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MI VIDA: ¿POR QUÉ SOY SOCIALISTA?

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Antón Saavedra en los jardines del Kremlin en Moscú, el año 1979...

Antón Saavedra en los jardines del Kremlin en Moscú, el año 1990…

En muchas ocasiones me han hecho esta pregunta que encabeza este capítulo de mi vida, y algunos pudieran pensar que yo tuviera dificultades para contestar a una pregunta difícil de responder en los tiempos que corren, pero en absoluto es así,  pudiendo afirmar que  soy socialista desde la cuna, algo que he vivido en mi entorno desde que nací, habiendo sido mis principales referentes  socialistas mis padres y, sobre todo, mi abuelo paterno, José Saavedra Zapico “Cantera”, más que los mismísimos Pablo Iglesias, Largo Caballero o Facundo Perezagua.

Pero no, no soy socialista porque nadie me lo haya dicho, ni mucho menos porque tenga un carnet o luzca en mí solapa una chapa de tal o cual partido, aunque ésta sea de oro macizo. Soy socialista por motivos biológicos y por motivos sociales, por sentimiento y por razón.

Una de las recomendaciones del filósofo y ensayista español Ortega y Gasset a sus alumnos consistía en el ejercicio de hacerles pensar unos minutos cada día. Un pensamiento no impostado, no inducido, no transferido; un pensamiento propio, resultado del masticado mental, no del refrito tuiteado o de la conversación de barra. Pensar desde dentro, sin red. Cuestionarlo todo, para quedarse después solo con aquello que realmente merece la pena, libre de prejuicios, de taxonomías rediseñadas en la botica mediática o de patologías del deseo.

Por ello, para responder a esta pregunta, referida a mi pensamiento, creo absolutamente necesario acogerme a la sabia recomendación de Ortega y Gasset, entre otras cuestiones, porque de no hacerlo, tan solo estaría reproduciendo los mismos tópicos comunes y los mismos catecismos que inundan cada segundo las redes sociales y los medios tradicionales a mayor gloria de la religión de cada cual.

Sería imposible intentar responder a la pregunta de  por qué soy socialista si primero no me aclaro a mí mismo acerca de qué quiero decir cuando digo socialista. Ahora bien, si decido tirar por el cómodo atajo del diccionario o cortar y pegar de aquí y allá tópicos y frases hechas acerca de la esencia del buen socialista, no estaría más que mostrando una absoluta deshonestidad conmigo mismo. No deseo, por lo tanto, saber qué es ser socialista en un sentido mayestático o conceptual, sino preguntarme por qué yo, Antón Saavedra, puedo adjetivarme a mí mismo como socialista.

Antón Saavedra, con el viceministro del carbón de la URSS en la zona minera ucraniana del DONBASS, el año 1979

Antón Saavedra, con el viceministro del carbón de la URSS en la zona minera ucraniana del DONBASS, el año 1979

Soy socialista por romántico, por idealista y por soñador. Por creer que otra sociedad más perfecta, solidaria y fraternal es posible. Por escuchar  a Jhon Lennon y a Carlos Puebla, por leer a Gorki, Neruda, o Gabriel García Márquez, e incluso porque siempre admiré al pueblo ruso en la misma medida que me parecían odiosas las invasiones de los yankees en los pueblos del mundo para robarles sus recursos y sus libertades.

Soy socialista por ecologista, por rebelde, por adicto a la lectura y por humanista con fiel creencia en la ciencia. Porque uno encuentra la revolución Cubana, la causa Palestina o el Sahara Libre, más simpáticas que Disney World, estudiar en Harvard o vestirse de Benneton.

Soy socialista por pensar y leer de más, por rechazar el catolicismo, el hedonismo justificado en la comodidad de la opulencia, las religiones, el orden establecido, el sistema creado y mantenido por pocos.

Soy socialista porque defiendo la igualdad, la justicia social,  la cohesión social, la redistribución de la riqueza, y una sociedad más solidaria y multicultural. 

Soy socialista porque quiero un mundo democrático y cuyos únicos monarcas sean la paz y la libertad.

Soy socialista porque creo en la Educación como pilar básico de toda sociedad, una educación pública, laica, gratuita y de calidad.

Soy socialista porque quiero una sanidad para todos, universal, independientemente de la renta y del lugar de procedencia.

Soy socialista porque para mí, además de la  Educación y la Sanidad, las Pensiones y la Dependencia son los otros dos pilares fundamentales del Estado de Bienestar.

Soy socialista porque para mí, la única bandera es la del mundo, porque esa es la única ciudadanía que me preocupa, sin importarme  el idioma que hables, ni la religión que proceses, ni el color de tu piel, no quiero fronteras entre tú y yo.

Soy socialista porque soy internacionalista, y mi única religión es la Declaración Universal de los Derechos Humanos. 

Carlos Marx, fundador del comunismo científico, padre de la teoría política revolucionaria, maestro del proletariado mundial y creador de la economía política proletaria. Marx es el teórico político más influyente de la historia; sus ideas platearon una nueva y revolucionaria visión de la sociedad, la construcción de la historia, la política y la economía.

Carlos Marx, padre de la teoría política revolucionaria, maestro del proletariado mundial y creador de la economía política proletaria.
Marx es el teórico político más influyente de la historia; sus ideas platearon una nueva y revolucionaria visión de la sociedad, la construcción de la historia, la política y la economía…

Sin embargo, para transformar estas palabras en hechos concretos y reales me planteo como objetivo fundamental del socialismo la propiedad colectiva de  las riquezas y la producción, aunque a menudo los socialistas  no estén de acuerdo respecto a si lograr esta meta con una revolución, una reforma o la creación de condiciones socialistas de vida y trabajo a pequeña escala, porque el socialismo es una filosofía profunda y compleja, con muchas variantes, y explorarla minuciosamente  requiere, desde mi punto de vista, de mucha lectura y de mucho debate.

No puede ser más indigno que unos pocos hombres se deleiten esclavizando al mayor número y haciéndolos trabajar a sabiendas de que les explotan. Por eso sigue latente en mi mente socialista perfeccionar la vida para que llegue un momento que no seamos opresores, explotadores ni verdugos; ni víctimas, ni explotados, ni miserables.

Todo el pasado de la humanidad es una cadena de pruebas, de que todas las cosas han venido perfeccionándose, hoy con más rapidez que antes, por razón de que hoy se dispone de medios más perfectos que en el pasado. Por eso el socialismo tiene la absoluta certidumbre de su victoria, puesto que el socialismo no es otra cosa que la perfección en progreso incesante para multiplicar los goces de todos los seres humanos o sea, la abolición de todas las causas que producen desgracias y miserias. La transformación de la propiedad no es otra cosa que el perfeccionamiento del derecho. Todos tienen derecho a vivir bien, y la forma de la actual propiedad limita y hasta suprime el derecho a vivir bien; por esa razón la base del socialismo está en la transformación radical del derecho a la propiedad.

Es en ese contexto donde se impone la necesidad de hablar con gente de todas las procedencias porque, habiendo muchas ramas y filosofías dentro del socialismo, lo que nunca podemos apartar de nuestra mente es la cooperación y la oposición a muchas jerarquías, especialmente a aquellas que se basan en el dinero, la clase o la raza, buscando siempre a personas que normalmente no tendríamos la posibilidad de conocer, especialmente a los trabajadores de bajo salario y a los parados que luchan diariamente por sobrevivir en los estratos inferiores de estas jerarquías. Es evidente que ello no nos convertirá en socialistas, pero sí nos hará comprender de una forma más realista y detallada aquellas  experiencias sociales que intenta eliminar el socialismo.

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“…toda la historia de las sociedades humanas hasta nuestros días es una historia de lucha de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes”.

La tremenda crisis que está viviendo la economía capitalista en la actualidad abrirá, más temprano que tarde, la posibilidad de luchar por la perspectiva auténtica del socialismo: la revolución social que lleve al poder a la clase obrera con sus propios organismos de autodeterminación.

Al respecto conviene recordar que, en su momento, la caída del Muro de Berlín marcó no sólo la extensión del capitalismo a casi todo el planeta, sino también un enorme triunfo ideológico y de legitimidad, tanto del sistema capitalista en general como especialmente del neoliberalismo, en tanto modo particular de configurar el capitalismo. El neoliberalismo significó, en primer lugar, arrasar con las conquistas obreras logradas en períodos anteriores de la lucha de clases, especialmente las concesiones del “estado de bienestar social” de posguerra.

La nueva era neoliberal vino no sólo de la mano de la restauración del capitalismo en la ex URSS, el Este y China, sino también de una suma de derrotas obreras, país por país, especialmente en la década de los ochenta. La globalización neoliberal completó esto al poner de hecho a competir directamente en el mercado mundial a la mano de obra, nivelando para abajo a los trabajadores conforme a los peores grados de explotación. Junto a eso, el neoliberalismo modificó las relaciones del capital con el propio estado capitalista, especialmente en el sector financiero, dando “piedra libre” a actividades y operaciones antes más controladas y reguladas estatalmente. Asimismo, con las privatizaciones y la mercantilización de todo tipo de actividades, se ampliaron cualitativamente las áreas manejadas directamente por el capital privado.

El reverso del “fracaso del socialismo” de 1989-91 significó la legitimación del neoliberalismo como algo indiscutible e imposible de cuestionar. Pero ahora es el neoliberalismo el que aparece fracasando no menos rotundamente. Y no se trata sólo de la caída de las cotizaciones en las bolsas. Esta bancarrota es también un impacto tremendo en la conciencia de millones y millones de trabajadores en todo el mundo. Pero es un impacto en sentido totalmente opuesto al de la “caída del socialismo” de 1989-91.

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Karl Marx centrará sus estudios sociológicos en la desigualdad social latente en el Capitalismo. “La historia de todas las sociedades que han existido hasta ahora es la historia de la lucha de clases sociales”, diría en el inicio de su Manifiesto del Partido Comunista. Marx comprendía que el capitalismo traería consigo mayor desarrollo económico y por tanto bienestar para la sociedad. Pero, temía a lo que sucede hoy: los recursos son propiedad de la minoría, mientras las masas trabajadoras son explotadas para el enriquecimiento de esos pocos. El control de los capitalistas no ha propiciado una mayor cohesión social, si no todo lo contrario. Entre los trabajadores y el dueño de las empresas hay cierto distanciamiento, que se dará luego entre los vecinos, con la familia y así hasta con uno mismo. Un círculo vicioso que nos lleva a la alienación social. Somos extraños unos de otros, estamos solos y como nos han hecho creer es por nuestra culpa.

Por lo tanto, es absolutamente claro que la crisis y deslegitimación del neoliberalismo están creando las  condiciones para el desarrollo y recuperación de la conciencia anticapitalista y socialista que llegó a tener la clase trabajadora, y que fue perdiendo en las derrotas y frustraciones de las revoluciones del siglo XX.

Esto seguramente va a ser producto de procesos complejos de la lucha de clases, en los que intervendrán muchos factores, y en donde los resultados de los futuros combates tendrán una gran importancia, junto con la acción de los partidos y sindicatos de clase. En este sentido, será esencial mantener firmemente posiciones independientes, clasistas y auténticamente socialistas, frente a engaños como el progresismo “antineoliberal”, que promete un capitalismo “con rostro humano”, o el “socialismo del siglo XXI”… que se construiría junto con los empresarios.

En resumen: la crisis y deslegitimación del neoliberalismo empujan ahora en el sentido de la recuperación de la conciencia anticapitalista y socialista, de la misma manera que antes las canalladas de las burocracias que culminaron con la restauración capitalista en la URSS, el Este y China, empujaban en sentido opuesto. Ahora se está abriendo la posibilidad de que la conciencia de millones y millones comience a caminar en el sentido del cuestionamiento al capitalismo y de un relanzamiento de las ideas y la lucha por el socialismo. La pretensión del capitalismo y los gobiernos de EEUU y de todo el mundo es “socializar las pérdidas”, esto es que los trabajadores paguen la catástrofe perpetrada por el capitalismo. En los billones y billones que se han hecho humo en las hogueras de Wall Street estaba condensado buena parte del esfuerzo y los padecimientos de todos los trabajadores del mundo. ¡Y ahora se les pide que sean ellos los que paguen la factura de este desastre, con más trabajo, más penurias, más esclavitud laboral!

Esa es la política que viene desde todos los gobiernos, en primer lugar, el de EEUU. Pero estos ataques van a dar motivos para que haya respuestas a su misma escala.

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“… la plusvalía consiste en el valor que el obrero que percibe un salario por su labor genera por encima del dinero que representa su esfuerzo laboral. Dicho valor, que podría definirse como trabajo no pagado al obrero, queda en poder del capitalista, quien ve en la plusvalía la base de la acumulación monetaria…”

¿Qué pasará, por ejemplo, en EEUU, si millones de personas pierden la vivienda y el empleo, y otros tantos ven liquidadas sus pensiones de retiro, por la pérdida de valor de los títulos y acciones que supuestamente las respaldaban? ¿Va a continuar la pasividad de las masas estadounidenses, que viene desde las derrotas de los tiempos de Reagan, o vamos a presenciar el “recomienzo” de la lucha de clases en los mismísimos Estados Unidos?

Pero, lo que estamos diciendo sobre los EE.UU., centro de la actual crisis, también es válido para el resto del mundo, incluidos los EE.UU. de Europa, ya que nadie va a quedar inmune, y ello abre la perspectiva de una polarización mucho mayor y más dura de todas las contradicciones y enfrentamientos.

Además, en regiones del mundo de importancia, como Latinoamérica, casi desde el comienzo mismo del siglo XXI ya se venía en un ciclo que se ha dado en llamar de “rebeliones populares”, con una enorme acumulación de luchas, experiencias y formas de organización independientes. Estas experiencias no lograron ser desmontadas del todo en estos últimos años de gobiernos “progresistas”. Ahora podrían significar puntos de apoyo para las luchas más duras que vendrán.

El rascacielos, edificio en altura, es el símbolo más característico de la arquitectura del siglo XX. Muestran el triunfo del capitalismo y en él intervienen todos los agentes de la sociedad capitalista de masas: obreros, empresarios, arquitectos, industria, ciudad, etc. El rascacielos nace en Chicago, tras el incendio de la ciudad de 1871. Los edificios en altura se hicieron necesarios para superar la escasez de suelo.

El rascacielos, edificio en altura, es el símbolo más característico de la arquitectura del siglo XX. Muestran el triunfo del capitalismo y en él intervienen todos los agentes de la sociedad capitalista de masas: obreros, empresarios, arquitectos, industria, ciudad, etc.
El rascacielos nace en Chicago, tras el incendio de la ciudad de 1871. Los edificios en altura se hicieron necesarios para superar la escasez de suelo.

En este sentido, no deja de ser sintomático, a modo de ejemplo, lo que está ocurriendo ya en países europeos de cierta estabilidad, donde se vienen convocando huelgas generales contra la carestía de la vida, que se realizan en contra del criterio de las burocracias sindicales. Seguramente veremos hechos semejantes en los cuatro puntos cardinales, incluso en países decisivos para la estabilidad mundial de las últimas décadas, como los propios Estados Unidos. En estas condiciones, se impone enarbolar un programa de reivindicaciones obreras que deberá estar marcado por algunas de las consignas más clásicas del programa de los trabajadores frente a la crisis: la escala móvil de horas de trabajo y salario; la estatización bajo control de los trabajadores de toda empresa que decida suspensiones, despida o vaya a la quiebra; la estatización de la banca y el establecimiento del monopolio estatal del comercio exterior, todo bajo el control de los trabajadores; a estatización del sector energético, la abolición del secreto bancario y la apertura de la contabilidad de las grandes empresas, sean privadas o estatales; la puesta en pie de comités de lucha, de autodefensa y formas de organización y coordinación al calor de las luchas, en la perspectiva de organismos de centralización nacional de las luchas, sin perder de vista en ningún momento que la lucha por el socialismo ha dejado de ser exclusivamente una cuestión de justicia social y económica, quedando transformada en una la lucha por la supervivencia de la humanidad.

Hasta los mismísimos Carlos Marx y Federico Engels se quedarían sorprendidos ante la posibilidad de que tras el capitalismo no llegase el socialismo sino el cataclismo; porque en última instancia la construcción de una nueva sociedad se basa en el desarrollo de las fuerzas productivas, condición que puede convertirse en sumamente difícil si dejamos que los capitalistas arrasen el medio en el que vivimos.

 


MI VIDA: SAAVEDRISMO Y VILLISMO.- III PARTE.

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El virrey de Asturias Villa dictaba las alineaciones de los gobiernos autonómicos desde su patio de Monopodio en la Plaza de la Salve de Langreo, dando luz verde al plan de infaestructuras más potentes de la región, con una autovía de 40 kilómetros, un campus universitario en Mieres de 180 millones de euros o un SPA de lujo en Felechosa por valor superior a los 32 millones de euros...

El virrey de Asturias Villa dictaba las alineaciones de los gobiernos autonómicos desde su patio de Monipodio en la Plaza de la Salve de Langreo, dando luz verde al plan de infaestructuras más potentes de la región, con una autovía de 40 kilómetros, un campus universitario en Mieres de 180 millones de euros o un SPA de lujo en Felechosa por valor superior a los 32 millones de euros…

Por fin, después de tanta “triquiñuela” usada por la abogada defensora de Villa, Ana García Boto, para evitar la comparecencia de éste ante los tribunales de la justicia, unas basadas en la falta de condiciones físicas y mentales necesarias para hacer frente a la misma y otras aludiendo sus viajes al extranjero coincidiendo con fechas de convocatorias judiciales, el prestigioso catedrático de neurología de la Universidad de Santiago de Compostela, Alfredo Robles Bayón, comparecía  ante la magistrada Simonet Quelle Coto, el 14 de diciembre, para presentar el dictamen elaborado sobre la  exploración médica, realizada el 11 de noviembre  en el domicilio particular del sujeto,  para expresar de forma “taxativa” su convencimiento de que José Ángel Fernández Villa puede comparecer ante los tribunales de la justicia, al estar  “exagerando” conscientemente algunos de los trastornos, por lo que entiende que su demencia cognitiva es muy inferior a la que resulta de la prueba médica, a la vez que señalaba que Villa no va a ver coartado en ningún momento su derecho a mentir en un juicio porque “tiene picardía para ello”.Respecto a las limitaciones físicas esgrimidas por la defensa de Villa, el neurólogo comentó que, efectivamente tiene “problemas de movilidad”, pero negó que para su comparecencia en el juzgado requiera de ningún tipo de medida especial – su defensa había pedido incluso una ambulancia para su traslado al juzgado con motivo de la prueba médica, que finalmente se desarrolló en el domicilio del sujeto – más allá de que alguien le acompañe…

Villa y su compañera Maria Jesús abandonado el hospital en pleno rodaje del melodrama sobre el VILLAMOCHO...

Villa y su compañera María Jesús abandonado el hospital en pleno rodaje del melodrama sobre el VILLAMOCHO…

Pero, antes de la comparecencia de Villa en los estrados para responder penalmente de las acusaciones que se le imputan o investigan, prevista por la jueza para el próximo día 12 de enero de 2017, hagamos una retrospectiva de los hechos que su antiguo sindicato – SOMAFITAGUGT – le demanda a través de la querella criminal interpuesta.

En efecto, con fecha 28 de setiembre de 2015 era presentada la querella criminal por el SOMA contra su exsecretario general, José Ángel Fernández Villa, por un presunto delito de apropiación indebida de 360.000 euros, extensible, con la misma acusación, al exsecretario de la Fundación Minera INFIDE, Pedro Castillejo Partido, al que se le reclaman más de 68.000 euros – posteriormente, con fecha 9 de octubre de 2016, la sección tercera de la Audiencia Provincial no sólo rechazaba los recursos presentados por ambos sujetos, sino que confirmaba la ampliación de la querella hasta 420.000 euros para Villa y más de 100.000 euros para su “consiglieri” Castillejo, a la vez que declaraba la querella como causa compleja, lo que habilitaba a la magistrada  ampliar la instrucción durante un año y medio más – en concepto de gastos sin justificar, por la adquisición de un coche de uso particular que acabó abonando el sindicato y por quedarse durante años con las dietas del comité intercentros de Hunosa que correspondían a los delegados sindicales, siendo acusado por su exsindicato de un delito penal de apropiación indebida.

Abundando más en el asunto, siempre de acuerdo con el informe de la auditoría realizada por “CB auditores y asesores S.L.P.”, con sede en Zaragoza, sobre la contabilidad del sindicato en el periodo 2008-2014, se habrían detectado la existencia de numerosos gastos, “bien mediante disposiciones en efectivo, bien mediante la utilización de tarjetas, con cargo al sindicato, pero para atender a consumos particulares del querellado y sin ninguna relación con su actividad institucional”, encontrándose también gastos propios como la adquisición de un vehículo particular Mitsubishi por valor de 51.333 euros por el que el SOMA pagó 13.936 euros de seguro en seis años; 10.013 euros de gasoil; 6.419,65 euros en puros habanos, 6.700 euros en restaurantes o los 3.000 euros en perfumes, así como otros en tiendas de aeropuertos, grandes almacenes, boutiques de ropa, entre otros, porque la jueza también tiene previsto reclamar a Hunosa la documentación de las dietas correspondientes a los delegados sindicales somáticos en el comité intercentros de la empresa minera y con las que se habría quedado Villa, al menos, durante el periodo 1989-2001, por un importe superior a los 243.000 euros.

Querella criminal presentada por el SOMA-UGT contra José Ángel Fernández Villa y Pedro Castillejo Partido, el 28 de setiembre de 2015

Querella criminal presentada por el SOMA-UGT contra José Ángel Fernández Villa y Pedro Castillejo Partido, el 28 de setiembre de 2015

Es decir, mientras el “villismo” se encuentra procesado para responder penalmente ante los tribunales de la Justicia por apropiación indebida de los dineros pertenecientes a los afiliados de su propio sindicato, el “saavedrismo” también había sido procesado, pero por denunciar las corrupciones patronales y gubernamentales, tal y como se puede leer, a modo de ejemplo, en la edición de EL PAIS, el 5 de setiembre de 1984: “El Juzgado de Instrucción número 1 de Pamplona ha dictado auto de procesamiento contra el secretario general de minería de UGT, Antón Saavedra, como consecuencia de la querella interpuesta por el presidente de Potasas de Navarra por unas declaraciones del dirigente sindical en que acusaba a la dirección de la empresa de estar “profundamente corrompida”. Saavedra queda en libertad provisional bajo fianza de 600.000 pesetas, aunque tiene que presentarse en el juzgado dos veces al mes…”; y, mientras el “villismo”, en la persona de sus “consiglieris”, Castillejo y Postigo, se encuentran procesado por apropiación indebida de los fondos pertenecientes a los afiliados del SOMA-FITAG-UGT y Montepío de la Minería Asturiana, el “saavedrismo” también era procesado judicialmente por “dirigismo sindical” en el largo y duro conflicto minero de Minas de Reocín, en la localidad cántabra de Torrelavega, allá por el año 1985, donde me acusaban literalmente de haber “secuestrado a la dirección de la empresa”, cuando nos encontrábamos negociando en la Cámara de Comercio e Industria de Torrelavega y se vieron con el edificio cercado por los más de mil mineros que se habían trasladado de la mina, obligándoles a firmar los acuerdos que nosotros estábamos exigiendo …

REOCIN-TORRELAVEGA.Corte del tren en Torrelavega durante el conflicto de las minas de Reocón-AZSA en el año 1984.

Antón Saavedra con los mineros y familias de las minas de Reocín, en uno de los corte del tren en la estación de Torrelavega durante el conflicto de las minas de  ASTURIANA DE ZINC , en el año 1984.

La cuestión es que, un año después de que Villa eludiese prestar declaración en la querella criminal presentada por su exsindicato somático, así como casi dos años de su incomparecencia ante el Parlamento asturiano para responder ante la comisión de investigación sobre el “caso Villa”, aduciendo en todo momento su mala salud neurológica, la jueza Simonet Quelle Coto concluye que la enfermedad cognitiva que tiene diagnosticada José Ángel Fernández Villa “no le impide en absoluto declarar en calidad de investigado en la fase de instrucción” y le cita para que se someta al correspondiente interrogatorio el próximo 12 de enero de 2017, a las 10,00 horas, en el Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo.

En su auto judicial, la magistrada destaca que el neurólogo experto en demencias es “claro” cuando manifiesta que, pese a los problemas de memoria de Villa, éste se acuerda de las cosas que han sido trascendentes en su vida hasta el punto de que, asegura el doctor, “si estuvo haciendo durante años algo no correcto lo tiene que recordar”, extendiéndose en su informe para afirmar que el exsindicalista exagera los síntomas de forma voluntaria para dar a entender que su estado de salud “es peor que el que realmente padece”.

Por lo tanto, la jueza entiende “no procedente” la pretensión por parte de la defensa de Villa, a cargo de la letrada Ana García Boto, del sobreseimiento de la causa – atendiendo al artículo 383 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que recoge que “en caso de demencia sobrevenida (…) se mandará archivar la causa por el tribunal competente” – ya que, argumenta la magistrada, para adoptar esta decisión debe concluirse previamente el proceso de instrucción. En este torpedeamiento que viene llevando a cabo la defensa de Villa para evitar que su cliente sea juzgado, no ha sido éste el único varapalo judicial que se lleva ésta, ya que la Audiencia Provincial también rechazó el recurso presentado por la misma abogada para que Villa fuese juzgado en Langreo, entre otros intentos planteados desde los inicios del proceso.

Ana Garcia Boto,abogada defensora del exsecretario general del SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa, en el caso del "VILLAMOCHO"...

Ana Garcia Boto,abogada defensora del exsecretario general del SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa, en el caso del “VILLAMOCHO”…

No obstante, conviene dejar muy claro que este melodrama de la enfermedad de Villa sólo puede causar algún efecto entre aquellas personas que desconocen al personaje en cuestión, pero nunca a los que nos tocó lidiar con esta “guadiánica” enfermedad villista, a la que siempre recurría en los momentos de ciertas dificultades desde los últimos años de la década de los setenta. El testimonio recogido de la entrevista periodística en La Nueva España, el 25 de abril de 2013, a uno de sus principales lugartenientes en el SOMA-UGT, Laudelino Campelo Iglesias, es muy ilustrativo al respecto: “… Interpreta el papel que le interesa en cada momento. Puede defender una cosa y la contraria con una naturalidad y una firmeza increíbles. Recuerdo, a principios de los noventa, un congreso del sindicato en Sama. Estábamos en su despacho José Ángel, un colaborador cualificado y yo. Durante las votaciones a la comisión ejecutiva habían surgido problemas con varios pozos. Villa mandó llamar al portavoz del pozo Barredo y comenzó a convencerle de que su delegación debía cambiar el voto, que ya había decidido. En un momento dado, Villa comenzó a llorar y se veía cómo le caían lágrimas en la mesa hasta que el portavoz del pozo Barredo le dijo: ‘José Ángel, no lo tomes así, ahora mismo reúno a la delegación y cambiamos el voto’. El pobre portavoz salió del despacho a convencer a sus compañeros y no pasó un minuto y José Ángel se levantó de la mesa y dijo: ‘¿Visteis qué actuación teatral acabo de tener?’. El asesor y yo quedamos de piedra, viendo cómo en un minuto pasaba del llanto a la sonrisa. En otra ocasión, en febrero de 1994, fuimos a Madrid a una cena con el presidente del INI, Miguel Cuenca, y con el de Hunosa, Eduardo Abellán. Compartíamos habitación en el hotel, aunque en camas distintas, y empezó a la una y media a darme la tabarra: ‘Campelín, yo toy muy malu, tengo que dejalo, porque toy muy malu de salud y no miro pa la familia por culpa del sindicato’. Eso a menos de un mes de haber celebrado el congreso. Estuvo dándome la tabarra un par de horas, hasta que a las tres y pico de la mañana le dije: ‘Si tan fastidiado estás, lo más importante eres tú y tu familia’. Calló y por fin pude dormir. A los pocos días me dice Belarmino García Noval que José Ángel le había dicho que yo quería echarlo del sindicato. Así tergiversa las cosas. Esta historia de las enfermedades la he visto muchas veces…”

DICIEMBRE -1997, SAMA, LANGREO. RUEDA DE PRENSA DE JOSE ANGEL FERNADEZ VILLA Y JOSE LAUDELINO CAMPELO, SOMA-FIA-UGT

Campelo y Villa en una rueda de prensa en diciembre de 1997, cuando ambos eran los máximos dirigentes del SOMA-UGT, hasta que el “Caso Campelo” los separó para la eternidad… 

En efecto, el exvirrey de Asturias había quedado citado para la fecha mencionada del 12 de enero pero, nuevamente, la magistrada ha considerado “prudencial” esperar a que la Audiencia Provincial resuelva el recurso número once de los presentados por la defensa de Villa, como fórmula de obstrucción a la comparecencia de su defendido. De esta manera, la magistrada admite el recurso de apelación subsidiariamente interpuesto a otro de reforma, donde la representación de Villa reclamaba la nulidad de la prueba pericial del neurólogo que examinó al exdirigente sindical quedando certificado que el sujeto en cuestión está en condiciones de declarar, cuestión que para la magistrada está “suficientemente acreditada”.

A la espera de que resuelva la Audiencia Provincial, y la magistrada convoque una nueva fecha para la comparecencia judicial de Villa, es importante resaltar que este nuevo recurso se presenta, exactamente, el mismo día que la dirección del Montepío de la Minería Asturiana acaba de presentar tres demandas escalonadas y por la vía civil contra la constructora de la Residencia SPA de Felechosa, el arquitecto de la obra, y el aparejador de la misma, financiada con fondos mineros y cuyo costo final – 32,5 millones de euros – excedió con creces el presupuesto inicial, reclamando una cantidad superior a los dos millones de euros por un “cúmulo de despropósitos y enormes proporciones en la obra” investigada por la Fiscalía Especial contra la Corrupción y el Crimen Organizado como más que posible origen de la fortuna oculta del exsindicalista defendido por la letrada Ana García Boto, lo que nos hace pensar que nos encontramos ante una “cuesta de enero de 2017” especialmente dura para Villa y sus “consiglieris”, entre otras cuestiones, porque también la Fiscalía Especial contra la Corrupción y el Crimen Organizado interpondrá otra denuncia judicial contra el exsecretario general del SOMA-UGT y el expresidente del Montepío Minero, José Antonio Postigo, poniendo así fin a una larga y laboriosa investigación que se prolongó durante dos largos años, iniciada cuando se conoció que ambos “lavaron” fortunas millonarias acogiéndose a la amnistía del gobierno del PP.

Postigo, Alfonso Guerra, Villa y Juan José González Pulgar en la localidad leonesa de Rodiezmo.

Postigo, Alfonso Guerra, Villa y Juan José González Pulgar en la localidad leonesa de Rodiezmo.

Efectivamente, el que fuera lugarteniente de Villa en el SOMA-UGT y actual presidente del Montepío de la Minería Asturiana, Juan José González Pulgar, ha presentado la denuncia contra el constructor Juan Antonio Fernández, el arquitecto y el aparejador de las obras de la residencia de Felechosa, en la que se piden más de dos millones de euros por “errores de ejecución graves” que se cometieron en el desarrollo de las obras.

El Montepío de la Minería había adjudicado la ejecución del geriátrico en 2009, siendo presidente José Antonio Postigo, a la empresa Alcedo de los Caballeros, y tras observar ciertas deficiencias, se encargó un informe técnico a un estudio de arquitectos que, según el actual presidente Pulgar, ratifica actuaciones “no coincidente lo ejecutado con lo proyectado y liquidado”, mientras que en otros casos “hay obras proyectadas que no están ejecutadas pero si liquidadas”. La respuesta no se hizo esperar, y el constructor acusó públicamente al presidente del Montepío Minero de haber usado su cargo para lucrarse,  asegurando que la mutua había favorecido a la sociedad en la que participaba la esposa de Pulgar cuando éste era el jefe de economatos de Hunosa, de la que, por cierto, el constructor también formaba parte de la sociedad que “facilitaba el acceso para la realización de trabajos en dichos economatos”

El propio expresidente del Montepío, José Antonio Postigo, sería mucho más explícito al respecto, cuando llegó a declarar literalmente en el diario El Comercio del día 5 de enero de 2015: “Pulgar tiene que explicar como de trabajar en el pozo llega a delegado de un economato de Hunosa, de ahí al consejo de administración de la empresa estatal, después a la secretaria de organización del SOMA-UGT y ahora a la presidencia del Montepío. Habla de los demás, pero llegó a ser el único que estuvo en la comisión de compras de todos y cada uno de los economatos de Hunosa, es decir, que era responsable de todas las compras y, además, de las reparaciones que se realizaban en las empresas vinculadas a Hunosa”.

Resultan muy significativas al respecto las declaraciones de un trabajador contratado por una de las subcontratas de Alcedo de los Caballeros, Alberto Martínez Ortuño, cuando llegó a declarar públicamente que “lo contrataron para trabajar en la construcción de la residencia de Felechosa, pero en aquella obra solo estuve un día. Fuimos a descargar el material y nunca más volví a ese sitio. Estuve trabajando en el chalé de Postigo, entre otras labores haciendo jaulas para perros y perdices en Valladolid. Me dijeron que eran para Villa y sus amigos”.

Chales del expresidente del Montepío de la Minería, José antonio Positgo, y el constructor de la residencia de Felechosa...

Chales del expresidente del Montepío de la Minería, José Antonio Postigo, y el constructor de la residencia de Felechosa, Juan Antonio Fernández …

Se trataba del lujoso chalet de Postigo en la localidad vallisoletana de Mayorga, pegado y casi gemelo al del constructor del macrogeríatrico, Juan Antonio Fernández, con el que el presidente del Montepío compartía también jornadas de ocio y caza. Los chalets y las fincas de José Antonio Postigo y Juan Antonio Fernández en Mayorga  son de gran tamaño y cuentan con una destacable lista de lujos e instalaciones. El del expresidente del Montepío, un cargo sin sueldo, tiene una piscina cubierta, un hórreo de nueva construcción, una casa para invitados, una amplia bodega, un cenador de madera para varios comensales, una construcción para albergar varios perros de caza y dos buggies de dos plazas cada uno, repartidos por una finca con frutales bien cuidada y custodiada por una empresa de seguridad. Ambas propiedades, con fincas de 3.000 metros cuadrados cada una, se alzan en una urbanización «fantasma», en la carretera de Valladolid a Mayorga, y cerca de esta localidad.

La curiosa vecindad de José Antonio Postigo y Juan Antonio Fernández en Mayorga era un comentario que circulaba por las cuencas mineras asturianas en círculos reducidos, que podrían parecer malévolos, quedando destapada a través de un detallado informe documentado, todo él lleno de datos y fotografías de los chalets, difundido por Internet, y ante tal  escándalo provocado por el reportaje difundido, que era la comidilla en tertulias y sedes de partidos y sindicatos, Postigo optó por convocar una rueda de prensa donde denunciaba ser víctima de un acoso a la vez que anunciaba una denuncia judicial para esclarecer la autoría del informe, de la que todavía estamos esperando por ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El POZO SAN ANTONIO EN EL COTO DE DIOS

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En sus biografías se cuenta que prosperó con negocios de harinas pero no citan nada del tráfico ilegal de esclavos. Después se instaló en Barcelona y fundó la sociedad marítima Antonio López y Compañía. En 1859 consiguió el contrato para llevar soldados y suministros a la guerra de África. En 1861 ganó la concesión para el correo a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo con nueve vapores de hélice. Con la guerra cubana de los diez años, de 1868 a 1878, y los abundantes traslados de hombres y material, amasó una gran fortuna. En 1876 fundó el Banco Hispano Colonial, y dos años después Alfonso XII le nombró marqués de Comillas.

Antonio López López. En sus biografías se cuenta que prosperó con negocios de harinas pero no citan nada del tráfico ilegal de esclavos. Después se instaló en Barcelona y fundó la sociedad marítima Antonio López y Compañía. En 1859 consiguió el contrato para llevar soldados y suministros a la guerra de África. En 1861 ganó la concesión para el correo a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo con nueve vapores de hélice. Con la guerra cubana de los diez años, de 1868 a 1878, y los abundantes traslados de hombres y material, amasó una gran fortuna. En 1876 fundó el Banco Hispano Colonial, y dos años después Alfonso XII le nombró marqués de Comillas.

Probablemente haya pocas poblaciones tan apegadas a la historia minera como el valle de Aller. Primero, hace casi siglo y medio a un gran número de minas por toda la zona, asemejándola a un gran queso de “gruyére”, después al coto de Aller de la Sociedad Hullera Española, y más tarde a Hunosa. Minas emboquilladas a distinta altura en la ladera, conformando pisos, unidos por planos inclinados. En cada nivel una trinchera recorrida por una maquinilla, las instalaciones auxiliares y un cuartel de residencia obrera. Las peores hace tiempo que fueron abandonadas, cuando las minas se replegaron hacia los pozos, y en sus inmediaciones se levantaron más cuarteles y nuevas colominas – barriadas mineras que surgieron para cubrir las necesidades de alojamiento de la ingente mano de obra que necesitaba el laboreo de un gran pozo hullero -, cuando el carbón era el combustible fundamental que sirvió para sacar al país de la miseria y la hambruna producidas por el golpe militar fascista contra el gobierno legítimo de la II República que produjo la gran tragedia de España.

Sin embargo, el verdadero origen documentado de la minería allerana nace en Burgos. Así, con fecha 11 de diciembre de 1856 era constituida en la localidad de Briviesca una sociedad para la explotación de las concesiones que un tal Antonio de Collantes y Bustamante había titulado en el concejo de Aller con los nombres de concesiones que durante más de un siglo se verán reflejadas en los planes de labores: Conveniencia, Mariana, Turca, Campomanes, Esperanza, Leoncia, Dos Amigos y Bárbara, entre otras muchas. La creación en 1875 de la “Sociedad La Montañesa”  propiciaría la presentación del proyecto para un ferrocarril, entre Ujo y Moreda de Aller, para dar salida a los laboreos de las minas a través  de Ujo en  la línea de vía ancha  de Pola de Lena a Gijón.

La sociedad sería finalmente adquirida por  Antonio López López, un negrero que amasaría su gran fortuna con el tráfico ilegal de esclavos, habiendo conseguido en 1859 el contrato para llevar soldados y suministros a la guerra de África y que, con la guerra cubana de los diez años (1868 – 1878), vería incrementado asquerosamente su capital con los traslados de hombres y materia, hasta ser nombrado en 1878 marqués de Comillas por el rey Borbón, Alfonso XII, siéndole autorizado por el Gobierno la concesión de un ferrocarril de uso particular, desde las “Minas de Aller” al ferrocarril de vía ancha de León a Gijón de acuerdo con el pliego de condiciones particulares de la concesión aprobadas en la R.O. de 24 de marzo de 1891, debiendo depositar una fianza de 2.000 pesetas que representaban el 5 % del valor de las obras del presupuesto, que ascendía a 40.000. La expansión de la empresa obligó a la creación  en 1892 de la  “Sociedad Hullera Española S.A.”  fundada por su hijo, Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, en Barcelona con un capital social de veinte millones de pesetas representado por 40.000 acciones de 500 pesetas nominales.

“Minas de Hulla de Aller“ (Minas de Aller) tenia como uno de sus principales objetivos el suministro de carbón a las locomotoras de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España“ a través de su línea de “Asturias, Galicia y León “ AGL. Adquirieron cinco locomotoras Corpèt entre 1884 y 1891. Entrando en servicio en 1887 suministrando 85.000 Tm de carbón a los hornos y fábricas de Sovilla, a partir de 1891. La sociedad estuvo participada por el Banco Hispano Colonial, manteniendo algunos socios capitalistas comunes, entre ellos Caludio López Brú y Manuel Girona

 “Minas de Aller” tenía como uno de sus principales objetivos el suministro de carbón a las locomotoras de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España“ a través de su línea de “Asturias, Galicia y León “ AGL. Adquirieron cinco locomotoras Corpèt entre 1884 y 1891. Entrando en servicio en 1887 suministrando 85.000 Tm de carbón a los hornos y fábricas de Sovilla, a partir de 1891. La sociedad estuvo participada por el Banco Hispano Colonial, manteniendo algunos socios capitalistas comunes, entre ellos Claudio López Brú y Manuel Girona

De esta manera la línea de “Minas de Aller” , originariamente propiedad de la “Sociedad Montañesa” constituida a finales de los años setenta del siglo XIX, transfería sus concesiones a la “Sociedad Hullera Española” que estableció seis kilómetros de línea de 600 mm de ancho entre Caborana y Sovilla con cinco planos inclinados, por iniciativa del segundo Marqués de Comillas, Claudio López Bru, siendo uno de sus principales objetivos el suministro de carbón a las locomotoras de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España a través de su línea de “Asturias, Galicia y León “.

Es preciso destacar la religiosidad del segundo marqués de Comillas, que impregnaría sus empresas de tales reglas morales que el coto minero allerano llegaría a ser conocido como “El coto de Dios”, tratando de crear una sociedad católica al modo de los planteamientos ideológicos del Papa León XIII en 1891, implantando las escuelas cristianas, una iglesia que serviría de centro social católico, y el Poblado Minero de Bustiello donde residían “ciertos trabajadores de la empresa” con sus familias y sus mandos medios y superiores, eso sí manteniendo la distancia jerárquica que separaba a unos y otros. Así mismo, en 1916 la Sociedad Hullera Española creaba y potenciaba el Sindicato Católico de Obreros Mineros de Asturias, formado, en su inmensa mayoría, por aquellos trabajadores de la antigua Asociación de Obreros Católicos de Moreda, siendo liderado desde sus inicios hasta 1937 por el minero católico y jefe falangista Vicente Madera, lo que unido al caciquismo agrario y municipal, dominando los resortes de poder local y provincial, hizo del concejo allerano una representación  de las ideas más ultramontanas y reaccionarias. De ahí que se haya extendido durante decenios, hasta hoy, que Aller “estaba bajo la capa del Obispo”.

Vicente Madera Peña

Vicente Madera Peña, secretario general del Sindicato Católico Minero y Jefe de la Centuria Falangista Allerana.

De Vicente Madera es conocida su actitud provocativa en el más puro estilo del matonismo fascista que se extendía en aquellas décadas por Europa hasta quedar convertido en el líder de aquellos mineros radicalmente opuestos al sindicalismo de clase, hasta el punto de protagonizar uno de los momento más trágicos del movimiento obrero cuando los miembros del Sindicato Minero Católico perpetraron en la tarde del 11 de abril de 1920 una matanza en la taberna “Casa de los Gallegos” de Moreda, donde se había celebrado por la mañana un mitin del Sindicato Minero Socialista, asesinando a tiros, junto con la Guardia Civil de Caborana, a 11 personas e hiriendo a más de 40, sin que nadie fuera condenado por tal masacre: “Aquí, en las cuencas, se necesitan hombres con cojones, dispuestos a lo que venga”, repetía en cada una de sus apariciones públicas aquel fascista pendenciero que, después de cosechar un fracaso estrepitoso al acudir a las urnas en solitario por las listas de Falange para las elecciones de 1936 (818 votos), donde las listas del Frente Popular sacarían 13 diputados (171.241 votos) sobre el total de 17, adoptaría la triste decisión de  cambiar las papeletas electorales por las balas de las pistolas, hasta el extremo de que aquel olor a pólvora que tanto le gustaba a Madera le hizo ponerse la camisa azul con el correaje, las flechas y el yugo, para aceptar gustoso la jefatura de Falange Española en Moreda en diciembre de 1937.

Antón Saavedra

Antón Saavedra, nacido al lado del pozo San Antonio de Moreda, exsecretario general de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. (1977-1988), exvicepresidente de la Internacional de Mineros (1979-1989), representante de España en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1986-1994) y diputado socialista en la coalición electoral del Izquierda Unida en la Junta General del Principado de Asturias (1991-1999).

Evidentemente, aquella fue una decisión personal que le convirtió en uno de los principales responsables de la feroz represión que se extendió durante la posguerra por el territorio de la Montaña Central a manos de la temida Centuria Falangista Allerana, con el triste resultado de 807 personas fusiladas y asesinadas – el 70 por ciento mineros, y el resto entre labradores, maestros, comerciantes y empleados -, hasta dejar al concejo de Aller a la cabeza de los concejos con mayor represión de todo el Estado, pues si en Huelva la represión –  el dato más alto hasta la fecha de la publicación de libro “LA REPRESIÓN FASCISTA EN EL VALLE DE ALLER, del historiador Manuel Trillo – supuso el 14 por ciento de cada mil habitantes, en el Valle de Aller fue del 33,3 por ciento por cada  mil. Si tenemos en cuenta los votantes del frente popular, los más de 800 asesinados y fusilados – sin contar lo muertos en combate – supone que de cada 1000 votantes al Frente Popular asesinaron a 177. Solo en la fosa común de Oviedo hay 86 fusilamientos de alleranos.

Vicente Madera quedaría señalado como uno de los personajes más conocidos e influyentes del régimen franquista en Asturias, participando junto con otros socios en la explotación de unas minas en la localidad allerana de Piñeres, y compaginando la vida de empresario con la actividad pública como Delegado de Sindicatos en el Concejo de Aller, siendo nombrado en 1942 Procurador en la primera legislatura de las Cortes Franquistas por designación directa del dictador Franco, siguiendo su carrera como jefe del Sindicato Provincial del Combustible y asesor del Consejo Provincial de Ordenación Económica y Social. Después se dedicó activamente a la vida política, siendo elegido miembro de la Diputación Provincial en varias ocasiones, ocupando también de manera dedocrática la Alcaldía de Aller entre los años 1951 y 1958.

