Hoy 14 de abril del año de la miseria pandémica me levanto a las 10,30 horas. Ayer me acosté un poco tarde para ver una película que en su día me había impactado y la descolgué de internet para volver a verla. Se trata de la película titulada “El Jardinero Fiel”, una película de 2005 que cuenta la historia de Justin, un diplomático británico y Tessa Quayle una activista social.
En la película se denuncia el comportamiento corrupto de la industria farmacéutica, que obtiene sus beneficios a costa de experimentar con la salud de las personas, particularmente de las más pobres con el beneplácito oculto de los gobiernos en favor de estas multinacionales. Concretamente, la trama de la película gira en torno al descubrimiento de una multinacional que está probando un nuevo medicamento contra la tuberculosis, a sabiendas de que tiene efectos secundarios mortales.
Kenia, país profundamente empobrecido, es donde sucede la historia. Según un informe del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, Kenia a pesar de ser la mayor economía del este de África, tiene una gran cantidad de personas viviendo bajo el umbral de la pobreza, en tanto que sitúa la línea de pobreza en un gasto de 1,25 dólares por persona al día, donde el país tiene el 43,37% de personas por debajo de este umbral. La película muestra este aspecto en varias escenas donde se exponen las condiciones infrahumanas donde viven la personas, sin servicios básicos de agua, luz, alcantarillado y donde una de cada cinco personas es VIH positivo.
Circula por doquier la afirmación tramposa según la cual vivimos y respiramos los aires de la “sociedad del conocimiento”. Sin embargo, esta película y por ello la tengo entre mis preferidas, nos sitúa ante nuestra propia ignorancia o ante la inmoralidad de quienes rigen nuestro destino. Pero lo hace recurriendo a la ficción cinematográfica, la única manera de relatar, según parece, cómo eliminar a quienes se proponen denunciar el “obscurantismo ilustrado”
Tessa, la entusiasta activista junto con el doctor Arnold Bluhm, se unen en la lucha por denunciar y desenmascarar a la multinacional farmacéutica “KDH” y su aliada en Kenia, “Tres abejas”. Debido a toda la información que Tessa recopiló y a todo lo que descubrió, es asesinada. Justin tratando de desvelar el misterio alrededor de su muerte, termina involucrado en la misma investigación que Tessa. Los tres perderán la vida teniendo como asesinos intelectuales a las poderosas multinacionales farmacéuticas y sus intereses multimillonarios, junto con la complicidad del gobierno británico y keniata. Esta trágica historia nos conecta con la experiencia de mucha gente alrededor del mundo, comprometida con la transformación de las situaciones de desigualdad y vulneración de los derechos humanos.
Las multinacionales farmacéuticas dedican muchos menos recursos de los que publicitan al trabajo de la investigación y estos fondos terminan siendo empleados en mercadeo.
Tessa y Justin se habían conocido en una conferencia donde la activista se enfrenta al diplomático, iniciando así una relación que los llevará a vivir en Kenia. En este proceso Tessa conoce al doctor local Arnold Bluhm, con el que descubre lo que realmente hace la compañía farmacéutica con el fármaco creado Dypraxa, una droga en estudio que se empleará en el tratamiento de la tuberculosis multirresistente, realizando las pruebas del medicamento a pacientes a “modo de cobayas” que reciben tratamiento de manera gratuita, “extorsionándolos” ya que, si se niegan a realizar las pruebas, se les quitaría la prestación del servicio.
Aquí inicia Tessa su cruzada contra las grandes compañías, donde hallará información muy delicada, para realizar un informe sobre el Dypraxa que enviará al Alto Comisionado Británico. La respuesta obtenida fue el asesinato. El Alto Comisionado Británico produce un informe sobre la muerte de Tessa reduciéndolo a un crimen pasional, pero su marido Justin sospecha de que la muerte de su esposa no había sido un accidente cuando la policía invade su casa y se lleva documentos. Tras el funeral inicia su propia investigación hasta encontrar la verdad de lo sucedido y la realidad de la situación sanitaria del país. Justin viaja a distintos lugares, reconfirmando la información encontrada por Tessa, hasta sacar a la luz toda la verdad sobre el medicamento Dypraxa. Descubre el hecho de que el medicamento sólo puede ser comercializado, en el caso de que su uso en África no genere efectos secundarios graves, por lo que comienza a hacerse muchas preguntas. Descubre que el Alto Comisionado Británico se encuentra detrás de todo, en un pacto con “KDH” y “Tres abejas”, para eliminar los resultados que no interesaban dentro de los ensayos clínicos. Así confirma que la causa de la muerte de Tessa fue que ella quería detener las pruebas de Dypraxa, lo que traería demoras en la comercialización, y millones de dólares en pérdidas para la compañía farmacéutica.
Dypraxa presentaba propiedades curativas, pero sus efectos secundarios podían matar y era muy costoso volver a los laboratorios para corregir la medicina, por lo que la solución escogida fue eliminar de los estudios los pacientes que sufrían los terribles efectos, entregando así información falsa. Finalmente, Justin envía un correo electrónico con todo lo descubierto después de haber superado ataques a su integridad física.
