Quantcast
Channel: El Blog de Antón Saavedra
Viewing all articles
Browse latest Browse all 512

A LOS 48 AÑOS DEL OLVIDO Y ABANDONO DEL SAHARA

$
0
0

Hace más de 48 años que dejó de ser la provincia número 53 de España, pero el incierto futuro del Sahara Occidental y de sus gentes continúa despertando una especial emoción en nuestro país por encima de ideologías políticas e intereses económicos.

La anexión del Sáhara Occidental por Marruecos en 1975 desembocó en una guerra que, según los documentos desclasificados de la CÍA, Marruecos estaba perdiendo hasta que países europeos y árabes intervinieron para ayudar a la dictadura de Hassan II, caso concreto de los EE.UU., Francia, España y Arabia Saudí gracias a las relaciones de Hassan II con Henry Kissinger, entonces consejero de Seguridad Nacional de EEUU y con los Saud de Arabia Saudí.

Hubo un tiempo en que el Sahara Occidental, un fragmento del territorio antiguamente conocido por sus pobladores con el nombre de Trab el Bidān (tierra de blancos; contrapuesto a Trab el Sudán, tierra de negros, es decir la África Subsahariana), fue posesión española (precisamente de 1884 hasta 1976). Esta región, redefinidos sus contornos en las negociaciones franco-españolas entre 1900 y 1912, pasó a denominarse en Europa como “Sahara Español”. 

De esa manera, el 21 de agosto de 1975, el Departamento de Estado norteamericano daba luz verde a un proyecto estratégico secreto de la CÍA, financiado por Arabia Saudí, para arrebatar la antigua provincia del Sahara (270.000 Kms cuadrados) a España. Un territorio vital desde el punto geoestratégico, rico en fosfatos, hierro, petróleo y gas, que EE. UU no estaba dispuesto a dejar en manos de España.

El plan consistía en la invasión de la zona mediante una marcha de unos 300.000 marroquíes – la conocida como Marcha Verde -, haciéndose pasar por antiguos habitantes de la zona, y el 6 de octubre de 1975, los servicios de Inteligencia del Ejército español informaban a Franco, ya muy enfermo, de los planes de EE. UU. en relación con el Sáhara Occidental, pidiéndole que actuase en consecuencia.

El 16 de octubre de 1975, la Marcha Verde era anunciada por Hassan II, al mismo tiempo que el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU rechazaba las pretensiones de Marruecos sobre ese territorio. Pero HASSAN II tuvo la poca vergüenza de declarar: “Tenemos que iniciar una marcha verde desde el Norte de Marruecos hacia el Sur y del Este al Oeste.Tenemos, querido pueblo, que levantarnos como un solo hombre, con orden y organización para dirigirnos al Sahara y encontrarnos con nuestros hermanos allí”, dándose la circunstancia de que, cinco días después, el príncipe Juan Carlos de Borbón, heredero del dictador, se negaba a aceptar la jefatura del Estado con carácter interino, exigiendo plenos poderes para poder actuar en el Sáhara Occidental, como así ocurrió.

El 31 de octubre de 1975, el príncipe preside un Consejo de ministros en La Zarzuela. Cuestión prioritaria: el Sahara. Juan Carlos manifiesta su férrea determinación de ponerse al frente de la situación. Sin embargo, no les dice a los reunidos que él ya ha enviado a su hombre de confianza, Manuel Prado y Colón de Carvajal, a Washington, para solicitar la ayuda de Henry Kissinger. Es consciente de que una guerra colonial con Marruecos en aquellos momentos podría precipitar los acontecimientos al estilo de lo acaecido en Portugal y que podría perder su corona antes de ceñirla. El secretario de Estado norteamericano acepta la mediación solicitada por el nuevo jefe del Estado español, intercede ante Hassan II y en las siguientes horas se firma un pacto secreto por el que Juan Carlos se compromete a entregar el Sahara español a Marruecos a cambio del total apoyo político americano en su próxima andadura como rey de España.

Así la cosas, con fecha 22 de octubre de 1975, el presidente del Gobierno español, Arias Navarro, con conocimiento de Franco, mandaba al ministro José Solís a Rabat para tratar de parar el órdago marroquí prometiendo negociaciones sobre el tema en cuanto la situación del dictador mejore, pero cuatro días más tarde daba comienzo la Marcha Verde en territorio marroquí, corriendo con toda la planificación operativa y organización logística del plan a cargo de los servicios norteamericanos, de tal manera que, con fecha 31 de octubre de 1975, Juan Carlos de Borbón se hacía cargo de la jefatura del Estado español, mostrándose muy preocupado por la situación en el Sahara, pues tenía muy presente el caso portugués, y no quería que la situación le desbordase.  

