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SAN FERNANDO, UN POZO BASTANTE DESCONOCIDO.

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Pozo San Fernando, en la localidad allerana de Orillés.

El municipio allerano, surcado por el río que le concede su nombre, está situado en plena Cordillera Cantábrica, y su orografía es una de las más abruptas de Asturias con elevadísimos montes, siendo asimismo uno de los principales focos carboníferos del Principado de Asturias, donde la Sociedad Industrial Asturiana (S.I.A.) explotó varios cotos mineros, entre los que se encuentra el criadero de Santa Ana, con su pozo San Fernando de Orillés, cuya profundización se llevaría a cabo en el año 1942 por la sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara, cuando ya se habían agotado las minas de montaña que venía explotando desde el año 1916.  

Socavón Santa Ana, para dar salida a los carbones extraídos en las cuatro plantas del Pozo San Fernando.

Para hablar de los orígenes de la S.I.A., fundada en París por José Tartiere y Policarpo Herrero, tendremos que remontarnos al año 1879, cuando quedaba creada en París la Sociedad de Minas y Fábricas de Moreda y Gijón. Inaugurado en 1880 el primer horno siderúrgico, el desarrollo y evolución de la sociedad es consecuencia de que en los primeros meses del año 1886, se decidiera separar las explotaciones mineras de las siderúrgicas, creándose al efecto la Sociedad Anónima Fábrica de Moreda y Gijón, hasta que el primero de abril de 1895 quedaba constituida en Oviedo, la Sociedad Industrial Asturiana “Santa Bárbara”, que el 31 de octubre de 1899 adquiría la Sociedad Anónima Fábricas de Moreda y Gijón. 

Una de las particularidades del pozo balanza de San Fernando, perteneciente al Grupo Santa Ana,  consistía en que la extracción del carbón, en lugar de efectuarse por el embarque del castillete, se hacía mediante un socavón abierto en la parte baja, por el cual entraban los mineros, tomando la jaula en el interior y ascendiendo con ella hasta sus cuatro plantas, siendo efectuada la tracción por contrapesos, de tal manera que el carbón seguía una trayectoria inversa, al descender por las jaulas hasta ser extraído por el socavón que estaba situado en la primera planta.

El Estado, con la creación de Hunosa, pagó montones de chatarra a las empresas privadas como si se tratase de minas de oro en su máximo esplendor, tal y como demuestra esta foto de la sala de máquinas del Pozo San Fernando de Orillés.

Tanto el pozo, de 253 metros de profundidad, como el socavón Santa Ana, de 1850 metros de longitud, quedarían integrados en HUNOSA en 1967, siendo cerradas todas sus instalaciones al año siguiente, lo que no hacía más que confirmar la desastrosa política integradora llevada a cabo por el Estado en compacta simbiosis con la élite financiera, pagando verdaderos montones de chatarra y yacimientos agotados como si de minas de oro se tratase, hasta el punto de que sería el mismísimo presidente de la patronal española, Carlos Ferrer Salat, quien afirmaría en la revista “Actualidad Económica”, el 16 de mayo de 1970: “Puedo decir que algunos propietarios de minas integradas en Hunosa me han dicho, más o menos confidencialmente, que si hubiesen sabido el precio que el Estado le iba a pagar, hubiesen comprado antes muchas otras minas.” 

Cargaderos de Santa Ana, pertenecientes a la Sociedad Industrial Asturiana, donde se almacenaba el carbón procedente del pozo San Fernando.

No, no fue la Sociedad Industrial Asturiana el único ejemplo de concentración minera ruinosa en aquel proceso de socializar las perdidas y privatizar las ganancias a través de lo que se llamó eufemísticamente nacionalización del sector minero, porque las  otras  sociedades privadas que integraron la primera cartera accionarial de la empresa estatal Hunosa se hallaban en un estado de paupérrimo declive, dándose casos de haber integrado empresas marginales sin ningún interés técnico ni económico, caso concreto de Minas de La Encarnada, Coto Musel o Minas de Escobio que, con sus reservas agotadas totalmente y el único patrimonio de una mula, sin embargo fueron integradas, percibiendo por ellas el importe de un patrimonio inexistente, tal como si se tratase de toda la maquinaria de la NASA, pudiendo concluir afirmando que en el proceso de formación de Hunosa se ha perpetrado un colosal desfalco contra el pueblo español, o si se prefiere una acción de verdadero terrorismo institucionalizado auspiciado por el gobierno de turno en connivencia con la oligarquía financiera, tan bien representada por los Tartiere y los Herrero, en el caso que nos ocupa de la Sociedad Industrial Asturiana. 

El ferrocarril “El Zurrón”, al que puso nombre su maquinista más popular, Francisco Zurrón, funcionó durante medio siglo pese al rechazo social inicial

Pero visto en retrospectiva, el sector minero, el carbón, ha constituido sin duda alguna el motor principal para el desarrollo de la economía regional hasta su desaparición, y para bien y para mal, la Sociedad Industrial Asturiana también ha contribuido en grandísima medida a la transformación de la comarca allerana desde finales del siglo XIX en adelante. Desde esta perspectiva, la extracción de la hulla llevaba implícito medios de transporte para el destino del mineral en los centros de consumo por lo que, en 1914, el ingeniero José Tartiere Lenegre, y director de la compañía, solicitaba la concesión de una línea ferroviaria con tracción vapor para la evacuación del mineral desde las tolvas de Santa Ana y el lavadero de Caborana a la estación de Santullano, quedando implantada la misma sobre la estrecha y sinuosa carretera general, después de la oposición de una parte de la población allerana. 

Una carta publicada el domingo, 10 de mayo de 1914, firmada por varios mineros, decía literalmente: “Algunos elementos de este concejo de Aller, para quienes la construcción del ferrocarril había de ser un buen negocio, y sumados a ellos, otros que no perdonan ocasión para armar líos, por si de éstos pudiera resultar alguna solución favorable a sus afanes políticos, arrecian en su campaña de protesta contra la construcción del Tranvía, declarándole enemigo cruel, y perjudicial a los intereses de este valle”, pero el tranvía acabaría construyéndose  de acuerdo con el proyecto aprobado por la Real Orden  de 29 de setiembre de 1914, siendo la primera concesión el 29 de febrero de 1915, desde la estación de Santullano a las minas Pepita y Dolores, en Moreda, y la segunda, fechada el 21 de agosto de 1917, hasta Cabañaquinta.

Lavaderos de carbón de la Sociedad Industrial Asturiana en la localidad allerana de Oyanco.

El ferrocarril también funcionaba como servicio de viajeros, entre las estaciones de Ujo-Taruelo y Moreda, ampliando este servicio hasta Cabañaquinta en 1918, con las estaciones de Ujo-Taruelo, Bustiello, Valdefarrucos, Caborana, Moreda, Plaza de Tartiere, Piñeres, Santa Ana y Cabañaquinta, repartidas a lo largo de un recorrido de 16 kilómetros. Desde Ujo-Taruelo a Santullano de Mieres sólo pasaban los trenes que llevaban carbón, aprovechando la vuelta para transportar alguna mercancía procedente de Castilla y que había arribado en el Norte, transbordándose en la estación de Ablaña por su cercanía entre las vías del Vasco y Norte, hasta que en la estación de Ujo-Taruelo, ya pasaban del Vasco al ferrocarril de la Industrial Asturiana.

Croquis del Pozo y socavones de San Fernando, en el concejo de Aller.

En la fecha de inauguración del ferrocarril minero era alcalde de Aller, Luis Díaz Rodríguez, y director de la Sociedad Industrial Asturiana, propietaria de la concesión, el ingeniero de nacionalidad belga, Próspero Horg, siendo el más famoso maquinista del tren Francisco Zurrón “El Zurrón”, nombre con el que pasaría a ser conocido el ferrocarril hasta su desmantelamiento en el año 1967.  

Es radicalmente verdad, como ha quedado dicho, que la minería ha sido el principal motor de la industrialización, pero no es menos verdad que este desarrollo de la economía regional asturiana ha quedado ligada a la pena negra de la muerte por los accidentes y enfermedades profesionales de los  mineros, esa triste experiencia vital salpicada de penurias y desgracias que han conformado un correlato social teñido de sangre en muchas, demasiadas ocasiones, entre el que se entrevera asimismo un sentimiento innato de rebeldía, y el pozo San Fernando no iba a ser menos que ningún otro pozo de la minería asturiana. Así, con fecha 16 de febrero de 1955, el pozo San Fernando de Orillés teñía de luto y consternación a la familia minera asturiana, con la muerte de cuatro mineros en la chimenea formada sobre la capa Justa, de 1ª planta, para comunicar ésta con la 3ª planta. 

Croquis del accidente del Pozo San Fernando que causó la muerte de cuatro mineros, el 16 de febrero de 1955

Eran las ocho de la mañana del día 16 de febrero de 1955, cuando el personal del primer relevo se apiñaba en la plaza del socavón de Santa Ana para entrar en la mina, encontrándose con sus compañeros del tercer relevo del día anterior, cuando el lampistero, al hacer el recuento de las lámparas del relevo saliente detecta la ausencia de las que correspondían a los trabajadores que estaban destinados al avance de la chimenea de la Justa, de primera planta, próxima a calar a 3ª planta, todas ellas coincidentes con las del picador Francisco Velasco González, el rampero Luis Rodríguez Iglesias, y el vigilante minero Jesús Alvarez Díaz. 

Después de todas las operaciones de rescate con la participación de la Brigada de Salvamento de la Hullera Española, donde incluso se llegaron a usar las “jaulas con pájaros” detectores del grisú, falleciendo el brigadista Alberto Suárez Fernández mientras participaba en el rescate, y las inspecciones realizadas por la Jefatura de Minas, se pudo concluir que, tanto el picador como su rampero, no habían comenzado su tarea, porque al llegar a la parte alta de la chimenea habían sido sorprendidos por una invasión de gas grisú tan grande y un desprendimiento de carbón desproporcionado al avance ordinario que les produjo la muerte por asfixia, como quedaba demostrado al comprobar que, tanto el martillo como la manguera estaban enrollados en una mamposta, y el frente de la chimenea llena de carbón menudo, macizado de costeros, pero que no era carbón virgen. 

Orillés, el año 2014

Al final, como en la mayoría de los accidentes laborales, las causas del accidente que comentamos sucintamente, fueron debido al muerto, en este caso para el vigilante fallecido, cuando se afirma por parte de la empresa que “el accidente se hubiera evitados si éste hubiera tomado las precauciones necesarias inherentes a su cargo, y no hubiera cometido ciertas neglicencias impropias de la experiencia que se le presupone …”, aunque con el texto completo del informe de la Jefatura de Minas en la mano, había sido debido a “un desgraciado hecho fortuito que se produjo de un modo brusco, inesperado e imprevisto, pues las precauciones de ventilación y seguridad adoptadas por la dirección de la empresa eran suficientes…”  

Eso sí, aunque los hechos ocurridos no fueran suficientes como para declarar la mina de 4ª categoría, aunque considerando que pudieran existir posibles desprendimientos instantáneos de grisú, la Jefatura de Minas resolvía con carácter obligatorio, una serie de prescripciones, entre las que destacaban el “uso en el Grupo Santa Ana, por lo menos, de dos aparatos ‘Protor’, adiestrando en su manejo a cuatro mineros prácticos”, así como el “empleo de tubería de chapa, nunca inferior a ciento cincuenta milímetros de diámetro, que puedan ser colocados fácilmente por los mismos obreros del relevo.”  

Baldomero Rodríguez, de boína y cayau, ante el monolito instalado en la plaza del pueblo de Orillés que recuerda los fallecidos del pueblo en los distintos accidentes ocurridos en las minas de la zona.

Ya, con fecha 30 de abril de 2011, quedaba instalado en la plaza del pueblo de Orillés un monolito con el nombre de todos los vecinos fallecidos en los distintos accidentes mortales ocurridos en las minas de la zona entre los años de 1917 y 1986, siendo el minero octogenario, Baldomero Rodríguez, el encargado de recordar con su prodigiosa memoria cada una de las circunstancias que rodearon aquellos siniestros “ocurridos en las galerías y rampas, en unos momentos en los que los salarios apenas alcanzaban para sobrevivir”

Uno de los problemas fundamentales en todas las empresas mineras de la época, tal y como vengo comentado en esta historia minera, era el referido al reclutamiento de personal para las minas, donde un altísimo porcentaje derivaba de la transmisión hereditaria, de tal manera que el padre minero legaba su «mala» suerte al hijo y, más adelante, éste  la entregaba a su descendiente, conformándose así hasta tres generaciones de trabajadores anudados indefectiblemente al tajo por vínculos familiares y patronales, por lo que la educación de los hijos de los mineros había despertado un enorme interés por parte de las patronales que habían visto en la escuela la herramienta que necesitaban para poner freno a la expansión del socialismo, impulsando para ello programas educativos como medio para mantener la paz social, pensando exclusivamente en la rentabilización de sus beneficios con la integración de la prole minera en sus plantillas.  Así se fueron creando por los distintos pueblos y aldeas lo que eufemísticamente llamaban escuelas, cuando la realidad era que se trataba de “cuartuchos” de mala muertesin apenas medios de ningún tipo, y desprovistos de luz eléctrica, calefacción, agua y de cualquier otra mínima necesidad para el estudio, donde  la cooperación entre el poder económico y el estamento religioso se fue imponiendo con la presencia ineludible de clérigos y curas, hasta el extremo de que ningún acto ni festejo se programaba sin la celebración religiosa previa, resultando ser siempre de obligada participación para maestros y discípulos, el asistir todos los domingos y fiestas de guardas a la santa misa. 

Escuela de Orillés, el 30 de abril de 1941

En el concejo de Aller, esa labor emanaba de los programas paternalistas activados por la Sociedad Hullera Española y la Industrial Asturiana desde los inicios del siglo XX, de tal manera que para   conjurar los brotes marxistas, auspiciaron todo tipo de fundaciones escolares segregadas, proporcionando formación diferenciada a niñas y niños, donde las chicas eran adiestradas en cuestiones relacionadas con las labores y la economía del hogar, y los chicos para trabajar en las minas aceptando servil y disciplinadamente los principios de la jerarquía social imperante. Tampoco se pretendía elevar el cociente intelectual ni mucho menos despertar una conciencia crítica, cuando el objetivo no era otro que acabar ingresando de mineros en los tajos de las compañías. 

Pozo San Fernando, en el pueblo allerana de Orillés.

En fin, la educación de los futuros mineros estaba encaminada a obtener un cierto nivel de socialización, canalizando de ese modo las aspiraciones de la masa obrera hacia los cauces laborales, sociales y de ocio que la propia empresa predeterminaba, llegando incluso hasta jugar con el hambre de las personas, cuando, ante cualquier movimiento huelguístico para reivindicar mejores condiciones de trabajo y hábitat, les eran cerradas las puertas de sus economatos para rendirles por falta de los productos comestibles más indispensables para el hogar, tales como el aceite, el pan o el arroz…

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


IDA, VUELTA, Y CIERRE DEL POZO DE OLLONIEGO.

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Pozo San José en San Frechoso de Olloniego.

Tal y como ha quedado escrito en el capítulo dedicado al Pozo San Fernando de Orillés, la creación de Hunosa supuso una de las mayores estafas cometidas contra el pueblo español a lo largo de su historia, una auténtica operación de terrorismo institucionalizado, donde algunas explotaciones mineras agotadas, casos concretos de Coto Musel, Minas La Encarnada o Minas de Escobio, fueron integradas y abonadas sus montones de chatarra como si se tratase de las minas de carbón de El Cerrejón en Colombia. Por el contrario, resulta muy difícil de comprender la decisión que condujo al cierre del pozo San José de Olloniego, cuando se trataba de un pozo moderno, con más de 100 millones de toneladas de carbón en sus entrañas, y sus plantas de explotación prácticamente vírgenes, además de estar provisto de un buen lavadero, más incomprensible todavía cuando Hunosa consideró que “no era oportuna su reapertura dada la escasez general de mano de obra”.

La mina Vicentina fue una de las más importantes del grupo, extrayendo su producción mediante un plano inclinado del que aún se conserva su casa de máquinas y algún edificio anexo. El 8 de mayo de 1966 pasó a ser la primera cooperativa hullera de España, cediéndose mina e instalaciones a los 80 obreros que componían su plantilla por un importe de diez millones de pesetas. La producción mensual media estaba cifrada en dos mil toneladas.

En pocas ocasiones se habrá escuchado argumentación tan peregrina y con tan poca consistencia, máxime si tenemos en cuenta el creciente paro y los millares de solicitudes de admisión que esperaban poder entrar a trabajar en la mina por aquellos tiempos, pero vayamos a los años de sus orígenes, para situarnos en la mitad del siglo XIX, cuando la Compañía Anglo-Asturiana comenzó a explotar las minas de Olloniego, hasta que en 1917 fueron adquiridas por la Sociedad Hulleras de Veguín.

Al respecto, sabemos que hacia 1840 estaban en funcionamiento incipientes explotaciones de Olloniego que producían serios problemas con los lugareños, y que entre los años  1855 y 1867 fueron denunciadas en este valle las concesiones Sola, Dos Amigos, Corza y Coto Tudela, y ya en 1884 tenemos conocimiento a través de los informes realizados por  Fuertes Acevedo que el “Criadero de Olloniego” fue explotado por la Compañía de la Espada con “hullas buenas y de gran brillantez, que analizadas por el Sr. Paillette dieron 64,70 % de coke gris, metálico”. 

Lavadero La Servanda en Olloniego.

El 18 de mayo de 1918 quedaba constituida la Sociedad Hullera de Veguín y Olloniego, quienes llevarían a cabo una modernización de sus explotaciones localizadas en la Sierra de Fayedo, próximos a la margen izquierda del río Nalón, construyendo planos inclinados y edificando un moderno lavadero en La Servanda. Así llegamos al año 1953 cuando la empresa iniciaba en el valle de San Frechoso la profundización del pozo San José, que sería inaugurado en 1958, llegando a alcanzar una profundidad de 650 metros, con sus diez plantas, donde quedaría concentrada toda la extracción a partir de 1968, fecha de su integración en Hunosa, hasta que la empresa estatal procedía a su incomprensible cierre el 1 de agosto de 1972.

Lugar de profundización del Pozo San José nº 2 de Olloniego.

Años atrás, los antiguos propietarios de las minas habían comenzado la profundización de otro pozo más profundo en el valle de Fayedo – pozo San José nº 2 – cuyas obras quedarían paralizadas con el cierre de la explotación, cuando ya se llevaban invertidos 138.017.000 pesetas – 97.486.000 pesetas antes de su integración en Hunosa, y 40.531.000 pesetas por la empresa estatal -, quedando para siempre como un monumental agujero sin guionaje, sin castillete, sin máquina de extracción y con una posible utilización tan solo como retorno de ventilación, que no venía a representar sino un nuevo ejemplo de las imprevisiones de que puede hacer gala la historia de nuestra minería. 

Ferrocarril minero de Olloniego en el primer nivel de El Fayeu.

Desde esa misma fecha de 1918, la Sociedad Hulleras de Veguín y Olloniego había adquirido el tendido férreo destinado al abastecimiento de la fábrica de cementos de Tudela Veguín, junto al rio Nalón, una línea con ancho  600 milímetros que conectaba las bocaminas con las instalaciones principales enlazando asimismo con la terminal de Olloniego del Ferrocarril del Norte, aunque la línea ferroviaria sería sustituida en junio de 1962 por un cable aéreo. 

Pozo San José nº 1 de Olloniego, reactivado en 1982 y cerrado definitivamente por Hunosa en 1993

Las presiones ejercidas desde la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. en el marco del Programa de  Actuación del Carbón para el periodo 1981-1985, que preveía unas inversiones de 83.000 millones de pesetas con el objetivo de incrementar la producción de nuestros carbones, siempre con la oposición frontal del SOMA en una descarada connivencia con la dirección de Hunosa, hicieron que tuviéramos que actuar en apoyo de la iniciativa parlamentaria presentada por el diputado del Partido Comunista, Horacio Fernández Inguanzo “El Paisano”, en el Congreso de los Diputados para defender la reapertura del Pozo San José de Olloniego, basada  en unos razonamientos que nos parecían y nos siguen pareciendo perfectamente viables – hoy más que nunca -, entre otras razones, porque no aprovechar los recursos energéticos propios incrementa salvajemente nuestra factura y dependencia energética del exterior; porque significa seguir dilapidando los recursos estatales, aportados por los contribuyentes, de forma contínua y creciente; porque  continúa hipotecando la balanza de pagos por las importaciones que se realizan de otros productos energéticos, como el petróleo, el gas, la nuclear, incluyendo el carbón procedente de otros países; y porque anula la posibilidad de creación de nuevos puestos de trabajo… 

Portada del diario LA VOZ DE ASTURIAS, de fecha 16 de febrero de 1983, con las declaraciones del presidente del gobierno español FELIPE GONZALEZ anunciando el cierre de las explotaciones mineras del carbón en Asturias…

Estas y otras razones hicieron que Hunosa reconsiderase aquella incomprensible decisión de clausurar el pozo San José nº 1, volviendo a ser   reactivado en el año 1982, aunque dándole un carácter de pozo piloto y experimental de las nuevas técnicas mineras, hasta su cierre definitivo en 1993, pero realmente, en línea con las declaraciones del ya presidente del Gobierno de España, Felipe González, ante catorce directores de periódicos, aquel 16 de febrero de 1983, cuando puso en marcha la estrategia de la Alta Finanza Internacional para cerrar nuestra minería y condenar mortalmente nuestras comarcas mineras – caso concreto de Olloniego -, ni al gobierno felipista del PSOE, ni mucho menos a sus pandilleros somáticos, les interesó la reapertura, ni mucho menos los éxitos que se estaban consiguiendo en el reactivado pozo minero, tanto en la aplicación de nuevas técnicas mineras como de producción. La decisión estaba tomada, y era mucho más rentable recurrir a las subcontratas de mano de obra barata procedente de Chequia y Polonia, entre otras razones, porque ni planteaban huelgas exigiendo condiciones de trabajo ni mucho menos planteaban problema alguno a la hora de su “despido por prejubilación”. 

Robustinao Hevia “Tano”, presidente de las Juventudes Socialistas de Olloniego.

