Hoy, cuando se cumplen 68 días de mi arresto domiciliario, aunque todo hay decirlo, con unas horas de libertad provisional que, por primera vez me ha permitido tomar unos culetinos de sidra con la tertulia diaria de amigos, surgió el tema estrella del debate de ayer en el parlamento referido a la reforma laboral, lo cual aprovecharon algunos para cargar las tintas sobre Unidas Podemos, tratando de justificar al PSOE diciendo que todos eran iguales cuando pisaban moqueta. Es posible que así vaya a ocurrir, pero habrá que hacer la crítica cuando efectivamente ocurra, si es que ocurre. Mientras tanto hay que explicar la cosas, tal como ocurrieron, y en ello voy a centrar mi diario de hoy: la reforma laboral Zapatero-Rajoy, un tema en el que, en absoluto, estoy dispuesto a tragar sapo alguno, y menos ninguna culebra, como votante que soy de Unidas Podemos.
El presidente del gobierno, en su última homilía sabatina nos había anunciado que iba a solicitar otra prórroga del “estado de alarma”. En esta ocasión con una novedad, tratando de colarnos de rondón un “estado de excepción”, eludiendo los controles establecidos en la Constitución para éste, dejando muy claro que la nueva prórroga duraría “alrededor de un mes” en lugar de los quince días de hasta ahora.
Desde los inicios del “estado de alarma” la política del gobierno viene consistiendo básicamente en prorrogar estados de alarma. Se debate sobre la prórroga, se prorrogan los debates sobre la prórroga, se especula con su caída, se caen las especulaciones, se vuelve a empezar…
Para el presidente español llegar a la mañana misma del debate sin los apoyos atados es la norma, llegando yo a la conclusión de que la estabilidad le resulta molesto. Su corto plazo es el de esa mañana, su medio plazo es la semana entrante y su largo es el mes que le toca ir a Bruselas, dando la impresión de que a Sánchez le gusta más la estrategia del Cholo Simeone, el entrenador del Atlético de Madrid, al que cuando le preguntan cómo ve el futuro de un campeonato en curso responde: “no sé, yo siempre voy partido a partido”.
Sánchez sigue la misma táctica, vive al día y no mira más allá, aunque ayer, mostrándole al diputado Rufián cuatro dedos de la mano, le dio a entender que está decidido a agotar los cuatro años de la legislatura en La Moncloa al precio que sea.
Y con la ayuda de ERC de Junqueras o la de C’s de Arrimadas. Y si hiciera falta y, por muy asombroso que pueda parecer, también con la colaboración del PP, aunque para ello tuviera que prescindir de Unidas Podemos del Gobierno tirándolos por la ventana.
Bueno es Sánchez para que nadie le toque el ala de su sombrero. Y anden con cuidado Junqueras y su emisario Rufián porque, aunque este “menage a trois” de las prórrogas cuarta y quinta del “estado de alarma” dice que es un pacto solo sanitario – para salvar vidas -, como lo viene pregonando discurso tras discurso, lo cierto es que se trata de un pacto político de gobierno con todas las de la ley.
La cuestión de fondo que se debatía y se votaba y de la que Sánchez salió airoso era la de si hacía falta o no una quinta prórroga del “estado de alarma” o si por el contrario eran suficientes las leyes sanitarias y de seguridad para controlar el fin de la desescalada de la epidemia.
Sánchez estaba al tanto del interés de Bildu en una promesa expresa con la derogación de la reforma laboral, y la prueba es que facilitó el acuerdo al mencionarlo en su intervención en el pleno de este miércoles, que debatió la nueva prórroga del estado de alarma: “Nuestro compromiso permanece indeleble. En cuanto salgamos de esta emergencia, retomaremos nuestras prioridades de legislatura”, dijo a la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, para dar por hecho a continuación que se abstendrían.
Y, naturalmente, ganó la “alarma” porque Sánchez, desde el 1 de junio de 2018 cuando se votó la moción de censura ha ganado todos los partidos y se mantiene en el poder. Y pretende seguir haciéndolo en la que sin duda será la final de la Champions de la política: la votación de los Presupuestos de 2021. Donde ERC se cree imprescindible porque considera que C’s no podrá aceptar unos Presupuestos “progresistas”, salvo que el gobierno los califique de “emergencia” y se vean muy presionados por la Unión Europea, los mercados internacionales y la colosal deuda de España y en ese caso los tengan que moderar y centrar en pos de la colaboración de C’s y en menoscabo de ERC.
