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DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 21 de abril

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21 de abril

Día 21 de abril del 2020, cumpliendo mi 38 día de arresto domiciliario, cuando se empieza a hablar de desconfinamiento de menores y ancianos, luego cada autonomía pide abrir “puertas” a la población en función de los casos registrados. Hoy me he levantado a las 5,00 horas, pero me he vuelto a acostar a las 8,00. Otro día cabrón que me toca soportar los dolores de mi artrosis debido, según mi experiencia, a los cambios del tiempo. Me pego una ducha, esta vez con agua ferviendo para mis huesos, desayuno y salgo a la calle para comprar la prensa. Me pongo a escribir, pero cada poco abandono para tumbarme en el sofá. He tomado un paracetamol y aplicado el spray de Radio Salil, y parece que me alivia un poco los dolores.

Ayer fue otro día de debate con los jenízaros del PSOE a través de Facebook. Basta que yo ponga un comentario que ellos no estén de acuerdo por considerarlo ofensivo para el gobierno y para el PSOE, cuando al minuto ya sale todo un ejército de jenízaros contra mis comentarios, aunque sin argumentar nada, por la sencilla razón de que es muy difícil replicar una verdad que esté perfectamente constatada. En esta ocasión se trataba de las declaraciones del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, general José Manuel Santiago, porque yo había compartido la información procedente del periódico ABC: “Joder, Antón, para un hombre de izquierda como tú, el PSOE todo lo hace mal y además ahora haciendo caso de periódicos de derechas como el ABC”.  No, compañero, simplemente hace mal aquello que no hace bien. Además, suelo leer todos los periódicos que caen en mis manos. Por cierto, ¿cuáles son los periódicos de izquierda en España?  Claro que soy un hombre de izquierda como SOCIALISTA que soy. El que no es ni de izquierda ni socialista es el PSOE actual.

Aquel PSOE que fundara Pablo Iglesias en la taberna madrileña “Casa Labra” ha quedado secuestrado hace muchos años, desde 1974, en la localidad francesa de Suresnes. Vosotros y vosotras seguís pensando que aquí, en España, cuando se produjo la restauración monárquica heredada del franquismo, se abrió un queso por la mitad, de tal manera que una parte resultó ser de queso cabrales y la otra de queso manchego. Pues no, el queso era de una misma marca, de la marca “Una, Grande y Libre”, es decir, la misma derecha de siempre dividida en varios apartados: Derecha de siempre (AP-PP), Derecha socialdemócrata (PSOE), Derecha centrada (Ciudadanos), Derecha extrema (Fuerza Nueva-Vox) y Derecha nacionalista (CIU-PNV).

El Pacto de la Transición no fue más que un redivivo del “pacto canovista del Pardo”. Es decir, el bipartidismo turnista al más puro estilo Cánovas y Sagasta que determinó la adaptación sin condiciones de las fuerzas de progreso a un régimen de poder que mantenía intactos los intereses y la influencia de las élites que habían prosperado en el largo y penoso período anterior a la Transición. Dicho de otra manera, más entendible y real: el dominio feudal de las élites económicas y estamentales al objeto de que la minoría oligárquica siguiera manteniendo, como sigue manteniendo, sus intereses económicos hasta elevarlos a la universalidad, es decir, a que se transfiguren alevosamente en los intereses generales del país.

En efecto, un régimen político basado en el turnismo entre los dos grandes partidos de la época: el conservador y el liberal, cuya autoría política se debe a Cánovas del Castillo, principal líder conservador de la historia del país, que diseñó la Restauración de acuerdo con el viejo principio elitista del «gobierno de la inteligencia», tal y como lo había denunciado Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales de 1912, poniendo negro sobre blanco, precisamente en referencia a los tiempos del bipartidismo decimonónico: «Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos.  Han de pasar años, lustros tal vez, quizá medio siglo largo, antes que este Régimen, atacado de tuberculosis étnica, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental»

Aun siendo plato tan socorrido, nunca una tortilla proveyó tanto ni a tantos como la que da denominación de origen al clan que refundó el PSOE y se enseñoreó de la vida española hasta mediados de los 90, pero sin perder su feudo andaluz. (1) Juan Antonio Barragán, (2) Isabel Pozuelo, (3) Pablo Juliá, (4) Josele Amores, (5) Rosa Rodríguez, (6) Carmen Romero, (7) Alfonso Guerra, (8) Carmen Hermosín, (9) María Martín, (10) Felipe González, (11) Luis Yáñez Barnuevo, (12) Manuel Chaves.