Sin embargo, no sería honesto dejar de reconocer en este capítulo de nuestra historia minera, la lucha de un auténtico SOCIALISTA, como lo fue Robustiano Hevia “Tano”, presidente de las Juventudes Socialistas de Olloniego, cuando escribía en el periódico AVANCE de fecha 23 de setiembre de 1932, refiriéndose a la problemática del carbón un artículo que por su vigencia actual reproduzco literalmente en sus partes más interesantes: “… Cuando surgen problemas que afectan al interés general de todo un pueblo, ni un solo ciudadano debe vivir al margen de tales problemas, pese a toda la independencia de los medios económicos de que viva. Esta forma de pensar ratifica nuestra convicción en el socialismo marxista, que lleva en sí, por razón de humanidad, la redención de todos los oprimidos por la unión de todos aquellos que sentimos la causa común. Desde la egoísta guerra europea venimos en Asturias sintiendo los latigazos del descrédito de nuestros carbones, y por consecuencias derivadas de tales anomalías, la crisis hullera que hoy priva del sustento a muchas familias proletarias (…) se sigue hablando de la inferioridad de nuestros carbones ¿Por qué? (…) Hoy son vivos una serie de especuladores intermediarios y pequeños patronos, que después de concertar los pedidos del tonelaje en menudos y hechas las correspondientes pruebas del análisis en las propias estaciones de embarque, intercalan en distintos vagones un porcentaje considerable de carbones de río con nombres ajenos a los verídicos compradores y consumidores, al objeto de librarse de las reglamentadas pruebas del análisis, hasta ‘introducirlo’ en el barco cuando la ocasión les sea propicia (…) Nada de pruebas, que ya nos sobran, sino una rigurosísima fiscalización en busca de los especuladores, que son los que hoy siguen contribuyendo al descrédito de nuestros carbones. Antes fue la burguesía imperialista. Las consecuencias desgraciadamente siguen sufriéndolas los mismos que fueron y son despojados del sudor, pero, que no lo serán”. 

Cuartel de la Cuardia Civil en Olloniego, el primero de Asturias que fue tomado por los mineros en la Revolución Social de Asturias, el 4 de octubre de 1934

El compañero “Tano”, barbero en sus años jóvenes había comenzado a trabajar en Hulleras de Riosa, donde alcanzó la categoría de vigilante de minas, no sólo colaboraba con artículos en el periódico Avance, a la vez que formaba parte del equipo local de fútbol, sino que tendría una muy destacada participación en la Revolución social de octubre del 34 en Asturias, cuando en la noche del día 4 se puso al mando de 400 mineros de Hulleras de Veguín y Olloniego para tomar el cuartel de la Guardia Civil en dicha localidad, el primero de toda Asturias en ser tomado por los revolucionarios, teniendo que exiliarse entre finales de 1934 y principios de 1936, hasta que, iniciada la incívica guerra española, pasaría a ocupar importantes cargos militares en el Ejército Republicano, ascendiendo a comandante en noviembre de 1936, poniéndose al mando del Batallón de Infantería “Asturias nº 217”, más conocido por el Batallón “Tano”.  

Olloniego jugó un papel importante en la época medieval. El río Nalón, a su paso por la localidad, era una importante ruta de intercambio comercial entre León y Oviedo. Para cruzarlo había que atravesar el puente, que ahora sólo conserva tres arcos, y pagar el correspondiente peaje. La primera referencia documental del puente data de 1145.

Con la toma de Asturias por el Ejército franquista, el compañero “Tano” quedaba convertido en jefe del maquis en Asturias,  pero en la noche del 1 de enero de 1939, a consecuencia del chivatazo de un infiltrado en el grupo, sería acribillado a tiros, junto a su esposa, cuando la brigadilla les sorprendió durante una reunión secreta en la llamada “cueva del diablo”, en lo alto de un monte en la localidad mierense de Ablaña. Vaya desde aquí, mi humilde homenaje a este SOCIALISTA rebelde, idealista e insobornable en su lucha contra aquella tiranía del capital, que no buscaba sino una España digna y justa a la que hoy, después de casi ochenta años transcurridos, han traicionado aquellos que  siguen autoproclamándose socialistas, caso concreto del mismísimo Felipe González, cuando no son otra cosa que fieles y serviles caporales al servicio de la oligarquía financiera, exactamente la misma de aquellos años de lucha, sudor y muerte. 

Barrio minero de Corea en Olloniego.

La triste realidad de aquel pueblo de trabajo y lucha que fue Olloniego, queda perfectamente reflejado por las tres hileras de bloque de ladrillo que configuran la barriada minera de la Armatilla, conocida por el  “barrio de Corea”, donde muchas de sus viviendas permanecen vacías, informándonos en nuestra visita a la zona del declive sufrido como consecuencia del cierre del pozo San José nº1  y la no apertura del nº2 en la zona de San Frechoso en Olloniego. Una realidad que nos va mostrando la pérdida constante de población en un pueblo que, habiendo alcanzado una  población de 3.000 habitantes en 1960, ha pasado a tener apenas 1.000 en la actualidad, o un colegio que pasó de tener 40 alumnos por aula a 60 en todo el centro, a la vez que iban desapareciendo todos los lugares de ocio, como los cines y salas de baile que había en el pueblo. 

Vicente Álvarez Areces, en la inauguración del Poligono Olloniego II, el 9 de noviembre de 2009, acompañado del consejero de Industria, Graciano Torre, el director general del Instituto Cameral de Creación y Desarrollo de la Empresa, Ángel Colomina, el concejal de Economía, Jaime Reinares, y el presidente de la patronal asturiana, Severino Vigón. ¡¡¡ Menudo cuadro de sujetos, todos ellos aforados, imputados y condenados por corrupción en los tribunales !!!  .

Olloniego, como la mayoría de las comarcas mineras, es el prototipo del pueblo creado en torno al pozo minero, cuyo lugar es elegido por la naturaleza, de tal manera que, si este desaparece, como es el caso, y previamente no se ha generado un nuevo tejido industrial que lo sustituya, el pueblo quedará transformado en una paraje lunar, en este caso lleno de naves y tendejones que tratando de indicarnos la creación de industrias, en realidad solo eran eso: chiringuitos levantados con las subvenciones públicas, en su mayoría procedentes de los fondos mineros, en los llamados polígonos industriales de Olloniego I y II – en la práctica totalidad son traslados de viejas hacia nuevas naves de la misma empresa, sin crear un solo empleo -, donde los carteles más comunes que se pueden ver en nuestra visita es el de “Se vende” o “Se alquila” nave industrial. A modo de ejemplo, DICAR tenía dos naves disponibles,  y el Grupo Arboleya vendía por 1,4 millones de euros un conjunto formado por casi 600 metros de oficinas y 1.300 de naves industriales.

Abandono y robo del patrimonio minero de Pozo San José nº 1 de Olloniego.

Pero a la historia también se le puede poner precio, y el ayuntamiento de Oviedo inició, allá por el año  1991, la expropiación del conjunto situado en la localidad ovetense de Olloniego, formado por el puente, la torre y el palacio de Muñiz, declarado Bien de Interés Cultural en ese mismo año 1991, saldado después de librar múltiples batallas en los tribunales, teniendo que abonar al final la cantidad de 7,5 millones de euros por la expropiación del palacio, el puente y los terrenos que lo circundan. Un precio que dista mucho del tasado por la comisión creada en el seno de la Real Academia de la Historia, cifrado en 4,41 millones de euros, cuya diferencia en torno al cuarenta por ciento correspondía a los interses de los últimos doce años, desde que el ayuntamiento había decidido renunciar a una expropiación que la propia justicia le había obligado a asumir. 

Pozo San José nº 1 de Olloniego, coxu…

Sin embargo, ni un solo euro se ha destinado por parte de la empresa estatal de Hunosa, ni mucho menos del ayuntamiento de Oviedo, para la otra historia de la minería, la verdadera historia generadora de la riqueza y el empleo de los pueblos, a la que ni siquiera se ha puesto una mínima vigilancia para que no robaran el castillete del emblemático pozo San José nº1 de Olloniego. Así como suena: En una de nuestras visitas al pozo, observamos que el castillete estaba un poco inclinado, cosa que nos extrañaba, hasta que vimos un corte realizado con un soplete sobre uno de los tornapuntas. Ese mismo día envié una carta certificada, con cinco fotos del castillete dañado, al presidente de Hunosa, Juan Ramón García Secades, haciéndole ver la necesidad de adoptar las correspondientes medidas de vigilancia y reparación del castillete para evitar males mayores, sin que a la fecha de hoy haya obtenido ninguna respuesta, hasta que transcurrido un espacio corto de tiempo, el 24 de diciembre de 2012 era robado el “tornapuntas” derecho del castillete, justamente cuando se estaba tramitando la consideración del pozo como Patrimonio Cultural por parte de la consejería de Cultura del gobierno autonómico de Asturias.

Estamos hablando de una pieza de unos siete metros de largo, con un peso de cientos de kilos,  que necesita un camión grúa para ser transportada. Al final, hubo que soldarle otro trozo al castillete para que no se cayera, sin saber, a la fecha de hoy si se ha puesto vigilancia en el lugar. Nada importa, se trata de un castillete minero, no de un una iglesia, capilla o catedral. ¡¡¡Así se paga el esfuerzo de todo un pueblo minero que contribuyó como nadie a eliminar la hambruna de un país, hasta lograr colocarlo en el club de los países más industrializados del mundo!!!

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SAN JERÓNIMO, UN POZO EN MANOS DE ESTAFADORES Y PISTOLEROS

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Pozo San Jerónimo o “Aragona” en la localidad tevergana de Santianes.

Aunque existan pruebas de que la comarca tevergana ya estuvo habitada en época de los primeros metalúrgicos – los primeros vestigios de ocupación humana hallados en Teverga, pertenecen a la etapa del neolítico, encontrándose diversas muestras tumulares en Cueiro, Santa Cristina, Sobia y el Cordal de La Mesa -, sin embargo habría que esperar a los albores del siglo XX para que de la mano de la Sociedad Minas de Teverga, constituida en 1900, se presentase un proyecto serio de explotación de los recursos hulleros y férricos del municipio. 

No obstante, refiriéndonos a las primeras presencias del carbón en Teverga es obligado remontarse al año 1787 cuando el ingeniero Luis de Mevoilhon responde a  los “Oficios y acuerdos de la Junta de Marina de El Ferrol”, aconsejando la explotación de minas en varios lugares de Asturias, entre ellos Quirós, cuenca que por razones geológicas irá indefectiblemente unida a Teverga, y ya en 1838 el geólogo Guillermo Schulz cita el uso de carbones de Quirós y Teverga en algunas fraguas y caleros. Poco después, a partir de 1842, la puesta en marcha de la Fábrica de Trubia fomentará una serie de iniciativas entre las cuales cabe destacar la instalación entre 1857-60 de la Compañía Chiviteau, cuyo socio e ingeniero, el belga Gabriel Heim, valoraba la existencia de 40 capas de carbón y calculaba que “un criadero de hulla inagotable por siglos” si se le dotase de un ferrocarril que él  mismo trazó por Quirós hacia Castilla.

Bocamina La Cruz o Santianes, socavón del piso 1º, primera sección

Era el año 1868 cuando quedaba creada la Cía Minas y Fundiciones de Santander y Quirós y con ella la Fábrica de Hierros y Aceros de la Bárzana – ésta empresa pasaría en 1888 a manos de Fábrica de Mieres, que explotará hierro y carbón -, y ya en 1884 comenzaría a prestar servicios el ferrocarril de Quirós con su ramal a Teverga, por cuya caja se ha habilitado la actual “Senda del Oso”. En 1890 se traza el ferrocarril al Coto Espines, y el 31 octubre de 1900 quedaba constituida en Bilbao, con un capital de 4.250.000 pesetas, la primera empresa que daba sentido a este negocio, llamada Sociedad Anónima Minas de Teverga, llegando a tener en sus mejores tiempos una plantilla de 850 trabajadores.

Plano de las concesiones mineras en el coto de Teverga…

Así llegamos al año 1944, cuando la empresa vasca pasaría a ser propiedad de la Sociedad Anónima Hulleras e Industrias (Hullasa), constituida en Barcelona el 19 de diciembre de 1940, con un capital de 6.500.000 pesetas. La nueva sociedad catalana, tras las compra en agosto de 1943 de las concesiones San Mateo, Porvenir, Sexta, San Fructuoso, Santianes (nº 3933) y otras,  iniciaba una modernización de las instalaciones, entre las que las que destacaron la profundización del pozo vertical de San Jerónimo o “Aragona” dentro de la concesión Santianes, allá por el año 1950, quedando su caldera situada a 20 metros por debajo de la 3ª planta.

Para explotar los macizos se trazaron dos transversales en dirección E-W. El primero, que arrancaba en la misma caña del pozo, atravesando las capas 5ª, 6ª y 7ª, iniciándose en esta última otro transversal que cortó el grupo de capas conocido como el paquete Caleras, dejando al descubierto más tarde el otro paquete beneficiable, llamado paquete Generalas. Asimismo, también se abrió otro transversal de transporte de unos 1400 metros de longitud desde la planta cero hasta la plaza del grupo, por el que circulaban los trenes hasta dicha plaza, continuando el trayecto desde allí con el mineral hasta el lavadero instalado en la localidad de  Entrago, con un recorrido total de 2600 metros. 

Ferrocarril minero transportando el carbón desde las minas teverganas hasta la localidad ovetense de Trubia, el año 1915

Este trazado, con un ancho de vía de 0,60 metros, estaba electrificado totalmente, hasta su clausura en 1963, cuando el ferrocarril minero apagaba las locomotoras de vapor que estuvieron encendidas desde los primeros años del siglo XX, para dar paso al transporte por carretera mediante camiones – la empresa de los camiones era propiedad de los mismos directivos de HULLASA que habían propiciado el achatarramiento del ferrocarril hasta lograr el cierre -, quedando atrás los viejos trenes de carbón que desde el lavadero de Entrago-Teverga llenaban las tolvas de carbón en el barrio de Quintana de Trubia, para desde allí suministrar a la industria nacional. 

No obstante, antes de que la empresa vasca fuese adquirida por los catalanes, ésta iba a dejar teñida de luto a la población tevergana, cuando en la mañana del 14 de mayo de 1915, una explosión de grisú en su mina de San Andrés arrebataba la vida de seis mineros, dejando gravemente herido a otro minero. ¡Otra vez el grisú, y otra vez la culpa para los muertos!, buscando las causas, no en la falta de una ventilación capaz de enfrentarse al gas para ganarle siempre la batalla, no en la falta de registro en los frentes de arranque para detectar el peligro antes del comienzo de las tareas o antes de disparar las “pegas”, nunca achacable a la falta de medidas de seguridad por parte de la patronal: la causa del terrible accidente, una vez más, era achacable a uno de los mineros que había encendido un cigarrillo, tal como afirmaría el propio director de la empresa vasca al diario “Pueblo Astur”, el lunes 17: “las causas que originaron la catástrofe que causó la muerte de seis obreros y otro muy grave, no fueron por la explosión de un barreno, como se dijo, sino una imprudencia de algún obrero”. 

Croquis del accidente producida en la Mina San Andrés de Teverga, el 14 de mayo de 1915

Tras la negativa de la empresa HULLASA a integrarse en HUNOSA, la mina sería intervenida por el Estado en 1971, que presentaría un plan de cierre de la misma a partir de 1974, originando fuertes movilizaciones en la defensa de la explotación minera, fundamental para la vida de la comarca, no sin antes volver a llenar de luto a la población tevergana como consecuencia de otra explosión del grisú, esta vez en la Mina La Cruz de Santianes, perteneciente a Hullasa, causando la muerte de cinco mineros. 

En efecto, eran las diez y media de la mañana del lunes, 26 de enero de 1948, cuando en el nivel de la capa 7ª y 8ª, en el piso 1º, de la Primera Sección, se producía nuevamente la catástrofe que segaba la vida de otros cinco jóvenes mineros, y otra vez por culpa de los trabajadores, según las versiones coincidentes entre la empresa y jefatura de minas, en esta ocasión basándola en la actuación del vigilante muerto, Evaristo Alvarez Alvarez, “que dejaba bastante que desear en el cumplimiento de sus funciones. Posiblemente, al considerar que circulaba poco aire por el paso estrecho del pozo que conduce a la capa 6ª, llevaba varios días encendiendo un estopín para controlar con el humo la velocidad del viento en ese estrechón”.

Croquis del accidente en la Mina La Cruz de HULLASA, el 26 de enero de 1948

Resulta tan grotesco como triste el escuchar las declaraciones de alguno de los trabajadores testigos llamados por la empresa, como las del picador Luis Rodríguez Pascual, al decir que ocho días antes del accidente había visto como el vigilante fallecido “había encendido un estopín en la boca del pozo de viento que desde dicho nivel conduce a la capa 6ª, y al ver que el humo producido se desplazaba lentamente, le dije: ¿ves?, no tira el viento; destranca el pozo”, una declaración que le valió para ser ascendido a vigilante minero al poco tiempo del accidente minero. Lo dicho: “las repetidas neglicencias e imprudencias del vigilante muerto, consistentes en usar con engaño la lámpara eléctrica y no de gasolina para reconocer el grisú como tenía ordenado, el encender estopines para ver la marcha de la ventilación en vez de dejar abierto el paso y el no haber dado conocimiento a sus superiores de esta irregularidad”, según el ingeniero actuario de la Jefatura de Minas en connivencia con la dirección de la empresa y “sus” testigos, fueron las causas que produjeron la catástrofe. 

Salida al exterior de los mineros encerrados en el interior del Pozo San Jerónimo de Teverga.

Así llegamos al año 1977, cuando tendría lugar la gran movilización obrera en defensa de las minas y la comarca de Teverga, protagonizada por las Federaciones Estatales de la Minería de UGT y CC.OO. donde, después de un encierro de 76 compañeros en el interior de la mina, manifestaciones y paros generalizados en la minería asturiana, se obligaba a la presencia física del mismísimo ministro franquista de Industria, Carlos Perez del Bricio, acompañado del presidente del sindicato nacional del combustible,  Noel Zapico Rodríguez, en las oficinas de aquella explotación minera que se había puesto a la venta por una peseta, siendo yo mismo, Antón Saavedra, el encargado de entregarle al ministro el documento elaborado con todas nuestras reivindicaciones.

Las sucesivas reuniones celebradas en el Ministerio y Gobierno Civil de Asturias, con la garantía en la supervivencia de la mina, hicieron que los compañeros encerrados abandonaran su encierro el domingo, 7 de febrero de 1977, al grito de “mineros unidos, jamás serán vencidos”, reincorporándose a sus puestos de trabajo los 300 trabajadores de una empresa que pasaría a ser tutelada por el ministerio de Hacienda, haciéndose cargo de la producción y dirección de la misma Hunosa, hasta que las minas fueron entregadas en 1987 al tristemente  famoso “empresario” minero  Victorino Alonso, que las cerraría en 1995, después de un acuerdo glorioso con sus pandilleros somáticos y cocosos.  

De repente, con la entrega de las minas teverganas a Victorino Alonso, comenzaron milagrosamente  a obtener beneficios desde el primer día de la gestión, pero lo más sorprendente era que, con más de la mitad de la plantilla en el paro y sin haber invertido una sola peseta de los ¡¡¡DOS MIL MILLONES!!! que tan generosamente había recibido de la Administración felipista del PSOE para modernizar las instalaciones, “extraía” el total de la producción que le había asignado el Gobierno. ¿Cómo era posible que la explotación minera tevergana se transformase, de la noche a la mañana, en el negocio más rentable de la economía española? 

¿ Por qué tanto respeto para las catedrales y las iglesias, y no se hace lo mismo con nuestras catedrales mineras ? ¿ Por qué tanta veneración a una momia tevergana, cuando nuestras comarcas mineras están sembradas de cuerpos humanos fallecidos en el “tayu” como consecuencia del terrorismo empresarial practicado en las minas ?

El modus operandi consistía en trasladar en camiones el carbón importado desde la zona portuaria hasta una explanada que tenía el tal Victorino en el pueblo gijonés de Pinzales, donde también se llevaba el carbón extraído en Teverga, Minas de Ventana y otras cortas a cielo abierto de la zona, al margen de los camiones con residuos de lavadero y escombrera que también basculaban allí, para proceder a mezclarlo y colocarlo estratégicamente en la caja del camión que descargaría en térmica un 60 por ciento de carbón y otro 40 por ciento de tierra, de tal manera que con una tonelada de carbón sudafricano y colombiano, adquirida por aquel entonces al precio de 4.000 pesetas, se sacaban casi dos toneladas y media vendidas al precio de 16.000 pesetas cada tonelada, siendo abonada la diferencia de 4.000 a las 16.000 pesetas por el Estado.

