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DIARIO DE UN CONFINAMIENTO: 26 de mayo

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26 de mayo

Hoy, cuando se cumplen 73 días de mi arresto domiciliario, he vivido uno de esos días movidos en las redes sociales debido a mi diario de ayer, con algunos comentarios verdaderamente voxmitivos, lo que me lleva a preguntarme si realmente somos las personas capaces de ver las cosas tal cuan son o, por lo menos, tal y como uno las ve de la manera más objetiva, para lo que es necesario, pienso yo, desprenderse del uniforme de jenízaro partidista y sectario, siempre tan acostumbrados a vencer  al servicio del sultán, dándose el caso, tal como resumía Maquiavelo en El Príncipe, que, en muchas ocasiones, “el sultán estaba en poder de los soldados” porque seguía diciendo Maquiavelo que para conservar el trono “es menester que este soberano, que no hace caso ninguno del pueblo, mantenga a sus guardias en la inclinación de su persona”.

Algunos pensadores van más allá y niegan que exista siquiera eso que llamamos realidad. El conservador Neville Chamberlain, primer ministro británico entre 1937 y 1940, siempre seguirá ocupando un lugar en la historia por un clamoroso error de juicio, cuando en setiembre de 1938 confió en Hitler y firmó con él en Múnich un acuerdo que de vuelta a Londres vendió como “paz para nuestro tiempo”. Ya sabemos como acabó aquella paz…

En una carta a su hermana, Chamberlain le explicó que “cuando Hitler me dio el doble apretón de manos que reservaba para sus demostraciones especiales de amistad tuve la impresión de que era un hombre en cuya palabra se puede confiar”.

Me viene esto a la cabeza después de tanto engaño, tanta manipulación y tanta mentira, de los “unos” y los “otros”, a lo largo de mis 72 años de edad, de los cuales llevo 56 en primera línea de fuego en defensa del socialismo. Tarea que siempre he realizado acorde con mis posibilidades, sin haber percibido salario alguno por ello, y pienso que, recordando a Descartes, es prudente no fiarse por entero de quien ya nos ha engañado, no una vez, sino varias.

Soy votante de UNIDAS PODEMOS. Estoy de acuerdo con su proyecto político, pero lo mismo me da que el “engañador” se llame de esa manera, se llame PSOE, Izquierda Unida, se llame PP, C’s o se llame Perico el de los Palotes. Cuando algunos o algunas de esos y esas ninis que llevan cuatro horas y veinte minutos buscándose un “puestín” que les permita ir haciéndose profesionales de la política, Antón Saavedra ya elaboraba y tiraba propaganda contra el franquismo a la edad de 16 años. Por lo tanto, lecciones de sensibilería revolucionaria de cartón, ni una, y menos de esos estudiantillos que piensa que por haber estado media hora sentados en las plazas de los ayuntamientos con una camiseta del Che Guevara siempre están en posesión de la verdad.

Antón Saavedra en la plaza del Ayuntamiento de Gijón, el 19 de mayo de 2011.

Yo también estuve en las primeras concentraciones del 15-M en la plaza del Ayuntamiento de Gijón, pero para seguir defendiendo mi verdad, como siempre ha sido en mi trayectoria, sin importarme nunca, ni antes ni ahora, si gusta o no gusta.

Tengo muy claro desde hace muchos años que la verdad y la política partidista nunca mantuvieron una buena relación y, hasta donde yo sé, nadie ha incluido la sinceridad entre las virtudes políticas. Siempre se ha considerado que las mentiras eran los mejores instrumentos no sólo del oficio de político o demagogo, sino también del oficio de estadista, especialmente cuando se es títere de los poderes económicos.

Es verdad que solemos caer reiteradamente en el dicho ese de que todos los políticos son iguales, pero no es menos cierto que eso tampoco responde a la verdad, cuando nos referimos, por ejemplo, a dos casos concretos que todos conocemos; Julio Anguita y Gerardo Iglesias.

Por otra parte, al menos, existe un intelectual del movimiento obrero del siglo XX que sí incluyó la sinceridad y la veracidad entre las virtudes políticas. Y no sólo negando la mayor, o sea, que en política la verdad sea impotente, sino afirmando además el carácter revolucionario del decir la verdad en política. Este pensador se llamaba Antonio Gramsci. Fue un activista político, italiano y comunista, que defendió al mismo tiempo, y sin reservas, dos cosas que, por lo general, suelen oponerse siempre en el mundo contemporáneo: el valor de la verdad en la vida política y la tradición maquiaveliana. Un caso insólito sobre el cual parece pertinente reflexionar, pero en otro momento de manera mucho más profundamente sobre las nociones de verdad y revolución.

