Cuando se cumplen 94 días del confinamiento debido al estado de alarma decretado por el gobierno de España como consecuencia de la covid-19, escucho la rueda de prensa del director del CCAES, Fernando Simón, y lo primero que observo es que el número de muertos totales continúa congelado en 27.136 desde hace una semana, a la espera de que las comunidades autónomas validen sus datos, además de 244.328 infectados. No obstante, Sanidad notifica 25 fallecidos con el Covid-19 durante la última semana, siete de ellos registrados por la Comunidad de Madrid. “El número de personas ingresadas en UCI, los que tienen mayores posibilidades de fallecer son cada vez más, pero esta cifra es progresivamente menor”
Fernando Simón, director del CCAES en su comparecencia ante los medios de comunicación, el 16 de junio de 2020.
“España está entre los países de menor transmisión”, ha indicado Simón que señala los puntos más calientes de la pandemia en América Latina y Oriente Próximo. “La incidencia que se puede registrar en los países depende también de la capacidad de diagnosticar. Un país que busca más va a notificar más”. El doctor ha explicado que, desde el 11 de mayo, cuando cambió la estrategia de notificación de muertos y positivos de las comunidades autónomas, “se ha hecho un esfuerzo por diagnosticar más, mejor y más rápido”, ha añadido. Bueno, anda, desisto de seguir rompiéndome la cabeza con esta contabilidad de muertos e infectados que oficialmente nos facilita diariamente el ministerio de Sanidad, cuya verdad de los mismos es que son falsos.
Sin embargo, hoy voy a dedicar mi diario al terrorismo de Estado practicado por el gobierno del PSOE durante el mandato de Felipe González, de acuerdo con los documentos desclasificados por la CÍA muy recientemente.
“… pero que más daba que el GATO fuera blanco o negro. Lo importante era que cazara ratones. Y así, antes de que Felipe González hiciera suya aquella máxima del mandatario chino Den Xiao Ping, como lema primero hacia la desideologización y el pragmatismo, luego hacia la descarnada razón de Estado, su compadre venezolano había soltado un GATO de verdad con unas uñas bien afiladas y había cazado unos cuantos ratones intercambiables con Marey, Lasa, Zabala, Zabalza, Perurena o Juan Carlos García Goena. ¿Qué pasaba por la cabeza de Felipe González aquel día en que proclamó aquella monstruosidad de que “si ellos dejan de matarnos a nosotros, nosotros dejaremos de matarlos a ellos””?
Quizá tenga más fresco aquel día de octubre de 1982, cuando en el Hotel Ercilla de Bilbao afirmó aquello de que “a estos hay que machacarlos con sus mismas armas, las del terrorismo”. (…) Resulta miserable que, amparándose en el poderoso aparato del Estado, responsables gubernamentales, dirigentes políticos del PSOE y pistoleros de la peor calaña, todos de común acuerdo, decidan combatir el terror con sus propias armas. Alguna vez – en las charlas coloquiales que Felipe y Guerra nos daban en aquellos “clandestinidad consentida” de inicios de los setenta – les escuché decir al unísono que “el mayor y más destructor de los terrorismos era aquel que se practicaba desde el Estado con total impunidad y con todo el poder de las leyes y las armas”. Esto es justamente, lo que vino practicando el GAL durante el gobierno socialista que encabezaron este par de trileros sevillanos. (…) En aquellos tiempos el pseudónimo de combate terrorista que utilizaba el comisario Amedo era el de Genaro Gallego Galindo, ¿será coincidencia que el pseudónimo coincida con el del héroe del cubil de Intxa-Horrendo, el ascendido a general por el gobierno de Felipe González, señor Galindo? Es lógico que nos preguntemos por qué Amedo utilizó para los GAL el pseudónimo de las tres G, Genaro, Gallego, Galindo: G de su origen gallego, G de Galindo, G de González y sobre todo G de GAL. (Del libro de Antón Saavedra “SECUESTRO DEL SOCIALISMO”, publicada su primera edición en 2004).
¿Quién iba a augurar que iba a ser la CIA la que con el tiempo despejaría la “incógnita” formulada por Julio Anguita desde el Parlamento, en relación con la famosa “X” de los GAL?
La Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) acaba de despejar la incógnita peor guardada de la historia de la instauración franquista de la Monarquía española: el ex mandatario socialdemócrata Felipe González Márquez fue el creador e impulsor de los GAL, un grupo armado y violento que actuó durante los años 80 y 90, y tras el que se escondió el terrorismo de Estado, manejado por el propio gobierno del PSOE.