Pozo San Antonio, el año 1941En 1942, la caña del pozo medía ya 60 metros de profundidad (Fig. 11), y se habían emboquillado a partir de ella dos galerías. Dos años más tarde, serían trescientos los metros de pozo perforados, dándose por finalizada la profundización el 13 de marzo de 1944

Profundización del pozo San Antonio. En 1942, la caña del pozo medía ya 60 metros de profundidad, y se habían emboquillado a partir de ella dos galerías. Dos años más tarde, serían 300 metros de pozo perforados, dándose por finalizada la profundización  el 13 de marzo de 1944.

En ese contexto, y entrando de lleno en la vida del Pozo San Antonio en La Casanueva de Moreda, es preciso remontarse al año 1920, cuando el técnico de minas, Antonio Cifuentes, escribía una monografía que aún continúa inédita, en la que se apuntaba la necesidad de profundizar pozos para la extracción del carbón existente bajo el nivel del valle de Aller, de la que extraemos alguna de sus conclusiones: “La gran elevación de las montañas ha permitido hasta hoy la extracción de la hulla en esta zona, sin necesidad de perforar costosos pozos, y aún quedan sobre el nivel del valle algunos millones de toneladas; pero esa cantidad que sin gran esfuerzo se puede extraer durante las futuras preparaciones, no puede ser motivo de tranquilidad y calma para no pensar en la perforación de pozos, por los que, a más de costosos han de ocupar hasta poner todas las labores en condiciones de producir, todo o casi todo el tiempo que se emplee en explotar y agotar totalmente lo que falta de la parte montañosa, sin olvidar que la ejecución de estos trabajos es lenta. Las sociedades que sepan prepararse oportunamente y contenerse durante el período improductivo, siempre recogerán el fruto propio de su conducta previsora”.

Nicanor Saavedra, picador del pozo San Antonio en 1949

Nicanor Saavedra Fernández, mi padre, en uno de los relevos del Pozo San Antonio como picador de carbón, el año 1951.

Pero habría que esperar al año 1940, mucho más tarde que otras empresas del sector, que ya habían perforado sus primeros pozos verticales en torno al año 1914, cuando la Sociedad Hullera Española hacía lo propio, debido en gran parte al agotamiento de las capas que se encontraban por encima del nivel de los valles, tal y como había dejado escrito el técnico minero, Antonio Cifuentes, con bastantes años de antelación, iniciándose los primeros trabajos de profundización del Pozo San Antonio a mediados del año aludido, en terrenos contiguos al cementerio de Moreda. Para ello se trazó una circunferencia de seis metros de diámetro sobre la cual se emprendió la excavación. Unos pocos obreros cementaron lo que sería el brocal, auxiliados por una cabria de madera y un pequeño torno, elevándose mediante el mismo las tierras procedentes del futuro pozo, y empleando una pequeña hormigonera de obra, lo que justificaría sobradamente el largo tiempo transcurrido desde el inicio hasta la terminación de la caña del pozo, de casi trescientos metros, ya que parece ser que esta tarea no finalizaría hasta cinco o seis años más tarde, llegando a lanzar la cifra de 1000 trabajadores en su plantilla.

A lo largo de sus casi sesenta años de vida – el pozo sería cerrado el 31 de octubre de 2003 cuando había alcanzado una profundidad de 547 metros hasta la caldera, si bien aún había labores 80 metros por debajo de esta cota -, una de las máximas preocupaciones del pozo San Antonio fue su lucha permanente contra las irrupciones de aguas colgadas, embalsadas en las labores antiguas de la minería de montaña situadas sobre el pozo, amén de que el Pozo San Antonio fue excavados bajo el nivel piezométrico, que entonces coincidía aproximadamente con el nivel del río Aller, en una zona del terreno saturada de humedad, ocasionando más de una  tragedia, como la ocurrida aquel 5 de diciembre de 1959 en un plano inclinado del primer cuartel norte después de un derrabe en la capa Valdeposadas, inundando la 3ª planta y causando once muertos, de los cuales, dos de ellos, no pudieron ser recuperados.

Pozo San Antonio, el año 1956

Pozo San Antonio, el año 1956

Sin embargo, el pozo San Antonio de Aller aún es una mina por explotar a pesar de las décadas de actividad carbonera que ha soportado. Al menos eso pensaba el equipo de arquitectos formado por Pablo Gil, Karla Díaz y Adelais Parera cuando obtuvieron el primer premio del concurso urbanístico internacional “EUROPAN” con su proyecto «Viaje al centro de la Tierra», afirmando que su proyecto de reutilización de las instalaciones y galerías del pozo «sería capaz de absorber todos los empleos que se perdían con la desaparición de la minería en Aller, unos 700 puestos de trabajo».

En efecto, tal  como si de una novela de Julio Verne se tratase, el proyecto contemplaba  la reutilización de las galerías subterráneas para labores de investigación, para construir un spa subterráneo, almacenar CO2, instalar bodegas, crear una planta geotérmica y plantaciones de agricultura no fotosintética. Además sobre la superficie, los edificios y terrenos del pozo tendrían usos vinculados a las actividades subterráneas, planteando oficinas para los laboratorios, un centro de visitantes, plantaciones de manzanos, un llagar, una sidrería, un parque público, un mercado agrícola y un auditorio…

Aquel «Viaje al centro de la Tierra» tenía dos fases de ejecución: en la primera se plantean actuaciones sobre la rasante y bajo tierra, y eran precisamente las actividades de interior, ligadas a programas de experimentación científica, las que consideraban los arquitectos que podían generar más actividad económica, de tal manera que sus  propuestas se desarrollarían entre las plantas tercera y undécima del pozo San Antonio y precisarían de la creación de una nueva red de transporte interior en la mina.

Colominas de San Isidro y el Carmen de Moreda, el año 1950: Barriadas mineras que surgieron para cubrir las necesidades de alojamiento de la ingente mano de obra que necesitaba el laboreo de un gran pozo hullero, cuando el carbón era el combustible fundamental para sacar a nuestro país de la miseria, el hambre y la destrucción surgida por el golpe fascista contra el gobierno legítimo de la II República.

Colominas de San Isidro y Carmen de Moreda: Barriadas mineras que surgieron para cubrir las necesidades de alojamiento de la ingente mano de obra que necesitaba el laboreo de un gran pozo hullero, cuando el carbón era el combustible fundamental para sacar a nuestro país de la miseria, el hambre y la destrucción surgida por el golpe fascista contra el gobierno legítimo de la II República.

Abundando más en el tema, los autores del proyecto destacaban que en aquellos momentos se estaba conformando una red mundial de laboratorios bajo tierra denominados DUSEL (Deep Underground Science and Engineering Laboratories) destinados al estudio de algunos de los campos más importantes de la ciencia contemporánea, y  estos centros solían alojarse en minas en profundidad ya existentes, aunque ciertos experimentos requerían profundidades de tres y cinco kilómetros. En ellos se realizaban estudios en el campo de la física y astrofísica, de la biología, de las ciencias de la Tierra, y de ingeniería.

Spa subterráneo. El proyecto planteaba la creación de un spa subterráneo que aprovecharía las aguas termales y condiciones ambientales del interior de la mina. La instalación se harían en la planta undécima del pozo.

Almacenaje y captura de CO2. Actividad que ya estaba estudiando Hunosa en la región junto a la Universidad de Oviedo y el Instituto Geológico y Minero de España.

Área para la fermentación de sidra. Los arquitectos señalaban que en la tercera planta de la mina se podían dar las condiciones ideales para la fermentación de la sidra en toneles a bajo coste (diez grados constantes, ausencia de corrientes de aire, atmósfera rica en CO2 y ausencia de luz).

Castillete del Pozo San Antonio, el años 2012

Castillete del Pozo San Antonio en el barrio moredense de LA CASANUEVA, el año 2012

Planta geotérmica. El proyecto destacaba que la temperatura del subsuelo es de unos 14 grados hasta los 300 metros bajo tierra y un grado más cada 33 metros de profundidad. Como la parte más profunda de la mina es de unos 600 metros existe un rango de temperaturas de entre 14 y 24 grados. Si se horadara un depósito en cada galería de la mina se podría bombear agua a la superficie a distintas temperaturas para resolver la climatización en verano e invierno de los edificios sobre rasante del solar así como de los edificios de las poblaciones de Moreda y Caborana por medio de un sistema de techos o suelos radiantes.

Agricultura no fotosintética. Algunos vegetales como los champiñones no requieren luz del sol para su crecimiento y se benefician de los entornos húmedos y a temperatura constante. Este tipo de agricultura se desarrollaría experimentalmente en los laboratorios DUSEL y se pondría en práctica en las galerías abandonadas…, y así sucesivamente, pero hasta la fecha del año 2017, tal y como dejaría sentenciado el veterano corresponsal periodístico de Aller, Leoncio Camporro, lo único real es que “el vetusto ciprés del pozo San Antonio, emplazado a escasos metros del cementerio, se queda en el mismo reposo que el camposanto”.

ANTON SAAVEDRA 

 

 

 

SAN JORGE Y SANTIAGO BAJO EL CIELO

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Foto érea de Caborana con sus castilletes mineros de Santiago y San Jorge...

Foto aérea de Caborana con sus castilletes mineros de Santiago y San Jorge…

Sin abandonar los interiores del pozo San Antonio de Moreda iniciamos nuestra caminata por sus galerías hasta llegar a la localidad minera de Caborana, donde nos encontraremos con los primeros pozos profundizados bajo el valle: primero, el castillete del  Pozo San Jorge, iniciado en 1939 e inaugurado con gran solemnidad el 15 de octubre de 1942 con una profundidad de 151 metros y, en segundo lugar, el pozo Santiago, inaugurado el 25 de julio de 1951, cuyo castillete sería sustituido en 1989 por una moderna y poderosa torre de extracción de 60 metros de altura que domina la plaza a modo de vigía de la historia minera que la rodea, desde donde se puede observar toda la majestuosidad del valle minero del Aller.

El pozo Santiago, único pozo minero que permanece activo en todo el concejo allerano, también perteneciente en sus orígenes a la Sociedad Hullera Española del marqués de Comillas,  alcanza los 581 metros de profundidad, con un diámetro en el brocal de 6 metros y 11 plantas, y junto con los pozos San Jorge y San Antonio integra el área minera del Aller que antaño fue conocida como el “coto de Dios”, explotando los paquetes María Luisa, Sotón, Generalas y San Antonio. El pozo también está comunicado interiormente por la planta tercera del pozo San Jorge que, después de ser cerrado el 1 de mayo de 1995, en la actualidad  sigue cumpliendo sus funciones como auxiliar del Pozo Santiago.

Cara al solo con la camisa nueva, era la canción que gritaban los del Sindicato Minero Católico del marqués de Comillas durante los trabajos de profundización del Pozo Santiago en la localidad allerana de Caborana...

“Cara al sol con la camisa nueva…”, era la canción que gritaban los falangistas del Sindicato Minero Católico del marqués de Comillas durante los trabajos de profundización del Pozo Santiago en la localidad allerana de Caborana.

Ya en Caborana, en los exteriores del Pozo Santiago, se pueden observar los dos puentes de hierro que cruzan el río enlazando las distintas vías mineras que aquí confluyeron: el de Marianas del año 1922, y el de Tarancón de 1933. Al extremo de este, sobre la margen izquierda del río, también se puede ver la modernista bocamina que lleva su nombre, desde la que se profundizó un pozo plano de 700 metros que se bautizó como pozo Aller y que por un tiempo revolucionó el tradicional método de deshulle asturiano. Por una bocamina hermana del mismo grupo Melendreros, hoy vergonzosamente oculta entre la vegetación, vieron los mineros salir aquel fatídico 12 de febrero de 1946 los cuerpos calcinados de 11 compañeros como consecuencia de una explosión de grisú, tres de los cuales – un mecánico y dos capataces -, muertos al entrar a rescatar a los otros.

En fin, hablar de mina es hablar de Caborana, y hablar de Caborana significa referirnos a esa dilatada tradición minera con grupos de nombre singular como Legalidad, Conveniencia, Mariana, Melendreros, Cutrifera, San Jorge o Santiago, entre otros. Un mundo siempre vertical, en las laderas, hacia arriba; en el pozo, hacia abajo, donde se fueron levantando a sus alrededores más cuarteles y colominas o barriadas mineras que fueron surgiendo para cubrir las necesidades de alojamiento de la ingente mano de obra que necesitaba el laboreo de los pozos mineros, cuando el carbón era el combustible base y fundamento del desarrollo industrial, no sólo español, sino de toda la nueva Europa, empujada por el carbón y el acero, como motores de aquel despegue económico, pero también en la jerarquía de la producción, que también organizaba la vida de los demasiado explotados trabajadores de la mina.

El ya fatigado, que no viejo, castillete del pozo Santiago, instalado en Caborana de Aller, Asturias, a comienzos de los años 50, fue sustituido en 1989 por una moderna torre de extracción, que en la actualidad sigue prestando servicio.

El ya fatigado, que no viejo, castillete del pozo Santiago, instalado en la localidad allerana de  Caborana en 1951 , sería sustituido en 1989 por una moderna torre de extracción, que en la actualidad es la única explotación activa en el valle del Aller.

Tal y como ha quedado dicho en mi capítulo referido al pozo San Antonio de Moreda, la Sociedad Hullera Española, propiedad del marqués de Comillas, fue una de las primeras empresas que explotaron la riqueza de la cuenca minera asturiana y, como ferviente católico, promotor de la Asociación Católica y difusor de la encíclica Rerum Novarum promulgada por el papa León XIII, quedará en la historia como una de las “figuras” que simboliza el llamado paternalismo industrial, ideando  “el poblado minero de Bustiello” como capital de un soñado concejo minero que abarcaría todas sus propiedades y destinado a unos obreros que inspirados por su ideología fueran ejemplo para el resto, alejados de la influencia de los sindicatos obreros de clase, tan peligrosos para sus  intereses como patrono.

De hecho, la empresa trataba por todos los medios de neutralizar el potencial revolucionario del proletariado minero asturiano brindando al personal de la Sociedad Hullera Española un cierto estado de bienestar, creando y financiando el tristemente famoso “sindicato amarillo”, liderado por aquel “matón de taberna” conocido por Vicente Madera Peña, y allí, en la margen izquierda del río Aller, limitado también por la vía del ferrocarril minero, se trazó el perímetro del poblado, a partir de un trazado en cuadrícula y de una jerarquización de niveles que señala ya el lugar que correspondía a cada status.

El poblado obrero de Bustiello, está situado en la Parroquia de Santa Cruz, a 7 Km. de Mieres, en la margen izquierda del río Aller, junto a la AS-112 en una estrecha vega. Fue creado en 1890 por la empresa Sociedad Hullera Española, cuyo presidente y propietario era el segundo Marqués de Comillas, D. Claudio López Bru. El propietario tenía una ideología social-católica, que se traducía en un paternalismo industrial, combinándolo con un control social y laboral de sus trabajadores,

El poblado obrero de Bustiello, está situado en la Parroquia de Santa Cruz, a 7 Km. de Mieres, en la margen izquierda del río Aller, en una estrecha vega.
Fue creado en 1890 por la empresa Sociedad Hullera Española, cuyo presidente y propietario era el segundo Marqués de Comillas, D. Claudio López Bru.El propietario tenía una ideología excesivamente clerical, que se traducía en un paternalismo industrial, combinándolo con un control social y laboral de sus trabajadores.

En realidad, Bustiello, construido entre los años 1890 y 1925, fue un claro ejemplo de modelo para un grupo de trabajadores que se vieron beneficiados por la política paternalista de la patronal, tratando de crear núcleos de población próximos a ella y separados de los ya existentes, ejerciendo de esa manera un control de la vida del obrero, dentro y fuera de la empresa, amén de intentar alejarlo de los movimientos sociales más reivindicativos, creando un conjunto cerrado, al que dotó de servicios, tales como vivienda para aquellos trabajadores con permanencia de 10 años en la empresa y probada lealtad a la misma, además de una intachable conducta social y moral, escuela,  casino, economato, hospital y, como no, el primer edificio proyectado como fue la iglesia de estilo neorrománico que llegaría a ser conocida como “La Covadonga de la Industria”.

Por si ello no fuera bastante, el marqués de Comillas se había dotado de una fuerza armada representada por sus guardas jurados, que ante la pasividad de las autoridades políticas actuaban en los pueblos de su jurisdicción minera como si fuesen fuerzas de orden público y con las mismas atribuciones de la Guardia Civil, incluso apoyados por la benemérita en sus acciones criminales contra los trabajadores que intentaban organizarse para la defensa de sus intereses de clase, tal como ocurrió aquel 11 de agosto de 1912, cuando un grupo de mineros socialistas habían tenido la osadía de constituir una sección sindical del Sindicato Minero en la localidad allerana de Villanueva, allí, precisamente allí, en los dominios del católico y apostólico marqués de Comillas.

En la procesión están presentes, además del Sindicato, miembros de las distintas asociaciones católicas que operan en el Coto, los trabajadores y las instituciones para ellos creadas, tales como las escuelas,han desaparecido completamente. En su lugar, además de la banda de música, se sitúa la Juventud Católica de Bustiello, la Juventud Mariana y Acción Social Católica. Claramente la cuestión social se ha hecho beligerante y encuadrada en estas asociaciones, es planteada en términos de lucha frente a su enemigo común, el socialismo.

En la procesión están presentes, además del Sindicato, miembros de las distintas asociaciones católicas que operan en el Coto, los trabajadores y las instituciones para ellos creadas, tales como las escuelas,han desaparecido completamente. En su lugar, además de la banda de música, se sitúa la Juventud Católica de Bustiello, la Juventud Mariana y Acción Social Católica. Claramente la cuestión social se ha hecho beligerante y encuadrada en estas asociaciones, es planteada en términos de lucha frente a su enemigo común, el socialismo.

Aquel acto interno del sindicato socialista  era la primera vez que lograban organizarse en el “coto minero de Dios”, y por ello al concluir el acto los asistentes quisieron manifestar su alegría y hacer patente su presencia discurriendo alborozados por la vía pública, precedidos por los sones de una gaita a la vez que daban  vivas a la libertad, al derecho y a la República, que llegaría el 14 de abril de 1931 pero, como era de esperar, la comitiva no tardó en toparse con los esbirros del marqués, produciéndose todo tipo de provocaciones, hasta que las palabras fueron subiendo de tono y uno de los provocadores le pegó una hostia al inofensivo propagandista somático, Dámaso Vázquez, en presencia de dos guardas jurados, y antes de que el agredido pudiese reaccionar, estos procedieron a su detención.

Lógicamente, el hombre protestó ante el atropello negándose a ir con ellos porque no tenían ninguna autoridad para desempeñar su labor en la vía pública y entonces, según podemos leer en “El Noroeste”: “Entre los dos le izaron en pendolín; él se defendía con las extremidades y los dientes y entonces lo zurraron de lo lindo y le arrastraron unos 50 metros por la carretera hasta que dieron con su asendereado físico en el  cuartel de la Guardia Civil de Caborana…”

Ante los temores creados en el seno de la patronal por la creciente implantación del sindicato socialista en el “coto minero de Dios”, ésta no tardó en responder y, con fecha 22 de mayo de 1912, hacía pública la orden de despido para 29 picadores que se habían destacado protestando contra la presencia de fuerza pública en la celebración del 1º de Mayo, con la consiguiente respuesta de una parte de los trabajadores que convocaron una huelga que a los tres días de su inicio ya era era secundado por tres mil mineros.  

De nada sirvieron las negociaciones de Manuel Llaneza con el director de la Hullera Española, y la huelga seguía sin novedades hasta que el católico marqués de Comillas, haciendo gala de su proverbial paternalismo decidió la apertura durante tres días de los economatos de la empresa con la advertencia de cerrarlos después definitivamente si no se volvía a la normalidad, siendo la noticia publicada en el diario católico “El Carbayón” y  contestada el día 2 de junio en “El Noroeste” por un comentario de portada que aparece firmada por Gumersindo Fernández: “En El Carbayón, esa pócima informativa que nos suministra nuestro paternal patrono (descontándonos mensualmente el importe de la suscripción) hemos leído ayer un artículo capaz de enternecer el corazón de un jurado y que se titula ‘un gesto del marqués’. Ese gesto que sus sabuesos comentan entre nosotros como gallarda manifestación de sus sentimientos cristianos, para quienes hace tantos años que venimos siendo objeto de la más inhumana explotación, de la supeditación más indigna, hemos de calificarlo como se merece. Aquel gesto ha sido una mueca diabólica, un nuevo lazo tendido para cazarnos alevosamente. ¿Esta gravedad mansurrona después de 12 días de huelga será precursora de un epílogo sangriento?”.

Mineros de Cutrifera, el año 1926.

Mineros de Cutrifera, el año 1926.

Aquel duro conflicto que libraban los socialistas con los esbirros del marqués de Comillas, fue motivo de una agria disputa en el Congreso de los Diputados entre Pablo Iglesias y el diputado conservador Alas Pumariño, pero en Asturias la historia seguía su curso y por fin estallaba la violencia que todos temían, comenzando a aparecer pequeñas explosiones de dinamita en vías y castilletes, siendo quemados dos vagones cargados de mineral, y la fuerza comenzaba a disparar con fuego real contra los piquetes que bloqueaban los grupos “Legalidad” y “Conveniencia”, deteniendo además a cuatro trabajadores, hasta que se produjo  la muerte del joven minero de 28 años, natural de Moreda, Nicolás Alvarez Fernández.

Aunque las principales villas mineras asturianas estaban tomadas por la fuerza pública, incrementada en número de efectivos  con la llegada a Mieres de otras dos compañías del regimiento de Burgos, y a pesar de que numerosos detenidos permanecían en las cárceles de Laviana y Oviedo, sobre la mesa de la máxima autoridad regional estaba una propuesta que podía aceptarse para cerrar el conflicto a cambio de una sanción de cinco días de sueldo a los mineros que habían iniciado el paro, según la nota literal donde afirmaba haber recibido un telegrama del ministro de la Gobernación que decía lo siguiente: “He visitado al señor Marqués de Comillas para hablarle de la huelga de Aller, contestándome dicho señor que olvidaba y perdonaba todo lo pasado y que volvieran al trabajo todos sus obreros sin distinción”.  

De esa manera, quedaba cerrado aquel grave y duro conflicto en la primavera de 1912, resultando un fracaso porque la promesa del marqués nunca llegó a cumplirse: los obreros despedidos nunca fueron readmitidos en las minas del católico marqués, dando la razón a lo que  Gumersindo Fernández había escrito para “El Noroeste”. Aquel gesto había sido una mueca diabólica, un nuevo lazo tendido para cazar a sus obreros alevosamente.   

El antiguo castillete del tipo Duro Felguera, emplazado en 1951, fue sustituido en 1989 por una moderna torre de extracción de 60 metros de altura. En su interior alberga la máquina de extracción y las poleas del skip empleado para la extracción del carbón, si bien este último tiene su máquina de tracción en un edificio independiente de la torre.

El antiguo castillete del tipo Duro Felguera, emplazado en 1951, sería sustituido en 1989 por una moderna torre de extracción de 60 metros de altura. En su interior alberga la máquina de extracción y las poleas del skip empleado para la extracción del carbón, si bien este último tiene su máquina de tracción en un edificio independiente de la torre.

En efecto, la empresa no tardaría en crear la Asociación Católica de Mineros que se pondría de largo, precisamente, el 4 de diciembre de 1913, día de Santa Bárbara, patrona de los mineros, durante el banquete servido en los locales del centro obrero de Valdefarrucos, con la presencia en los postres del gerente de la Hullera Española, Santiago López, quien con este gesto y la entrega de un donativo de 5000 pesetas, daba carta de plena naturaleza a la Asociación Católica que sería el germen del Sindicato Amarillo como única representación de los mineros de la Hullera. 

A partir de ahí, los conflictos entre el Sindicato Católico del marqués de Comillas  y el Sindicato Minero, liderado por Manuel Llaneza, se recrudecían a diario, y ocho años más tarde, el 11 de abril de 1920, la profecía se hacía realidad cuando, después de un mitin, las calles de Moreda y Caborana vivieron el enfrentamiento de los partidarios del Sindicato Amarillo, ya liderado por el católico Vicente Madera,  y los del SOMA, tal y como queda recogido en mi capítulo dedicado al Pozo San Antonio:  ¡¡¡ Once socialistas muertos y treinta y cinco heridos por las pistolas de Madera y sus sicarios !!!

“Asturias si yo pudiera cantarte…dos veces, dos has tenido/ocasión para jugarte /la vida en una partida:Y las dos te la jugaste”, dice la letra  del poema “ASTURIAS”, uno de los más populares y conocidos del escritor salmantino Pedro Garfias, que nuestra comunidad tuvo “dos ocasiones” para “jugársela” en su reciente historia, referidas ambas a la Revolución del 34 y a la posterior defensa que los mineros hicieron en Asturias a partir de 1937, defendiendo el gobierno legítimo de la II República contra los golpistas fascistas que trajeron la gran tragedia a nuestro país en forma de guerra incívica, y reflejando aquellos sucesos, de trascendencia internacional, idealizados posteriormente por la izquierda europea en un contexto de lucha antifascita, que grabaron a fuego la propia idiosincrasia progresista de las comarcas mineras asturianas, de la que el pueblo allerano de CABORANA ha sido uno de sus ejemplos.

Guardas Jurados de la Hullera Española o Cuerpos de la llamada Seguridad del Estado, siempre en la misma trinchera de los poderosos...

Guardas Jurados de la Hullera Española o Cuerpos de la llamada Seguridad del Estado, siempre en la misma trinchera de los poderosos…

Pero como dice el dicho popular “no hay dos sin tres”. La referencia de Garfias a los dos envites jugados por el movimiento obrero de los mineros asturianos, tuvieron su epílogo en abril de 1962, durante los sucesos ocurridos en las comarcas mineras asturianas, protagonizadas por los mineros, quizás poco conocidos por los más jóvenes, y que los historiadores resaltan por su influencia sobre la política de entonces, dándola a conocer como “La huelgona”. Una protesta minera, silenciosa, supuestamente esporádica, y aparentemente desorganizada, contra el abominable régimen del dictador Franco. Una huelga minera en tiempos de miseria, prendida sin ninguna duda sobre el sustrato de aquellos envites en aquellos difíciles años, y moldeada en la condición solidaria de minero, incorporada a memoria, que emergió como singular y emblemática respuesta en el momento en el que más comenzaba a resaltar el evidente atraso entre una España sumida en la dictadura y una Europa Occidental democrática y en pleno desarrollo social y económico. Esta protesta fue tal vez uno de los golpes más certeros de los asestados al franquismo.

¿ Qué será de mi, el día de mañana, cuando cierren el pozo donde permanece encerrado mi padre, parece preguntarse esta neña durante el largo encierro de mineros en el el Pozo Santiago del año 2012 ?

¿ Qué será de mi, el día de mañana, cuando cierren el pozo donde permanece encerrado mi padre, parece preguntarse esta neña durante el largo encierro de mineros en el el Pozo Santiago del año 2012 ?

Y la localidad allerana de CABORANA debe  seguir  dando  el  ejemplo  que  siempre dio,  colaborando y luchando por el  mantenimiento  de  las  cosas  que  aún están ahí, como es el Pozo Santiago, principal sostén de la economía en la zona,     y  alimentando  la  esperanza  de  que  las  cabezas pensantes que nos gobiernan aquí y en Europa se den cuenta de que no se puede acabar con el carbón,  que   hace  mucha  falta  seguir manteniendo  una  fuente  de  energía procedente de nuestro carbón,  que está ahí, en nuestro subsuelo, en cantidades abundantes y perfectamente mecanizables sus explotaciones, para dar vida a la comarca durante más de cien años, sobre todo si somos capaces de exigir la conexión de los pozos Santiago y Figaredo que, no solo incrementaría los años de vida y las producciones, sino, y sobre todo, generarían el empleo necesario para evitar que nuestros jóvenes sigan siendo expulsados de la tierra que les vio nacer. ¿Cómo puede ser posible que, siendo el concejo de Aller el de mayor numero de ingenieros mineros por metro cuadrado en España, muchos de los cuales ocupando los puestos más importantes en la dirección de HUNOSA, caso concreto de la actual presidenta, se hayan prestado al engaño de esta conexión de futuro basándola siempre en la inexistente “Falla de Caborana”, aunque luego se les llene la boca de alleranismo cuando son distinguidos por “Los Humanitarios de Moreda”?

¡¡¡ Que  no, que no  podemos  seguir dependiendo  como  país,  al  80%,  de las energías  foráneas, con un grado de autoabastecimiento de energía primaria en España – la decimotercera economía del mundo –  de sólo el 20 por ciento, lo que supone que el 80 por ciento de la energía primaria consumida se importe del exterior, dependiendo casi al 100 por ciento de las importaciones de petróleo, gas y uranio, y del orden del 80 por ciento de las importaciones de carbón, con un coste de la factura energética del orden de los 40.000 millones de euros anuales !!!

¡¡¡ A por ellos, metamos la cuarta marcha para luchar contra los corsarios del liberalismo… !!!

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

LOS MINEROS DEL FONDON TODOS GASTAMOS BOINA

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Antón Saavedra frente al pozo Fondón, donde comenzaría a trabajar de ayudante barrenista y barrenista el 23 de abril de 1969...

Antón Saavedra frente al pozo Fondón, donde comenzaría a trabajar de ayudante barrenista y barrenista el 23 de abril de 1969, hasta que fui destinado para el Pozo Candín en 1973…

“…Con un letreru que diz, todo sale de la mina”, y de la mina La Nalona desde 1840, y del Pozo Nalona o Fondón, desde el año de su inauguración, allá por el año 1905, fueron extraídas millones de toneladas de carbón que sirvieron para el desarrollo de un país como España hasta integrarlo en el club de los países más industrializados del mundo.

En efecto, cuando nos referimos al emblemático pozo del Fondón nos estamos refiriendo al segundo pozo vertical  de Asturias y el primero en excavar por debajo del nivel de los valles mineros, en un lugar que ya aparecía contemplado  como uno de los puntos de extracción del carbón en el proyecto de Casado Torres sobre la canalización del río Nalón de 1792.

La explotación de la hulla en este rincón del municipio de Langreo, entre Sama y La Felguera, comienza con la apertura de la mina de montaña de La Nalona en 1840. En 1905 la empresa Duro Felguera comienza la profundización de sendos pozos, con sus castilletes, convirtiéndose en el segundo pozo minero profundizado en Asturias.

La explotación de la hulla en este rincón del municipio de Langreo, entre Sama y La Felguera, comienza con la apertura de la mina de montaña de La Nalona en 1840. En 1905 la empresa Duro Felguera comienza la profundización de sendos pozos, con sus castilletes, convirtiéndose en el segundo pozo minero profundizado en Asturias.

El pozo Fondón, el más antiguo de la Cuenca Carbonífera Central junto con el pozo Entrego, se abrió a principios del siglo XX al pie de la famosa y ya entonces centenaria mina La Nalona y quedaría cerrado como unidad de explotación el 1 de agosto de 1995 al concentrarse su yacimiento con el del vecino pozo Candín, unidos por primera vez en 1972 a través de un transversal “arreado” por debajo del río Nalón con una longitud aproximada de 1500 metros, desde la séptima planta del Fondón hasta la cuarta bis del Candín. La explotación contaba con dos castilletes (construidos de perfiles metálicos remachados o roblonados)   hasta abril de 1993 y alcanzó 667 metros de profundidad en nueve plantas, con una plantilla en torno a los 700 trabajadores que arrancaban unas 250.000 toneladas brutas al año, en sus capas de los paquetes Generalas, San Antonio, María Luisa y Entrerregueras.

Dentro del recinto minero, cabe destacar la casa de máquinas construida en 1915 y ampliada en 1935, así como las casas de aseo y las oficinas construídas con ladrillo visto de color rojo, típico en las estructuras industriales y de la empresa de Duro-Felguera, que datan de la década de 1930, actualmente albergando el Archivo Histórico y Centro de Documentación de Hunosa. Cabe destacar también la conservación de un túnel del año 1910 por donde circulaba un tren minero que llevaba el carbón hasta el lavadero de Modesta.

” Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que desde el 1 de octubre de 1934 y antes del 18 de julio de 1936 contribuyeron a crear o agravar la subversión de todo orden de la que se hizo víctima España y de aquellos otros que a partir de la segunda de dichas fechas se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional con actos concretos o pasividad grave”. ( Artículo Primero de la LEY DE RESPONSABILIDADES POLITICAS de 1939)

PRESOS REPUBLICANOS EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DEL POZO FONDON, EL AÑO 1942” Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que desde el 1 de octubre de 1934 y antes del 18 de julio de 1936 contribuyeron a crear o agravar la subversión de todo orden de la que se hizo víctima España y de aquellos otros que a partir de la segunda de dichas fechas se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional con actos concretos o pasividad grave”.
( Artículo Primero de la LEY DE RESPONSABILIDADES POLITICAS de 1939)

Sin embargo, una de las principales características del pozo Fondón fue haber albergado durante gran parte de la dictadura franquista un “campo de concentración” en sus aledaños, verdadero nombre ocultado bajo el eufemismo de “Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas”, donde los presos republicanos conmutaban parte de sus penas a modo de esclavos del franquismo. En efecto, de forma masiva, sistemática y organizada, la dictadura franquista utilizó, entre los años 1936 y 1970, a miles de prisioneros políticos como mano de obra barata – gratis, diría yo -, absolutamente manejable y completamente segura, recluida casi siempre en algún de los numerosos campos de concentración creados al efecto por toda España, con lo que además de conseguir pingües beneficios económicos para el régimen, el franquismo conseguía descongestionar las numerosas cárceles existentes en toda España, todas ellas abarrotadas durante los años de la más inmediata posguerra, porque las sucesivas oleadas de detenciones masivas, eran el pan de cada día y siguieron produciéndose en España entera al término de la guerra incívica que trajo aquel golpe militar fascista contra el gobierno legítimo de la II República, especialmente en Asturias, Cataluña y País Vasco.  

Presos republicanos en el campo de concentración del pozo fondón, preparados para redimir sus condenas de cárcel a la entrada del pozo, el año 1942

Presos republicanos en el campo de concentración del pozo Fondón, preparados para redimir sus condenas de cárcel a la entrada del pozo, el año 1942

En realidad, FRANCO se había adelantado con muchos años de antelación a la creación de la primera Empresa de Trabajo Temporal que se implantó en España, creando el denominado FICHERO FISIOTECNICO en el que se recopilaron todo tipo de datos sobre centenares de miles de prisioneros republicanos de toda España, para utilizarlos como esclavos al servicio del Estado franquista en la reconstrucción del país. En los principios de 1941, esto es un par de años después de finalizada la guerra incivil, ya constaban en el FICHERO FISIOTECNICO 103.369 penados de los cerca de 300.000 presos hacinados por las cárceles españolas, todos ellos preparados para trabajar obligatoriamente al servicio del Estado, en unas condiciones laborales y de vida inhumanas, constantemente  sometidos a todo tipo de vejaciones y malos tratos, y apenas sin recibir ningún tipo de salario o contraprestación económica, ya que de las DOS PESETAS que percibían en concepto de jornal diario (el jornal de un obrero libre del año 1940 oscilaba entre las siete y las nueve pesetas), una y media se las quedaba el Estado, y el resto – ¡ CINCUENTA céntimos ! – debía servir a los presos para comprarse el calzado, la ropa de trabajo o alguna raída manta y enviar lo que le sobraba (¡¿?!) a la famélica familia, la cual había sido también represaliada y desprovista por los sublevados de toda suerte de ingresos en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas.

Panorámica de Langreo desde La Peña, el año 1963, donde se pueden observar los dos castilletes del Pozo Fondón con el campo de concentración a su lado...

Panorámica de Langreo desde La Peña, el año 1964, donde se pueden observar los dos castilletes del Pozo Fondón con el campo de concentración a su lado…

La reducción de penas a cambio de trabajo se articulaba mediante el mecanismo de canjear UN DIA de pena menos, por cada DOS DE TRABAJO, siempre a expensas de que el jefe militar y el sacerdote penitenciario del Batallón de Trabajadores certificaran y comprobaran  que el preso demostraba, en sus obras y en la manifestación de sus nuevas “creencias” políticas y religiosas que se estaba integrando con la Nueva España y la FALANGE; no en vano, si bien había sido el propio FRANCO quien había puesto en marcha aquel suculento negocio a costa de sus prisioneros políticos, sin embargo, el verdadero ideólogo de tan macabro invento había sido el jesuita José Agustín PEREZ DEL PULGA, uno de los cruzados que no contemplaba ningún tipo de piedad ni clemencia para los presos políticos del franquismo, sino que preconizaba para todos ellos poco menos que la Ley del Talión en sus escritos: “es muy justo que los presos contribuyan con su trabajo a la reparación de los daños a los que contribuyeron con su cooperación a la rebelión marxista”.

Hoy, casi setenta años después, alguno de aquellos mineros y sus familiares quieren desenterrar su historia y condenar el régimen de semiesclavitud en que vivieron aquellos presos políticos «para que no vuelva a repetirse». El Partido Comunista de Langreo y la Fundación Domingo Malagón, con la colaboración del Ayuntamiento, han levantado un monolito frente al pozo, en el que una placa recuerda cómo el 1 de enero de 1959 Duro Felguera pidió su cierre como penal.

Ni Verdad, ni Justicia, ni Reparación: un monolito con una placa colocada después de casi setenta años en los terrenos que fueron antaño el “campo de concentración del Pozo Fondón” es la recompensa obtenida. Así, con fecha 21 de diciembre de 2008 ,  el Partido Comunista de Langreo y la Fundación Domingo Malagón, con la colaboración del Ayuntamiento, levantaban el monolito frente al pozo, en el que una placa recuerda cómo el 31 de enero de 1959 Duro-Felguera pidió su cierre como penal.

Así las cosas, tal y como se recoge en los muchos documentos que hasta la fecha habían permanecido ocultos por el poder, se puede afirmar rotundamente que fueron los prisioneros republicanos los que más contribuyeron a “levantar” la España destruida, hasta integrarla en el club de las naciones más industrializadas del mundo. Fueron los prisioneros republicanos los que construyeron las grandes obras hidráulicas del país; los que reconstruyeron los pueblos y ciudades de España; los ferrocarriles, aeropuertos y carreteras; las iglesias, catedrales y conventos; pero, por encima de todo y todos, fueron los mineros asturianos los que más contribuyeron a esa enorme labor con la extracción del carbón, tan fundamental para mover la industria a la vez que paliar la terrible hambruna existente en España, con los miles de prisioneros republicanos destinados a los “Campos de Concentración” preparados al efecto, como el comentado Pozo Fondón de la empresa explotadora Duro-Felguera.

Placa del monolito con su leyenda, dedicada a los presos políticos del "Campo de concentración del Pozo Fondón".

Placa del monolito con su leyenda, dedicada a los presos políticos del “Campo de concentración del Pozo Fondón”.

Aquel sistema de reducción de penas a través del trabajo forzado no era sino una forma más de represión en el marco de un sistema totalitario y fascista, con tintes conservadores y pretendidamente tradicionalistas, donde empresas, como DURO-FELGUERA, Dragados y Construcciones, Banús, Carbones Asturianos, Antracitas de Gaiztarro, Minas de Orallo o Antracitas de Fabero se aprovecharon del mismo, sin olvidarse de la iglesia católica española, el más importante e influyente apoyo de FRANCO tras haber declarado formal y oficialmente que la insurrección militar era una “CRUZADA”, que también se benefició de este trabajo esclavo, sin que al día de hoy, a diferencia de los jerarcas nazis juzgados y condenados en Nuremberg por la esclavitud, las deportaciones y los asesinatos que cometieron, ninguno de los responsables de la política, el ejército y la iglesia españoles fuera nunca juzgado ni reprobado por ello, ni durante el franquismo (evidentemente) ni durante toda la segunda restauración borbónica franquista en España. A diferencia de las empresas alemanas que han pedido perdón a las víctimas antinazis que esclavizaron, abonándolas también miles de millones en marcos, ninguna de las empresas españolas que se enriquecieron  con este trabajo esclavo han pedido perdón a los forzados que fueron explotados por ellas y no han abonado nunca ni un céntimo en concepto de indemnizaciones. A diferencia de las iglesias católicas y de otras confesiones que en Alemania han pedido perdón por haberse beneficiado del trabajo esclavo de judíos, gitanos, rusos o polacos, la iglesia Católica Apostólica y Romana nunca ha pedido perdón porque la solidez de su actual patrimonio inmobiliario se sustenta en buena parte de obras ejecutadas por prisioneros políticos republicanos y antifranquistas encerrados y explotados en contra de su voluntad.

Accidente mortal en el Pozo Fondón.

Accidente mortal en el Pozo Fondón.

Es evidente que la industrialización en Asturias tuvo en el concejo de Langreo uno de sus máximos exponentes, principalmente por tratarse de un emplazamiento bien comunicado por su proximidad al Ferrocarril de Langreo, y por atesorar en sus entrañas ricas y abundantes reservas de carbón, cuestiones tenidas muy en cuenta por el empresario riojano, Pedro Duro Benito, a la hora de buscar la ubicación para la construcción de la nueva fábrica Duro y Cía el 22 de febrero de 1858, posteriormente Duro-Felguera. El primer empeño manifiesto del empresario riojano era el de lograr las instalaciones más innovadoras de todo el país, pero pronto se encontró con uno de los principales problemas como era el de encontrar mano de obra y fijarla  a su puesto de trabajo, entre otras cuestiones porque el lugar no contaba con el asentamiento poblacional necesario para asumir el objetivo empresarial, en parte por la dispersión de esa población por los territorios colindantes, en muchos casos apegados a su modo de vida y de subsistencia anteriores, basado en la agricultura y la ganadería, de tal manera que, para conseguir paliar de alguna manera aquella situación, y teniendo en cuenta otras actuaciones paternalistas acaecidas en el continente europeo, la empresa minero-siderúrgica valoró la idoneidad que supondría acometer una serie de medidas sociales para lograr un cambio en los hábitos del obrero, para intentar establecer esa relación patriarcal entre el trabajador y el empresario, tratando de intervenir directa o indirectamente en su actividad dentro y fuera del centro de trabajo, custodiando su asistencia médica, su vivienda e intentar desvincular al nuevo trabajador de su anterior entorno en el campo. Es decir, lisa y llanamente, tener a los obreros al servicio del capitalista, a la vez que intentar alejarlo de los nuevos movimientos que venían de las corrientes de asociacionismo que comenzaban a forjarse en aquellos momentos.

Barrio La Nalona de Lada, proyectado en principio como poblado para 2000 mineros, del que solo se hicieron tres pabellones...

Barrio La Nalona de Lada, proyectado en principio como poblado para 2000 mineros, del que solo se hicieron tres pabellones…

De esa manera, la Duro-Felguera se dispone a proporcionar vivienda para sus obreros y, en setiembre de 1916 encomienda al arquitecto asturiano Enrique Rodríguez Bustelo que formule y presente un presupuesto para la construcción de una barriada de casas destinada al personal obrero del Pozo Nalona (Fondón). El proyecto del arquitecto, firmado en 1918, no solo contemplaba la construcción de 65 bloques en los que podrían vivir 2000 obreros, sino que también contaba con varias edificaciones destinadas a otras funciones y servicios, configurando un pequeño poblado segregado de los principales núcleos poblacionales de la comarca, quedando elegido el solar a medio camino entre el Pozo Nalona (Fondón) en Sama, y Lada. Sin embargo, este amplio y ambicioso proyecto detallado por el arquitecto Rodríguez Bustelo, aunque ausente de otros elementos del mobiliario construidos en el Barrio de Urquijo, debido a que los destinatarios de las viviendas eran mineros, los cuales solían gozar de un rango inferior dentro del conjunto de los obreros a la hora de compararlos con los empleados siderúrgicos, sólo se llegaron a construir tres inmuebles de los planificados en un inicio, siendo la causa principal la paralización durante gran parte del año 1919 con motivo de una huelga de los trabajadores de la contrata. Es por ello que posteriormente, pasados unos años de la dictadura franquista, se aprovecharía aquel solar y parte de sus cimentaciones para continuar con la construcción, pero solo en la construcción de las viviendas, sin contemplar en ningún momento la incursión de los servicios que estaban proyectados, y contando con el apoyo del Estado, se proyecta y constuye a partir de 1953 la nueva barriada que llevará el nombre de Barrio de El Pilar, con 121 viviendas protegidas, las cuales quedan distribuidas a través de 11 bloques, con tres alturas y un ático en cada edificio. Este nuevo Barrio de El Pilar junto a las casas realizadas del Barrio de La Nalona serían destruidos en el verano de 2002, para ser construidas otras en el Barrio de San José de Lada, el otro barrio minero-metalúrgico por excelencia.