Finalmente, el monarca español asumió oficialmente la jefatura ese mismo día, después de negarse a hacerlo una semana antes, y ese mismo día convocaba un Consejo de Ministros poniéndose manos a la obra. Sus contactos con su homólogo marroquí fueron constantes. Hasta entonces, según transmitió Stabler, «el Gobierno seguía vacilante» ante la falta de liderazgo y, sobre todo, al aumento de las presiones marroquíes.

La invasión marroquí del Sahara español, llamada por el gobierno de Marruecos como la marcha verde, fue la invasión y posterior ocupación militar de la entonces provincia española del Sahara,1​ iniciada el 6 de noviembre de 1975. En esa época, el gobierno español se disponía a abandonar el territorio como parte de la descolonización de África, al igual que anteriormente había otorgado la independencia a Guinea Ecuatorial en 1968. Los saharauis aspiraban a formar un Estado independiente. El plan marroquí consistió en transportar a 300 000 civiles con unidades militares armadas camufladas entre ellos. Fue diseñado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos y contó con su apoyo logístico y el de la CIA.

El secretario de Estado norteamericano aceptaría la mediación solicitada por el nuevo jefe del Estado español, intercediendo este ante Hassan II y en las siguientes horas quedaba firmado un pacto secreto por el que Juan Carlos se comprometía a entregar el Sahara español a Marruecos a cambio del total apoyo político americano en su próxima andadura como rey de España, de tal manera que, con fecha 2 de noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón visitaba las tropas españolas en El Aaiún en un viaje sorpresa, manteniendo conversaciones secretas con los  americanos para la entrega del territorio, pero sin tener reparo alguno para aparentar hipócritamente con los militares, a los que traicionaría en las siguientes horas igual que al pueblo español, a los saharauis y a la propia ONU.

El 6 de noviembre de 1975, la Marcha Verde invade la antigua provincia africana española, de acuerdo con el pacto secreto (alta traición) entre Kissinger, Hassan II y el traidor nuevo jefe del Estado español. Los campos de minas de la frontera han sido levantados y los legionarios españoles prudentemente retirados. España hasta se permite la desvergüenza de enviar al ministro de la Presidencia para que gire una visita de cortesía a los campamentos marroquíes de la Marcha Verde.

Documentos de la CIA desclasificados sobre las implicaciones del rey en la entrega del Sahara a los moros de la cábila marroquí.

La ONU, incómoda y sin saber qué sucede, urge a Hassan II a retirarse y a respetar la legalidad internacional, mientras España miraba hacia otro lado porque bastante tenía el príncipe con asegurar su corona del mismo modo que el monarca alauí no hacía el menor caso.

El 9 de noviembre de 1975, Hassan II da por alcanzados todos sus objetivos en el Sahara y en espera de las conversaciones de Madrid, retira los campamentos de la Marcha Verde a Tarfaya. Argelia protesta y retira su embajador en Rabat. Los saharauis, traicionados por España, se aferran a la lucha armada.

“España no dará un paso atrás, cumplirá todos sus compromisos, respetará el derecho de los saharauis a ser libres” y también, dice “No dudéis que vuestro comandante en jefe estará aquí, con todos vosotros, en cuanto suene el primer disparo” (Juan Carlos de Borbón, el 2 de noviembre de 975 en El Aiún)

El 12 de noviembre de 1975, comienza la Conferencia de Madrid entre España, Marruecos y Mauritania, dirigida y controlada por EE. UU en la sombra.

Así llegamos a la fecha del 14 de noviembre de 1975 cuando se produce la famosa Declaración de Madrid sobre el Sáhara (Acuerdos Tripartitos de Madrid), entregando a Marruecos toda la parte norte de la antigua provincia española: 200.000 Kms cuadrados de gran importancia geoestratégica, muy ricos en toda clase de minerales, gas y petróleo. A Mauritania se le transferían 70.000 Kms cuadrados del sur, los más pobres e improductivos, pero se descolgaría enseguida de los acuerdos.

Las Cortes y el pueblo español no saben nada del asunto. Todo se ha tejido entre bastidores con la CÍA, el departamento de Estado norteamericano y los servicios secretos marroquíes como maestros de una ceremonia bochornosa en la que el príncipe Juan Carlos ha movido sus hilos a través de sus hombres de confianza: Armada, Mondéjar y Torcuato Fernández Miranda.

Mientras el Gobierno del anonadado Arias Navarro, con Franco moribundo y su porvenir político acechando, se limitó a ejercer de convidado en la mayor vergüenza política y militar de España a lo largo de toda su historia. Porque, efectivamente, este país nunca jamás había traicionado de una forma tan perversa a sus propios ciudadanos, se había humillado de tal manera ante un pueblo más débil que él pactando en secreto su rendición, y abandonado cobardemente el campo de batalla sin pegar un solo tiro y después entregando a su enemigo acuartelamientos y armas.