Al respecto, nada mejor que recoger la literalidad de la intervención de Antón Saavedra en el parlamento asturiano (Diario de Sesiones/P, número 21,  de 20 noviembre de 1.991), sobre las actuaciones de HULLASA que conducirían al cierre de sus explotaciones, para que cada uno pueda juzgar si, de verdad, estábamos ante un empresario creador de riqueza y empleo o estábamos ante un auténtico ganster que, en los momentos precisos, también tenía sus “sicarios” para disparar contra los mineros que reivindicaban sus derechos, su mina de carbón, su comarca minera, caso concreto de nuestro compañero MANUEL ISAAC ALVAREZ GARCIA, que fue asesinado por los tiros de la pistola disparada por uno de esos sicarios – Francisco Álvarez Álvarez – de Victorino Alonso, el día 30 de junio de 1992, en la plaza del Pozo San Jerónimo en Santianes de Teverga: “la verdad, señor Consejero de Industria, don Víctor Zapico Zapico, es que no me esperaba otra respuesta distinta a la que ofreció ante esta Cámara, porque sus contestaciones en absoluto se ajustan, a las preguntas concretísimas que le he hecho. Usted, don Víctor, ha tratado  de justificar unas inversiones procedentes del erario público, sin cuantificar cada una de ellas, después de hablar de unas subvenciones en torno a los ¡¡¡DOS MIL MILLONES DE PESETAS !!! que no se ajustan a la realidad, ya que están en una clara contradicción las subvenciones recibidas por parte de la administración con las inversiones que realmente están realizadas en la mina de HULLASA(…)Yo mismo le puedo facilitar los documentos y cada una de las facturas que demuestran el destino de los dos mil millones de pesetas, entre ellos la fortaleza-vivienda de Victorino Alonso en la localidad leonesa de Trobajo del Camino, ejecutados por la entidad mercantil ‘DOMINGO CUETO ACEVEDO CONTRATAS Y EXCAVACIONES DE CASTILLA Y LEON S.A.’, a la vez que le anuncio la presentación de una DENUNCIA ante la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Asturias por presuntos delitos contra la Hacienda Pública y malversación de fondos (…) Aquí, en el Pozo San Jerónimo de HULLASA en Teverga mantuvimos un encierro de 17 días en el interior del mismo, hasta que, después de una larga y dura lucha obrera, hizo acto de presencia en la mina el mismísimo ministro de industria franquista, Pérez del Bricio, para garantizar la continuación de la mina administrada por Hacienda, hasta que llegó Victorino Alonso a ponerle el candado en el año 1.992, después de ROBAR 2.000 millones procedentes del ‘cajón de les perres’ de todos los españoles, en perfecta connivencia con las administraciones del PSOE, en sus niveles estatal y regional (…) Efectivamente, con fecha 1 de julio de 1.988 se llegaba en Madrid a un acuerdo entre el gobierno de Asturias y el Secretario General de la Energía – señor Maravall – , Director General de Minas y Director del Gabinete Técnico del Ministerio de Industria y Energía, por el cual, entre otros puntos, se establecía ‘un mecanismo de control interno y externo a la empresa para la correcta aplicación del Plan de Empresa presentado’ (…) Yo le pregunto: ¿ Qué ha hecho la Administración, y más concretamente la Dirección Regional de Minas, que en aquellos momentos ostentaba usted mismo ? Pues lisa y llanamente: mostrar una total ineptitud en la eficacia de la gestión encomendada o, por el contrario, una connivencia descalificable a todas luces y que usted mismo tendrá que despejar, sino aquí en los Tribunales de la Justicia. Y no se ría cínicamente, porque le aseguro que la cosa no va a parar aquí… esto va a continuar y van a salir muchas otras oscuras y negras cuestiones, como lo que está ocurriendo con los carbones de otras empresas de Asturias que le pueden llevar a usted a la cárcel… ¡no, no siga usted riéndose, porque me da usted lástima!, aunque más lástima me daría que por su connivencia y otras de su entorno, se estuviera dictando la sentencia mortal de estas explotaciones a medio plazo (…) 

Parque de la Prehistoria en Teverga.

Y la profecía se hizo realidad: la mina se cerró, y lo mismo que ocurrió en todas las cuencas mineras, el paro y la desolación ha invadido sus tierras transformadas en auténticos parajes lunares.

Algunos pensaron que las prejubilaciones eran la solución, cuando la realidad fue que sirvieron como el instrumento desmovilizador usado por la burguesía y sus serviles pandilleros para ganar la batalla, ignorando los trabajadores que les estaban transformando en simples empresarios de sus propios hijos y nietos, cuando no de gestores para la expulsión de la tierra que les vio nacer. El caso es que los 5.000 habitantes teverganos que había en 1960 apenas llegan a los dos millares en la actualidad, y toda su economía está basado en el turismo, donde la “senda del oso”, habilitada por la antigua caja del ferrocarril minero, junto con el Parque de la Prehistoria, son dos de sus principales atractivos, por no hablar de lo que en su día fue una boyante ganadería.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAROLINA, UNA MINA PERDIDA EN LA ALDEA DE PALACIO VALDÉS.

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Pozo Carolina de la empresa Fradera en Villoria de Laviana

Aunque nacido en el pueblo lavianés de Entrialgo, Armando Palacio Valdés sería trasladado a los seis meses a la villa de Avilés, donde residía su familia y donde su padre, abogado de origen ovetense, trabajaba como tal en las obras de dragado de la ría. Dos escenarios, el rural y montañoso del interior, y el marítimo de Avilés, que nutrirán sus experiencias infantiles, reflejando en algunas de sus novelas las radicales transformaciones socioeconómicas y científicas que se materializaron en la revolución industrial.

Es cierto que Palacio Valdés, a partir de un determinado momento, fue muy crítico con los efectos de la industrialización: “ese estremecimiento singular” que, según él, no haría más felices a los hombres que la sosegada vida campesina de su infancia, introduciendo en su novela sobre “La Aldea Perdida” unos elementos de discordia entre unos hombres “sedientos de riqueza” que, según el novelista, habían caído sobre su Arcadia, desgarrando su seno virginal y profanando su belleza inmaculada.

Cementos Fradera, a donde iban destinados los carbones extraídos en las minas de Villoria

Y para conseguir en su novela que la mitificación de esa supuesta Arcadia se impregnase de tragicidad, el escritor lavianense trata de hacernos ver en su novela el enfrentamiento existente entre unas fuerzas que representan el BIEN – la agricultura, o sea, la sociedad tradicional y estática, y el MAL – la minería, o sea, el progreso y el cambio -, donde la joven campesina Demetria será perseguida y finalmente asesinada por uno de los mineros, Plutón, cuyo nombre tiene un sentido mítico-minero.  

Sin embargo, no era menos cierto que en Asturias existía un campesinado mayoritariamente miserable, víctima de explotaciones, plagas, pestes y hambrunas seculares, tal y como nos deja escrito en la novela el joven Antero, licenciado en derecho, cuando en su discurso novelesco hace una lúcida y apasionada defensa de los ilimitados horizontes que la industrialización proyecta frente al cerrado mundo del Antiguo Régimen y su depresiva situación socioeconómica: “Amaneció al cabo el día por muchos tan ansiado, el día en que nuestro valle salga de su profundo y secular letargo. Aquellos tesoros que nuestros padres pisaron siglos y siglos sin sospechar su existencia, para nosotros y para nuestros hijos. Los desgraciados habitantes de esta región que apenas puede, a costa de grandes esfuerzos, llevar a la boca un pedazo de borona, dentro de pocos días, gracias a la iniciativa de una poderosa casa francesa, que va a sembrar sus capitales, encontrarán medios de emplear sus esfuerzos, ganarán jornales jamás soñados por ellos y con estos jornales se proporcionarán muy pronto las comodidades y los goces que embellecen la vida. Porque el hombre no está destinado a vegetar como un hongo tomando de la tierra lo estrictamente necesario para no fenecer de hambre (…)”. 

Aunque no comulgó plenamente con las propuestas modernistas, algunas de las obras de Palacio Valdés de los primeros años del siglo XX se verán impregnadas por algunas de sus características. Éste es el caso de “La aldea perdida” (1903), donde aborda los problemas que en la tranquila vida de una comunidad campesina originó la primera industrialización, con la introducción violenta de usos y costumbres ajenas a toda su ancestral cultura.

Así, a las primeras denuncias carboneras por paisanos calicatiadores, siguieron los grupos de montaña, que se concentraron por los distintos espacios territoriales de la “aldea perdida”, absorbidos por capitales foráneos que van reorganizando las antiguas parroquias con grupos de minas repartidas en pisos, unidos por un dédalo de planos inclinados y trincheras, con plazas de madera, talleres, lavaderos, tolvas y trenecillos como La Campurra, caso concreto de la empresa “Cementos Fradera”, propiedad de la familia catalano-francesa Camps Boussen que, desde 1927 deshullaría esta zona para alimentar sus cementeras en Cataluña.  

En el año 1950 la empresa llevaría a cabo la profundización del pozo Carolina cerca de Villoria, con 102 metros de profundidad y brocal de 4,5 metros, utilizando para ello un sencillo castillete de madera que más tarde sería sustituido por otro metálico fabricado en los talleres de Duro-Felguera, con 18 metros de altura, después de haber reprofundizado el pozo en 1959, hasta alcanzar una profundidad de 256 metros, quedando instalada en 1961 una máquina de extracción de 300 CV, a la vez que se introducían algunas mejoras como la colocación de un ventilador en el pozo plano de Vega la Muela. 

La Campurra a su paso por Puente de Arco…

Desde que la empresa comenzara a explotar las concesiones mineras, ésta dispuso de una línea ferroviaria de 6,5 kilómetros de extensión, entre Rioseco y Laviana, de tal manera que el carbón era trasladado desde las distintas explotaciones mineras hasta la estación del Ferrocarril de Langreo en Pola de Laviana, donde había constuido unas grandes tolvas, y de ahí hasta los muelles de Gijón o de Avilés, para su posterior destino a la cementera en Barcelona.    

Aquel trenillo a vapor o tranvía Laviana-Rioseco, ya que también trasladaba a las personas cuando no existía en la zona transporte de viajeros por carretera, quedaría bautizado con el nombre de “La Campurra” en virtud del topónimo del que procedía su antiguo propietario, el empresario minero Cándido Blanco Varela, oriundo de la casería lavianesa de El Campurru, perteneciente a la parroquia de Tiraña.  

Ferrocarril minero de Minas de Fradera “La Campurra”

Minas de Fradera no tenía minas en explotación en el concejo de Sobrescobio, pero el trenillo carbonero debía llegar hasta ese término municipal porque así lo había decidido el gobierno, aunque pudiera quedar explicado cuando “La Campurra” ofrecía sus servicios a otras compañías del sector primario, como la Sociedad Metalúrgica Duro-Felguera, que utilizaba el tranvía de Fradera para transportar desde Rioseco hasta la actual estación de FEVE en Laviana el hierro extraído en sus explotaciones de la mina Carmen en los montes de Llaímo, pertenecientes al concejo de  Sobrescobio, acuerdo que se prolongaría durante décadas, hasta que las minas cerraron en 1967.

Pero, también esta empresa catalano-francesa iba a dejar teñida de luto a la familia minera cuando, siendo las dos y media de la tarde del sábado, 5 de febrero de 1955, reventaba una bolsa de agua en la chimenea formada sobre la capa 2ª, de 1ª a 2ª piso, de la Mina Fradera o La Perenal, como es conocida por los lugareños, el estar ubicada en el paraje del mismo nombre, arrastrando a cinco mineros con el trágico balance de cuatro muertos. Y nuevamente, según el ingeniero actuario de la jefatura de Minas, aunque en esta ocasión no se echasen las culpas directamente al muerto, las causas que habían originado el accidente se debían a la “mala condición existente en la zona, totalmente impercetible, por lo que se trata de un accidente desgraciado debido únicamente a la fatalidad, ya que la labor se lleva cumpliendo toda la normativa para esa clase de trabajos”. 

Croquis del accidente minero en Minas de Fradera, el 5 de febrero de 1955

Ni siquiera se habían secado las lágrimas por los compañeros fallecidos en el accidente comentado cuando, otra vez, en la Mina Fradera, y en la misma capa 2ª, se fundía la mina como consecuencia de una explosión de grisú al dar fuego a dos barrenos en los hastiales del testero del nivel de la citada explotación, causando la muerte de cinco mineros. En esta ocasión, después de varios días investigando las causas del accidente, el ingeniero actuario de la Jefatura de Minas, Eduardo Arrojo Díaz, considera que la causa directa que originó el accidente fue debida a una “explosión de grisú, provocada por la detonación de los barrenos dados en el testero del primer nivel y, muy probablemente, por el cargado con medio cartucho de dinamita, el cual y ateniéndose a lo declarado por el barrenista que los perforó y cargó, debía de estar mal atacado por falta de caña de barreno para hacerlo, ya que sólo disponía de 9 centímetros libres, por lo que es probable diera bocazo”. 

Tampoco la zapatera cargada con dos cartuchos, y que según la declaración del barrenista, “tendría unos 15 centímetros de caña libre después de meterlos”, estaría bien atacada, pues por falta de espacio libre en ambos barrenos no pudo verificarse el correcto atacado de estos, ya que el Reglamento de Policía Minera y Metalúrgica de 1934 (…) exige que el taco de polvo tenga, al menos, una longitud de 20 centímetros para los 100 primeros gramos de explosivo. Además, por si no fueran suficientes motivos para no exigirle a la empresa responsabilidades, añadía que, el artillero – también muerto – probablemente por dar fuego pasada la hora y tener prisa en salir, no debió reconocer con la lámpara en el testero si existía o no grisú momentos antes de disparar la pega, dando ésta además sin tener en cuenta que el resto de personal se encontraba en las inmediaciones del taller y además en la corriente de salida de la ventilación.   

Croquis del accidente minero en Minas de Fradera, el 2 de setiembre de 1958.

Mucho reglamento, mucha investigación para acabar echando la culpa de los accidentes a los propios trabajadores, y mucho bla, bla, bla por parte de unos ingenieros actuarios de la Jefatura de Minas, en su inmensa mayoría “sobornados” por la propia patronal para eximirla de sus responsabilidades en aquellas actuaciones más propias de una práctica de terrorismo empresarial que de una auténtica y verdadera profesionalidad en el laboreo de las minas. Tanto estudiar y estudiar en la escuela superior de ingeniería, para demostrar tanta ¿ignorancia? a la hora de saber que el grisú se oculta en los recobecos de las partes más altas de las galerías, en las chimeneas y en los pozos, donde espera agazapado hasta sembrar la muerte con su enorme fuerza expansiva, temiendo sólo a un enemigo más poderoso que él porque le destruye y le deshace con su fuerte soplo: el viento. Es cuando el grisú huye atemorizado para ocultarse en donde no pueda afectarle la corriente del viento, apartándose en lo posible del circuito de ventilación, paso obligado de su temible enemigo…  

Viento, mucho viento, bien encauzado y bien distribuido, es el que puede evitar las tragedias del grisú, y con ella toda su secuela de orfandad, dolor, miseria y abandono. No siempre la imprudencia que tanto aluden estos ingenieros de la Jefatura de Minas al servicio descarado de la patronal, son las causas de los accidentes y catástrofes mineras. Y algo de eso debió de entender el mismísimo titular del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción de Laviana, cuando solicitaba ciertas informaciones respecto a la catástrofe ocurrida el 2 de octubre en Minas de Fradera, referidas concretamente a la “influencia que haya podido tener en la catástrofe el hecho de no dirigir las labores un ingeniero de Minas; que se exprese las fechas del cese del señor Aldecoa y toma de posesión del señor Kindelán como ingeniero director de las minas de Cementos Fradera, S.A.; y que se le informe sobre el estado de la mina y sobre si las labores mineras se realizan en condiciones de seguridad para los trabajadores…” 

Los cinco cuerpos de los compañeros muertos en el accidente de Minas de Fradera, son conducidos a hombros de sus compañeros hasta el cementerio de Villoria, el jueves, día 4 de setiembre de 1958.

Tras el cierre de las minas y posterior desmantelamiento de castillete del Pozo Carolina efectuado el año 1971, para ser instalado en el Pozo  Espiel de la localidad cordobesa del mismo nombre, perteneciente a la empresa Encasur, al que le fue vendido por Cementos Fradera en la cantidad de tres millones y medio de pesetas, los terrenos fueron adquiridos por una familia de mineros conocida por “Los Tremendos” – Alfredo y Samuel González García – propietarios de Mina Celia y Otras, S.A., quienes utilizaron parte de las instalaciones de Fradera, durante un periodo entre 1978-1993, explotando las minas de Arvín y Carrascal en Villoría, y otras concesiones por los inmediaciones de La Bárgana, de donde eran originarios, procediendo en su despedida a dejar plantado un fresno en recuerdo de que allí hubo un pozo minero que ellos mismos habían rellenado de los escombros procedentes de sus explotaciones mineras. 

Mineros de Fradera en la Mina de Vegalamuela de Ribota, el año 1936: ¡ No votar a nuestros verdugos!¡Votad “Bloque Popular”! dice el cartel que sostiene en su mano el picador Manuel el de Eufrasia.

¡¡¡ Sí, yo también nací y viví en Arcadia !!!, había dejado escrito el universal escritor de Entrialgo, Armando Palacio Valdés,  en su novela publicada en 1903, arrancando el canto nostálgico que daba  inicio a su “Aldea Perdida”, aunque perfectamente podría estar refiriéndose a la fecha actual en que nos encontramos, sintiendo a la mujer sonar los tacones de sus madreñas sobre el pavimento húmedo de la plaza del pueblo. Escribe él que Arcadia ya no vive aquí, dicen las gentes que esto ya no es lo que era, que no se va por aquí al territorio mitológico de la felicidad pastoril. En los pueblos de El Condado, en Villoria, en Tolivia y en todos los rincones de aquella Laviana agraria que alimentan la narración, el decorado no se ha estropeado totalmente, pero al decir de los habitantes actuales, con el tiempo en el campo se han renovado las amenazas. Ya no son las heridas de la industrialización minera que tanto asustaban al novelista de Entrialgo, sino precisamente el paisaje de después de la mina, más el humano que el físico, su retroceso y la sensación de abandono, el olvido, el desprestigio y el desencanto de la vida campesina y las dificultades en la búsqueda de alternativas diferentes a la más usual de la claudicación, en sus diferentes formas de fuga hacia la gran ciudad.  

Tolvas de carbón, propiedad de Cementos Fradera, en la estación del Ferrocarril de Langreo en Pola de Laviana.

En esta porción agraria del concejo de Laviana, en aquel territorio idealizado de aldeas perdidas permanecen a su modo algunas de las “arboledas umbrías” del relato de Palacio Valdés, reconociendo aquellos “arroyos cristalinos” y perviviendo por todas partes la “alfombra siempre verde” que el novelista de Entrialgo escribió que «hollaba» por aquí hace más de un siglo. Aguantan también alguna que otra oveja que, de vez en cuando, se escuchan balar. Es decir, ha sobrevivido la fachada, que no es poco, y resiste el decorado como recurso explotable, no se han perdido las aldeas, como quiso dejar sentenciado el escritor lavianense.   

Villoria, el año 1917

Refiriéndome a un escrito publicado en 1900 por el ya reconvertido y creyente Palacio Valdés, titulado  “Verde y negro”, el escritor se preguntaba: “¿Para qué sirve la industria? ¿Piensa usted que los hombres del día son más felices que los antiguos, porque éstos carecían de teléfono, de luz eléctrica y de ferrocarriles?, para afirmar con rotundidad que “nuestra felicidad no consiste en ensanchar las necesidades corporales, sino las morales. En un país sin fábricas, sin barcos, ni sociedades en comandita, pero donde se creyese en Dios de todo corazón, y donde reinase por consiguiente la paz, los hombres serán mucho más felices, que en aquellas ciudades industriales, como Lyon o Manchester”. Palacio Valdés concluía su escrito con otra de sus  acostumbradas contundencias: “¡Si usted hubiera trepado como yo por sus augustas montañas, si hubiera dormido sobre sus praderas inmaculadas, si se hubiese bañado en sus ríos cristalinos, lloraría, como yo lloro, sobre una tierra deshonrada y profanada, y maldicería de la industria, como maldigo yo!”.  

Mina Celia de Villoria, propiedad de Los Tremendos, Alfredo y Samuel…

No obstante, a pesar de estas valoraciones sobre la sociedad industrial, Palacio Valdés ofrece en su Aldea Perdida, publicada tres años más tarde, juicios contradictorios sobre el fenómeno industrial. Juicios, con abismales diferencias valorativas, que se pueden sintetizar en dos de sus párrafos. En el primero, cuando se confiesa desencantado: “Yo también nací y viví en la Arcadia. Pero la Arcadia ya no existe. Huyó la dicha y la inocencia de aquel valle“. En un segundo párrafo, continuación del discurso del joven Antero ya referido, la industrialización supondría un positivo avance, un indiscutible cambio de idealidad: “Para que el hombre se eleve, para que exista el progreso es necesario que prescindamos de ese respeto exagerado a la costumbre, que no temamos crearnos necesidades. Las necesidades son el acicate que sacude nuestra indolencia. Es necesario que nos relacionemos con los países extranjeros para hacernos partícipes de sus adelantos, que apetezcamos siempre algo nuevo y mejor y que hagamos esfuerzos incesantes por conseguirlo. Dentro de pocos meses oiréis resonar por estas montañas el agudo silbido de la locomotora. Es la voz del vapor que nos llama a la civilización”.

Villoria, el año 2014

Mirando por detrás del decorado con los ojos de 2017, el retrato más ajustado al escenario de hoy viene en el mismo texto de la novela, cuando el escritor hablaba de los males y los daños que auguraban las primeras prospecciones mineras en estos valles, pero sigo pensando que sus gentes se refieren más bien a la sensación de orfandad y abandono del medio agrario, a la certeza de que el vacío es evidencia de declive y al presentimiento peor de que fuera de aquí su problema no parece importarle a nadie…

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

POLIO, EL POZO DE LOS DOS CASTILLETES GEMELOS.

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Pozo Polio, en la localidad mierense de Santa Rosa, perteneciente a la parroquia de Rioturbio.

El origen del Pozo Polio hay que buscarlo en el agotamiento de la histórica mina Baltasara, que había pertenecido al grupo financiero del duque de Riansares, siendo vendidas sus propiedades más tarde, en 1861, al empresario francés Numa Guilhou, dando comienzo la explotación de carbón a gran escala en el concejo de Mieres. Y allí, en la localidad mierense de Güeria de San Juan, perteneciente a la parroquia Santa Rosa, la empresa de Fábrica de Mieres tomaba la decisión de profundizar dos pozos verticales bautizados con el nombre de la mítica montaña de Polio.

Así, con fecha 18 de mayo de 1953 era disparada la primera pega para la profundización del pozo Nº1 que finalizaría a los tres años, siendo disparada la última pega el 10 de mayo de 1956, con un diámetro  de 4,5 metros y 606 metros de profundidad, comenzando a funcionar el pozo como medio de transporte para el personal, movimiento de escombros y retorno de ventilación. 

Profundización del Pozo Polio en la Güeria de San Juan, perteneciente a la parroquia mierense de Santa Rosa, el año 1954

Paralelamente, con fecha de 2 de noviembre de 1954, habían dado comienzo las labores de profundización del pozo Nº2, las cuales finalizarían el 30 de junio de 1956, con sus 411 metros de profundidad y un diámetro de  5 metros, siendo destinado a la extracción del carbón y entrada de ventilación, pudiendo afirmarse que todo el proceso terminó el 14 de diciembre de 1962 con la aceptación del montaje de las instalaciones – máquinas de extracción, jaulas de dos pisos, embarques automáticos, esclusa y trituradora -, entre Fábrica de Mieres y la empresa alemana G.H.H., hasta hacer del pozo Polio uno de los más modernos de la época. Llama la atención los dos castilletes gemelos, con una altura de 39,41 metros, asentados sobre una plataforma de terreno artificial  elevado junto al río. Construidos en acero soldado y roblonado, sus poleas se encuentran en diferentes planos, y los apoyos de ambos penetran en el edificio central que alberga la sala de máquinas y los compresores. 

Visita del alcalde de Mieres a la Mina Baltasara, el año 1915.