Castillete del Pozo Fondón, el año 2014

Castillete del Pozo Fondón, el año 2014

Pero, aquella estrategia del franquismo y las empresas a su servicio, como la Duro-Felguera, de concentrar al personal en las barriadas para controlar sus movimientos tuvo sus efectos boomerang, entre otras cuestiones, porque tanto en las barriadas de El Pilar, Nalón y La Juécara – verdaderas fortalezas del movimiento obrero antifranquista -, los mineros permanecían unidos, no sólo en el pozo minero, sino en las barriadas y en los “chigres”, organizándose para llevar a cabo los mayores movimientos huelguísticos de la dictadura, arrancando a sangre y fuego conquistas que iban mejorando las condiciones de trabajo y de hábitat, destacando en los mismos muchos de los hombres que permanecían en aquellos “campos de concentración”, aparentemente debilitados por una vida de privaciones, arrancando el carbón con las manos porque algunos no podían sostener un pico y una pala, con sus mujeres en los barrios mineros batiéndose el cobre.

Así, durante los años cincuenta, sesenta y setenta — el período de la “dura represión política y empresarial”—, se organizaron y protagonizaron huelgas y manifestaciones de protesta en las cuencas mineras asturianas, dirigidas casi en exclusiva por el Partido Comunista, planteando  reivindicaciones de tipo laboral y económico como reducción de la jornada de trabajo, cuando el minero trabajaba 8 horas diarias durante seis días a la semana, incluido el sábado. Además, era corriente “doblar” la jornada de trabajo uno o varios días a la semana de tal forma que ésta podía ampliarse hasta 15 horas diarias. También pedían elevación de los salarios, mejoras en las condiciones de seguridad en la empresa, readmisión de los despedidos en el trabajo por motivos políticos y sindicales, etcétera.

Asamblea en el pozo minero...

Asamblea en el pozo minero…

Ya en marzo de 1957 se desencadena la primera gran huelga de los mineros asturianos en la posguerra, iniciándose el paro en el pozo María Luisa, y extendiéndose a los pozos Fondón y Carbones de La Nueva, porque los empresarios habían retirado el “guaje” o ayudante minero, lo que conllevaba un incremento del trabajo realizado por los picadores, pero no así el precio de los destajos. De ahí que fuera denominada la “huelga del guaje”, respondiendo la patronal con el cierre de los pozos durante una semana y el despido de un trabajador. El conflicto se agravó,  dando lugar a las primeras detenciones de trabajadores por la policía, sanciones económicas contra los responsables de las huelgas, incorporación a filas de los huelguistas en edad militar y manifestaciones en la localidad langreana de Ciaño…. Al final se readmite al despedido, a la vez que se lograba un incremento en los salarios.

En marzo de 1958 sería el pozo Fondón quien iniciaría una nueva huelga, que luego se propagaría a otros pozos de la cuenca del Nalón. En esta ocasión, los motivos eran para  exigir por parte de los mineros un aumento del precio de los destajos y de los salarios fijos así como una reducción de la jornada laboral de 8 a 7 horas, respondiendo  la patronal y el régimen franquista con multas económicas a los trabajadores involucrados, cierre de pozos y detenciones por la Guardia civil, prolongándose la huelga en favor de la liberación de los detenidos, hasta que el Consejo de Ministros decreta el 14 de marzo del mismo año el estado de excepción en Asturias por un período de cuatro meses, suspendiendo los artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles, relativos al derecho de la libertad de residencia, inviolabilidad del domicilio y tiempo máximo de detención — 72 horas — de un ciudadano antes de su entrega al juez.

Tinin, uno de los luchadores destacados en las huelgas mineras...

Tinin, uno de los luchadores destacados en las huelgas mineras…

Así llegamos al periodo comprendido entre los años 1962 y 1965 cuando se  suceden en Asturias una serie de protestas y huelgas, interpretadas por los dirigentes de los partidos y sindicatos de izquierda como “el resurgir del movimiento obrero” o “la toma de conciencia obrera en Asturias”, a las que responderá el régimen franquista con medidas represivas como sanciones económicas, encarcelamientos, despidos, deportaciones y exilios, y el 7 de abril de 1962 se declara la “huelgona”, que durará unos 2 meses, estallando el mismo en el pozo Nicolasa de Mieres, entonces perteneciente a la empresa Fábrica de Mieres, como consecuencia del despido de un grupo de picadores que protestaban contra la aplicación de un nuevo sistema de regulación y cronometraje que perseguía incrementar el tiempo útil de trabajo y la productividad pero no los salarios. Esta situación da lugar a que los mineros y los obreros de las empresas siderúrgicas asentadas en las cuencas del Caudal, Aller y Nalón se declaren en huelga, a la que se incorporarán los trabajadores de otros centros industriales asturianos como la mina La Camocha, la fábrica Moreda y Gijón y los astilleros de Gijón. Asimismo, las mujeres de los mineros afectados participarán en manifestaciones de protesta. Se originan nuevos despidos y el cierre patronal de pozos y otra vez se declara en Asturias el estado de excepción.

La “huelgona”, catalogada por el régimen franquista como “maniobra roja” o “subversión comunista” y por los dirigentes de izquierda como el “inicio de la ofensiva sindical de los mineros demócratas”, finalizará con el decreto de 22 de mayo de 1962, después de largas negociaciones entre el ministro secretario general del Movimiento, José Solís Ruiz, y las Comisiones de mineros, y el acuerdo se saldaría con un aumento del precio de la tonelada de carbón en beneficio de los obreros.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

REQUIEM POR EL POZO LLÁSCARES

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Antón Saavedra frente al Pozo Candín, donde tabajó, primero como barrenista (1973-74), y después como jefe de personal del grupo Sama (1976-1978), el día de 2013.

Antón Saavedra frente al Pozo Candín, donde tabajó, primero como barrenista (1973-74), y después como jefe de personal del grupo Sama (1976-1978), el día 19 de enero de 2013.

Cuando la mina ocupa la portada de un medio de comunicación, mal asunto. Rara vez se trata de una buena noticia: o se trata de un accidente mortal o de la desaparición de una explotación,  y la que aparecía en el  telediario de la TPA, el  30 de diciembre de 2012, así lo ratificaba: el pozo Candín, San Enrique, Lláscares, Molinucu, Santa Eulalia o Cabritu será cerrado, como así ocurrió oficialmente en enero de 2013, dentro del proceso de cierre de las minas de carbón asturianas anunciado por la Unión Europea hasta 2018, engrosando la ya demasiada lista de pozos para el olvido.

Tal y como ha quedado escrito en el artículo dedicado al Pozo Fondón, en el contexto de la revolución industrial, Langreo fue elegido como uno de los enclaves en el que la industrialización se dejaría sentir de modo más intenso, sobresaliendo por su riqueza carbonífera. Los distintos cotos hulleros repartidos por las inmediaciones  del rio Candín, muy cercanos a las vías de la estación del Ferrocarril de Langreo en Vega, de La Felguera, constituyen uno de los centros de explotación más antiguos del concejo en los que empezó a extraerse carbón mediante la minería de montaña en el siglo XIX.

Mineros del Pozu Lláscares, el año 1949

Mineros del Pozu Lláscares, el año 1949

Para seguir refiriéndonos al yacimiento en cuestión, tenemos necesariamente que remontarnos a las primeras noticias documentadas que conocemos del año 1792, cuando D. Benito Fernández, como intendente de las Reales Minas de Langreo y Siero, dejó certificado que las minas más productivas de todas las de la gran empresa de canalización del Nalón, eran las de San Lorenzo. La fama de este yacimiento langreano, situado al pie de la peña La Formiguera  y de los pueblos de Pajomal  y Riparape, hizo que el 25 de octubre de 1839, el Inspector General de Minas, D. Guillermo Schulz, acudiera en persona a demarcar la mina “La Formiguera”, señalando, entre otras, la mina Presa, Lláscaras y Regadorio.

Pozo Lláscares, el año 2012

Pozo Lláscares, el año 2012

La propiedad de estas minas es una larga historia societaria. En 1855 forman parte de la Sociedad Hullera Metalúrgica de Asturias, propiedad del duque de Riánsares, pero en el año en 1871 pasarían a manos de Fábrica de Mieres, propiedad del empresario francés Jean Antoine Numa Guilhou y, ya en el siglo XX, a la Sociedad  Minas de Langreo y Siero. Si bien sería la Fábrica Mieres quien acometería en 1918 las obras de perforación de un pozo de extracción vertical de 4,5 metros de diámetro útil para el aprovechamiento de las capas hulleras emplazadas por debajo del nivel de los valles, éstas fueron interrumpidas  en el momento de alcanzar los 66 metros de profundidad, debido a las dificultades económicas por las que atravesaba la empresa en aquellos momentos afectada por un ambiente de crisis generalizada una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, teniendo que esperar hasta el año 1929, cuando Minas de Langreo y Siero se propuso reanudar la profundización del pozo, encontrándose ante la disyuntiva  de continuar las obras iniciadas por la Fábrica de Mieres, para finalizarlas, o construir un nuevo pozo de mayor sección, puesto que el diámetro del anterior se presentaba insuficiente, decantándose finalmente por la primera opción para, de este modo, poder aprovechar las instalaciones ya ejecutadas, llegando a finales de 1931 cuando las obras de profundización llegaban a su final, dando comienzo a la explotación del pozo conocido popularmente como Lláscares en el año 1933, que llegó a alcanzar una profundidad de 679 metros.

En 1973, la empresa estatal puso en marcha un ambicioso plan de modernización de sus pozos, instalando sobre el Candín I, de 693 m de profundidad (el 2º pozo más profundo de Asturias, después del de Lieres), una torre de extracción de 51 m de altura, la primera que se montaba en Asturias, equipada con una polea Koepe bicable de 4 m de diámetro, poleas deflectoras de la misma medida y un motor de 1200 KV. La extracción, 350 ton/hora se hacía mediante skips.

En 1973, HUNOSA puso en marcha un ambicioso plan de modernización de sus pozos, instalando sobre el Candín I, de 693 m de profundidad (el 2º pozo más profundo de Asturias, después del de Lieres), una torre de extracción de 51 m de altura, la primera que se montaba en Asturias, equipada con una polea Koepe bicable de 4 m de diámetro, poleas deflectoras de la misma medida y un motor de 1200 KV. La extracción, 350 ton/hora se hacía mediante skips.

En la ladera opuesta se abrían las minas de Respineu y las de Rufina – Campanal, propiedades de Manuel Suárez “El Cabritu”, quien, al frente de la sociedad minera ” Carbones de Langreo” inauguraba en 1946 el pozo Santa Eulalia, conocido popularmente por el apodo del dueño, con una profundidad de 693 metros (segundo pozo más profundo de Asturias, detrás de Lieres), siendo integrados ambos – Lláscares y Cabritu – en Hunosa el año 1967 y unidos por la cota base, procediéndose a cambiar, en 1973, el castillete del pozo Santa Eulalia por una torre de extracción de 51 metros de altura – la primera que se montaba en Asturias -, haciendo de la unidad CANDIN la más productiva de Hunosa, hasta alcanzar algunos meses una producción de 70.000 toneladas brutas.

Además, los pozos Candín I (Cabritu) y Candín II (Lláscares) serían calados con el pozo Fondón, cruzando bajo el río Nalón a 388 m de profundidad, explotando medio centenar de las capas pertenecientes a los paquetes Caleras, Generalas, San Antonio, Mª Luisa, Sotón y Entrerregueras, entre las que figuran las del Molino, Serrana, Dos Vetas, Hórreo, Senrina, Michinal, Señorita, Serradero, Reguera o Rajola. 

Viviendas de mineros construidas por el empresario Manuel Suárez "El Cabritu" al lado del pozo que lleva su nombre...

Viviendas de mineros construidas por el empresario Manuel Suárez “El Cabritu” al lado del pozo que lleva su nombre…

Tal y como ha quedado escrito en otros capítulos de esta serie de mi blog sobre la minería asturiana, la generalización de la minería subterránea mediante la profundización de los pozos verticales y la consiguiente concentración de la actividad minera en puntos muy concretos del fondo del valle indujo también a cambios en la organización de la residencia de los trabajadores. Así, como apuntábamos que la explotación minera de montaña, debido a la dispersión de los centros de trabajo, no había estimulado una gran evolución de poblamiento desde las formas más tradicionales, los grandes pozos mineros actuaron como verdaderos motores de la urbanización de las vegas en la medida en que como la minería del carbón acusó secularmente una desigual aplicación del factor trabajo sobre el capital necesitó, por tanto, y desde el principio, una gran cantidad de obreros. Unos obreros que, debido a la intensidad que iba cobrando el proceso industrializador, ya no podían ser reclutados en exclusividad en las aldeas y pequeños núcleos cercanos al yacimiento, por lo que hubo que fomentar la demanda en áreas deprimidas o, directamente, fuera de la región asturiana.

Por otra parte, en la minería hullera asturiana las características de los yacimientos y de los propios trabajadores — mayoritariamente obreros mixtos, mineros y campesinos, hasta la I Guerra Mundial— determinaron que no fuera posible la aplicación temprana de la organización científica del trabajo, por ello fue necesario adoptar otro tipo de disciplina industrial: el paternalismo, con pretensiones  de crear un nuevo obrero más a partir del control de cada aspecto de su vida. 

La necesidad de viviendas hizo proliferar todo tipo de construcciones colgantes alrededor de los pozos mineros, como las que muestran la foto en el Pozo Lláscares...

La necesidad de vivienda para los mineros hizo proliferar todo tipo de construcciones colgantes alrededor de los pozos mineros, como las que muestran la foto en el Pozo Lláscares…

Un incentivo evidente para los patronos mineros, muy importante en una actividad como ésta cuya ubicación no se puede elegir, era el puramente logístico, alojar muy cerca de la mina, en entornos con poca capacidad inicial de absorción de población por su condición rural, a una parte de la mano de obra venida a la explotación y a la que poder recurrir en cualquier momento por su proximidad. Por otra parte, ofrecer cobijo suponía una ventaja competitiva en el escaso mercado de mano de obra, porque a menudo lo raro y caro de los miserables cuchitriles a los que podían acceder en las zonas mineras eran un factor disuasorio que determinaba frecuentes cambios de empresa con el objeto de mudar de residencia. En realidad, el asistencialismo habitacional no es más que una forma de pago mixta, en metálico por contrato y en especie de forma discrecional. De este modo el patrón no sólo se presentaba como benefactor, sino que situaba indirectamente el conflicto en un ámbito conceptual que tendría ventajas indudables para él.

No obstante, así y todo, la necesidad de una vivienda mínimamente digna seguía siendo uno de los grandes problemas de los trabajadores mineros, y ésta fue adoptando formas mucho más precarias en épocas de especial necesidad, como la autoconstrucción por parte de los mineros, lo que convirtió las laderas de los valles asturianos en tendal de edificios casi colgantes. A la adquisición de algún terreno barato le seguía la solicitud a la empresa de préstamos de dinero, materiales o incluso el propio solar. En el caso de los obreros solteros los alojamientos incluso tenían en ocasiones pretensiones disuasorias, como se ha señalado, con el fin de fomentar la formación de una familia, siendo la principal causa que se les consideraba más inclinados a una vida desordenada, de excesos y de sedición. Además eran una fuerza de trabajo con un alto nivel de rotación, ya que les costaba mucho menos cambiar de residencia y de empleo. Por ello se les penalizaba excluyéndolos de las promociones patronales de vivienda o recluyéndolos en alojamientos colectivos, tipo convento o cuartel militar, con una rígida disciplina y unas condiciones bastante duras.

Pozos Candín II y Candín I (torre de extracción en el antiguo pozo Santa Eulalia "El Cabritu" en La Felguera, el año 2012.

Pozos Candín II y Candín I (torre de extracción en el antiguo pozo Santa Eulalia “El Cabritu”) en La Felguera, el año 2012.

Así y todo, la falta de mano de obra para las minas era una constante en los finales del siglo XIX – el durísimo y peligroso oficio de minero no era nada apetecible para casi nadie – y en las hulleras asturianas no se podían alcanzar mayores producciones de carbón debido a dos razones fundamentales: la falta de consumo interior y la falta de obreros. La primera de ellas, debido a la estrechez de la demanda interna que hacía que la producción hullera tuviera que ser expedida fuera de la cuenca con el consiguiente incremento de los costes por la precariedad de los transportes, pero fundamentalmente, tal y como planteaba machaconamente el ingeniero asturiano Luis Adaro, a la falta de un verdadero tejido industrial en las cuencas que había de generarse en torno al carbón. En efecto, los proyectos ferroviarios habían posibilitado una aceptable conexión con los puertos de embarque, pero en la práctica estaban funcionando al servicio de un sistema industrial  que se estaba desarrollando fuera de las fronteras regionales y en el que Asturias corría el riesgo de especializarse únicamente en la obtención de la materia prima energética, mientras que otras regiones, caso concreto del País Vasco, caminaban en la adecuada y provechosa línea de su transformación final. De ahí que se insistiera en la necesidad de ir a una racionalización en la estructura de la propiedad minera, caracterizada en aquellos años por un excesivo minifundismo a modo de un queso “gruyere”, mejorando la conexión de los grupos hulleros, incentivando su mecanización, asociando siderurgia y minería a la vez que buscando nuevos destinos a la producción hullera excedente.

Barriada minera de Pando, construida para albergar a los 2.500 mineros que llegaron a tener en plantilla los Pozos de Lláscares y "El Cabritu"

Barriada minera de Pando, construida para albergar a los 2.500 mineros que llegaron a tener en plantilla los Pozos de Lláscares y “El Cabritu”

En cuanto a la segunda de las razones – la falta de obreros -, quedaba detectado en los bajos salarios con los que una familia no podía mantenerse sin contar con la explotación agropecuaria familiar. De esa manera los salarios, lejos de constituir un aliciente para el asentamiento de la mano de obra foránea, mantenían la tradicional emigración hacia las Américas y otros lugares.  Pero tampoco se disponía en las cuencas de capacidad para ir albergando la población procedente de otras regiones deprimidas. En efecto, las cuencas mineras no disponían de infraestructuras adecuadas para el alojamiento y la manutención de esa masa de inmigrantes. De ese modo, cuando empieza el “aluvión” de nuevos brazos hacia las minas procedentes, en su mayoría, de Andalucía, Extremadura y Galicia, el único alojamiento posible para una gran parte de los recién llegados fue la chabola de la periferia urbana y, en mayor medida, de la zona rural, dándose bastantes casos, que a mí me tocó ver por aquellos tiempos, de familias viviendo en las cuevas que había en el arenero entre el Nalón de Lada y el pozo Fondón.

Efectivamente, para este periodo las principales actuaciones en materia de vivienda para los trabajadores vinieron de la mano de las propias empresas, aunque nunca de manera suficiente a pesar de estar lamentándose continuamente por la falta de mano de obra, siendo la mayor intervención – tampoco suficiente – de la mano del Estado con la construcción de las barriadas obreras, casos concretos para la zona de Langreo de las barriadas de Pando y San Pedro, en la Felguera; las de San José y El Pilar en Lada; o La Juécara en Sama de Langreo.

Nicanor Saavedra, picador en la capa "Rajola" del Pozu Lláscares

Nicanor Saavedra, picador en la capa “Rajola” del Pozu Lláscares

Lógicamente, las condiciones de trabajo y habitat que venían soportando los mineros, incluidos la cantidad de accidentes mortales que ello acarreaba, originaban conflictos permanentes, hasta el punto de que en actualidad ha quedado reconocido el papel de los mineros como “vanguardia de la clase obrera y faro que iluminaba la trayectoria de los sectores más concienciados y combativos del movimiento obrero mundial”, donde los mineros del Pozo Candín dejaron escritas páginas en el libro de honor.

Desde la primera huelga importante, allá por el año 1890, cuando unos 20.000 mineros de Asturias y Bizkaia mantuvieron una huelga de dos semanas, hasta conseguir la reducción de la jornada laboral de 12 a 10 horas, así como un incremento en aquellos  salarios de miseria, hasta la revolución social de 1934, cuando la dinamita jugó un papel fundamental para convertir una huelga general en una Comuna de Asturias durante casi tres semanas, sin olvidarse de la Huelga General Revolucionaria de 1917, donde consiguieron mantenerla durante tres semanas más que el resto del Estado, lo mineros asturianos, entre ellos los mineros de Lláscares y sus alrededores, siempre supieron estar a la altura de las circunstancias, de igual manera que, durante el franquismo, fueron uno de los colectivos que golpearon los cimientos de la dictadura, pagando un alto precio por ello, en forma de multas, detenciones, palizas, despidos, torturas, cárceles y destierros.  

En 2012 los trabajadores del sector minero del carbón volvieron a la huelga durante meses. Un hecho que a los más mayores les hicieron sumirse en una especie de “dejavú”, retrocecido veinte o cuarenta años, cuando ellos mismos lucharon también por sus derechos y por sus familias. Lo que diferencia estos tiempos de los de entonces es que ahora no están en juego solamente sus salarios o sus jornadas de ocho horas. Ahora, lo que está en juego es su propio futuro.

En 2012 los trabajadores del sector minero del carbón volvieron a la huelga durante meses. Un hecho que a los más mayores les hicieron sumirse en una especie de “dejavú”, retrocecido veinte o cuarenta años, cuando ellos mismos lucharon también por sus derechos y por sus familias. Lo que diferencia estos tiempos de los de entonces es que ahora no están en juego solamente sus salarios o sus jornadas de ocho horas. Ahora, lo que está en juego es su propio futuro.

Después de las victorias en las huelgas mineras de la década de los sesenta, los mineros del carbón formaron parte activa de la lucha antifranquista y contribuyeron decisivamente con la oleada de huelgas de 1976 que sirvieron para poner fin a la dictadura franquista porque, en absoluto, nos debemos de esconder para reconocer que, si bien Franco murió en la cama, el franquismo murió en la calle. Se podrá decir que estos años eran el final de un largo ciclo de luchas ofensivas, donde se combinaba a menudo lo laboral con lo político, pero a partir de la década de los 80, y sobre todo a partir de la integración en la Comunidad Económica Europea, el carbón español nuevamente sería sometido a sucesivos ajustes como consecuencia de la  ofensiva neoliberal y de la “competencia” de los mercados internacionales, donde imperan la mano de obra barata y las condiciones tercermundistas de la misma, sin ignorar la progresiva burocratización de los llamados sindicatos mayoritarios de clase en nuestro país, cuyas direcciones, en los momentos importantes de la lucha, siempre actuaron de acuerdo a las consignas que recibían en los despachos ministeriales y de la patronal.

Pactaron entre ellos - gobierno, patronal y sindicatos - el cierre programado de las explotaciones mineras del carbón y, se quedaron tan "panchos", aunque ahora nos vengan llorando como los defensores del sector que ellos mismos se cargaron...

Pactaron entre ellos – gobierno, patronal y sindicatos – el cierre programado de las explotaciones mineras del carbón, y se quedaron tan “panchos”, aunque ahora nos vengan llorando como los defensores del sector que ellos mismos se cargaron…

Así llegamos al 28 de diciembre de 2012 cuando el Pozo Lláscares dejaba de extraer carbón, de acuerdo con el plan minero de cierres establecido entre la patronal, el gobierno y las cúpulas somáticas y cocosas (2013-2018), pero antes se había librado un durísimo y largo movimiento huelguístico de la minería española, coincidente con el 50 aniversario de las huelgas de 1962, con marcha negra hasta Madrid, donde cuatro mineros del Pozo Lláscares protagonizaron un encierro minero en los interiores de la explotación que se prolongaría a lo largo de 50 días, entre el 16 de julio y el 1 de agosto de 2012.

La política de recortes del gobierno del PP, continuadora de la iniciada y desarrollada por los gobiernos  del PSOE, renunciaba  a tener una política energética propia, haciéndonos dependientes de fuentes energéticas como el gas, el petróleo y las nucleares. En efecto,  siguen quemando carbón, pero carbón foráneo, producido sin seguridad laboral ni medioambiental, al servicio descarado del “electrofascismo”. Sin el carbón las zonas mineras morirán, porque no sólo son los mineros, es toda la población: los que transportan, el comercio, los servicios… sin pozos serán un desierto laboral y urbano a muy corto plazo.

Esto ye el futuro, tal como nos muestra esta imágen del Pozo Lláscares...

Esto ye el futuro, tal como nos muestra esta imágen del Pozo Lláscares…

Los mineros y la sociedad de las cuencas hemos sido siempre solidarios. Su ejemplo y sacrificio, de hombres y mujeres de las cuencas, han sido impulso para la conquista de derechos y libertades en este país. Con el carbón se desarrolló, industrial y urbanamente España, mientras las familias mineras subsistían con sueldos de miseria, las enfermedades, los accidentes mortales – más de cien en el Pozo Lláscares -, y la represión. Hoy como ayer los mineros se movilizaron por su futuro, no es una lucha por un convenio o salario, es la lucha por el futuro de las comarcas mineras y contra los recortes. No se trata de cuestiones salariales o de derechos concretos si no de la defensa de la minería ante los  incumplimientos del gobierno bipartidista PPSOE. Los fondos mineros que deberían haber servido para generar infraestructuras y empleos como garantía de  futuro en las comarcas  mineras en compensación por décadas de sobreexplotación y beneficios se han quedado en los bolsillos de los “cuatreros profesionales”.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UNA MINA BAXU ‘L MAR

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La mina de Arnao es uno de los conjuntos de patrimonio minero más emblemáticos de España. Situada en un privilegiado paisaje costero, constituye la explotación de carbón mineral más antigua de la Península Ibérica, el pozo vertical más antiguo de Asturias y la única mina submarina de Europa. Cerrada en 1915, su castillete de madera, que ha merecido la calificación de Bien de Interés Cultural, y sus galerías subterráneas, con cerca de doscientos años, permiten revivir el ambiente de una mina primitiva.

La mina de Arnao es uno de los conjuntos de patrimonio minero más emblemáticos de España. Situada en un privilegiado paisaje costero, constituye la explotación de carbón mineral más antigua de la Península Ibérica, el pozo vertical más antiguo de Asturias y la única mina submarina de Europa. Cerrada en 1915, su castillete de madera, que ha merecido la calificación de Bien de Interés Cultural, y sus galerías subterráneas, con cerca de doscientos años, permiten revivir el ambiente de una mina primitiva.

“Dicen que va baxu ‘l mar la mina de la Camocha…”, pero quien realmente va baxu ‘l mar es la mina de Arnao en el concejo asturiano  de Castrillón, la mina más antigua de las documentadas en España, la única mina submarina y la primera que utilizó el ferrocarril en 1836. Allí, sobre el pedreru  de la playa de Arnao se encuentra  la bocamina , y sobre el murallón que remata el arenal se levanta el castillete del Pozo Arnao conocido por “El Güelu”, levantado en los inicios del siglo XX, cuando la cercana fábrica de producción de zinc llevaba funcionando desde 1855, y la explotación carbonífera  de Arnao quedó convertido en surtidor de materia prima para la metalurgia. Allí, por debajo del Mar Cantábrico, quedaba localizado el criadero de carbón, cuyo pozo de extracción, según Máximo Fuertes Acevedo (Mineralogía Asturiana, Oviedo, 1884), “está abierto en la misma capa de carbón hasta una profundidad de 80 metros, adelantándose luego en una galería que se extiende hasta más de 250 metros por debajo del mar”. El arranque del carbón se hacía por el sistema de tajos horizontales en retirada, siendo el caso más antiguo conocido en España de lo que hoy llamamos “subniveles”. El alumbrado se hacía con candiles de aceite pues el grisú era extraño, y la  ventilación era natural, con entrada de aire por el pozo y salida por chimeneas.

Una simple carta escrita en 1591 por el fraile natural de Naveces Agustín Montero al entonces rey de España Felipe II es la causante de las buenas nuevas. El documento, durante años olvidado en un archivo del Ministerio de Cultura, certifica que los orígenes de la explotación carbonífera de Arnao datan del siglo XVI, dos décadas antes de que el monarca autorizase las explotaciones hulleras de Arenas y Hornaguera, en el actual concejo de Siero. Eso convierte la mina de Arnao en la más vieja de Asturias, pero el arqueólogo Iván Muñiz, descubridor de la carta de marras junto a su socio de investigaciones Alejandro García Álvarez, amplía el radio y afirma que, salvo prueba en contra, el yacimiento puede ser considerado el más antiguo de la Península.

Una simple carta escrita en 1591 por el fraile natural de Naveces Agustín Montero al entonces rey de España Felipe II es la causante de las buenas nuevas. El documento, durante años olvidado en un archivo del Ministerio de Cultura, certifica que los orígenes de la explotación carbonífera de Arnao datan del siglo XVI, dos décadas antes de que el monarca autorizase las explotaciones hulleras de Arenas y Hornaguera, en el actual concejo de Siero. Eso convierte la mina de Arnao en la más vieja de Asturias, pero el arqueólogo Iván Muñiz, descubridor de la carta de marras junto a su socio de investigaciones Alejandro García Álvarez, amplía el radio y afirma que, salvo prueba en contra, el yacimiento puede ser considerado el más antiguo de la Península.

Cuenta la leyenda que, allá por el año 1591, un fraile conocido por Fray Agustín Montero descubría en los acantilados de Arnao una “piedra negra” y escribió  al rey Felipe II para obtener el permiso de extracción, cargando, por mandato del mismo rey Borbón, dos navíos para Portugal, entonces unido a España, y que  tres siglos después, el 24 de Agosto de 1.858, la reina Isabel II y su esposo oficial, Francisco de Asís, llegaban a estos parajes para visitar la mina, pero dejémoslo en leyenda… La realidad es que en la zona de Arnao y Santa María del Mar, el beneficio del carbón de hulla no era una gran novedad, allá por los años veinte del siglo XIX cuando, al igual que ocurría en otras partes de la región asturiana, ya se trabajaban pequeñas minas que explotaban, fundamentalmente,  los afloramientos de las capas que producían una exigua pero cada vez más necesaria cantidad de carbón con destino a las fundiciones de los arsenales de la Marina de Guerra.

Sin embargo, no sería hasta el año 1853 con la fundación en nuestra región de la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) – siempre la burguesía asturiana al servicio de los intereses foráneos – cuando se producen los necesarios cambios, constituyendo la primera experiencia regional de explotación del carbón con técnicas industriales – , en lo que se refiere tanto al beneficio del mineral como a la propia política de empresa. Una política de empresa que dejaba claro, desde la constitución de la compañía, que el carbón era fundamental, especialmente como un factor de localización excepcional para el desarrollo de proyectos industriales de mucha mayor envergadura. Se trataba de una idea que no era nueva en la industriosa Europa central, pero, en realidad, tampoco en Asturias, pues las experiencias industriales de la región en el tránsito del siglo XVIII al XIX ya habían puesto de manifiesto la fortaleza del carbón como factor de localización industrial y la necesidad de modernos proyectos de comunicaciones para aprovecharlo.

El método de explotación que se usó para el laboreo del carbón en Arnao se conocía como «método de tajos largos». Consistía en la apertura de un pozo vertical o pozo maestro de entre 60 y 80 metros para seguir con la apertura de las galerías o «valey»: un nombre de origen belga con el que ha sido bautizado el nuevo Centro Cultural que se está construyendo en Piedras Blancas: «Valey». Valey es un término minero belga que designa el pozo maestro.

El método de explotación que se usó para el laboreo del carbón en Arnao se conocía como «método de tajos largos». Consistía en la apertura de un pozo vertical o pozo maestro de entre 60 y 80 metros para seguir con la apertura de las galerías o «valey», un término minero belga que designa el pozo maestro.

Con estas bases, la Real Compañía Asturiana de Minas desarrollaba en Arnao un gran complejo industrial que comenzaba su andadura con la explotación de carbón, diversificándose a mediados del siglo XIX con la metalurgia del zinc y creando la mayor industria regional hasta la plena consolidación de los proyectos mineros y siderúrgicos de la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera y Fábrica de Mieres, allá en las primeras décadas del siglo XX.

El enclave industrial de Arnao nace, por tanto, al calor del carbón que salía por sus bocaminas y por el pozo vertical de extracción, para luego desarrollar una gran industria metalúrgica del zinc que, a la fecha de hoy, bajo el nombre de AZSA o Asturiana de Zinc, sigue en plena actividad como la mayor factoría de zinc en el Mundo y, allí, en torno a la mina comenzará a formarse el poblado minero para extenderlo a todo el valle tras la fundación de la fábrica de zinc, que nos va a permitir la reconstrucción de la vida de sus habitantes y sus costumbres.

La historia de Arnao está marcada por el establecimiento en el siglo XIX de la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón para la explotación del carbón existente en el subsuelo de la localidad y por la historia posterior de la compañía y sus sucesoras hasta la actualidad. Como testigos de esa historia quedan restos de la antigua mina, de la fábrica de zinc y del poblado surgido a iniciativa de la Real Compañía Asturiana de Minas, que forman parte del Patrimonio Cultural de Asturias.

La historia de Arnao está marcada por el establecimiento en el siglo XIX de la Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón para la explotación del carbón existente en el subsuelo de la localidad y por la historia posterior de la compañía y sus sucesoras hasta la actualidad.
Como testigos de esa historia quedan restos de la antigua mina, de la fábrica de zinc y del poblado surgido a iniciativa de la Real Compañía Asturiana de Minas, que forman parte del Patrimonio Cultural de Asturias.

En efecto, a la hora de hablar del poblado de Arnao debemos de confirmar que nos encontramos ante uno de los mayores poblados industriales de Asturias, el cual llegó a albergar en la primera década del siglo XX a la mitad de sus trabajadores, frente a otros ejemplos del paternalismo industrial, como el de la Hullera Española del marqués de Comillas, en Aller, que tan solo estuvo en disposición de alojar al diez por ciento. La creación del espacio de residencia de la RCAM estaba plenamente influido por la evolución del de producción, y la necesidad de dotar de vivienda a un cada vez más creciente número de trabajadores procedentes de la inmigración pronto se reveló como una adecuada política de la empresa encaminada a promover la productividad del obrero, tratando de crear una conciencia de pertenencia a un modelo social diferente de la ruralidad imperante en la zona, a la vez que pudiera servir como freno a la entrada de corrientes reivindicativas de las restantes áreas industriales de la región, pero las protestas reivindicando mejoras en la calidad de vida y seguridad en el trabajo, así como la reducción de la jornada laboral y un incremento en los miserables salarios que percibían los mineros, no tardarían en aparecer, ante la postura de cerrazón que siempre mostraba la empresa, de tal manera que una huelga de los mineros, en los inicios de siglo, se saldaba con una mejora de las condiciones de trabajo, dando lugar a la creación de la sección socialista de Arnao.

Covadonga Noval Nicolau en el interior de la mina de Arnao, en su visita el día de de 2015.

Covadonga Noval Nicolau en el interior de la mina de Arnao, en su visita el día 7 de octubre de 2015.

Las reivindicaciones de los mineros se agudizaron de tal manera que, en 1903, se planteaba otra huelga ante la negativa de la empresa a mejorar los turnos de trabajo y las deficiencias estructurales de la peligrosa mina de carbón, especialmente en cuanto a la ventilación, donde la empresa no sólo dejaba patente su conocida dureza en la negociación, con el despido de 150 trabajadores, el incremento de la jornada, la reducción del salario a la mitad, y el desalojo de las viviendas, sino de  su política respecto a la legislación española y el sometimiento de la administración local a la empresa belga: “… esto es injusto y arbitrario y nos parece que es hora de que el gobernador haga cumplir y hacer respetar las leyes sin contemplaciones de ningún género. A no ser que Castrillón no pertenezca a España y sea ya un concejo de Bélgica”, se podía leer en el diario El Noroeste de Gijón por aquellas fechas.

Las labores mineras de Arnao fueron suspendidas tras el hundimiento de la mina debido a las filtraciones de agua procedentes del mar Cantábrico entre los años 1912 y 1915.

Las labores mineras de Arnao fueron suspendidas tras el hundimiento de la mina debido a las filtraciones de agua procedentes del mar Cantábrico entre los años 1912 y 1915.

A principios del siglo XX, esto es entre los años 1912 y 1915, el mar irrumpe en las galerías y las tareas mineras tuvieron que suspenderse debido a los constantes hundimientos. Aunque un informe técnico realizado por el ingeniero Ignacio Patac, llegaba a la conclusión de que el yacimiento tenía un alto interés económico – las capas explotables tenían una potencia entre 4 y 6 metros de potencia, por los 1,80 y 2,50 metros de las capas en la cuenca hullera central -, y que “la técnica minera contaba con recursos suficientes para proseguir con el laboreo de la mina”, sin embargo, en 1915, nuevas filtraciones y, sobre todo debido a los conflictos sociales que se originaban debido a las condiciones inseguras donde tenían que trabajar los mineros, la empresa tomaba la drástica decisión de proceder al cierre de la explotación, pasando a suplir el déficit energético, en una primera fase, con la compra de carbón a otras  empresas de Fábrica de Mieres, Duro-Felguera y Hullera Española; y después, a partir de 1925 con las producciones del coto minero de Carbones de La Nueva en Langreo, adquirido por la RCAM.

Galería de la Mina de Arnao

Galería de la Mina de Arnao

Las explotaciones carboneras del Valle de Samuño, que habían pertenecido a diversos propietarios, pasaron en 1900 a manos de los hermanos Felgueroso, quienes a los pocos días de su adquisición vendieron la propiedad, en una operación especulativa jamás vista, a un grupo de empresarios franceses, creándose por estos la sociedad Charbonnages de La Nueva, quien en 1914 cambiaría su nombre adoptando el de Carbones de La Nueva, hasta que sería adquirida en 1925 por la Real Compañía Asturiana de Minas, que iría abandonando las viejas explotaciones de montaña al plantearse la necesidad de perforar un pozo vertical, hecho que ocurrió entre los años 1928 y 1930 con la profundización del Pozo San Luis, pero de esta explotación, en la actualidad albergando el “Ecomuseo del Valle de Samuño”, nos ocuparemos en otro capítulo específico de mi serie sobre la minería asturiana.

Los restos de este primer ferrocarril que, según sus estimaciones, formaría parte de un tendido utilizado por la Real Compañía Asturiana de Minas, se encuentran en el acantilado a varios metros sobre el nivel del mar. El hallazgo supone un cambio en la historia del ferrocarril en España dado que hasta ahora se consideraba que los trazados más antiguos eran los que funcionaron entre La Habana y Güines, en Cuba, en 1837 y entre Barcelona y Mataró, en 1848.

Los restos de este primer ferrocarril que, según sus estimaciones, formaría parte de un tendido utilizado por la Real Compañía Asturiana de Minas, se encuentran en el acantilado a varios metros sobre el nivel del mar.
El hallazgo supone un cambio en la historia del ferrocarril en España dado que hasta ahora se consideraba que los trazados más antiguos eran los que funcionaron entre La Habana y Güines, en Cuba, en 1837 y entre Barcelona y Mataró, en 1848.

Hasta aquí, nos hemos referido a la Mina de Arnao como la explotación de carbón mineral más antigua de la Península Ibérica, el primer pozo vertical con el primer castillete de Asturias y la única mina de Europa cuyas galerías se extienden kilómetros bajo el lecho marino, pero la mina de Arnao es un verdadero saco sin fondo que no cesa de deparar sorpresas. La última, el hallazgo de un segmento de la vía férrea más antigua de España de la que se tiene constancia, unos carriles de hierro con sus correspondientes traviesas por los que ya rodaban vagones como mínimo en el año 1836, doce antes de que, en 1848, se inaugurase la hasta ahora considerada pionera, la línea Barcelona-Mataró, y al menos unos meses antes de que en noviembre de 1837 se abriese la que unía La Habana con Güines, el primer camino de hierro de Cuba, de España y de Hispanoamérica.

Concretamente se trata de un carril patentado en el entorno de 1920 en Inglaterra por John Birkinchaw, un descubrimiento que trastoca toda la cronología histórica sobre la implantación del ferrocarril en España. Al efecto, no se puede olvidar de que la salida de mineral se producía  por el puerto de Avilés mediante un enlace ferroviario entre Arnao y la línea de vía ancha de Villabona a San Juan de Nieva, y la construcción de dicha línea, según la Revista de Obras Públicas de 1855 (nº22, páginas 263/264), estuvo a cargo del ingeniero de minas Adolfo Desoignie, siendo necesario abrir  un túnel de 615 ml entre Salinas y Arnao, llamado túnel de San Martín, ejecutado en 20 meses con un costo de 12.000 duros.

La "Eleonore" fue adquirida por la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) en 1880 en Bélgica. La máquina de vapor sirvió para el transporte de carbón, primero, y de cinc, después, entre Arnao y la dársena portuaria de San Juan de Nieva, un recorrido de casi seis kilómetros por una vía de 80 centímetros de ancho. En el año 1959 se quitó la vía estrecha y comenzó el transporte del mineral por carretera. De no encontrarse alguna otra pieza más veterana, la "Eleonore" es la locomotora de vía estrecha más antigua de las que se conservan en España y, sin duda alguna, es la más antigua de las asturianas, según los expertos.

La “Eleonore” fue adquirida por la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) en 1880 en Bélgica. La máquina de vapor sirvió para el transporte de carbón, primero, y de cinc, después, entre Arnao y la dársena portuaria de San Juan de Nieva, un recorrido de casi seis kilómetros por una vía de 80 centímetros de ancho. De no encontrarse alguna otra pieza más veterana, la “Eleonore” es la locomotora de vía estrecha más antigua de las que se conservan en España y, sin duda alguna, es la más antigua de las asturianas.

El tendido de esta línea se habría realizado sobre terrenos costeros cedidos por Isabel II en la zona del Espartal y de Salinas, y sus antecedentes históricos se derivan de la concesión estatal de la mina de Arnao, producida en 1833 a una sociedad hispano belga, derivando en la creación de la Real Compañía Asturiana de Minas, establecida con un capital de 400.000 reales de vellón, siendo sus principales promotores Nicolás Maximiliano Lesoinse, Joaquín Maria Ferrer y Felipe Rivera.

Es verdad que el ferrocarril de Arnao se utilizaba para transportar material, no pasaje, como las otras dos descritas, y  también es verdad que existen  diferencias sustanciales en cuanto a longitud, ya que la vía Barcelona-Mataró medía 28 kilómetros y la de Arnao queda estimada en unos 600 metros, pero no es menos verdad que este interesante hallazgo obliga a revisar los libros de texto para decir que la cuna del ferrocarril queda ubicada en la localidad asturiana de Arnao, en el concejo de Castrillón, tal como dejaría sentenciado el historiador Iván Muñiz, codirector del equipo de arqueólogos que ha desenterrado los restos del antiguo Castillo de Gauzón – una ventana que arroja luz sobre uno de los períodos más oscuros de la historia de Asturias, la Alta Edad Media- y director cultural del Museo de la Mina de Arnao.

Tunel de entrada al poblado de Arnao desde la localidad de Salinas

Tunel de entrada al poblado de Arnao desde la localidad de Salinas

La mina de Arnao es real, no sólo por haber pertenecido a la Real Compañía Asturiana de Minas, sino por la realidad de poder ser visitada para conocer la primera explotación minera subterránea de Asturias, después de haber sido clausurada por las filtraciones de agua de mar y por los incendios. En la rehabilitación de unos 100 metros de galería se han mantenido los elementos de la explotación de carbón que abrió la Real Compañía Asturiana de Minas en 1833. La visita al museo de la mina de Arnao dura aproximadamente una hora y comienza en el centro de interpretación que ocupa el antiguo casino de la RCAM construido entre finales del siglo XIX y principios del XX como lugar de ocio para los obreros de la empresa. El espacio incluye paneles con explicaciones de la historia minera del concejo, fotografías y piezas encontradas en la zona, algunas donadas por la Universidad de Oviedo como los restos del Devónico cuyo principal arrecife en el concejo se encuentra a los pies de las instalaciones mineras.

Castillete del Pozo Arnao

Castillete del Pozo Arnao

El nexo entre el centro de interpretación y el castillete es la antigua sala de máquinas convertida también en espacio expositivo y en el que aún se conserva el hueco en el que se ubicaba la máquina de vapor que tiraba de las jaulas que bajaban a las galerías y que los visitantes pueden apreciar, y el  itinerario continúa hasta el castillete donde se desciende por la caña del pozo en un ascensor acristalado que evoca las antiguas jaulas. Durante el descenso, de unos 20 metros, se aprecia el estado original de la caña del pozo compuesto por fábrica de ladrillo macizo y piezas de madera y metal que se utilizaban para guiar las antiguas jaulas en su recorrido de subida y bajada a la mina. En algunos tramos del suelo de la galería se han instalados cristales para permitir ver otras galerías, por debajo de la cota cero de la playa, que están anegadas de agua de mar.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UN POZO SANTO NACIDO PARA MUSEO

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Delmiro, Vicente Gutieerz Solís, Pedro, Antón Saavedra y Anita Sirgo en el rodaje del cortometraje "ASTURIAS PATRIA DOLIDA" en las instalaciones del Ecomuseo Minero del Valle del Nalón (Pozo San Luis), el 1º de mayo de 2015

Benigno Delmiro, Vicente Gutierrez Solís, Pedro, Antón Saavedra y Anita Sirgo en el rodaje del cortometraje “ASTURIAS, PATRIA DOLIDA” en las instalaciones del Ecomuseo Minero Valle del Samuño (Pozo San Luis), el 1º de mayo de 2015

En el corazón de la Cuenca Minera Asturiana, en el concejo de Langreo, se encuentra el Valle de Samuño, moldeado por el rio que le da nombre, donde las actividades rurales convivieron durante más de siglo y medio con la ardua labor de la mina, configurando un paisaje singular de gran atractivo con unos restos patrimoniales de primer orden, hasta el punto de ser declarado su pozo San Luis como Bien de Interés Cultural por el pleno del Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias, celebrado el 11 de enero de 2013, por ser “uno de los más destacados ejemplos de la industrialización de los valles centrales de las cuencas mineras”.

