Hoy, cuando se cumplen 81 días de mi arresto domiciliario, lo primero que hago a la hora de redactar mi diario es abrir el panel del ministerio de Sanidad para ver las cifras de muertos e infectados, encontrándome que los muertos con coronavirus en los últimos 7 días se elevan hasta los 63 (ayer fueron 34), ya que han incorporado los decesos registrados en días anteriores en Castilla y León y Asturias con los que el Gobierno reconoció tener discrepancias. Sin embargo, en la estadística general quedan contabilizados 27.128 muertos, esto es uno más que el día anterior, y 240.326 infectados. De esta manera, según el último informe, Castilla y León ha sido la comunidad con mayor número de fallecidos al registrar 28 decesos con fecha de defunción en los últimos 7 días, siguiéndola Asturias con 9 y Catalunya con 8. De verdad, desisto de entrar a realizar cualquier valoración al respecto, porque no entiendo nada de nada, solo el resultado total que de manera oficial nos facilita el ministerio.
Precisamente, hoy llega a mis manos un informe de la Asociación Española de Profesionales de los servicios funerarios (Aesprof) elaborado con cinco organizaciones más titulado “Estudio de mortalidad real en España por la pandemia de coronavirus”, donde, según este documento, entre el 14 de marzo y el 25 de mayo 43.985 ciudadanos perdieron la vida en nuestro país por el coronavirus, esto es, 15.876 muertos más de los que constan en el ministerio de Sanidad. Una cifra, por cierto, muy similar a la que muy recientemente nos facilitaba el Sistema de Monitorización de la Mortalidad (MoMo) del Instituto de la Salud Carlos III, 43.002 defunciones más de las habituales entre el 13 de marzo y el 22 de mayo.
Al respecto me llama profundamente la atención otro estudio donde queda señalado que dos tercios de los muertos (17.880) por el coronavirus en España, se hayan producido en los “pretanatorios”, conocidos como geriátricos o residencias de ancianos, donde Navarra y Extremadura figuran a la cabeza con el 85 % de los muertos residentes en estos centros.
Fuente: Datos facilitados por las comunidades autónomas a partir de los datos oficiales que facilita el Ministerio de Sanidad.
De acuerdo a este estudio, elaborado en base a los datos hechos públicos por las comunidades autónomas entre los días 7 y 20 de mayo, la comunidad con mayor número de fallecidos en residencias por coronavirus es Navarra, con un 85,88 % de los fallecidos (432 muertos en residencias de 503 fallecidos totales por el virus).
Le siguen Extremadura (85,21 %, con 415 fallecidos en residencias de 487) y Aragón (83,21 %, con 694 de 836). Contra las campañas orquestadas por las redes sociales, en su inmensa mayoría, desde cuentas fake partidistas que no tratan sino de arrastrar o dejarse llevar hacia sus informaciones carentes de cualquier mínimo análisis, como no sea el de la rentabilidad electoralista, aunque ésta se haga a cuenta de tantos muertos e infectados por la covid-19, se da la circunstancia de que las tres comunidades autónomas con mayor porcentaje de muertos en esos pretanatorios tienen gobiernos dende esta el PSOE. En Navarra el Ejecutivo está formado por el PSOE, Geroa Bai y Unidas Podemos; en Extremadura por el PSOE; y en Aragón lo hacen con la Chunta Aragonesista, Partido Aragonés y Podemos-Equo.
Por debajo de estas tres comunidades se sitúan las de Castilla-León (75,55 %, con un total de 2.525 muertos de 3.342); Cantabria (68,28 %, con 140 de 205); Asturias (62,46 %, con 198 de 317) y La Rioja (57,02 %, con 199 de 349) a las que siguen el resto, tal y como figuran en el cuadro que se adjunta.
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez.
En otro orden de cosas, hoy también ha tenido lugar el debate en el Congreso de los Diputados, por llamarlo de alguna manera, donde, por fin, parece ser que el estado de alarma tiene fecha de caducidad. El 21 de junio esa medida excepcional se levantará definitivamente en España. Pedro Sánchez ha conseguido el apoyo del Congreso de los Diputados para la sexta y definitiva prórroga, y lo ha hecho negociando a varias bandas, exprimiendo al máximo la geometría variable. Ciudadanos, PNV y los partidos minoritarios han votado que “sí” y ERC ha pasado del “no” a la abstención. El resultado de la votación ha sido 177 votos a favor, 155 en contra y 18 abstenciones.
Unos números que suponen un balón de oxígeno para Sánchez y le abren la posibilidad de acuerdos futuros, especialmente, con la vista puesta en los presupuestos: “Tiempo habrá de elecciones. Ahora es tiempo de legislatura. Cuatro años va a estar gobernando esta izquierda”.