Tras la marcha de España y a pesar de la condena de la ONU de la invasión por parte de Marruecos, la Marcha Verde inició una guerra de 16 años entre el Reino de Marruecos y el Frente Polisario, que se erigió como principal representante de los intereses de los saharauis. La franja oriental del Sáhara Occidental está en manos del Frente Polisario, movimiento independentista saharaui que lucha por su independencia desde 1973, aunque EE.UU. lo sigan considerando un grupo terrorista, cuando los verdaderos terroristas son, precisamente, ellos, los Estados Unidos de Norteamérica.

Durante la larga guerra, la mayor parte de los saharauis huyeron de la invasión marroquí marchándose hacia Mauritania y Argelia ya que los aviones marroquíes bombardearon la zona con napalm y fósforo blanco, perfectamente demostrable en cualquier momento. Allí, en la frontera con Argelia, los refugiados empezaron por montar sus jaimas que, casi medio siglo después, continúa albergando la mayor parte del pueblo saharaui.

Es decir, más de 180.000 saharauis siguen viviendo en los campamentos de la localidad argelina de Tinduf donde el Frente Polisario estableció el gobierno autoproclamado de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), reconocido por más de ochenta países, siendo la situación en los campamentos del desierto muy difícil porque viven de la solidaridad internacional, tal y como yo mismo pude comprobar en las visitas realizadas a la zona como diputado de la Junta General del Principado de Asturias y como sindicalista.  

Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. Yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final.» (1976)

La riqueza de recursos naturales de las tierras del Sáhara Occidental representa una gran parte del conflicto, sino la mayor.

La abundancia del sector pesquero es evidente, ya que Marruecos es el primer exportador de pescado a España con más de 100 000 toneladas anuales.

Además, durante el largo conflicto también ha proliferado el negocio de las armas, de tal manera que, desde el año 1991, España ha vendido armas a Marruecos por valor de más de 385 millones de euros. La energía es otro sector de peso en la ocupación del Sáhara a través de la construcción de grandes parques eólicos, además de sus recursos petrolíferos y de fosfatos – los mayores del mundo – que en la mayoría de los casos supone una violación del Derecho Internacional.

Al otro lado del Estrecho, en España, “habita una amplia comunidad de origen saharaui, en muchos casos muy formada y activista, pero a la que no se le reconocen derechos como miembros de una antigua colonia, y es considerada como apátrida, moviéndose con pasaporte argelino, pese a haber tenido sus padres o abuelos DNI español”.

Sin embargo, al retirarse del territorio, España ya no es considerado un actor importante sobre el terreno, ya que, según la ONU, las partes relevantes son el Frente Polisario, Marruecos, Mauritania y Argelia.

Además, con el cambio de postura de 2022 para muchos deja de ser un intermediario válido ya que queda posicionado muy a favor de una de las partes, y ello, pese a quien pese, España sigue siendo la única potencia administradora, en tanto y cuanto no se celebre el referéndum para la autodeterminación del Sáhara, de acuerdo con el censo de 1977.

Otro de los grandes problemas a los que se enfrenta el pueblo saharaui es la visibilización. Marruecos no permite la entrada de activistas o periodistas, lo que impide documentar todo lo que allí sucede, incluidos los abusos de todo tipo. “El clima en las ciudades ocupadas por Marruecos es irrespirable, la presencia policial es agobiante, y los soplones (chivatos) están por todas las esquinas”.

Antón Saavedra en una de sus visitas a los campamentos saharauis en la Jaima de Rabuni ante el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz, el año 1995.

De acuerdo con la legalidad internacional, la decisión sobre la autodeterminación debe venir guiada por la voluntad del pueblo saharaui y las directrices de Naciones Unidas. “Creo que la solución es muy simple, y que se ha complicado deliberadamente para impedir una solución que es la que ha marcado la ONU desde el principio: la celebración de un referéndum de autodeterminación”, mientras que Marruecos sigue, de facto, controlando el territorio y sus recursos, a la vez que tratando de ir ganando más apoyos internacionales.

En los finales de marzo de 2022, el conflicto del Sáhara Occidental volvía al primer plano de la agenda informativa tras desvelarse una carta del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, al rey de Marruecos, Mohamed VI, en la que aseguraba que apoyaba una autonomía dentro de Marruecos para el Sáhara Occidental.

Vida y milagros en los campamentos saharauis, malviviendo de la solidaridad internacional de unos pocos países y organizaciones.