Mientras tanto, Antón Saavedra sigue pensando que la verdad debe ser respetada siempre, con independencia de las consecuencias que puedan seguirse de ella; y las convicciones propias, si son fe viva, deben encontrar en sí mismas, en la propia lógica, la justificación de los actos que se considera necesario llevar a cabo. Sobre la mentira, sobre la falsificación facilona sólo se construyen castillos de viento que otras mentiras y otras falsificaciones pueden hacer desvanecerse.

Como he dejado escrito en mi primer diario, solo pretendo dejar testimonio de una época que me ha tocado vivir en arresto domiciliario durante el confinamiento impuesto por el estado de alarma decretado por el gobierno de España, dejando claro que si bien para algunos pudiera resultar una pérdida de tiempo la escritura diaria de todo lo que les acontece en su vida, para muchos otros, como es mi caso, consiste en una excelente alternativa para llevar un registro de aquellas experiencias y vivencias importantes e inolvidables, para reflexionar sobre los acontecimientos que se suceden. Para ello y por ello he tratado de llevar mi diario de la manera más sincera y lo mas apegado a la realidad, a la verdad de los hechos, siempre perfectamente constatados.

De repente me encuentro con algunos de esos jenízaros y jenízaras a los que me refería cambiando su nombre por el de “Yo soy Simón”, refiriéndose al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, el mismo que, entre otras “lindezas” llegó a afirmar, refiriéndose a la covid-19, que “Esto no supone ningún riesgo para nuestro país puesto que no ha habido transmisión en España” o que “No tenemos coronavirus en España. No hay riesgo de infectarse”.  Pues bien, después de haber dedicado dos o tres de mis diarios a realizar todo un recorrido cronológico de los hechos y las fechas, de los que no estoy dispuesto a quitar una sola coma por estar perfectamente constatados de manera documentada, ayer mostraba mi extrañeza porque Sanidad había “limpiado” 2.000 muertos de las cifras oficiales que diariamente nos ofrece el propio ministerio, de tal manera que si el domingo eran 28.752 los muertos desde que empezó la pandemia, ayer la cifra se rebajaba en 1918 y ahora figuraban 26.834 víctimas en el registro del ministerio, que no en los registros civiles.

Fuente: Ministerio de Sanidad y Jhons Hopkins CSSE.

La justificación que nada justifica, ya que la realidad es que para seguir ocultando la realidad de la catástrofe este doctor que, parece estar cambiando su profesión de sanitario por la de político, ha cambiado en siete ocasiones la manera de computar los casos de la pandemia con su correspondiente baile de cifras, tal como si se tratase de la contabilidad de un mercado. Hoy, 26 de mayo, me asomo al portal del ministerio de Sanidad y me encuentro con las cifras de 27.117 muertos y 236.259 infectados.

Pero la refriega surgió cuando el ministro del Interior, el tal Marlaska, aquel de la polémica del Yak 42; el mismo que quiso ser Fiscal General del Estado cuando Mariano Rajoy llegó a La Moncloa; el que impulsó el caso Faisán por el chivatazo a ETA que el PP, entonces en la oposición, utilizó para dinamitar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero; aquel que llegó al Consejo General del Poder Judicial a propuesta del PP donde trabajó mano a mano con el presidente del Tribunal Supremo y el Poder Judicial, Carlos Lesmes, al ser nombrado miembro de la Comisión Permanente, el centro de decisiones del órgano de gobierno de los jueces; y como no, el mismo que despertó también polémica cuando negó que en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) se vulneraban los derechos fundamentales de las personas allí internadas. Ese es el ministro del Interior del gobierno de España presidido por Pedro Sánchez, que ayer mismo destituía de manera fulminante de su puesto de máximo responsable de la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil, justificándolo en una “pérdida de confianza”, pero que a nadie se le escapa el trasfondo político. Para aclarar esta cacicada que ha enfrentado al propio ministerio de interior con la justicia hay que detenerse en el Juzgado de Instrucción 51 de Madrid, donde se instruyen las correspondientes diligencias por una presunta prevaricación del Delegado de Gobierno en Madrid, un tal Franco, por autorizar reuniones multitudinarias – entre ellas la del 8-M – cuando la OMS había recomendado su prohibición para prevenir el contagio masivo por coronavirus, siendo determinante el informe encargado por la magistrada a los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil a las órdenes del coronel Pérez de los Cobos.

Entre la documentación que figura en el informe enviado al juzgado, hay datos que cuestionan el papel del portavoz sanitario del gobierno en la crisis, Fernando Simón, entre ellos un documento firmado por él mismo días antes del 8-M, en el que desaconseja un evento de una iglesia evangelista por riesgo de propagación del virus, tras una reunión mantenida junto al ministro de Sanidad, el filósofo Salvador Illa y los representantes de dicha congregación: “Ese congreso no se podía celebrar bajo ningún concepto, por concurrir todas las circunstancias para ser considerado de alto riesgo para la propagación de contagios siendo un claro riesgo para los asistentes y la salud pública”. En esos términos se dirigió Fernando Simón, el día 6 de marzo, tan solo 2 días antes de la manifestación del 8-M, a los representantes de las iglesias evangélicas ante el congreso Unlimited 2020 que estos querían organizar esa misma semana.