Esa es la cruda realidad, mal que pese a tanto jenízaro y jenízara que llevan cuatro horas y media afiliados en el PSOE. De ahí tanta insistencia en la necesidad de seguir defendiendo a ultranza ese bipartidismo turnista PPSOE, de tal manera que la derecha siempre permanezca en las poltronas ministeriales como títeres de ese poderoso guiñol que se conoce por neoliberalismo.

Vamos a ver: ¿Cómo se puede llamar de izquierda a un partido como el PSOE que, definiéndose como republicano duerme en la misma cama que la monarquía? ¿Cómo se puede definir como laico manteniendo el concordato con el Vaticano y financiando a la Iglesia con más de 15.OOO millones de euros todos los años, procedentes del erario público? ¿Cómo se puede definir antibelicista, metiéndonos en la OTAN, manteniendo las bases norteamericanas en territorio español y vendiendo armamento a los países en guerra, percibiendo las correspondientes “mordidas” para la financiación del partido? ¿Cómo se puede tener la gran desfachatez de autodefinirse como el partido de la clase obrera, después de haber producido los mayores atentados laborales y sociales contra los trabajadores?

Mirad, jenízaros del PSOE: con el coste de un tanque Leopard 2E, valorado en 11 millones de dólares, se podrían haber comprado 440 respiradores a un precio de 25 mil dólares cada uno.  Cada disparo de un Leopard implica un gasto de 3200 dólares. Con ese dinero se pagarían 90 test Covid-19, según el precio por unidad que se maneja en Estados Unidos, siendo el importe de mantenimiento anual de cinco mil dólares, que serviría serviría para cubrir el mantenimiento anual de una cama de hospital (Datos elaborados por la Organización International Peace Bureau (IPB), premio nobel en 1910)

Lo que os cuesta trabajo es salir de vuestro cautiverio dentro del PSOE, debido, entre otras cuestiones, a qué, o bien le debéis vuestro propio puesto de trabajo o bien le debéis el de vuestros hijos y familiares, todos ellos colocados por la “vuelta del vacío” en los ayuntamientos, administración y demás organismos de la comunidad, amén de los chiringuitos públicos creados “ad hoc” sin saber muy bien sus verdaderas funciones.

Ahora, a raíz del confinamiento que sufrimos el pueblo español como consecuencia del Estado de Alarma decretado por un gobierno (i)responsable, que no quiso ni ver ni escuchar la catástrofe que se nos venía encima por dar prioridad, entre otras cuestiones, a sus campañas electoralistas del País Vasco y Galicia, pretendéis, no solo que permanezcamos en arresto domiciliario, sino que nos apliquen la ley mordaza de vuestro socio bipartidista del PP, que no quisisteis derogar, pretendiendo señalar como falsas noticias  todo aquello que no sea bailar el agua  al gobierno y al PSOE, tal como si tuvierais alguna autoridad especial para estar en posesión permanente de la verdad, cuando la realidad es que no estáis sirviendo ni siquiera para maquillar los engaños y las mentiras que desde La Moncloa y Ferraz tratan de tapar las peores cifras de mortandad del mundo en esta pandemia y atacar la libertad de expresión con la excusa de las fake news.

Con el fin de crear una corriente de opinión favorable al gobierno y el PSOE, entonces aparece el CIS de Tezanos para poner el color blanco en lo que es negro. ¿Qué le conviene a nuestro presidente, que a pesar de su decrépita gestión del COVID-19 se encarame en su mejor nota personal? Pues para eso está el CIS de Tezanos para certificarle el aprobado mientras el resto de los demás líderes son suspendidos. ¿Qué le conviene a nuestro presidente, que se difunda un abrumador apoyo de la opinión pública a los pactos que nuestro presidente necesita para enmascarar su fracasada gestión? Pues el CIS de Tezanos proclama que el 91,4 del pueblo español aprueba la propuesta del gobierno. ¿Qué le conviene a nuestro presidente, que Moncloa controle lo que se publica sobre el COVID-19, abriendo el camino a la censura? Pues el CIS de Tezanos se cisca en el artículo 20 de la Constitución, que establece la libertad de expresión como cimiento de la democracia.