Esta postura supone una ruptura de la línea política marcada durante casi medio siglo, y aunque el debate sobre la libre determinación del pueblo saharaui viene de lejos, se trata de un entramado muy complejo y cuyo origen es tan antiguo que resulta difícil llegar a sus raíces, descifrar los porqués y el entremezclado sentimiento nacional, herencias culturales, responsabilidades postcoloniales, conflictos fronterizos y cuestiones geopolíticas. Nunca, jamás un mandatario había escrito al jefe de Estado de Marruecos diciéndole que la propuesta de autonomía era la más seria, realista y creíble, porque implica que la otra está muy por debajo de ella y que prevalece la autonomía sobre el referéndum de autodeterminación.

“Los hechos, como saben ustedes, son muy graves y son muy simples a la vez. Una potencia nuclear ha violado la legalidad internacional y ha comenzado la invasión de un país vecino, al tiempo que ha amenazado con represalias a cualquier otra nación que socorra al país agredido”, musitaba Pedro Sánchez el 24 de febrero de 2022, en una declaración institucional llena de solemnidad, como nos tiene acostumbrados cada vez que hace de vulgar Pinocho, que es casi siempre.

Se refería el presidente, en los términos más duros, al inicio de la invasión rusa en Ucrania pero el argumentario utilizado contra Rusia podría perfectamente describir el acontecimiento que a finales de 1975 acaeció en suelo español, con la «Marcha Verde» lanzada por Marruecos, que desde entonces ocupa ilegalmente el territorio del Sáhara Occidental, la ex colonia española.

Ni siquiera habían transcurrido 23 días de esta declaración, cuando, con fecha 18 de marzo, Pedro Sánchez cedía públicamente ante las tesis marroquíes, el país ocupante del Sáhara que venía proponiendo desde 2007 un plan de autonomía para el territorio negado por la realidad de una dictadura que ha recrudecido la represión de cualquier ejercicio de disidencia; firmado una vigilancia extrema de sus propios nacionales y mandatarios extranjeros; y provocado graves violaciones de los derechos humanos contra los migrantes que tratan de llegar a las costas de Europa.

 Tengo el honor de dirigirme a Vuestra Majestad para transmitiros algunas ideas importantes para la nueva relación entre los Reinos de Marruecos y España.

Nuestros dos países están indisolublemente unidos por afectos, historia, geografía, intereses y amistad comunes. Estoy convencido de que los destinos de nuestros dos pueblos también lo son, la prosperidad de Marruecos está ligada a la de España y viceversa. Nuestro objetivo debe ser construir una nueva relación, basada en la transparencia y la comunicación permanente, el respeto mutuo y el respeto a los acuerdos firmados por ambas partes y la abstención de toda acción unilateral, para estar a la altura de la importancia de todo lo que compartimos y para evitar futuras crisis entre nuestros países.

Reconozco la importancia que tiene la cuestión del Sáhara Occidental para Marruecos y los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos, en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable. En este sentido, España considera que la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo.

En este nuevo contexto, tiene mi garantía de que España actuará con la absoluta transparencia que corresponde a un gran amigo y aliado. Os aseguro que España siempre cumplirá sus compromisos y su palabra.

Espero con impaciencia la ocasión de mantener un encuentro con Vuestra Majestad lo antes posible para renovar y profundizar la relación privilegiada entre nuestros dos países hermanos, en un espíritu de estrecha concertación y reiterar nuestra determinación para afrontar juntas los desafíos comunes, especialmente la cooperación gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico, actuando siempre con un espíritu de total cooperación y restablecer la plena normalidad en la circulación de personas y bienes, en beneficio de nuestros pueblos. Todas estas acciones se llevarán a cabo con el fin de garantizar la estabilidad e integridad territorial de nuestros dos países.

Asimismo, espero que nuestros dos Ministros fijarán de común acuerdo una fecha para la visita del Ministro de Asuntos Europeos, Unión Europea y Cooperación a Rabat, con el fin de empezar a trabajar para construir conjuntamente esta nueva relación entre nuestros dos países.

Le ruego acepte, Majestad, la expresión de mis más distinguidos sentimientos.» (Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España)

“España considera la iniciativa marroquí de autonomía, presentada en 2007, como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”, trasladaba Moncloa en una carta a Mohamed VI que la Casa Real marroquí filtraría el 18 de marzo, en un hecho insólito en las relaciones internacionales. La noticia del histórico cambio de posición de España, anunciada por el país vecino, pilló por sorpresa al Ejecutivo, que siempre actuó bajo el dictado de Rabat. Una misiva, con fecha 14 de marzo, cuyo original sería negado durante las jornadas siguientes a la prensa, la cual había sido convenientemente filtrada a un medio de comunicación afín a Moncloa, en una traducción del francés que no ayudó a despejar las dudas. Desde entonces, periodistas y partidos de la oposición han pedido la publicación de la carta con la que España quebraba 47 años de neutralidad activa y, sin contar siquiera con el conocimiento y respaldo de su socio de Unidas Podemos en el Gobierno.