Las explotaciones carboneras del Valle de Samuño, que habían pertenecido a diversos propietarios, pasarían en 1900 a manos de los hermanos Felgueroso, quienes a los pocos días de su adquisición vendieron la propiedad, en una operación especulativa jamás vista, a un grupo de empresarios franceses, creándose por estos la sociedad Charbonnages de La Nueva en 1901, aunque en 1914 cambiaría su nombre adoptando el de Carbones de La Nueva, encargada de iniciar, tres años después, la excavación de los socavones Emilia e Isabel, el primero situado al pie de lo que hoy día es el pozo Samuño y el segundo, justo detrás del pozo San Luis, por el que se llegó hasta las capas Miguelinas (Generalas) tras 800 metros de transversal, pero en 1925 la empresa sería adquirida por la Real Compañía Asturiana de Minas.

Entrada a la mina al nivel del Samuño, explotación del Grupo Miguelinas Carbones La Nueva. Año 1905.

Entrada a la mina al nivel del rio Samuño, de la explotación del Grupo Miguelinas perteneciente a la empresa Carbones La Nueva, el año 1905.

Este cambio en la propiedad de la empresa traerá como resultado el paso de la compañía al universo industrial de la Real Compañía Asturiana de Minas, cuya necesidad de carbón relacionado con el problema energético creado con el cierre de la mina de Arnao una década antes, abrirá un nuevo periodo para una explotación que, hasta entonces, sólo beneficiaba los yacimientos minerales situados por encima del nivel de los valles, mediante minería de montaña.  En realidad, a partir del año 1919 ya estaban proyectados dos pozos gemelos para La Nueva, pero la grave crisis que afectó al sector carbonero asturiano tras la Gran Guerra, precipitó la decisión de paralizar la profundización cuando se llevaban 72 metros avanzados, teniendo que esperar al año 1928 cuando la Real Compañía Asturiana de Minas comenzaba los trabajos para la profundización de un nuevo pozo el 30 de julio, muy cerca del anterior, con un diámetro de seis metros, después de variar el cauce del rio Samuño y embovedarlo con un túnel de 130 metros, además de desplazar la carretera, dando por finalizadas las obras en 1930, con 288 metros de profundidad y cuatro plantas, quedando convertido el Pozo San Luís en el más profundo de Asturias, amén de su espectacular casa de máquinas que junto con el castillete roblonado conforma en la actualidad uno de los conjuntos más interesantes del patrimonio industrial nacional.  Pero antes de la profundización del pozo, la bocamina del socavón Isabel vió salir 17 cadáveres y 2 heridos, asfixiados y quemados por la trágica explosión de grisú de la capa Miguelina, aquel maldito día del 7 de diciembre de 1927.

La catástrofe minera en la capa Miguelinas de la empresa Real Compañia Asturiana de Minas, el 7 de diciembre de 1927, en los medios de comunicación españoles

La catástrofe minera en la capa Miguelinas de la empresa Real Compañia Asturiana de Minas, el 7 de diciembre de 1927, en los medios de comunicación españoles

Refiriéndonos al nombre del pozo santo, nada nos indica a la fecha que existiese alguna veneración a este santo en el valle. De hecho, no aparece un templo bajo tal advocación hasta finales de la guerra incivil española en 1939, levantado ya por la propia empresa cuando el pozo ya llevaba funcionando desde hacía diez años. Sin embargo, leyendo el libro del Centenario de la Real Compañía Asturiana de Minas se puede observar que el mismo se inicia con el párrafo “A través de las tierras de España, los Cien Mil Hijos de San Luis, venidos de Francia bajo el mando del duque de Angoulême en defensa de la monarquía tradicional, recuperaba su patria”, nos lleva a considerar que el pozo haya sido bautizado con ese nombre en recuerdo de ese contingente francés llegado para restaurar el Absolutismo de Fernando VII, y absolutismo fue lo que hubo en aquel trato paternal con el pueblo, mostrando su despotismo cada vez que era necesario, a través del establecimiento de una clara relación y asimilación entre el pozo minero, la empresa y la iglesia, donde el cura de Ciaño “Don Amalio”, uno de los “santos cruzados” que apoyaron el golpe de los militares fascistas contra el gobierno legítimo de la República española y que, olvidándose del pueblo y ocultando el nombre de Cristo tras las cortinas de humo con que lo inciensan, a la vez que actuando al servicio de la oligarquía y el privilegio, llegó a calificar a Franco como “instrumento de los planes de Dios sobre la tierra”.

Valle de Samuño

Valle de Samuño

No obstante, la falta de espacios llanos en el estrechísimo valle del Samuño, condicionaba el jalonamiento de las piezas principales de cada explotación minera, y Carbones de La Nueva, que se había establecido en el tramo más alto del rio Samuño, se vio obligada a extraer el lavadero a la vega del Nalón, en el lugar conocido por Camellera, donde también construyó una fábrica de subproductos del carbón. Allí, en Camellera quedó montado un complejo carboquímico, origen de la actual empresa Química del Nalón, para la producción de cok, alquitrán, sulfato amónico y benzol, a lo que se añadirían otros subproductos como la brea y la creosota, entre otros.

Con el pozo San Luis y sus modernas instalaciones en plena producción, solo quedaba solucionar el traslado del carbón desde la explotación hasta el lavadero y el complejo carboquímico, ambos instalados en la localidad langreana de Ciaño (Camellera), impulsando el ferrocarril que había comenzado a tender la sociedad de los Felgueroso cuando era propietaria de las minas. En efecto, la empresa Carbones de La Nueva había heredado las infraestructuras de los hermanos Felgueroso, entre las que destacaban un ramal ferroviario, pero estas presentaban tal grado de deterioro y obsolescencia que requerían de fuertes inversiones y transformaciones para hacer competitiva aquella explotación adquirida por la Real Compañía Asturiana de Minas.

Pozo San Luis

Pozo San Luis

El ferrocarril estaba dividido en dos tramos: el primero, que llegaba hasta el entorno de Carbones Asturianos (Pozo Samuño), y el segundo hasta el lavadero de Carbones de La Nueva en Camellera. Ambos tramos concluían en sendos planos inclinados: por un lado, el primero tenía su finalización en el plano conocido como “plano Tilano”, y por otro, el plano inclinado de Camellera que enlazaba el final de la línea y el lavadero. Como quiera que el primero de los planos inclinados finalizaba en el Socavón Emilia, y durante algún tiempo después de profundizado el pozo San Luis, cumplía un papel central en el transporte, al conectarse su galería con la primera planta del pozo San Luis, de manera que el carbón empezó a salir a la superficie de nuevo por el socavón Emilia, quedando el “plano Tilano”, y con él el primer tramo de la vía de Carbones de La Nueva, definitivamente fuera de servicio.

Ya en el año 1947, se llevaría a cabo una nueva reprofundización  que dotaría al pozo San Luis de dos plantas más – 5ª y 6ª – alcanzando una profundidad de 425 metros, con una plantilla en torno a los 900 trabajadores, y en 1968 quedaría integrado en Hunosa, quien lo cerraría al año siguiente, para dejarlo como pozo auxiliar del vecino pozo Samuño, donde quedaría concentrada toda la producción del valle samuñino.

El ferrocarril fue promovido por los Hermanos Felgueroso, mediante una línea entre La Nueva y Camellera (Ciaño), para extraer sus productos de Carbones de la Nueva en el Valle de Samuño, hasta Camellera (Ciaño) donde se ubicó el lavadero y una factoría de subproductos de la hulla, enlazando en este punto con la línea de vía ancha del Ferrocarril del Noroeste (posteriormente RENFE).

El ferrocarril fue promovido por los Hermanos Felgueroso, mediante una línea entre La Nueva y Camellera (Ciaño), para extraer sus productos de Carbones de la Nueva en el Valle de Samuño, hasta Camellera (Ciaño) donde se ubicó el lavadero y una factoría de subproductos de la hulla, enlazando en este punto con la línea de vía ancha del Ferrocarril del Noroeste (posteriormente RENFE).

Pero, volviendo a los años de la industrialización en los valles mineros asturianos, ésta trajo en el mismo saco la riqueza y la miseria, porque junto al desarrollo económico también llegó la explotación laboral y las notables acciones paternalistas de aquellos empresarios que, como la Real Compañía Asturiana de Minas,  en materias como la educación también trataban de esconder el control de la mano de obra para evitar el avance del sindicalismo en sus centros de trabajo.

En los finales del siglo XIX y principios del XX, los capitalistas eran muy conscientes de que la mejor manera de defender su posición de privilegio pasaba por mantener el orden social y esto solo podía lograrse si los trabajadores aceptaban con normalidad el papel de sumisión que les correspondía por haber nacido en una clase social destinada a la producción de la riqueza que ellos aprovechaban, y nada mejor que “educarlos” en esta idea desde niños, inculcando en sus conductas infantiles unas normas que ellos debían asumir con normalidad, sin cuestionarse nada, considerando que el hecho de que los obreros debían trabajar para enriquecer a sus patronos era algo tan inmutable como los nombres de los continentes o la tabla de multiplicar, y no encontraron mejores aliados que las órdenes católicas, de tal manera que las congregaciones religiosas dedicadas a la enseñanza no dudaron en desplazar a las cuencas a sus hombres y mujeres si se les proporcionaban las infraestructuras y la dotación económica necesarias, cuestión que las empresas aceptaron muy gustosamente, creándose en el primer tercio del siglo XX diez colegios en Asturias, la mayoría de ellos en las cuencas mineras del Nalón y Caudal, entre los que figuraba el de San Antonio  La Salle en la localidad langreana de Ciaño, zona que contaba con una fuerte implantanción sindical.

Casi todos los religiosos y religiosas que se encargaron de abrir sus escuelas en los valles mineros eran españoles, pero pertenecían, como vemos a congregaciones francesas e incluso algunos habían llegado desde el país vecino forzados por la Ley de Asociaciones que se aprobó allí el 1 de julio de 1901 bajo la inspiración de Combes. Aquella norma supuso el cierre de miles de colegios católicos en Francia, aunque para la Iglesia lo más duro fue la aprobación en el Parlamento de otra Ley, el 7 de julio de 1904, que dio un plazo de 10 años para que ningún religioso pudiese enseñar o dirigir un colegio, basándose en que no se podía confiar la educación de los niños y de los jóvenes a quienes los formaban “únicamente para reaccionar contra los principios de la Revolución".

Casi todos los religiosos y religiosas que se encargaron de abrir sus escuelas en los valles mineros eran españoles, pero pertenecían, como vemos a congregaciones francesas e incluso algunos habían llegado desde el país vecino forzados por la Ley de Asociaciones que se aprobó allí el 1 de julio de 1901  bajo la inspiración de Combes.
Aquella norma supuso el cierre de miles de colegios católicos en Francia, aunque para la Iglesia lo más duro fue la aprobación en el Parlamento de otra Ley, el 7 de julio de 1904, que dio un plazo de 10 años para que ningún religioso pudiese enseñar o dirigir un colegio, basándose en que no se podía confiar la educación de los niños y de los jóvenes a quienes los formaban “únicamente para reaccionar contra los principios de la Revolución”.

La originalidad de esta congregación conocida popularmente por los del “baberu”, canónicamente constituida en Francia como una congregación de religiosos ligados por los votos de pobreza, castidad y obediencia, consistía en que, por una parte, elevaba la profesión de enseñante al nivel de vida consagrada a Dios en su integridad profana y religiosa, pero  la función que los empresarios asignaron a los colegios era de provisión social de las empresas, buscando un tipo de educación religiosa que fuese más allá de lo estrictamente establecido en la legislación educativa española, hasta hacer real del slogan de ¡¡¡ Fieles a Dios y al patrón !!!

Por aquellos años, ¿ qué podría saber un niño o niña que empezaba en la escuela de “los frailes” sin saber que era un personaje secundario de un guión que desconocía ? ¿Por qué iba a saber que a aquellos del “baberu” y aquellas de los “orejones” habían sido instalados por las empresas mineras y siderúrgicas para, por una parte, cumplir con el Decreto de 25 de mayo de 1900 por el cual “las empresas que superaban los 150 trabajadores, tenían la obligación de establecer una escuela” y, por otra, que “la educación rigurosa y confesional de los hijos de los trabajadores podría impedir la penetración de ideales de clase o revolucionarios en los albores de las organizaciones y sindicatos obreros” ?

Aquellos niños y niñas no sabían que apenas unos años antes algunos militares se habían sublevado contra el Gobierno legítimo de la II República y que la guerra había durado tres años, dejando miles y miles de muertos y que, tras la “depuración” de los maestros del Estado Español – ¡¡¡ hasta 60.000 maestros y maestras fueron eliminados en la purga educativa de los sublevados, buena parte de ellos fusilados contra las tapias de los cementerios !!! -, aquel “Caudillo de España por la Gracia de Dios”, Francisco Franco Bahamonde, dictaba una Ley de Enseñanza Primaria que tenía por objeto entre otras cosas “….Formar la voluntad, la conciencia, el carácter del niño en orden al cumplimiento del deber y a su destino eterno. Infundir en el espíritu del niño el amor y la idea de servicio a la patria, de acuerdo con los principios innovadores del Movimiento» (Artº 1º), y que “La educación primaria, inspirándose en el sentido católico consustancial con la tradición escolar española, se ajustará a los principios del dogma y la moral católicas, y a las disposiciones del derecho canónico vigente” (Art. 5º)

Lo que hoy se denomina como cuarteles de La Sierra, son unas construcciones cuya fundación debe relacionarse con las labores auxiliares de las minas de montaña de Carbones de La Nueva. En el año 1905 existe documentación gráfica en la que ya se observan en pleno funcionamiento estos inmuebles, ajustados a la curva de nivel en el arranque de la ladera por la que bajaba el plano inclinado, de modo que estos edificios fueron construidos antes, como mínimo a comienzos del siglo XX. Cuarteles de La Sierra en La Nueva Langreo Son, por tanto, unos edificios industriales incorporados con el tiempo y progresivamente a la oferta residencial de la empresa. Así, parte de estas cuadras no se transformaron en vivienda hasta la época de los cuarenta del s.XX, cuando ya funcionaban unas dependencias nuevas más amplias para albergar a los animales.


Los Cuarteles de La Sierra en La Nueva 
son algunos de los edificios industriales incorporados con el tiempo y progresivamente a la oferta residencial de la empresa. Así, parte de estas cuadras no se transformaron en vivienda hasta la época de los cuarenta del s.XX, cuando ya funcionaban unas dependencias nuevas más amplias para albergar a los animales.

Pero, además de las asignaturas de lectura, geografía, aritmética, geometría y la historia de España y las dos asignaturas confesionales de historia sagrada y doctrina cristiana, también era obligatorio acudir al catecismo y una vez al mes se reunía a todos los niños y niñas para realizar un examen, cuyos resultados eran enviados a los patronos para su análisis. Por supuesto, era injustificable la ausencia a la misa de los domingos y fiestas de guardar que se celebraba en la iglesia del poblado minero, así como la imposición de un sinfín de prácticas piadosas, misas, primeros viernes, rosarios, viacrucis, ejercicios espirituales, meses de María, sabatinas, jaculatorias, himnos de Acción Católica, ofrendas de desagravio al sagrado corazón, y todo tipo de parafernalias… Lo que sí veían a diario aquellos niños y niñas era la foto del personaje que ocupaba un lugar preferente en la pared de la clase flanqueando al crucifijo, aunque tampoco entendían el significado de aquella frase debajo de la foto  donde “el colegio rendía sumisión y obediencia al Caudillo providencial que guía sin igual destreza la nave de la patria”.

Castillete del Pozo San Luis de La Nueva, en la actualidad transformado en el ECOMUSEO VALLE DE SAMUÑO.

Castillete del Pozo San Luis de La Nueva, en la actualidad transformado en el ECOMUSEO VALLE DE SAMUÑO.

Como ha quedado dicho en otros capítulos de la serie sobre la minería asturiana, el problema de la vivienda era acuciante, especialmente cuando en los inicios del siglo XX, comenzaron a llegar varias oleadas de gente procedente, no sólo de municipios asturianos, sino de otros lugares como Galicia, Andalucía, Extremadura, Castilla o Portugal, extendiéndose el poblamiento urbano del fondo de valle a las pocas áreas no ocupadas por las instalaciones mineras y las infraestructuras. De la fase anterior a la construcción del pozo vertical son los Cuarteles de La Nueva (seis viviendas) y los Cuarteles de La Sierra (diecisiete viviendas), aprovechando solares liberados que la empresa aprovechó para reutilizar como viviendas para los mineros y la construcción de otros equipamientos como la iglesia o la cuadra de las mulas, siendo la principal realización de Carbones de La Nueva en materia de vivienda los Cuarteles de Uría, construidos en la segunda mitad de la década de los cincuenta, a las que hay que sumar las dos viviendas para empleados en Ciaño, mostrando perfectamente las diferencias entre las categorías profesionales, haciendo un total de 32 viviendas que en absoluto paliaban el problema de la vivienda, hasta que la empresa desvió las eventuales soluciones de la vivienda a la iniciativa estatal que levantaba varios grupos de viviendas en Langreo, tales como las barriadas de San Antonio, San Esteban o Pompián en Ciaño, o hacia la barriada de La Juécara, en Sama.  

ECOMUSEO VALLE DE SAMUÑO

ECOMUSEO VALLE DE SAMUÑO

En la actualidad, como figura en el encabezaiento del capítulo, las antiguas instalaciones mineras en torno al Pozo San Luis de La Nueva, ha quedado transformado en lo que se conoce como el Ecomuseo del Valle de Samuño, inaugurado en junio de 2013 y financiado a cargo de los Fondos Mineros. Un complejo museístico del Ayuntamiento de Langreo formado por tres elementos: la estación de El Cadavíu, el tren minero y el Pozo San Luis de La Nueva. La estación de El Cadavíu, a kilómetro y medio del centro urbano de Ciaño, es el centro de recepción de visitantes del Ecomuseo Minero y punto de partida del recorrido en tren.

La visita al Ecomuseo Minero comienza con el viaje en tren, y el tren asciende por el estrecho valle, donde convive el verde y espléndido paisaje natural de la región, con la huella que ha dejado la actividad minera después de más de un siglo de extracción, pero antes de adentrarse en las entrañas de la mina, se pueden contemplar elementos mineros de la zona, como el túnel y bocamina La Trechora y el pozo Samuño.

Tren minero desde la estación de Cadaviu hasta el Pozo San Luis de La Nueva.

Tren minero desde la estación de Cadaviu hasta el Pozo San Luis de La Nueva.

Después de un kilómetro y cien metros de recorrido en superficie, el tren deja la luz natural y la mina lo absorbe por completo: acaba de entrar al Socavón Emilia, un antiguo transversal minero de novecientos ochenta metros longitud que desemboca en la primera planta del pozo San Luis, a 32 metros de profundidad, y que constituye el mayor recorrido ferroviario subterráneo, por una mina real, existente en España.

A lo largo de este kilómetro, el visitante conoce entre otras cosas, el sistema que sostenía las profundas galerías, el método utilizado para arrancar y transportar el carbón, los riesgos y condiciones de trabajo tenían los mineros, los aspectos técnicos mineros relativos a evacuación de las aguas, ventilación, sostenimiento y la propia iluminación. El recorrido en tren termina al final del socavón, en el embarque de la primera planta del pozo San Luis, a treinta y dos metros de profundidad. Un ascensor, que evoca las antiguas jaulas mineras, saca a la superficie a los pasajeros a través de la caña del pozo. Y una vez fuera, se visita el conjunto de edificios que forman el pozo San Luis, salvo el edificio de la antigua central de subestación eléctrica, conocida por “el submarino” porque albergaba un grupo electrógeno que procedía de un submarino, el cual sería demolido por el ayuntamiento en 1991, en una decisión nada acertada teniendo en cuenta el conjunto del que formaba parte y que con la construcción del Ecomuseo y tren minero del Valle de Samuño nos lo confirma.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


EL MONTE SACRO DE CARBON

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Las instalaciones del pozo se encuentran enclavadas en La Foz, localidad perteneciente al término municipal de Morcín, justo en el límite con el vecino concejo de Riosa, bajo el cual se extienden sus galerías.

Las instalaciones del pozo Monsacro se encuentran enclavadas en La Foz, localidad perteneciente al término municipal de Morcín, justo en el límite con el vecino concejo de Riosa, bajo el cual se extienden sus galerías.

Hablar de Riosa es hablar de carbón, y hablar de carbón es hablar de la mayor reserva minera coquizable de Asturias, con una superficie de cincuenta kilómetros cuadrados, que abarca la totalidad del Concejo de Riosa que tiene 45 Km cuadrados y solamente los bordes norte y noreste, en el Concejo de Morcín, de unos 5 km cuadrados. Y fue allí, en La Foz, localidad perteneciente al término municipal de Morcín, donde se levantó el majestuoso e imponente castillete del pozo minero a modo de guardián de la gran mole del Monsacro, la montaña sagrada, lugar simbólico y espacio legendario a la que se ha acomodado  la milenaria actividad minera que marcaría la vida de los concejos de Morcín y Riosa, participando en la etapas históricas claves de la región asturiana, desde los orígenes legendarios hasta la etapa industrial, suministrando carbón, primero para la fábrica de armas de Trubia, y más tarde para la empresa nacional de Ensidesa y las térmicas, hasta su cierre en enero de 2015.

el 24 de abril de 1846 comienzan los trabajos de explotación en Porció (Riosa). Así lo refleja D. Juan de Dios De la Rada y Delgado en su libro "Viaje de de ss. MM. y AA. por Castilla, León, Asturias y Galicia verificado en el verano de 1858", publicado en 1860, (pag. 410, al final): "La explotación de las minas de Riosa, que producen el combustible de que se surte el establecimiento, dio principio en 24 de abril de 1846."

El 24 de abril de 1846 comienzan los trabajos de explotación en Porció (Riosa), tal y como  lo refleja D. Juan de Dios De la Rada y Delgado en su libro “Viaje de de ss. MM. y AA. por Castilla, León, Asturias y Galicia verificado en el verano de 1858”, publicado en 1860, (pag. 410, al final): “La explotación de las minas de Riosa, que producen el combustible de que se surte el establecimiento, dio principio en 24 de abril de 1846.”

Una de las primeras referencias  a los criaderos de carbón de Riosa es la realizada  en el año 1836  por  D. Guillermo Schultz, a la sazón Inspector del Distrito de  Asturias y Galicia, cuando en su “Informe sobre el estado actual de algunas minas de carbón de hulla de Asturias”, llega a concederles tal grado de importancia que recomienda la conexión de los carbones por vía férrea a la red general. De esa manera, de acuerdo con el brillante y minucioso trabajo de la historiadora, Mercedes Fernández, plasmado en su reciente libro “De la Corona a los accionistas anónimos”, los primeros pasos para el inicio de la explotación riosana – Minas de Porció -, habría que situarlos en el año 1842, en la que la empresa Becdelievre y Compañía, solicitaba una serie de concesiones mineras en los Concejos de Morcín (inscrip. 170) y Riosa (inscrip. 171). Incluso La Ley de Minas de 1849, al referirse a las Minas del Estado, hace  mención de las Minas de carbón de Riosa, utilizadas para suministrar combustible a la Real Fábrica de Cañones de Trubia, estableciendo restricciones a los particulares, en el sentido que, en su perímetro, nadie podía hacer calicatas o exploraciones.

Por aquel entonces, allá por el año 1840, era reorganizada la producción armamentística nacional por la Hacienda pública, como consecuencia del desabastecimiento del ejército y la Marina, lo que propició la reactivación de la abandonada factoría de Real Fábrica de Municiones y Armas Portátiles, con el encargo de fabricar piezas de artillería de hierro fundido, y en mayo de 1844 se ponía en marcha la referida fábrica, bajo la dirección del teniente coronel Francisco Antonio de Elorza y Aguirre.

Hornos de cok de Porció (1845-1850)

Hornos de cok de Porció (1845-1850)

Desechada la ubicación de los hornos en la cuenca de Langreo, debido a la más baja calidad de sus carbones coquizables así como el transporte fluvial, la factoría trubieca solicita  la concesión del referido “COTO RIOSA-MORCIN”, que obtiene por ley, dando comienzo el 24 de abril de 1846 los trabajos de explotación en Porció (Riosa), tal y como queda reflejado en el libro de  D. Juan de Dios De la  Rada y Delgado  “Viaje de  de ss. MM. y AA. por Castilla, León, Asturias y Galicia verificado en el verano de 1858”, publicado en 1860, (pag. 410, al final): “La explotación de las minas de Riosa, que producen el combustible de que se surte  el establecimiento, dio principio en 24 de abril de 1846.” De esta manera quedaba muy claro que la explotación minera del yacimiento de Porció nacía vinculada al Estado.

Tabla de calorías de los carbones asturianos...

Tabla de calidades de los carbones asturianos utilizados por la Fábrica de Trubia…

El transporte del mineral a la factoría de Trubia se realizaba en carretas, por los malos caminos de La Cobarriella, La Cruz, Cardeo, El Vallín, La Piñera, Peñerudes, Llavariegos, Puerto, Caces y Trubia hasta completar los 15 Kilómetros de distancia, con una duración por viaje de siete horas ida y otras siete la vuelta y un precio de 20 pesetas por carga de 30 arrobas, pero aquello salía muy caro, hasta el extremo de que el precio del transporte era superior al del carbón. Ya en los finales del siglo XIX se llegó a instalar un cable aéreo de accionamiento mecánico que llevaba la producción hasta la fábrica de Trubia, pero la capacidad de transporte seguía siendo mínima y el Estado decidió la venta de las minas, haciéndose cargo varias compañías con escaso éxito, hasta que en 1914 se hace cargo la Sociedad Hulleras de Riosa, bajo la presidencia de José Sela y Sela, para iniciar una época de expansión y de aumento en la productividad, facilitada por la construcción del ferrocarril minero a La Pereda.

Cargaderos de carbón de Hullera de Riosa en La Foz de Morcín

Cargaderos de carbón de Hullera de Riosa en La Foz de Morcín

En efecto, la empresa bajo la dirección del ingeniero de Minas, Luis Álvarez Fueyo, además de llevar a cabo una mejora y ampliación de las instalaciones, especialmente en el apartado del transporte, así como la necesaria reforma en el lavadero y la subestación eléctrica para cada una de las instalaciones que recibían la energía de Electra del Viesgo en su central productora de Santa Cruz de Mieres, afrontaría la mayor de las inversiones en el tendido del nuevo ferrocarril de La Foz a La Pereda, con una longitud de 8 kilómetros y un ancho de vía de 750 mm, ideado en 1914 y concluido en 1920, para ser inaugurado y legalizado un año más tarde, después de haber perforado 11 túneles en la dura caliza, y ejecutar los necesarios muros de sostenimiento, con un coste final de 4 millones de pesetas.

La primera locomotora encargada de transportar el carbón desde las tolvas de La Foz hasta el lavadero de La Pereda, en 1921, fue la denominada como La Foz, y dos años más tarde se incorporaría una segunda, La Loredo, cuyo estreno fue todo un acontecimiento, siendo bautizada con sidra mientras se atronaba el cielo con grandes explosiones de “volaores”. Posteriormente ya se fueron incorporando otras máquinas con nombres tan sonoros como La Pereda, La Santa Bárbara y La Mariona, o La Riosa y la César de vía ancha en La Pereda.

Trazado del Ferrocarril de la Sociedad Hulleras de Riosa...

Trazado del Ferrocarril de la Sociedad Hulleras de Riosa…

Así llegamos al 28 de julio de 1950, cuando tiene lugar la creación de la empresa estatal ENSIDESA, en la localidad asturiana de Avilés, precisando de un abastecimiento regular de combustible para los altos hornos, que en aquellos momentos se pretendía lograr dentro de la región y sin la necesidad del transporte marítimo, o sea por ferrocarril y en un radio corto.

Aunque hubo contactos con los propietarios de La Camocha, en Gijón, éstos no prosperaron, dirigiéndose las negociaciones con la Sociedad Hulleras de Riosa, logrando su compra por la cantidad de 30 millones de pesetas, que se consideró excesivo y muy superior al valor real de las acciones. Además del elevado coste pagado por el Estado para dar servicio a la planta de la siderurgia integral de Ensidesa, había que añadir otros costes en inversiones necesarias que elevaban la cantidad  hasta los 45 millones de pesetas. Evidentemente, estos cálculos hacían desaconsejable la operación desde una perspectiva estrictamente económica pero la operación siguió adelante, al primar criterios estratégicos, tales como la garantía en el suministro de hulla coquizable como mecanismo de defensa y seguridad ante un mercado inestable, garantizando la independencia respecto de las importaciones, en pro del “interés nacional”.

Profundización del Pozo Monsacro en La Foz de Morcín...

Profundización del Pozo Monsacro en La Foz de Morcín…

Tras una breve etapa en que se mantienen los Sela, Santos y Figaredo en el consejo de administración, con un gerente impuesto por el INI (ingeniero de minas Félix Aranguren Sabas), en noviembre de 1952 se define ya un nuevo consejo de administración con presencia mayoritaria de personal vinculado al INI, abriéndose entonces un proceso de liquidación de Hulleras de Riosa que concluirá en diciembre de 1957 con la disolución de la antigua sociedad y la adjudicación definitiva de su patrimonio a favor de ENSIDESA, decidiendo una de las tareas más importantes a realizar como era la profundización y puesta en marcha del Pozo Monsacro en terrenos de La Foz de Morcín, que iba a permitir acceder a niveles bajo el nivel del valle por primera vez en la historia del yacimiento en cuestión, a la vez que se iniciaba la construcción de las tolvas de La Foz para cargar los trenes y, de forma casi inmediata, el abandono de la batería de cok de La Pereda, en abril de 1955,  siendo sustituida por otra construida en Avilés, a pie de la central térmica y los altos hornos, donde se transformaría la producción del carbón procedente del coto minero Morcín-Riosa.

En cuanto a la profundización del pozo Monsacro, las obras serían adjudicadas en setiembre de 1953 a la empresa Entrecanales y Távora, comenzando los trámites para adquirir la máquina de extracción a GHH y Brown  Boveri en el verano de 1954, de tal manera que en junio de 1959 era colocado el castillete y en el segundo semestre del año comenzaba a extraer la producción regular del pozo.

Castillete del Pozo Monsacro en La Foz de Morcín.

Castillete del Pozo Monsacro en La Foz de Morcín.

Tal y como hemos visto, la evolución de la minería riosana está directamente relacionada con la minería del carbón mediante pisos de montaña, de tal manera que, mientras este tipo de minería tuvo una especial incidencia en la modificación de las condiciones naturales  a través de la acumulación de estériles (escombreras) y la apertura de trincheras ferroviarias en las laderas, sin embargo, no adquirió relevancia alguna en cuanto al poblamiento, siguiendo éste circunscrito a las aldeas preindustriales diseminadas por las laderas limítrofes del coto minero Morcín-Riosa. En cambio, la minería mediante pozo vertical, caso concreto del pozo Monsacro, iba a introducir necesariamente cambios de orden estructural, no sólo desde el punto de vista de la propia envergadura de los nuevos espacios industriales ligados al carbón, sino y, sobre todo, al mayor número de efectivos humanos necesarios para el proceso productivo – el pozo Monsacro llegó a superar el número de mil trabajadores en su plantilla -, siendo la solución el ir configurando progresivamente el poblado, mediante la dotación de alojamientos para los obreros y de nuevos equipamientos, como los grupos de viviendas construidos en La Prunadiella y L’Ará, en Riosa, o  Las Mazas, en Morcín, en torno a quinientas viviendas.

Colominas de L' Ará en Riosa, construidas para alojar a los mineros del Pozo Monsacro...

Colominas de L’ Ará en Riosa, construidas para alojar a los mineros del Pozo Monsacro…

En estas condiciones se llega al año 1969, cuando el antiguo coto hullero de Morcín-Riosa quedaba integrado en la empresa pública Hunosa, creada mediante  mediante decreto en marzo de 1967 con el concurso del INI y la aportación de varias empresas mineras que se unieron inicialmente a su accionariado y fue incorporando negocios como el de Monsacro, que era excepcional por pertenecer ya al Estado,  quedando integrado en el Grupo San Nicolás, junto con Nicolasa y Olloniego. La integración en Hunosa supuso el abandono y desmantelamiento del ferrocarril entre La Foz y La Pereda, optando por transportar el carbón bruto por carretera en camiones hasta el lavadero del Batán, en Mieres, empleando las mismas tolvas hasta que fue instalada  una cinta transportadora interior que extrae la producción del Monsacro a través de la quinta planta de Nicolasa. De esa manera, con fecha 31 de diciembre de 2014, el gobierno del Partido Popular ponía fin a más de 160 años de tradición minera con el cierre administrativo del Pozo Monsacro, dando con ello cumplimiento al plan de cierre de las explotaciones mineras que en su día iniciara el gobierno felipista del PSOE, dejando en los concejos de Morcín y Riosa, la miseria, el paro y una total incertidumbre en cuanto a su futuro se refiere.

Coto minero Morcin-Riosa desde L'Aveduriu...

Coto minero Morcin-Riosa desde L’Aveduriu…

Como dato estadístico parejo al desarrollo y posterior declive de la minería, cabe señalar que la población de Morcín llegó a alcanzar en 1960 los 4.280 habitantes hasta 2.866 que tiene en la actualidad, o de los 3.003 vecinos de Riosa hasta sus 2.140 actuales, agravado por un galopante envejecimiento de su población y la falta de oportunidades laborales para la juventud que nos indican muy claramente que  esta inercia de pérdida de población se prolongue año tras año.

Es decir, muerta la minería del carbón por la vía de la mal llamada reconversión, y en medio de la fase galopante de desmantelamiento y emigración de nuestros jóvenes en la que se hayan inmersas nuestras comarcas mineras, el antiguo pozo Monsacro deja en el coto hullero Morcín-Riosa el mismo paisaje lunar que hoy define concejos enteros como Mieres, Langreo, Laviana o Aller: ruinas industriales a base de castilletes, bocaminas, chimeneas, lavaderos o naves vacías. Esqueletos de ladrillo, hormigón y acero que en sus mejores tiempos alimentaban a casi el 85% de los trabajadores locales. Todo en medio de una desesperación latente ante problemas acuciantes de paro, despoblación y ante un futuro negro –y no a base de carbón, precisamente– que llamaba a la puerta, y que hoy certifica la caída en picado de los índices de población, tanto activa como residente, en municipios como Morcín y Riosa.

El Museo de la Lechería y el Queso de La Foz de Morcín es un fantasma que nunca se inaugurará y una dolorosa muestra del fracaso de las medidas de reactivación aplicadas en las cuencas mineras tras el cierre de los pozos. Las obras costaron un millón de euros de fondos mineros y terminaron hace diez años, pero el edificio no sirve para el uso previsto y se le busca otro. Goteras, oxidaciones e inundaciones dan fe de su progresivo deterioro.

El Museo de la Lechería y el Queso en La Foz de Morcín es un fantasma, una dolorosa muestra del fracaso de las medidas de reactivación aplicadas en las cuencas mineras tras el cierre de los pozos. Las obras costaron una millonada de euros de fondos mineros y terminaron hace diez años, pero el edificio no sirve para el uso previsto y se le busca otro. Goteras, oxidaciones e inundaciones dan fe de su progresivo deterioro…

Paradojas de la vida, estos concejos mineros se han visto forzados a mirar hacia atrás para intentar salir adelante. Enterrada la explotación de la hulla y con el queso afuega’l pitu como producto artesanal local por antonomasia, estos municipios de la montaña central son todo un ejemplo de lo que cuesta ser a la vez cuenca minera y medio rural en la Asturias del siglo XXI. Esa dicotomía, la de tirar del pasado para intentar encarrilar el futuro, se da además de bruces con un presente enquistado e inmovilizado. Una vía muerta en toda regla, que encarna el paralizado Museo de la Lechería y el queso de afuega‘l pitu, habilitado en lo que en su día fueron los cargaderos de la empresa minera: casi diez años cerrado, sin dotación ni financiación de contenidos, y con un deterioro patente después de haber gastado la correspondiente millonada de los Fondos Mineros para la generación de un tejido industrial alternativo a la minería. Un fantasma del pasado minero que, como un trasunto del famoso cuento de Dickens, ni soluciona las dudas del presente ni ahuyenta los espectros del futuro.

Antiguas explotaciones de minería de montaña en el coto minero Morcín - Riosa

Antiguas explotaciones de minería de montaña en el coto minero Morcín – Riosa

En estas fechas, tal y como si se tratase de gastarnos una broma, vengo leyendo a través de distintos medios de comunicación que varias empresas pretenden la apertura de hasta tres minas de carbón en Riosa, entre otras cuestiones, porque se trata de un carbón coquizable, y yo no tengo más que preguntarme y preguntar: ¿Acaso el carbón del Monte Sacro no es en su totalidad carbón coquizable? ¿Acaso no estamos hablando del mayor yacimiento minero de carbón coquizable en Asturias? ¿Es posible que estemos asistiendo a una privatización encubierta de lo que en su día fue una empresa “socializada” por la dictadura franquista?

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SOLVAY, MUCHA FRATERNIDAD Y POCA SALUD

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En 1916, Solvay & Cíe., propietaria de las minas de carbón de Lieres, proyectó la perforación de un pozo vertical para alcanzar las capas más profundas del yacimiento, que hasta entonces se había explotado mediante los diversos pisos de la mina de montaña que la sociedad La Fraternidad venía beneficiando desde 1892, y que a partir de 1903 pasaron a pertenecer a la empresa belga.

En 1916, Solvay & Cíe., propietaria de las minas de carbón de Lieres, proyectó la perforación de un pozo vertical para alcanzar las capas más profundas del yacimiento, que hasta entonces se había explotado mediante los diversos pisos de la mina de montaña que la sociedad La Fraternidad venía beneficiando desde 1892, y que a partir de 1903 pasaron a pertenecer a la empresa belga.

Corría el año 1892 cuando la Sociedad Especial Minera La Fraternidad comenzaba a explotar los  yacimientos carboníferos de Lieres, en el concejo asturiano de Siero, mediante mina de montaña, y sería el año 1903 cuando la empresa belga SOLVAY, dedicada a la producción de sosa bicarbonatada mediante la acción del amoniaco sobre el agua de mar en su planta cántabra de Torrelavega, adquiría los yacimientos aludidos de carbón, necesarios para llevar a cabo su proceso industrial.

En un principio, la zona elegida reunía todas las condiciones que buscaba aquella multinacional produciendo más de un tercio de la producción mundial de la sosa mundial, con una plantilla en torno a los 20.000 trabajadores, como eran la tradición minera, una distancia prudencial respecto a la industriosa cuenca del Nalón y unas comunicaciones, más o menos aceptables. Sin embargo, las instalaciones de La Fraternidad no llenaban las expectativas productivas, ni por supuesto, sociales de SOLVAY por lo que de inmediato se puso en marcha todo un complejo programa con dos elementos principales: por un lado la producción, cuyo exponente fue la profundización de un pozo vertical para la extracción de las excelentes capas de carbón que había en las entrañas de aquellas tierras, con potencias medias de 1,70 metros que alcanzaban en lugares concretos hasta cinco y siete metros; y por el otro, el espacio residencial representando el mejor ejemplo de las viejas prácticas paternalistas de corte centroeuropeo en un restringido espacio minero.

Pozos Solvay 1 y 2 en el pueblo sierense de Lieres.

Pozos Solvay 1 y 2 en el pueblo sierense de Lieres.

En 1916, Solvay & Cíe., propietaria de las minas de carbón de Lieres, proyectó la perforación de un pozo vertical para alcanzar las capas más profundas del yacimiento, que hasta entonces se había explotado mediante los diversos pisos de la mina de montaña que la sociedad La Fraternidad venía beneficiando desde 1892. Para ello se instaló en 1917 sobre el pozo un castillete de acero roblonado de algo más de 15 metros de altura, servido por una máquina de extracción de vapor, de dos tambores y cable plano.

Tras la instalación a comienzos de los años 40 de una nueva máquina de extracción, la de vapor permaneció en su emplazamiento primitivo, pero se modificó sustituyendo sus tambores por uno cilíndrico, como su cable, empleándose como máquina auxiliar, hasta acabar siendo instalada en el Museo de la Minería de El Entrego.

En 1892 la sociedad La Fraternidad comienza sus labores con Don José Valdés Cavanilles al frente, hijo del famoso botánico D.Antonio José Cavanilles, y con domicilio social en Lieres. Posteriormente sería comprada en 1903 por la sociedad belga con sede en Bruselas Solvay & Cie. Con lo que a partir de este momento la parroquia de Lieres va a sufrir una transformación tanto económica como social que durará todo el siglo XX y que influirá en su población de manera decisiva.

En 1892 la sociedad La Fraternidad comienza sus labores con Don José Valdés Cavanilles al frente, hijo del famoso botánico D.Antonio José Cavanilles, y con domicilio social en Lieres. Posteriormente sería comprada en 1903 por la sociedad belga con sede en Bruselas Solvay & Cie. Con lo que a partir de este momento la parroquia de Lieres va a sufrir una transformación tanto económica como social que durará todo el siglo XX y que influirá en su población de manera decisiva.

Ya en 1942 se comenzó a proyectar la instalación de un nuevo castillete, de 25 metros, que sustituyese al anterior, mediante una estructura inédita en Asturias: Las cuatro patas de apoyo son de acero, con guionaje de madera, mientras que los tornapuntas son de hormigón armado. También hubo de construirse una nueva casa de máquinas, siendo la máquina de extracción elegida  una eléctrica sistema Koepe con motor de c.c. de 365 Kw alimentado por un convertidor Ward-Leonard y, entre los años 1950 y 1952, tendría lugar la profundización de un nuevo pozo, el nº 2, que estaba comunicado con el nº 1 por todas sus plantas, siendo ambos, con sus 780 metros de profundidad, los más profundos de Asturias.

Como ha quedado dicho, la segunda preocupación de Solvay tras su asentamiento en Lieres fue la referida al espacio residencial, comenzando la construcción de viviendas, primero las de los obreros en los llamados cuarteles hasta un número de 108 viviendas, de las que algunas fueron ocupadas por los empleados, hasta que al poco tiempo se inauguraron las seis casas destinadas expresamente a ellos, y algo más tarde las del cuartel de la guardia civil. Los servicios escolares y el círculo recreativo se instalaron en un principio en locales alquilados, trasladándose en torno a 1920 a un tercer cuartel construido, donde ocuparon, respectivamente, tres casas, para pasar más tarde, ya en los años cincuenta, a inmuebles construidos a propósito en el nuevo barrio de La Pedrera.

Las viviendas de Lieres, que se comienzan a construir en 1905, reúnen estas características, aunque no tenían aseos dentro de las viviendas, pero sí por un retrete por inquilino, situado dentro de unas casetas de ladrillo delante del edificio, en el huerto. Estas casetas estaban subdivididas por familia, y cada una de ellas disponía de una letrina, que comunicaba con una fosa séptica que depuraba los residuos antes de arrojarlos al arroyo Campiello. También guardaban en estas casetas las herramientas para el huerto.

Las viviendas de Lieres, que se comienzan a construir en 1905, aunque no tenían aseos dentro de las viviendas, pero sí un retrete por inquilino, situado dentro de unas casetas de ladrillo delante del edificio, en el huerto. Estas casetas estaban subdivididas por familia, y cada una de ellas disponía de una letrina, que comunicaba con una fosa séptica que depuraba los residuos antes de arrojarlos al arroyo Campiello. También guardaban en estas casetas las herramientas para el huerto.

Tanto en el poblado de Campiello para los obreros como en el de La Pedrera para empleados, unos y otros contaban  con parcelas de huerto unifamiliares que permitían autoabastecerse de una parte de los alimentos y compensar así los moderados salarios de la época, no mejores en Lieres que en otras minas asturianas. El barrio más antiguo de Campiello contó, desde que se inauguró el servicio eléctrico, con alumbrado público, y más tarde doméstico. Varias fuentes construidas en la zona de los cuarteles ofrecían un servicio cómodo en el abastecimiento de agua, si bien las casas de empleados, lo mismo que el recinto industrial, dispusieron desde un principio de agua corriente y lavadero particular, en tanto que las mujeres de los obreros debían lavar su ropa en los arroyos de la Riega de las Cabras, hasta que en 1958 Solvay y el Ayuntamiento de Siero construyeron el lavadero público de Gato.

Bonnardeaux, ingeniero de Solvay, se encargó de realizar los trabajos de cambio de emplazamiento desde La Vega de Campiello, su lugar original, a las proximidades de los cuarteles que están en la carretera de Lieres a La Cruz en 1942. La nueva iglesia tiene una sola nave rectangular, y la portada es de cabecera curva con girola con una artística vidriera policromada, donde se representa a San José en el centro con los cuatro evangelistas, dos a cada lado. La portada principal y el pórtico del lado sur son de estilo románico. El lateral derecho de la nave tiene una imagen de Santa Bárbara que lo preside, ya que es la patrona de la minería, y la empresa belga Solvay tiene un componente minero importante.3 La fachada dispone de dos conjuntos de tres columnas cada uno, apoyadas en sendos podios. Sobre estas columnas se apoyan tres arcos de medio punto con ciertos detalles escultóricos. En su fachada este tiene un cabildo, tradicional en este tipo de construcciones. Hay motivos para creer que fue el citado ingeniero el que se ocuparía del diseño, pues se encontraron planos, bocetos, dibujos para las ventanas de vidrieras, etc. Otro detalle es que la portada, de estilo gótico, es una réplica del templo de Saint Adrien sito en Bélgica.4

Bonnardeaux, ingeniero de Solvay, se encargó de realizar los trabajos de cambio de emplazamiento desde La Vega de Campiello, su lugar original, a las proximidades de los cuarteles que están en la carretera de Lieres a La Cruz en 1942. La portada principal y el pórtico del lado sur son de estilo románico. El lateral derecho de la nave tiene una imagen de Santa Bárbara que lo preside, ya que es la patrona de la minería, y la empresa belga Solvay tiene un componente minero importante . Otro detalle es que la portada, de estilo gótico, es una réplica del templo de Saint Adrien sito en Bélgica.