Este tal Tezanos, pelotillero número del todo expoderoso Alfonso Guerra, y ahora de Pedro Sánchez, aunque nunca acertó una sola encuesta, ya había perdido toda su credibilidad cuando en las elecciones del 10-N pronosticaba al sanchismo 150 escaños, con el propósito de influir sobre los indecisos y los pusilánimes, quedándose Pedro Sánchez en 120 escaños.

Lo que no ha preguntado el CIS de Tezanos a los ciudadanos fue por el número de cuentas falsas en el perfil del propio ministerio de Sanidad en Facebook que promueven interacciones del Gobierno y del PSOE para viralizar sus publicaciones sobre la crisis del coronavirus.  Por el momento se desconoce el alcance total y sus posibles autores, pero si se ha podido comprobar la presencia de más de un centenar de estas cuentas “fake”.

Aunque haya sido el propio ministerio de Sanidad quien haya reconocido que su cuenta oficial estaba siendo víctima de una “actividad fraudulenta” desde el pasado 17 de abril, todo indica que se trata de grupos y agencias de marketing político contratados para crear perfiles falsos que ya están siendo investigados por Facebook. Son técnicas que ya se vienen utilizando desde hace tiempo a nivel mundial, y los principales partidos españoles han incorporado este tipo de metodología en sus estrategias de comunicación. Recientemente, Twitter y Facebook suspendieron un total de 359 cuentas atribuida al PP dedicadas a potenciar la opinión publica artificialmente en las semanas anteriores a la convocatoria electoral del 28-A y a aumentar la interacción mediante “comportamientos de spam”

Evolución de la pandemia en España, según datos del ministerio de Sanidad, es decir datos falsos, del 20 de abril de 2010.

Pero volvamos al asunto que nos debiera de preocupar por encima del todo, como es la alta mortandad que alcanza España, donde Moncloa, no sé si está mintiendo, pero si engañando de manera deliberada con la baja letalidad en España. Existen datos y pruebas. El gobierno está engañando desde el principio de la pandemia. Engaña en el número de fallecidos, ocultando las cifras reales y presentando una información sesgada. Dice el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón Soria que: “la letalidad es muy parecida a la mayor parte de los países europeos, en torno al 10%, quizás más baja que algunos de nuestros socios europeos quizás más por encima de algunos otros”. Este dato no es falso, pero es mucho más cómodo para un gobierno presentar la letalidad del virus en torno al 10% (es el 12%) que presentar otros datos que también son ciertos y resultan mucho más alarmantes.

Las cifras del ministerio de Santidad hablan por sí solas (20 de abril de 2020)

España es el tercer país del mundo en números absolutos de muertos, detrás de EE.UU. y de Italia. Refiriéndonos a muertos por millón de habitantes, nuestro país es el segundo del mundo con más fallecidos por millón de habitantes, solo por detrás de Bélgica que, todo hay que decirlo, tienen menos de 5.000 fallecidos, con una población cuatro veces inferior a la española. En España mueren en un día las mismas personas que han muerto en Portugal a lo largo de la pandemia, o que la mortalidad por coronavirus en España es seis veces superior a la de Estados Unidos, hasta el extremo de que si en todo el planeta el Covid-19 tuviera la misma tasa de mortalidad que en España, ahora mismo habrían muerto en el mundo 18 millones de personas, y no las 180.000 actuales. Cuando estoy redactando mi diario de hoy tengo a la vista las cifras oficiales engañosas del ministerio de Sanidad con 204.178 infectados y 21.282 muertos.

Por si esto no fuera suficiente, más de 31.000 sanitarios figuran en las listas de los infectados, al margen de los 28 fallecidos por el COVID-19, pero si esto es preocupante, mucho más preocupante y grave supone el que más de mil sanitarios permanezcan aislados por la utilización de mascarillas defectuosas de un lote cuya retirada fue ordenada el viernes, 17 de abril. Para empezar, después de que el propio ministerio de Sanidad admitiera que la falta de equipos de protección ha favorecido las infecciones entre el colectivo, que acumula el 15% de los infectados, ahora no sabe cuántas de las mascarillas del lote – entre 350.000 a 400.000 unidades -, no cumplían los requisitos.