Todo se ha consumado. Y el protagonista de la pirueta es, otra vez, Pedro Sánchez.Lo ha desvelado por sorpresa el Rey Mohamed VI mostrando una carta del líder del PSOE, en la que socialista ‘entrega’ el Sáhara a Marruecos. El hecho de que España reconozca ahora el plan de autonomía marroquí como la opción más realista para resolver el futuro de la antigua colonia pone en evidencia la «hipocresía» del Gobierno cuando habla de «defender la legalidad internacional». Desde mi punto de vista, el plan de Rabat «es una opción, pero no es la solución», que pasa por la necesidad de convocar el referéndum que contemple la autodeterminación y no que el Sáhara Occidental quede bajo los designios de Marruecos.

La nueva posición del Gobierno de Pedro Sánchez respecto al Sáhara Occidental ha levantado muchas ampollas. A nivel interno, con el rechazo de prácticamente la totalidad de los grupos políticos, incluido Unidas Podemos, integrantes de la coalición gubernamental. A nivel externo, Argelia ha mostrado su disconformidad y especialmente el Frente Polisario.

 Antón Saavedra en la Wilaya de Smara en los campamentos saharauis, acompañado de la asturiana Belén Cueva Carbajal, alma y vida de la solidaridad con la causa saharaui (1995)

Los legítimos representantes del pueblo saharaui ante la ONU deciden romper relaciones con el Ejecutivo español tras el apoyo de Moncloa a los planes de autonomía propuestos por Marruecos.   Una decisión que supone un nuevo episodio en una historia de altibajos entre el PSOE y el Polisario desde su creación.

En su día, la mismísima Organización de Naciones Unidas (ONU) – que tiene publicadas 74 resoluciones desde que comenzó el conflicto – consideró ilegal esta ocupación, pero pese a no ser legal el acuerdo tripartito sobre el Sáhara Occidental, el 26 de febrero de 1976 el gobierno de España comunicó a la ONU que finalizaba su presencia allí y que se consideraba sin responsabilidad alguna sobre lo que allí sucediera.

Para muchos expertos, más allá de la voluntad independiente del pueblo saharaui, el principal problema que tiene la propuesta de autonomía marroquí es que, dado los déficits democráticos y de libertades que hay en el país, las garantías de que se cumplan los compromisos de la futura autonomía del Sáhara no son nada fiables.

A finales de los años 80 la ONU arrancó un “plan de arreglo”,acordado entre las autoridades marroquíes y el Frente Polisario, que incluía la celebración de un referéndum sobre la autodeterminación.

El Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. António Guterres, reafirmó el compromiso de las Naciones Unidas con el derecho del pueblo saharaui a la autorrealización y a seguir trabajando para materializarlo de conformidad con las resoluciones de las Naciones Unidas, expresando su esperanza de que los esfuerzos de su enviado personal al Sáhara Occidental consigan acelerar la resolución de este conflicto de larga data. (Sahara Libre, el 12 de setiembre de 2023).

También se creó la misión de las Naciones Unidas para el referéndum del Sahara Occidental, que debía supervisar el alto el fuego e implementar el referéndum, cuya celebración se fijó inicialmente en 1992, pero que se ha ido posponiendo por la negativa del Gobierno de Marruecos a llevarlo a cabo.

Sin embargo, en 1995 se publicó otra resolución de la ONU en la que mostraba su preocupación por los escasos avances del plan de arreglo. En la actualidad una gran parte de ese territorio está bajo el control de Marruecos, aunque, dígase lo que se diga, España sigue siendo la única potencia administradora, aunque haya dejado de ejercer como tal. Los acuerdos de Madrid de 1975 NO han transferido la soberanía del Sáhara Occidental ni han otorgado a ninguna de las firmantes el status de potencia administradora, estatus que España NO puede transferir unilateralmente, de acuerdo con la Resolución S/2002/161 del Departamento Jurídico de Naciones Unidas.

Dicho de otra manera, España sigue siendo jurídicamente responsable de conducir el territorio saharaui a su plena descolonización mediante la aplicación del principio de autodeterminación, y ello, dígase lo que se diga, quiere decir que Marruecos en absoluto tiene soberanía alguna sobre la que un día fuera la 53 provincia española.

El Presidente de la República y Secretario General del Frente POLISARIO, Sr. Brahim Ghali, afirmó que “el Frente POLISARIO no se implicará en ningún enfoque que no tenga en cuenta el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y la independencia”. En un discurso pronunciado en la conclusión de la Conferencia Anual de Relaciones Exteriores, el Presidente Ghali dijo que “el Frente POLISARIO, como único y legítimo representante del pueblo saharaui, no puede de ninguna manera implicarse en un proceso que no respete firmemente el derecho inalienable, innegociable e imprescriptible de nuestro pueblo a la autodeterminación y la independencia”. El Presidente de la República reiteró que “nuestro pueblo se aferra a su sagrado derecho y está dispuesto a luchar con todos los medios legítimos a su alcance, incluida la lucha armada”.

