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DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 11 de abril

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11 de abril

Otro día, el número 28 de mi arresto domiciliario, que se presenta, más o menos, como el de ayer, lluvioso y lleno de tristeza, con sus calles vacías de gente. Regreso de comprar cuatro kilos de naranjas y el pan – hoy no hay prensa – aprovechando para dar mi corto paseín y regresar a mi confinamiento.

Revisando los periódicos digitales me encuentro con las declaraciones de Pablo Iglesias mostrando su oposición a unos nuevos Pactos de la Moncloa, aunque dejando muy claro que todo lo que se haga será bajo su versión de “pacto por lo público”. “Esos pactos son necesarios siempre que todos tomemos como común denominador el constitucionalismo social”, a lo que me quiero referir hoy, en mi diario, haciendo una reflexión larga y profunda acerca de la situación de Podemos, no solo con respecto a los pactos, sino al porqué de su nacimiento y para qué fue creado Podemos.

Tras reunirse con Joseph Stiglitz, la siguiente visita fue a Wall Street. En la Meca del capitalismo, el líder de Podemos afirmó que allí “se han hecho algunas cosas mal”. “Poder decir en Wall Street abiertamente, sin gritar, sin estridencias, aquí se han hecho algunas cosas mal y es completamente inaceptable que los ciudadanos tengan que pagar por los errores de los bancos creo que entra dentro de la normalidad democrática y de un conjunto de cambios que se están produciendo en Europa y en el mundo”, dijo Iglesias. (EFE, 18 de febrero de 2015)

Pero antes, quiero dejar muy claro que yo he apoyado al gobierno de coalición y lo sigo apoyando, aunque hubiera preferido un acuerdo programático para exigir su cumplimiento desde la oposición que, en definitiva, es lo que vienen haciendo Unidas Podemos dentro del gobierno a la hora de plasmar ciertas reivindicaciones sociales. Ello no me evita, dentro de mi plena libertad para opinar lo que pienso acerca de un proyecto como el de Podemos, en el que creí desde el 15-M y sigo creyendo siempre que no se pierda aquel espíritu con el que fue concebido.

Pablo Iglesias ha conseguido lo que muchos otros políticos de este país no han logrado a pesar de ganar elecciones o tener grandes responsabilidades públicas: aparecer en la portada de un rotativo de la talla e influencia del ‘The New York Times’. (La Vanguardia, 11 de marzo de 2015

No quisiera yo pensar a la hora de expresar mi libre opinión estar asistiendo al típico maniqueísmo político aquel de “quien no está conmigo está contra mí “,  desde mi punto de vista, una sentencia simplista que, atentando contra toda razón no servirá en este caso que tratamos sino para manipular a millones de personas  convirtiéndolo en una pandemia, tales como los judíos que tachan de antisemitas a quienes critican los crímenes que cometen contra los palestinos, o los islamistas que acusan de pro occidental y agente de la Mossad a quienes piden la separación entre la fe y la política.

Mira, compañero Pablo: ese constitucionalismo social que tu comentas ya está perfectamente recogido en la Constitución de 1978. Solo falta plasmarlo en la  realidad, tal y como tú mismo nos exponías en el mitin electoral que celebraste en el Palacio de Congresos de Oviedo, el 28 de octubre de 2019, incluso con un articulado mucho más amplio que el que tú mismo sugerías: La Constitución del 78 establece, por ejemplo, el derecho a la educación destinado al desarrollo de la personalidad humana en el respeto a principios democráticos de convivencia (art.27); el derecho al trabajo (art.35); la obligación de sostener los gastos públicos mediante un sistema tributario justo (art.31); que los derechos a la propiedad privada y a la herencia estén delimitados por su función social (art. 33); que los poderes públicos promuevan políticas orientadas al pleno empleo (art.40); que los gobiernos mantengan un régimen público de Seguridad Social para los ciudadanos (art.41); establece el derecho al disfrute de un medio ambiente adecuado y el uso racional de los recursos naturales (art.38); la protección del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España (art.46); el derecho de todos los españoles a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (art.47)o el disfrute de una pensión de jubilación económicamente suficiente (art.50), Además, estipula que toda la riqueza del país está subordinada al interés general y permite intervenir cuando así lo exige este último (art.128), y obliga a los poderes públicos a promover eficazmente las diversas formas de participación en la empresa (art.129). También le confiere al Estado la posibilidad de planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas (art.131), obliga a regular e régimen jurídico de los bienes de dominio público y los bienes comunales que incluyen las costas y los recursos naturales (art.132) y obliga también a la realización efectiva del principio de solidaridad entre las diferentes partes del territorio prohibiendo que en las Comunidades Autónomas se creen privilegios sociales y económicos (art. 138). Por fin, decreta que las haciendas locales tienen que disponer de medios suficientes para el desempeño de sus funciones (art.132), y que la autonomía financiera de las Comunidades Autónomas tiene que ser con arreglo al principio de solidaridad entre todos los españoles (art.156). La crítica que se puede hacer y se le debe hacer al orden constitucional del 78 no difiere en absoluto a la pueden hacer franceses, alemanes o italianos a sus respectivas constituciones, es decir, el incumplimiento de muchos de sus postulados, debido a las políticas económicas aplicadas, tales como la reforma express del artículo 135 que impuso el “austericidio” en España para rescatar la banca a cuenta de recortar la sanidad, la educación o congelar las pensiones. A esto se suma la justificada crítica al desarrollo del título VIII, que sin duda debe ser reformado, pues ha creado un orden institucional que está dificultando el cumplimiento algunos artículos como el 138 o el 156.