Esta película muestra como las grandes corporaciones de los países desarrollados se involucran en los problemas de los países en vías de desarrollo y con grandes problemáticas para por medio de la excusa de la Ayuda Oficial para el Desarrollo, lucrarse como principal objetivo. Las multinacionales y en general las grandes corporaciones forman parte – son – el sistema capitalista.
En la película esto se puede identificar por medio de las relaciones que tienen Gran Bretaña y Kenia por medio de sus empresas farmacéuticas “KDH” y “Tres abejas” respectivamente, representando una alianza comercial que busca máximos beneficios de una manera poco ética.
La mayor farmacéutica del mundo, Pfizer, pagará 55 millones de euros a un grupo de familias nigerianas para evitar un juicio por la muerte de 11 niños en el país africano que sirvieron como cobayas de un medicamento en pruebas, Trovan.
La Cooperación para el Desarrollo, en el “Jardinero fiel” está representada también por el control directo del recurso humano, de las personas más necesitadas de Kenia, como un ejemplo del hecho de que durante décadas, desde el momento en que se mencionó la necesidad de la “ayuda al desarrollo” en el discurso del presidente Truman de USA, la Cooperación para el Desarrollo ha sido objeto de polémica en términos de eficiencia y eficacia, mostrándose utilitarista, por medio de muchos ejemplos, por lo que para algunos es geoestrategia global y control directo o indirecto de los recursos naturales y humanos del Tercer Mundo y para otros es ayuda altruista. Así pues, la nación y las corporaciones que en la película parecen estar ayudando a Kenia, finalmente están utilizando a la nación para sus propios fines, dejando muy claro como la falta de ética de las multinacionales que, a costa de arriesgar las vidas de los seres humanos, aumentan sus utilidades y maximizan sus ganancias por medio del discurso salvador del desarrollo.
Pensabais que estaba hablando del COVID-19. Pues no, aunque la película tenga mucho parecido con la pandemia que estamos padeciendo en España y en el mundo entero. Estaba hablando de la película “El Jardinero Fiel”, basada en la novela de John Le Carré.
Después de hacer mi aseo personal y desayunar con Irma, salgo a comprar la prensa para aprovechar el paseín diario. Hace un día espectacular, un sol espléndido, pero me acuerdo de que tengo que regresar a casa para cumplir con mi día 31 de arresto domiciliario. Ya de regreso a casa, sigo dándole vueltas a la cabeza a la película comentada, y sigo preguntándome si esas muertes provocadas en Kenia, tendrán alguna similitud con las muertes diarias de nuestros pensionistas en esos pretanatorios, conocidos en su mayoría como geriátricos, a juzgar por las cifras que nos ofrece el panel del ministerio de Sanidad con 172.541 infectados y 18.056 muertos, de los cuales el 80% son pensionistas. Si alguien en este drama que estamos viviendo son dignos de mención, estos son los sanitarios que se han entregado a su tarea hasta poner en peligro su propia vida por cuidar de los demás, pero sin olvidarnos de que en el mismo nivel están nuestros viejos de toda la vida, los que más lucharon y cotizaron por tener un sistema público de sanidad, que se están muriendo al mínimo roce con el virus. Un virus que, aunque se siga diciendo que nada se sabe de él, sin embargo se sabe lo principal: “que pertenece a una amplia familia de virus descritos por primera vez en los años sesenta de siglo pasado y que son responsables de varias afecciones respiratorias humanas, tales como el resfriado común, la bronquitis y la neumonía, así como de algunos trastornos digestivos que se presentan formados por una hebra de ARN envuelta por una estructura proteica que recuerda a la forma de corona solar (…) Existen antecedentes de otros dos coronavirus zoonóticos que, como el SARS-CoV-2 han causado infecciones graves e incluso mortalidad. Uno de ellos es el coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-Cova), detectado por primera vez en China el año 2002, propagándose a más de treinta países”. (Marta Consuegra Fernández, doctora en biomedicina, investigadora científica y profesora en la Universidad de Barcelona).
Pero, vayamos al meollo de la cuestión que nos preocupa: los pensionistas. Si hubo una entidad financiera que representaba el buen hacer de la eficacia teutona, esa era el Deutsche Bank. La propaganda nos decía que era el modelo a seguir por el resto de la banca europea, pero se nos ocultaba que tenía una larga historia de actuaciones delictivas, siendo, como fue el gran financiador de la Gestapo en la Segunda Guerra Mundial, sufragando la construcción del campo de exterminio de Auschwitz y uno de los grandes inversores en una empresa colindante denominada IG FARBEN, especializada en desarrollar medios para la “solución final. Entre otros inventos, producía el Zyclon B utilizado para exterminar de forma industrial a los prisioneros.
Antón Saavedra en el debate televisivo con los periodistas preparados al efecto para vender el producto del neoliberalismo del PEPE, celebrado en Bruselas el año 2018.