Tras la integración de la mayor parte de la minería asturiana en la empresa estatal de Hunosa, acometida por el régimen franquista en 1967, el pozo Polio pasaría a pertenecer a la misma, hasta que lo cerró en  noviembre de 1992, después de haber funcionado  a pleno rendimiento hasta finales de los años 80, y después de reforzar en 1970 los servicios de ferrocarril minero con Polio y el vecino pozo de Tres Amigos – también integrado en Hunosa  – con tres locomotoras Deutz KG230 que sustituyeron a las primitivas locomotoras de vapor “Santa Bárbara” y “Mariana”,  para seguir realizando el transporte de mineral hasta Mieres por la actual senda que nace entre el barrio sidrero de Requejo y la iglesia de San Juan, el cual sería clausurado en 1984, como triste preludio de lo que se avecinaba. 

Pero, antes de la integración de Fábrica de Mieres en Hunosa, las minas de Polio volvían a teñir de luto a la familia minera cuando, siendo las nueve de la mañana del 22 de junio de 1959 y la población mierense estaba celebrando la semana grande de sus fiestas sanjuaninas, en la mina Polio, perteneciente al grupo Baltasara de la empresa Fábrica de Mieres, explotaba el grisú, causando la muerte de los seis mineros que constituían todo el personal que realizaba sus labores en la galería en estéril del 3º piso de la preparación denominada San Luís. 

Croquis del accidente producido en la mina Polio del Grupo Baltasara de Fábrica de Mieres, el 22 de junio de 1959.

Al confirmarse la noticia, el ayuntamiento procedió a la suspensión de todos los actos públicos mediante una nota pública aparecida en los medios de comunicación el 23 de junio: “Esta Alcaldía Presidencia y la Comisión de Festejos, al conocer la dolorosa noticia del fallecimiento de seis productores en un desgraciado accidente de trabajo, interpretando el dolor del pueblo de Mieres y uniéndose al dolor de los deudos y familiares, dispone por el presente la suspensión durante los días de hoy y mañana (lunes y martes) hasta después del sepelio, todas las manifestaciones públicas callejeras que en ocasión de las fiestas impongan alegría popular, suspendiendo toda clase de altavoces en el ferial”

El periódico VOLUNTAD dando la noticia del accidente de la mina Polio de Fábrica de Mieres.

No obstante, a la hora de buscar las verdaderas causas del por qué explotó el grisú, sin que se pudieran definir las causas del motivo principal que originó la catástrofe, nuevamente los ingenieros actuarios de la Jefatura de Minas con la connivencia descarada de sus compañeros de profesión en la empresa, eximían a la empresa de cualquier responsabilidad tratando de echar la culpa a los propios trabajadores que habían fallecido en el accidente, tal como si los sistemas de ventilación – únicos enemigos para combatir y ganar la batalla del grisú – tuvieran que traerlos de casa los trabajadores -, afirmando en su informe que la verdadera causa del accidente había que “atribuirla al descuido o desprecio del peligro del vigilante al cometer la negligente imprudencia de no reconocer debidamente el gas a pesar de haberlo en gran cantidad, dados los efectos producidos”. Por si ello no fuera suficiente, el mismo ingeniero actuario también apuntaba a que “alguno de los fallecidos hubiese fumado, quizás aquel en cuya chaqueta se encontró tabaco”. ¿ Acaso, me pregunto yo, se encontraron también las cerillas para encender los cigarrillos, o se les olvidó a los mandos de la empresa colocarlas previamente a la llegada de la Jefatura de Minas en la chaqueta del trabajador?

Entierro de las víctimas de la catástrofe minera de la Mina Baltasara de Fábrica de Mieres, el miércoles, 17 de julio de 1923, con la presencia del Gobernador Civil, señor Nobell; el ingeniero jefe don Luis Beaumont y el alcalde de Mieres, don Valentín Rodriguez, con una representación de la empresa presidida por el conde de Mieres, guardia civil y resto de las llamadas fuerzas vivas…

Una cuestión, como ocurría en la casi totalidad de los accidentes mineros, en su mayoría producidos por las explosiones del grisú, es que tratando siempre de echar las culpas “a los muertos”, sin embargo las prescripciones que imponían a la empresa hablaban por sí solas: “La ventilación será permanente, no deteniéndose por ningún concepto los ventiladores de aire comprimido, ni los eléctricos, manteniéndose las tuberías en buen estado. Si por avería se detuviese la ventilación total o parcialmente, se dará orden inmediata de salida al personal hasta que aquella pueda restablecerse. Se evitarán posibles acumulaciones en las campanas de las galería mediante soplados periódicos de las mismas con aire comprimido. Se hará constar diariamente en el libro registro de grisú el estado en la ventilación…”  

Tan claras estaban las recomendaciones que los ingenieros de la Jefatura de Minas hacían a sus compañeros en la dirección de las empresas, que éstas se las pasaban por el “forro de los cojones”, hasta el extremo de que en la empresa que nos ocupa, el pozo Polio iba a batir el record de los accidentes mortales alcanzados en el sector minero. Al respecto, de muy poco habían servido las mismas o similares recomendaciones a raíz de la catástrofe minera ocurrida el 16 de julio de 1923, ésta vez con ocasión de la celebración de las fiestas de la Virgen del Carmen en el barrio mierense de La Villa, cuando, de nuevo, otra terrible y horrorosa catástrofe en la capa Raimunda de la Mina Baltasara de Fábrica de Mieres, causaba la muerte de trece mineros.   

El periódico “El Noroeste” de Gijón informando sobre la catástrofe minera en la Mina Baltasara de Fábrica de Mieres y la intervención de Manuel Llaneza en el Congreso de los Diputados.

Aunque nadie se explicaba lo ocurrido, porque la galería Raimunda de la Mina Baltasara tenía buena ventilación natural, otra vez el grisú había sembrado el terror en la región asturiana, y, tal y como informaba el periódico “El Comercio”, los ventiladores “estuvieron funcionando todo el domingo y el lunes, a primera hora, el personal obrero encargado de la ventilación recorrió toda la galería antes de que entraran al trabajo los mineros, sin encontrar nada anormal”. Es decir, cuando ni siquiera la Jefatura de Minas había iniciado las investigaciones sobre las causas de la brutal explosión, un periódico – “El Comercio” – ya informaba sobre el buen estado que ofrecía la ventilación en la galería de los hechos, probablemente informado por sus “amos”, en este caso la patronal minerometalúrgica de Fábrica de Mieres. 

Pozo Polio en Güeria de San Juan, perteneciente a la parroquia mierense de de Santa Rosa.

Sin embargo, otras versiones de trabajadores que no habían perecido en el accidente, y por lo tanto mucho más fiables, aseguraban que uno de los ventiladores hacía tiempo que no venía funcionando bien, tal y como lo habían hecho ver reiteradamente a los mandos de la empresa. ¿De dónde había partido entonces la llama que produjo la explosión? La respuesta de la Jefatura de Minas, una vez más despejaba cualquier duda al respecto, echando nuevamente la culpa a uno de los trabajadores muertos en aquel salvaje atentado contra la vida humana, en este caso el pinche del ventilador que “sin darse cuenta de lo que hacía, cometió la imprudente negligencia de colgar su lámpara de los bastones situados bajo el coladero y se dirigió atrás a reunirse  con sus compañeros, cuando no había sido desalojado el gas por el ventilador ni siquiera reconocido ese lugar por el vigilante”. 

Mineros de las minas de Baltasara, el año 1921

Ante esta catástrofe, así como también sobre otros accidentes ocurridos el mismo día en el grupo San Benigno y Mina Mariana, el comité del Sindicato Único de los Mineros de Asturias – una escisión del SOMA-UGT –, después de una reunión mantenida en el Centro Obrero de Mieres, lanzaba un manifiesto público para “protestar enérgicamente por las pésimas condiciones en que se llevan los trabajos en las minas asturianas, y desarrollar un programa de acciones contundentes como única manera de evitar estos días de luto a la familia proletaria”.

De hecho, aquella catástrofe de la Mina Baltasara había servido para encender la mecha que alumbraría a los mineros en su lucha por la conquista de los derechos laborales y sociales, dejando una marca en los trabajadores del Pozo Polio como sinónimo de compromiso político y sindical, siempre en la vanguardia de la lucha contra la dictadura franquista y de la lucha por los derechos de los trabajadores, apoyando incluso a otros sectores y movimientos sociales, no en vano el pozo Polio fue uno de los bastiones tanto del Partido Comunista como de Comisiones Obreras y cuna de destacados dirigentes de ambas organizaciones, prueba de ello es que uno de sus trabajadores, Gerardo Iglesias Argüelles, llegaría a ser el secretario general del Partido Comunista de España, en sustitución de Santiago Carrillo, por no hablar de otro luchador antifranquista como Aquilino Fernández Fernández, minero durante casi cuarenta años en el interior de las minas de Polio y enlace del maquis en sus años jóvenes, que conoció como nadie la represión, la insumisión y la cárcel por su lucha contra el franquismo.

Gerardo Iglesias, volvió a picar carbón al pozo Polio, después de haber sido Secretario General del Partido Comunista de España, Coordinador General de IU, y diputado en las Cortes Generales.

Y nada mejor que recoger literalmente su versión hecha pública en el diario “La Nueva España”. La mina edificó esto a su gusto y como prueba basta una mirada a la barriada de Rioturbio, el centro urbano del valle, construido en los cincuenta a raíz de la profundización de los principales pozos de la Güeria de San Juan. Por eso al ver lo que está pasando, Quilino “Polio” lamenta que el paisaje de su valle natal, despoblado y desatendido, sin restos de carbón ni de contraprestaciones por el cierre, sea un reflejo doliente del resto de las cuencas hulleras asturianas. «Hay una depresión tremenda», afirma, en parte porque «aquí no se creó una economía mixta y todo pivotó sobre Ensidesa y Hunosa. No defendemos el carbón por defenderlo, sino por necesidad, porque no tenemos nada alternativo. ¿Qué modelo energético tenemos a la vista para solucionar los problemas si anulamos el carbón? A corto plazo, ninguno»

Aquilino Fernández Fernández “Quilino Polio”, minero de Polio y luchador antifranquista

El humo de las barricadas en las últimas movilizaciones mineras de 2012 devuelve a Quilino “Polio” a un paisaje que le resulta desgraciadamente familiar, a los años heroicos de un sector condenado a la lucha por la supervivencia. Retrocede medio siglo, por ejemplo, hasta la Güeria San Juan de 1962, a la tercera sección de Baltasara, al encierro de noventa mineros en un pozo de montaña próximo a Polio con «ventilación deficiente», comida escasa y el agua insuficiente que manaba a duras penas, gota a gota, de un manantial interior de la mina. La memoria de Quilino “Polio” ha retrocedido también hasta el trayecto «en camiones de toldos» al cuartel de la Policía Armada de Oviedo, a las palizas y las noches de calabozo con un zapato de la mina en lugar de almohada. La «huelgona» fue larga, duró «dos meses y nueve días» y sacó la rabia de las mujeres, que «jugaron un papel muy relevante en las huelgas». La «huelgona» duró mucho, pero sirvió: «Obligamos a venir al ministro Solís a negociar con los mineros y con los sindicatos clandestinos, obviando al sindicato vertical franquista, y de aquella nos subieron quince duros por tonelada. Fíjate lo que suponía aquello entonces». 

Barriada minera de Rioturbio en el concejo de Mieres.

La memoria va y viene a 1965, al 12 de marzo, al asalto de la Comisaría de Mieres y «a las gorras de la Policía volando por los aires». A la guerra y a los dos disparos de fusil que impactaron en la ventana de la cocina de su casa en Entrerríos y que significaban que había obligación de acudir a la celebración en Mieres por la toma del Ejército franquista de la provincia de Tarragona. Quilino “Polio”, que perteneció siempre al bando de los que decidieron «no acomodarse al sistema», sigue sin resignarse ahora a llorar la pérdida. Y la pérdida es, hablando de la Güeria San Juan, la de toda la mina y toda su capacidad de arrastre, pero también la del universo rural que siempre ha rodeado al hábitat hullero del valle. Quilino “Polio” lleva su pueblo natal incorporado al carné de identidad, sustituyendo al apellido, y cuando dice que Polio «es el último pueblo de la Güeria», puede que no sea todo geografía. Queda un vecino en el censo del Instituto Nacional de Estadística y aunque el sitio siempre fue más «estratégico» que grande, hoy duele verlo caer. Hace daño el destino de éste y de los otros pueblos que la vega del San Juan va dejando por el camino. Al volver al Polio casi deshabitado, el ex minero mierense predica cuánto conviene «mantener las fincas y las casas, para que no se abandonen los pueblos. Abandonar un pueblo significa dejar tus rincones, tus recuerdos». Abandonar es olvidar, justo eso a lo que la memoria de Aquilino Fernández Fernández se ha resistido con éxito durante toda su vida.  

Al respecto, todavía sigo pensando que su lucha y elevada conflictividad fue la causa principal por la que en el año 1992 se incluyó el pozo en la lista de cierres, siendo el último relevo productivo el 20 de octubre, tras el traslado de 500 trabajadores a otras explotaciones.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SAN MAMÉS, OTRO POZO PARA LOS ESCLAVOS DEL FRANQUISMO.

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Pozo San Mamés o Villar, en la localidad de Sotrondio, perteneciente al concejo de San Martín del Rey Aurelio

Para adentrarnos en el Pozo San Mamés es obligado hablar de la mina Rimadero, situada en el barrio sotrondino de San Frechoso, propiedad del vasco Francisco Elorduy, que venía explotando sus concesiones desde el año 1910, hasta que fueron adquiridas en 1919 por la empresa Duro-Felguera para surtir de mineral a su fábrica siderúrgica en la localidad langreana de La Felguera. Finalizada la incívica guerra española, consecuencia del golpe militar fascista contra el gobierno legítimo de la II República, ambos quedarían unidos bajo el rio Nalón. 

Hacía tiempo que la empresa tenía in mente ampliar el yacimiento de San Mamés mediante la unión subterránea con la mina de Rimadero pero, aunque la decisión era fácil de tomar y las ventajas numerosas y evidentes, sin embargo la obra presentaba muy serias dificultades al estar el rio Nalón por medio, recordando los enormes caudales de agua que habían sufrido durante los tres años que duró la profundización del pozo San Mamés o pozo Villar. Filtraciones, derrumbes y explosiones conformaban un menú bastante difícil de digerir, pero el Rimadero era un pozo plano de tres plantas que tenía un gran yacimiento y su situación al lado del Ferrocarril de Langreo-Gijón era la más idónea para extraer por él todos los carbones del nuevo pozo profundizado. Sólo hacía falta reprofundizar una 4ª planta para unirla con la 3ª de San Mamés mediante una galería de 500 metros, decidiéndose dar comienzo a las obras desde ambos extremos de las dos explotaciones.

Cargaderos de Minas de Rimadero en el barrio San Frechoso de Sotrondio.

Más tarde el Pozo San Mamés también quedaría unido con los pozos Sotón y Carrio. Curiosamente, con quien nunca estuvo unido el pozo San Mamés fue con su vecino Santa Bárbara en la Cerezal ya que, aunque ambos explotaron el sinclinal llamado “Cubeta de San Mamés”, uno se dedicó a la explotación del paquete Mª Luisa y otro al paquete Generalas. 

En efecto, tal y como ha quedado recogido, recién finalizada la incívica guerra se había iniciado la profundización de un pozo vertical en el lugar de Villar, en la margen izquierda del rio Nalón, dando comienzo los trabajos el 17 de setiembre de 1938 para finalizarlos en el año 1940, cuando sería inaugurado el pozo con 232 metros de profundidad y una sección circular de 6,40 metros de diámetro, quedando dividido el pozo en cuatro plantas comunicando la primera de ellas con el abandonado pozo Elordoy o Rimadero que serviría de auxiliar. 

Cotas de los pozos y minas de la zona de San Mamés y Rimadero.

De las dificultades en la profundización del pozo San Mamés recogemos un párrafo anónimo de un diario, aunque debemos de suponer que pertenezca al ingeniero director de las obras, que literalmente dice: “(…) a pesar de estar la zona casi toda ella en pizarra fuerte y algo de arenisca, tuvimos que profundizar descimbrando 9 veces, a causa de lo falso del terreno. En el transversal de 3ª planta, del lado Oeste y en la parte alta encontramos una capa de carbón, la Julia, de 1,20 metros de potencia, y aunque el transversal estaba en arenisca, se nos puso muy falso, viéndonos precisados a poner unas trabancas hechas con carriles de 20 kg. Que nos llegaron a romper y tuvimos que sustituirles por otras de 32 kg. bien embastonadas, siendo tal la fuerza con que apretaba el terreno que también llegó a flexionar algún cuadro, viéndonos obligados  a intermediar otros y trabajar con muchísimo cuidado pues no cesaban de caer rocas y carbón”. 

Inauguración del Pozo San Mamés, el año 1940.

El pozo San Mamés, que sería cerrado por Hunosa el 1 de abril de 1992, alcanzaría los 465 metros de profundidad, arrancando una media de 250.000 toneladas brutas cada año, después de perforar un intrincado laberinto subterráneo de 300 kilómetros, con una media de 700 trabajadores, siendo sus capas principales, por orden de productividad: Escribana, Julia, 1ª Generala, Mª Teresa, San Gaspar y San Luis. 

Sin embargo, la faceta más conocida del pozo San Mamés fue por haber albergado en su nómina de trabajadores a una parte de la misma procedente de las cárceles franquistas cuyo único delito había sido defender la legitimidad del gobierno republicano, con la implantación de un sistema de explotación económica que perduró hasta bien entrada la década de los cincuenta. En efecto, los rebeldes franquistas habían creado el edificio ideológico del concepto de Redención de Penas por el Trabajo bajo el slogan de “La disciplina de un cuartel, la seriedad de un Banco y la caridad de un convento”, y bajo la advocación de Nuestra Señora de la Merced, a través del correspondiente decreto firmado por el traidor general Francisco Franco Bahamonde, por el que los golpistas determinaban la conversión de los presos republicanos en mano de obra laboral barata, trabajando en condiciones de esclavitud, y siendo los prisioneros encuadrados en Batallones de Trabajadores militarizados dispuestos por las empresas que así lo habían solicitado, entre las que destacó la Duro-Felguera con sus Campos de Concentración situados en los pozos mineros de Fondón, en Sama de Langreo, Mosquitera, en Tuilla de Langreo y San Mamés, en Sotrondio de San Martín del Rey Aurelio.

Pozo de San Mamés, perteneciente a la empresa Duro-Felguera, con el Campo de Concentración que albergaba 175 trabajadores procedentes de las cárceles franquistas, el año 1945

Tal como decía el propio Franco en su grotesco decreto, “el derecho al trabajo, que tienen todos los españoles, como principio básico declarado en el punto quince del programa de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, no ha de ser regateado por el Nuevo Estado a los prisioneros y presos rojos, en tanto en cuanto no se oponga, en su desarrollo, a las previsiones que en orden a vigilancia merecen, quienes olvidaron los más elementales deberes de patriotismo….  

Además, en lo referido al salario penal del preso, de cada dos pesetas diarias en concepto de jornal, una y media se las quedaba el Estado, y la media restante le debía servir a los presos para comprarse botas, calcetines, sustituir los viejos uniformes por ropa de trabajo, comprar si pudiera un nuevo petate sin piojos, alguna raída manta y enviar lo que sobrara  a su famélica familia, la cual había sido desprovista por los vencedores de toda suerte de ingresos en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas. 

Los falangistas de Sotrondio desfilando por sus calles, el año 1942

La reducción de penas a cambio de trabajo se articulaba mediante el mecanismo de canjear un día de pena menos, por cada dos de trabajo, todo ello siempre a expensas de que el Jefe Militar, su Plana Mayor y el sacerdote penitenciario del Batallón de Trabajadores, Colonia Penitenciaria o Destacamento Penal certificaran y comprobaran que el preso demostraba, en sus obras y en la manifestación de sus nuevas “creencias” políticas y religiosas que se estaba integrando con la Nueva España de Franco y de la Falange. 

Memoria de Redención de penas por el trabajo correspondiente al año 1944

Una de las grandes características de esta brutal represión de posguerra en los Campos de Concentración franquistas – no confundamos estos campos con las colonias de trabajadores – fue la articulación ideológica en torno al pilar religioso, desarrollando un discurso concreto de redención como una misión cristiana, difundiendo la caridad, el perdón y la redención de las almas, no en vano la incívica guerra española tuvo la caracterización de “cruzada”, acabando instaurándose la iglesia como factor básico de legitimación entre todas las familias políticas del régimen franquista: “la redención de penas no tiene plenitud de sentido si se aplica en un orden estrictamente jurídico: es una gracia de España, estado misional y cristiano que se gana con un rescate espiritual de arrepentimiento y un esfuerzo físico de trabajo.” (Memoria de 1941 sobre la aplicación de la Redención de las Penas por el Trabajo en 1940). 

Tal y como manifestaba la iglesia golpista,  la Redención de Penas por el Trabajo (…) se inspira en la afirmación evangélica de que “Dios no quiere la muerte de pecador, sino que se convierta y siga viviendo…”, pero la realidad de estos trabajos en los Campos de Concentración franquistas, como  el de la empresa Duro-Felguera en el pozo San Mamés, tuvieron más que ver con un mundo lleno de explotación y penurias que con una redención cristiana, donde, muchos prisioneros accedían a este tipo de trabajos para poder contribuir a la economía familiar, albergando la posibilidad de poder regresar a su casa. 

Camastros del Campo de Concentración franquista de Duro-Felguera en el pozo de San Mamés, el año 1945

Y si la España de Franco echó sus bases políticas en una inmensa inversión en violencia para vivir después de sus rentas, en lo que nos atañe, no hay que andarse con medias tintas a la hora de afirmar que Franco contó con y se apoyó en una tupida red de campos de concentración y de explotación de mano de obra republicana para asentar su poder. CAMPOS DE CONCENTRACIÓN. Ni centro de prisioneros, ni depósitos, ni campamentos, eufemismos que sólo pretenden esconder o atemperar una realidad: la existencia en España de más de 180 campos donde a los prisioneros de guerra se les internaba, reeducaba, torturaba, aniquilaba ideológicamente y preparaba para formar parte de la enorme legión de esclavos que construyeron y reconstruyeron infraestructuras estatales, como parte del castigo que debían pagar a la “verdadera” España, por haber ingresado las filas de una supuesta “anti-España”. 

El Estado sacaba sus pingües beneficios de los trabajadores esclavos de franquismo.

