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ALGO HUELE A PODRIDO EN DINAMARCA

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No sé, cualquier sitio serviría para que descansara el presidente. Con que no hubiera sospechas de que fuera espiado, me parecería condición suficiente, pero Pedro Sánchez es un político de órdago y, si medio país está sospechando sobre cuál es el acuerdo secreto que tiene con Marruecos, él se va a Marrakech de vacaciones –privadas–. Recuerda a Fraga cuando se bañó en Palomares, pues el sanchismo consiste en ir por el mundo poniendo sus partes políticas encima de la mesa y haciendo girar en el aire todo lo que le debería avergonzar, como un «derviche tourneur».

Sigo dando vueltas al viaje de Pedro Sánchez a Marruecos con el que el presidente, ataviado con su “gorrilla” a lo Villarejo y sus gafas de sol modelo aviador, ha querido complacer un poco más al rey Mohamed VI y sus cortesanos.

Un viaje que, en absoluto me preocuparía, si el mismo no hubiera estado precedido de toda una estrategia “a lo Mortadelo y Filemón” para despistar al personal, pero que, sin embargo, sigue siendo un misterio cuando nos referimos al contenido de las conversaciones grabadas al presidente a través de Pegasus. No, no se trata del hermoso caballo blanco, con alas para volar, al que se refiere la mitología griega, aunque, en nuestro caso, las grabaciones hayan cogido “vuelo”, de momento. Pegasus se trata de un sofisticado software de espionaje creado por la compañía sionista del Estado de Israel NSO Group, diseñado para espiar, con la excusa de combatir el terrorismo y la delincuencia.

La cuestión es que algo muy importante y comprometido se pudo haber “cazado” por parte de Marruecos para que el presidente del Gobierno les haya entregado la que antaño fuese la provincia número 53 de España sin consultar a su Gobierno, ni al PSOE ni al Congreso de los Diputados, donde incluso se ha negado a responder y explicar el vuelco de la histórica posición española sobre el Sáhara Occidental de la que, pónganse como se pongan, al día de hoy España todavía sigue siendo la Potencia Administradora de iure, en tanto y cuanto no se celebre el referéndum acordado para que todos los saharianos puedan ejercer su derecho inalienable a la libre determinación (Resolución de la ONU 3458 de diciembre de 1975)

España anunció en 1974 que celebraría un referéndum de autodeterminación en los primeros meses de 1975 en el Sahara Occidental. Pero entonces, Marruecos puso en marcha toda su maquinaria para evitarlo y ante la disputa, la ONU encargó un dictamen al Tribunal Internacional de La Haya, que finalmente fue publicado el 16 de octubre del mismo año. Su conclusión: el Sahara Occidental no tenía vínculos de soberanía ni con Marruecos ni con Mauritania. Pero Hasan II silenció parte del dictamen e instrumentalizó su contenido para apropiarse derechos sobre el territorio. Ese mismo día, convocó públicamente la llamada Marcha Verde y dijo: «No nos queda más que recuperar nuestro Sahara, cuyas puertas se nos han abierto».

Por supuesto, no me voy a referir a ciertas noticias aparecidas muy recientemente en algunos periódicos como “France Soir” de París o “La Patrie” de Argelia, donde vinculan a la mujer del presidente Sánchez con ciertos asuntos relacionados con negocios nada claros y con la crisis gasista de Argelia, tal como se recoge en los citados medios, los cuales pudieran estar sirviendo para que Mohamed VI siga chantajeando a Pedro Sánchez, pero repito, ni me interesan ni voy a seguir comentando, aunque sigan sin desmentirse al día de hoy.

Tampoco me voy a referir a ciertas “filtraciones de documentos confidenciales relacionados con el 11-M”, que siguen circulando por las redes sociales y páginas web mostrando una trama que implica al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero como uno de los principales responsables del ataque terrorista en colaboración con Marruecos y Francia, entre otras cuestiones, porque no se trata de ningún documento clasificado, sino de unas declaraciones del excomisario José Manuel Villarejo ante la Audiencia Nacional en 2019.

Felipe González en los campamentos saharauis de Tinduf en noviembre de 1976: «Yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final».