Esto no es fácil de imaginar, pero Sánchez va partido a partido y eso significa que cualquier cosa puede pasar. Por ejemplo ¿quién habría imaginado unas semanas atrás que C’s salvaría a Sánchez de dos derrotas en el Parlamento y aprobando dos prórrogas del “estado de alarma”? Nadie.
Como nadie se imaginaba, salvo el Cholo Simeone, que el Atlético de Madrid iba a eliminar al vigente campeón de la Champions League, el Liverpool y en su Estado de Anfield, como ocurrió. “La política hace a veces extraños compañeros de cama” dijo una vez Manuel Fraga y acertó.
“1.3.- Derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012. Impulsaremos en el marco del diálogo social la protección de las personas trabajadoras y recuperaremos el papel de los convenios colectivos. En concreto y con carácter urgente: Derogaremos la posibilidad de despido por absentismo causado por bajas por enfermedad. Derogaremos las limitaciones al ámbito temporal del convenio colectivo, haciéndolo llegar más allá de las previsiones contenidas en el mismo, tras la finalización de su vigencia y hasta la negociación de uno nuevo. Derogaremos la prioridad aplicativa de los convenios de empresa sobre los convenios sectoriales. Asimismo, modificaremos el art. 42.1 del Estatuto de los Trabajadores sobre contratación y subcontratación laboral a efectos de limitar la subcontratación a servicios”(Programa del gobierno de coalición establecido entre el PSOE y UNIDAS PODEMOS, referido a la reforma laboral)
Pero ayer mismo, el gobierno de coalición PSOE – Unidas Podemos firmaban un acuerdo con la organización vasca de Euskal Herría Bildu para proceder a la derogación de forma “íntegra” de la reforma laboral impuesta en 2012 por el Gobierno del PP, la cual, tal y como figura en el documento adjunto, “deberá ser efectiva antes de la finalización de las medidas extraordinarias” adoptadas por el Gobierno de coalición “en materia económica y laboral derivadas de la crisis originada por el Covid-19”.
Sin embargo, de manera sorprendente, unas horas después de hacer público el pacto suscrito, el PSOE saldría con una nota que limitaba la derogación sólo a partes de la reforma laboral, entre las que no se encuentra por ejemplo la relativa a las indemnizaciones por despido, quedando convertido aquello en un culebrón que ha vuelto a tensar las ya tensas relaciones existentes entre el PSOE y Unidas Podemos, un culebrón en donde ha habido de todo, hasta un amago de dimisión de la propia vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, dejando ésta señora muy claro que “este país no está en este momento para ciertas cosas”. Nada nuevo, por otra parte, ya que la máxima responsable económica del Gobierno, impuesta por la Comisión Europea, siempre se ha negado a una derogación de la reforma laboral, quedando transformada en el freno de todas las aspiraciones del llamado “escudo social” de Podemos, lo que viene provocando encontronazo tras encontronazo con el vicepresidente Pablo Iglesias.
“Cada partido puede decir lo que quiera”, pero “lo firmado es lo que se ha acordado”, ha asegurado este jueves en Catalunya Ràdio el líder de Unidas Podemos y vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de coalición, Pablo Iglesias. “Lo firmado obliga” o “programa, programa, programa”.
La rectificación del PSOE matizando que la derogación de la reforma laboral será parcial y no íntegra, como se había comprometido en un acuerdo con los grupos parlamentarios de Unidas Podemos y Bildu, es para el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, poco más que libertad de expresión porque lo único que cuenta es lo firmado. “Lo firmado y escrito en un papel es lo que se ha acordado”, ha zanjado esta mañana de manera “cristalina” en una entrevista radiofónica, a la vez que especificaba que el acuerdo de Unidas Podemos con el PSOE para la legislatura y la investidura y el Gobierno de coalición no se habla de derogación parcial, sino de la derogación de la reforma laboral, y eso es un acuerdo de Gobierno de coalición.