El trabajo que realizaban estos presos, sin falta de recurrir a ninguna “fantasía”, dígase lo que se quiera decir o escribir, era un trabajo forzado, un trabajo de esclavos, donde la realidad moral y material era bien distinta del discurso oficial católico de misión cristiana, la penuria alimenticia era incluso peor que fuera de la cárcel, la escasez de camas era notable, siendo muchas veces simples sacos llenos de paja de maíz y la higiene estaba restringida en unos habitáculos llenos de humedades, charcos y mierda, donde muchos presos contrajeron enfermedades mortales que derivaron en crónicos problemas de salud, amén de la permanente convivencia con auténticos ejércitos de pulgas, chinches, piojos y garrapatas.

Conocí y conviví con personas como Arenas Machuca, Saturnino Márquez, Samuel Fernández “El Cabritu”, Florentino Vázque “Florón” o Pepe Canga Uribelarrea,  entre otros muchos, personas de una moralidad intachable que sufrieron las “lindezas” de aquellos Campos de Concentración por su republicanismo, y me contaban “anécdotas” que por el mero hecho de escucharlas o leerlas ponen los “pelos de punta”: “Achicoria aguada con un bollo de pan, cocido de garbanzos, lentejas y sopa de pan y ajo componían el rancho, reservando algo de carne para las fechas religiosas y el 18 de julio, teniendo que recurrir en muchas ocasiones a coger las algarrobas en las cuadras de las mulas mineras para saciar su hambruna. 

Pozo San Mamés, en Sotrondio del concejo de San Martín del Rey Aurelio, el año 2014

Por si no fuera suficiente, otro de los medios de sufrimiento para los prisioneros era el alejamiento de su zona de origen, que llegó a conocerse como una especie macabra de “turismo penitenciario”, lo que  provocaba no solo el padecimiento para el preso sino para su familia que apenas podía visitarlo y facilitarle los pocos alimentos disponibles que compensaran aquella malnutrición que las instituciones penitenciarias les provocaba, originando una especie de colonias que acababan acampando en cualquier lugar cercano al campo de concentración, para estar más cerca de su familiar trabajador esclavo del franquismo, como yo mismo llegué a conocer de guaje en las cuevas de una “grijera” entre la barriada de Lada y la conocida por la “colonia de los presos del Fondón”. 

Grupo de mineros del Pozo San Mamés.

Con un país destrozado, empobrecido, apenas sin ningún tipo de producción industrial, con muy poco o nada que exportar, prácticamente sin otras relaciones comerciales que las entonces existentes con la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, y con ambos países aliados de la dictadura franquista exigiendo la devolución inmediata de la cuantiosa deuda contraída por Franco con ellos a causa de sus importantes ayudas militares y financieras al bando franquista durante la guerra civil, de nada iban a servir las drásticas medidas de control económico impuestas por la dictadura. Unas medidas que, por otra parte, empobrecieron aún mucho más al conjunto de la población y enriquecieron de forma espectacular y repentina a un muy reducido número de estraperlistas y especuladores, todos ellos directa o indirectamente ligados a las estructuras del propio poder franquista, y fue en ese contexto cuando Franco se inventó la primera Empresa de Trabajo Temporal que se implantó en España, realizada mediante la creación del denominado Fichero Fisiotécnico en el que se fueron recopilando todo tipo de datos sobre miles de prisioneros políticos republicanos de toda España, para utilizarles como auténticos esclavos al servicio del Estado franquista en la reconstrucción del país, donde los mineros jugaron un papel de primer orden en la reconstrucción de un país asolado por las armas de un ejército golpista, bendecido por los sacramentos de la iglesia católica apostólica y romana, ambos al servicio de la oligarquía financiera.

Barriada minera de San Juan “Serrallo” en Sotrondio, del concejo de San Martín del Rey Aurelio.

De hecho, aunque fue personalmente el propio dictador Franco quien puso en marcha este gran negocio a costa de sus prisioneros políticos, sería el jesuita José Antonio Pérez del Pulgar quien lo inventó e institucionalizó de forma oficial, mediante la constitución del llamado “Sistema de Redención de Penas”, donde este sacerdote  no defendía ningún tipo de piedad ni clemencia para con los presos políticos del franquismo, tal y como quedaba recogido en el texto publicado en 1939 con el título “La solución que da España al problema de sus presos políticos”: “no puede exigirse a la justicia social que haga tabla rasa de cuanto ha ocurrido, sino que preconizaba para todos ellos poco menos que la aplicación de la Ley del Talión: “Es muy justo que los presos contribuyan con su trabajo a la reparación de los daños a los que contribuyeron con su cooperación a la rebelión marxista”

Polígono Industrial construido en los terrenos del Pozo San Mamés: otro polígono fantasma

Así llegamos al año 1948 cuando se inicia el verdadero auge de la industria y de la minería en Asturias, con el consiguiente incremento en la mano de obra, procedente en su mayoría de las comunidades andaluzas y extremeñas, y será a partir de ese año cuando se procede a la construcción de las barriadas de San Juan “El Serrallo”, en Sotrondio, la de Santa María en Blimea, y la de El Coto en L’Entregu, donde van a habitar, tanto las gentes de la inmigración como los trabajadores esclavos que sobrevivieron a aquellos malditos Campos de Concentración. 

Hoy, el entorno del pozo San Mamés, entre Sotrondio y Blimea, se encuentra igual que en el año 1992, cuando se procedió al cierre del Pozo San Mamés: sin un solo empleo. Y es que las dos empresas que se instalaron en las parcela del polígono industrial urbanizado junto al castillete del pozo, Ornalux y Alacena Cocinas, ya están liquidadas, al igual que ocurrió con la práctica totalidad de las empresas “cazasubvenciones” de los tristemente famosos fondos mineros repartidos entre los amiguetes de los Areces, Gracianos, Villas y Javieres, pudiendo afirmarse que el polígono de San Mamés es otro de los polígonos fantasma.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

FIGAREDO, EL POZO MINERO DE LOS FERNÁNDEZ.

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Pozo San Inocencio en La Cortina del Valle de Turón, en el concejo de Mieres.

Aunque el primer propietario minero de importancia en el valle de Turón fuese Vicente Fernández Blanco, que en 1866 había obtenido la concesión del “Coto Paz”, entre las parroquias de Figaredo y Santa Cruz, con sus 21 pertenencias que se extendían por la falda izquierda del valle en su parte inferior, sin embargo sería su hijo Juan Inocencio Fernández Martínez de Vega, que pasará a llamarse Inocencio Figaredo a partir de 1925, haciendo del  topónimo su apellido, quien a partir de 1870  se encargaría de la empresa hasta situarla entre las principales productoras de carbón de la región asturiana, estableciendo relaciones personales y empresariales  con otros burgueses y capitalistas de la región, hasta quedar convertido en una de las figuras centrales de la vida social e incluso política del Principado.

Desde un principio, el objetivo de los Figaredo fue hacerse con un mayor número de concesiones mineras hasta alcanzar un enorme cuadrilátero de 350 hectáreas, a la vez que se iniciaba todo un proceso de mecanización de las explotaciones que culminarían con la instalación de un lavadero mecánico de carbones y una batería de hornos de cok, estableciendo a partir de 1871 un primer sistema de transporte fundamental, el llamado “tranvía de Coto Paz”, para conducir la producción  hasta el cargadero del Ferrocarril del Norte.

Mineros de Figaredo en el Coto Paz, en el concejo de Mieres, el año 1950

Entre 1890 y 1918, un período que se puede entender como de consolidación y expansión de las compañías hulleras del valle, en paralelo al proceso de la Sociedad Anónima Hulleras de Turón, íntimamente ligada al capital y desarrollo vascuence, los Figaredo también experimentarán un crecimiento al quedar vinculado, a nivel familiar, con otras firmas del sector minero como la Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara, Minas de Riosa y otras. Inocencio Fernández Martínez, que sería diputado y senador en las Cortes Generales españolas , se casó  con Dominica HERRERO, de cuyo matrimonio nacería Vicente FIGAREDO HERRERO, que sería quien pasaría a gestionar  no sólo la empresa fundada por su abuelo – ahora bajo el nombre de Viuda e Hijos de Inocencio Fernández – sino también, Hulleras de Riosa, la Sociedad Industrial Asturiana, Hulleras del Rosellón y Santo Firme, casándose con Ángeles SELA Y SELA para fundar más tarde el Banco de Oviedo y el Gijonés de Crédito, hasta su fallecimiento en 1929, inaugurándose con su capilla ardiente el chalet familiar, no sin que antes, allá por el año 1890, como consecuencia de una importante huelga que paralizó toda la cuenca minera, los mineros dinamitaran la residencia del “amu la mina”

Castilletes de los pozos San Vicente y San Inocencio de Figaredo en el Valle de Turón, perteneciente al concejo de Mieres.

Así llegamos a la fecha del 31 de marzo de 1932, cuando quedaría constituida la empresa Minas de Figaredo S.A., todavía con las explotaciones mineras mediante pisos en ladera dentro de un sistema de minería de montaña, en lo que hoy es la plaza minera del pozo Figaredo, hasta que a partir de 1950, estando ya Ismael Figaredo al frente de la Sociedad, se procedía a la profundización de dos pozos – San Vicente y San Inocencio -,  que multiplican casi por diez la plantilla y la producción.  

Posteriormente, tras la profundización del pozo San Vicente, las dos bocaminas se comunicaron entre sí, en torno a la caña del pozo, generando una subplanta que permitía desembarcar los vagones en el nivel topográficamente inferior al de calle y realizar con holgura la circulación de los vagones sin comprometer la competencia de la plaza principal situada en torno al castillete, de tal manera que, una vez que entraron en funcionamiento los dos pozos verticales, con la sustitución del antiguo castillete de San Vicente por una torre de extracción de 40 metros de altura y una profundidad de 500 metros, las labores de selección y cargado del carbón cambiaron de localización, quedando ambas bocaminas como proveedoras de ventilación al pozo vertical. 

Pozo San Vicente de Figaredo para la extracción del carbón.

El castillete San Inocencio de 31 metros de altura, con once plantas y una profundidad de 250 metros data de 1957, fue construido por la planta siderúrgica de Fábrica de Moreda en Gijón, siendo colocado el 17 de agosto de 1957, para comenzar la producción el 14 de julio de 1958. 

Como en todas las empresas mineras de la época, el principal problema que tenían en sus explotaciones era el transporte del mineral a los centros de consumo, de tal manera que el carbón de los Figaredo era transportado en carros de bueyes que realizaban épicos viajes hasta su principal cliente en Trubia, donde se encontraba la Fábrica de Armas, aunque no tardarían mucho los Figaredo en construir  un cargadero en la estación de Santullano en el que los carros  vertían su carga en vagones, acortando así los tiempos de viaje del mineral, hasta que decidieron la construcción de una tranvía entre sus explotaciones y Santullano de Mieres, que comenzaría a funcionar en 1882.

Ferrocarril minero de Minas de Figaredo

El tranvía discurría por la margen izquierda del río Turón y atravesaba la zona del palacio de Figaredo con un túnel de corta longitud, para continuar descendiendo hasta llegar a la cota de la carretera en Santullano donde, tras cruzar el puente allí existente sobre el río Caudal, alcanzar la estación del Norte. En total, apenas tres kilómetros de vía de 600 milímetros de ancho, que se convertiría en el más utilizado en las minas asturianas, aunque el ferrocarril tendría una vida efímera, pues la apertura de la línea Reicastro – La Cuadriella brindó la oportunidad de disponer de una salida de carbones adecuada, siendo desmantelado el tendido en los finales del siglo XIX y las máquinas vendidas a Hulleras del Turón, donde terminarían llevando los números 5 y 6, para ser utilizadas en maniobras y trenes de obra. 

 

Cuarteles y Colominas para viviendas obreras de mineros de Figaredo y otras empresas del Valle de Turón…

La profundización de los pozos de extracción abrió nuevas y más rentables posibilidades en el aprovechamiento de las capas de carbón ya que a cotas inferiores éstas tenían mayor potencia y porque la explotación vertical permitía un desarrollo longitudinal de las infraestructuras subterráneas que posibilitaba cortar las capas en muchos más puntos, horizontal y verticalmente, pero no todas las empresas mineras podían asumir las fuertes inversiones que se requerían, de tal manera que aquel acelerado paso de la minería de montaña a la de pozo supuso el declive de las explotaciones de ladera y la progresiva concentración de la estructura empresarial del carbón en manos de unas pocas empresas con capacidad suficiente para afrontar el nuevo escenario que se presentaba.   

Muy cerca de los cuarteles para los mineros el palacio de Figaredo donde vivía el “amu” de las minas.

Aquella concentración de explotaciones mineras trajo también la concentración de la mano de obra, y las empresas, entre ellas los Figaredo, comenzaron a crear los típicos cuarteles de vivienda obrera para la instalación de sus trabajadores como un elemento más de control de la fuerza de trabajo, alcanzado su máximo apogeo después de la primera Guerra Mundial y todos ellos de unas características parecidas, buscando intencionadamente los núcleos aislados geográficamente y cercanos al puesto de trabajo – también muy cercanos al puesto de la Guardia Civil – para que el paternalismo del propietario – empresario lograra crear una ideología y establecer un control doctrinal, todo enmascarado bajo el nombre de filantropía. 

Movilización convocada en Mieres por la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. y CC.OO. exigiendo la integración de Minas de Figaredo en el I.N.I. (ASTURIAS DIARIO, 6 de abril de 1979)

Así llegamos al año 1978, cuando Minas de Figaredo se precipitó en una profunda crisis ocasionada principalmente por la falta de inversiones durante los periodos de grandes beneficios para la empresa, y tuvimos que librar un largo y durísimo conflicto en el que me tocó participar en primera persona, como secretario general de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T., desarrollando unitariamente todas las acciones con los compañeros de CC.OO., dándose todo tipo de movilizaciones en Asturias y Madrid que, incluso llevaron a mi detención en los calabozos de la Dirección General de Seguridad por cortar durante tres horas el Paseo de la Castellana en Madrid, el día 11 de marzo de 1979, después de que la empresa presentara un expediente de regulación de empleo en diciembre de 1978 para sus 1.650 trabajadores y ser abandonados por el SOMA-UGT en sus reivindicaciones para salvar la mina, teniendo que hacernos cargo desde la FEM-UGT, hasta lograr su integración en el Instituto Nacional de Industria el año 1980, aunque posteriormente el Pozo Figaredo sería integrado como un pozo más de HUNOSA, hasta que fue cerrado definitivamente el 27 de junio de 2007, en una vergonzosa connivencia de aquellos que seguían la consigna de aquel que decía que “había que pasar por encima de su cadáver antes de cerrar un solo pozo en HUNOSA”, poniendo fin a dos siglos de minería en el valle de Turón.  

En efecto, el cierre de HUNOSA no ha sido más que la  consecuencia del proceso iniciado por el “entramado mafioso” de Miguel Cuenca Valdivia (I.N.I.) y José Ángel Fernández Villa (SOMA-PSOE) sobre Hunosa-Figaredo para proceder a la muerte de Pozo Figaredo, en línea con la crónica de la muerte de la minería anunciada por el presidente del gobierno del PSOE, Felipe González, el 16 de febrero de 1983.  

Mecanización de las capas de carbón en Minas de Figaredo.

En este contexto, la fusión de presidencia de Hunosa y Figaredo en manos de un nefasto e ignorante Eduardo Abellán, sacado de las cloacas del INI para llevar a cabo operaciones de este calibre, sin escrúpulos de ningún tipo, no suponía sino contaminar los costes de Figaredo y hacer un “desastre” común, todo él sometido a la crítica de la Unión Europea y a la exigencias de ésta. Se trataba, en definitiva, de dejar claro de que toda la minería pública asturiana estaba en el mismo rasero, es decir, que no pudiera haber un solo ejemplo que contradijera la verdad oficial de la inviabilidad de la minería asturiana. Esa era la estrategia diseñada por Cuenca, desde el I.N.I. y Villa, desde el PSOE-SOMA para luego decir: ¡ahí tenéis a la derecha!, y de paso poder ejercer de auténtico sindicalista y achacar lo que ha hecho la política de derechas del PSOE a la derecha política, el PP. En efecto, Minas de Figaredo era un estorbo porque significaba la demostración palpable y real de que con el mismo yacimiento de Hunosa se obtenían menores costes a la vez que se disponía de una posición económica y gerencial razonablemente buena, lo suficiente para justificar ante la U.E. su continuación, y ello suponía para los “gestores” del I.N.I. y de HUNOSA, una acusación diaria de su total ineficacia y de que pudiendo lograr una situación más que aceptable para la minería de la cuenca central, sin embargo se había optado por seguir degradando esta actividad para hacer irreversible su cierre y culpar del mismo a Bruselas, y ello, requería eliminar el “testigo” acusador del crimen.   La realidad era que, con los datos y cifras en la mano, Figaredo obtenía en las mismas capas que explotaba Hunosa, un carbón con un coste por tonelada extraída muy inferior al producido en Hunosa, pero los planes de Hunosa, realizados con tanta parafernalia y tantos salarios perdidos innecesariamente por los propios trabajadores cuando eran llamados a huelgas perfectamente pactadas por las direcciones somáticas y hunosinas en la 6ª planta del “pozo Moqueta” de Oviedo, establecían que no habría mejoras de costes por tonelada y, en consecuencia, los gastos para obtener una tonelada de carbón seguirían aumentando en la empresa de las pérdidas socializadas y las ganancias privatizadas. En Figaredo, en cambio, desde el año 1988 se venía operando un proceso paulatino de reducción de costes, concentrando el esfuerzo inversor – salvo las conocidas estafas puntuales cometidas por uno de sus ingenieros directores (Misael García Villa), “primo del otro” – con planes para culminar la mecanización integral de la mina que estaban conduciendo a una elevación de la productividad  desde los 2.200 kilos por jornal hasta los 3.500 en abril de 1995, cuando Hunosa estaba en 1.090 y su objetivo era alcanzar los 1.400 al final del plan. 

Felipe González, Marugán y Villa preparando el cierre de Hunosa. Llegar al gobierno el PSOE con el mamporrero del capitalismo internacional, Felipe González, como presidente para anunciar la muerte de la minería del carbón y sus comarcas mineras fue cuestión de meses.

Una vez más quedaba claro que la forma elegida para eliminar Figaredo como punto de referencia para justificar el mantenimiento de la minería en la cuenca central asturiana en unos costes y dimensiones razonables y aceptables para el ciudadano, el contribuyente y la propia U.E. consistió en, contrariamente a lo que se venía predicando desde Madrid, quitar a los asturianos cualquier capacidad de decisión en el proceso. Así, mientras seguían diciendo desde la Administración Central que los asturianos debían de responsabilizarse de sus actos y de su propio futuro, en cambio, eliminaban a los profesionales asturianos de la minería para sustituirlos por auténticos trileros desconocedores del sector, sin vinculaciones con la región ni compromiso alguno con su futuro, y por lo tanto, sin remordimiento posible por las consecuencias que queden para Asturias por su gestión.  

Eduardo Abellán y José Angel Fernández Villa, dos sicarios de la oligarquía financiera encargados de dar muerte a la minería del carbón y sus comarcas mineras.

Pero la dimensión real de las consecuencias que el proceso de fusión de las dos presidencias en la persona de un trilero, como era Eduardo Abellán, no comprometido con el futuro de la región asturiana quedaba advertidos en su totalidad al tener en consideración otros factores, además de los referidos a los costes, gestión y rendimientos, es decir elementos adicionales a la actividad puramente extractiva de carbón, porque el futuro de Minas de Figaredo, presidida por el ingeniero allerano, Adolfo Castañon, estaba articulado sobre otrow ejes o factores: en la parte extractiva, con la colocación de la nueva automarchante y la consiguiente mecanización integral, con una mejora en los rendimientos y la consiguiente reducción de costes, y en el plano de otras actividades o de la denominada diversificación, con otra de las acciones preferentes, trabajadas durante los últimos años: la investigación en la licuefacción del carbón, en la que Minas de Figaredo, junto con el EPRI  de Estados Unidos y el Instituto Plank de Alemania, está a la vanguardia mundial, ya con éxitos importantes a escala de laboratorio y un horizonte ya no muy lejano de aplicación a escala industrial.  

El primero en patentar la licuefacción directa del carbón fue el alemán Bergius en 1913. Este proceso pionero,  fue industrializado en los años 1920 en Alemania y en los años 1930 en el Reino Unido. Durante la Segunda Guerra Mundial experimentó un gran auge, llegando en 1944 a ser responsable,  de la mayor parte del suministro de combustible a las fuerzas armadas alemanas.

Este proyecto hubiese permitido la extracción barata, como combustible líquido, de la hulla de Asturias, con un coste inferior a cualquier otro país europeo, dado que lo que ahora es la dificultad principal del yacimiento asturiano – la verticalidad de sus capas – se transformaría en la principal ventaja, al caer el producto licuado por gravedad, sin coste alguno y sin pérdida de material en el proceso. Un proyecto al que todavía se le puede aplicar el dicho aquel de que “nunca es tarde si la dicha es buena”.  

Mientras tanto, los jubilados de las prejubilaciones mineras seguirán mirando desde las ventanas de sus viviendas cuartelarias para la vagoneta minera colocada como recuerdo ornamental de que allí estaba antes “la gran trinchera”, “el terraplén” sobre el que pasaba el tren minero que cargaba con el carbón de las minas de Turón en aquella otra vida de Figaredo, antes de que la mina fuera cerrada en el año de 2007, y como no, viendo como sus hijos y nietos se tienen que marchar de la tierra que les vio nacer hacia otros lugares, sin saber exactamente hacia dónde.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

MINAS DE TEXEU, UNAS MINAS PREHISTÓRICAS EN ASTURIAS.

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Boca romana de las minas de cobre de Texeu, pertenecientes al concejo de Riosa.

¡¡¡ Y vaya si vamos a hablar de la historia de Asturias, aunque nunca haya estado considerada como una de las comunidades autonómicas históricas de España!!!

En efecto, estas minas situadas en la vertiente  suroriental de la Sierra del Aramo, en un paraje conocido como “Texeu”, perteneciente al concejo de Riosa, vienen explotándose desde tiempos prehistóricos, tal como atestiguan los hallazgos de restos humanos y utensilios allí realizados, después de ser descubiertas en 1888 por el ingeniero belga Alejandro Van Straalen y Urlinos (1835-1920), que trabajaba en las minas de mercurio de Soterraña al servicio de Fábrica de Mieres,  cuando recorría ese sector de la sierra encontrándose labores prehistóricas para la extracción de cobre en las que las últimas investigaciones realizadas en 2010 por los arqueólogos, Blas Cortina y Suárez Fernández, cifran una edad de los restos de unos 1500 años A.C.

