos, era consciente de que nuestras responsabilidades respectivas nos obligaban a tratar de construir una relación personal, y, como dijo Einstein, solo hay una forma de saber si puedes confiar en una persona: confiar”. El científico jamás verbalizó esa frase acerca de la confianza, pero se le atribuye tradicionalmente otra: “Aquel que es descuidado con la verdad en asuntos pequeños, no puede ser confiable en asuntos importantes”.
En efecto, fue Ernest Hemingway quien dijo la cita que Sánchez atribuye a Einstein, aunque también ha sido contaminada y modificada popularmente: en realidad, la frase correcta es “la manera de hacer que las personas sean dignas de confianza es confiar en ellas”, tal y como puede leerse en el libro Ernest Hemingway Selected Letters 1917-1961, editado por Carlos Baker, que está basada en la correspondencia que fue encontrada en la casa del escritor en Cuba, después de su muerte, en una carta dirigida a Dorothy Connable donde Hemingway la advierte sobre un sujeto llamado Charles Fenton: “Él es de los que piensan que la literatura histórica o el secreto de la escritura creativa se encuentra en las listas de la lavandería. Por favor, no cooperes con él de ninguna manera. Él ha estado invadiendo mi privacidad durante dos años (…) Dorothy, es algo miserable que haya gente escribiendo sobre tu vida privada mientras tú todavía estás vivo. He intentado detenerlo todo, pero ha habido muchos abusos por parte de personas en las que confié. Aunque no se puede dejar de confiar, he aprendido a ser un poco cuidadoso. La forma de hacer que las personas sean dignas de tu confianza es confiar en ellas”.
Mención aparte merece su mención a la primera decisión que adoptó nada más llegar a la Moncloa: cambiar el colchón de su cama. Algo obvio, tras asentarse en su nueva vivienda, pero que queda reflejado en el libro, en la primera página. “La primera decisión de un presidente del Gobierno suele ser crucial”, argumenta antes de explicar que ambos, el y su mujer Begoña, decidieron “renovar el colchón de la cama de matrimonio” y pintar su habitación del Palacio de La Moncloa. “Decidimos no cambiar nada más, salvo colchón y pintura, por razones que entiende cualquiera que haya vivido en un piso amueblado”, explica el presidente antes de acudir a la frase hecha “dos que duermen en el mismo colchón acaban siendo de la misma opinión”, dice Sánchez. ¡¡¡ Como si no hubieran tenido exactamente la misma opinión, no solo cuando el artículo 155 de la Constitución que él mismo comenta en el libro, por no hablar del artículo 135 de la misma Constitución que impuso el austericidio para rescatar a la banca, o cuando transformó aquel “NO ES NO” en el “NO ES SI” para que gobernara la organización criminal del PP dirigida por Mariano Rajoy…!!!
Sea de una manera u otra, la verdad es que el libro de Pedro Sánchez no ha dejado indiferente a nadie, y menos en Zarzuela, cuando el mismísimo presidente del Gobierno usa a Felipe VI para enaltecerse en su autobiografía, revelando detalles y conversaciones que ha mantenido con el Monarca. La osadía de Sánchez en su Manual de resistencia no tiene límites, rompiendo con todas las normas básicas de la relación de un presidente de Gobierno con la Corona desvelando el contenido de los encuentros que mantuvo con Felipe VI, llegando a afirmar: “Nos reconocimos mutuamente como las personas que íbamos a sacar del país del riesgo del bloqueo”. Incluso añade el interés que llegó a tener la Reina en contactar con él poco después de convertirse en el líder del PSOE. “La Reina Letizia se acercó a saludarme; ella estudió en el Instituto Ramiro de Maeztu, como yo, y quería conocerme personalmente”.
Más sorprendente aún resulta cómo el líder del PSOE cuenta con pelos y señales sus contactos con el Rey en las rondas que el monarca mantuvo con los líderes de los distintos partidos para conseguir una investidura tras las elecciones de diciembre de 2015, cuando tras la renuncia de Rajoy, Sánchez decidió postularse para ser presidente del Gobierno. En las páginas del folleto publicado explica cómo Felipe VI le contó que Pablo Iglesias iba a proponerle formar Gobierno. “Por extraño que parezca, fue el Rey quien me desgranó la propuesta de Iglesias, que quería formar un Gobierno de coalición conmigo”, cuenta en el libro.
Pero va mucho más allá al revelar que el Rey le llamó esa misma noche “preocupado porque la situación en la que quedaba el país era de bloqueo absoluto” y, además, “endosaba a la Corona la resolución de un escenario muy complejo”. “Pero lo peor es que sale él como salvador del Rey, como si el que le tranquilizara y tomara las riendas del asunto fuera Sánchez: No se preocupe, señor, los socialistas vamos a asumir nuestra responsabilidad”. “Le di mi palabra de desbloquear las instituciones y él me lo agradeció muy sinceramente”. “El Rey estaba tan decidido como yo a romper el bloqueo institucional en que nos situaba”. “En aquellos días intensos, don Felipe y yo tuvimos la oportunidad de conocernos de verdad, en lo más personal, en una situación que ninguno de los dos buscábamos ni esperábamos, y en la que nos colocó la irresponsabilidad de otros”, escribe Sánchez con la colaboración de Irene Lozano, la secretaria de Estado para la España Global y amanuense del libro.
Más allá del potencial de chistes que ofrece tanta inanidad que alguien decidió que debía ser materia de exégesis por parte de los españoles, resulta grave, en un supuesto estadista europeo, cierta indiscreción que recuerda la de aquellos que presumen en los bares de sus hazañas sexuales. Especialmente la referida al Rey Borbón y Jefe del Estado Español por la Gracia de Dios y el generalísimo Franco, a quien ahora se puede uno imaginar preguntando a Sánchez “¿Adónde vas?” después de verlo ponerse la chaqueta tan rápido como se vistió el torero después de acostarse con Ava Gardner: “¿Adónde voy a ir? ¡A contarlo!”.
Sánchez usa al Monarca como coartada, como si éste le hubiera hecho un encargo, casi el cumplimiento de un destino histórico, que admitiría comparaciones con el que Juan Carlos hizo a Suárez para que resolviera la Transición. Pero aquí hay un matiz muy revelador de las cosas que ve Sánchez el guapo, el que logra que una reina trote por los corredores como una groupie para conocerlo, cuando contempla su reflejo en el estanque: la figura gregaria, el personaje secundario en la forja del porvenir español, es el Rey. Al Rey, pobre hombre atribulado, superado por las circunstancias, logra calmarlo nuestro presidente al teléfono con sólo decirle: “Yo me encargo”.