Más de lo mismo ocurría dentro de la misma distinción jerárquica a la hora de construir los aseos en las viviendas. Así, mientras los empleados situados en el vértice de la plantilla disponía de un cuarto de baño completo en sus viviendas, los cuarteles de los mineros, si bien contaban con un retrete por familia, éste se hallaba localizado fuera de las casas, en unas casetas de ladrillo emplazadas en el terreno verde que precedía a la calle de acceso y las fachadas de los cuarteles. Y allí, entre la plaza del pozo  y las viviendas de los mineros, sería construido el Santuario de la Virgen de la Salud de Lieres que la empresa belga mandó construir en 1943 para sus trabajadores, siendo su propio director, el ingeniero Hipólito Bonnardeaux, el autor del proyecto que, por cierto, sería financiado con “una módica cantidad de carbón” extraída de la mina de Solvay.

Esta relación entre la religión y la clase trabajadora, ya se venía practicando en Bélgica desde 1867, casi en paralelo a la fundación de la primera fábrica de Solvay en Couillet, el año 1865, logrando avances en los descansos dominicales, reducción de la jornada laboral, o el pago del salario en especies total o parcialmente, a gusto del trabajador. No obstante, este paternalismo emergente comenzaría a conocerse a la luz del socialismo utópico que despuntaba en las dos potencias industriales de Europa – Gran Bretaña y Francia – durante el segundo tercio del siglo pasado. Concretamente en Bélgica, en cuya capital vivió Carlos Marx unos años, prenderían con fuerza las tesis saintsimonianas y fourieristas entre los reformadores sociales que, a diferencia de quienes interpretaron la revolución del 1848 como un fermento subversivo y peligroso, leían en ella un sentimiento unánime de justicia y reforma social. No obstante, el proteccionismo de los primeros empresarios para con sus trabajadores discrepa del socialismo pionero en la categoría fundamental, la colectivización de los bienes de producción y servicios sociales, tales como la vivienda,  los  comedores o las escuelas entre cada comunidad obrera. Pero, pese a ello, la dotación de estas conquistas sociales que acompañaron a las empresas modelo utópicas constituyeron una práctica aislada del proyecto global de la que se apropiaron los patronos paternalistas.

Los edificios de mayor rango son el chalé del director (1905), las viviendas del médico y del ingeniero en chalés pareados, y finalmente las viviendas para empleados en cuatro casas adosadas, estas dos últimas construcciones de estética similar (1908-1910).

Entre los edificios de mayor rango, aparte del chalé del director (1905), están las viviendas del médico y del ingeniero en chalés pareados, y finalmente las viviendas para empleados en cuatro casas adosadas…

En cualquier caso, el paternalismo empresarial jugó a una doble moral. Aspiró a presentar sus logros como una actitud desinteresada, propia del filántropo laico o del benefactor religioso, pero ocultando tras el aparente bienestar del obrero la tranquilidad del empresario, tanto por efecto de la neutralización de las reivindicaciones laborales de sus trabajadores como por el incremento productivo a que tales medidas protectoras conducían. Instalada la compañía belga en Lieres, entre 1903 y 1910, comenzó a extenderse entre los mineros de la cuenca central asturiana su buena fama como patronal, con un buen trato humano, laboral y social concedido a su personal, que contaba con viviendas de la empresa, servicio médico, escuelas y círculo de recreo, pero el ingreso en su plantilla resultaba difícil, por la rigurosa selección de conducta y capacidad profesional a que se sometía a los aspirantes, hasta el extremo de que, habiendo llegado el 18 de julio de 1957, el gobierno de Franco concedía a la firma Solvay el título de Empresa Ejemplar, después de la petición solicitada por el mismísimo comité de empresa, que subrayaba como valores de la empresa belga los “esfuerzos desarrollados desde hacía 50 años en el aspecto de obras sociales”. Ya en 1962, cuando los mineros asturianos eran el fundamental referente de la capacidad de resistencia popular a los largo de los años sesenta, progresivamente acompañada de la acción de cada vez más numerosas vanguardias de obreros de las zonas industriales contra la dictadura franquista, nuevamente era distinguida la firma Solvay por el Instituto Nacional de Previsión, esta vez como Empresa Modelo en Seguridad Social. Era el fruto de una labor proteccionista sostenida durante más de medio siglo, ahora reconocida por un régimen político especialmente proclive también a las prácticas paternalistas y populistas.  Eso sí, en Solvay, las viviendas debían de ser abandonadas por los trabajadores cuando fallecían o les llegaba la hora de jubilarse o pensionarse, con la excepción de sus “empleados” que, además de disponer de vivienda, suministro de agua y luz gratuitos, sus viudas podían permanecer en las casas hasta que lo estimaran oportuno.

Cuarteles del Poblado Minero de Solvay para viviendas de los trabajadores

Cuarteles del Poblado Minero de Solvay para viviendas de los trabajadores

El ocio de los trabajadores, piedra angular, junto con la educación escolar y religiosa, del fomento de conductas pacíficas y acríticas por parte del patrón, no faltó tampoco en la mina de Solvay en Lieres, estableciendo para ello la creación de centros sociales donde controlar el ocio y la ideología de sus productores, los cuales no funcionaban sino como verdaderos instrumentos  de adiestramiento y tutela, complementario de los ejercidos desde las escuelas con los hijos de los trabajadores, futuros productores. El círculo recreativo, integrado por café y cine, ocupó primero un local alquilado, trasladándose posteriormente a uno de los cuarteles y posteriormente, a partir de 1954, al nuevo edificio edificado a propósito en el poblado de La Pedrera. La instalación de un café de la empresa pretendía evitar que el personal acudiera a las tabernas de los alrededores, y sobre todo controlar su consumo de alcohol, junto con la visita a los prostíbulos considerados los principales enemigos del empresario, en cuanto que mermaban la capacidad productiva del obrero. Sin embargo sería el cine instalado en el centro social el que triunfaría en la programación de tiempo libre de los trabajadores y sus familias.  Por si faltaba algo, la empresa conseguiría del Ministerio de la Gobernación su propia dotación fija del cuerpo de guardia civil que acabara con la dependencia del destacamento asentado en el pueblo sierense de Carbayín, construyendo para él una casa cuartel en el barrio de La Pedrera.

Línea situada en Lieres dispuso de una vía de 600 mm uniendo la Mina del Pielgón con la de Campiello, enlazando las instalaciones desde el depósito de Lieres con las de Rianes mediante vía métrica hasta la línea del ferrocarril de Oviedo a Llanes.

Línea situada en Lieres dispuso de una vía de 600 mm. uniendo la Mina del Pielgón con la de Campiello, enlazando las instalaciones desde el depósito de Lieres con las de Rianes mediante vía métrica hasta la línea del ferrocarril de Oviedo a Llanes. (Locomotora Solvay  núm-2)

Uno de los problemas más importantes que tenían las minas de La Fraternidad fue la ausencia de una vía de comunicación para evacuar su producción hullera a los centros de consumo, aunque las expectativas de solucionar la situación eran óptimas, ya que, por un lado, la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias estaba construyendo una línea desde Oviedo hasta Llanes con el Cantábrico y, así, llegar hasta Santander, y otro el de la “línea trazada” de la Compañía de los Ferrocarriles de San Martín-Lieres-Gijón-Musel, proyecto que nunca llegó a realizarse, debido al agotamiento económico en las inversiones, sin que la línea de Económicos continuare avanzando a buen ritmo hacia Llanes por lo que Solvay, viendo cómo se acercaba la hora de abrir la fábrica de Torrelavega, para cuyo funcionamiento necesitaba del carbón de Lieres, iniciaba los trámites para comunicar las minas con la estación de Económicos que llegaba a Llanes en el año 1905, para enlazar con Santander, de tal manera que Solvay dejaba resuelto el problema de su factoría de Torrelavega con el abastecimiento de sal procedente de Cabezón de la Sal y del carbón de Asturias, por la misma línea férrea.

Pozo Siero de Hunosa.

Pozo Siero de Hunosa.

En 1973 la multinacional SOLVAY & CÍA daría  entrada en su negocio hullera al empresario minero González y Díez, propietario de las minas de Antracitas de Tineo, pasando a controlar éste el 51 por ciento del accionariado en la empresa que pasaría a llamarse Minas de Lieres (MILSA), pero en 1986, adelantándose a la crisis generada por la integración de España en la Comunidad Económica Europea, decide apostar por las empresas de Torrelavega y Suria en Cataluña, vendiendo simbólicamente su participación en Minas de Lieres a González y Diez, quedando éste como único accionista y propietario del pozo. Por aquel entonces, concretamente en el año 1975, Solvay ya había apostado por el fuel-oil y el petróleo para sustituir al carbón en su planta de Torrelavega.

Sería el año 1994, cuando después de unas muy oscuras negociaciones entre el gobierno felipista del PSOE y sus pandilleros somáticos, se acepta la integración de Minas de Lieres en Hunosa a cambio del cierre del Pozo Santa Bárbara de Turón, quedando las instalaciones rebautizadas como “Pozo Siero” en un proceso, todo él preñado de corrupciones y burlas a las exigencias  que venían desde Bruselas y que se materializaron con el cierre del pozo en diciembre de 2001 ante la casi indiferencia social por la explotación y más aún por las amenazas que se cernían sobre el patrimonio. Ante la negligencia de los famas, que hicieron papel mojado de la Ley de Patrimonio, y ante el silencio cómplice de los cronopios que en otras ocasiones habían dedicado sus sensibilidades a las minas de Lieres, la centenaria plaza del histórico pozo fue arrasada, dejando sólo los dos castilletes como mudos y descontextualizados testigos.

¡¡¡ la destrucción !!!

¡¡¡ la destrucción !!!

A la fecha de hoy, la herida abierta por el desmantelamiento de la explotación de Solvay en enero de 2001 aún no ha dejado de sangrar en una parroquia que, desde entonces no hace más que perder población, a pesar de ser uno de los pueblos mejor comunicados de la región asturiana, pero la triste realidad que desde esa fatídica fecha fueron todo palabras y falsas promesas en torno a una parcela  de 70.000 metros cuadrados, de los que 50.000 son aprovechables como suelo industrial, según el plan aprobado por el ayuntamiento de Siero.

Es decir, que después de tanta Fraternidad para industrializar este país, dejando atrás un montón de viudas, huérfanos y lisiados de los accidentes mineros, amén de las escombreras y los territorios hundidos por los efectos de las explotaciones mineros, tampoco la Salud se ha hecho mucho de notar, a pesar de todos los esfuerzos de la iglesia y sus feligreses por hacer de la virgen su milagrosa salvadora.

ANTON SAAVEDRA  

 

 

 

 

EL SILENCIO DE LOS POZOS TERRERON Y MOSQUITERA

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Bocamina de Mosquitera con la placa que se conserva

Bocamina de Mosquitera con la placa que todavía se conserva

A la hora de adentrarnos en los pozos Terrerón y Mosquitera o Mosquitera II y Mosquitera I hay que remontarse al año 1844 para referirnos a la boca de la mina Mosquitera, la cual sería concedida en 1868 a una compañía formada por las sociedades D’Eichtal, Marqués de Guadalmina y Barón del Castillo de Chirel y otros en los que aparecía incluso algún miembro de la familia imperial rusa.  Posteriormente, las minas del Coto Mosquitera pertenecieron a la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias la cual fue absorbida en 1906 por Duro Felguera, y allí, muy cerca de la desembocadura del arroyo La Braña, la Duro-Felguera sería la encargada de profundizar dos  pozos: el primero – Mosquitera I – iniciado en noviembre de 1927 y terminado en 1929, mientras que el segundo – El Terrerón – se iniciaba en 1942 siendo puesto en producción en 1946.

El dictador Franco vitoreado con el saludo fascista en la plaza del Pozo Mosquitera en la localidad langreana de Tuilla, el 20 de agosto de 1946

El dictador Franco vitoreado con el saludo fascista en la plaza del Pozo Mosquitera, el 20 de mayo de 1946

Por cierto, una fecha coincidente con la visita del dictador Franco a la región asturiana, el 20 de mayo de 1946, que iniciaba en las instalaciones de Duro Felguera una apresurada visita por las cuencas mineras, siendo vitoreado por un multitudinario público concentrado en la plaza del pozo Mosquitera, muy cerca donde la empresa había instalado un campo de concentración y de explotación de mano de obra esclava para asentar su poder, y sin embargo tan silenciado hasta la fecha. Sí, he dicho campos de concentración, no centro de prisioneros, ni depósitos, ni campamentos, ni colonias, ni los eufemismos que solo pretenden esconder o atemperar una realidad, como fue la existencia en España de de 188 campos de concentración donde a los prisioneros republicanos se les internaba, reeducaba, torturaba, aniquilaba ideológicamente y preparaba para formar parte de la enorme legión de esclavos que construyeron y reconstruyeron infraestructuras estatales, como parte del castigo que debían pagar a la “verdadera” España, por haber ingresado las filas de una supuesta “anti-España”, a los cuales nos referiremos muy ampliamente a lo largo del presente capítulo dedicado a los pozos de Mosquitera.

Pozo Mosquitera I, perteneciente al concejo de Siero.

Pozo Mosquitera I, perteneciente al concejo de Siero.

Como ha quedado dicho, el Pozo Mosquitera I, siendo el más viejo del coto, con una profundidad de 566 metros hasta su 8ª planta, sin embargo, la reconversión realizada por Hunosa en 1973 lo transformó en el más moderno, al ser sustituido su castillete por una moderna torre de extracción del mineral, aunque con fecha 22 de diciembre de 1989, un dramático incendio en la séptima planta debido a la quema de la cinta tansportadora de carbón, causando la muerte de cuatro trabajadores de la subcontrata Expenor en HUNOSA, forzaría el cierre de la explotación. A su lado sería profundizado el pozo Mosquitera II, conocido por El Terrerón, con una profundidad de 480 metros y 4,5 metros de diámetro en su brocal, que haría las veces de auxiliar a la vez que productor de carbón para los altos hornos de Duro-Felguera, siendo clausuradas sus instalaciones en el año 1988.

Una de las innovaciones del coto Mosquitera, ya bajo la dirección del ingeniero madrileño Luis Adaro y Magro, sería la instalación del primer lavadero de Asturias, fabricado por la casa alemana Humboldz, en sustitución de los viejos “mojaderos” que venían funcionaban en Asturias desde 1880, a la vez que  liberaba a las mujeres de aquellos penosos trabajos, así como el arrastre de los vagones por caballerizas, lo que supuso toda una innovación tecnológica en aquellos tiempos en los que vio la necesidad de impulsar la implantación de sistemas mecánicos en las minas asturianas de carbón, cuya tecnología se encontraba totalmente obsoleta.

Torre de extracción sobre el pozo Mosquitera I, en el concejo de Siero

Torre de extracción sobre el pozo Mosquitera I, en el concejo de Siero

Pero sería injusto silenciar a Luis Adaro en su gran labor innovadora en la cuenca del Nalón, cuando presentó en Madrid su brillante “Informe sobre la fusión de minas y creación de una fábrica metalúrgica en Asturias” que sería el histórico precedente de la creación de Ensidesa muchas décadas después.

Así convenció a los propietarios de las minas “Mosquitera”, “La Justa” y “María Luisa” para fusionarlas, aunque no logró que secundasen su estrategia industrial los hermanos Herrero con sus minas de “Santa Ana”, aunque sí se realizó en 1906, porque la razón siempre se impone a la tozudez de quienes no veían llegar los nuevos tiempos y la necesidad de superar la era de los chamizos con la concentración de las minas de carbón.

Es un monumento proyecto de Coullaut Valera, de concepción sencilla y de traza elegantísima. Apoyado sobre una gradería cuadrada de piedra caliza se levanta un fuste compuesto de portadas y rollizos de entibación de mina para sostener un basamento de mármol amarillento veteado, con guirnaldas de bronce, que se corona con el busto, de mármol altísimo de Carrara, del que fue iniciador, fundador y organizador de vastísimas empresas que tan grande prosperidad han dado a Asturias. En la portada frontera del fuste asoma una vagoneta dispuesta a volcar su contenido de carbón sobre la escalinata, donde se asienta una gentil figura de Asturias, simbolizada en una aldeana que recoge en airosa postura la riqueza creada por Adaro. La concepción y la factura de esta estatua tan elegante y tan representativa, dentro de su sencillez, constituye el motivo principal de este monumento, que realiza todo él paz y trabajo, estudio reposado y actividad industrial, madurez de pensamiento y ejecución metódica; autoridad arriba indiscutible, en la frente serena de D. Luis, que allí donde estaba presidía siempre; disciplina apacible abajo, en la entidad realmente productora, el pueblo astur de tan brillantes cualidades. Figura la siguiente inscripción: Inscripción: Varón justificado / ingeniero eminente / geólogo esclarecido impulsó con su dirección / y fomentó con su consejo el desarrollo industrial de Asturias.

Monumento a Luis Adaro en el Parque Dorado de Sama de Langreo, proyecto de Coullaut Valera, de concepción sencilla y de traza elegantísima. Apoyado sobre una gradería cuadrada de piedra caliza se levanta un fuste compuesto de portadas y rollizos de entibación de mina para sostener un basamento de mármol amarillento veteado, con guirnaldas de bronce, que se corona con el busto, de mármol altísimo de Carrara, del que fue iniciador, fundador y organizador de vastísimas empresas que tan grande prosperidad han dado a Asturias. .
 Inscripción: “Varón justificado / ingeniero eminente / geólogo esclarecido impulsó con su dirección / y fomentó con su consejo el desarrollo industrial de Asturias”.

Nadie podría entender el espectacular desarrollo industrial asturiano en la segunda mitad del siglo XIX sin referirse a Luis Adaro y Magro (1849-1915), uno de aquellos “sabios” emprendedores que, en un ambiente social similar al que vivimos en la actualidad debido a la mediocridad y miopía de nuestros actuales gobernantes, con una fe ciega en el progreso emplearon todos sus conocimientos y su dinero en la creación de un nuevo tejido industrial en Asturias, no sólo desde la instalación de los primeros lavaderos de carbón, la integración del carbón y el acero en la fábrica siderúrgica de Duro-Felguera, o la salida del producto a los mercados por tierra y mar, con las mejoras en el Ferrocarril de Langreo y la construcción del puerto del Musel, sino por sus iniciativas en favor de los derechos de los trabajadores, con la creación de la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias – todo un antecedente de los seguros sociales -, o la construcción del Sanatorio Adaro en Sama de Langreo para curar debidamente sus dolencias y enfermedades.

La profundización de los pozos mineros y la influencia de la fábrica siderúrgica de Duro-Felguera, empresa que fue absorviendo la mayoría de las explotaciones mineras ubicadas en la vega del Nalón a lo largo de los concejos de Langreo y San Martín del Rey Aurelio, explica el rápido crecimiento del empleo y la concentración del mismo en grandes centros de trabajo, creando condiciones para el desarrollo sobre los espacios libres de una urbanización más o menos continua que dio lugar a distintos núcleos, cinco de los cuales, Tuilla, Sama, La Felguera, Lada y Carbayín, flanquean el espacio de los Pozos Mosquitera y Fondón, entre otras empresas mineras del concejo, como Langreo y Siero o Carbones de Langreo.

Fue un lugar muy próspero con el auge del carbón, llegando a tener unos 5.000 habitantes, y con ello comercios, dos cines, bares, escuelas, etc. y decayó con la reestructuración de la industria hullera en los años 1980. El núcleo de Tuilla creció alrededor de la estación del FC de Langreo, originaria de 1856. En los años 40 comenzó la construcción de la barriada junto a la carretera principal, lo que configuró a Tuilla como un núcleo urbano.

Tuilla fue un lugar muy próspero con el auge del carbón, llegando a tener unos 5.000 habitantes, y con ello comercios, dos cines, bares, escuelas, etc. pero fue decayendo decayó con el desmantelamiento de la industria hullera en los años 1980. En los años 40 comenzó la construcción de la barriada junto a la carretera principal, lo que configuró a Tuilla como un núcleo urbano, alcanzando en la actualidad una población en torno a los 1.400 habitantes.

No obstante, tanto en la construcción de los edificios para vivienda y servicios, la empresa Duro-Felguera apenas tuvo que ver, limitándose a una intensa explotación de los yacimientos mineros, dejando la responsabilidad del urbanismo, tales como la construcción de viviendas, canalización del rio, puentes y otras obras a la iniciativa pública, caso concreto de las poblaciones de Tuilla y Carbayin que se deben fundamentalmente a la construcción de sus barriadas mineras del Candín y Cotayo en ambas localidades, aprovechando la legislación surgida a continuación del golpe fascista contra el gobierno legítimo de la II República que trajo la guerra incivil, donde una ley de abril de 1939 sobre Viviendas Protegidas establecía un sistema de protección para que las entidades empresariales pudieran aportar mayores esfuerzos a la solución del grave problema de la vivienda dedicando medios económicos para la construcción de las mismas, aunque el seguimiento empresarial sería casi nulo, agravando enormemente el problema de la vivienda, especialmente en las cuencas mineras asturianas que, por la necesidad del carbón que tenía España para su desarrollo industrial, recibían fuertes oleadas de mano de obra procedente de otros lugares del territorio español.  

Castillete del Pozo Mosquitera II "EL TERRERON" en la localidad langreana de Tuilla.

Castillete del Pozo Mosquitera II “EL TERRERON” en la localidad langreana de Tuilla.

Con el fin de intervenir en tan importante como acuciante problema, ese mismo año era creado el Instituto Nacional de la Vivienda en el seno del Ministerio de Acción y Organización Sindical  con el objetivo de fomentar y dirigir la construcción de las viviendas y, en casos de especial necesidad, realizar directamente las obras, construyéndose durante su existencia miles de viviendas protegidas, aunque sin alcanzar nunca el objetivo de “una vivienda digna para cada familia trabajadora”, tal y como había proclamado el Fuero del Trabajo del régimen franquista. Estas viviendas eran entregadas en régimen de amortización bien a los propios trabajadores, según los baremos de adjudicación propios de las distintas promociones, bien a las empresas que, a su vez, las adjudicaban en alquiler a sus trabajadores, dándose todo tipo de corrupciones y “amiguismo” a la hora de hacerse con una vivienda, aunque también algún paro en el pozo por adjudicaciones fuera del baremo establecido previamente.

Respecto a la gestión de la vivienda, con la llegada de la llamada democracia, el Instituto Nacional de la Vivienda pasaría a formar parte del Instituto para la Promoción Pública de la Vivienda y, más tarde a la Administración del Principado de Asturias, subrogándose en la posición jurídica de aquel organismo en Asturias y asumiendo las viviendas del antiguo Instituto (INV) y Obra Sindical del Hogar (OSH) en la región, a través de la Consejería de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda, hasta que en los años noventa se crea el organismo denominado VIPASA, que fue el encargado de liquidar todo el proceso de amortización con la empresa HUNOSA, donde habían quedado integradas la práctica totalidad de las empresas mineras de las cuencas, y trasladarle la propiedad de los inmuebles, de manera que esta pudiera iniciar la venta directa de las viviendas a sus inquilinos.

¡¡¡ Destrucción y abandono !!!

¡¡¡ Destrucción y abandono en las instalaciones mineras de El Terrerón !!!

Cuando se desmoronó la minería, en Tuilla se  desplomó todo. Quien daba vida al pueblo, que llegó a tener 5000 habitantes, eran los pozos. Clausurados estos, sólo queda seguir mirando para el solar vacío de Mosquitera II, recordando aquel proyecto enterrado de hacerlo polígono industrial, pero los Fondos Mineros para la reindustrialización y generación de puestos de trabajo, algunos se usaron para la rehabilitación del centro social o el necesario  acceso rodado a la barriada y otros, y la mayoría, se evaporaron por el camino o se quedaron en los bolsillos de los cuatro “cazasubvenciones” amiguetes de los políticos y pandilleros sindicales de turno.

Hoy, todo lo contrario de lo que ocurría allá por los años cuarenta, en la barriada minera de las viviendas protegidas de Tuilla sobra espacio para albergar más población en el pueblo. Las cerca de trescientas casas del conjunto urbano, que a la vista es el centro de la villa y en el fondo también sirve para retratar la esencia exacta de lo que fue esta población edificada para servir a la minería, trepan por la loma que se aleja del cauce del río Candín componiendo con su uniformidad de bloques idénticos y persianas bajadas la sensación de que hay mucha casa para tan poca gente. Sin pozos mineros ni rastro de sustitutos fiables, ha desaparecido el aliciente de vivir en el desnivel de este lugar cosido a una cuesta abajo, en este pueblo con la reconversión pendiente pero desfigurado al desmoronarse la industria minera.

Instalaciones del Campo de Concentración en el Pozo Mosquitera, posteriormente dedicadas a oficinas y otros servicios de la empresa y, en la actualidad, dedicado a residencia privada de gerontología...

Instalaciones del Campo de Concentración en el Pozo Mosquitera, posteriormente dedicadas a oficinas y otros servicios de la empresa y, en la actualidad, dedicado a residencia privada de gerontología…

Y allí quedan los solares con sus instalaciones destruidas y abandonadas de lo que fueron los pozos de Mosquitera I y II, guardando un prudente silencio de lo que significaron como factor determinante que produjo los mayores cambios en el status social de gran parte de la población asturiana, transformando radicalmente la estructura de la sociedad tradicional dado que, en base a su consumo, se estableció una potente siderurgia, se mejoraron las comunicaciones y, en definitiva, se catapultó la economía regional y nacional hacia la modernidad.

Un silencio que no están dispuestos a seguir silenciando, cuando ellos fueron testigos desde la altura de sus castilletes de aquellos Campos de Concentración instalados en sus terrenos por el franquismo para albergar mano de obra esclava cuyo único delito había sido la lucha por la libertad y la democracia en la defensa del gobierno legítimo de la II República en España.

Trabajadores en el campo de concentración del Pozo Mosquitera de Duro-Felguera, jugando a los bolos, el año 1942

Trabajadores en el campo de concentración del Pozo Mosquitera de Duro-Felguera, jugando a los bolos, el año 1942

En efecto, uno de los elementos que caracterizaron al régimen de los vencedores en 1939 fue el uso masivo y duradero del trabajo esclavo, convirtiéndolo en el instrumento central de su política penitenciaria. No, no se trataba sólo de un recurso económico sino también de una forma más, añadida a la eliminación física y el internamiento, de la reeducación de los “rojos”, considerados por Franco y sus sicarios como una horda de asesinos y forajidos. En el imaginario colectivo europeo, nombres como el de Guernika representan la encarnación de la violencia de todas las guerras y, en particular, de una guerra tan incivil como la de España: el horror sin necesidad de adjetivos. Pero la realidad demuestra que la Guerra Incivil Española legó para la posteridad muchos Guernikas, muchos lugares de la memoria de la violencia, como la plaza de toros de Badajoz, la ciudad de Málaga, el puerto de Alicante o Madrid, a los que hay que añadir nombres inolvidables para la memoria: los campos de concentración de Franco, como los del Pozo Mosquitera, Fondón y San Mamés, todos ellos pertenecientes a la empresa DURO-FELGUERA.

Mineros esclavos en los comedores en el Campo de Concentración del Pozo Mosquitera de la empresa Duro-Felguera, el año 1942

Mineros esclavos en los comedores en el Campo de Concentración del Pozo Mosquitera de la empresa Duro-Felguera, el año 1942

En el contexto de un Estado de guerra mantenido durante un largo periodo de tiempo, los Tribunales Militares, los de Responsabilidades Políticas, los relacionados con la Causa General, los de Represión de la Masonería y el Comunismo, la Ley sobre Seguridad Interior del Estado o la de represión del Bandidaje y Terrorismo (específica en la lucha contra el maquis) establecieron el contexto legal de un enorme entramado represivo, donde miles de personas fueron fusilados y arrojados en alguno de los pozos mineros, como “El Fortuna” en la localidad asturiana de Turón, multitud de prisioneros y presos empleados en trabajos forzosos en los 188 campos de concentración instalados a los largo y ancho de la geografía española, miles de funcionarios depurados y, ante todo, la extensión de una sólida cultura del silencio y el miedo son las más claras imágenes de una posguerra marcada no por la reconciliación, sino por el politicidio.

Tabla de equivalencias para la redención de penas en los campos de concentración franquistas.

Tabla de equivalencias para la redención de penas en los campos de concentración franquistas.

Y si la España de Franco echó sus bases políticas en una inmensa inversión en violencia para vivir después de sus rentas, no hay que andarse con medias tintas a la hora de afirmar que Franco contó con y se apoyó en una tupida red de campos de concentración y de explotación de mano de obra republicana para asentar su poder. Campos de Concentración que dejaron a nuestro país convertido  en una “inmensa cárcel”, llegando a sumar cerca de medio millón de internos sufriendo unas deplorables condiciones de vida y unas humillantes políticas de clasificación y reeducación políticas.

La regulación del sistema de campos fue progresiva y paralela a la del aparato legal y jurídico establecido por los sublevados para encauzar, corregir y castigar las actuaciones individuales y colectivas durante la llamada “dominación roja”. Así, fueron creadas las Comisiones de Clasificación de acuerdo con la Orden General de Clasificación, que establecía los criterios para la división de los prisioneros de guerra entre Afectos, Dudosos y Desafectos a la causa franquista, siempre según los datos y avales que de las “entidades patrióticas”, esto es el clero, la guardia civil y la falange local se remitieran a las Comisiones de Clasificación, instaladas por regla general en los mismos campos de concentración.

resized_11-anexosEsa moderna forma de esclavitud franquista, de humillación y de construcción, en lo físico y lo simbólico, de una auténtica “comunidad nacional”, de una “verdadera España”, se cimentaba de tal modo sobre un aparato ideológico y una definida cosmovisión de los “enemigos de España”: los engañados, los descarriados, por fin vencidos, reconstruían, no sólo las infraestructuras, sino también la Patria. Para los vencedores, los trabajos hechos con mano de obra forzosa fueron un pago, un castigo, un lógico final de la Guerra y de su prolegómeno, la República. Para los vencidos, fueron la humillación, la explotación de su mano de obra y la de las vidas de sus familiares.

En aquellos campos de concentración, los prisioneros entraban en los lugares de trabajo en formación militar, donde realizaban sus agotadoras y largas jornadas laborales a cambio de “un plato de agua caliente, un chusco de pan y una lata de sardinas” (mucha de la comida destinada a los campos de concentración, tales como el tocino, los garbanzos o el aceite, terminaba siendo comercializada en el estraperlo por los militares y funcionarios encargados del campo), pero si no rendían lo suficiente, eran trasladados sin advertencia previa a un campo de concentración “de castigo”, lo que garantizaba diariamente una paliza tras otra paliza, sed y más hambre todavía, mientras que un alto rendimiento se premiaría con primas. Los prisioneros eran sometidos a reconocimiento médico para evitar “defectos físicos”, y sus trabajos se liquidaban con la Inspección donde, por cada de día de trabajo, el Estado cobraba una cantidad a la empresa donde trabajaba el preso, y el Estado “pagaba” una cantidad a la familia del preso, dependiendo de si estaba casado por la iglesia y tenía hijos bautizados, con un máximo establecido. A cambio, el Estado le cobraba al preso la comida y la ropa, y si al final le quedaba algo, se le ingresaba en una cartilla de correos que le entregaban cuando salía en libertad, aunque “aconsejaban” que era mejor no pasarse a recoger aquel  dinero.

Ficha de un minero esclavo en los campos de concentración franquista

Ficha de un minero esclavo en los campos de concentración franquista, firmada por el director del campo, el cura y el médico

En ningún caso era admitida ninguna objeción por boca del prisionero: su única y principal obligación era la obediencia. Las normas de vida cotidiana en los trabajos forzosos regulaban, por tanto, una extrema crueldad. Por ello, los pozos mineros del silencio levantan su voz para recuperar la memoria sobre lo sucedido en aquel campo de concentración del pozo Mosquitera y otros, sobre el sufrimiento a que se vieron forzados aquellos hombres y sus familias

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LLUMERES, UNA HISTORIA DE FIERRO Y MAR

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titulo-copia-1Saliendo de Luanco en dirección al Cabo Peñas, entre Bañugues y Viodo, localizamos la concha de Llumeres, una playa de grava y arena con grano grueso y oscuro, aguas de tonalidad rojiza, y con los restos de un antiguo puerto abandonado, y allí nos encontramos con los restos de lo que un día fue la mayor explotación de hierro en Asturias, hasta el punto de que su influencia fue tan decisiva en esa zona del concejo de Gozón, que supuso el medio de vida de gran parte de la parroquia bañuguera y del propio concejo.  

Por consiguiente, en absoluto exageramos a la hora de calificarlo como un conjunto emblemático de la historia de la minería del hierro en Asturias y en particular en la historia de Gozón, Bañugues y Verdicio. Pero nada mejor que empezar desde sus inicios, allá por el año 1858, desde aquella primitiva mina de montaña explotada por unos campesinos hasta la ampliación del criadero y explotación de dos pozos verticales: Llumeres y Simancas a cargo de la compañía Duro-Felguera, que fue la encargada de poner en marcha todas las instalaciones de la mina, hasta el cierre de la misma en el año 1967.

Mapa del criadero de hierro en la mina de Llumeres, perteneciente al concejo de Gozón

Mapa del criadero de hierro en la mina de Llumeres, perteneciente al concejo de Gozón

Aunque la existencia del mineral de hierro en la ensenada de Llumeres ya era conocida por los romanos, que  lo utilizaron en el poblado gijonés de la  Campa Torres, tal y como se recoge en un magistral trabajo de los reputados profesores de arqueología Alfonso Fanjul Peraza y Carlos Marín Suárez, publicado en 2006 bajo el título “LA METALURGIA DEL HIERRO EN LA ASTURIAS CASTREÑA: NUEVOS DATOS Y ESTADO DE LA CUESTIÓN”, tenemos que situarnos en el año 1858 cuando varios campesinos de la zona redescubren el yacimiento en la zona de Riba Bermeja, registrando las pertenencias de “Abundante”, “Laura” y “Joaquina”, en la parroquia de San Nicolás de Bañugues, por parte de  José M. Arce, Demetrio Ovies, Álvaro Argüelles y Tomás Eres Valdés, constituyendo en la villa de Luanco la Compañía Minera de Gozón, iniciándose la explotación del mineral de hierro en los afloramientos de las capas en el acantilado de la playa. El 29 de Abril de 1859, el ingeniero de minas Pedro Sampayo había demarcado los terrenos, dejando escrito que: “Las labores consisten en una galería horizontal de ocho metros de longitud, abierta dentro de un grueso banco de arenisca muy impregnada de óxido de hierro, cuya dirección va de Este a Oeste; buza 45 º al Sur y tiene cinco metros de potencia, hallándose en estratificación concordante con otras capas de pizarra arcillosa, correspondientes, al parecer, al terreno siluriano”.  

Bocamina de Llumeres en el concejo de Gozón

Bocamina de Llumeres en el concejo de Gozón, el año 2014.

Y ya en los principios del año 1860 era firmado un contrato de venta de mineral con la Sociedad Duro y Compañía, de la Felguera, con un precio de un real y 32 céntimos el quintal, y por una cantidad anual que podría oscilar entre 25.000 y 40.000 quintales. Sin embargo, el contrato no podría ser cumplido debido, entre otras causas, al bajo precio de entrada y a la escasez de recursos económicos pero, sobre todo, a las dificultades para transportar el material extraído hasta el puerto de Gijón en pequeñas chalanas, motivos para que las minas fueran vendidas en 1861 a la propia empresa Duro y Compañía.

Tal y como ha quedado dicho, si en una primera fase las labores mineras se realizaban en el acantilado de la ensenada de Llumeres, a partir de la segunda década del siglo XX se comienza a explotar el subsuelo de diferentes parroquias con la perforación de un pozo vertical en la propia ensenada para continuar la expansión por la rama de Monte Merín-Rucao y Simancas con la apertura del segundo y definitivo pozo, desplegando todo un conjunto de instalaciones  e infraestructuras para la extracción y transporte del mineral, que en el caso de las minas de Llumeres tienen como particularidad, un singular emplazamiento de edificios y maquinarias junto al mar y otros puntos del territorio y sobre todo el desarrollo de los sistemas de transporte.

Castillete del pozo y las instalaciones de Duro-Felguera en Llumeres, el año 1930.

Castillete del pozo y las instalaciones de Duro-Felguera en Llumeres, el año 1930.

Las instalaciones del Pozo Simancas comenzarían a construirse a partir de los años cuarenta, con la realización de un pozo vertical y el edificio que albergaba la casa de máquinas, casa de aseos, transformador, oficina, botiquín, lampistería y vivienda en el piso superior, aunque actualmente solo queda un depósito de agua de lo que en su día fue el emplazamiento del pozo Simancas.

En 1958, la Duro-Felguera compraría las minas de “El Regueral” a los Urquijo y Cía – estos se habían hecho con la titularidad de todas las concesiones de la Sociedad Minas de Hierro y Ferrocarril de Carreño para crear en 1917 la Sociedad Anónima Ferrocarril de Carreño -, manteniéndolas abiertas hasta el año 1980. Las minas de “El Regueral” habían comenzado a extraer mineral de hierro en el año 1900, y en enero de 1909 quedaba inaugurada la línea férrea Aboño-Candás, con ramales a las minas de Coyanca, Piedeloro y Regueral, dando así salida al mineral de hierro hasta Aboño, donde se enlazaba con el Ferrocarril de Langreo, para situarlo finalmente en la factoría langreana de Duro – Felguera.

Instalaciones de Duro-Felguera en la playa de Llumeres para el traslado del mineral de hierro por mar y aire, mediante el cable aéreo de 7,5 kilometros desde la mina hasta la estación del Ferrocarril de Carreño de El Regueral, el año 1930

Instalaciones de Duro-Felguera en la playa de Llumeres para el traslado del mineral de hierro por mar y aire, mediante el cable aéreo de 7,5 kilometros desde la mina hasta la estación del Ferrocarril de Carreño de El Regueral, el año 1930

En este escenario, sin olvidar las conexiones empresariales existentes entre los Urquijo y la Duro-Felguera desde el año 1906, dándose la circunstancia de que incluso la presidencia del consejo de administración de Duro-Felguera sería ostentada por Estanislao de Urquijo desde el año 1911, después de haber sustituido al último de los herederos de Pedro Duro, Antonio Velázquez Duro, la gerencia de la mina de Llumeres se había encontrado desde un principio con grandes problemas en su mina de hierro, siendo el más destacado la distancia existente entre la mina, ubicada en plena costa, y los altos hornos de La Felguera. Si a ello se añade que Gozón no disponía de ferrocarril, lo que impedía el traslado del hierro por el medio que la industria utilizaba de manera habitual, hubo que estudiar otras fórmulas alternativas para llevar el mineral de Llumeres a la localidad de la empresa gerente, y las conclusiones extraídas propiciaron que en 1906 se construyera el muelle en las inmediaciones de la mina para comenzar a transportar el material por mar hasta Gijón. Pero, tampoco aquello solucionaba definitivamente el problema, debido a las reducidas dimensiones del nuevo atraque, una instalación de madera formada por 50 pilotes, donde sólo podían entrar a cargar el mineral pequeños barcos de vapor con 30 toneladas, decidiéndose la empresa por la construcción del actual muelle de Llumeres, realizado con piedra caliza del Sobrerón, situando en su cabecera una tolva por donde se conducía el mineral a vapores de hasta 300 toneladas.

Playa de Llumeres desde el área de recreo...

Playa de Llumeres desde el área de recreo…

Si bien la construcción en 1907 del muelle permitía  la carga en barcos de mediano cabotaje con destino al Musel o San Juan de la Arena, para su posterior exportación al extranjero, principalmente a Inglaterra y Alemania, no sería hasta el año 1919 cuando, descartada por completo la idea de instalar el ferrocarril en el municipio de Gozón para transportar el mineral a La Felguera, se procedió a la instalación en 1921 de un cable aéreo de siete kilómetros y medio para dar salida al mineral extraído y su transporte hasta la estación del Ferrocarril de Carreño en El  Regueral, del concejo de  Carreño, donde se cargaba en tren para su traslado a  la estación de Aboño, y de allí a los altos hornos de Duro-Felguera en la localidad langreana de La Felguera. A su vuelta, los mismos calderos que llegaban repletos del mineral de hierro – cada caldero tenía capacidad para 350 kilos – regresaban  cargados de carbón que servía para el abono de una parte del salario de los mineros.

Unos años más tarde, en 1922, la empresa Duro-Felguera adquiría nueva maquinaria para el pozo que le iba a permitir incrementar su producción en un 40 por ciento más,  convirtiendo al pozo de Llumeres en la mina de hierro que más cantidad extraía en la década de los años veinte, llegando a superar las 100.000 toneladas anuales.

Finalizada la guerra civil en 1939 y ante la escasez de productos siderúrgicos el estado interviene de forma directa en la producción de los mismos creando el 28 de julio de 1950 la Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA), dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI). La factoría se situó en terrenos pertenecientes a los concejos de Avilés, Corvera, Gozón y Carreño, y entró en funcionamiento en 1956, inaugurándose el primer alto horno en 1957. Es decir, siendo una empresa estatal, y siendo España una gran productora de mineral de hierro, esta comenzó a abastecerse del mineral procedente del extranjero...

Finalizada la guerra civil en 1939 y ante la escasez de productos siderúrgicos el estado interviene de forma directa en la producción de los mismos creando el 28 de julio de 1950 la Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA), dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI).
La factoría se situó en terrenos pertenecientes a los concejos de Avilés, Corvera, Gozón y Carreño, y entró en funcionamiento en 1956, inaugurándose el primer alto horno en 1957. Es decir, siendo una empresa estatal, y siendo España una gran productora de mineral de hierro, esta comenzó a abastecerse del mineral procedente del extranjero…

No obstante, a pesar de las inversiones e innovaciones introducidas en las instalaciones mineras, así como a la apertura de nuevas explotaciones, siempre paralelas a la industrialización siderúrgica, la minería de hierro asturiana pudo suministrar y suministró la materia prima necesaria para la siderurgia de la región durante el periodo de 1860 a 1957, hasta la llegada de las modernas siderúrgicas integrales, caso concreto de la creación de ENSIDESA en la localidad asturiana de Avilés, allá por el año 1950, cuando la producción asturiana de hierro ya era incapaz de abastecer el incremento de la producción de hierro, teniendo que abastecerse, primero del mineral procedente de las “minas de Alquife” en Granada o las del “coto minero Vivaldi” de la Minero Siderúrgica de Ponferrada en la provincia de León, entre algunas de las explotaciones repartidas por la geografía española, y más tarde del extranjero. Es preciso señalar al respecto, que la escasa producción de hierro en Asturias vino determinada fundamentalmente por la dispersión de los yacimientos, de los cuales el de Llumeres fue el más importante de todos, aportando un cuarenta por ciento del mineral de hierro de la región.

"Les Cases de la Mina" construidas por Duro-Felguera en Bañugues para los mineros del Pozo Llumeres

“Les Cases de la Mina” construidas por Duro-Felguera en Bañugues para los mineros del Pozo Llumeres

Sin embargo, refiriéndose al gran problema que planteaba la vivienda en todas las zonas mineras de la cuenca central, tratándose de una empresa tan paternalista como Duro-Felguera, habría que esperar al año 1962 para la construcción de la barriada de Llumeres, con 64 viviendas para los trabajadores de la mina, muy cerca de la playa de Bañugues, conocidas por “Les Cases de la Mina”, las cuales acabarían vendiéndose a particulares, debido a los pocos trabajadores que habían optado a su ocupación debido, principalmente, al cese de actividades que se venía barruntando para la explotación minera.

Así llegamos a la fecha del 14 de Marzo de 1967 cuando, siendo director del grupo minero de Llumeres el ingeniero asturiano Aurelio Fernández Escandón, se presentaba la solicitud ante la Delegación de Trabajo para proceder al paro definitivo de las instalaciones mineras, hecho que se producía el 14 de Abril de 1967, basado en las causas aludidas en el informe elaborado por los técnicos de Duro-Felguera, entre los que se decía literalmente:   “que no es rentable continuar la explotación frente a la competencia de otros minerales de mayor calidad procedente de otras minas. Además, sus reducidas dimensiones hacen que la producción sea de 100 toneladas diarias, y para aumentarla serían necesarias reformas como el cambio de maquinaria de extracción y castillete, nuevos ensanches de embarque, ampliar instalaciones como casa de aseos, oficinas o talleres, instalar una planta de almacenamiento, clasificación y trituración del mineral, así como un nuevo sistema de comunicación entre el pozo y la estación del Regueral. Todas estas inversiones no se justificarían por la baja calidad del mineral.