De acuerdo con la documentación dada a conocer ahora, la CIA sometió a un riguroso seguimiento las actividades protagonizados por los GAL, desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado. La documentación, que hasta estos momentos era mantenida rigurosamente en secreto, ha sido desclasificada y puesta a disposición de todos aquellos que deseen consultarla, aunque existen en ella importantes lagunas, con párrafos y fragmentos enteros censurados o tachados.
Documento desclasificado de la CÍA sobre el terrorismo de Estado durante el gobierno felipista del PSOE en España.
El documento titulado “Revisión del terrorismo” consta 32 páginas, con 3 folios censurados por completo, tiene fecha de 19 de enero de 1984, y ha sido desclasificado con un año de retraso, ya que la ley de secretos oficiales dice que pasados 35 años hay que desclasificarlos, aunque los documentos españoles del 23F no han sido desclasificados todavía habiendo pasado ya 39 años -cuatro años de retraso – y nadie protesta.
Según mantiene la referida documentación hoy descatalogada, el Ejecutivo español, que durante 14 años encabezó Felipe González: “parece determinado a adoptar una estrategia poco ortodoxa en relación con ETA… (Censura)… González ha acordado la constitución de un grupo de mercenarios, controlado por el Ejército, para combatir fuera de la ley a los terroristas… (Censura)… los mercenarios no serían necesariamente españoles y tendrían como misión asesinar a los líderes de ETA en España y Francia…”. En una nota adjunta que agregan los Servicios de Inteligencia americanos a pie de página del documento, se mencionan como precedentes directos de este grupo terrorista creado por el ex presidente González, el “Batallón Vasco Español”, el “Anti Terrorismo ETA” y la llamada “Alianza Apostólica Anticomunista” (Triple A).
Documento desclasificado de la CÍA sobre el terrorismo de Estado en España durante el gobierno del PSOE presidido por Felipe González.
En la documentación ahora conocida se puede observar cómo los “censores” del material desclasificado se cuidan muy mucho en tachar las biografías de los mercenarios implicados en asesinatos de Estado, organizados en contra de la organización ETA.
Otros párrafos del informe hacen alusión a la relación del PNV con HB, recogiendo que “el comité ejecutivo del PNV acordó remitir a sus sedes locales una orden para que cesaran toda colaboración con HB”. El informe habla de los asesinatos del GAL en el sureste de Francia, en concreto del “secuestro y asesinato de dos simpatizantes de ETA militar”, en clara alusión a José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala y al secuestro de “un hombre de negocios en el País Vasco” en alusión a Segundo Marey.
Felipe González, en la foto con su ministro de Interior José Barrionuevo, no logra quitarse de encima el fantasma de los GAL a pesar de los años. En las últimas cuatro décadas ha tenido que driblar todo tipo de informaciones, declaraciones e insinuaciones sobre su implicación en la trama de terrorismo de estado que sacudió Euskadi, sobre todo Iparralde, y el resto del Estado español. Hasta ahora esas acusaciones procedían de Euskadi y de España y Francia, pero la última revelación tiene su sede en los Estados Unidos y lo firma la todopoderosa Agencia Central de Inteligencia, la CIA. El servicio de inteligencia norteamericano ha desclasificado varios documentos y en uno de ellos destaca el nombre del expresidente del Gobierno español. El informe le señala, sin ningún género de duda, como el organizador de los GAL, esto es, la famosa X del entramado de la guerra sucia del Estado contra ETA durante los años 1983 y 1987.
El documento ahora desclasificado parcialmente por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), que señala directamente al entonces presidente español por la creación de los GAL, está fechado en enero de 1984. Es decir, apenas tres meses después de las primeras acciones de este grupo. Y su contenido es muy preciso sobre la fecha en que se produjo la decisión de Felipe González, al enmarcarlo en torno al intento de secuestro policial del refugiado Joxe Mari Larretxea, hecho ocurrido en la misma semana en que desaparecieron en Baiona Joxean Lasa y Joxi Zabala, en la primera acción de los GAL. En aquel mes de enero de 1984 el paradero de los dos tolosarras era una incógnita absoluta y era difícil darle esa caracterización, más allá de la evidencia de que se trataba de una acción de guerra sucia.
Lasa y Zabala, que fueron secuestrados el 15 de octubre de 1983 y trasladados al Palacio de La Cumbre en San Sebastián, donde fueron torturados salvajemente, serían trasladados hasta Alicante, y de ahí a Busot, donde fueron asesinados y enterrados en cal viva. Por estos hechos fueron condenados el general Rodríguez Galindo y sus subordinados en el cuartel de Intxa-Horrendo Ángel Vaquero, Enrique Dorado Villalobos y Felipe Bayo Leal; además del ex gobernador civil de Guipúzcoa José Ramón Goñi Tirapu.