Interior de la mina de Texeu en los montes del Aramo, perteneciente al concejo de Riosa.

La actividad minera tras la fecha citada tiene dos periodos perfectamente delimitados y explotados por dos empresas distintas: uno que abarca desde 1897 hasta finales de la Primera Guerra Mundial, explotado por la empresa inglesa “The Aramo Copper Mines Ltd.” y otro desde 1947 hasta 1960 por la “Sociedad Minero Metalúrgica Asturiana S.L.” , haciendo de esta mina de cobre  la más importante en volumen e instalaciones de la región asturiana dejando tras de sí, 2000 metros de galerías, una planta de tratamiento del mineral y un poblado minero ubicados a pie de mina.

Tal y como se puede leer en un artículo de la Revista Minera Metalúrgica y de Ingeniería (número 1463) firmado por el ingeniero belga Alphonse Dory y de Villers, publicado el 1 de noviembre de 1893: “andaba el Sr. Van Straalen buscando con varios amigos una oquedad de la caliza que había sospechado fuese producida por la mano del hombre, y desesperaba ya de encontrarla, cuando se fijó de pronto en que las hojas de un árbol corpulento se agitaban extraordinariamente a pesar de la calma absoluta que reinaba en la atmósfera, y acercándose para descubrir la causa de tal rareza, vio que al pie del árbol existía una chimenea por donde salía violentamente una columna de aire fresco. Reconocida la chimenea se encontraron las primeras labores antiguas, y tras varias prospecciones se encontraron restos de antiguas culturas que se dedicaron a la explotación de estas minas. Dieciséis esqueletos humanos, piezas pertenecientes a otros 14 esqueletos y también instrumentos de trabajo elaborados con piedras y huesos de animales fueron los hallazgos más importantes. Estos antiguos mineros, pertenecientes a los pobladores autóctonos de Asturias, explotaban las minas con tres fines fundamentales: el adorno personal, el culto y también la metalurgia. Con este fin excavaron galerías de 150 metros de longitud de las que extrajeron 15.000 metros cúbicos de material.”

Poblado minero de Rioseco, perteneciente al concejo de Riosa.

Tras el descubrimiento, sería el mismo ingeniero Van Straalen quien crearía, junto con Ernesto Guilhou como presidente, Aquilino Cárcaba como secretario, y el ingeniero Jerónimo Ibrán con el cura párroco de Pola de Lena, Casimiro González de Lena como consejeros, la sociedad “Minas del Aramo”, hasta que en el año 1897 fue creada la compañía inglesa “The Aramo Cooper Mines Ltd.”, que sería quien comenzaría  a construir el poblado minero.

Así se llega al año 1919 cuando quedaría interrumpida la actividad de la empresa debido, no solo por la fluctuación del precio del cobre sino por razones ideológicas ya que, al finalizar la Primera Guerra Mundial quedaría establecida una lista negra con los proveedores de Alemania, figurando entre ellos el principal accionista de las Minas del Aramo que, además, era primo del Kaiser, de tal manera que la explotación fue clausurada. No obstante, la situación se mantuvo hasta 1924, pero con la entrada del gobierno de la dictadura primorriverista, se produce el resurgimiento de las explotaciones de cobre, como consecuencia de la política proteccionista que dio lugar a la reanudación de la actividad  en las Minas de Texeu, y sobre todo del cobalto, que era  exportado  en su inmensa mayoría al país vecino de Francia a través de la Empresa del Sur.

Antón y Manuel en el Socavón de la mina “Texeu” en los montes del Aramo.

Con la instauración de la República la explotación quedaría nuevamente paralizada, aunque realizándose el mantenimiento imprescindible durante el periodo comprendido entre los año 1931 y 1936 y ya, en la última etapa desde 1947 y 1960, siendo la empresa Minero Metalúrgica Asturiana S.L. la titular del yacimiento, éste volvería a resurgir alcanzando máximos históricos de producción hasta el año 1960, en el que serían cerradas y abandonadas definitivamente sus   instalaciones debido, entre otras cuestiones, a la bajada de precios en el mercado mundial de los minerales y a la apertura de minas en otros países, como Chile o Perú, donde la explotación en sus grandes minas resultaban mucho más rentable. 

Ruta desde el pueblo riosano de Llamo hasta las minas prehistóricas de Texeu

Refiriéndome al poblado minero de Rioseco, situado a setecientos metros de altitud sobre el pueblo riosano de Llamo, en la vertiente oriental de la Sierra del Aramo, el mismo ocupa una superficie de unos mil metros cuadrados y conforma un conjunto arqueológico industrial formado por cinco edificios: Uno destinado a servicios de oficinas, economato y cantina para los obreros; tres  edificios más destinados a viviendas de los mineros; un edificio auxiliar destinado, primero  a las cuadras y más tarde a viviendas obreras, destacando sobre todos ellos la casa del ingeniero o de Dirección  – “La Casona” -, residencia también de los técnicos, con unas dimensiones mucho mayores al resto de edificios, siendo una de las características en su construcción el ladrillo macizo de color rojo, utilizado en puertas, ventanas y esquinales, que sería fabricado en las inmediaciones del poblado. 

Desde un principio, el sistema de transporte se hacía mediante planos inclinados y más tarde a través de un cable aéreo, pero resultaba bastante costoso y de muy difícil mantenimiento, por lo que la empresa METASTUR,  iniciaría la construcción de un transversal de casi un kilómetro en las inmediaciones del  lavadero y las plantas de tratamiento del mineral, en la zona conocida por “El Socavón de Rioseco”, en Texeu, para, de esta forma, mediante pozos verticales bajar el mineral por el principio de gravedad hasta el lugar donde estaban las instalaciones para el tratamiento del mineral. 

Plano de labores de las minas de Texeu señalando los lugares donde aparecieron los 16 esqueletos humanos (Revista Minera Metalúrgica, 1893).

Pero, volviendo a los tiempos prehistóricos de la mina, cabe destacar en estas minas de Texeu lo que parece ser fue el primer accidente minero en España y posiblemente del mundo, debido a un desprendimiento de arcillas mineralizadas  que dejó incomunicados a 16 de aquellos mineros, localizados en las labores del siglo XIX por el ingeniero belga, Van Straalen, en un lugar que él mismo llegó a denominar como “galería de los esqueletos”. 

Aunque las evidencias a favor de que haya sido un accidente minero, el importante hallazgo no es considerado como tal, según interpretaciones académicas de la arqueología y, desde luego, en absoluto seré yo quien pretenda polemizar estas interpretaciones, por el contrario admito y respeto las teorías sobre los enterramientos rituales de cualquiera de las civilizaciones, pero en ningún momento debemos de ignorar que no estamos hablando de unas cuevas, sino de minas en la máxima expresión de la palabra y, por lo tanto, siempre de acuerdo con las explicaciones del propio ingeniero Alphonse Dory, todo parece indicar de que, efectivamente se tratase de un accidente minero: “Los cuatro primeros esqueletos fueron hallados en una galería (…) dos de ellos estaban cogidos por un hundimiento en el que encontraron la muerte, pues uno conservaba el martillo junto a su mano; los otros dos estaban sentados con las piernas juntas y las rodillas a la altura de la barba, teniendo también uno de ellos su martillo cerca de la mano (…) Los demás esqueletos, más o menos completos, se han descubierto abandonados en las diferentes galerías de la mina”. 

Chimenea de mina Texeu en el poblado riosano de Rioseco (Wikipedia)

Más recientemente, durante la celebración del Congreso Internacional sobre Patrimonio Geológico y Minero, celebrado en la localidad portuguesa de Beja en el mes de octubre de 2001, el geólogo e historiador minero asturiano, Pedro Fandós Rodríguez, desarrolló su ponencia bajo el título de “Un pueblo muerto y los primeros mineros muertos en España”, refiriéndose a las Minas de Texeu para afirmar de que todos los testimonios de quienes descubrieron restos humanos en las minas del Aramo “no dudaban en considerar que aquellos hombres habían muerto trabajando”. En efecto, son muchos los argumentos que se pueden aducir a favor de la teoría sobre la catástrofe minera ocurrida en Texeu, desde el propio reconocimiento de los descubridores de que aquellos hombres murieron trabajando, hasta las del mismísimo facultativo de la última explotación que hubo en las minas, Ángel Vázquez Díaz, quien conservaba en su casa un cráneo recuperado de la mina donde se puede evidenciar un fuerte golpe con fractura en el temporal, pasando por las opiniones del antropólogo Federico Olóriz, en el sentido de que todos ellos eran jóvenes y varones, de entre veinte y treinta y cinco años, altura de 1,65 metros y complexión delgada, lo que facilitaba  su paso por las estrechas galerías, sin olvidar, claro está, la evidencia de que los restos encontrados junto con sus herramientas y sin ningún tipo de ajuar funerario, salvo que las llevaran para las labores del más allá.  

Entrada al Poblado Minero de Rioseco, perteneciente al concejo de Riosa.

El mero hecho de haber encontrado restos humanos agarrados a sus útiles de trabajo, nos lleva a cuestionar qué tipo de enterramientos eran aquellos donde se abandonaban las herramientas que tanto trabajo costaba conseguir, teniendo en cuenta que las astas de ciervo endurecidas mediante un temple desconocido y los bolos de cuarcita entallados eran herramientas que llevaba mucho tiempo el fabricarlas como para dejarlas enterradas en la mina. Además, tal y como nos narra el propio Pedro Fandós en su entrevista mantenida con el facultativo Ángel  Vázquez en su domicilio de Pola de Lena, allá por el año 2003, cuando a la pregunta de “¿Qué le parecía que aquellos restos correspondieran a enterramientos rituales?” éste le contestó que “¿Quién iba a subir allá arriba a los muertos?”. 

Todo ello, nos hace pensar que aquellos 16 mineros prehistóricos se pueden considerar como víctimas del primer accidente minero datado en la Península Ibérica, quizá en el mundo, y por lo tanto, las minas de Texeu en los montes del Aramo la tumba de la primera catástrofe minera datada en el mundo, pero sin descartar en absoluto el uso funerario intencionado que aparece en algunas zonas de la explotación minera, cuando dos de los esqueletos completos recuperados se encontraron sentados con las rodillas flexionadas y las herramientas que les habían acompañado, posiblemente , durante la mayor parte de su vida, en sus manos, lo que también nos pudiera evidenciar un nuevo tipo de enterramiento dentro del neolítico dedicado en exclusividad a los mineros.   

En cualquiera de los casos, haya sido por accidente o por enterramientos rituales, la aparición de restos humanos y las bóvedas abiertas por los mineros para buscar cobre en los montes del Aramo, siempre según las investigaciones realizadas por los expertos en arqueología e ingenieros de minas, parecen evidenciar que podamos estar hablando de unas minas de 4.000 años, lo que unido a las investigaciones que se siguen realizando no sólo permita ahondar en nuestras raíces sino seguir  enriqueciendo y precisando lo ya establecido, a la vez  que abriendo amplias y variadas perspectivas al proceso minero, a su amplitud física y extensión cronológica, a las técnicas laborales y medios instrumentales, y como no a la posibilidad de vislumbrar algunas creencias de los mineros basadas en la presencia de esqueletos humanos en las galerías prehistóricas. 

El poblado minero de Rioseco abandonado durante décadas…

En la actualidad, el poblado de las prehistóricas minas de Texeu, después de haber sido sometido a un total abandono durante décadas, donde sus construcciones estaban todas ellas cubiertas por la maleza, descuidadas y sin techo, tal y como pudimos ver en nuestra primera visita, allá por el año 1978, el mismo va cogiendo forma hasta el punto de cambiar de una manera bastante apreciable, aunque todavía en la mitad del camino restaurador debido, fundamentalmente, a la falta de los tan manoseados como despilfarrados fondos mineros – ¡¡¡ cuánto dinero de los  fondos mineros habría para finaliar estos y otros proyectos si no se hubieran perdido en los bolsillos de cuatro sinvergüenzas chorizos durante su trayecto desde Madrid hasta Asturias !!! 

Mirador en el poblado minero de Rioseco, perteneciente al concejo de Riosa, inaugurado el 14 de setiembre de 2015 (La Nueva España)

Desde un principio, la idea era crear un complejo turístico como revulsivo para la economía del municipio riosano, agravada desde el cierre del pozo Monsacro, con la instalación de apartamentos rurales y un albergue en uno de los inmuebles restaurados con capacidad para unas treinta personas, todo ello con el objetivo de convertir el terreno en un reclamo a escala regional y nacional con visitas guiadas, centro de interpretación y museo al tratarse de las minas más antiguas de Europa.  

Más recientemente, con fecha 14 de setiembre de 2015, se procedía a la inauguración del mirador de las minas de Texeu,  el nuevo espacio visitable desde el que se podrá observar el antiguo poblado minero y el valle de Llamo, así como la bocamina que ha sido restaurada, pudiendo ser visitadas sin necesidad de solicitar la visita. Es decir, una vez en el pueblo riosano de Llamo, los visitantes podrán acceder al poblado minero de Rioseco y minas prehistóricas de Texeu, después de un recorrido de media hora aproximadamente, caminando mientras se disfruta de unas preciosas vistas. Ya, en un futuro, parece ser que se pretende explotar otra ruta a pie, unificando el Angliru con este entorno.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


SAN JULIAN Y CONFIADA EN EL VALLE DE LAS FUENTESCALIENTES

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Castillete de mampostería y ladrillo del pozo San Julián de Box, perteneciente al concejo de Oviedo (Asociación Cultural Amigos de Veguín).

La historia de la minería en este pequeño valle, perteneciente al antiguo concejo de Tudela – en 1857 quedaría anexionado al de Oviedo -, se remonta a la fecha del viernes 29 de noviembre de 1793, tal y como ha dejado escrito Jovellanos en sus “Diarios” comentando la visita realizada al horno de cok de San Julián de Tudela y las minas de sus alrededores. Sin embargo, habrá que esperar hasta el 17 de septiembre de 1844 cuando, después de confirmar que en la zona existían minas de carbón, sería creada en Londres la “Asturian Minning Company”, también conocida como Anglo-Asturiana, con un capital social de 5 millones de francos, aportado por capitalistas y financieros británicos, franceses y españoles, para la explotación del coto minero de Tudela en el valle de las Fuentescalientes o Valporquero, bajo la dirección de los británicos John Joseph Kelly, vicecónsul del Reino Unido en Asturias y Santander, y el ingeniero John Mauby, aunque sería la “Compañía General Minera”, con capital francés y domicilio en París, la que actuaría como auténtica promotora de las minas, destinando a ellas importantes inversiones para dotar de infraestructuras la zona, algunas de las cuales todavía se conservan, aunque en un estado ruinoso de total abandono.

Chimenea del hogar de ventilación del pozo San Julián de Box donde queda perfectamente escrita la fecha de 1903.

En el año 1850, el Duque de Riánsares se haría con la explotación minera para integrarla en 1861 con la “Cie Miníère et Metallurgique des Asturies” del hugonote Numa Guilhou, y en  1902 quedaría constituida la “Compañía General Minera” que, tal y como ha quedado dicho, sería quien llevaría a cabo la profundización del pozo vertical de San Julián de Box en el año 1903, de acuerdo con la fecha que nos indica la chimenea del hogar de ventilación como prueba inequívoca de su nacimiento, construido con castillete de mampostería y ladrillo, quedando en la historia minera como uno de los pozos verticales más antiguos de la cuenca central asturiana, después del de Arnao en Castrillón y el de La Peña en Mieres, incluso anterior a los del Fondón en Langreo y Nespral en L’Entregu, aunque posterior al desaparecido pozo Paulina, en Pumarabule de Siero.  

Así llegamos al año 1910 cuando el pozo sería adquirido por el empresario minero Eugenio Quintana, que constituiría en 1914 la empresa “Hulleras de Veguín”, aunque al poco tiempo, en 1918, pasaría a denominarse “Hulleras de Veguín y Olloniego S.A.”, ya de la mano de la familia Masaveu. Previamente, en el año 1898, había nacido la  “Sociedad Anónima Tudela Veguín” por iniciativa del catalán Elías Masaveu Rivell quien, con motivo de las obras que se iban a llevar a cabo en el Puerto de El Musel, en Gijón, decidió constituir con un capital de 1.000.000 de pesetas aquella empresa que estaría llamada a ser una de las principales cementeras de España. Para ello sus fundadores habían elegido el lugar idóneo que reunía las mejores condiciones para la fabricación de sus cementos: caliza de la Peña del Gallo, arcilla en el Barrero, combustible en los carbones de Box y, por último, un fácil transporte gracias a la inmediatez del ferrocarril del Norte.  

Restos del castillete del Pozo San Julián de Box, en el concejo de Oviedo, el año 2000

En 1962, la empresa cementera de los Masaveu, con todas sus necesidades energéticas cubiertas desde la cercana central de Lada, traspasaría las concesiones hulleras a la nueva compañía “Hulleras de San Julián de Box”, aunque las explotaciones bajo esta nueva razón social duraría tan sólo cuatro años, hasta que el yacimiento volvería a tener cierta actividad, más o menos “chamicera”, principalmente de la mano de “Carbones Tudela Veguín S.A.”, también llamada Mina Confiada Tercera o Mina El Cestu, un pozo plano abierto sobre la ladera  izquierda, a unos 300 metros aguas abajo del viejo castillete de Box, hasta que un maldito 4 de setiembre de 1985 ocurrió un dramático accidente que significaría el principio del fin de la minería en este coto minero de la parroquia ovetense de Box. 

Bocamina de la Mina Confiada Tercera “Mina El Cestu” en la parroquia ovetense de Box.

La  “Sociedad Carbones de Tudela de Veguín” llevaba explotándose desde mediados de la década de los sesenta por tres socios: Secundino Zapico González, Francisco de Borja Lombardía y la viuda de Anastasio López Izquierdo, siendo el director facultativo de la misma, el capataz del pozo Candín de Hunosa, José García Iglesias, con una plantilla de 36 trabajadores que alcanzaba una  producción anual de 11.500 toneladas de carbón, cuyo destino era la térmica de Lada. 

La explotación de la mina se realizaba sobre la 1ª Generala –esta capa explotada en toda esta zona no tiene nada con la famosa capa de igual nombre en el resto de la cuenca central – con unos 75º de pendiente y 60 metros verticales entre plantas, siendo los hastiales de arenisca al muro y de pizarra floja, muy poco consistente al techo, con una potencia que varíaba entre los 1,50 y los 6 metros, de tal manera que, cuando pasaba de la potencia de 2,50, como era el caso que nos ocupa, se dejaba carbón al techo, deshullándose solamente los mencionados 2,50 metros, realizándose el arranque en el relevo de por la mañana, donde trabajaban 5 picadores y seis ramperos, además del vigilante, un posteador, los barrenistas y el personal del transporte en la galería de base. El segundo relevo, con tres trabajadores, tenía la misión de rellenar la rampla o taller, basculando el escombro desde el nivel. 

Croquis del accidente minero en La Mina Confiada Tercera “Mina El Cestu” en la parroquia ovetense de Box, el 4 de setiembre de 1985.

Aquella mañana del 4 de setiembre de 1985, cuando el relevo se encontraba dando tira a la madera para comenzar a picar y postear la serie, se produjo un estrepitoso estruendo acompañado del hundimiento del carbón que dejaban sin arrancar en el techo, arrastrando toda la madera de la entibación produciendo el posterior derrabe, afectando a las series 8ª, 9ª, 10ª y 11ª, e incluso el nivel de 4ª planta – el avance se realizaba por el método de testeros, disponiendo de 11 series con niveladuras horizontales -, dejando sepultados a cuatro mineros, cuyos cuerpos sin vida serían rescatados después de un difícil y peligroso rescate, cuyo último cuerpo sería el del joven “rapaz” de L’Entregu, Juan Antonio Rodríguez Jamart, que sería sacado al exterior a las tres de la tarde del día 16 de setiembre, esto es a los trece días de producida la tragedia minera. 

Croquis sobre las labores de rescate en el accidente minero de la Mina Confiada Tercera “Mina del Cestu”, el 4 de setiembre de 1985.

A pesar de que la Jefatura de Minas, después de supervisar la zona afectada, imponía a la dirección de la empresa unas prescripciones para que en lo sucesivo ”el vigilante del taller exigiera y comprobara diariamente la correcta colocación del posteo realizado en el día, enrachonando con bastones o tabla la totalidad de la superficie descubierta, entre jugadas, del carbón que se dejaba en el techo, y se cuidara que los tableros se instalaren sobre jugadas segur y, en su caso, bien reforzadas”, sin embargo, en su informe final, concluía considerando el accidente como casual debido a la mala condición existente en el taller al quedar al aire la vena de carbón superior, aunque pensando, presuntamente, se haya producido “al fallar alguna mamposta o jugada deficientemente colocada en una de las que apoyaba un tablero en la serie novena, o algunos de los bastones o tablas de la enrachonada del techo , que al quedar las mampostas en el aire y caer originaron el derrabe del carbón al techo de esa zona, arrastrando consigo la caída de otras mampostas y seguidamente el movimiento de la parte superior del taller, sepultando al personal que no le dio tiempo ponerse a salvo”. 

Restos del castillete del pozo minero de San Julián de Box, perteneciente al concejo de Oviedo

Es decir, una vez más se imponía el típico cinismo por parte de la Jefatura de Minas a la hora de librar a la dirección patronal de sus responsabilidades por falta de las medidas de seguridad en los accidentes, y una vez más se trataba de echar la culpa a los propios trabajadores fallecidos, no en vano “algunos” de estos ingenieros Actuarios de la Jefatura de Minas eran vistos muy a menudo  en la misma mesa del restaurante La Gruta de Oviedo, invitados por el patrón de la mina Secundino Zapico, sin olvidar que su sobrino, Víctor Zapico Zapico, ocupaba altos cargos en el gobierno autonómico de Asturias desde mayo de 1982, en las Consejerías de Transportes, y la de Industria, pasando por la mismísima Dirección Regional de Minas.  

Mineros de Veguín, el año 1919 (Asociación Cultural Amigos de Veguin)

Por fin, desde el 28 de abril de 2016, la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno del Principado de Asturias incluía las deterioradas instalaciones mineras de Tudela de Veguín en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. Un paso, aunque tardío, que consideramos importante en la protección de nuestro patrimonio industrial vinculado al carbón que no nos puede más que producir una enorme satisfacción, al ver como estos restos de nuestro patrimonio industrial ubicados en el valle de Fuentescalientes queden protegidos en justa correspondencia a sus peculiaridades técnicas, su posición y su trascendencia a nivel regional.   