Sea una o cualquiera otra cuestión, el presidente tiene la obligación de comparecer en el Parlamento español para explicar lo que esconde bajo esa gorrilla de “chulo madrileño” pero, mientras tanto, el pueblo español debe de saber la situación real del Sáhara Occidental. Para ello, nada mejor que retroceder a noviembre de 1976, cuando Felipe González, junto a los representantes de la RASD, desde las mismísimas arenas del desierto, pronunció aquel discurso en nombre del PSOE que quedaría registrado para la historia: «El pueblo saharaui va a vencer en su lucha, no sólo porque tiene la razón, sino porque tiene la voluntad de luchar por su libertad (…) Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. Yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final».

Sin embargo, del dicho al hecho hay un trecho. Las promesas del trilero sevillano, no solo no se han cumplido, sino que su conducta fue diametralmente opuesta hasta el punto de quedar convertido en el asesor áulico del rey moro y su proyecto en el Sáhara Occidental.

Documento desclasificado de la CÍA sobre los acuerdos secretos de Juan Carlos de Borbón y Hassan II para llevar a cabo la «marcha verde» sobre el Sáhara Occidental. 

Por aquellas fechas, los jerifaltes franquistas, aprovechando que Franco agonizaba en la UVI, habían cometido la “herejía histórica” de condenar a todo un pueblo a la tragedia y al éxodo, cuando el propio caudillo les había dejado escrito de su puño y letra que “si dejaban el Sáhara en manos marroquíes, después vendrían a por Ceuta, Melilla y las Canarias”.

La realidad fue que, haciendo dejación de sus responsabilidades jurídicas, políticas e históricas, estos indeseables decidieron abandonar tan cobarde como canallescamente el Sáhara Occidental, entregando, totalmente desamparadas, a aquellas personas y su tierra a la voracidad de un asesino como Hassán II produciendo un auténtico genocidio contra la población, a base de lanzar bombas de fosforo y napalm sobre la población, no sin antes haber pasado por “caja” para recibir la “soldada” pactada, tal y como nos llegó a confirmar personalmente el mismísimo ministro de información de la RASD, Mohamed Salem uid Salec, en una de nuestras visitas a los campamentos, allá por marzo de 1977, destacando personajes como los Solís Ruiz, Areilza, Cortina Mauri o Álvarez Miranda.

Finalizaré este artículo recordando que, de acuerdo con la Declaración de Madrid de 14 de noviembre de 1975, “la descolonización del Sáhara Occidental culminará cuando la opinión de la población saharaui se haya expresado válidamente”. Y como quiera que, después de casi 50 años de aquella “marcha verde”, cuyos términos habían sido pactados en secreto por Juan Carlos de Borbón, como Jefe del Estado español  y Hassan II, según se puede ver en los documentos desclasificados de la CÍA, no se ha producido el referéndum de autodeterminación, España sigue siendo la Potencia Administradora de iure y, como tal, la responsable de conducir el territorio del Sáhara, hoy okupado y masacrado por los sicarios de Mohamed VI, hacia la plena descolonización, sólo con la presencia de observadores de las Naciones Unidas -, y siempre en base al censo elaborado por nuestro país en el año 1974 donde resultaron censados 74.000 saharauis.

Documento secreto sobre el Estatuto de Autonomía para el SAHARA, que nunca llegó a publicarse donde se ve la anotación: “FRANCO.11-VI-1974.

Muy recientemente, leíamos en el conocido periódico marroquí “Hespress”, el más leído del país, que el reino alauita seguía inmerso en su discreto proyecto para «recuperar» Ceuta y Melilla y hacerse con las Islas Canarias. Según la información de este medio, muy cercano al poder, el dominio español sobre estas ciudades no tiene fundamentos históricos a ojos de la sociedad alauita y, por lo tanto, no es considerado como válido en el tiempo, ignorando el moro que se está hablando de territorios pertenecientes a la Unión Europa que forman parte de sus fronteras exteriores y, por consiguiente, el Derecho de la Unión se debe de aplicar a estas dos ciudades españolas. Nadie se engañe, Ceuta, Melilla y las Canarias siguen a la espera de tener carta de identidad marroquí, mientras el de la “gorrilla” sigue sin aclarar el por qué se ha entregado el Sáhara a Marruecos.

ANTON SAAVEDRA


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