El “programa, programa, programa”, como homenaje póstumo al recientemente fallecido Julio Anguita. Este desencuentro y la respuesta de Iglesias a la rectificación del PSOE no se entendería sin que en las últimas semanas haya sobrevolado el fantasma de la geometría variable, con Sánchez apoyándose en Ciudadanos para sacar adelante las prórrogas del estado de alarma, pensando más en que sea un acuerdo estructural más que de coyuntura, mirando a los Presupuestos.
El acuerdo de medio centenar de páginas es un programa netamente socialdemócrata que se hace incompatible con Ciudadanos y cuyo cumplimiento ata a Sánchez al bloque de la investidura. La estabilidad del Gobierno depende de que se cumpla este compromiso. Un aviso que Unidas Podemos ha dejado claro a propósito del alcance de la reforma laboral. Ahora, más que nunca, debido a la crisis económica en ciernes, es la única hoja de ruta que maneja Unidas Podemos y así ha pactado con el PSOE defenderla en la comisión de reconstrucción. “Todo el mundo en el Gobierno tiene claro con quien se pueden hacer las mayorías que cumplen los acuerdos programáticos y dan un sentido de izquierdas al Gobierno”, explicaban fuentes del sector de Unidas Podemos en el Ejecutivo horas antes de que se produjese esta última polémica. “Unidas Podemos tenemos completamente claro que cuando superemos la epidemia del coronavirus tendremos que seguir poniendo en marcha medidas sociales, y nosotros tenemos muy claro con quien hay que negociar esas medidas. Y me parece que Ciudadanos también lo tiene bastante claro”. A modo de aviso mencionaba también a Anguita y su máxima de “programa, programa, programa”.
La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que incluso amagó con la dimisión, ha ejercido esta noche del miércoles una “influencia” decisiva para que Pedro Sánchez ordenara dar marcha atrás en el acuerdo que habían firmado horas antes PSOE, Unidas Podemos y Bildu para derogar “íntegramente” y antes de que acabe el estado de alarma la reforma laboral de 2012.
El presidente del Gobierno, sin embargo, ha querido dejar el campo más abierto. En su réplica durante el debate de este miércoles al portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, lo parafraseaba asegurando que “efectivamente no estamos eligiendo socios”, pero acto seguido le tendía mano de cara a los acuerdos que pretenden guiar la legislatura: “Esperamos las propuestas que puedan hacer en la comisión parlamentaria” de los pactos de reconstrucción. La antesala de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que si no surgen de la aritmética parlamentaria que facilitó la investidura de Sánchez serían un foco de tensiones en la coalición que pondría en riesgo su continuidad. De esa manera, los ministros impuestos por la comisión europea – la Calviño y el Escrivá – se sentirían muchos más cómodos pactando las cuestiones económicas con Cs y la burguesía vasca que representa el PNV.
¿De qué va esta legislatura?”, se preguntaba el portavoz de los republicanos catalanes, Gabriel Rufián, asegurando que “con Ciudadanos va de una cosa y con nosotros de otra”. Junto a ERC, Compromís del País Valenciano también pasó al no en la votación de la prórroga del estado de alarma, lo que quizá sea un termómetro más preciso sobre las basculaciones del PSOE, a la hora de anticipar la respuesta. Aunque independientemente de ello, Unidas Podemos quiere tener la última palabra aferrándose el cumplimiento del acuerdo de coalición.
La portavoz de los socialistas, Adriana Lastra, dejaba el futuro de la legislatura al albur de la matemática, que no de la ideología: “Le dije que para el Gobierno no había nada más importante que sacar la prórroga del estado de alarma. Usted dijo que para ERC era imposible votar que sí. Lo demás, son matemáticas”. Por cierto, ella también se abstuvo en la votación, al igual que dos diputados de Vox que votaron a favor del “estado de alarma”, aunque la posición de su grupo era un no radical, pero dejémoslo en la anécdota del día, debido a esta situación que nos tiene a todos y todas un poco embotados, especialmente cuando solo pensamos en los votos electorales que se pueden sacar de esta catástrofe.
La realidad es que el Gobierno digiere este jueves amargamente el “error” que ha supuesto la firma de un acuerdo entre el PSOE, Unidas Podemos y EH Bildu para derogar de manera íntegra la reforma laboral. Una negociación que el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, impulsó y conoció en todo momento, pero cuya ejecución final ha provocado este jueves un terremoto político.