Por si ello no fuera suficiente, el “informe Corell”que vienen mencionando los distintos gobiernos del PSOE para seguir engañando a la opinión pública ACLARA que Marruecos no está incluido como potencia administradora del territorio en la lista de las Naciones Unidas, de tal manera que  España sigue siendo la potencia administradora de iure y, como tal, sigue siendo responsable de conducir el territorio del SAHARA, hoy Okupado y masacrado por los esbirros del MOHAMED VI, hacia la plena descolonización, sin coacciones, sin presencia de las fuerzas armadas moras – sólo con la presencia de observadores de las Naciones Unidas -, y siempre en base al censo elaborado en el año 1974 donde resultaron censados 74.000 saharauis.

Documento secreto sobre el Estatuto de Autonomía para el SAHARA, que nunca llegó a publicarse donde se ve la anotación: “FRANCO.11-VI-1974.

Hasta la fecha, todos los gobiernos de España habían apoyado el criterio de la ONU, es decir, el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Sin embargo, ahora parece que el Gobierno de Pedro Sánchez considera la propuesta de Marruecos como la más “seria, realista y creíble para la resolución del conflicto”. Por tanto, situar a este territorio bajo soberanía marroquí va en contra de cualquier posibilidad de independencia del Sáhara Occidental.

En varias resoluciones de las Naciones Unidas, como la 1514 (XV), de 1960; la 1541 (XV), de 1960; o la 2625 (XXV), de 1970; se señala que el futuro de los territorios no autónomos sólo se puede decidir por un proceso de libre determinación entre sus habitantes, que incluya, entre las opciones a votar, la de la independencia, habiéndose llegado incluso a últimos del año 2021, cuando la ONU aprobó dos resoluciones sobre este conflicto que apoyan la libre determinación, una a través de la Asamblea General y otra en el Consejo de Seguridad, además de pedir en el mismo documento al Comité Especial de Descolonización que siga examinando la situación del Sáhara Occidental. Por otro lado, el cambio de postura de Madrid viene precedido de una serie de acontecimientos que han ido empoderando a Marruecos. En 2020, Estados Unidos, principal aliado militar de Marruecos y uno de los mayores aliados internacionales de España, bajo la Administración Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.

En los finales del año 2021, el conflicto casi perpetuo entre Marruecos y Argelia – principal suministrador de gas de España – se recrudeció con enfrentamientos fronterizos y ruptura de relaciones entre ambos países, y Rabat consiguió firmar un acuerdo militar con Israel que Alemania – principal socio comercial de España -, también respalda.

Dicho de otra manera, a juzgar por lo que está ocurriendo en la actualidad, la brutal y feroz LIMPIEZA ETNICA que viene llevando a cabo Marruecos y la política de asentamientos y desplazamientos para diluir la población autóctona acabarán haciendo definitivamente inviable la convocatoria del referéndum de autodeterminación, hasta el punto de que el silencio cómplice y la denigrante actuación del Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, suponen la mayor de las traiciones cometidas contra un  pueblo, después de la protagonizada por el Jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón, en este caso el SAHARA OCCIDENTAL.

En la retina de los saharauis, como suelen recordar con frecuencia, se encuentra una fecha. El 14 de noviembre de 1976. Un año antes se había consumado la entrega del Sáhara Occidental por parte de España a Marruecos y Mauritania en los llamados Acuerdos de Madrid, y Felipe González, secretario general del PSOE en esas fechas, viajaba a los territorios liberados del Sahara Occidental, aún con el conflicto bélico muy candente: «Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final», dijo González a los saharauis en 1976. Allí, en el desierto, junto a los representantes de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), pronunció un discurso que quedó registrado para la historia: «El Pueblo Saharaui va a vencer en su lucha. Va a vencer, no sólo porque tiene la razón, sino porque tiene la voluntad de luchar por su libertad (…) Para nosotros no se trata ya del derecho de autodeterminación, sino de acompañaros en vuestra lucha hasta la victoria final (…) A medida que nuestro pueblo se acerca a la libertad, será mayor y más eficaz el apoyo que podamos prestar a vuestra lucha», destacó.

«El partido está convencido de que el Frente Polisario es el guía recto hacia la victoria final del pueblo saharaui y está convencido también de que vuestra república independiente y democrática se consolidará sobre vuestro pueblo y podréis volver a vuestros hogares. Sabemos que vuestra experiencia es la de haber recibido muchas promesas nunca cumplidas. Yo quiero, por consiguiente, no prometeros algo, sino comprometerme con la Historia. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final», reiteró González.