La cuestión es de tal gravedad que ha obligado a intervenir al Tribunal Supremo que ayer mismo, 20 de abril, ha dictado un auto obligando al gobierno a adoptar “todas las medidas a su alcance para que tenga lugar la mejor distribución de los medios de protección de los profesionales sanitarios”, de tal manera que el ejecutivo tendrá que rendir cuentas de como lo hace: el Tribunal Supremo impone que el ministerio de Sanidad informe cada quince días a la Sala de lo Contencioso Administrativo de las iniciativas “concretas” que haya adoptado, indicando expresamente “los medios de protección puestos a disposición de los profesionales sanitarios y su distribución efectiva”. La cuestión es que el lote defectuoso de la marca Garry Galaxy, cuyo número no sabe especificar el ministerio, se repartieron por toda España. Andalucía, por ejemplo, recibió 68.400 mascarillas, y Galicia 82.291. Yo no sé cuántas pudieron llegar a mi comunidad asturiana, pero, por si acaso, yo no me la pienso poner hasta no estar seguro de que no me sea perjudicial para mi salud.

Recordaréis que ayer comentaba la declaraciones del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, general José Manuel Santiago, en la rueda de prensa celebrada en el Palacio de la Moncloa tras la reunión del Comité Técnico del Gobierno contra el coronavirus, en la que destapaba la estrategia informativa del Gobierno que, tal como ha quedado dicho, sigue los manuales clásicos del totalitarismo, a base de mentiras repetidas, estigmatización del disidente y cortinas de humo, creando para ello brigadas de ciberlinchamiento a base de cuentas falsas y perfiles truchos que replican los mensaje oficiales y aplauden sin pudor los discursos del ministro de turno.

El propio general José Manuel Santiago, reaparecería al día siguiente en la rueda de prensa diaria para alardear de su hoja de servicios de 40 años, explicando que “no hay ideología, porque si algo ha aprendido en la vida – dice – es que lo primero son las personas”. Y listo. En absoluto se retracta del disparate antidemocrático que había soltado el día anterior, ni pide disculpas. De propina, sus compañeros de estrado rompen a aplaudirle, como si estuviesen celebrando su despedida del cargo. Acto seguido, el doctor Fernando Simón, al que yo tenía por un profesional sanitario – el gran visionario que en el 13 de febrero afirmó que en España “no existe riesgo de infección” – se transforma en político, calificando de indignos a los que han cuestionado las palabras del general y añade que “no se pueden utilizar los fallos que podamos tener en los discursos para la crítica porque estamos al límite de nuestra capacidad y resistencia”.  Pues descanse, doctor Simón. Nadie le pide que no duerma ni coma, ni que sea un súper prota al borde del colapso físico. Lo único que se le pide es que sea capaz de liderar un equipo eficaz para atender a la emergencia.

La propaganda de los cuerpos armados es desfilar. Cuando los ponen a hablar, como su naturaleza no es retórica, revelan, cantan la gallina. Para disimular, lo están llamando error, lapsus, pero ¿a partir de cuántos errores se puede hablar de horror me pregunto yo?

Por ejemplo, cuando el general de la Guardia Civil dice que quiere reducir el “estrés social”, ¿A qué se refiere? ¿Es el estrés un delito? A mi lo que me producen estrés son las cejas del sanitario-político Fernando Simón.

Dejémonos de pijadas. Solo los niños, los borrachos – alguno masacrado por 16 policías nacionales, hasta llegar a pisarle y patearle la cabeza hace unos días, según se puede ver en el vídeo grabado que circula por las redes – y la Guardia Civil dicen siempre la verdad. Y el lapsus, error, o lo que fuera, del general Santiago no ha hecho más que destapar la estrategia informativa del Gobierno, que parece má diligente en el esfuerzo por neutralizar las críticas que en el de combatir la pandemia.

Buenas tardes y hasta mañana.


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