Las consecuencias políticas son tan graves, aseguran fuentes del Gobierno, que Sánchez se ha visto obligado, en la mañana de este jueves, a “arremangarse” y explicarse ante la patronal y los sindicatos. El presidente ha telefoneado a los secretarios generales de UGT y CCOO, José Álvarez y Unai Sordo, y al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. Ni eso ha sido suficiente. La patronal rompe el diálogo social con el Gobierno de coalición, a pesar de la colaboración mantenida en la gestión económica y social de la crisis sanitaria del coronavirus.
Al final todo se deja a los Presupuestos para 2021 y la reconstrucción – siguen llamando guerra a lo que es una catástrofe humana, por lo que todavía no tengo muy claro lo que se tiene que reconstruir, pero esperemos a que comience el paripé de la comisión parlamentaria de la reconstrucción presidida por el Pachi López – pero lo que está muy claro es que vuelve otra vez la misma canción de la crisis, tratando de convertirla, en esta ocasión, en la canción del verano. Será con otra música, pero con la misma letra, cuyo compositor, tal y como dejaba claro en mi diario de ayer es el Banco de España: “Un plan de ajuste para evitar la crisis del sistema financiero y ganar credibilidad ante los mercados”. ¿Nos suena este estribillo?
El Banco de España, al que no votamos, vuelve a imponerle a los partidos, a los que sí votamos, la clásica receta del sacrificio de la mayoría en beneficio de los privilegiados. Reformas estructurales para que Bruselas no nos imponga un programa de austeridad. Es tan calcada esta canción de la del 2008 que, más que una amenaza, ahora parece que se estén riendo de todos nosotros.
¿Quién manda en el país? ¿El Gobierno o el Banco de España? El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, exige un pacto político de varias legislaturas, le impone los deberes a la comisión parlamentaria para la reconstrucción económica y social. Como primera pista de por dónde van sus recomendaciones, pide que se recaude más con el IVA, el impuesto más injusto.
¿Sería posible que el gobernador sin votos nos explicara sin eufemismos qué coño significa exactamente lo del ajuste, el amor por los bancos y el cariño para los mercados? El Banco de España afila el hacha y quiere que pongamos el cuello, con o sin mascarilla.
Fuente: Ministerio de Sanidad (21 de mayo de 2020).
Por cierto, hablando de las mascarillas, aquellas que al inicio del COVID-19 no hacían falta, tal y como explicaba magistralmente Cantinflas: Si la tienes te la pones, pero si no la tienes no te la pones, y ahora, parece ser que son imprescindibles cuando parece que la desescalada es una realidad, los “negocios” siguen proliferando por todos los rincones de España y del mundo. A la vista de las cifras oficiales del Ministerio de Sanidad de hoy 21 de mayo: 27.940 muertos y 233.037 infectados. El día de menos muertos desde que empezara a matar el bicho (48), lo que supone, al menos para mí, un día feliz, aunque de feliz tenga muy poco.
Si hace unos días escribía en mi diario un sucio negocio sobre la adquisición de mascarillas en la China por parte del gobierno balear a través del abogado Lafuente, afiliado al mismo partido del PSOE, siendo incluso candidato de este partido a la alcaldía de Palma de Mallorca, hoy, 21 de mayo, el mismo gobierno balear ha materializado otra nueva compra al mismo intermediario que hace semanas proporcionó un lote de más de 350.000 mascarillas defectuosas, poniendo en riesgo la salud de miles de sanitarios españoles y que obligó a la Administración a retirarlas.
En esta ocasión se trata del desembolso de 56,2 millones de euros por la compra de tres millones de monos desechables. El gobierno balear, después de tragar las mascarillas fake en un lote de la empresa Garry Galaxy, lejos de interrumpir sus relaciones comerciales, volvió a encargar a la empresa Hangzhou Ruining Trading 2.290.000 monos desechables protectores para COVID-19. Han pasado casi dos meses desde que se adjudicó el contrato – 28 de marzo – hasta que el ministro de Sanidad informó esta semana de la compra de estos monos desechables en el Consejo de Ministros. Es un asunto que iremos desarrollando ampliamente, en la medida que vayamos teniendo más documentación, por parte de estos especuladores que van por la vida de salvavidas.