Pozo San Julián de Box

Según se explica en el anexo del Boletín Oficial del Principado de Asturias, “Descripción e historia de las instalaciones mineras de Tudela Veguín”, las primeras referencias históricas a la riqueza hullera de la zona se remontan al siglo XVIII. Su explotación se verá favorecida por la construcción, entre los años 1862 y 1865, de la carretera que une Oviedo y Tudela Veguín y el ramal ferroviario de Soto de Rey a Ciaño. 

Esta protección, como primer paso para alcanzar la declaración BIC, resulta muy positiva para cualquier elemento de patrimonio ya que supone el cuidado y la conservación del mismo, de cara a la pervivencia en el tiempo para que nuestra historia no sea borrada por la “piqueta” de unos insensatos e irresponsables funcionarios públicos, y en el Inventario de Patrimonio de Asturias  quedan incluidas varias piezas que formaban este conjunto como el castillete del pozo vertical que, tal y como ha quedado dicho, es uno de los más antiguos de nuestra región. El castillete es una singular obra de fábrica, abierta, de planta rectangular. Se trata de un castillete muy temprano y raro que combina mampostería pétrea con una fábrica mixta que los contemporáneos identificaban con modelos alemanes.  

Lavadero de carbón de San Julián de Box, en el concejo de Oviedo (Asociación Cultural Amigos de Veguín)

Otro de los elementos incluidos en dicho Inventario es la casa de máquinas que se encuentra pegada al castillete, la cual cobijó un motor que desde el inicio fue eléctrico y que en la actualidad se encuentra desaparecido, y también continúa en pie la nave inmediata al castillete y a la casa de máquinas, en la que se ubicaban, entre otros, la central eléctrica encargada de suministrar la energía para el transporte vertical. Se trata de una nave con una marcada disposición longitudinal que además contaba con su propia chimenea en la que se inscribe su fecha de construcción en 1903. 

Aunque esté prácticamente desaparecido en su tiempo funcionó un lavadero, construido en el año 1905, siendo además la primera instalación de tipo Baum en España, así como diversos diversos edificios promovidos por la Compañía General de Minas con el fin de albergar oficinas o alojamientos, algunos de ellos ya desaparecidos, como las viviendas de promoción empresarial situadas en el entorno de la plaza del pozo. 

Fábrica de Cementos de Tudela de Veguín con la cantera de la peña El Gallo que la abastece.

Mientras tanto, la parroquia ovetense de Box sigue perdiendo población desde sus 1.173 residentes de 2001 hasta los 750 actuales, repartidos  en 14 localidades, donde su población más grande, Tudela Veguín, ha pasado de los 962 a los 600 habitantes que tiene en la actualidad, donde sólo la vía del tren les mantiene separados de la fábrica de cementos de los Masaveu, que tiene el topónimo del pueblo impreso en sus cuatro depósitos de cemento, formando parte de una enorme instalación fabril visible desde todas partes, tan importante la planta cementera que sin parar de crecer y crecer desde su creación, allá por el año 1898, ha ocupado casi por completo la vega del Nalón, donde hasta el río la ha respetado, esquivándola por el lado más alejado del pueblo.  

Grupo de viviendas obreras “San Julián de Box” en la localidad ovetense de Tudela Veguín (La Nueva España).

En fin, traduciendo begin del inglés, en castellano significa empezar, y en el antiguo concejo de Tudela, Veguín es el principio. Veguín, “Veguín de allá” en la toponimia de hoy, al otro lado del río, sería el núcleo rural original, el único hasta que el trazado del ferrocarril levantó la estación en un punto equidistante entre Tudela y Veguín y con el fin de evitar discordias entre los habitantes de una y otra población, se inventó un topónimo unificado sobre la pared del apeadero, que poco después atrajo una fábrica de cemento, construyendo a su alrededor un pueblo. Más o menos, eso fue lo que pasó en aquellos años del siglo XIX, cuando en 1896 llegó el tren, y  en 1898 éste traería a la cementera, hasta dar juntos a la industria un papel preponderante como germen de lo que hoy está a la vista, certificando que la parroquia de Box se construyó con el cemento de la fábrica, abastecida energéticamente con los carbones procedentes de las minas situadas en el valle de las Fuentescalientes, desde que iniciara la explotación de sus yacimientos en 1844, y como no, con el esfuerzo y el sacrificio de sus mujeres y sus hombres, el mejor de los tesoros que sigue teniendo la parroquia y que tan magníficamente  representan desde la Asociación Cultural de los Amigos de Veguín y demás movimiento asociativo.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CARRIO, UN POZO MINERO EN LA PEQUEÑA RUSIA ASTURIANA.

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Pozo Carrio, perteneciente al concejo asturiano de Laviana.

Allí, en el arranque de concejo de Laviana por el Norte, en la intersección del río Tiraña con el del Nalón, nos encontramos con el poblado minero de Barredos “Primero de Mayo”, bautizado en su día con el sobrenombre de “la pequeña Rusia”, ganado a pulso en lo más crudo de la lucha obrera. Y allí, desde la estación del ferrocarril, donde nos apeamos para realizar nuestra ruta minera, ya divisamos el castillete del pozo Carrio, cuya profundización iniciara Duro-Felguera hacia el año 1941 para culminarla en 1946,  y que hoy es la única explotación minera en toda la cuenca minera del valle del Nalón, luciendo el tercer castillete de su historia que nos permite bajar sus 612 metros de profundidad, a los que se deben de añadir otro centenar más en subniveles.

Pozo Barredos de la empresa “Hermanos Felgueroso”, en el concejo asturiano de Laviana, el año 1914

Enfrente del imponente castillete verde, en la otra orilla del río Nalón, donde se encuentra el ventilador que mete el aire limpio al pozo Carrio, queda el solar donde estuvo ubicado el pozo Barredos con su robusto castillete minero, hoy sólo visible en alguna que otra fotografía de los archivos. Este pozo, derribado en 1967 por Hunosa, que había sido profundizado en 1914 por “los Felgueroso”, acabaría en las manos de la Sociedad Metalúrgica Duro-Felguera a partir del 1 de marzo de 1920, cuando “los Felgueroso”, acuciados por sus graves problemas financieros, decidieron vender todas sus explotaciones mineras a Duro-Felguera por la cantidad de 12.875.000 pesetas,  pasando a formar parte de su consejo de administración como vicepresidentes, para seguir centrando sus esfuerzos en el proyecto de Mina La Camocha.

Puente atirantado que une los pozos Barredos y Carrio  …

Los dos pozos verticales – Barredos y Carrio – quedarían unidos mediante varias galerías por debajo del río Nalón y, por encima, mediante el mayor puente colgante metálico que subsiste en Asturias, y franqueados ambos por dos minas tan históricas como abandonadas: Rimoria y “La Sota” o Mina Carrio, ésta última convertida hoy su bocamina en un gallinero, después de haber vivido la mayor tragedia minera asturiana por causas distintas al máximo enemigo del minero, como era al grisú, a la que me referiré ampliamente en este capítulo por las repercusiones que tuvo de cara a la creación del Orfanato Minero, tan importante para los huérfanos y las viudas de los mineros.  

Bocamina “La Sota” o Mina Carrio, en el concejo de Laviana, hoy transformada en un gallinero.

En efecto, era un miércoles de noche, 28 de mayo de 1924, cuando una espantosa catástrofe ocurrida en una galería formada sobre la capa Adolfita, en el piso 1º, de la mina “Segunda Vanguardia”, más conocida por “La Sota”,  ocasionaba la muerte por asfixia de diez compañeros mineros, llenando de dolor y consternación a toda la familia minera. Esta mina, ubicada, aproximadamente, a poco más de 1,5 kilómetros del centro de Pola de Laviana, en la margen izquierda del río Nalón, era una explotación relativamente moderna, y tenía una plantilla de unos doscientos trabajadores, siendo explotada en  arriendo por el ingeniero de minas Joaquín Velasco Martín, a través de un contrato firmado por éste y la “Sociedad Felgueroso Hermanos”, el 10 de junio de 1914. 

Aquel maldito día, el segundo relevo había entrado a las tres y media de la tarde, sin notar nada extraño, pero a medida que se adentraban en la galería comenzaron a notar que algo anormal había ocurrido en la mina. El aire se volvía muy impuro y la respiración cada vez se hacía más dificultosa, por lo que dos mineros destinados al taller de la Adolfita, Severino Cuello Suárez y José González González, decidieron salir para, a través de otra persona, Remigio Fueyo, avisar al vigilante general José Vázquez Antuña en su casa, de que había ocurrido un incendio en la mina, mientras el resto del personal abandonaban la explotación. Una vez que el vigilante llegó a la mina, después de recibir la información precisa, decidió penetrar en la mina para sofocar el incendio, formando una brigada de diez hombres, encabezados por él mismo, provistos de un extintor Biosca y varios cubos de agua, a la vez que ordenaba meter unos vagones arrastrados por una mula con materiales para construir un tabique que aislase el fuego. Pero aquellos hombres jamás regresarían a sus casas, porque habían sido envenenados por uno de los aliados del grisú que había salido de sus escondrijos durante la combustión del carbón: el monóxido de carbono.  

Los medios de comunicación asturianos, entre ellos El Comercio, informando sobre la tragedia minera.

Siendo las dos y media de la madrugada, llegaba a la mina el capataz jefe Aurelio Fernández Antuña, que había sido avisado en su casa por el cabo de la guardia civil ante la alarma creada por la tardanza de los mineros que habían penetrado en la mina para sofocar el fuego quien, en compañía de dos vigilantes mineros, se dirigieron hacia el lugar del incendio, encontrándose ya con los primeros cadáveres, pero las dificultades para respirar hicieron que saliesen al exterior y se avisara urgentemente a la Brigada de Salvamento Minero de Duro-Felguera, con base en Sama de Langreo, bajo la dirección del facultativo de minas Manuel Fernández García quienes, después de haber logrado desalojar el monóxido de carbono en la mina, conseguían sacar los cuerpos de los mineros fallecidos al exterior, siendo las cuatro de la tarde del jueves, 29 de mayo de 1924.

Croquis original del accidente ocurrido en la mina “La Sota”, perteneciente al concejo de Laviana, el 28 de mayo de 1924.

No obstante, nada mejor para conocer todas y cada una de las características de la mina y el accidente en cuestión que recurrir a un interesante artículo publicado en el diario “El Noroeste” con la firma del famoso técnico minero de la época, Pancracio García López, bajo el título “Una explicación técnica”(…) la mina de La Sota se compone de tres pisos, casi horizontales, en los que se guía la capa Adolfita, habiéndose formado dos paneles de explotación, uno que asciende por la capa desde la guía base (1ºpiso), hasta la guía de cabeza (2º piso); y otro desde este 2º piso hasta el 3º. Posiblemente hubiera un tercer panel del 3º piso hasta el afloramiento de la capa (el “tapín” en términos populares) pero lo desconocemos. La altura es del orden de 100 metros en cada uno de los dos paneles, talleres o ramplas de explotación, las cuales, como ya sabemos, se dividen en tajos que avanzan a modo de escalera invertida (…) en la mina se llevan los trabajos con arreglo a los métodos más modernos, utilizándose ventiladores mecánicos para la renovación del aire en el interior, y los trabajadores se encuentran muy bien retribuidos, siendo donde más se paga a los obreros y empleados de todas las explotaciones. Las relaciones con el patrono son excelentes, pues para los hijos de los mineros la empresa estaba construyendo una escuela, en cuyos trabajos ayudaban los obreros en sus horas libres (…) el taller de la capa Adolfita, con una inclinación del 15%, se venía explotando entre el piso primero y segundo con normalidad hasta que apareció una falla, y entonces la explotación se hizo más arriba, del segundo al tercer piso, conservando la galería del primero y un poco de comunicación de aire con el segundo (…) para atravesar la falla, se avanzó la galería del piso primero unos 300 metros en estéril, hasta que se encontró la capa de carbón; dándose entonces, un pozo de comunicación de algo más de 100 metros de longitud entre las galerías del piso primero y segundo. A continuación se tapó el pozo de ventilación que quedaba entre la explotación antigua y la falla, llevando la ventilación a la guía de la galería inferior y salir por el pozo nuevo al piso superior, que recorriendo la explotación salía al exterior (…) 

Salida de los féretros desde el Ayuntamiento de Laviana donde se había instalado la capilla ardiente de los mineros fallecidos en el terrible accidente ocurrido en la mina “La Sota”, el 28 de mayo de 1924.

Sin embargo, la realidad de los hechos nos demuestra que existieron otras causas en el accidente que produjo la catástrofe minera. Así, con fecha 29 de junio, esto es al día siguiente de producirse el terrible accidente llegaba el ingeniero jefe de Minas en Asturias, Miguel Aldecoa, acompañado por los ingenieros actuarios Melchor de Aubarede y Pedro López Dóriga quienes, después de tomar declaraciones a varios testigos, entre ellos el picador que trabajaba en el primer tajo del taller que se estaba formando después de la falla, éste afirmó que “ese día había dado un barreno en el centro del pastión de pizarra y que después había cargado el barreno con un cartucho y medio de dinamita ordinaria, dando fuego a la mecha a las dos y media de la tarde, y saliendo hacia fuera a la hora del relevo, no sin antes haber escuchado el ruido de la explosión del barreno”. De igual manera se pronunciaría el capataz jefe de la explotación, Aurelio Fernández Antuña, cuando manifestó que el carbón de la capa en el taller se arrancaba a pico y que,  únicamente, “se empleaba explosivo en arrancar las partes estériles”, como la del pastión descrito.  

Este ventilador pertenecía al Pozo Barredo de Laviana, y está todavía en funcionamiento, conectado al Pozo Carrio, para meter aire de ventilación limpio y como extractor del sucio.

De las manifestaciones de estos y otros testigos, así como de las inspecciones realizadas “in situ”, parece deducirse que el disparo del barreno que produjo el incendio a unos 1.300 metros de la bocamina, debió prender fuego al carbón situado por encima o por debajo del pastión, y sin estallar el medio cartucho que produjo el incendio, probablemente al dar el bocazo, iniciándose el fuego hacia las dos y media de la tarde e incrementándose hacia las seis y media, hora en que habían salido los dos trabajadores que se habían apercibido del mismo. 

Finalmente, la Autoridad minera consideró que la causa directa que originó la catástrofe fue debida a dos circunstancias: “en primer lugar, a la mala condición originada al producirse un cambio en la dirección del viento, que hizo que los gases de la combustión les llegara de frente envenenándoles, y en segundo lugar, en valorar la incorrecta actuación del vigilante general, ya que una vez le comunicaron dos obreros la existencia del fuego debió ponerlo en conocimiento de su jefe inmediato, el capataz Aurelio, para que tomase las medidas que considerase oportunas y nunca cometer la imprudencia de internarse en la mina en tan peligrosas circunstancias, sabiendo que la capa estaba incendiada. Más aún, sabiendo que no tenía que prestar socorro a persona alguna puesto que nadie había dentro, y lo único que había que temer eran pérdidas materiales producidas por el incendio de la capa. Esta negligente imprudencia se explica por el exceso de buen deseo y pundonor que le animaba y al personal a sus órdenes que perecieron víctimas de su abnegación”. 

FUNDACIÓN DOCENTE DE MINEROS ASTURIANOS, antiguo Orfanato Minero Asturiano, ha sido y es una obra social, que surge en el segundo cuarto del siglo XX en nuestra región y se ubica en Oviedo. Su creación tiene lugar en el año 1929 , y sus objetivos iban destinados a los hijos de los mineros, un grupo numeroso y desasistido que innegablemente precisaba del respaldo de un organismo oficial que superase medidas aisladas de caridad.

Una vez que finalizaron los actos fúnebres de los fallecidos, tendría lugar la celebración de un Pleno Extraordinario del Ayuntamiento de Laviana en el que se acordaba abrir una suscripción para las familias de las víctimas, que encabezaría la propia corporación con la cantidad de dos mil pesetas que se iría incrementando hasta las 10.500 pesetas con otras aportaciones, pero ya resultaba grotesco de que las familias de los hombres que más estaban contribuyendo con su esfuerzo y su vida a la industrialización de la región asturiana tuvieran que seguir viviendo de la limosna del pueblo, y los máximos responsables del Sindicato Minero Asturiano, Ramón González Peña y Manuel Llaneza, presentes en la mina desde el primer momento del accidente, comenzaron a fraguar en sus mentes la idea del socialista mierense José de la Fuente de ir a la creación de un Orfelinato Minero. De este dirigente sindical minero se sabe, que en 1901 ya presidía el Gremio de Mineros de la Agrupación de Mieres y que en 1917 había resultado elegido  secretario general de la Federación Nacional de Mineros  de  UGT.  

Niñas y niños carboneros con sus cestos de carbón cargados en L’Argayón de  Barredos, el año 1942.

Desgraciadamente, José de la Fuente murió con tan sólo 36 años, pero Manuel Llaneza ya había recogido su testigo, tal y como llegaría a manifestar en uno de sus escritos publicados  antes de su fallecimiento en setiembre de 1918, de tal manera que la idea del Orfelinato quedó convertida en una de las prioridades del sindicato que veía como el goteo de accidentes de trabajo hacía crecer el número de hijos sin padre, extendiendo la miseria económica de los huérfanos a sus madres viudas, que no podían costear ni su manutención ni su educación, quedando los niños condenados a la barbarie del trabajo infantil o la mendicidad y a subsistir gracias a la solidaridad de unos vecinos a los que tampoco les sobraba nada para repartir.

Mineros  de El Rimadero, el año 1922, que sacaron cientos de toneladas de carbón hasta el cierre de la mina de Duro-Felguera

Sin embargo, hacer realidad aquella gran obra para los mineros requería de una financiación, cuyo principal obstáculo era el mantenimiento de las instalaciones, una vez que fueran construidas, y el momento llegaría en 1929, casi en los finales de la dictadura militar del general Primo de Rivera, cuando un Real Decreto de 27 de diciembre del citado año, dejaba establecido en Oviedo, con el nombre de Orfanato de Mineros Asturianos, sometida a la jurisdicción del Ministerio de Fomento y bajo la dependencia inmediata del Director General de Minas y Combustibles “con la misión primordial de acoger a los hijos de los obreros de las minas de carbón de Asturias que hubiesen perecido a consecuencia de accidentes de trabajo, o que, por tal causa, sufriesen incapacidad total permanente, y atender a sus necesidades físicas, morales e intelectuales, ajustándose a las normas vigentes en los establecimientos del Estado”.

Barriada minera “1º de Mayo” en la localidad lavianense de Barredos con el pozo Carrio al fondo.

Para ello se fijó, al margen de otras aportaciones, un canon de 0’25 pesetas por tonelada de carbón en estado de venta extraído de las minas de Asturias, a devengar desde el 1 de Julio de 1929, quedando constituido a partir del 9 de julio de 1930, un patronato constituido por el Director General de Minas, como presidente nato; Presidente de la Diputación Provincial de Oviedo, como vicepresidente; Ingeniero Jefe de Minas del Distrito Minero de Oviedo; otro Ingeniero del Comité Ejecutivo del Combustible; tres vocales patronales propuestos por la Cámara Oficial Minera de Asturias; y por tres vocales obreros designados mediante votación por los trabajadores de las minas de carbón de Asturias, y por un Secretario General permanente con voz y voto propuesto por las representaciones patronales y obreras. 

Los antidisturbios asaltan las instalaciones del Pozo Carrio para masacrar a los mineros que defendían los puestos de trabajo en su lucha para evitar el cierre del pozo Carrio.

Volviendo al pozo Carrio, tal y como ha quedado dicho, la profundización de su pozo vertical, planificado en 1941 y culminado en 1946, traería consigo la progresiva clausura de las minas de montaña pertenecientes al llamado grupo minero  de Laviana, hasta el punto de ser el el único pozo productivo de Hunosa en la cuenca del Nalón, no sin antes haber librado duras batallas sindicales para evitar el cierre de la explotación, y , unido al pozo minero, tratando de buscar la consolidación de su poblado, cada vez más en una coyuntura demográfica más complicada como consecuencia del atentado perpetrado contra el carbón y las comarcas mineras  por parte de los gobiernos del PPSOE y sus pandilleros del sindicalismo, al estar sufriendo un desacoplamiento entre su especialización residencial y el empleo minero, hasta el extremo de que en la actualidad existe más población jubilada que activa, lo que origina una cierta melancolía que en absoluto se puede curar por el recuerdo de los mejores tiempos de la lucha obrera y ciudadana, cuando adquirió por propios méritos el sobrenombre de “la pequeña Rusia”.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

AQUEL MALDITO INICIO DEL AÑO QUE ACABÓ CON LA ESPERANZA

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Mina La Esperanza, conocida por la mina “El Picu” en la localidad allerana de Boo.

Sí, era el 2 de enero de 1889 cuando el grisú, celoso guardián de la riqueza que la tierra atesora en sus entrañas, decidía salir de su madriguera para asesinar a los mineros que habían osado profanar su santuario. Pero el grisú, con los potentes zumbidos de sus mortales explosiones, también tiene sus aliados que se despierta con los potentes estruendos producidos, saliendo inmediatamente de sus escondrijos para acabar con los mineros que se pudieron librar de la explosión: el temible monóxido de carbono, creado por la combustión imperfecta de hulla a que dio origen el grisú con su explosión, y el polvo finísimo, casi impalpable, del carbón, acabando con la esperanza de recuperar con vida a los ¡¡¡ TREINTA MINEROS !!!, fallecidos en el taller de explotación formado sobre la capa “Superior del 1º Piso” de la mina de montaña “La Esperanza” de Boo, también conocida como “El Picu”, de los cuales 24 se encontraban en la zona de la deflagración y los otros 6 morirían cuando entraron al rescate de sus compañeros. 

Grupo minero de Boo, el año 1915

La mina La Esperanza, situada en El Picu de Bóo, formaba parte de las explotaciones que la sociedad minera “La Montañesa” había vendido a Claudio López López, marqués de Comillas, según escritura otorgada en Madrid el 24 de junio de 1884, hasta que la compañía pasó a denominarse Sociedad Hullera Española bajo el mandato del segundo marqués de Comillas, Claudio López Brú, de acuerdo con la escritura notarial firmada en Barcelona en agosto de 1892, y constaba de tres pisos: “La Fontica”, en el primero; “La Plaza”, en el segundo; y “La Esperanza” en el tercero.