Documento firmado por la directora general de la Guardia Civil María Gámez Gámez
La oposición ha aprovechado, no obstante, el flanco que se le ha abierto al Gobierno con el caso Marlaska y la crisis que se está viviendo en Interior tras el cese del coronel de la Guardia Civil, Diego Pérez de los Cobos, pero el presidente ha respaldado a su ministro porque según él, “está destapando la policía patriótica” del Gobierno de Mariano Rajoy. Sánchez ha echado en cara a los populares esa policía puesta en marcha por el ministro del Interior popular, Jorge Fernández Díaz, para “perseguir a adversarios políticos y encubrir la corrupción del PP”, ha dicho. “Nunca, nunca, nunca”, ha rematado el presidente, “ha habido ni habrá intrusión política” en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Vamos a ver, presidente: ya no es la primera vez que mientes en sede parlamentaria. Y esta es una más. Siendo verdad lo que afirmas sobre la mafia policial puesta en marcha por el fascista exministro Jorge Fernández Diaz, el PSOE no es precisamente el partido autorizado para hablar de las cloacas del Estado y la mafia policial, máxime cuando fue un gobierno que practicó el peor de los terrorismos, como fue el terrorismo de Estado en tiempos del felipismo, asesinando y secuestrando a pacíficos ciudadanos, llegando incluso a enterrar en cal viva a personas asesinadas después de ser torturados hasta la muerte en el cubil de Intxa-Horrendo, al mando del coronel de la guardia civil Galindo, ascendido a general por el gobierno del PSOE, después de ser condecorado en varias ocasiones por sus fechorías, aunque posteriormente diera con sus huesos en la cárcel. ¿Acaso has olvidado cuando toda la cúpula del PSOE, con el expresidente González a la cabeza, y unos 7.000 simpatizantes del partido arroparon al exministro falangista, José Barrionuevo en su entrada en la cárcel de Guadalajara, junto con su secretario de Estado de Seguridad, el otro exfalangista Rafael Vera aquel 10 de septiembre de 1998? Fue allí mismo donde los líderes del PSOE improvisaron incluso una especie de mitin ante las puertas de la prisión para denunciar la “injusticia” que sufrían el exministro del Interior y su “número dos’”.
El expresidente González abrazando a su ministro de Interior Barrionuevo a la puerta de la cárcel de Guadalajara.
¿Te acuerdas cuando Felipe González se fundió en un emocionado abrazo con los dos condenados GALeses cuando estos se disponían a acceder al centro penitenciario. “¡Libertad!, ¡libertad!”, gritaban los congregados. “¡Cascos, Aznar, lo váis a pagar!”, tronaron, aunque apenas transcurridos tres meses y medio después, el 23 de diciembre de 1998, el Gobierno del PP, presidido por José María Aznar, aprobara en Consejo de Ministros un indulto parcial a los condenados, equivalente a dos tercios de la pena, lo que les permitía acceder a una modalidad especial de tercer grado penitenciario por el que no tenían que acudir a la cárcel ni siquiera a pernoctar. Esa medida había sido sugerida por el Supremo, en cuya Sala Segunda Barrionuevo y Vera tenían firmes defensores.
Mira, presidente: tú puedes decir lo que quieras, al fin y al cabo, tienes la misma capacidad para rectificar lo que has dicho a la media hora, pero en una democracia avanzada, resulta absolutamente intolerable que un ministro del Interior se interesara por una investigación policial que afecta al Gobierno. O que el ministro cesara a un mando policial por no avisar de un informe, encargado por una jueza que investiga a un dirigente del partido en el poder. O que ese mismo ministro mintiera en sede parlamentaria, ocultara las verdaderas razones para esa destitución y diera hasta tres versiones distintas de lo que ocurrió. En Suecia, en Noruega, en Canadá… cosas así serían intolerables, inadmisibles, impropias. Sin duda lo son. Hay motivos para una dimisión y ojalá viviéramos en un país donde estos actos tuvieran consecuencias. Lástima que España no sea una democracia tan avanzada. Puedes decir de los “otros” lo que dijiste y más, pero no puedes ignorar tampoco la trayectoria de tú propio ministro de Interior.
Ese tal Marlaska, tú ministro de Interior, al que tu defiendes a capa y espada, después de lo ocurrido, es el mismo que impulsó una causa contra Batasuna que chocaba con los planes del gobierno de Zapatero de propiciar una negociación con ETA. El mismo del chivatazo policial en el Bar Faisán, siendo ministro de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba, haciéndose un personaje muy atractivo para el Partido Popular, que el se encargaría de cuidar sus relaciones con sumo esmero, hasta ser nombrado en 2012 presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia con el respaldo de los vocales del Consejo General del Poder Judicial propuestos por el PP. Antes, los populares habían visto con mucho agrado como este juez, tú ministro de Interior, el señor Marlaska, archivaba la investigación del accidente del Yak-42 que pendía sobre el PP. Su nombre fue uno de los barajados en el gobierno de Mariano Rajoy para sustituir al fallecido José Manuel Maza como Fiscal General del Estado. El propio juez, su ministro de Interior, había puesto su nombre sobre la mesa, pero al no resultar la operación fue cuando tú mismo lo recuperaste para formar parte de tú gobierno.