Congreso de la Iglesia Evangelista suspendido el 5 de marzo de 2020.

Era la segunda vez en menos de 24 horas que los representantes sanitarios se dirigían en esos términos a estos representantes religiosos. El día anterior, en otra reunión de similares características, les manifestaron otra vez más, de un modo “taxativo”, la imposibilidad de celebrar ese evento.

Los agentes analizan 177 concentraciones convocadas en la región entre el 5 y 14 de marzo, concluyendo los investigadores que “a partir del 5 de marzo de 2020 no se debería haber realizado ninguna manifestación” por el avance ya imparable de la pandemia.

El informe consta de 83 páginas, divididas en seis partes: la evolución de la amenaza de la Covid-19 y las recomendaciones de los organismos internacionales ante la amenaza, la documentación aportada por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, la documentación aportada por la Delegación del Gobierno, la documentación aportada por el Ayuntamiento de Madrid, un análisis de las cuentas oficiales de Twitter de la Delegación del Gobierno, y las conclusiones sobre la investigación.

A partir del 5 de marzo, dada la cantidad de avisos internos y cancelaciones de eventos en las semanas anteriores, los agentes concluyen que tampoco se deberían haber celebrado unas manifestaciones y cancelado otras. Según los investigadores, en esas fechas ya existía un “profundo conocimiento de los riesgos de la enfermedad por parte de los responsables sanitarios, así como del control exhaustivo de la evolución de la misma, cuando menos con fecha 5 de marzo de 2020, y de cómo los mismos evidenciaron que el evento no se podía celebrar, precisamente por los riesgos que comportaba la concentración de personas”.

A esa reunión, por ejemplo, asistieron el Ministro de Sanidad, Salvador Illa; el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el Secretario General de Sanidad, Faustino BLANCO, y la Directora General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad de Madrid, Yolanda Fernández. También estaban presentes los dos representantes de Iglesias Evangélicas.

El informe es meridianamente claro en sus conclusiones. Esas recomendaciones “imperativas” que se transmitieron desde el Ministerio de Sanidad al “colectivo evangélico” y el “nivel directivo de los responsables sanitarios que asisten a las reuniones” son indicios de la “preocupación” de estos frente a la pandemia y “su interés real por velar por la salud pública, precisamente impidiendo la celebración de eventos multitudinarios”.

130 manifestaciones se celebraron en aquellos días, 35 fueron desconvocadas. Sin embargo, tal y como consta en el documento, ese mismo domingo permitieron la manifestación del 8-M pese a las estimaciones de una masiva afluencia de gente, siendo el mismísimo Fernando Simón quien decía en rueda de prensa pública que “si mi hijo me pregunta si puede ir al 8-M, le diré que haga lo que quiera”.

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, ha anunciado este martes 26 de mayo la aplicación del tercer tramo de la equiparación salarial de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. La decisión ha sido aprobada por el Consejo de Ministros y supondrá un gasto de 247 millones de euros para la subida de sueldos de los agentes. Esta subida salarial se anuncia justo el día que ha dimito el Director Operativo de la Guardia Civil, el general Laurentino Ceña. La aplicación de este tercer tramo de subida salarial para equiparar los sueldos a los de las policías autonómicas se realizará en los próximos meses, pero con efecto retroactivo al uno de enero, según ha precisado el ministro. (26 de mayo de 2020)

De penosa, mentirosa y políticamente indecente se puede juzgar la comparecencia del ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, en la que intentó explicar el cese del jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid el coronel Diego Pérez de los Cobos, como consecuencia de una reestructuración de su ministerio.

Una burda patraña cuando ya era del dominio público que dicho cese fue una represalia de Marlaska por negarse Pérez de los Cobos a revelar el contenido del informe realizado a petición de la juez Carmen Rodríguez Medel. Un informe y una actuación del ministro de los que podrían desprenderse responsabilidades penales para Marlaska por los delitos de prevaricación y amenaza para la revelación de secretos, en los que también podrían estar incursos el ministro de Sanidad, Salvador Illa y su colaborador Fernando Simón, sin descartar en absoluto que este pueda ser el “caso Sánchez”. En definitiva, otra feroz lucha cainita entre las dos facciones del bipartidismo político parece estar, está desarrollándose en los subsuelos institucionales entre los diferentes poderes que se reparten la Administración de la máquina del Estado. Cada cual que saque sus propias conclusiones.

Buenas noches y hasta mañana. Salud y República.


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