Las mujeres también trabajaron en la mina de Llumeres, paleando y cargando las tolvas de mineral durante agotadoras e inacabables jornadas laborales...

Las mujeres también trabajaron en la mina de Llumeres, paleando y cargando las tolvas de mineral durante agotadoras e inacabables jornadas laborales…

El porcentaje de fósforo, sílice y alúmina presente en el minera de Llumeres y que reduce su reductibilidad, hizo además que otras empresas como ENSIDESA o Industrial Asturiana no se interesaran por éste. El único cliente era Duro-Felguera, y en el mercado extranjero otras minas de hierro situadas en Brasil o Mauritania aportaban mineral de mayor ley, más baratos y con menor contenido en fósforo…”

Con el documento en la mano, solo les faltó añadir que en esos países de Brasil y Mauritania existe una mano de obra esclava que desarrollan niños entre once y catorce años, tal y como se puede leer en los informes de la mismísima Organización Internacional del Trabajo (O.I.T), donde millones y millones de niños trabajan por esos mundos en situación absoluta de esclavitud, en una condiciones de ilegalidad, insalubridad  y degradación, por otra parte una forma de trabajo muy practicada por la mismísima empresa de Duro-Felguera con los presos republicanos en los campos de concentración franquistas de los pozos Fondón, Mosquitera y San Mamés, allá por aquellos años de la “victoria”.

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Oficinas de la Mina Llumeres, el año 2014.

Tras el cese de la actividad en 1967 la mina se desmanteló, clausurándose los pozos verticales y las salidas de ventilación aunque conservando, dentro del paisaje protegido del cabo de Peñas, los edificios de la mina en un  estado de ruina deplorable, donde sigue estando ubicado uno de los mayores yacimientos de hierro en Asturias que, tal como se recogían en los informes técnicos de la época, sus menas tenían gran valor en torno al 72 por ciento de metal. Sí, allí, en el mismo yacimiento donde realizaron labores mineras muchas  mujeres, con categorías de peones mineros, debido a la falta de aquellos hombres que habían quedado por las fosas y las tapias de los cementerios durante aquella incívica guerra española.

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Sala de máquinas del pozo Llumeres (arriba) y almacén, talleres y vetuarios de la mina (debajo), el año 2014.

Las instalaciones de Llumeres, en franco abandono y utilizadas como cuadras para el ganado, constan de almacén, aseos y vestuarios, casa de oficinas, edificio de clasificación de mineral, casa de la máquina de extracción, panadería y cargadero, y con fecha 13 de Febrero de 2008, la Consejería de Cultura y Turismo del Principado de Asturias acordó incluirlas en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias, en la categoría de Conjunto Histórico. ¡¡¡A buenas horas mangas verdes!!!

Esperemos que la presencia del mineral de tamarugita, un mineral único en la Europa continental, aparecido recientemente en los acantilados de Llumeres, nos pueda aportar alguna luz dentro de la oscuridad en las abandonadas minas de hierro de Llumeres, auténtico icono de un pasado industrial íntimamente ligado a la historia de la región asturiana.

ANTON SAAVEDRA

EL RINCÓN, UN POZO DEMASIADO DESAFORTUNADO

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Sobre la bocamina tapiada del 4.º de San Pedro hay una fecha en la piedra: 1891. Es como estar frente a la historia minera del valle de Turón, porque se trata de la bocamina más antigua de las documentadas en la zona, el vestigio más arcaico de un mar de venas subterráneas que recorren la comarca a lo largo de 25 kilómetros cuadrados.

Sobre la bocamina tapiada del 4.º de San Pedro hay una fecha en la piedra: 1891. Es como estar frente a la historia minera del valle de Turón, porque se trata de la bocamina más antigua de las doscientas documentadas en la zona, el vestigio más arcaico de un mar de venas subterráneas que recorren la comarca a lo largo de 25 kilómetros cuadrados, haciendo de este valle  uno de los ejes geográficos y geológicos del fenómeno industrial que mayor repercusión habría de tener en la conformación de la moderna historia de Asturias y por ende de España.

Minas en «pisos», unidas por trincheras y planos inclinados, conectadas entre sí por el interior, escenarios de casi siglo y medio de trabajo en la oscuridad, y entre ellos las antiguas instalaciones del grupo Fortuna, muy próximo a la localidad de San Andrés que, si desde sus comienzos perteneció a la familia de los Aza, en los años veinte pasaría a ser propiedad de la Sociedad Hulleras de Turón, una sociedad que se había constituido  en Bilbao en 1890, promovida por los hermanos Víctor y Benigno Chávarri Salazar, industriales vizcaínos responsables de gran número de negocios, especialmente en el sector minero, metalúrgico y ferroviario, por citar solo unos ejemplos, que resultó clave para entender el desarrollo de la región asturiana, permaneciendo durante toda su historia vinculada a la burguesía vasca, como filial de Altos Hornos de Vizcaya desde el año 1917, un estatus que mantuvo hasta su integración en Hunosa, el 1 de julio de 1968.

Croquis de las explotaciones mineras del Grupo Fortuna en el Valle de Turón

Croquis de las explotaciones mineras del Grupo Fortuna en el Valle de Turón

El grupo constaba de varios niveles o pisos, hacia los altos de San Justo, enlazados entre sí mediante planos y ferrocarril. En el nivel inferior estaba la bocamina “El Artosu”, y frente a ella, el pozo plano que se constituirá desde 1934 en el tercer acceso del pozo Santa Bárbara, en La Rabaldana, iniciado en 1913, y que se cerraría en 1996, siendo ya propiedad de HUNOSA. Cerca de él se localiza la boca del polvorín, instalado en una galería minera con cámaras de almacén y recámaras o culatas de expansión, que merecerían su apertura al público, donde se puede ver en su piedra clave la fecha de 1966.

Este grupo se sitúa en La Vegona, entre Puente Villandio y La Granja, y fue abriendo sus labores a lo largo del reguero “El Caburniu” que se abre a la derecha del río Turón, siendo una prolongación natural del grupo de los Podrizos, explotando el mismo cierre periclinal del Sinclinal de Turón pero no en el paquete Maria Luisa sino en las Generalas, constituyendo  pues la explotación más oriental de los grupos enclavados en el Sinclinal de Turón. En sentido opuesto, es decir, al sur del río Turón, explotó la prolongación del mismo paquete Generalas.

En función de dicha estructura geológica, las explotaciones de montaña del Grupo Fortuna se estructuraron dos secciones: la situada a la derecha del río, denominada “Artosu”, y la ubicada en la margen contraria, denominada Villandio. En la margen derecha, el malogrado facultativo don Antonio Aza de Santullano explotaría el grupo “Artosu”, y tras la muerte de éste durante la guerra civil, se reabrió la mina, estando en producción desde mediados de los años 1940 hasta la incorporación del yacimiento a Hunosa.

Hulleras de Turón en la localidad que lleva su nombre.

Hulleras de Turón en la localidad que lleva su nombre.

En la sección de Villandio, a la izquierda del río Turón,  las explotaciones se realizaron al oeste de la falla de Villandio, que viene a ser el eje del sinclinal de Turón, y en esta misma rama de Villandio, al pie de la carretera que sube a Urbiés, se  perforó en el año 1938 un pozo-plano, abriéndose una planta nueva coincidente con la tercera planta del Pozo Santa Bárbara, y en sus proximidades, en una cota similar, se profundizó el pozo Rincón (Fortuna), con un brocal de cuatro metros de diámetro, que se paralizó cuando sólo se llevaban profundizados unos treinta metros de caña.

Estamos en el año 1927 cuando Hulleras de Turón decidió abrir un pozo vertical próximo al pozo plano, iniciándose el proyecto en junio de 1930 con una petición por parte de la empresa al Ayuntamiento de Mieres para la solicitud de un permiso que desviase la carretera, y con ello se pudiera dar  la salida del valle por el paso de Urbiés. En la propuesta presentada para el desvío de la carretera, unos sesenta metros, se trataba de poder despejar el terreno necesario para el asentamiento de las máquinas a la vez que permitiera la maniobra de vagones en aquella propiedad que pertenecía en parte a Hulleras de Turón y el resto a la viuda de Inocencio Fernández (Figaredo).

Antón durante una de sus visitas al pozu Rincón de Turón (Fortuna), el año 2011

Antón durante una de sus visitas al pozu Rincón de Turón (Fortuna), el año 2011

Con la guerra incívica española que siguió al golpe militar fascista contra el gobierno legítimo de la II República, la operación de profundización quedaría interrumpida y el lugar fue elegido por los falangistas a partir de 1937 para hacer desaparecer a un número indeterminado de opositores a la política de los “vencedores”, que puede llegar a los 300, ya que consta que fue utilizado en varias ocasiones con este fin hasta pasado el inicio de la década de los cuarenta, cuando se supo que había aparecido el cadáver de una mujer flotando en el agua que en aquel momento anegaba el pozo. El cuerpo no se había llegado a hundir porque la habían arrojado allí con un tronco atado en la parte posterior de las rodillas, seguramente a consecuencia de alguna tortura y fue enterrado apresuradamente a pocos metros de donde fue encontrado.

Siempre se ha escrito que cuando se puso fin a tanto  fusilamiento y tanto asesinato la empresa Hulleras de Turón selló el pozo y cerró la explotación y que una vez recuperada la actividad extractiva en el valle, no pensó nunca más en su apertura, aunque la realidad fue muy distinta a la que nos habían contado porque, gracias a las  investigaciones del historiador José Luis Soto, se han localizado los planos de un nuevo proyecto de profundización que tienen fecha del 4 de febrero de 1966.

Fosa del Pozo Rincón, perteneciente al grupo Fortuna de Hulleras de Turón, monumento a los hombres y mujeres que fueron asesinados por el fascismo por el único delito de su lucha por la libertad y la democracia en España...

Fosa del Pozo Rincón, perteneciente al grupo Fortuna de Hulleras de Turón, monumento a los hombres y mujeres que fueron asesinados por el fascismo por el único delito de su lucha por la libertad y la democracia en España…

Así, con el documento en la mano, se puede saber que, en el plan diseñado por una empresa alemana figuraba la instalación de una jaula de dos pisos con dos compartimentos capaces de soportar el peso de 4 vagonetas y 44 personas, pero lo más llamativo es que estaba pensada para una explotación de 15 plantas y 790 metros de profundidad. Lógicamente nunca llegó a ponerse en marcha, seguramente para evitar que el inevitable encuentro con los restos trajese de nuevo el recuerdo de aquella auténtica masacre fascista. Más tarde entramos en los socavones del miedo, el silencio y el olvido, hasta el punto de que la mayor parte de los trabajadores que  realizaban sus labores mineras en las instalaciones del grupo Fortuna, abiertas a pocos metros de la ubicación del pozo de la infamia, conocían su historia pero eran incapaces de reconocer el lugar exacto en el que se encontraba la boca del pozo Rincón.

Tal y como nos ilustra el historiador Ernesto Burgos, en noviembre de 1938 un “guaje” llamado  Florentino González que bajaba por el camino que une San Justo con Villandio, donde vivía con su familia, mientras buscaba las vacas por entre una espesa niebla, ya muy de noche, pudo ver allí, en la explanada donde se abría el pozo Rincón, un enorme agujero en el que se trabajaba para abrir una explotación minera cuando, de repente sintió el sonido de un motor y atendiendo a uno de los consejos que le daba su padre se escondió rápidamente tras el depósito de agua, desde donde pudo distinguir las luces de una camioneta que subía por la carretera de Turón para contemplar, seguidamente, una escena que aún recuerda con claridad a sus 86 años de edad: Era un vehículo como los utilizados por la guardia de asalto, con un toldo verde, del que ve como van descendiendo un grupo de hombres y mujeres.

Camioneta portadora de personas para ser arrojadas en vivo al Pozo Rincón (Fortuna) en el valle de Turón

Camioneta portadora de personas para ser arrojadas en vivo al Pozo Rincón (Fortuna) en el valle de Turón

Al momento, por el sentido contrario de la carretera, desde Urbiés, ve bajar otros dos camiones que aparcan en el lugar para dejar también su propia carga humana. Luego llega el horror, cuando aquel “guaje” contempla aterrorizado como uno tras otro, sin realizar disparo alguno, aquellos infelices eran arrojados vivos al pozo; ni sus gritos de súplica ni su llanto hacen mella en los asesinos, vestidos de paisano, que no respetan edades e incluso se jactan de su acción cuando una mujer embarazada les hace saber su condición pidiendo clemencia. Florentino llegó a su casa cuando serían las dos de la mañana, pero el miedo le ganó la partida y se impuso el silencio.

De esa manera llegamos al año 2003, cuando Alfredo Valles, se propuso encontrar el lugar exacto en el que se había perforado el brocal del pozo Rincón con el objeto de honrar la memoria de los asesinados y de convertir la fosa en una tumba digna donde se pudiese recordar su tragedia, dando comienzo a sus trabajos en la primavera con la ayuda de un georradar, aunque sin lograr el objetivo, pero ya en el mes de mayo habían aparecido los restos de la mujer que había sido sepultada al lado del pozo y el juzgado de Mieres puso fin a la investigación hasta que se determinase con claridad su antigüedad.

Bocamina "Artosu" en Turón

Bocamina “Artosu” en Turón

No obstante, sería cuando los forenses aseguraron que se trataba de un enterramiento que superaba los cincuenta años para que un empecinado Alfredo Valles, aprovechando que en la plaza del grupo Fortuna se encontraba una máquina paleadora del Principado de Asturias realizando obras, solicitando del gobierno regional autorización para realizar unas catas en el terreno a modo de sondeo con el fin de poder localizar la falla en el terreno, pero de nuevo, después de abrir en más de veinte puntos, aquello se tornó en otra nueva frustación debido, entre otras razones, a que la máquina solo llegaba hasta la profundidad de 1,50 metros, cuando el arquillado del pozo se encontraba a 1,70 metros de profundidad,  aunque la explicación definitiva de aquel misterio demostró que había otro motivo para que el pozo no apareciese.

Y erre que erre, de nuevo Alfredo Valles tuvo la idea de buscar en la documentación lo que le estaba negando la tierra, recurriendo a la historiadora mierense Nuria Vila que intentase localizar los planos originales del lugar, logrando encontrar en el Archivo Histórico de Asturias un mapa de Hulleras de Turón, con fecha de 1927, que formaba parte de un expediente para un proyecto de construir dos tolvas en la plaza del grupo Fortuna, aunque lo sorprendente apareció cuando se pudo comprobar que durante el franquismo la carretera se había desviado intencionadamente de su trazado original para que pasase por encima de la caña. Se trataba de un plan de ocultación perfecto que se vino abajo cuando en diciembre de aquel año la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, con la ayuda de los trabajadores del Ayuntamiento de Mieres por fin pudo sacar a la luz el reborde del pozo.

Antón Saavedra ante el monumento del pozo Fortuna en Turón

Antón Saavedra ante el monumento del pozo Fortuna en Turón

De esta manera, lo que iba a ser uno de los mayores  pozos de extracción de carbón en Asturias quedaría transformado en una de las mayores fosas comunes como símbolo de la represión fascista en Asturias donde, desde el 14 de abril de 2006 la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ya pudo convocar su primer acto público en la explanada del Fortuna como homenaje a los hombre y mujeres que pagaron con su vida por el único delito de luchar por la libertad de un pueblo.

Hoy el pozo está dignificado con un monolito que lo señala, promovido por el Ayuntamiento de Mieres y realizado por el artista turonés Juan Luis Varela, y allí, en la antigua carpintería de la explotación minera de Fortuna, en San Andrés de Turón, se ha dispuesto un centro de interpretación a través de tres bloques expositivos que recogen la historia del proceso de industrialización del Valle de Turón desde sus comienzos, con una incipiente minería que sus obreros compaginaban con actividades agrícolas y ganaderas, hasta la nueva apuesta por recuperar y poner en valor sus recursos naturales y la historia del pozo, todo ello articulado mediante fotografías con textos explicativos, pantallas interactivas y proyecciones audiovisuales, accediendo en el final del recorrido a una estancia en la que se alude a la recuperación de la Memoria Histórica y a los hechos allí acontecidos.

Centro de interpretación del pozo Fortuna en Turón

Centro de interpretación del pozo Fortuna en Turón

También en su nombre se da anualmente un premio cuyo renombre traspasa nuestras fronteras, que distingue a aquellas personas o colectivos destacados en la lucha por la paz, la concordia y la defensa de la justicia. Así, con fecha 4 de junio de 2008, reunido el jurado del Galardón Pozu Fortuna en el salón de plenos del Ayuntamiento de Mieres, se otorgaba la primera edición al equipo Nizkor, como organización internacional destacada en la defensa de los derechos humanos en todo el Planeta, “por su innegable y constante lucha jurídica y social contra la impunidad de los violadores de los derechos humanos y contra el incumplimiento de la resoluciones de las Naciones Unidad al respecto”.

ads-pozo-fortunaAdemás de al Equipo Nizkor, el jurado Memoria Pozu Fortuna, acordó por unanimidad, como excepción y única vez, conceder otro galardón idéntico al de esta primera edición a los familiares de las víctimas de ésta fosa de Turón, por cierto, un galardón nada bien visto por el Partido Popular de Mieres, cuando se opone a que los gastos ocasionados en la preparación de los actos anuales sean sufragados por el ayuntamiento. Nada extraño en quienes son herederos de aquellos asesinos que llevaron a cabo semejante barbarie, dejando claro, tal y como afirmó otro de los galardonados en 2013 – el catedrático Vicenç Navarro -, cuando  después de afirmar que  las cuencas mineras asturianas siempre habían sido un referente, reconocido internacionalmente, para quienes han luchado por la democracia y la justicia social, y que la dictadura de Franco fue la más cruel de Europa donde por cada asesinato político de Mussolini, en España hubo 10.000, aseguraba con su vista puesto en aquel monumento dedicado a nuestros mejores hombres y mujeres que “La guerra no ha terminado, porque siguen controlando España los hijos de los vencedores”.

ANTON SAAVEDRA 

 

                                           

 

SANTA BÁRBARA, EL POZO QUE SE CAMBIÓ POR SOLVAY

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Profundización del Pozo Santa Bárbara en La Rebaldana de Turón.

Llegar a Turón significa adentrarnos en un valle de unos 54 kilómetros que guarda en sus entrañas una de las mayores concentraciones carboníferas de las existentes en España y allí, a la altura de un lugar llamado La Rebaldana – nombre de una sección del grupo minero de San Pedro que ya se venía explotando desde 1884 –, la Sociedad Hulleras del Turón inauguraba en 1913 un pozo minero de 113 metros de profundidad que acabaría siendo su buque insignia: el Pozo Santa Bárbara. De esa manera, la empresa de la burguesía vasca evitaba la excesiva atomización de su yacimiento, cerrando varios grupos de montaña e integrando a  todos sus trabajadores en el nuevo pozo.

El papel desempeñado por este pozo a lo largo de la historia de la compañía ha resultado crucial, ya que fue una pieza clave en el aumento de la producción experimentado en los años 1920, y también un campo privilegiado en la introducción de maquinaria para el laboreo, en la mecanización, con la introducción de los martillos picadores, y la mejora del transporte, que requirió la introducción de mejoras en el resto de instalaciones con la construcción, en paralelo, del nuevo lavadero de La Cuadriella, inaugurado en 1926.

Pozo Santa Bárbara, el año 1920

Pozo Santa Bárbara, el año 1920

Sin embargo,  al igual que ocurría en otras empresas mineras de los valles asturianos, para Hulleras del Turón uno de los problemas que precisaban una solución más urgente era la escasez de mano de obra, pues el número de habitantes antes de iniciarse la extracción de carbón se estimaba en aproximadamente mil personas, y si a ello añadimos el hecho de que la mano de obra autóctona continuaba considerando la agricultura como su fuente principal de ingresos, siendo el trabajo en la mina una fuente de ingresos secundaria, el problema se agravaba aún más, ya que, por una parte les otorgaba un alto grado de autonomía a los trabajadores, que significaba para la empresa tener que depender de la «voluntad de trabajo» de los obreros.

Por lo tanto el objetivo de Hulleras del Turón fue “educar” a la mano de obra autóctona para ser obreros industriales puros, desarrollando una política de captación de trabajadores procedentes de otros lugares, primero de las zonas rurales de Asturias, y después de otras  regiones de España, siendo tal la afluencia de personas procedentes de otros lugares que se puede asegurar que no hubo provincia de España que se haya quedado sin  desplazar a Turón a alguno de sus habitantes, hasta el punto de alcanzar el valle minero una población de 25.000 habitantes en muy poco tiempo, aunque puede que hubieran sido sido muchos más, si tenemos en cuenta que bastante gente estaba sin empadronar y que, estadísticamente, no figuraba en ninguna parte, pues las personas vivían hacinadas con sus familias en pequeñas “casas” hasta un número de treinta personas.

Pozo Santa Bárbara en La Rebaldana, el año 2012.

Pozo Santa Bárbara en La Rebaldana, el año 2012.

En el verano de 1939, consecuente con las normativas de seguridad que exigían al menos una segunda salida en cada pozo, daría comienzo la profundización del pozo auxiliar, a la misma cota que el pozo principal pero con un diámetro algo menor – 4 metros, frente a los 5.50 metros del pozo principal – llegando a alcanzar los 434,5 metros de profundidad, frente a los 544 que alcanzaría el pozo principal, con sus once plantas. Desde entonces ambos castilletes permanecen como símbolos inconfundibles de la historia industrial del valle de Turón.

No obstante, de acuerdo con los informes de acreditados ingenieros geólogos, parece ser que el emplazamiento del pozo Santa Bárbara no fue una elección muy afortunada, pues aún no se había interpretado el Sinclinal de Turón y fue perforado a unos 500 metros al norte del eje del pliegue, razón por la cual la caña sólo cortó capas de la rama norte del paquete Mª Luisa y la capa principal se les quedaba sin corrida hacia 7ª planta, una situación que se trató de corregir décadas después con la profundización del Pozo San José, perforado en el propio centro del sinclinal y equidistante con los principales cuarteles productivos.

 Viviendas del barrio de San Francisco, promoción residencial destinada a los obreros de la Sociedad Hulleras de Turón que responde al modelo mixto de cuartel–casa de escalera, ensayado poco después en otras áreas próximas (Las Vegas de Figaredo). Las 192 viviendas fueron demolidas durante la década de 1980 y sustituidas en varias fases por nuevas viviendas de promoción pública.

Como ha quedado escrito, la generalización de la minería subterránea mediante pozo vertical y la consiguiente concentración de la actividad en puntos muy concretos indujo también a cambios en la residencia de los trabajadores, actuando los pozos como verdaderos motores de la urbanización de las vegas al necesitar mayor número de obreros, unos obreros que, debido a la intensidad que iba cobrando el proceso industrializador, ya no podían ser reclutados en exclusividad en las aldeas y pequeños núcleos cercanos al yacimiento, por lo que hubo que fomentar la demanda en áreas deprimidas o, directamente fuera de la región, lo que generaba necesidades de alojamiento, siendo consciente la propia empresa Hulleras de Turón de esta problemática cuando en su informe anual recogía literalmente que “Las viviendas para obreros son una de las mayores necesidades en el valle del Turón”.

De esta manera iniciaba la empresa la construcción del barrio San Francisco en el año 1915, constituido por 45 portales de cuatro viviendas cada uno. Los “cuarteles nuevos”, como familiarmente fueron bautizados, eran unas viviendas bastante bien equipadas para la época, dotadas de agua doméstica, servicios higiénicos y suelo pavimentado.

Barrio San Francisco, Colegio y Pozo San José en Turón

Mientras la explosión demográfica continuaba, hasta el punto de que en 1930 Turón había alcanzado una población de 12.000 personas, la Hullera de Turón se convertía en la cuarta empresa de la región al alcanzar una producción de 723.571 toneladas de hulla bruta en ese mismo año, lo que era tanto como decir la cuarta empresa nacional en lo que a minería se refería, el ayuntamiento mierense seguía haciendo oídos sordos a las peticiones del pueblo de Turón, tal como se puede leer en una crónica del diario “Región”, fechada en el mes de octubre, donde el pueblo exigía “se le diese a Turón algo de lo mucho que le correspondía”, tales como lavaderos públicos en los pueblos del valle, alumbrado eléctrico y obras de saneamiento para los barrios, todos ellos destrozados como consecuencia del enorme movimiento que conllevaba aquel volumen de extracción carbonera de sus entrañas, muchos de los cuales comenzaron a hacerse realidad a partir del año 1932, una vez que se estableció el gobierno de la República.

A la tímida reacción en la construcción de viviendas obreras, y dentro de la manoseada política  paternalista de la empresa vasca, con la que pretendía el control del trabajador y vincularlo sentimentalmente a la empresa al objeto de conseguir aquel deseado obrero ideal para  garantizar su productividad, sucedieron las obras sociales como sustitutivo de las relaciones horizontales de solidaridad por una espuria “solidaridad” vertical entre el trabajador y la empresa, de tal manera que la empresa-negocio debía de convertirse en empresa-familia y el patrón-mercader en patrón-padre.

Economato de Hulleras de Turon en La Rebaldana

La taberna o chigre estaba considerada por la empresa como el “origen de los disturbios sociales”, en los que predominaban las ideas comunistas y anarquistas, y aquello preocupaba bastante a la dirección patronal a la hora de lograr su objetivo de  aquel “obrero civilizado” de vida familiar reglamentada y sana, en un hogar bien cuidado,que no sólo debía mantener al hombre alejado de los bares, sino que las mujeres debían aprender además a fomentar, mediante la buena comida y el buen humor, la recuperación de los maridos del trabajo, para así garantizar una reproducción más efectiva de su fuerza de trabajo, procediendo, en consecuencia a la construcción de escuelas domésticas para que las mujeres aprendiesen a llevar un hogar bien cuidado, figurando entre sus tareas la de servir al obrero para que éste pudiera llegar al trabajo en plenas facultades físicas y mentales.

En nombre de Dios al servicio de la patronal.

El siguiente paso de aquel paternalismo industrial fue la educación de los hijos de los trabajadores, donde la escuela y la iglesia debían de asumir la tarea para hacer de los niños unos buenos obreros, encargando la tarea a los Hermanos  del “baberu”, es decir, los Frailes de la Doctrina Cristiana o de San Juan Bautista de La Salle (1917-2005), asumiendo, desde un principio, una relación de dependencia con la empresa que financiaba los colegios. Además, estos colegios religiosos se identificaban claramente  con la mentalidad clasista de los patronos, haciendo suyas sus ideas políticas y transmitiéndolas además a las asociaciones juveniles que fueron creando en paralelo a los colegios, sin ocultar en ningún momento sus simpatías por las opciones políticas de la derecha, por lo que ésta orden religiosa siempre fue considerada  por el movimiento obrero como una especie de policía ideológica que facilitaba a las empresas informes sobre el comportamiento público y privado de las familias, de los que dependía la posibilidad de una mejora en el puesto de trabajo, entre otras cuestiones.

Jetón o moneda de Hulleras de Turón para comprar en sus economatos.

Los economatos para los obreros y sus familias,  donde las amas de casa podían comprar controladamente, se convirtió en otro de los servicios de Hulleras de Turón, creando el primer economato, allá por el año 1894, sin olvidarse de instituciones como las cajas de pensiones y cajas de ahorro, tendentes a motivar a los obreros para manejar con “responsabilidad” los miserables salarios percibidos en aquellas agotadoras y largas jornadas de trabajo. Para la empresa, aquella «responsabilidad» no significaba otra cosa que habituarse al ahorro y a la regularidad de los ingresos, lo que exige un trabajo regular, buscando siempre crear una dependencia del obrero de su puesto de trabajo y, por lo tanto, de la empresa.

No obstante, a pesar de los esfuerzos de Hulleras de Turón para imponer su política paternalista, la misma resultó un fracaso a juzgar por los objetivos de incrementar la producción  en base al incremento de la productividad de los obreros, pero sobre todo a la hora de evitar la implantación del movimiento obrero porque la avalancha de los trabajadores hacia las organizaciones obreras fue tal que hicieron de Turón el baluarte del partido comunista.

Tren de Hulleras de Turón  en Puente Villandio, con un tren cargado procedente de Fortuna, el año 1970

Volviendo a los inicios de la empresa vasca en Turón, allá por el año 1894, tal y como ocurría en las demás compañías explotadoras de carbón, el medio de transporte fundamental para dar salida a la producción era el ferrocarril, adoptando la fórmula de transporte “en cascada”, esto era una serie de vías encadenadas, cada una de las cuales se correspondía con una fase en la preparación del carbón, de tal manera que, en una primera etapa, formada por una densa red de vías que emergían de cada una de las bocaminas, interconectaba las explotaciones de minería de montaña mediante cortas trincheras y planos inclinados, donde la fuerza de las mulas y la de los propios mineros se encargaba de mover las vagonetas. En una segunda fase, las vagonetas descendían hasta el ferrocarril principal, que comunicaba la cabecera de los distintos grupos mineros con el lavadero de carbones que la empresa había construido en La Cuadriella, y  finalmente, el carbón ya procesado salía por una línea de vía ancha que enlazaba en el apartadero de Reicastro, propiciando el flujo del carbón hacia los muelles de Avilés y Gijón o a la Meseta a través del puerto de Pajares.

La Cuadriella de Turón, el año 1962

Así, la Hullera de Turón construyó un ferrocarril de ancho de vía de 600 milímetros comunicando el lavadero de La Cuadriella con las distintas explotaciones, entrando en servicio el año 1893, de tal manera que, partiendo de La Cuadriella, la vía discurría en casi toda su longitud muy próxima al río Turón hasta alcanzar el grupo San Víctor, con una longitud de 3,5 kilómetros, dando servicio a los tres primeros grupos de la empresa – Santo Tomás, San Pedro y San Víctor -, a los que se uniría, en 1896, el grupo San José/San Francisco, emplazado aproximadamente hacia la mitad del recorrido.

Sería el año 1915, cuando la empresa llevaría a cabo un profunda metamorfosis en las líneas del ferrocarril hasta darle su aspecto final, cuando se construyó una prolongación del trazado entre San Víctor y La Rebaldana para dar servicio a los trabajos de preparación del pozo Santa Bárbara, que no comenzaría a producir carbón hasta 1926, con la prolongación de un tramo de 600 metros de longitud, que incluía un puente sobre el rio Turón a la altura del Molín de la Lloca y varios más para acceder a la plaza del pozo.

Placa al ferrocarril de Hulleras de Turón ( 1893-1972) en el barrio San Francisco de Turón.

Una placa colocada en el barrio de San Francisco de Turón recuerda los sesenta millones de toneladas de carbón extraídas de la entrañas del valle minero de Turón que tanto significó solidariamente al  desarrollo del pueblo español, para quedar “tirado” y como una colilla en el suelo. Alguien dejó escrito que “La vida era para darla, no para permitir cobardemente que te la quitaren otros sin usarla”, y  los mineros asturianos en general, y turoneses en particular, han dado su vida con toda la nobleza imaginable, pero, a la vez, a ellos se la han robado sin poder usarla, a pesar de su valentía, porque el beneficio social obtenido de la explotación del carbón se lo han llevado para otras tierras, lejos de la nuestra. Más de mil personas fallecidas en accidentes mineros, miles de viudas, huérfanos, padres que perdían a sus hijos, miles de silicóticos y lisiados de la mina, millones de lágrimas y millones de ilusiones desvanecidas por sacar aquel oro negro que tanto benefició a otros, pero fuera de nuestra tierra.

Asamblea de mineros en el Pozo Santa Barbara, el 1 de setiembre de 1994, donde Villa, Dos Santos y Hevia anunciaban el cierre del pozo minero para cambiarlo por Mina Lieres, también cerrado y saqueado…

Ese es el triste final de nuestras cuencas mineras, ese ha sido el final de un pozo minero, como el de Santa Bárbara, que sigue atesorando en sus entrañas grandes reservas de carbón para más de cien años, pero que ha sido víctima del pacto establecido entre el pandillerismo sindical y la burguesía española bajo aquel slogan del “antes de cerrar un pozo hay que pasar por encima de mi cadáver”, tal y como sentenciara el ínclito José Ángel Fernández Villa, y asumiera su compinche de fechorías Antonio Hevia González, aquella mañana del 1 de setiembre de 1994 ante los mineros del pozo Santa Bárbara: “«el carbón y la actividad minera no tienen futuro; hay que buscar empleos alternativos para nuestros hijos». La realidad de lo ocurrido fue que,  pese a encontrarse entre los pozos «indultados» de entre los propuestos para el cierre en el Plan de Futuro de la empresa 1991-1993, al final primaron más los intereses personales en torno a los negocios que se “olfateban” en la recién integrada Mina de Lieres en Hunosa, y se produjo el trueque de Santa Bárbara por Lieres, como si se tratasen de un simple cambio de cromos.

Mineros de Santa Bárbara en el rescate de los cuatro compañeros que fallecieron en el accidente de diciembre de 1992, después de permanecer once días sepultados entre los costeros y el carbón

De esta manera tan cruel, el valle de Turón, aquel valle de 25.000 habitantes, que llegó a tener 200 bocaminas activas ha dejado de ser aquel hervidero industrial en que lo convirtió la minería, pasando a tener en la actualidad sus escasos  4.000 habitantes y, lo más preocupante, que los proyectos empresariales impulsados como alternativa económica a la minería – DIASA FHARMA o Construcciones Metálicas Urueña, como ejemplos -, ha cercenado las ilusiones de las nuevas generaciones, que ahora se ven abocadas al paro o al éxodo.

Desde el 29 de octubre de 2009, todo el conjunto de pozos e instalaciones de La Rebaldana (Pozo Santa Bárbara) fueron declarados Bien de Interés Cultural, siendo el primer pozo asturiano en recibir este título que marca el camino de transformar la región asturiana en un museo de no se sabe qué.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

“SOTON, UN POZO CON DEMASIADA MEMORIA”

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Pozo Sotón, en el concejo de San Martín del Rey Aurelio.

Aunque para hablar del descubrimiento del afloramiento carbonífero de Sotón haya que remontarse al año  1792, cuando el ingeniero de la armada Fernando Casado Torres, enviado por Carlos IV, reconoció las cuencas asturianas en busca de yacimientos de carbón piedra, sin embargo, no será  hasta mediados del siglo XIX, entre los años 1845 y 1865, cuando el inglés Guillermo Partington, cofundador de la primera compañía de gas de Madrid, denunció para su explotación varios de los yacimientos que conformarían lo que vino a denominarse como minas de Santa Ana y más tarde Grupo Sotón.

Mina Sallosa, perteneciente al gran grupo de montaña de El Sotón, establecida sobre una de las primeras concesiones del Concejo, denunciada en 1863. Su explotación fue comenzada por la Compañía Herrero Hermanos en 1890, y más tarde (1902) se integraría en la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera.

En efecto, la Compañía Cantábrica de Santa Ana, fundada por el propio Partington y vinculada financieramente a Herrero y Compañía fue la primera sociedad en explotar los yacimientos carboníferos del área, pero tras su liquidación en 1867 sus pertenencias fueron vendidas a la Sociedad Hullera de Santa Ana, empresa francesa vinculada a los Herrero, y años más tarde ésta pasó a pertenecer a la sociedad Carbones de Santa Ana y finalmente en 1877 a la sociedad Herrero Hnos. Las minas de Santa Ana disponían ya por entonces del ferrocarril Langreo-Gijón para dar salida a sus carbones, pero, sobre todo, contaban con la demanda de Duro y Compañía, que en 1859 había encendido su primer horno en el vecino concejo de Langreo.

La sociedad Duro Felguera, se convirtió con el tiempo en la mayor empresa establecida en el Principado de Asturias, contando con la mayor red privada de ferrocarriles industriales, servidos por un amplio parque de locomotoras de todos los tipos, tanto en sus instalaciones de la fábrica de la Felguera, como en sus líneas particulares en manos de sus filiales industriales y mineras. Su constitución potenció sus actividades a partir de 1900.

Tras la reestructuración empresarial de Duro y Compañía en 1900, cambiando su denominación por la de Sociedad Metalúrgica Duro-Felguera, y siendo ya la principal empresa siderúrgica española,  la necesidad de producir más carbón para sus hornos era una imperiosa necesidad, iniciándose un cambio radical en su estrategia empresarial para centrarla, en una primera fase, en la extracción del carbón a través de pozos verticales, a la vez que iba cesando progresivamente su actividad en las minas de montaña, adquiriendo y absorviendo otras empresas, entre las que se encuentra las minas de Santa Ana en 1902, o las de la Unión Hullera en 1906 – creada veinte años antes por la fusión de las minas La Justa, María Luisa y D’Eichtal y Cía -, y procediendo, en una segunda fase, a la modernización, tanto de las explotaciones mineras como al transporte del mineral, donde el prestigioso ingeniero de minas Luis Adaro jugaría un papel decisivo.

Entre los factores de localización que siempre tuvo en cuenta el industrial riojano Pedro Duro Benito a la hora de instalar la fábrica siderúrgica en el Pradón de la  Felguera, estos fueron el agua de los ríos Nalón y Candín – éste último pasaba por medio de la fábrica -, las grandes reservas de carbón en la zona, y la existencia del Ferrocarril de Langreo, que posibilitaba la conexión con el puerto del Musel en Gijón, pero el carbón que se necesitaba ya no era suministrado por las diferentes empresas a la fábrica sino que formaba parte del entramado industrial  que se iba tejiendo en la empresa y, por lo tanto, había que ir a la creación de una vía que conexionara aquel sinfín de instalaciones repartidas por todo el valle, de tal manera que, tomando como base los pequeños ramales de las empresas que se habían integrado en la Duro-Felguera se adoptó la decisión de crear un ferrocarril general que interconectara todas sus instalaciones.

Pozo Sotón, el año 2014

En el centro de todo el complejo industrial estaba la fábrica siderúrgica, y aguas arriba de La Felguera, el ferrocarril llegaba hasta Sotrondio, donde se encontraban algunas de las minas que habían pertenecido a los Herrero, como Rimadero, Santa Bárbara y Sotón, todas ellas de montaña, entre las que destacaban la del Sotón por su localización sobre el valle del Nalón y las enormes posibilidades de cara a un aprovechamiento en profundidad.

Así llegamos al año 1914 cuando se daba comienzo a la profundización de lo que sería una de las primeras unidades de extracción mediante la profundización de los dos pozos “gemelos” del Sotón, entre las localidades de Sotrondio y L’Entregu, quedando como pieza central y fundamental del pozo la conformada por los dos castilletes metálicos de perfiles roblonados y soldadura, de unos 33 metros de altura; el RETER  o estructura metálica de perfiles laminados, que envuelve los castilletes y que alberga el área de clasificación de carbones, ensamblada también por remaches metálicos y soldadura; y la casa de máquinas, nave de ladrillo visto ubicada frente a los pies de los castilletes y que sigue como referente alguno de los edificios de la fábrica siderúrgica de Duro en La Felguera. Ambos castilletes serían “remozados” para que la estructura original pudiera soportar las presiones de las cada vez más profundas cotas que iba alcanzando la explotación. Así, en 1985, fueron sustituidos los tejadillos de las poleas y las tornapuntas de los castilletes fueron envueltas por chapas de hierro con soldadura.

L’Entregu es el mayor núcleo urbano de los que forman la ciudad asturiana de San Martín del Rey Aurelio.
Por un Decreto del Principado de Asturias de septiembre de 2007 esta localidad se unió administrativamente a las cercanas de Sotrondio y Blimea para formar una única población de nombre San Martín del Rey Aurelio y capital del municipio homónimo.
Según el nomenclátor de 2013, la población de L’Entregu era de 7.166 habitantes y la de la parroquia de Linares, en su conjunto, de 8.905 habitantes.

Aquella profundización de los pozos mineros, que obligaría al desvío del rio Nalón,  y la influencia de la fábrica de Duro-Felguera, empresa que fue absorviendo la mayoría de las explotaciones mineras ubicadas en la vega del Nalón a lo largo de los concejos de Langreo y San Martín del Rey Aurelio – la última adhesión tendría lugar en 1919, cuando ya se incorporaron las minas de los Hermanos Felgueroso -, explica el rápido crecimiento del empleo y la concentración del mismo en los grandes centros de trabajo, contribuyendo a crear las condiciones para el desarrollo de urbanizaciones que van dando lugar a  núcleos poblacionales como L’Entregu y Sotrondio.

En efecto, aquello originaba un gran problema en la disposición de viviendas para los trabajadores, pero la Duro-Felguera, más allá de la retención en sus manos de la enseñanza en los colegios religiosos y el aprovisionamiento a través de los economatos, renunciaron desde un principio a poner en marcha políticas de empresa para la construcción de viviendas destinadas a los trabajadores, motivando que la vivienda quedara en manos de la iniciativa privada y de la oficial.

La llegada masiva de mano de obra hizo necesaria la creación de nuevas viviendas y poblados que se establecen en zonas cercanas a la boca del pozo  donde se trabaja, surgiendo 
las barriadas mineras que hoy se conservan, como las de El Serrallo, en Sotrondio (foto), o las de El Coto, La Vega, El Japón, y San Vicente, en L’Entregu 

Por tanto, Duro-Felguera, pese a producir algunas decenas de viviendas en las proximidades de la fábrica de La Felguera, nunca se distinguió por la construcción de vivienda obrera, todo lo contrario a la hora de construir residencia para sus mandos, tales como la suntuosa residencia de ingenieros al lado de la fábrica y los chalés repartidos por los distintos lugares del valle minero, teniendo que ser la promoción oficial, a través del Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra Sindical del Hogar quienes sustituyeran aquella carencia empresarial, con la construcción de barriadas, como la del Serrallo en Sotrondio, o las  del Coto, Santa Bárbara, San Vicente y Japón en L’Entregu, entre otras, las cuales eran entregadas en régimen de amortización bien a los trabajadores, bien a las empresas mineras, como la Duro-Felguera  que, a su vez, las adjudicaban en alquiler a sus trabajadores.   

Enfrentamientos entre mineros y los antidisturbios de la Policia Nacional en la plaza del pozo Sotón, durante la huelga minera del año 2012.

Sin embargo, tal y como se decía con anterioridad, a pesar de la casi inhibición de la Duro-Felguera en esta materia tan importante como era la vivienda, ésta no hizo lo mismo a la hora de controlar otros aspectos fundamentales para el mantenimiento de la productividad, como era la escuela, incrustandola dentro de la trama urbana de los núcleos urbanos que se iban creando alrededor de los pozos mineros, decidiendo en el año 1901 la creación de un colegio para la formación de los hijos de sus productores, con la llegada de cuatro hermanos de las Escuelas Cristianas, procedentes de la localidad gallega de Baiona, que sería el embrión del Colegio San Juan Bautista de La Salle “los del baberu”, en La Felguera, y llegó a tener unos 500 niños y 300 adultos. Ya en 1917, siendo director de la Duro-Felguera Domingo García Regueral, tendría lugar la creación de una escuela de Artes y Oficios, situándola en la primera planta del mismo edificio del colegio, de tal manera que las plantas de abajo eran dedicadas a la enseñanza de los niños y el piso superior a las enseñanzas profesionales. Más tarde, hacia el año 1929, la empresa lograba del Ministerio de Trabajo y Previsión la autorización para crear un Centro Oficial de Enseñanzas Profesionales que se construyó en la calle Conde Sizzo (Escuela de Maestría Industrial), en la actualidad destinada a cuartel de la Policía Nacional.

Rosario Felgueroso González con ocho de “sus hijas” en el Colegio Nuestra Señora del Rosario, en Ciaño. Es el clásico caso del empresario (formaba parte del clan minero de los Felgueroso, siendo la cuarta de los cinco hermanos) que se dedicaba a la instrucción y educación en los colegios religiosos…

Es preciso dejar señalado, no obstante, que la enseñanza religiosa en las cuencas tuvo su primer objetivo en la educación femenina, seguramente porque en aquel momento todavía se anteponía la necesidad de obreros infantiles a su educación y el número de niños obreros era superior al de niñas, pero habría que esperar al año 1897 para que Duro-Felguera decidiese llamar a las Hermanas Dominicas de la Anunciata para inaugurar su colegio en Sotrondio y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul en L’Entregu. La coincidencia ideólogica entre patronos y alcaldes, donde a veces reunía un mismo individuo, caso concreto de los alcaldes y empresarios mineros de Langreo, Antonio María Dorado, y Nespral de San Martín del Rey Aurelio, explican muy claramente el apoyo desde los municipios a la financiación tanto de las políticas educativas como el modelo escolar que las empresas defendieran, lo que facilitaba el establecimiento de estos centros confesionales privados, donde el propio reglamento de la Duro-Felguera ya establecía la obligación de asistir a misa dominical, el rezo obligatorio al término de las clases de la mañana y de la tarde, y el rosario, semanal para los niños y diario para las niñas,  mientras que la red escolar pública permanecía prácticamente paralizada.

Estaba muy claro que los capitalistas eran muy conscientes de que la mejor manera de defender su posición  de privilegio pasaba por mantener el orden social y esto solo podía lograrse si los trabajadores aceptaban con normalidad el papel de sumisión que les correspondía por haber nacido en una clase social destinada a la producción de riqueza que ellos aprovechaban, y para que esta circunstancia fuera plenamente asumida, había que educarlos en esta idea desde niños, inculcando en sus conductas infantiles unas normas que ellos debían asumir con normalidad, sin cuestionarse nada, considerando que el hecho de que los obreros debían trabajar para enriquecer a sus patronos era algo tan inmutable como los nombres de los continentes o la tabla de multiplicar. Pero aquella manera de fomentar la enseñanza con el apoyo de las corporaciones municipales entró en conflicto con las tesis de la izquierda durante la etapa republicana, generando un enfrentamiento entre las empresas, partidarias de la enseñanza religiosa, y los ayuntamientos republicanos que luchaban por la implantación de una enseñanza pública y laica.