Es necesario recordar que los GAL actuaron en España y Francia entre 1983 y 1987 dejando tras de sí un rastro de cerca de 60 muertos y heridos. En muchas ocasiones el GAL llegó a pedir disculpas por asesinar a pacíficos ciudadanos franceses a los que confundieron con etarras.
Documento desclasificado de la CÍA sobre las actuaciones terroristas del GAL.
La documentación desclasificada de la CIA asegura que los GAL lograron sembrar el miedo y el terror entre los vascos que habían logrado huir a Francia. La CIA puntualiza, asimismo, que la nacionalidad de los mercenarios encargados de la liquidación de objetivos designados “no tenían que ser necesariamente españoles y tendrían como misión asesinar a los líderes de ETA en España y Francia… Los terroristas están todavía más a la defensiva porque saben que salir de España no garantiza la seguridad”.
Los Servicios de la Inteligencia estadounidense reconocen que estas operaciones no sólo tienen un carácter manifiestamente ilegal, sino que, además, cuestionan los mismos fundamentos de la democracia. La propia CÍA acepta en su informe que con este tipo de organizaciones paramilitares “las credenciales democráticas del Gobierno español y del Partido Socialista quedarían manchadas seriamente…”
Pero la documentación desclasificada de la CIA va aún más allá. Pone al descubierto las estrechas relaciones mantenidas entre este grupo criminal creado por el felipismo y el hampa, la “Organización del Ejército Secreto (OAS)”, y la “Legión Extranjera Francesa”, estas dos últimas organizaciones fuertemente vinculadas a la extrema ultraderecha francesa.
Apenas se ha necesitado que transcurrieran unas pocas horas desde que la documentación de la CIA fuera dada conocer para que desde el Parlamento español se formulara una petición urgente de comparecencia del ex Secretario General de los socialistas españoles, Felipe González, presentada por la organización Euskal Herría Bildu, para que desde esa institución explique los datos dados a conocer ahora por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos.
«Podría haber ahorrado asesinatos de inocentes». Esto es lo que dijo exactamente González en aquella entrevista a “El País”: «Voy a decir una cosa que a lo mejor te sorprende. Todavía no sé siquiera si hice bien o hice mal, no te estoy planteando un problema moral, porque aún no tengo la seguridad. Tuve una sola oportunidad en mi vida de dar una orden para liquidar a toda la cúpula de ETA. Antes de la caída de Bidart, en 1992, querían estropear los Juegos Olímpicos, tener una proyección universal… No sé cuánto tiempo antes, quizá en 1990 ó 1989, llegó hasta mí una información, que tenía que llegar hasta mí por las implicaciones que tenía. No se trataba de unas operaciones ordinarias de la lucha contra el terrorismo: nuestra gente había detectado – no digo quiénes – el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia. De toda la dirección.Operación que llevaban siguiendo mucho tiempo. Se localiza lugar y día, pero la posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio. Y la posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era muy escasa. Ahora habría sido más fácil. Aunque lo hubieran detectado nuestros servicios, si se reúne la cúpula de ETA en una localidad francesa, Francia les cae encima y los detiene a todos. En aquel momento no. En aquel momento solo cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a reunir».
«Ni te cuento las implicaciones que tenía actuar en territorio francés, no te explico toda la literatura –prosigue Felipe González–, pero el hecho descarnado era: existe la posibilidad de volarlos a todos y descabezarlos. La decisión es sí o no. Lo simplifico, dije: no. Y añado a esto: todavía no sé si hice lo correcto. No te estoy planteando el problema de que yo nunca lo haría por razones morales. No, no es verdad. Una de las cosas que me torturó durante las 24 horas siguientes fue cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado en los próximos cuatro o cinco años. Esa es la literatura. El resultado es que dije que no».
El documento de la CIA aparece en momentos políticamente muy poco oportunos para el ex líder socialdemócrata Felipe González. Al generalizarse la percepción social de cuál fue realmente el papel que desempeñó su gobierno, así como sus implicaciones con el terrorismo de Estado, la actual cúpula del PSOE ha decidido marcar discretas distancias con el que fuera su ex líder y máxima referencia política. El peso de sus opiniones apenas encuentra ya eco en sectores minoritarios de su propio partido. Con propiedad podría decirse que Felipe González es hoy un político amortizado en las filas de la socialdemocracia española.
Por otra parte, las revelaciones de la CIA, que ubican a González en el indecoroso lugar que históricamente le corresponde, renuevan la actualidad que conserva aquella famosa frase con la que los funcionarios del Imperio Romano rechazaban pagar los servicios prestados por sus antiguos sicarios, que rezaba “Roma traditoribus non praemiat”. O sea, en roman paladino: “Roma no paga traidores”.