Cuando estoy cumpliendo el 72 día de mi arresto domiciliario, observo que el Ministerio de Sanidad ha vuelto a cambiar el modelo de informe con el que hace públicos los datos de seguimiento de la covid-19 en España, de tal manera que este nuevo informe ha provocado importantes distorsiones con respecto a los datos ofrecidos por Sanidad hasta el momento. El más destacado está en la cifra de muertos, donde el Ministerio presenta un desfase de 1.918 fallecidos con respecto a los contabilizados anteriormente. Si ayer domingo eran 28.752, hoy la cifra baja hasta los 26.834.
Fuente: Ministerio de Sanidad (25 de mayo de 2020).
Lo primero que se me ocurre preguntar al respecto es si, efectivamente, los muertos de ayer estaban muertos o no lo estaban. No obstante, tendrá que ser el doctor Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Emergencias y Alertas Sanitarias quien explique esta misma tarde el porqué de estas diferencias, que también surgen en el apartado de nuevos casos, hasta el extremo de que, si ayer había 235.772 infectados, hoy son 235.400. No creo yo en los milagros, pero tratándose del doctor Fernando Simón cualquier sabe, así que será mucho mejor esperar a mañana para ver como nos vende este cambio a la hora de contabilizar muertos e infectados que, de ser verdad que las cifras fueran así me rompería las manos aplaudiéndole.
Decía el muchas veces maquiavélico Winston Churchill, que padecía de una aversión terrible a las estadísticas, que sólo se fiaba de las estadísticas que el mismo manipulaba, para rematar diciendo que “había verdades, medias verdades, mentiras y estadísticas”.
Qué duda cabe, sin ser yo ningún experto en la elaboración de las estadísticas, éstas son fundamentales si de verdad se quiere lograr una efectividad en la prevención de cualquier enfermedad o accidente, máxime cuando se trata de la covid-19 de la que dicen los expertos que se sabe muy poco. Por lo tanto, pienso yo se deben aprovechar al máximo la mejor fuente de información que se posea, siendo primordial que todo lo ocurrido en el entorno de la enfermedad o accidente quede reflejado, ordenado y dispuesto para posteriormente apreciar lo que realmente es determinante de riesgo y poder aplicar medidas correctoras para evitar su repetición o sus consecuencias. Desde mi punto de vista, el estudio estadístico de las enfermedades o accidentes es básico para orientar las acciones y técnicas prevencionistas y, siempre que funcionen correctamente la notificación, registro y clasificación de las enfermedades o accidentes, se tendrá una información más real de los resultados conseguidos. No se yo, si en el asunto de la covid-19 se están manipulando, ocultando o mintiendo, aunque a juzgar por lo que se sabe hasta la fecha, según certificaciones de muertes por coronavirus en los registros civiles, según los informes de los mismísimos Tribunales Superiores de Justicia en las dos Castillas de León y La Mancha se está mintiendo de manera descarada. Pero dejémoslo para el final, donde, sin lugar a dudas, tendrá que haber responsabilidades políticas y penales.
Fuente: ECDC y Organización Mundial de la Salud (OMS), el 25 de mayo de 2020.
Hoy me quiero referir, entre otros aspectos de mi diario, a la incidencia de la covid-19 en el contexto mundial y, sobre todo, a los orígenes de la misma. Así, entre las últimas semanas de 2019 y las primeras de 2020, personas aparentemente sanas se pasearon por el mundo contagiando un virus nuevo sin saberlo y sin llamar la atención. Ese virus no solo iba a ser capaz de llevarse por delante a más de 345.000 muertos y 5.000.000 millones de infectados en todo el mundo, según los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino también de dañar la economía global, socavar el prestigio de quienes tenían la misión de salvaguardar la salud mundial y, de paso, incendiar la política partidista de países que, como en el caso de nuestro país, siguen enfrascados en una disputa carroñera, tirándose los muertos a la cara, en medio de esta catástrofe pandémica que nadie vio venir y nadie sabe a ciencia cierta como combatir, pareciendo la mejor forma para ello, recurrir a las estadísticas manipuladoras y tramposas.