Tras la liberación de Francia del nazismo, la colonia de «El Sotón» sirvió de alojamiento a un grupo de soldados alemanes protegidos por la dictadura franquista, aunque estos nunca llegaron a trabajar en la mina, por lo que resulta más difícil que, tanto por su nacionalidad como por esta circunstancia, se hayan podido confundir con presos republicanos…

Una cuestión referida a la Duro-Felguera fue la creación de su colonia para trabajadores, instalada en la plaza del pozo Sotón que, aunque distinta de lo que fueron sus campos de concentración en los pozos Fondón, Mosquitera y San Mamés, sin embargo, su misión nunca ha quedado suficientemente claro.

Parece ser que la empresa la había mandado construir en 1938 con el objetivo de reclutar mano de obra para las minas, donde los mineros vivían bajo un régimen castrense derivado de la incívica guerra española, de manera que el conjunto de los alojados allí eran denominados pelotón. En la colonia, los gastos de alimentación y alojamiento les eran descontados a los obreros de su paga mensual, y la misma permanecía bajo la férrea vigilancia de los cuadros falangistas y la propia guardia civil. Al respecto, siempre se dijo que aquella colonia había sido otro campo de concentración, donde la Duro-Felguera siempre había puesto el máximo celo por cumplir las prescripciones de la dictadura franquista, sobre todo a la hora de beneficiarse de ellas, pero es una cuestión que al día de hoy permanece en la oscuridad de sus archivos secretos. Lo que ha quedado claro es que la colonia del Sotón ha servido como residencia de un grupo de alemanes llegados desde Francia tras su liberación de los nazis, los cuales fueron desapareciendo de las explotaciones mineras sin dejar rastro a la vez que dejando un gran misterio. Todo parece indicar que se trataba de un grupo de nazis “asilados” por Franco que irían abandonando el país dentro de los acuerdos establecidos al final de la guerra en Europa, motivo en la creencia de que la colonia del Sotón hubiera sido otro de los campos de concentración, aunque concentrados y vigilados sí estaban.

Plano del recorrido en la visita al interior del Pozo Sotón.

Así llegamos a la fecha del 31 de diciembre de 2014, cuando la empresa pública Hunosa hacía efectivo el cierre administrativo del Pozo Sotón, dejando atrás un siglo de historia y  una gran bolsa de carbón en condiciones muy óptimas para su explotación que todavía queda en su interior para otro siglo. Con ello se pone fin a una de las mayores fuentes de riqueza y empleo que tuvo el concejo de San Martin del Rey Aurelio, eso sí, quedando incluido entre los cien elementos de patrimonio industrial más representativo de España, hasta el punto de ser declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

Y allí, en la plaza del Pozo Sotón, ha quedado instalado un memorial formado por 500 placas individuales que contienen los nombres completos de todos los mineros fallecidos, el pozo en el que trabajaban, y la fecha en la que se produjo el accidente en el que perdieron la vida.

Memorial minero en el Pozo Sotón de Hunosa en la localidad de Sotrondio, perteneciente al concejo de San Martín del Rey Aurelio.

Pero, el recuerdo a los mineros fallecidos no ha sido el único proyecto en marcha, porque Hunosa también ha  acondicionado espacios para dar lugar a distintas exposiciones de planos, fotografías y explicaciones de accidentes ocurridos en la mina, con el objetivo de explicar al visitante la dureza del trabajo minero, todo ello complementado con un visita guiada al interior de la explotación, iniciando el descenso en la jaula a lo largo de sus 386 metros, hasta alcanzar la planta 8ª y descender hasta la 9ª planta a través de la chimenea “La Jota”, y continuar el recorrido a pie durante 2 kilómetros de galerías hasta alcanzar la zona de explotación del carbón, visitando un taller vertical con rozadora así como el avance de una galería en la zona La Lozana. También se visita un taller de explotación por subniveles (soutiraje) a través del cual se desciende por un plano inclinado  que nos llevará a la planta 10ª del pozo, desde donde iniciaremos el camino de salida al exterior, después de dos horas de trabajo.

ANTON SAAVEDRA  

 

 

 

 

 

 

 

 


LA CAMOCHA EMPEZÓ MAL, PERO ACABÓ PEOR.

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Mina La Camocha, en el concejo de Gijón.

Hablar de la Mina La Camocha es hablar del clan minero de “los Felgueroso” y, por tanto, significa remontarnos a la fecha del 1 de setiembre de 1893 cuando quedaría constituída la Sociedad Felgueroso Hermanos, tomando en arriendo las minas de Saús a la Compañía de Carbones Asturianos, quedando la sociedad participada por los cinco hermanos Felgueroso – Víctor (41%), Constantino (25%), Secundino (10%), Adelaida (7%), Rosario (7%) – y su padre Gabino Fernández Felgueroso (10%).

Nacidos del matrimonio formado en la localidad langreana de Ciaño  por Gabino Fernández Felgueroso Rodríguez y Genara González García, dentro de un entorno profundamente minero, cuando el analfabetismo era abrumador, y muy pocos podían permitirse el lujo de tener estudios, y los que podían estudiar – los burgueses y la nobleza -, lo hacían en colegios religiosos, los dos hermanos mayores – Víctor y Constante – comenzaron a trabajar de “guajes” en la mina, pero conscientes de que sin estudios nunca lograrían progresar demasiado, tomaron la decisión de matricularse en la Escuela de Facultativos de Minas de Mieres, de tal manera que, después de pasar toda la semana trabajando, los sábados por la mañana partían caminando por el monte hasta Mieres, para regresar de domingo a su casa de Ciaño. Y fue allí, en la Escuela de Mieres donde, leyendo escritos del insigne geólogo alemán Guillermo Shultz que, más o menos, confirmaban la presencia de carbón en la costa gijonesa, grabaron en sus mentes la idea de ir a buscarlo, de tal manera que, nada más acabar sus estudios y ejercer como “capataces” en varios grupos mineros de la zona, decidieron hacerse patronos y lanzarse a lo que, en principio, parecía una aventura: explotar carbón en aquel prado de la “vaca mocha”.

Los hermanos Felgueroso, acompañados de otras personas, en el castillete de La Camocha nº1

Después de haber adquirido varias minas, siendo la adquisición más audaz la efectuada en febrero de 1899 a Inocencio Sela, Policarpo Herrero y Wenceslao González para hacerse con unas minas abandonadas en La Nueva de Langreo desde hacía  cuarenta años , abonando por ellas la cantidad de un millón  de pesetas, a pagar cien mil al contado y el resto en doce años, la sociedad originaria se había convertido en una empresa mediana, siendo preciso replantear el marco jurídico, quedando constituida, el 23 de marzo de 1899, la “Sociedad Regular Colectiva Felgueroso Hermanos”, como continuación de la Sociedad Felgueroso Hermanos, con un capital de 250.000 pesetas, producto de los beneficios que se iban obteniendo con la explotación de sus minas.

Con la escritura de propiedad de las minas de “La Nueva” en la mano, firmada el 10 de agosto de 1900, la sociedad quedaba hipotecada en 825.000 pesetas, pero, paradojas de la vida, no habían transcurrido quince días cuando las minas eran vendidas por ¡¡¡ CUATRO MILLONES DE PESETAS !!! a un grupo de empresarios franceses – Carlos Barberá, Ernesto Latast y Gustavo Bord -, creándose por estos la sociedad Charbonnages de La Nueva en 1901, aunque en 1914 cambiaría su nombre adoptando el de Carbones de La Nueva, de tal manera que, teniendo en cuenta la buena rentabilidad que seguían ofreciendo las otras explotaciones de la empresa, fue el momento de lanzarse al proyecto que tenían in mente desde aquellos años de la escuela minera de Mieres para encontrar carbón en Gijón.

(…) en la mañana del 21 de enero de 1915 se produjo un incendio de gases, con llamaradas de intenso color rojizo, que se elevaban a una altura de de unos diez metros. Aquello atrajo numeroso público, y los técnicos creyeron que se había descubierto una mina de petróleo, pero más tarde se inclinaron a opinar que se trataba de un rico gas combustible que podría utilizarse para diversas industrias…

Manos a la obra, en los principios de 1901 solicitaban la concesión de varias pertenencia en el concejo de Gijón, y tras consultar con el maestro de los maestros de la ingeniería geológica, el oscense Lucas Mallada y Pueyo, éste estuvo de acuerdo en que el lugar elegido por “los Felgueroso” para iniciar las prospecciones era el más adecuado, hasta el punto de que las muestras extraídas habían pinchado carbón a los 160 metros de profundidad, continuando con otros sondeos más profundos que habían cortado tres capas de carbón de excelente calidad, dando comienzo a las labores de profundización de un pozo en San Martín de Huerces el primero de mayo de 1902. Sin embargo, después de aparecer los primeros problemas, derivados principalmente de los manantiales de agua aparecidos, optaron por abandonar las tareas, para iniciar la profundización de otro pozo cerca de aquel, teniendo que paralizar las tareas cuando se llevaban 115 metros realizados al volver a tropezar con la misma zona acuífera, lo que hizo correr la voz de una leyenda, posteriormente convertida en canción: “La mina de La Camocha dicen que va baxu el mar y, a veces, los mineros sienten les oles bramar…”

Lógicamente, aquellos fracasos obtenidos en las profundizaciones de los pozos había mermado las arcas de la sociedad, hasta el punto de encontrarse amenazada por la quiebra pero, superados los primeros y más difíciles momentos, la empresa lograba salir a flote, incluso creciendo con la adquisición de nuevas explotaciones mineras que le generaban beneficios, de tal manera que en abril de 1914, “los Felgueroso” retomaban lo que ya estaba siendo considerada una “locura”, dando comienzo a los sondeos en la zona de Caldones, aunque esta vez bajo la dirección de personal del Instituto Geológico, a cuyo frente se encontraba el ingeniero Luis Adaro.

Antón Saavedra y Miranda en el Mecheru de Caldones, en Gijón.

Así se llega a la fecha del 20 de octubre de 1914, cuando la sonda de Caldones pinchaba el carbón a los 324 metros, pero otro contratiempo daría nuevamente al trasto con el proyecto. En efecto, era la noche del 20 de enero de 1915, con los sondeos hasta los 564 metros de profundidad, cuando el sondeador se da cuenta de que el agua empieza a ascender con una fuerza inesperada, surgiendo de repente un potente chorro de agua a modo de géiser, produciéndose a continuación una terrible explosión que se pudo escuchar en muchos kilómetros a la redonda. El gas subterráneo había prendido fuego en los hornos, y había explotado al contacto con el aire exterior, destruyendo el castillete y la maquinaria de sondeos. Ante el desastre producido por lo que quedaría bautizado como “el mecheru de Caldones”, el Instituto retiraba la maquinaria salvable y “los Felgueroso” se quedaban, una vez más, con sus ilusiones frustadas.

Inauguración del pozo número 1 de La Camocha

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, en la que España se vio favorecida por su neutralidad, la necesidad europea de carbón animaría de nuevo a la familia Felgueroso en su aventura. Su grupo hullero ya era entonces el quinto productor de mineral español. Pero en 1920, intuyendo tiempos de crisis, vendieron gran parte de sus minas para centrarse en su proyecto de Gijón. Después de todos los fracasos obtenidos, todos ellos acompañados de una dura campaña de bofetadas en su contra, a “los Felgueroso” sólo les quedaba una solución: o prendían fuego a la villa, o se metían bajo tierra. Y se metieron bajo tierra hasta que, por fin, llegaría aquel día histórico del 24 de junio de 1930, cuando aquel objetivo buscado desde 1900 se hacía realidad con la Mina de La Camocha, tal y como quedaría recogido en “La Prensa” de Gijón, el 3 de febrero de 1932: “ (…) se había logrado cortar una capa de carbón de metro y medio de espesor, a una profundidad de 180 metros, noticia que tiene una importancia grandísima para Gijón, por el gran desarrollo industrial que este hecho puede darle…” , siendo la primera venta oficial de carbón procedente de Mina La Camocha la realizada a la panadería Zarracina de Gijón, el 30 de setiembre de 1935.

Estación del ferrocarril minero La Camocha-Veriña, el año 1959

Pero, si la puesta en marcha de la Mina La Camocha había resultado toda una odisea, la salida de la producción a sus lugares de consumo iban a plantear otros problemas de características similares, debido fundamentalmente al mal estado de los caminos y “caleyes” así como a la escasez de camiones, lo que ponía freno a la producción de carbón, haciéndose  imprescindible la instalación de una línea ferroviaria entre la estación de la Renfe en Veriña y la Mina de La Camocha, con una distancia de diez kilómetros y un presupuesto de 5.734.650,65 pesetas, cuyo proyecto se haría sobre la caja del tramo inconcluso del primitivo Ferrocarril minero de San Marín del Rey Aurelio – Lieres – Gijón – Musel (el de la canción de “Hay una línea trazada”), quedando inaugurada por el mismísimo Francisco Franco, el 26 de agosto de 1949, cuando Mina La Camocha producía 400.000 toneladas de carbón al año, con una plantilla de mil seiscientos trabajadores, aunque por aquellas fechas la empresa de “los Felgueroso” ya pertenecía a la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), del Conde de los Gaitanes, desde 1947, debido a los problemas económicos acumulados, hasta que la MSP escindió la sociedad en 1992, pasando La Camocha a manos de Fernando Brugos “El Ruchu”.

CASIMIRO BAYÓN , histórico militante del Partido Comunista, natural de la localidad langreana de La Foyaca. Su lucha en defensa de los derechos de los trabajadores le llevó a ser uno de los fundadores de la primera comisión obrera de la mina La Camocha, germen del sindicato que años después se extendería por toda España.

Nunca podrá cerrarse cualquier escrito referido a Mina de La Camocha sin referirse a dos acontecimientos que allí se produjeron: el nacimiento de las Comisiones Obreras y la trama carbonera del carbón que acabó con su dirección condenada judicialmente a la cárcel por corrupción.

Por aquellos tiempos, dominados por una implacable represión, los mineros habían iniciado un largo calvario, resultándole muy difícil reorganizarse en aquellas circunstancias en las que a la violencia represiva del régimen había que añadir la debilidad inicial de unas organizaciones cuyos hombres más valiosos habían fallecido, otros se encontraban en las cárceles sentenciados a largos años de prisión o esperando la ejecución ante un pelotón de fusilamiento, y otros supervivientes que habían “huido” hacia el exilio, donde la clase obrera incorporaba un nuevo núcleo minero, en el ya concejo minero de Gijón a donde se van incorporando inmigrantes procedentes, en su mayoría, de las cuencas centrales asturianas, con predominio de la cuenca del Nalón, dándose la circunstancia  de que en el año 1.960, tan sólo un 40 por ciento de la población residente en la parroquia de VEGA era originaria de Gijón, correspondiendo el resto a gente de las cuencas y emigrantes de otras zonas de España, de los cuales, muchos de ellos habían pasado por departamentos penales como consecuencia de su actividad política y sindical en la guerra, configurándose LA CAMOCHA como una explotación propicia para la organización del movimiento obrero, sobre todo, teniendo en cuenta el cierto aislamiento de la explotación fuera de los núcleos principales de la población, muy distinto a otros enclaves en el Nalón o Caudal.

Aunque no será oficialmente adoptada hasta después de 1.948, el Partido Comunista había atisbado muy tempranamente la táctica del “entrismo” en los sindicatos franquistas, perspectiva que ya se contempla en un informe del año 1.940, llevándose a cabo en LA CAMOCHA por comunistas como Casimiro BAYÓN, Celso Alvarez Martinez, Joaquin Fernández Espina, Julio Gutierrez González o Críspulo Gutierrez Riera.

Antiguas viviendas de los mineros en La Camocha.

Así llegamos al año 1.956, cuando un desacuerdo con las primas establecidas de producción, produce un creciente malestar que dará lugar a un “bajo rendimiento” que protagonizan los picadores durante varios días. Las condiciones de trabajo de los mineros silicóticos, la recuperación de la madera por parte de los posteadores, la reducción de la jornada en trabajos con agua…, se van sucediendo como causas de una inquietud reinante y ven confluir en torno a estos y otros motivos similares el descontento a trabajadores de muy distintas tendencias, quedando conformada la “PRIMERA COMISION OBRERA DE MINEROS” que integran Casimiro BAYON, militante del partido comunista; Francisco “el Quicu“, militante de la JOC; Pedro GALACHE, independiente y Gerardo TENREIRO, falangista y excombatiente de la División Azul. Como precedente de una sucesión de reivindicaciones no satisfechas, se producía finalmente la huelga de NUEVE DIAS sostenida en enero de 1.957, en cuyo transcurso ya interviene aquella “COMISION OBRERA” que tanta fama daría a la Mina de  La Camocha. Es decir, en La Camocha se había iniciado la puesta en práctica de la nueva táctica del Partido Comunista de España, abriendo paso en Asturias a una fase de conflictividad laboral que alcanza magnitudes hasta la fecha inusitadas, siendo los mineros del Nalón los que llevan el peso fundamental de los conflictos que se van sucediendo al de La Camocha, hasta llegar al movimiento huelguístico de 1962 que marcaría un hito incuestionable, un antes y un después de la dictadura franquista.

Último relevo de la mina La Camocha, el 31 de diciembre de 2007.

Y, tal y como se dice en título de este capítulo en el sentido de que aquello que mal empieza suele acabar peor, aquí se cumplía con creces el dicho. La empresa Mina La Camocha, que tras su escisión de MSP había quedado bajo el control del empresario leonés Fernando Luis García Brugos “El Ruchu”, consumaba el cierre de la explotación con la disolución de la sociedad, el 31 de diciembre de 2007, cuando tan solo quedaba una plantilla de 160 trabajadores, pero en realidad la mina  ya hacía tiempo que no extraía carbón, a pesar de que en La Camocha aún quedan, según los estudios geológicos realizados, alrededor de 130 millones de toneladas de excelentes calidades de carbón en sus entrañas que, en una explotación racional, habría para 300 años.

La mina, en mano de estos “gánsteres” del carbón habría servido como tapadera del carbón de importación que se hacía pasar como extraído de mina La Camcocha, operación que se hacía con la connivencia del pandillerismo sindical somático y cocoso, así como de la propia administración en su doble contexto nacional y regional, dando lugar a un largo proceso judicial que se prolongaría durante más de 15 años y acabaría con la sentencia judicial dictada el 21 de noviembre de 2014, con la condena  de nueve años de cárcel y 19 millones de euros en concepto de multa e indemnización al Estado para cada uno de los cinco directivos juzgados: Víctor Zapico Zapico, Manuel Martín Martín, Guillermo Honrubia, Angel Manuel García Brugos y Margarita García. 

Croquis detallando la traa carbonera de Mina La Camocha.

Resultaba más que vergonzante ver al concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Gijón, el exsindicalista somático Tino Venturo,  entre otros, defender como correcta la gestión de la empresa minera cuando, con motivo de la presentación del futuro parque empresarial de La Camocha no veían problema ni ilegalidad alguna en la gestión de esta explotación minera en años anteriores, cuando iban de la mano de los ahora ya condenados judicialmente,  vendiendo la moto de un parque empresarial en los terrenos de la mina, anunciado a bombo y platillo por la entonces  alcaldesa del PSOE, Paz Fernández Felgueroso, que recordaba en el mismo acto de la Feria de Muestras de Gijón las bondades de aquella  iniciativa presentada por el “petromocheado y camocheado” Víctor Zapico, olvidándose de las obligaciones de la empresa con los trabajadores, de las deudas y de los procedimientos judiciales pendientes. ¿Cómo se explica esta sintonía del gobierno municipal con los delincuentes? ¿Debemos entender que el gobierno de “la Felgueroso” hizo gala de una ignorancia enciclopédica y una incapacidad total para velar por el interés general?

De momento, el derribo de las instalaciones de Mina La Camocha ha quedado paralizado por orden judicial.

De la mina queda hoy la arquitectura del poblado minero, con sus calles identificadas por letras correlativas del abecedario y oficios mineros -«A, artilleros», “B, barrenistas”, “P, picadores”, y el rótulo pegado a la valla que cierra la parcela del pozo, con un mensaje de peligro en blanco sobre fondo rojo: «Instalaciones industriales en ruinas», las cuales, de momento, y gracias al combate mantenido por la Agrupación de  Colectivos Asturianos, la mina seguirá, al menos de momento, conservando sus dos castilletes, después de que el titular del Juzgado de lo contencioso-administrativo de Gijón haya ratificado su decisión de paralizar los derribos en las antiguas instalaciones mineras, rechazando  los recursos presentados por el Ayuntamiento de Gijón, la administración concursal de Mina La Camocha, la firma adjudicataria de los derribos (Inagen) y la que los realiza (Logiscrap) de levantar la suspensión cautelar. 

Desde mi punto de vista, solo me queda manifestar que me parece otra aberración el haber cerrado el mejor yacimiento de Asturias, pues ningún otro pozo minero de carbón en Asturias  tiene ni la calidad ni la cantidad del que queda en las entrañas de la Mina de La Camocha.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SAN VICENTE, EL POZO MILITARIZADO POR VOLUNTAD DEL SOMA.

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Pozo San Vicente en L’Entregu de San Martín del Rey Aurelio, el año 1924.

Para hablar de los orígenes de la  Mina San Vicente es preciso situarse en el año 1883, cuando quedaba conformado el coto San Vicente explotado por unos particulares en ocho concesiones que, posteriormente, en el año 1916, pasarían a ser propiedad de la empresa Carbones de San Vicente, al mando de la cual figuraba el miembro del “clan de los Felgueroso” Víctor Felgueroso Figar, profundizándose entre los años 1918 y 1919 el pozo vertical San Vicente en la localidad de L’Entregu, perteneciente al concejo de San Martín del Rey Aurelio, donde quedó instalado un castillete de 16,80 metros de eje de poleas que aún se conserva, con una jaula de un solo vagón.

Por aquel entonces, la lucha de los mineros había conquistado la jornada de siete horas para los trabajos de interior y el SOMA había sido  reconocido por la patronal como representante legítimo de los mineros para iniciar su colaboración con los patronos pidiendo “ayudas y subvenciones al gobierno para una minería agredida por el dumping de los carbones ingleses que trataban de aplastar nuestros carbones”. Incluso en la gran concentración organizada por el SOMA en la plaza de toros de Oviedo, los patronos distribuían gratuitamente los billetes de ida y vuelta en los ferrocarriles que llegaban a la capital asturiana, cediendo el gobierno con la concesión a los patronos de una ayuda económica, de las que 25 céntimos por tonelada de carbón acabarían en la tesorería del SOMA para ser destinadas al Orfanato Minero de reciente creación.

Manuel Llaneza y el general dictador Primo de Rivera aboliendo la jornada de siete horas en la mina, despidiendo a más de seis mil mineros y rebajando salvajamente los salarios de los trabajadores…

Pero, en enero de 1926 se iba a producir un hecho que marcaría todo un hito en la historia del SOMA: la cacareada autogestión de la Mina San Vicente. Me refiero a la empresa Carbones de San Vicente, propiedad de Víctor Felgueroso Figar, la cual venía atravesando una crítica situación, al borde de la ruina, con numerosas deudas y los salarios de los mineros sin abonar durante varios meses, de tal manera que sería el propio SOMA quien haría un préstamo de 95.000 pesetas al patrón, a cambio de un número de acciones y obligaciones, pero el tal FELGUEROSO huyó con el dinero, lo que hizo aflorar un extraño acuerdo entre los militares golpistas que defendían los intereses de los poderosos y los dirigentes sindicales somáticos que hablaban en sus resoluciones congresuales de la nacionalización del sector minero.

Es verdad que la autogestión reconoce orígenes históricos desde las primeras luchas obreras en los comienzos del capitalismo industrial, y que aquellas experiencias autogestionarias de los trabajadores no buscaban otra cuestión que quitarse de encima la brutal explotación patronal para mejorar sus niveles de vida reconociéndose a sí mismos como los verdaderos productores, pero no es menos verdad que  la historia se ha encargado de negar estos orígenes transformando las cooperativas en organizaciones económicas absolutamente compatibles y complementarias con el régimen capitalista aislándolas de su origen obrero.

Mineros en la bocamina de San Vicente en L’Entregu, el año 1915

En el caso que nos ocupa de la cacareada autogestión de la mina San Vicente por el SOMA-UGT, tenemos que dejar muy claro que, en absoluto se ha desarrollado en ninguna de sus fases la práctica autogestionaria en la tan “analizada como manoseada mina”. Más bien, lo ocurrido tendríamos que caracterizarlo en un momento de ofensiva por parte de los trabajadores, donde estos buscaban a través de la lucha social cambios globales, incluso revolucionarios, que mejorasen sus condiciones en el doble aspecto de su vida laboral y social. Pienso que para el caso de la autogestión somática-primorriverista resulta mucho más acertado hablar de resistencias a la situación de expulsión del mercado de trabajo que se vivía en aquellos momentos concretos, como consecuencia de las políticas  del capitalismo salvaje que se imponían en todo el continente a sangre y fuego con las dictaduras militares, llevando a los trabajadores al desempleo permanente y a la marginalidad social.

Recopilación de la legislación minera  de la época de la dictadura militar primorriverista referida a la mina somática de “San Vicente”, en L’Entregu.

No obstante, nada mejor para disipar y comprender cualquier duda al respecto que dejar reflejado documentalmente, y de manera literal, lo que decían los Reales Decretos que motivaron esta “autogestión somática” durante la dictadura militar del general Primo de Rivera, el primero de ellos referido a la exención del impuesto de Derechos Reales, con el Real Decreto, número 967, del Ministerio de Hacienda: “De acuerdo con mi Consejo de Ministros, y a propuesta del de Hacienda, Vengo a decretar lo siguiente: Artículo único. Se concede la exención del impuesto de Derechos Reales que hubiera de satisfacer en virtud del contrato formalizado en documento público mediante el cual se ha llevado la adquisición de la mina “San Vicente” por el Sindicato de los obreros mineros de Asturias. Dado en Palacio a veinticuatro de mayo de mil novecientos veintisiete.-ALFONSO.- El ministro de Hacienda, José Calvo Sotelo.”

El segundo Real Decreto, referido a la compra de los carbones, tal y como se recoge en  la exposición de motivos del ministro de la Marina del gobierno militar primorriverista al rey, para la promulgación del mismo: “Señor: El Gobierno de V.M. viene realizando una experiencia social con la mina de carbón nombrada “San Vicente”, en Asturias, y que es propiedad del elemento obrero. A tal efecto, el propio Estado se ha hecho copartícipe en la explotación de la referida mina (…) Lógica e incuestionable consecuencia es que el propio Estado favorezca, en cuanto sea justo, la explotación de dicha mina, y con tal fin, la Marina militar ha de ser consumidor obligado del carbón de dicha mina (…) Por lo expuesto y lo excepcional del caso, el ministro que suscribe tiene el honor de someter a la aprobación de Vuestra Majestad, de acuerdo con el Consejo de Ministros, el siguiente proyecto de decreto. Madrid, 22 de julio de 1927.- Señor: AL.R.P. de V.M., Honorio Cornejo y Carbajal. REAL DECRETO  (número 1339): “A propuesta del Ministro de Marina, y de acuerdo con mi Consejo de Ministros, Vengo a decretar lo siguiente: Artículo único. Se autoriza al Ministro de Marina para adquirir por gestión directa 2.500 toneladas de carbón nacional de la mina “San Vicente”, en Asturias (…) Dado en el Palacio de Miramar (San Sebastián), a veintiséis de julio de 1927.- ALFONSO…”.

Belarmino Tomás, director de la mina “San Vicente”, coparticipada con el gobierno de la dictadura militar del general Primo de Rivera.

En efecto, el Directorio Militar de PRIMO DE RIVERA no tuvo ningún inconveniente en apoyar aquel ensayo de socialización de pérdidas y concedió al sindicato un crédito para paliar aquella deuda de 625.149 pesetas, además de adquirir el compromiso de hacerse cargo del total de la producción extraída con destino a los barcos de la Marina. Desde aquel momento, con la producción vendida de antemano – 2.500 toneladas mensuales – la mina quedaría convertida en la niña mimada del socialismo asturiano, con Amador Fernández “Amadorín” como gerente y Belarmino Tomás como director, a la vez que otros destacados dirigentes somáticos ocupaban los puestos de mayor responsabilidad, y aunque de cara al exterior parecía que nadie turbaba aquella aparente tranquilidad, el conflicto en el tajo se reproducía permanentemente entre los trabajadores que reclamaban mejores condiciones laborales, hasta que uno de aquellos enfrentamientos acabó en la crónica de una tragedia anunciada.

Periódico “La Antorcha”, órgano del Partido Comunista de España…

El minero de 28 años Ramón Gutierrez había sido despedido por publicar un artículo en el periódico “La Antorcha” donde acusaba al vigilante minero somático, José Iglesias “Pepón de Claudia”, de ser un “negrero” con los trabajadores que tenía a su cargo, teniendo que ganarse la vida con la apertura de un pequeño “chigre” en la localidad langreana de Ciaño, que se vería boicoteado y abocado al fracaso, y pensando que detrás de todos su males estaba la mano de Belarmino Tomás, decidió tomarse la justicia por su cuenta. Así, en la tarde del día 19 de noviembre de 1927, entraría en las oficinas de la mina donde estaban reunidos “Pepón de Claudia”, Belarmino Tomás y el capataz minero Leopoldo Fernández Nespral examinando unos documentos, y portando una pistola en su mano, tal y como se reproduce en el diario “La Prensa” de la fecha, les dijo: «Mirad también este documento», tratando Belarmino Tomás de calmarle, a lo que Ramón Gutierrez replicó: «Yo no vengo aquí a discutir», lanzando a continuación varios disparos que acabarían  con la vida de José Iglesias “Pepón de Claudia”, mientras que Belarmino Tomás resultaba herido en la cara y un brazo.  

Periódico “La Prensa”, recogiendo la información del entierro de “Pepón de Claudia” en la Mina de San Vicente.

Lógicamente, la noticia de aquel asesinato había conmocionado a la población y, como quiera que las desgracias nunca vienen solas, un suceso inesperado vino a sumarse a lo que ya se estaba viviendo el mismo día del entierro. La conducción del cadáver, a hombros de cuatro compañeros del pozo minero, se había iniciado a las tres y media del domingo, 20 de noviembre de 1927, desde la casa del Pueblo de L’Entregu cuando, de repente, el puente de La Oscura se vino abajo al romperse los cables de sujeción y su estructura acabó en el rio Nalón junto con la multitud que lo cruzaba cuando unas seiscientas personas acompañaban al cadáver de “Pepón de Claudia”. En un principio, la confusión fue de total desconcierto, especialmente al ver flotando tantos cuerpos por el agua, que hicieron pensar en una tragedia de grandísimas dimensiones, pero cuando se pudo restablecer algo de orden y los heridos comenzaron a ser trasladados hasta la Casa de Socorro y el Sanatorio de los doctores Ortiz-Cuervo y pudieron conocerse los detalles de lo ocurrido y las cifras, aunque de mucha gravedad, dejaron de ser tan alarmantes.  

Puente “La Oscura” de L’Entregu, derrumbado cuando la gente asistía al sepelio de “Pepón de Claudia ” muerto por disparos de pistola en su oficina del pozo San Vicente…

Aunque los conocidos hagiógrafos somáticos se hayan encargado de presentar en diversos escritos, incluso en algún que otro libro, lo que ellos denominan “autogestión de la mina San Vicente” como una gran obra sagrada, rayana en el milagro, cuando tienen la osadía de afirmar que, “desde el momento en que la mina estuvo dirigida por los líderes del SOMA, Belarmino Tomás y Amador Fernández ‘Amadorín’, los mineros pasaron a disfrutar de la jornada laboral de seis horas diarias, alcanzando los más altos salarios en el sector, y cumpliendo todos los objetivos de producción”, la realidad contrastada ha sido otra muy distinta. Nunca, jamás, la mina “San Vicente” tuvo una jornada de seis horas. Más bien, lo que ocurrió fue que, desde el pacto establecido de colaboracionismo SOMA-DICTADURA PRIMORRIVERISTA, la jornada de siete horas que los mineros habían arrancado a sangre y fuego, quedó eliminada y los mineros volvieron a trabajar ocho horas diarias, de lunes a sábado.

Puerto del Musel, en Gijón, el año 1928

Y nunca, jamás, se alcanzaron en la mina los objetivos de producción estipulados de 2.500 toneladas de carbón mensuales para enviarlos a la Marina, según el real decreto de 1927, aunque realmente las 2.500 toneladas de carbón se entregaban todos los meses. ¿Cómo se puede dejar escrito que la producción de carbón alcanzada en la mina durante el año 1928 fue de 10.311 toneladas, añadiendo en la misma memoria del SOMA que se obtuvieron unos beneficios de  339.698 pesetas, cuando una simple multiplicación de las 2.500 toneladas mensuales por 12 meses del año nos dan exactamente las 30.000 toneladas anuales estipuladas? ¿De dónde procedía la diferencia de 20.689 toneladas que no se extraían de la mina pero que, sin embargo, se enviaban a la Marina? Pues, lisa y llanamente, de las producciones obtenidas de otras minas cercanas, como las de “los Nespral” que, no teniendo el privilegio del SOMA para dar salida a sus producciones, habían llegado a un acuerdo con la dirección somática para completar el cupo de las 2.500 toneladas de carbón, previo abono de la “mordida” correspondiente, y “espetársela” al gobierno como producción del pozo “San Vicente”. Es decir que, si alguien pensaba que la “trama carbonera” había nacido en La Camocha o en León, tal y como ha quedado explícito en otros capítulos de mi historia minera, por aquellas fechas ya existían los “Ruchos”, “los Villas”, “los Zapicos” y “los Vitorinos”, aunque con el carnet somático de “autogestionarios” en sus bolsillos.

Pozo San Vicente, en L’Entregu…

Después de unos convulsos años de conflictos como consecuencia de la crisis mundial del 29, que serviría como justificación a la patronal para la reducción de sus producciones y el despido de trabajadores – 56 mineros de una plantilla de 200, en la Mina San Vicente -, el 14 de abril de 1931 sería proclamada la II República en España, momento que aprovecharían los mineros afiliados al Sindicato Unitario de Mineros (SUM) para plantear la reivindicación de la jornada laboral de siete horas que les había sido arrebatada por la dictadura militar de PRIMO DE RIVERA de acuerdo con los dirigentes socialistas del SOMA-UGT, dando lugar a una huelga minera con la oposición de una mayoría de la militancia somática, siempre argumentada en que la misma sólo respondía a intereses del Partido Comunista.

Amador Fernández “Amadorín”,gerente de la mina San Vicente, cooparticipada con la dictadura primorriverista …

Aquella acusación, tantas veces repetida a lo largo de la historia del movimiento obrera, sería duramente contestada a través de una manifiesto de la Confederación Regional de Trabajo, publicado en EL NOROESTE de 31 de mayo de 1931, el cual, por su interés reproducimos literalmente: “la causa única que en estos momentos mantiene la intranquilidad y miles de hombres en huelga es el decreto de la dictadura por virtud del cual se elevó en una hora la jornada en las minas. Los trabajadores de la hulla, que por el terror dictatorial debieron aceptar aquella imposición, piden en estos momentos al Gobierno de la República, la derogación de aquel decreto y la implantación de la jornada de siete horas que regía antes del régimen abyecto, (…) Por otra parte, el Sindicato Minero Asturiano no sólo no ha secundado la huelga, sino que la sabotea y aconseja públicamente, a sus afiliados, que hagan frente a los huelguistas por la violencia. Estos llamados redentores del obrerismo, que no son sino sus enemigos, e incondicionales servidores del capitalismo, tienen el incalificable  propósito de que la sangre proletaria, la sangre de hermanos, salpique de rojo la negrura de la cuenca. No puede tener otra explicación el hecho de que ayer, en la Casa del Pueblo de Sama, Amador Fernández y Belarmino Tomás hayan tenido la osadía de llamar COBARDES a los obreros por no enfrentarse con los huelguistas y OFRECER LA GUARDIA CIVIL para que los acompañasen al trabajo (…) En vergonzante contubernio con el capitalismo, los socialistas traicionan, una vez más, al proletariado, y se constituyen  en pistoleros libres contra los huelguistas. Armados de escopetas y pistolas, ya han hecho correr la sangre de los huelguistas. Esto es indignante, y lo es más, que sea consentido por las autoridades, cuando la cordura de los huelguistas no podía ser más perfecta (…)”.

Mineros asturianos agarrados al fusil para defender el gobierno republicano legítimamente… constituido

Esta situación del pozo San Vicente, después de haber sido expropiada por el gobierno durante la revolución social de Octubre del 34, se prolongaría  hasta 1936, cuando estalló la incívica guerra española, y gran parte de los mineros de San Vicente y de otras minas asturianas cambiaron el “martillo” de picar por el fusil para defender el gobierno republicano legítimamente constituido. Con la caída del frente del Norte, se le otorgaría la propiedad a la Delegación Nacional de Sindicatos (sindicato vertical franquista), y tras una interminable serie de litigios, promovidos por el reaparecido cuatrero, Víctor Felgueroso Figar, la mina sería vendida a Hulleras del Rey Aurelio S.A. (REYASA), que la mantuvo en actividad hasta 1967, hasta que, finalmente, en 1970, pasaría a ser propiedad de HUNOSA por algo menos de un millón de pesetas, convirtiéndose entonces en pozo auxiliar de María Luisa hasta su cierre y posterior desmantelamiento, perpetrado en 1998.

Boda de Víctor Felgueroso Figar en la Basílica de Covadonga, perteneciente al “clan de los Felgueroso”, el chorizo que, primero se largó con el dinero de los trabajadores, y después tuvo la desfachatez de presentarse a reclamar lo que ya no era suyo: la mina de San Vicente.

En la actualidad, después de quince años de espera, y después de haber gastado miles y miles  de euros, la mina San Vicente espera verse transformada en un nuevo museo – ¡¡¡otro museo!!! -, en esta ocasión sobre el Movimiento Obrero donde, según sus antiguos explotadores somáticos, “se pueda  reconocer y poner en valor el papel desempeñado por el movimiento obrero asturiano a través de los trabajadores de la minería y su entorno, acercando a la sociedad su contribución a los avances sociales y sus figuras más sobresalientes”.  Por favor, museo, SÍ, pero mentiras y fantasmadas en el museo, NO.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EN EL POZU MARIA LUISA, TRIANLARALARÁ, TRIANLARÁ…

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Pozo María Luisa, el 31 de diciembre de 2016…

Escribir sobre el pozo María Luisa es escribir sobre una de las explotaciones mineras de carbón más emblemáticas y conocidas de Asturias, pero es también escribir sobre una canción emblemática, una especie de himno de los mineros, que se repite cada vez que hay un acontecimiento de alegría o de protesta relacionado con la minería, porque a pesar de su carácter dramático y de protesta, sin embargo se  cree que en su origen fue una alegre melodía interpretada en fiestas y tabernas a finales del siglo XIX o principios del XX, aunque tampoco se sabe con exactitud.

Lo cierto es que fueron los mineros asturianos quienes cambiaron su letra  de “Santa Bárbara bendita, patrona de los mineros…, por la de “En el pozu María Luisa, tranlaralará…”, para utilizarla como un himno que cuenta una historia trágica: “el regreso a casa de un minero que relata a su mujer, Maruxina, como un accidente en la mina le costó la vida a varios compañeros. Un relato habitual, desgraciadamente repetido en miles de ocasiones, en las cuencas mineras asturianas y de otras regiones. Un minero que narra cómo llega a su domicilio con una herida en la cabeza y la camisa ensangrentada”, referido más concretamente a la explosión de grisú ocurrida el 14 de julio de 1949 que causó la muerte de 17 compañeros mineros en el Pozu María Luisa, situado en la localidad langreana de Ciaño.

Croquis de situación sobre la tragedia del Pozo Maria Luisa que causó la muerte de 17 compañeros mineros, el 14 de julio de 1949

En efecto, eran las seis y cuarto de la tarde de ese maldito día, cuando en el taller de explotación formado sobre la capa Vieja de 3ª planta a Nivel intermedio, del paquete Sotón, ocurría una tremenda explosión de grisú provocada por el disparo de un barreno al relleno, que sepultó a varios mineros, causando la muerte de diecisiete de ellos, de los que quince perecieron en el acto y otros dos fallecieron a los pocos días en el Sanatorio Adaro. El relevo había entrado a las diez de la mañana, estando muy próxima la hora de salida cuando se produjo la tragedia. Al respecto, resulta grotesco leer las declaraciones del capataz jefe del pozo José Riera Mortera, cuando, aludiendo al vigilante del taller, Graciano Montes Ardura – fallecido también en el accidente – manifestó que: “no le daba el más estricto cumplimiento a las órdenes recibidas, ya que era uno de los más díscolos, a pesar de haber recibido el folleto titulado ‘Grisú’, editado por la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, con varias prescripciones de obligado cumplimiento para los vigilantes, que no cumplía debido a su carácter indisciplinado (…) además, existe un  anuncio en la casa de aseo de los vigilantes, recordándoles la ‘obligación de dar por sí mismos las pegas, previo reconocimiento del grisú, y el empleo de los tacos de polvo inerte’, y una prueba de su indisciplina era que, según le había comentado el barrenista Claudio Suárez Izaguirre, en una ocasión en que tenía que dar fuego a una labor que él realizaba, se presentó sin lámpara de gasolina para reconocer el gas”.

Los medios de comunicación informando sobre la tragedia minera ocurrida en el Pozo María Luisa, el 14 de julio de 1949

Al final de un largo y penoso rescate llevado a cabo por la Brigada de Salvamento Minero, en la madrugada del 18 de julio se daban por finalizados los trabajos de recuperación de las víctimas de tan brutal accidente por falta de medidas de seguridad, como tantas veces ocurrió en nuestras minas, debido al terrorismo empresarial de la época, y sin embargo, tan silenciado. Pero, si resultaba grotesco escuchar las manifestaciones del capataz jefe del pozo echándole las culpas a las constantes indisciplinas del vigilante minero muerto, aunque seguía manteniéndole en su puesto, más grotescas todavía resultaron las conclusiones de los ingenieros actuarios de la Jefatura de Minas diciendo que “el sector de la mina estaba bien ventilado, no habiendo lugares propicios a la acumulación del gas”. Una vez más quedaba demostrado que entre los “lobos” de la Jefatura de Minas y los “lobos” de la dirección de la empresa no se comían entre sí.  

El sindicato vertical de Franco, en vez de investigar las causas reales de los accidentes laborales, todo lo solucionaba con una esquela y una corona de flores…

Este mítico yacimiento comenzaría a explotarse en 1858 por la Unión Hullera Santa Ana, para pasar en 1869 a ser propiedad de la Sociedad Carbones de María Luisa, bajo la dirección de Luis de Adaro y Magro, quien junto a la Sociéte D`Eichthal et Compagnie y La Justa creó en 1886 la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias, sociedad que se fusionaría  con Duro Felguera en el año 1906, conservándose en la actualidad la bocamina de mampostería de su socavón principal que, tal como figura con claridad en su piedra clave, entraría en servicio el año 1897.

Así llegamos al año 1918, cuando se iniciaba la profundización del pozo María Luisa, quedando suspendidas las tareas ante los graves problemas que había de escasez de mano de obra, para reanudarse muy lentamente en 1922, pero debido a la crisis que sufrió la minería asturiana después de la 1ª Guerra Mundial, los trabajos volvieron a quedar suspendidos  parcialmente, reiniciando los mismos el primero de abril de 1940, siendo inaugurado el pozo con fecha 15 de marzo de 1942.

Pozo María Luisa, el año 1943.

No obstante, la empresa seguiría manteniendo también el grupo de montaña en explotación hasta el 18 de abril de 1969 en que fue traslada su plantilla al pozo María Luisa, dejando los 2.700 metros de transversal para tareas de ventilación del pozo y desagüe para el centenar de bocaminas que existieron aguas arriba del valle, siendo el primer  castillete de España que se construyó con soldadura en lugar de remaches. Igualmente, en 1973, sería también el primer pozo en instalar un segundo castillete construido sobre el antiguo, formando lo que el ingeniero geólogo Pedro Fandós, define como una auténtica macla de hierro de la arquitectura industrial, de forma que sus máquinas de extracción se individualizaban en edificios diferentes pero compartiendo el mismo pozo, el cual, a su vez, es el único conocido cuyo agujero es de sección oval en lugar de circular. 

Bocamina de la Mina Mª Luisa, con la piedra clave que nos indica el año 1897

En el año 2008 se procedió a una segunda   modificación del castillete, tras la incorporación de una segunda polea Koepe, procedente del pozo Solvay de Lieres (Siero II), por lo que hubo de construirse una nueva casa de máquinas con renovación de todo el guionaje, con un coste en torno a los siete millones de euros, quedando inauguradas estas reformas con fecha 24 de septiembre de 2009, alcanzando en la actualidad una profundidad de 505 metros en diez plantas. 