Documento elaborado en el desierto que, encabezado por el diputado Antón Saavedra fue entregado en la delegación de MINURSO en el AAIUN, el 4 de diciembre de 1995 (hoja número 1)

La dirección del PSOE comenzó entonces de manera habitual a apoyar al pueblo saharaui – los SOCIALISTAS seguimos apoyando todavía al pueblo saharaui-. El programa Vacaciones en Paz, mediante el que niños y niñas saharauis viajan en verano a nuestro país, fue impulsado por el PCE a finales de los años 70, pero también abrazado por el PSOE desde los primeros momentos.

Sin embargo, un episodio polémico iba a enturbiar las relaciones entre Moncloa y el Polisario en 1985. La llamada «crisis del Junquito» desembocaría en la expulsión de los representantes saharauis de España. Días antes se había producido un ataque contra un pesquero y una patrullera españolas en aguas del Sáhara Occidental, cuya autoría reconoció el mismo Polisario. En un escenario de guerra abierta, el pesquero faenaba enarbolando la bandera de Marruecos, según declararon los propios navegantes y el Polisario, provocando el ataque un muerto y dos heridos.

Hoja número 2 del documento entregado en MINURSO.

El representante saharaui en Madrid, Ahmed Bujari, fue detenido y expulsado días después. Es decir, Felipe González había traicionado también sus promesas una vez que los del PSOE entraron en el Gobierno, no retomándose las relaciones hasta el año 1989, fecha en la que el Polisario volvió a tener representación oficial en España, destensándose la situación con el alto al fuego auspiciado por la ONU, a la vez que se producían encuentros relevantes como el del mismísimo Felipe González con el presidente saharaui, Mohamed Abdelaziz en 1992.

Posteriormente, ya con José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno, se produjeron encuentros de Miguel Ángel Moratinos, responsable de Exteriores, con su homólogo saharaui en 2004. Ese mismo año, Abdelaziz se reunió también con ambos. El expresidente expresó entonces «la voluntad» del Ejecutivo de solucionar el conflicto saharaui mediante un acuerdo que, dentro del «marco de Naciones Unidas», aunque tres años más tarde, en 2007, Zapatero respaldaba el plan de autonomía presentado por Marruecos.

Según recuerdan fuentes del Frente Polisario al diario Público, la organización saharaui ha estado presente de manera habitual en los congresos federales del PSOE durante las últimas décadas. «Las relaciones han sido fluidas con el partido», afirman. Sin ir más lejos, el 39º Congreso del PSOE, celebrado en 2017, ya con Sánchez como secretario general, contó con representantes saharauis, aunque en el 40º Congreso del PSOE, celebrado en octubre de 2021, ya no serían invitados, sin dar ninguna explicación de tal actuación.

La crisis con Marruecos ya se había extendido a raíz de la acogida humanitaria del presidente de la RASD, Brahim Gali, desembocando en el envío masivo de personas hacia la frontera de Ceuta y la destitución de la, por entonces, ministra de Exteriores, Arancha González Laya.

En 2015, la presidenta de Andalucía, Susana Díaz advirtió al por entonces vicepresidente autonómico, Diego Valderas, de Izquierda Unida, de que no viajara a los campamentos de población refugiada saharaui, siendo tal el revuelo surgido que Valderas terminó por no viajar, quedando roto el gobierno andaluz y la convocatoria de elecciones anticipadas.  

En 2018, Josep Borrell, actual Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad vetó la celebración de un debate sobre el conflicto saharaui en el Congreso de los Diputados. Su informe como ministro de Exteriores fue «desfavorable» y contó con el beneplácito también del PP. «Cualquier acción por parte de poderes públicos conducente a respaldar las reivindicaciones de la RASD o del Frente Polisario puede tener efectos inmediatos en las relaciones bilaterales con el consecuente impacto en el interés general», señalaba en su argumentación.

Ya con Unidas Podemos dentro del Gobierno, en febrero de 2020, el secretario de Estado de Asuntos Sociales, Nacho Álvarez (UP), se reunió con la ministra de Asuntos Sociales saharaui, Suelma Beiruk, siendo el tema de fondo un convenio junto a la ONCE para ayudar a personas con discapacidad en los campamentos de población refugiada saharaui en Tinduf.

Unidas Podemos (UP) ha decepcionado. No es mejor que el PP o el PSOE, no es mejor que un Borbón. A la hora de defender los Derechos Humanos (DDHH) del pueblo saharaui, la formación liderada por Pablo Iglesias prefiere mirar para otro lado y agachar la cabeza ante Marruecos. Quién le iba a decir a Iglesias que terminaría siendo parte de un gobierno que da la espalda a más de 150.000 refugiad@s abandonad@s en el desierto del Sáhara desde hace 45 años. UP ya tiene el deshonor de sumarse a la lista de traidores del pueblo saharaui.