Esta es la crónica del virus que apagó el mundo en 100 días, los que van del 8 de diciembre de 2019, cuando el primer enfermo por una neumonía de origen desconocido ingresó en el hospital de la localidad china de Wuhan, hasta la tercera semana de marzo de 2020, cuando la alarma sanitaria por un contagio masivo llevó a decenas de países a confinarse.
Refiriéndonos a nuestro país, se habían perdido 25 días desde que se enfrentó al bicho el 31 de enero con el primer caso positivo que se había dado en la isla canaria de La Gomera en un turista alemán. Los investigadores trazaron la ruta del contagio, llegando a la conclusión que el turista se había infectado unos días antes en Alemania durante una reunión de trabajo que compartió con una compañera que, en un reciente viaje a Shanghái, se había visto con sus padres, residentes en Wuhan.
“Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad y el hombre designado por el Gobierno para dar la cara ante España por el coronavirus, está en entredicho. Simón ha acumulado en un mes un catálogo de declaraciones que el tiempo y la evolución de la enfermedad ha ido desmontando día tras día, desde su «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado».
Sin embargo, el doctor Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del gobierno español y gran experto de brotes infecciosos, no pareció mostrarse excesivamente preocupado por aquella realidad, limitándose a declarar públicamente: “Hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible. Sigue habiendo una sola provincia de China con transmisión comunitaria”.
Pero no solo eso, sino que se aventuró a hacer un pronóstico que le perseguirá durante los meses que lleva el bicho actuando: “Parece que la epidemia tiene posibilidades de empezar a remitir. Nosotros creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado. Esperemos que no haya transmisión local, Si la hay, será transmisión muy limitada y perfectamente controlada. Pero España tiene que trabajar en todos los escenarios posibles”.
Fuente: Universidad Johns Hopkins (25 de mayo de 2020).
El vaticinio del experto no pudo ser más desacertado. Hoy, España, según las cifras oficiales de sanidad, supera los 235.400 infectados y los más de 26.834 muertos, de los cuales 19.000 pensionistas proceden de los pretanatorios (geriátricos), según las comunidades autónomas. Un estudio de seroprevalencia en toda España apunta que el brote ha infectado al 5% de la población, esto es 2,3 millones de personas.
Ocho días después, el 9 de febrero, Simón volvía a comparecer públicamente porque se había detectado otro caso de un turista británico en Palma de Mallorca: “Esto no supone ningún riesgo para nuestro país puesto que no ha habido transmisión en España”, siendo mucho más categórico cuando el 13 de febrero declaró: “No tenemos coronavirus en España. No hay riesgo de infectarse”.
Y, sin embargo, el bicho ya circulaba como Pedro por su casa por todos los rincones de España desde la primera semana de febrero.
Hoy mismo, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha destituido al jefe de la Guardia Civil de Madrid, el coronel Diego López de los Cobos, por “pérdida de confianza” al no haber comunicado, según fuentes cercanas al instituto armado, que había remitido al juzgado un informe sobre las manifestaciones del 8 de marzo. A tenor de las distintas versiones que están circulando – vuelvo a reiterar, una vez más, este es mi diario donde recojo lo que está ocurriendo durante el estado de alarma, siempre desde los hechos perfectamente documentados -, la destitución podría deberse a un cúmulo de circunstancias entre las que destaca la investigación del Instituto Armado sobre la expansión del Covid-19 en Madrid, en la que se trata de dilucidar, entre otras cosas, la actuación del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, el doctor Fernando Simón.
Se trata de un informe solicitado por la jueza Carmen Rodríguez-Medel, que mantiene imputado al delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, por la causa abierta en su juzgado, el número 51 de Madrid, a raíz de la denuncia de un particular por su presunta responsabilidad penal en la convocatoria del 8-M. En ese informe la Guardia Civil señala que Simón “manejaba al menos tres días antes de la manifestación del Día de la Mujer datos que evidenciaban la gravedad de la crisis” de la COVID-19. “Pese a ello, no tomó ninguna medida para evitar ese acto multitudinario ni otros que tuvieron lugar ese fin de semana, como un congreso político de Vox en el Palacio de Vistalegre con 9.000 cargos y afiliados y un partido de fútbol en el Wanda Metropolitano ante 60.000 espectadores”, indica el informe.