Sin embargo, la realidad golpea duramente en sus puertas, de tal manera que nada tendría de extraño que el Deutsche Bank pueda ser el nuevo Lehman Brothers, según viene vaticinando el mismísimo Fondo Monetario Internacional cuando en uno de sus informes de 2016 afirmaba que era “la mayor fuente de riesgos entre los bancos más importantes del mundo”. La realidad es que el banco alemán no levanta cabeza desde la recesión de 2008, desconociendo en la actualidad la cifra exacta de sus deudas multimillonarias, además de acumular más de 8.000 litigios importantes que abarcan desde el espionaje hasta el lavado de dinero. Pero no solo es ese banco, sino que la llamada locomotora de Europa pierde fuelle. Alemania se estanca camino de la recesión. Todo es un engaño. Los bancos alemanes condenaron a la miseria al pueblo griego, conspiraron contra las finanzas italianas, las españolas, las portuguesas y las irlandesas, siempre desde esa superioridad que les caracteriza desde los tiempos hitlerianos.
La Unión Europea fue creada no solo para evitar las guerras entre los países europeos, sino para permitir el desarrollo del neoliberalismo con la excusa de la moneda única y la Unidad Europea. Así, durante los doce años que ha durado la crisis de 2008, aun no resuelta, nos han venido repitiendo hasta la saciedad: ¡no hay dinero para pensiones!, ni para políticas contra el paro, ni aumentos de sueldos ni para mejoras de los servicios públicos que tenemos que ir privatizando, pero sí lo había para inyectar la liquidez necesaria en las instituciones financieras al borde de la quiebra. Todos hemos de arrimar el hombro y de forma altruista a los ¡¡¡ empobrecidos banqueros!!!
Antón Saavedra en pleno debate con la Comisión Euopea en Bruselas, el año 2018
La solución que pretende aplicar el sistema financiero internacional frente a la nueva crisis es más de lo mismo, refinanciar el sistema utilizando las pensiones públicas. Hace mucho tiempo que el sistema pretende privatizar las pensiones. Desde 1994, o incluso antes, tal y como yo mismo pude apreciar en mis debates recientes con los miembros de Comisión Europea y los europarlamentarios españoles, así como los periodistas encargados de vender el producto bancario en el seno del Parlamento Europeo, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, los servicios de estudios de las entidades financieras, han iniciado una campaña sostenida en el tiempo que se renueva en estas fechas. Nos pretenden hacer creer que las pensiones peligran, que cada vez los pensionistas tienen más edad, siendo imposible mantener las pensiones, dicen los correspondientes gobiernos títeres del poder económico.
Con fecha 4 de mayo el Parlamento Europeo votó el llamado Plan paneuropeo de Pensiones Privadas (PEPP), con los votos favorables de todos los grupos, la abstención del PSOE y el voto en contra de Podemos, cuyo objetivo no es otro que privatizar las pensiones públicas y asegurarse de que invertimos, el dinero que no tenemos, en Planes privados de pensiones. Dinero que será gestionado únicamente por entidades privadas, fondos de inversión como BlackRock, bancos como e mencionado Deutsche Bank, el BBVA, Banco de Santander o La Caixa, aseguradoras privada. Todos se están frotando las manos.
En la actualidad, los planes privados de pensiones en Europa cubren a 67 millones de personas (el 27% de los europeos entre 25 y 59 años), pero se quiere, gracias a la de planes de pensiones dejen de ser voluntarios, esperando conseguir hasta 240 millones de clientes y pasar de gestionar 700.000 millones de euros a 2,3 billones, todo ello antes del 2030.
En España es el PSOE quien se ha apresurado a plantear la aplicación práctica del PEPP, aquí denominada “mochila austriaca”. Una regulación legislativa muy estudiada en la época del gobierno de Zapatero, aunque sin llegar a aplicarse, siendo posteriormente la propuesta por el PP, C’s y en la actualidad por el gobierno del PSOE presidido por Pedro Sánchez. El fondo del proyecto oculta una nueva vuelta de tuerca, puesto que abaratará aún más el despido, creando un fondo de pensiones privado gestionado por entidades financieras que no se harán responsables de las pérdidas que puedan acumular, y que correrá a cargo de los propios trabajadores. Al ser un modelo de capitalización, será la excusa perfecta para ir reduciendo las pensiones públicas con las cantidades acumuladas cada mes durante la vida laboral del trabajador. Es verdad que UNIDAS PODEMOS forma parte del gobierno de coalición con el PSOE, pero ¿aceptará este atentado contra los pensionistas y los trabajadores? Soy consciente de que hoy me he extendido, aunque no lo suficiente y necesario, en un asunto que nos afecta a todos los pensionistas, pero, sobre todo a los futuros pensionistas, si es que les da tiempo a cotizar algo decente con la precarización del empleo que recoge una regresiva reforma laboral, aún sin derogar. Eso es lo que se nos viene encima. ¿Os parece poco? ¿Vamos a seguir inmersos en la resignación o, por el contrario, esta pandemia nos va a cambiar para recuperar aquellas luchas de nuestros viejos, auténticos luchadores por las conquistas sociales que hoy disfrutamos, aunque sigan muriéndose en el más absoluto de los abandonos por esos pretanatorios que dicen llamarse geriátricos? Buenas noches y hasta mañana.