Las jaulas de este emblemático pozo, integrado en la empresa Nacional HULLERAS DEL NORTE en el año 1967, tras pertenecer a la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, que llegó a tener una plantilla de 1600 mineros en el año 1992, sacaban al exterior al último relevo de personal productivo el 30 de diciembre de 2016, tras 158 años de producción ininterrumpida, desde que la empresa de capital francés Unión Hullera Santa Ana,  empezase a extraer mineral del llamado socavón María Luisa, que acabó dando nombre a todo el complejo minero de María Luisa,  conectado con el pozo Sotón – utilizado actualmente como atractivo turístico – y con la zona de Modesta, ahora convertida en otro polígono industrial sin empresas. Así mismo, también está unido con los pozos Samuño y San Luis de La Nueva, conformando todo un entramado subterráneo en el concejo de Langreo que la empresa y sus pandilleros sindicales, en vez de llamarlo cierre de explotaciones mineras, lo llamaban “concentración de yacimiento”, dejando en sus entrañas carbón para otros 158 años más, con  un entorno plagado de miseria y destrucción, donde se pueden ver a miles de jóvenes sin otro futuro que largarse de la tierra que les vio nacer hacia no se sabe qué lugar, donde muchos de sus padres dejaron la vida por situar a este país en el club de los países más industrializados del mundo.

Último relevo productivo del Pozo María Luisa, el 30 de diciembre de 2016.

Por supuesto, este pozo fue protagonista en primera persona de todas y cada una de las luchas mineras que hubo en nuestro país, desde la huelga de 1917 hasta la revolución del 34, o las huelgas de 1957-1963 que marcaron un antes y un después de la dictadura franquista, por no hablar de la última batalla del movimiento obrero minero del año 2012, una lucha sin cuartel de los mineros para que no se acabara con el sector, aunque miserablemente engañados por las élites del  pandillerismo sindical, carentes de una verdadera estrategia sindical para poner en jaque a los gobiernos de un bipartidismo PPSOE al servicio descarado de la oligarquía financiera, aceptando y firmando todos los planes de cierre de minas y muerte de las comarcas mineras. 

Este pozo que, en 1976, recibía la visita en su interior de los reyes de España, Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia, en una época políticamente muy convulsa, a los pocos meses después de la muerte de Franco, no buscaban sino poner de su lado a un sector de los trabajadores – los mineros – que, pese a quien pese, fueron la punta de lanza en la lucha contra la dictadura franquista.

Los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, vestidos de mineros, caminando por una de las galerías de la explotación minera del pozo “María Luisa”, durante su viaje por tierras asturianas, el 19 de mayo de 1976.

En efecto, durante las dos primeras décadas de franquismo, las ya agotadas minas de montaña habían dado paso a los pozos mineros que llevaban a vetas más profundas y alejadas con unos procedimientos de extracción más mecanizados e inadecuados métodos de ventilación que producían constantes accidentes por explosiones de grisú, entre otros muchos accidentes mortales, gravísimos, graves  y menos graves, prolongadas jornadas de trabajo con imposición de horas extraordinarias, eliminación del descanso semanal y la implantación de un sistema laboral en base a la productividad y la deficiente alimentación que hacían empeorar las condiciones de salud de los mineros en el marco de una carencia absoluta de leyes laborales sobre la salubridad, hasta el punto de que los mineros se morían echando los pulmones por la boca como consecuencia de la enfermedad de la silicosis.

Pozo María Luisa en la localidad langreana de Ciaño.

Ya en la década de los años cincuenta los orígenes de la conflictividad laboral estaban en el cambio de signo del mercado del carbón por la competencia del petróleo. La patronal minera había iniciado un proceso de reconversión del sector, llamado de “racionalización”, que afectaba directamente a las ya durísimas condiciones de los trabajadores, de tal manera que dieron comienzo los primeros conflictos y huelgas importantes de esta década.

En este escenario se llega a la fecha del 9 de marzo de 1957, cuando un grupo de picadores del pozo María Luisa, completaba su jornada laboral sin extraer una sola piedra de carbón, respondiendo el régimen y la patronal con la amenaza de  militarizar  la mina, aunque los mineros continuaron con su “huelga de brazos caídos”, finalizando el mismo cuando la patronal decidió aumentar el salario. Sin embargo, el 25 de marzo llegaba la resolución que anunciaba la militarización del pozo, privando de la exención militar a 52 mineros que tenían ese beneficio, lo que motivó un encierro en el pozo María Luisa, secundado por los compañeros mineros de los pozos Fondón y San Luis de La Nueva. Aquello era muy novedoso y las localidades y plazas de los pozos mineros no solo se llenaron de gente, en espera de lo que ocurría con los suyos, sino que dio lugar a fuertes enfrentamientos entre la policía y las mujeres y los hijos de los mineros encerrados, dándose una de las más espeluznante anécdotas que definía perfectamente la clase de tropa que gobernaba en España, cuando el gobernador Civil de Asturias, el falangista de la Guardia de Franco, Francisco Labadie Otermin, le comunicaba al ministro de la Gobernanción, general Camilo ALONSO VEGA, el hecho de los mineros que se encontraban encerrados en los pozos y este energúmeno fascista le contestó: ¡¡¡Pues, que tabiquen los pozos!!!

Picasso dejaría levantada acta con su arte, de las luchas mineras de aquellos difíciles y duros años en Asturias

Aunque esta jornada de lucha que acabaría con la salida de los mineros después de cinco días de encierro en el interior del pozo,  no había logrado que las reivindicaciones de los trabajadores triunfaran, estos empezaron a recuperar sus fuerzas para continuar nuevas jornadas de lucha en los años siguientes, y así, en marzo de 1958 otro duro conflicto surgía en el pozo de María Luisa que acabó con despidos y el cierre de las instalaciones por parte de la patronal. Los mineros respondieron con una huelga que afectó a más de 15.000 mineros,  pero una vez más la patronal, la organización sindical franquista y el Régimen actuaron contra los mineros clausurando las explotaciones mineras y decretando el estado de excepción.

Boletines mensuales de FUSOA donde figuraba el dinero que recaudábamos el día de “paga” en los centros de trabajos, así como las personas a quien se les entregaba…

Aquello acabó con una durísima represión, a base de continuas detenciones y torturas, pero sobretodo, con cientos de mineros desterrados a regiones lejanas; la mayoría afectados por enfermedades en regiones empobrecidas sin posibilidad de trabajar. Sin embargo, ellos mismos  serían los que potencialmente fueron preparando una siguiente década de mayor conflictividad y radicalización, donde se fueron convirtiendo en la vanguardia del movimiento obrero español, dando comienzo a la formación de comisiones de solidaridad y lucha, como FUSOA, que no solo recogían dinero para los represaliados y encarcelados por las distintas cárceles de España, sino que seguían organizando huelgas de solidaridad, mientras las organizaciones clandestinas se activaban.  

A pesar de aquella salvaje y brutal represión contra los mineros, estos resistían, a veces de una manera aislada e inconexa, aunque de una manera intensiva, usando métodos como la reducción del rendimiento, el abandono voluntario, incluso el despido provocado, aunque este comportamiento llegó a estar considerado como una deserción, habida cuenta que los mineros, al estar militarizados, no podían abandonar por propia iniciativa su puesto de trabajo. Al respecto, teniendo en cuenta las dificultades para poder cuantificar realmente la incidencia real de este rechazo individual en el conjunto de la minería, sí se puede precisar que en el Grupo de San Martín de Rey Aurelio, la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, con una plantilla en torno a los 2.000 mineros, se produjeron 1.423 abandonos entre los años 1939 y 1951. Unos abandonos que aquellos mineros militarizados rápidamente recibían en forma del correspondiente castigo de acuerdo con el informe del capataz – en aquella situación, equiparado al grado de teniente, aunque sin haber hecho ni siquiera día de “mili” – enviado a la patronal que, a su vez, era la encargada de hacerlo llegar a la Comisión Militar de Movilización. 

La hora del bocadillo en la mina yera sagrada…

Sin embargo, el motor principal de las protestas de los mineros fue, principalmente, la deficiente alimentación, debido a la escasez de alimentos y al estraperlo que se hacía con los mismos, provocando huelgas y encierros mineros de todo tipo, como el ocurrido en la mina La Piquera de L’Entregu en el año 1949 cuando los mineros se plantaron al grito de “¡¡¡ QUEREMOS MÁS COMIDA !!!” 

Se trataba, como ha quedado dicho, de aquellos conflictos esporádicos, muy difíciles de coordinar y extender más allá de las minas ante aquella militarización, la censura informativa, la vigilancia policial y la represión. Otra cuestión distinta fue aprovechar los desgraciados momentos ante la gran cantidad de accidentes de trabajo que se producían, hasta el punto que cada entierro de un minero fallecido, se paralizaba el trabajo en la mina, aprovechándolo para reivindicar lo que había que reivindicar, provocando en la mayoría de las ocasiones una intensa solidaridad con paros de la cuenca minera entera, cuando no de la totalidad de la minería asturiana en su conjunto.  

“… Y un reloj que aún marcaba las cinco y media del día en que el grisú vino al tajo hambriento de carne viva…” Y así, hasta los ¡¡¡ CINCO MIL MINEROS MUERTOS EN LAS MINAS ASTURIANAS!!!, La mayoría de ellos, como consecuencia del TERRORISMO EMPRESARIAL practicado en las explotaciones mineras, donde una mula era más importante que un paisano…

El caso más conocido fue el 14 de julio de 1949, cuando diecisiete mineros fueron muertos por falta de medidas de seguridad en el pozo María Luisa, de Duro Felguera que, por primera vez se hacía público en la Revista del Combustible, ya que hasta esa fecha no habían aparecido referencias a ningún accidente mortal, entre otras cuestiones, porque el gobierno y la patronal , conocedoras de las tradiciones culturales de los mineros, sabían que del lamento por accidente a la abierta rebeldía había un estrecho espacio, que estaban dispuestos a incrementar con el silencio informativo. Aquella catástrofe minera causó tal grado  de conmoción entre la población asturiana que,  de forma espontánea, se paralizaron  todas las instalaciones del valle del Nalón y la mayoría de las minas en Asturias. Así, de esa manera, quedó instituido el himno de los mineros: “Nel pozu María Luisa, trianlará lará, trianlará.Nel pozu María Luisa,trianlará lará, trianlará. Morrieron cuatro mineros, mirai, mirai Maruxina, mirai mirai como vengo yo. Morrieron cuatro mineros, mirai, mirai Maruxina, mirai mirai como vengo yo…”

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL ANTES Y EL DESPUÉS DEL ENCIERRO EN EL POZO BARREDO

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A los acordes de la música del neoliberalismo, la parte más socialdemócrata del Gobierno de Felipe González, encabezada por los ministros de Industria, Claudio Aranzadi, y de Economía, Carlos Solchaga, pusieron en marcha el denominado Plan de Reconversión Industrial de Hunosa.

En efecto, el encierro minero de las ejecutivas somática y cocosa en el interior del pozo Barredo en aquellas navidades del año 1991, ha marcado un antes, el antes de los 20.000 mineros que garantizaban ingresos a 200.000 vecinos de las cuencas, y un después, el de ahora de los escasos 2.000 mineros en Asturias con su certificado de defunción en el bolsillo a muy cortísimo plazo…, el antes de las comarcas mineras boyantes de trabajo y de progreso, y el después, el ahora del paro, la miseria y las expulsiones de nuestros jóvenes de la tierra que les vio nacer.

El gobierno felipista del PSOE había decidido cargarse el sector del carbón, tal y como le habían ordenado sus “amos” del rascacielos 666 de Nueva York, elaborando un plan de reconversión sin reconversión, anunciado públicamente con mucha antelación, resultando ser un auténtico bombazo en el mismo corazón de la minería asturiana, y por extensión de la minería española, siendo uno de los primeros centros afectados el pozo Barredo, donde se había desarrollado aquel grotesco espectáculo, cesando su producción en julio de 1995 para seguir jugando su papel como auxiliar de ventilación, desagüe y mantenimiento del pozo San Inocencio de Figaredo, aunque dejando en sus entrañas carbón para decenas y decenas de años.   

José Angel Fernández Villa y Antonio Hevia González, los dos traidores que “embarcaron” a los mineros desde la sala de “EMBARQUE” del pozo Barredo de Hunosa, en Mieres.

Pero antes de entrar en cualquier análisis para la historia, conviene dejar muy claro que aquel encierro se había iniciado después de que la mayoría de los 20.000 mineros de HUNOSA llevase muchos días en  huelga, y las movilizaciones, al margen de las directrices del pandillerismo somático y cocoso en contra de las mismas, continuaron con mucha mayor intensidad en la calle, aunque con la total incomprensión de los allí encerrados, tal y como afirman en su diario escrito dos de los compañeros encerrados pertenecientes a la Izquierda Sindical de CC.OO., temiendo que aquellas protestas les robaran protagonismo. No se debe de olvidar que las movilizaciones de la calle, en su inmensa mayoría, fueron llevadas a cabo por los compañeros de la Corriente Sindical de Izquierdas, Izquierda Sindical, y CNT. Incluso, con fecha 10 de enero, los estudiantes langreanos y mierenses se unieron a la huelga, participando en las barricadas y cortando los accesos al valle del Nalón.

Así llegamos al 15 de enero, cuando el presidente del gobierno de España, Felipe González, se pronunciaba públicamente en pleno conflicto, defendiendo el plan de reestructuración, lo que hizo que, entre los titubeos y la tibieza de las cúpulas somáticas y cocosas,  se fuera imponiendo poco a poco la normalidad laboral en los pozos, reanudándose ese mismo día la producción de carbón por primera vez desde el inicio del conflicto. Pero el conflicto no estaba finalizado, porque los estudiantes de las cuencas volvieron a la huelga los días 16 y 17, produciéndose de nuevo enfrentamientos con los antidisturbios durante las masivas manifestaciones, hasta que, finalmente las cúpulas del pandillerismo claudicaron vergonzosamente, aceptando el plan de las prejubilaciones y acelerándose el cierre de los pozos y el desmantelamiento de todo el sector minero. 

Mina Mariana en “el Barreu” del barrio mierense de Bazuelo

De ésta manera se ponía fin a una explotación minera conocida como Mina Mariana que, desde finales del XIX, la sociedad Fábrica de Mieres venía explotando sobre la ladera oeste del macizo Polio, donde el carbón extraído de sus 15 pisos era transportado por el exterior mediante planos inclinados, siendo el inferior de todos ellos el primer piso de Mariana en la zona conocida como “el Barreu” en el barrio mierense de Bazuelo, para ser trasladado desde allí en el ferrocarril minero inaugurado en 1882 hasta El Batán. Allí se juntaba con la producción de la Mina Baltasara – también perteneciente a Fábrica Mieres -, y continuaba hasta Ablaña, donde se encontraba la fundición. 

El descenso de la producción de Mina Mariana y Mina Coruxas como consecuencia del agotamiento del yacimiento, obligó a Fábrica de Mieres a continuar la explotación del yacimiento en profundidad, de tal manera que en 1923  puso en funcionamiento, en la zona de Barredo, el Socavón Barredo, abierto 7 metros por encima del nivel de la carretera de Adanero a Gijón, el cual disponía de un cable flotante para el movimiento de los vagones y estaba conectado con la plaza del primer piso por un pozo balanza a una distancia de 60 metros del eje del socavón y a 600 metros de la bocamina, con un diámetro de 4,50 metros. 

Pozo Balanza de Fábrica Mieres en la zona “el Barreu” del barrio mierense de Bazuelo.

Era el año 1931 cuando Fábrica de Mieres empezó a considerar la profundización de un pozo, aunque su profundización no comenzaría hasta el año 1937, durante la Guerra Civil, profundizándose durante ese año 12 metros, de los 200 que alcanzó en 1940, para ser inaugurado en 1941.  

El castillete, de 31 metros de altura total, está construido con perfiles de hierro en celosía y unidos mediante roblones, y sus tornapuntas son más largos que las cuatro patas de apoyo, por encontrarse emplazado en una elevación y estar la casa de máquinas muy por debajo del embarque. El pozo Barredo es el más profundo de la cuenca del Caudal y tiene una diámetro de 6 metros de diámetro, que permiten la circulación de dos jaulas con capacidad para cuatro vagonetas cada una, siendo reprofundizado en 1981 hasta alcanzar los 355 metros en cinco plantas. 

Pozo Barredo en el concejo asturiano de Mieres.

Para hablar de todo el entramado minero metalúrgico hay que remontarse a la fecha de 17 de Septiembre de 1.844, cuando un grupo financiero inglés encabezado por el financiero Jhon Mauby constituía en Londres la Asturiana Mining Company, conocida como Compañía Anglo-Asturiana con un capital nominal de cinco millones de francos, donde participaban capitalistas franceses y españoles, con el objetivo de explotar carbón y crear unos hornos altos para el aprovechamiento de los minerales de la zona, eligiendo para el emplazamiento de su fábrica la ribera del río Caudal en el pueblo mierense de Ablaña, adquiriendo varias minas de carbón en distintas zonas. 

No obstante, para hablar de todo el entramado minero metalúrgico de Fábrica de Mieres hay que remontarse a la fecha de 17 de Septiembre de 1.844, cuando un grupo financiero inglés  encabezado por el financiero Jhon Mauby  constituía en Londres la Asturiana Mining Company, conocida como Compañía Anglo-Asturiana, con un capital nominal de cinco millones de francos, donde participaban capitalistas franceses y españoles, con el objetivo de explotar carbón y crear unos hornos altos para el aprovechamiento de los minerales de la zona, eligiendo para el emplazamiento de su fábrica la ribera del río Caudal en el pueblo mierense de Ablaña a la vez que iban adquiriendo varias minas de carbón en distintas zonas. Sin embargo, la compañía fracasaría años más tarde, debido principalmente a la dispersión geográfica de sus explotaciones mineras, condicionadas por la carencia y mala calidad de las comunicaciones existentes, siendo disuelta por una real orden de 26 de marzo de 1849, aunque al año siguiente, el grupo Riansares adquiría, a través del banquero Lillo,  la fracasada fábrica por el precio de 502.000 francos, y en 1852 quedaba inaugurado un moderno horno alto que producía de 3000 a 4000 toneladas de fundición de afino. 

Franco visita las instalaciones del Pozo Barredo de Mieres, el 20 de mayo de  1946.

Después de un complicado proceso de concentración de diversas empresas mineras y metalúrgicas, en junio de 1853 quedaría constituida en París la sociedad Compagnie Miniere et Metallurgique des Asturies, con un capital nominal de cuatro millones de francos en 16.000 acciones, controlada por el grupo Riánsares, y teniendo a Grimaldi como socio gerente y Lillo como socio comanditario, hasta llegar al año 1861, cuando quedaba creada en la misma capital francesa la sociedad Houillire et Metallurgique des Asturies por el banquero Numa Guilhou y Charles Louis Bertiere que se hizo cargo de la compañía al borde de la quiebra, adquiriendo también las minas de hulla del duque de Riánsares y la mayor parte de las acciones del Ferrocarril de Langreo. 

Fábrica de Mieres en la ribera del río Caudal, en la localidad mierense de Ablaña…

Ya en el año 1868 la Houillire entraba en una nueva crisis, siendo subastada en París en 1870, para ser  por el banquero parisino Numa Guilhou en 2.700.000 francos, pasando a sus manos la fábrica de hierro de Mieres, de acero de Villallana, las pertenencias de carbón de Langreo, Santo Firme y Mieres, los terrenos y propiedades de dichas fábricas y el Ferrocarril de Langreo a Gijón, volviéndose a reencontrarse con las típicas dificultades de antaño, hasta que en el año 1873 la empresa contrataba al ingeniero Jerónimo Ibrán, que procedía con su equipo a renovar las instalaciones, creando nuevos talleres y poniendo gran interés en la formación técnica y profesional de los trabajadores, para convertir el ruinoso negocio en una empresa rentable, de tal manera que en 1875 la sociedad ya cuenta con dos Hornos Altos y sus accesorios que le permiten una producción media diaria de 33 toneladas, una batería de 40 hornos tipo Francois para obtención de cok con una producción de 800 quintales diarios,  y un taller de pudelado de 13 hornos de bolas y dos baterías de trenes de laminación para producir hierro basto y laminado… 

Ferrocarril de Fábrica de Mieres

Finalmente, en marzo de 1879, quedaba constituida ante el notario de Mieres, José García Babia, la Sociedad Anónima Fábrica de Mieres, por el banquero francés Numa Guilhou y el empresario Protasio García Bernardo, con un capital social de 17.000.000 de pesetas. Un proceso creciente que llegó a disponer en 1.881 de tres altos hornos, dos trenes de pudelar, tres para fabricar fleje y uno de chapa, además de otros cuatro hornos de pudelar de caldera horizontal, aunque habría que esperar hasta el año 1894 para la concesión de una línea de ferrocarril entre la fábrica de Mieres y el grupo minero de Mariana, teniendo que hacer depósito de 856 pesetas como garantía del proyecto, cuyo coste total estaba valorado en 17.120 pesetas. 

Refiriéndome a los aspectos sociales de las empresas mineras, tal y como ha quedado escrito en otros capítulos de la serie minera, cuando la región asturiana experimentaba los primeros síntomas de la industrialización del siglo XIX, los capitales, en su mayoría extranjeros, que impulsaron sus empresas  se encontraron con problemas muy graves que, sin ser específicos de la región, tenían bastantes rasgos peculiares en ella, siendo el principal problema el proveerse de mano de obra industrial ex novo, ya que ésta no existía por aquel entonces. Por tanto, atraer un número de campesinos era un objetivo primordial, aunque difícil, entre otras cuestiones, porque ni hubo una revolución agrícola que liberara grandes cantidades de brazos ni la industria fue un recurso grato a la mentalidad del paisano, que, a menudo, cuando la miseria le expulsaba de la tierra, prefería acogerse al procedimiento tradicional de la emigración. 

Celebración del 1º de Mayo en Mieres, el año 1910.

Por otro lado, organizar y controlar los procesos industriales tampoco resultaba nada fácil cuando los trabajadores eran reclutados forzosamente del sector agropecuario, con unos hábitos de distribución del trabajo absolutamente irregulares y una percepción subsidiaria de su empleo industrial respecto a la ocupación agrícola y ganadera, que frecuentemente mantenían, y a menudo utilizaban su salario en la industria para ampliar y consolidar sus explotaciones agropecuarias, lo que a su vez era causa de un elevado absentismo estacional que tenía perniciosos efectos sobre la productividad.En realidad, se trataba de un auténtico círculo vicioso: los sueldos eran bajos a causa de la escasa productividad, que a su vez era difícil de mejorar con trabajadores no totalmente profesionales y sin dedicación exclusiva que lo eran, entre otras cuestiones, porque los salarios no compensaban el abandono de la economía tradicional. Como ejemplo, considérese que en 1914 el presupuesto medio diario de una familia obrera era de 4’62 pesetas, y el salario de 3’04. 

Así pues, las empresas mineras adoptaron el paternalismo destinado en todo momento a la creación y mantenimiento del entorno físico en que viven los trabajadores, tratando de despertar en el obrero y su familia una lealtad hacia el patrón, que aparece como generoso, consistente en asimilar una relación laboral a la paterno-filial, tan imbricada ella en la cultura cristiana. En suma, se trataba de una estrategia publicitaria generadora de buena imagen, que deviene autoridad. De esa manera, el paternalismo les permitía a los patronos extender dicha autoridad sobre los obreros, en tanto que convierte a la empresa en dispensadora de diferentes servicios, a la vida privada, mucho más allá de lo que autorizaría una mera relación laboral entendida como intercambio de servicios por dinero. Se trataba, en definitiva, de limitar la solidaridad entre los obreros, para lo que resultaba de capital importancia obstaculizar la sociabilidad espontánea, evitando la toma de conciencia de los obreros como grupo de intereses comunes, y para dificultar estas relaciones, o sustituirlas por otras, las empresas paternalistas contaban con poderosos recursos, principalmente los generados por unos espacios residenciales ordenados y jerarquizados provistos por ellas mismas.  

Barrio minero – metalúrgico de Santa Marina en Mieres…

En el valle del Caudal la labor de protección correría a cargo de la familia Guilhou, que había pasado en tres generaciones por el judaísmo, el calvinismo y al catolicismo que en aquel momento practicaban con fervor doña Enriqueta Guilhou, y hijas Jacqueline y Marta, que serían respectivamente la marquesa de Villaviciosa y la condesa de Mieres. Ellas sabían por la fluida relación que mantenían con el país vecino, de donde procedía su linaje, la desgracia que estaba afectando a los hermanos de La Salle y vieron claro que establecer una relación con ellos podía beneficiar a las dos partes, de tal manera que, después de múltiples gestiones, en 1918, quedaba inaugurado el Colegio Santiago Apóstol, encargándose de la educación los Hermanos de la Doctrina Cristiana San Juan Bautista de la Salle “los del baberu”. 

Mercado del ganado en la plaza Requejo de Mieres, el año 1930. El poeta José Hierro señaló en una ocasión que “hay tres lugares en el mundo donde uno puede encontrarse realmente a gusto porque supieron no perder su sabor a pueblo: la isla de Manhattan en Nueva York, el barrio romano de Trastevere y la plaza de Requejo en Mieres”.

En los principios del siglo XX la empresa instalaría dos economatos para abastecimiento de los trabajadores y sus familias, y posteriormente, en los finales de los años cuarenta, ante el flujo de inmigrantes llegados a Mieres durante la posguerra para trabajar en las minas y la fábrica, se procedía a la construcción de dos amplias barriadas de protección oficial en las que una buena parte de sus habitantes serían trabajadores de la empresa: El barrio de San Pedro al norte y seguidamente, en el año 1949, el de Santa Marina, en la parte sur a orillas del río Caudal, con mercado, iglesia y escuela, entre otros servicios. Unos años más tarde, se construiría otra barriada también de protección oficial, sin equipamientos propios, conocida popularmente como “Tocote”, por razón del sorteo efectuado para poder obtener una vivienda. 

Casa Tornillos en Mieres, también clausurado por la modernidad…

Así llegamos al año 2010, cuando la junta general de accionistas de la histórica compañía minerosiderúrgica Fábrica de Mieres, S. A., reunida en su sede social de Gijón, procedía a la disolución de esta legendaria sociedad y el nombramiento de los liquidadores de la compañía, poniendo fin a una compañía con 140 años de historia desde su fundación por Numa Guilhou en 1870 y 131 desde que adoptó su razón social definitiva de Fábrica de Mieres, en marzo de 1879. Fábrica de Mieres, que fue uno de los grandes bastiones de la industrialización asturiana y uno de los mayores productores españoles de carbón y de acero, cesó en su actividad industrial entre 1966 y 1967, con la entrega de sus minas a la compañía pública Hunosa y la aportación de sus activos siderúrgicos a Uninsa, luego nacionalizada y absorbida por la estatal Ensidesa, ahora en poder de Arcelor-Mittal, aunque seguía operando como una empresa patrimonial, gestionando bienes y propiedades que no estaban vinculados a la actividad fabril. 

El “Campus Universitario” de Mieres, construido por iniciativa de las cúpulas somáticas y cocosas del pandillerismo sindical, al que le sobra espacio y le faltan los alumnos…

Y cogido de la mano de la fábrica minerosiderúrgica, el municipio mierense ha iniciado un peligroso descenso en la población, pasando de los 70.000 habitantes de los años sesenta a los escasos 40.000 actuales, con el agravante de que cada vez hay menos nacimientos, sin ignorar el envejecimiento galopante de la población y la fallida reconversión minera. Eso sí, Mieres cuenta desde el año 2002 con un excelente “Campus Universitario”, instalado en los exteriores del Pozo Barredo, y financiado con 140 millones de euros procedentes de los tristemente famosos “fondos mineros” por iniciativa de las cúpulas somáticas y cocosas, aunque en el “Campus” siga imperando el silencio y el vacío. Aulas sin alumnos, salas y despachos cerrados, amplios espacios y largos pasillos donde apenas hay presencia “humana” o vida universitaria. No, el campus no está cerrado “por vacaciones”, está abierto y en pleno curso universitario, pero, o se hizo muy grande, o faltan alumnos. O tal las dos cosas.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SAUS Y ARAMIL, DOS MINAS PARA LOS MASONES

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Mina de Saús, en el concejo de Siero

Apenas había recibido el título de capataz de minas en la escuela de Mieres, cuando el joven Víctor Felgueroso ingresaba en la logia masónica “Nueva Luz”, donde aparece como iniciado aprendiz masón, según el cuadro de la logia de 1886, consignado con el nombre simbólico de “Morse” y profesión de capataz de minas, cuando le eran entregadas en arriendo las minas de Saús, en el concejo de Siero, pertenecientes a la Sociedad Anónima de Carbones Asturianos, después de haber constituido la empresa “Sociedad Felgueroso Hermanos”, el 1 de setiembre de 1893, donde el joven masón “Morse” se quedaría con el 41 por ciento de las acciones, repartiéndose el resto hasta el cien por cien de la compañía entre los cinco hermanos y el padre. 

La minería en el pequeño y angosto valle del arroyo de Saús, se remonta a los comienzos en el siglo XVIII, fechas a las que lleva la significativa concesión Hornaguera del Prado donde se abrió la bocamina del primer piso. Su desarrollo comenzaría a finales de los años 1850, pero como empresa seriamente planificada habría que esperar al año 1893, con la llegada de los hermanos Felgueroso.

Víctor Felgueroso González “Morse” (1863-1945).
Nació en Ciaño (Langreo) y falleció en Gijón. En 1893 fundó la Sociedad Felgueroso Hermanos junto a su padre, Gabino, y sus cuatro hermanos, incluyendo a Adelaida y Rosario, convirtiéndose así en una de las pocas empresas mineras dirigidas por empresarios autóctonos de la entonces provincia de Oviedo.

Al respecto, es más que posible que, teniendo en cuenta que la masonería ofrece una estructura perfecta para crecer y detentar el poder, permitiendo la relación entre personas de la misma calaña, expandiendo su influencia, compartiendo intereses y toma decisiones para moverse por escenarios elitistas de forma totalmente secreta, el arriendo de las minas de Saús haya sido consecuencia de ese concepto solidario y fraterno entre los masones que ostentaban la propiedad de Carbones Asturianos y los “capos” de la familia Felgueroso, aunque la práctica desaparición de los archivos de la logia nos frene a la hora de rastrear las andanzas de sus miembros, tales como los propietarios de otras minas – los Sela y los Nespral, entre otros -, también pertenecientes a la misma logia ovetense “Nueva Luz”.

Lo mismo ocurre con el otro hermano, Secundino Felgueroso, que figura como componente de “Los Rotarios”, una membresía más aceptada, y aunque sufrió ciertas iras por parte del régimen franquista, las cosas no fueron más allá, puesto que el objetivo del momento era para enchironar a la ortodoxa conservadora y rica burguesía gijonesa, entre los cuales había destacados falangistas. No obstante, debido principalmente al carácter secreto de estas organizaciones masónicas, y que la masonería, con sus misterios y secretos, son como la cebolla, que tiene capas, y todas las capas son verdaderas, aunque cuanto más nos aproximamos a las capas centrales, más “profundidad” encontramos, pues nada mejor que adentrarnos en la profundidad de las galerías de las minas de Saús y Aramil, en el concejo de Siero. 

La vieja central eléctrica de Saús. En su parte trasera  hay también un par de bocaminas y una gran chimenea de ladrillo. Son todos restos de un pasado industrial, que está desapareciendo de esta zona de Asturias.

En efecto, las minas de carbón arrendadas de Saús iban a significar el inicio de una larga andadura minera con los hermanos Felgueroso como protagonistas, siendo adquiridas las minas en propiedad, en abril de 1896, por la cantidad de 140.000 pesetas, que se irían pagando a plazos y sin intereses. Pero, no sólo se trataba de extraer carbón en el coto de Saús a través de sus tres pozos planos paralelos abiertos y bautizados, cada uno de ellos, con los nombres de los tres hermanos Felgueroso – Víctor, Constante y Secundino -, sino también de la producción de electricidad en su central, instalada en bocamina, que suministraba energía a las distintas explotaciones de la zona, tales como Minas de Lieres, Aramil o Mosquitera,  lo que les iba a reportar  pingües beneficios para seguir invirtiéndolos en la adquisición de otras minas, hasta convertir la pequeña sociedad familiar en una empresa mediana.  

Ya en 1909, los hermanos Felgueroso establecían un contrato de larga duración con el FC de Langreo para dar salida a toda la producción, entre 40.000 y 60.000 toneladas de carbón anuales, a través del pequeño ramal ferroviario de 2 kilómetros de longitud, construido entre el coto minero de Saús y la línea general, pareciendo indudable que también se buscaba arrancar por parte de la empresa ferroviaria un posible cliente al ferrocarril de la “línea trazada”, entre San Martín del Rey Aurelio – Lieres – Gijón – Musel, titánica obra prácticamente construida pero nunca inaugurada. 

Las minas de Aramil, en la vega del río Nora, fueron adquiridas a comienzos del siglo XX por los hermanos Felgueroso a La Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias, entrando en funcionamiento el nuevo pozo y el lavadero en 1912, siendo la mina El Toral una de las más importantes del grupo.

Dentro de aquella política expansiva en la adquisición de minas, hasta hacer de la Sociedad Felgueroso Hermanos la quinta productora de hulla, entre los años 1914 y 1918, éstos habían adquirido a La Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias las minas de Aramil, en la vega del río Nora, entrando en funcionamiento el nuevo pozo y el lavadero en 1912, siendo la mina El Toral una de las más importantes del grupo. La mina El Toral, situada en la parroquia sierense de Santo Tomás de Feleches, ya aparecía descrita por el ilustrado gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, al referirse en su “Tercera expedición de minas”, el 21 de octubre de 1790, a la existencia de cuatro “grandes minas”, entre las que se incluía El Toral, la cual, el paso del tiempo la había hecho desaparecer para volver a ser explotada en los inicios del siglo XX, llegando a alcanzar los 206 metros de profundidad, con tres plantas. Y allí, en la mina del Toral, se iba a producir un grave accidente minero en la mañana del miércoles, 19 de setiembre de 1917, que causaría la muerte de cinco trabajadores. 

Croquis del accidente que produjo la muerte de cinco mineros en la mina El Toral, el 19 de setiembre de 1917.

Los trabajadores habían sostenido una larga huelga por la mejora de sus condiciones de trabajo y el incremento de sus miserables salarios, y en la reanudación de los trabajos, después de la huelga, los trabajadores habían observado que los pisos 1º, 2º y 3º ofrecían bastante peligro, debido a la acumulación de gases mefíticos que se habían acumulado en las galerías, poniéndolo en conocimiento de la dirección de la empresa, sin que ésta adoptara medidas contundentes para evitar la catástrofe, al no prohibir la entrada de los cinco obreros por la galería del 3º piso, donde la permanencia en la atmósfera insalubre era lo suficientemente nociva como para sentir los primeros síntomas de asfixia, por lo cual intentaron ganar la salida, sin poder conseguirlo. El informe del ingeniero actuario del Servicio de Minas del Principado, Constantino Alonso, sobre las causas del accidente resulta contundente en la lectura de sus conclusiones: “la causa principal que originó el accidente fue debida a la mala condición existente en la normativa vigente al no determinar claramente la prohibición de entrar en la mina y la no disponibilidad de lámparas de seguridad”. 

Bocamina Toral del grupo minero Aramil, en el concejo de Siero.

Sin embargo, de poco les iba a servir a los Felgueroso aquel varapalo recibido por parte del Servicio de Minas del Principado. Ellos seguían con su vista permanentemente fijada en aquellas pizarras de  producción que les seguía incrementando aquellos valores de fraternidad, solidaridad y justicia social en forma de valores bancarios, y sin haber transcurrido cinco meses de la gravísima catástrofe minera, de nuevo, el 11 de febrero de 1918, otro minero barrenista fallecía cuando se realizaba la profundización del pozo. Por si no fuera suficiente, con fecha 26 de noviembre del mismo año, un barreno explotaba en el recorte a capa Venón, entre el 1º y 2º piso, causando la muerte de los mineros José Pérez García y Manuel Estrada Rodriguez, vecinos de Traspando, y dejando heridos por quemaduras graves a otros trabajadores, en lo que pudo haber sido otra gran catástrofe minera. 

No había dinero para comprar lámparas de seguridad para evitar accidentes en la mina, pero sí para adquirir los coches más ostentosos de la época, como este Automóvil Panhard, de 27 H.P., de los Hermanos Felgueroso

Tal como si la naturaleza quisiera hablar mediante señales, hacia el año 1978 surgía en la zona una llama de ese grisú que tantas desgracias ha provocado en nuestra minería, posiblemente anunciando la muerte y el silencio que se empezaba a cernir sobre el valle minero. Se trata del  llamado “Mecheru de Saús”, descubierto fortuitamente, cuya curiosidad geológica consiste en una llama “perpetua” sobre una grieta en pleno monte.

Curiosamente, a los hermanos Felgueroso se les había presentado una metáfora igual pero a la inversa, cuando buscaban tenazmente bajo el suelo de Gijón el carbón que explotarían en la Mina La Camocha, tal y como ha quedado escrito en el capítulo de mi serie minera dedicado a la mina gijonesa, objetivo principal de los hermanos Felgueroso, una vez que habían decidido vender en 1920 todas sus explotaciones en Siero y Langreo a la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera: el famoso “Mecheru de Caldones”, una emanación de grisú que afloró en la noche del 20 de enero de 1915, iluminando aquellos campos gijoneses durante un tiempo. 

El mechero de Saus – Carbayín – se conoce al mechero de Saus a un fenómeno natural localizado en el pueblo de Saus, parroquia de Carbayin. Es un fenómeno espectacular que surgió después de un incendio en el año 1978 y consiste en una llama perpetua que se filtra entre las rocas de un pequeño castañedo, llegando a alcanzar el metro de altura en sus momentos de mayor intensidad.

Pero, antes de la venta de sus minas a Duro-Felguera, los hermanos Felgueroso nos iban a dejar muestras palpables de su pertenencia masónica en cuanto al trato de las personas, en este caso concreto, los trabajadores de sus empresas. Dicen los masones de sí mismos que una de sus principales labores es trabajar afanosamente para hacer del mundo un lugar cada vez más habitable, y que su trabajo debe de servir también para formar y hacer feliz al ser humano. Una teoría muy bonita para la literatura, pero muy distinta y distante en la práctica, a juzgar por  las condiciones de miseria en las que desarrollaban las tareas los mineros en las empresas de los hermanos Felgueroso, donde, por no tener, no tenían ni siquiera una mala caseta de madera para cambiarse y asearse, tal y como se puede leer en el librito de Manuel González Mallada “Tilano”, jubilado minero de la sociedad Carbones de La Nueva, que dejó escritas sus vivencias sobre el trabajo en las minas en un manuscrito titulado: “Vida, luz y trabajo de la Sociedad Carbones de La Nueva”, cuando nos recuerda que “eran los propios mineros quienes traían hasta el aceite de sus casas, tanto para alumbrarse en el interior de la mina como para engrasar el vagón y que los vagoneros tiraban cada uno por su vagón, descalzos por las galerías hasta descargarlos en las escombreras, durante aquellas agotadoras jornadas laborales desde las 6 de la mañana a las 6 de la tarde, con descanso de una hora para almorzar”.

Secundino Felgueroso, presidente de “los Rotarios” recibió de Franco la medalla al Mérito del Trabajo concedida a los hermanos Felgueroso, en el Ayuntamiento de Gijón, el 21 de mayo de 1946.

Las condiciones de vida de los trabajadores mineros asturianos en aquellos años eran poco menos que inhumanas: analfabetismo, hacinamiento y falta de viviendas adecuadas, condiciones de trabajo inseguras y con alta incidencia de accidentes laborales, pésimas condiciones de higiene y alta mortalidad derivada de la silicosis, producto del polvo que respiraban los mineros. Todo ello, unido a los miserables salarios que se percibían – a modo de ejemplo, en el año 1914 el presupuesto familiar medio era de 138,74 pesetas por mes (los picadores ganaban 5 pesetas, los vagoneros 3,50, y las mujeres de 1,50 a 1,75 pesetas en una jornada de 11 y 12 horas diarias)  y el salario en el mismo tiempo era de 95,75 pesetas, cuando un kilo de pan costaba 0,40 pesetas, las alubias 0,65, las patatas 0,22, la carne 2,25 y el jabón 0,80 pesetas -, hicieron que tempranamente los mineros se organizaran exigiendo mejores salarios y mínimas condiciones de trabajo a los empresarios del carbón, entre los que se encontraban “los Felgueroso”, ya como uno de los grupos mineros más importantes de la región asturiana. 

Así llegamos al atardecer de aquel 5 de octubre de 1934 cuando los mineros salieron por todos los caminos de las cuencas mineras anunciando para el día siguiente la huelga general y la sublevación armada. Una insurrección obrera que prendió en la cuenca minera de Asturias como en ningún otro sitio, pero aquella insurrección fue brutalmente aplastada dos semanas después por los mismos mandos militares que dos años más tarde se rebelarían contra el Gobierno de la II República, legítimamente constituido, provocando la incívica guerra española. 

Pero, antes de la insurrección asturiana del 34, habían ocurrido unos hechos que, aunque tratan de borrar de todas las publicaciones que afectan al clan de “los Felgueroso”, dejan un manchón en su trayectoria empresarial en torno al carbón, nunca tenido en cuenta a la hora de ser condecorados por el franquismo con la Medalla al Mérito del Trabajo, ser nombrados hijos adoptivos de Gijón por un pleno de su Ayuntamiento , a la vez que figurar su nombre  en calles de Gijón y Langreo, amén del monumento levantado a “los Felgueroso” en el parque de Ciaño.  Se trata de Víctor Felgueroso Figar “el malu” (nacido del matrimonio entre Constantino Felgueroso – 3º de los hermanos en el clan familiar – y María Figar), auténtico estafador, siempre a caballo entre la trampa y el sablazo, para vergüenza de su propia familia, que se largaría en 1925 con el dinero de la Mina San Vicente, de la que era su propietario. 

Monumento a los Felgueroso en el parque langreano de Ciaño.

Siempre en boca de los círculos de la burguesía gijonesa, éste “cuatrero” de profesión sería abandonado a su suerte por la familia, siendo muy difícil encontrarlo en las fotos y actos familiares de “los Felgueroso”, pero los hechos son como son y, guste o no guste, Víctor Felgueroso Figar, era miembro del clan minero de “los Felgueroso”. De hecho, ostentó la representación del mismo en múltiples actos, tal como se recoge en el periódico El Noroeste, de 16 de marzo de 1922: “Ayer, a medio día estuvo en la Alcaldía el joven ingeniero don Víctor Felgueroso Figar, quien hizo entrega, en nombre de la Sociedad Anónima “Felgueroso”, de un proyecto de alumbramiento de aguas, en la concesión minera que dicha sociedad posee en San Martín de Huerces – lo que hoy se conoce por La Camocha -, y al que ya hicieron referencia en su informe, por encargo del Municipio, los ingenieros señores Patac, Junquera y Manso”.

Casa natal de los hermanos Felgueroso en la localidad langreana de Ciaño, muy lejos de pertenecer a cualquier familia que no fuera pudiente en aquellos años de 1861…

El sujeto en cuestión, había nacido en la localidad langreana de Ciaño, en la casa de sus abuelos, y pasaría su infancia en Gijón, donde su padre Constantino Felgueroso y su mujer, María Figar, se habían hecho con el magnífico edificio situado en la calle Uría – envidia de todo el mundo, según las crónicas de la época, por su enorme jardín y la belleza de su fachada -, que actualmente ocupa el hospital de la Cruz Roja, cursando los estudios de ingeniero de minas e integrándose en la vida social y deportiva de la ciudad, llegando a ser jugador del Sporting de Gijón en la temporada 1916-17 y presidente de la Federación Asturiana de Fútbol, tal y como se puede leer en el diario La Prensa, de 20 de agosto de 1921, que resalta “la unanimidad de los votantes y el acierto en la elección de tan distinguido caballero y prestigioso deportista”. 

Un joven Constantino Fernández Felgueroso, en su casa natal de Ciaño, tercero en en el clan de “los Felgueroso”, y padre del estafador Víctor Felgueroso Figar.

Gijón había sido elegido como lugar de residencia de  los hermanos Felgueroso, donde adquirieron tres de los mejores edificios de la ciudad. El de la calle Uría, ocupado por Constante y María Figar con sus siete hijos; el de la Casona de Somió, una enorme vivienda unifamiliar con finca y todo tipo de lujos, ocupado por  Víctor y su mujer, con sus siete hijos; y el edificio del Banco de Castilla, al inicio de la calle Moros, ocupado por Secundino y su esposa Celsa Fernández-Nespral, con sus ocho hijos.

Y en Gijón serían homenajeados por la burguesía gijonesa, el 10 de abril de 1932, después de ser nombrados hijos adoptivos, tal como expresaba, en su discurso ante los comensales reunidos en los Campos Elíseos gijoneses,  el propio Secundino Felgueroso: “… por si fuera poco aún, el acuerdo del Ayuntamiento de Gijón de nombrarnos hijos adoptivos de esta gran población nos colma de honor. Y ahora, como remate para obligarnos a nuestra gratitud, este banquete es premio superior a nuestros merecimientos (…) Nos consideramos orgullosos de ser hijos del pueblo, de un pueblo tan laborioso y trabajador como el de Langreo, que es noble y practica la gratitud, demostrándolo con el envio de esa representación y regalándonos esas flores para nuestras esposas y entregándonos ese álbum de “La Montera” que agradecemos intensamente…”

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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