El mando de la Guardia Civil, Pérez de los Cobos, ha sido destituido cuando sus agentes habían enviado informes judiciales que dejaban en una situación delicada a Fernando Simón. Desde 2006 era el asesor del Ministerio del Interior, en la etapa en la que Alfredo Pérez Rubalcaba era el titular del Departamento. Se convirtió poco a poco en uno de los hombres más cercanos al ministro. Llegó a ser el director del gabinete de coordinación de la Secretaría de Estado de Seguridad durante el Gobierno de Zapatero, cargo que ahora ocupa un comisario de la Policía. Ese puesto está considerado clave porque tiene que ejercer de enlace y hombre de acuerdo entre todas las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado. Su hermano Francisco llegó a ser presidente del Tribunal Constitucional.
El ministro considera que ha existido una falta de lealtad por parte de Pérez de los Cobos al no haber informado ni a la directora general ni a él mismo de la investigación. Que Pérez de los Cobos estuviera o no obligado a dar cuenta de la investigación es interpretable, pero es potestad del ministro determinar si con su actuación ha vulnerado la confianza que exige un cargo como el que ha desempeñado hasta ahora. Y lo único que parece claro es que el cese de los Cobos no viene motivado por el contenido del informe, sino por no haber comunicado que se iba a entregar a la jueza al tratarse de un tema delicado.
Pérez de los Cobos fue quien coordinó el dispositivo policial con motivo del referéndum del 1 de octubre de 2017 en Cataluña, ya que en ese momento era el director del Gabinete de Coordinación y Estudios dependiente de la Secretaría de Estado de Seguridad. Durante el juicio en Audiencia Nacional sobre el referéndum, el coronel se mostró especialmente duro con la actuación de los Mossos d’Esquadra y acusó directamente al major Josep Lluís Trapero de “poner palos en las ruedas constantemente”. Afirmó que no confiaba nada en Trapero y que si hubiera estado en su mano lo habría apartado del dispositivo especial de aquel otoño de 2017.
Esta es la bandera de la España que se defiende en el barrio de Salamanca, y esta es la banderita que muchos policías lucen en sus pulseras del reloj.
Al respecto, no me cabe ninguna duda de que el juicio, si llega a celebrarse, con el añadido de la destitución de este coronel de la Guardia Civil, traerá consigo otra pelea de órdago a partir de ya, pero siendo consciente de que aquí, el ministro del Interior ha actuado con autoridad, no hace lo mismo con las manifestaciones ilegales – todos los ciudadanos tienen derecho a manifestarse, siempre que respeten las normas dentro de un estado de alarma impuesto como consecuencia de una gran catástrofe mundial -, donde la ultraderecha incumple el estado de alarma, adueñándose del espacio público sin que Policía ni Guardia Civil identifiquen y sancionen como lo hacen cuando los convocantes somos nosotros, los trabajadores, cuando salimos, como vamos a salir a la calle, cuando se produzca el estallido social sin PANdemia para defender los puestos de trabajo, los salarios y las pensiones. Queda claro que no es lo mismo actuar en Núñez de Balboa que en Vallecas.
Seamos claros, el ministro Marlaska no quiere forzar una situación incómoda dentro de los cuerpos porque sabe que eso le traería problemas políticos que no quiere tener. Él sabe perfectamente de la progresiva ultraderechización que se está produciendo dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FFCCSE), y no puede seguir escondiéndose en la herencia recibida del exministro fascista, Jorge Fernández Díaz, el creador de una estructura policial destinada a impedir la investigación de los escándalos de corrupción del PP y a recabar pruebas falsas contra sus adversarios políticos.
Este ambiente de inacción está provocando un clima de absoluta impunidad que permite ver imágenes de complicidad entre manifestantes de ultraderecha con agentes policiales, algo que sería totalmente impensable si las protestas tuviesen lugar en Vallecas o estuvieran protagonizadas por colectivos de izquierdas.
El gobierno español, con su ministro de interior a la cabeza, tiene que abordar desde ya una urgente democratización de las FFCCSE al servicio del pueblo y no al servicio del poder oligárquico financiero.