Recuerda, presidente, la existencia de nueve sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos desde 2004 contra el Estado español por diversos casos de no investigar torturas, y que, en seis de ellas, tú ministro de Interior, el tal Marlaska, era el juez instructor. Colocar un perfil de este tipo al frente de Interior demuestra muy claramente que no piensas, precisamente, aflojar en tú gobierno la mano dura, tal y como quedó demostrado con el operativo de otoño contra el movimiento independentista catalán. Que lo hayas mantenido en el cargo, con la aceptación de Unidas Podemos, habla también de como la política de interior que piensa desplegar el actual gobierno “progresista” no será en absoluto diferente. En fin…
Continuando con tu intervención de hoy en el Congreso de los Diputados donde afirmas que “lo peor ha pasado” y que han sido “los peores meses de la historia de la democracia”.“Hoy tenemos cero fallecidos”, ha proclamado para defender una vez más que el estado de alarma “ha sido la herramienta fundamental para detener la pandemia”. Otra mentira como una casa, de acuerdo con las cifras del propio ministerio de sanidad que aparecen publicadas en el este diario de hoy.
En cualquier caso, el Consejo de Ministros del próximo martes aprobará un decreto ley para regular la “nueva normalidad”. Tendrá medidas de prevención, contención y coordinación para hacer frente a posibles rebrotes de la enfermedad una vez finalice la alarma. Será la nueva legislación hasta que haya un tratamiento o una vacuna contra el virus, según Sánchez.
Pero la base de su discurso ha sido la petición “concordia” y “unidad” al resto de fuerzas políticas ante el ambiente crispado y al clima de tensión que vive la política española. Sánchez ha reclamado “aparcar la mezquindad” y no utilizar la bandera para atacar al adversario: “No hay buenos españoles, ni malos españoles”. El presidente, que se ha solidarizado con las manifestaciones que se están realizando en Estados Unidos, ha rechazado el “odio”,“el insulto” y “la provocación”.
Hoy también ha caído en mis manos un artículo de varias personalidades que se autodefinen de izquierdas en El País pidiendo apoyo para el Gobierno de Sánchez, diciendo que la coalición de izquierdas es la única fórmula posible para “dejar atrás” tres grandes problemas: la corrupción, la crisis social de 2008 y el conflicto territorial.
Elogian las medidas que ha impulsado el Gobierno en estos 5 meses de vida, fundamentalmente dirigidas a paliar los efectos de la Covid-19 (ERTE, avales empresariales, ayudas a colectivos desamparados, ingreso mínimo vital) y lamentan que la pandemia haya impedido desplegar buena parte del programa pactado, a la vez que aplauden la actuación gubernamental ante esta plaga imprevista ya que, a pesar de los errores, ha tenido una “calidad aceptable”.
Sin embargo, desde mi punto de vista, la parte del artículo me parece decepcionante: conmina a encontrar una alternativa a este Gobierno que no sea un retorno al pasado. Produce melancolía constatar que, desde hace un par de décadas, los argumentos de la izquierda desembocan siempre en el mismo mar argumental (un mar que aquel viejo eslogan del PSC contra el PP resume: “si tú no vas, ellos vuelven”). Si ya es incomprensible que la lógica electoral de las izquierdas sea desde hace tantos años estrictamente el pánico a la derecha, más cuesta entender que las mejores mentes de las izquierdas nos inviten a refrenar la crítica y a perdonar errores con el argumento de que ya bastante se ceban en ellos los “tabernarios” o “displicentes” propagandistas de la derecha.
Hace años que en las tertulias y en las redes sociales, donde funcionan multitud de cuentas fake partidistas y sectarias, los opinadores de “a tanto la `palabra”, y los jenízaros de partido ponen su habilidad al servicio de una causa: derecha, izquierda, independencia… Parece que se desee lo mismo en la prensa. Uniformar el pensamiento en trincheras. Encapsular la libertad creativa. Encorsetar la reflexión personal.
Los firmantes del artículo nos invitan a formar en posición de apoyo del Gobierno no solo por miedo a un golpe de Estado o de “lawfare judicial a la brasileña”, sino también por convencimiento en la necesidad de las reformas.
Pues bien: nada encuentro hoy más necesario que el destrenzado de las trincheras. O encontramos la manera de construir un espacio común de referencias en el que varias visiones y los diversos intereses se encuentren reconocidos, o las trincheras acabarán por destruir lo que queda de pie en este país tras las dos crisis: 2008 y la Covid-19. Las trincheras suelen ser siempre destructivas: se ve claramente en la América de Trump, que va de la violencia racial a la irrelevancia mundial. No es chocando ni crispando a la ciudadanía – harta de vuestros enfrentamientos y vuestros insultos -, cómo se gana, sino integrando.