La reunión había pasado completamente desapercibida en España, pero la ministra de Exteriores, González Laya, publicaba un par de tuits sobre el encuentro, reconociendo que había recibido una llamada de su homólogo marroquí para aclarar que la posición del Gobierno respecto al Sahara no había cambiado, que era una política de Estado, que España no reconoce a la RASD y que apoyan una resolución pacífica en el marco de la ONU.

Con la llegada del gobierno más progresista de la historia PSOE-UNIDAS PODEMOS, dirigentes tanto de Podemos como de Izquierda Unida eran firmes defensores del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, olvidado injustamente por España y abandonado a su suerte ante el invasor marroquí. De hecho, en 2014, el propio Pablo Iglesias participó en la 39ª Conferencia de Apoyo al Pueblo Saharaui, donde aseguró que la cuestión saharaui es «un nuevo ejemplo de divorcio entre la casta política y los intereses de la mayoría de la población». También dijo que «la población española es prosaharaui, pero quienes nos han gobernado parece que son pronegocio, que ésa es su única patria», e incluso hizo un llamamiento a la comunidad internacional, especialmente a la UE y el Gobierno español, «para que asuman su responsabilidad», exigiendo «que se cumpla la legalidad internacional y los derechos humanos». También recordó que «España sigue siendo administrador y soberano del Sahara Occidental, así que jurídicamente Marruecos está invadiendo un territorio colonial español y explotando ilegalmente sus recursos»,llegando incluso a referirse a los saharauis como “nuestros hermanos que no serán abandonados” e incluso se atrevió a finalizar su discurso con un «¡Viva la lucha del pueblo saharaui!».

Teresa Rodriguez y Pablo Iglesias con el Presidente de la República Árabe Saharaui Democrática, Mohamed Abdelaziz.

Otro de los firmes defensores de la causa saharaui era Alberto Garzón, quien expresó en reiteradas ocasiones su “compromiso firme con el pueblo saharaui y sus reivindicaciones de autodeterminación”. 

En 2015, Garzón acusó a España y a Occidente de “mirar hacia otro lado” ante el “genocidio de Marruecos” en el Sáhara, en una reunión mantenida con el entonces presidente saharaui Mohamed Abdelaziz. En 2016, tanto Garzón como Iglesias pidieron en un manifiesto con otras personalidades una fecha para la celebración del referéndum en el Sahara.

Recordemos que, en su programa electoral de 2019, Unidas Podemos aseguraba en su epígrafe 118 que “España tiene una responsabilidad histórica con el Sáhara Occidental, con sus gentes y con la solidaridad entre nuestros pueblos”, asegurando que “apoyará con acciones concretas el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui”.

Sin embargo, una vez en el gobierno, tanto Iglesias como Garzón, parece que ese énfasis se ha ido diluyendo como lágrimas en la arena, y todas esas proclamas se han ido reduciendo con el paso del tiempo. Desde que llegaron al Gobierno, el silencio en torno al Sáhara Occidental ha sido casi absoluto, hasta el punto de que, cuando Marruecos  tomó la decisión de reactivar el conflicto al entrar en en el paso fronterizo de Guerguerat (territorio liberado por el Frente Polisario), ambos se han limitado a escribir en su cuenta de Twitter sobre la resolución de la ONU del 13 de febrero de 1995:

Esta cínica forma de lavarse las manos y mirar para otro lado durante décadas por parte de España choca frontalmente con la realidad del conflicto saharaui y su historia reciente. Haciendo un breve repaso, veremos que el Sáhara Occidental fue reclamado como territorio por España en 1885, aunque la ocupación efectiva del interior del territorio no se realizó hasta 1934. Debido a enfrentamientos con nacionalistas saharauis, el gobierno español decide otorgar al Sahara español el estatus de provincia española en 1969, dejando así de ser una colonia.

Y así pasaron los años y las décadas, con un pueblo abandonado y engañado tras continuas promesas incumplidas, daño colateral de verse envuelto en una guerra geoestratégica y comercial que escapa a sus posibilidades de actuación. En concreto se cumplen ya 48 años de la traición española, a pesar de la cual, los saharauis volvieron a apostar por la legalidad internacional y la no violencia en 1991 con la firma del Alto el Fuego.

Desde entonces, la ONU defiende (de palabra) su derecho a un referéndum de autodeterminación a través de la resolución 1514. Sin embargo, han pasado ya 29 años desde entonces, y la situación es la misma: Marruecos reprime, encarcela, tortura, ocupa y silencia al pueblo saharaui sin ningún tipo de contemplación ni condena internacional. Es más, cuenta con el apoyo de Francia y EEUU como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y de España como primer socio comercial, lo que le asegura que puede hacer y deshacer a su antojo.

ANTÓN SAAVEDRA


Viewing all articles
Browse latest Browse all 512

Trending Articles