Pablo Iglesias con el embajador de EE.UU., James Costos, tras el viaje a Nueva York (3 de marzo de 2015)

Este es el pacto que habrá que desarrollar, exigiendo el cumplimiento estricto de la constitución, y no mareando la perdiz con una reedición de Los Pactos de la Moncloa encubiertos, donde, efectivamente, ya sabemos quienes van a ser los beneficiados y quienes los “paganinis” de la gravísima crisis que se avecina, aunque, vuelvo a repetir, lo primero, lo prioritario debe ser la evitación del mayor número de muertos por el COVID-19.

Desde mi punto de vista, de acuerdo a la experiencia vivida en primera persona en los Pactos de la Moncloa de 1977, si Podemos acepta otros Pactos de La Moncloa o similares, pasará a la insignificancia política como uno de los grupúsculos extraparlamentarios, siguiendo los pasos del potente Partido Comunista de España a partir de 1977, sin olvidar que Pablo Iglesias tendría, en esta ocasión, que jugar el papel que antaño jugó Santiago Carrillo.

No, Podemos no puede seguir cometiendo lo que, desde mi punto de vista, han sido grandes errores que han llevado a la organización a la situación que se encuentra en la actualidad. La organización no está siendo capaz de abordar una discusión en profundidad sobre las causas de su rápido declive, hoy amenazada con el hundimiento o la desaparición. ¿Qué ha sucedido con Podemos que, después de haber obtenido más del 20% del electorado en toda España, casi por encima del PSOE, y de haberse convertido en la primera fuerza en Cataluña y el País Vasco, dos territorios plurales que contienen la clave para la solución del problema identitario en el conjunto del país, haya llegado a esta situación de bajada en barrena? ¿Qué ha sido de aquel experimento exitoso de comunicación política basado en el uso de un lenguaje nuevo y de una nueva simbología que, si bien pueden ser decisivas en absoluto sirven para sustituir la necesidad de reconocer o identificar la realidad social, sea la que fuere, como el principal material de todo proyecto de transformación? ¿Qué ha pasado con aquella sustitución de izquierda-derecha por la idea del “arriba-abajo”, de la “gente” o del “populismo de izquierdas”? ¿En qué han quedado los círculos y aquellas asambleas abiertas al pueblo que se hacían en la calle? ¿Cuántas organizaciones locales existen con sus correspondientes órganos, por ejemplo, en Asturias, al margen de Oviedo, Gijón, Avilés o Langreo?

Pablo Iglesias y el presidente de EE.UU. Obama, el 25 de agosto de 2016.

Pensar que el cambio en una sociedad moderna como la española va a venir por medio de una suerte de desbordamiento del sistema político por parte de la ciudadanía o de la “gente” en un movimiento más bien espontáneo e “imparable” dirigido, en su mayoría, por los hijos sobrecualificados de unas clases medias urbanas desclasadas, en su mayoría con un desconocimiento total de lo que es trabajar en el andamio, en la mina o en la fábrica, en absoluto se corresponde con la realidad. Y nada será posible hacer sin reconocer y sin conocer la realidad española o confundiéndola con otras experiencias históricas. La utopía es un referente que puede servir para marcar el camino en una determinada dirección, pero nunca puede ser un instrumento analítico para organizar de forma efectiva los pasos que hay que dar para acercarse a ella. Concebir el Estado español contemporáneo como algo parecido al Estado zarista de 1917 o confundir la próspera Cataluña del siglo XXI con una país colonizado y ocupado del siglo XIX es alimentar la frustración, alejarse de la realidad práctica que experimentan los ciudadanos todos los días, y anticipar fracasos políticos innecesarios.

Por eso, mi proposición a la hora de hablar, no solo de pacto si o pacto no, sino de que clase de organización queremos como la mejor herramienta para solucionar los problemas de la case trabajadora, del pueblo llano, es afrontar asambleas en todos y cada uno de los rincones de España para hacerlas confluir el próximo 15-M en una magna asamblea democrática. Me daría por contento, si este análisis pudiera servir para despertar ese necesario debate. Es mucho lo que se juega, no solo esta organización, sino nuestro pueblo.

Entretanto voy a entrar en la pagina del ministerio de Sanidad para ver la actualidad del COVID-19, pudiendo apreciar que este sábado han muerto otros 510 nuevos muertos por coronavirus, la cifra más baja desde el 24 de marzo, que hacen un triste balance a la fecha de  16.353 muertos, mientras que 161.852 personas siguen infectadas.

 

 

 

 


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