Vivienda del director de la mina “La Esperanza”, Manuel Montaves, en el paraje denominado Pomar de Nuño, entre el poblado minero de Bustiello y Santa Cruz de Mieres.

“La Montañesa” contaba en el momento de la catástrofe citada con tres grupos mineros en el valle del Aller: Conveniencia, Legalidad y Boo, al frente de los cuales se hallaba el madrileño Manuel Montaves Martínez, un antiguo delineante en las minas de Barruelo de Santullán, erigido en látigo del santo negrero marqués de Comillas en su denominado “coto minero de Dios”, percibiendo un salario anual de 4.800 pesetas, que se vería incrementado hasta las 9.000 pesetas anuales al año siguiente de haber ocurrido la catástrofe, mientras los mineros seguían percibiendo entre las tres y cuatro pesetas diarias por su agotadora jornada laboral de 10/12 horas diarias, que en absoluto les alcanzaba para alimentarse y mucho menos para dedicar una parte de su salario a otros bienes tan necesarios como la vivienda o la escuela de sus hijos. 

En el momento del accidente, las tareas que se estaban desarrollando en la mina Esperanza eran de preparación para su posterior deshulle en la zona del paquete denominado MªLuisa, en el cierre sur del Sinclinal de Moreda, con una potencia en sus capas en torno a 1,20 metros de carbón coquizable en una inclinación de 15º. La mina tenía tres pisos abiertos, estando el primero a cota de 520 metros, el segundo a unos veinte metros más arriba y un tercero o superior hacia donde es estaba tratando de calar una chimenea para dar ventilación. La empresa del marqués  “La Montañesa” tenía una producción anual de 120.000 toneladas con una plantilla de 600 trabajadores, estando considerada una de las minas de hulla más importantes de España. 

Croquis del accidente de la Mina Esperanza de Bóo, perteneciente al marqués de Comillas, en el  concejo de Aller (Mario Garcia)

El accidente tuvo lugar en el testero  de la sobreguía del primer piso, alcanzando al personal que estaban haciendo su tarea en la misma, así como a los que estaban en el coladero, expandiendo las llamas hacia el piso superior y parte por abajo, saliendo por la guía de este primer piso, asfixiando a los trabajadores que se encontraban allí. En el segundo piso, el gas penetró por la chimenea que se estaba dando al tercer piso, atrapando a los cinco trabajadores que estaban allí, de tal manera que tan sólo los trabajadores que se encontraban en el tercer piso pudieron salir ilesos, al no estar calada la chimenea. Precisamente fueron estos, junto con otros mineros que esperaban su relevo en el exterior, los que se lanzaron de inmediato al rescate, sin medir el riesgo y carentes del adecuado instrumental, dejando su vida allí. 

Información del diario “El Carbayón” sobre la catástrofe minera ocurrida en la mina “La Esperanza” de Bóo, el 2 de enero de 1889.

Esta capa de carbón desprendía poco grisú, pero como quiera que algunos trabajadores ya habían sufrido quemaduras en otras ocasiones, la empresa había dado orden tajante de prohibir trabajar con candiles en la mina, obligando a utilizar siempre las lámparas de seguridad “Davy”. No obstante, la declaración del vigilante Raimundo Ordoñez en los juzgados de Mieres resultaría absolutamente contradictoria al asegurar que el capataz jefe de la mina, José Díaz Sánchez, le había permitido incumplir tales prescripciones, al aceptar que los mineros trabajasen en la sobreguía donde se produjo la explosión con el viejo candil de llama abierta.

Al respecto, resultan más que grotescas e indecentes las informaciones aparecidas en los diarios asturianos sobre las causas del accidente, caso concreto de “El Carbayón” quien, según su reportero Miguel Paredes, que había bajado a la mina por primera vez en su vida, acompañado del ingeniero de minas Santos de Arana,  y el apoderado de la empresa del marqués, Inocencio Sela y Sampil, manifiesta que “es indudable que a la imprudencia de un minero se debe esta horrible catástrofe. Todos, según se me dice, llevaban lámparas de seguridad y se cree que alguien encendió alguna cerilla aplicándola a las rejillas o bien porque se haya quebrantado ésta por efecto de algún golpe. Los desperfectos en el interior de la mina no fueron de consideración. Sólo en el punto en donde ocurrió la explosión vinieron al suelo o se resintieron varias entibaciones y quedaron destrozados algunos vagones y muerto el buey que los conducía”. En la misma línea se pronunciaría el periódico gijonés “El Comercio”, coincidentes  ambos “voceros”, incrustados o “sobornados” por la patronal en los distintos panfletos periodísticos, para hacer pública la información recogida en el mismo “laboratorio patronal-jefatura de Minas”, cuando dice que “la causa fue debida a una imprudencia temeraria de alguno de los cinco obreros que estaban trabajando en el testero de la sobreguía”.

En la placa colocada en la bocamina de La Esperanza, aparecen 29 mineros, desconociendo el porqué de la falta de uno que hace el número de 30, el cual añado: José Fernández Fernández, rampero y natural de Morcín.

En esta ocasión, también la prensa nacional se hacía eco de la catástrofe minera a través del periódico madrileño “El País”, cuando un corresponsal anónimo de Pola de Lena comenta que “en parte enviado al juez de instrucción, el número de víctimas se hace ascender a 35, pero posteriormente, y con más positivos datos, calcúlase que los muertos en la formidable explosión llegan a 48, sin contar  2 heridos, que probablemente hayan fallecido ya a estas horas”. Su conocimiento de la “formidable explosión” es tan exhaustivo que pide “se exijan responsabilidades a los facultativos que están al frente de dichas minas, o cualesquiera otros a quienes alcance en algún concepto”. También comenta que “dentro de la mina había tren, mulas y bueyes, de que no se ha encontrado aún huella en los primeros reconocimientos practicados” (…) hay que actuar con energía y sin consideración de ninguna clase, pues deja a más de 50 familias sumidas en la orfandad y la miseria”. Lo más denigrante es que este tipo de información tan indecentemente cocinada, se viene repitiendo desgraciadamente en muchos de los accidentes mineros recientes, caso concreto en la catástrofe de Nicolasa a la que nos referiremos en el capítulo correspondiente.

En la foto de la época, se puede observar en el grupo minero de Bóo,  cómo algunos trabajadores portan sus candiles de llama abierta. 

La inspección realizada por los técnicos una vez finalizado el rescate de los mineros afectados – 28 muertos y tres heridos, dos de extrema gravedad que fallecían al poco tiempo, haciendo el número total de 30 compañeros mineros asesinados por el grisú – ratificaba que efectivamente, el foco del siniestro estuvo en la sobreguía del 1º piso, llegando a conclusi0nes bastante indefinidas, tanto en la argumentación de la aparición de gas en concentraciones explosivas como en la explicación de foco de calor que lo hiciera deflagar. Eso sí, para los ingenieros Actuarios de la jefatura de Minas, Enrique Pérez Bringas y Guillermo la Sala, las circunstancias  que propiciaron el aumento del gas para nada venían condicionadas por las oscilaciones barométricas, pues la seguridad de la mina se venía ejecutando “con arreglo a lo que ordena  el arte y la ciencia en toda explotación de carbón, a la vez que dejaban muy claro en su informe que alguno de los trabajadores de la sobreguía había generado una llama desnuda, bien de forma temeraria (encendiendo una cerilla para fumar o abriendo la lámpara de seguridad) o bien por accidente (algún golpe que rompiera la redecilla), desencadenando así la tragedia”. No, no se trataba de la llama procedente de los candiles denunciados por el vigilante Raimundo Ordoñez en los juzgados de Mieres; tampoco se trataba de la malísima ventilación existente en la mina, único enemigo efectivo que tiene el grisú y sus aliados, hasta el extremo de poder afirmar rotundamente que “con una buena ventilación el grisú nunca ataca por estar seguro de su derrota”. Se trataba de los “locos” mineros que atentaban contra su propia vida fumando en los testeros, para dejar a sus hijos y demás familia en la más de las pauperrimas miserias, sin salarios ni pensiones de ninguna clase. 

Explosión del grisú en la mina…

¡¡¡ Vamos, que se divulgaron informaciones eximiendo a la patronal de toda responsabilidad, mientras serviles y rastreros limacos, rastacueros y mendaces personajes trataban de exculpar a los patronos residentes en Madrid de que aquella catástrofe, aquel asesinato colectivo, de ninguna de las maneras era achacable a una empresa tan santa como la del marqués de Comillas, que todo había sido por la irresponsabilidad de unos apestados mineros, que de haber existido la Inquisición, además de haber alcanzado la muerte en aquella terrible tragedia, hubieran sido condenados de alma, de historia y de memoria por los siglos de los siglos, como hacían los inquisidores de la santa iglesia católica, apostólica y romana, tan adorada por el “amu del coto minero de Dios” !!! Como bien afirmaría mi admirado minero escritor, Albino Suárez, en su revista del ALTO NALON, “la mina y la vida minera están indisolublemente ligada a la tragedia. Y a la muerte. Al luto y al drama. Y, en mayor o menor medida, a un silencio histórico convenido y, en otras ocasiones, a una leyenda negra manipulada por intereses y servilismos”.

Antón y Manuel en una visita realizada a la mina “La Esperanza” de Bóo, donde treinta compañeros mineros fallecieron víctimas de una explosión de grisú por falta de medidas de seguridad, el e de enero de 1889.

Sin embargo, tan seguros estaban estos dos ingenieros Actuarios – tampoco se sabe si actuaban al servicio de la jefatura de minas o de la propia patronal, quizá de las dos instituciones a la vez -, de que la ventilación en la mina se venía ejecutando “con arreglo a los que ordena el arte y la ciencia en toda explotación…” que, con fecha 4 de enero, esto es a los dos días de ocurrida la catástrofe, enviaban una comunicación escrita al director de la mina, Manuel Montaves, con las siguientes prescripciones para su obligado cumplimiento: “Ante todo es necesario que dos cuadrillas de entibadores, cada una con un vigilante y provistos de lámparas de seguridad cuidadosamente inspeccionadas (…) restablecer las maderas de la fortificación de la galerías (…) colocar una puerta en la galería del primer piso (2º piso) entre el plano inclinado que va al subpiso y la boca de la galería (…) avanzar todo lo posible la galería del subpiso hasta llevarla debajo de la guía del primero (…) reglamentar el servicio de lampistería con un encargado de la limpieza de las lámparas que las entregará encendidas y limpias, cerradas y en perfecto estado a los obreros (…) se prohibirá cualquier cuerpo cuya combustión pueda producir llama (…) a medida que vaya avanzando la explotación y las galerías vayan acumulando en longitud, favorecer por medios artificiales la ventilación natural (…) la contravención a estas disposiciones será castigada con la expulsión, sin perjuicio de pasar a los tribunales (…)”. 

Barriada minera “La Cota” en la localidad allerana de Bóo, el año 1960.

Resulta curioso comprobar que las víctimas, viviendo todos en la localidad allerana de Bóo, ninguno de ellos era natural de esta localidad, siendo la mayoría de los concejos morciniego y mierense, lo que daría lugar a alguna que otra interpretación sociológica en el sentido de que los nativos alleranos de Bóo preferían, por aquel entonces, seguir aferrados a las labores agrícolas y ganaderas, aunque la realidad era que la mayoría de los trabajadores habían sido reclutados en los concejos limítrofes debido, fundamentalmente, a las bajas y las muertes que estaba ocasionando una epidemia de viruela desatada en noviembre de 1888 que amenazaba con asolar la parroquia.  

Vales de la bolera Tino por valor de una peseta para consumir en el bar.

De hecho, dos meses antes de la terrible catástrofe en la mina “La Esperanza”, el mismísimo Manuel Montaves lo expresaba así en una carta dirigida al gerente de la empresa, Felix Parent: “anoche murieron dos de nuestros mineros en Bóo, de la viruela, ; dos mozos fuertes y robustos. Uno de ellos lo teníamos al pie del plano secundario, de enganchador y basculador, y el otro estaba en la plaza de clasificación. Los dos eran buenas personas. Al paso que vamos, en Bóo o naturales de allí, sólo se van a quedar los viejos (…) La explotación de Bóo cerrará por fuerza al paso que vamos (…) Veo que me voy a quedar sin un minero y todos me van a marchar”. 

Los Miranda de L’Entregu, padre y fíu, ante la placa de homenaje a los mineros fallecidos en la catástrofe de la mina “La Esperanza”, el 2 de enero de 1889.

Por si no fueran suficientes los entierros de los más de 70 fallecidos por aquella enfermedad devastadora en la Europa del siglo VIII, causada por el virus variola, hecho que motivó la apertura del actual cementerio parroquial en Bustiyé, ya que el existente al lado de la Iglesia de San Juan Bautista no tenía capacidad para albergar tantos muertos, con fecha 3 de enero de 1889 había que sumar los cadáveres de los mineros muertos en la catástrofe de la mina “Esperanza”, los cuales serían acompañados hasta su última morada por una impresionante manifestación de gente procedente del concejo allerano y de los municipios cercanos. No obstante, volviendo al “silencio histórico convenido para la mina y la vida minera…” al que se refiere mi amigo Albino Suárez, habrían de pasar muchos años, durante los cuales la gente hablábamos del accidente de la mina “La Esperanza” como algo que había ocurrido muy remotamente, aunque de una manera totalmente imprecisa, hasta que apareció por la zona de Bóo un estudioso de la historia minera de Asturias, mi amigo José Manuel Miranda, un ATS jubilado de Hunosa quien, hablando con los viejos mineros del lugar acabaron congregados ante la bocamina “El Picu” para, desde allí mismo, parir la idea de colocar una placa conmemorativa en la que quedaran grabados todos los nombres de los compañeros mineros fallecidos, una obra cuyo coste de 34.000 pesetas sería sufragada mediante una cuestación popular, para ser inaugurada el 14 de setiembre de 1997, con la intervención del propio Miranda, entre otros, hasta que, años después, un 13 de enero de 2001, coincidiendo con el 102 aniversario de la efemérides, el pueblo de Bóo volvía a homenajear a los mineros fallecidos con un programa de actos organizado por la Asociación San Juan Bautista, la Hermandad de la Virgen de la Peña y el Grupo Coleccionista Minero Investigador (GRUCOMI), siendo presididos por el alcalde de Aller, Gabriel Pérez Villalta.   

ANTON SAAVEDRA

 

NICOLASA, EL POZO DONDE ESTALLÓ LA CHISPA QUE ENCENDIÓ LA LUMBRE.

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Pozo Nicolasa, perteneciente a la sociedad Fábrica de Mieres en la localidad mierense de Ablaña, el año 1958

Para hablar de la minería en el valle de Ablaña, perteneciente a la parroquia de Loredo, en el concejo de Mieres, es preciso remontarse al año 1843, cuando José González Longoria, como apoderado de las Compañías “Explotadora Ovetense y Prosperidad”, registraba las minas de Nicolasa, la Olvidada, la Alta y la Ordoñera, quedando ubicada la Mina Nicolasa en las orillas del arroyo de la Oscurera del Valle, más conocido como Regueru de los Infiernos y río Nicolasa, a los cuales siempre se les consideró como un mismo arroyo.

Grupo de Mineros en la bocamina de Nicolasa, en las orillas del Regueru de los Infiernos o río Nicolasa 

Agotados los yacimientos de montaña, la empresa trataría de poner en marcha la profundización de un pozo plano con el fin de explotar las vetas de carbón del subsuelo, pero la ausencia en aquellos tiempos  de una tecnología adecuada para la extracción del agua, daría al traste con la viabilidad del proyecto, hasta que la sociedad “Fábrica de Mieres” decidía con fecha 4 de abril de 1952 iniciar la profundización del Pozo Nicolasa, finalizada cuatro años después, esto es el 13 de febrero de 1956. En una primera fase, este primer pozo vertical de sección circular, con un diámetro de seis metros, quedaría dotado con tres plantas de explotación, aunque posteriormente, a partir del año 1975, Hunosa llevaría a cabo una nueva reprofundización de otras cuatro plantas hasta alcanzar la cota actual. 

Paralelamente a la profundización del primer pozo, se profundizaría otro pozo auxiliar con un diámetro de de 4,5 metros y cinco plantas, dedicado a la extracción del carbón mediante skip, siendo contratada la obra por Fábrica de Mieres a la empresa Obras Subterráneas, S.A. 

Salvador Quintano y algunos compañeros, Lipi, Marinas, Ramón, entre otros, cuando construyeron el castillete del pozo Nicolasa 

En la actualidad, el pozo número 1 o principal alcanza una profundidad de 600 metros, de los cuales los últimos 10 metros son de caldera para la recogida del agua, y la última planta se encuentra a la cota de 267 metros bajo el nivel del mar. El pozo dispone de dos plantas – 3ª y 4ª bis – unidas con el vecino pozo Llamas, y su castillete es de acero soldado con una altura de 30,11 metros, siendo construido en la fábrica de la propia empresa. La máquina de extracción es de tambores en el pozo nº 1, con jaulas de dos pisos y capacidad para cuatro vagones, y el pozo nº 2, lleva polea Koepe con skips para extraer el carbón hasta el túnel de Sueros, situado en la 1ª planta, que lo traslada al lavadero del Batán, en Mieres, mediante una cinta transportadora. Asimismo, el pozo Nicolasa está unido al pozo Monsacro a través de las plantas 2ª y 5ª. 

Y fue allí, en el pozo Nicolasa cuando, de repente, un 7 de abril de 1962 estallaba la chispa que iba a encender la lumbre…, de tal manera que lo que había comenzado como una protesta por el cambio unilateral de turnos y por los salarios de miseria del trabajo a destajo, agravado por el despido arbitrario de siete picadores del pozo perteneciente a la sociedad de “Fábrica Mieres”, se expandió muy rápidamente por todas las explotaciones mineras de Asturias, donde  cientos de hombres silenciosos y cientos de mujeres fuertes, que se presentaban en los pozos, abiertos a pesar de la huelga, regaban con maíz, comida de gallinas, comida de esquiroles, la entrada, quedando bautizada la huelga como la “huelga del maíz”, hasta su normalización, allá por el mes de setiembre, aunque dejando un cierto regusto de victoria en unos y la sensación de continuar la lucha en otros por conseguir la liberación de los más de cuatrocientos compañeros mineros privados de libertad, en su mayoría militantes comunistas, y  no por ser delincuentes sino por luchar por unos derechos legítimos que hoy recoge la Constitución Española…  

Asamblea de trabajadores en el pozo Nicolasa de Hunosa.

En efecto, ni siquiera habían transcurrido tres meses desde la finalización de la Huelga Minera del 62 cuando en noviembre del mismo año quedaban constituida la “Oposición Sindical” para el “desarrollo de la lucha por las reivindicaciones obreras de carácter económico y la democratización de los sindicatos franquistas”, siendo sus órganos de proselitismo y encuadramiento de trabajadores y a la vez, de la acción política las Comisiones Obreras, cuyo programa preveía tres etapas para su desarrollo: En la primera, serían organizadas huelgas en las empresas con acentuado signo reivindicativo económico, en las que además de prescindir de la intervención de la Organización Sindical, se acentuaría cuanto fuera posible para desprestigiar a todas las representaciones sindicales, desde los Enlaces y Vocales de Jurados de Empresa, hasta las Juntas provinciales y supremos Mandos Nacionales. 

Antón Saavedra a la salida del pozo Nicolasa, el año 1995

La segunda etapa, estaría constituida por la organización de concentraciones y manifestaciones de obreros en la calle para plantear las reivindicaciones laborales, pero procurando presentar algunas peticiones generales atrayentes para la clase trabajadora, tales como la modificación del salario mínimo y pensiones de la seguridad social. Esta etapa sería fundamental para ir constituyendo en las fábricas y talleres agrupaciones de obreros, que se distinguirían con el nombre de “Comisiones Obreras”

La tercera etapa culminaría con la aparición en la calle de las “Comisiones Obreras”, la presentación por ellas a los distintos Organos de la Administración Pública, escritos con peticiones generales y protestas contra la Organización Sindical y las manifestaciones masivas de trabajadores, procurando asimismo ir estableciendo relaciones con organizaciones estudiantiles, grupos de descontentos y organizaciones sindicales extranjeras, opuestas al régimen de Franco. 

Cartel de la Fundación Juanin Zapico para conmemorar el 50 aniversario de las luchas mineras del 62.

Con los resultados alcanzados por las listas presentadas por la “Oposición Sindical” a las elecciones sindicales de 1.966, el Partido Comunista de España consideró que con el gran triunfo del nuevo movimiento obrero se habían logrado las metas que habían propagado en el año 1.962 para la organización de las Comisiones Obreras y su consolidación en muchísimos centros de trabajo, pero especialmente en la calle, lo que demandaba un nuevo plan de acción, de acuerdo con las nuevas circunstancias de la vida nacional y con validez para alcanzar el definitivo derrocamiento del Sindicato Vertical y del Régimen franquista, elaborado en la reunión de su Comité Central del mes de setiembre de 1.966: “… Los comunistas, que hemos apoyado consecuentemente a las Comisiones Obreras, estimamos que esta experiencia en lugar de cristalizar pugnas y divisiones, debe servir para que todos los que se sienten parte de la clase obrera, superen los obstáculos habidos hasta aquí, se unan sin resentimientos y coordinen su actividad a fin de dar al nuevo movimiento una fortaleza, un peso y un mordiente todavía mayor. Comunistas, socialistas, católicos, cenetistas, todos los trabajadores deben unirse para luchar por sus comunes intereses de clase (…) Los elegidos lo han sido para luchar, para encabezar las próximas acciones de combate de las masas trabajadoras (…) Constituye para nosotros, los comunistas, un motivo de satisfacción el hecho de que nuestra orientación sobre las Comisiones Obreras haya sido aceptada (…) La práctica ha demostrado que era una línea justa que ha llevado a nuestro Partido a obtener una gran victoria contra el franquismo y entre la clase obrera (…) Lo que era una aventura era aferrarse a los viejos moldes, pues hay que tener en cuenta que la masa obrera de hoy no ha conocido ni la U.G.T. ni a la C.N.T. y había que ir a la unidad total”. 

Corte vertical del pozo Nicolasa de Hunosa en la localidad de Ablaña.

Pero también fue allí, en el pozo Nicolasa, donde se produjo la mayor catástrofe minera en toda la historia de Hunosa (1967-2017). Otra chispa había producido una tremenda explosión de grisú en el pozo Nicolasa, causando la muerte de ¡¡¡ catorce compañeros mineros !!!, en la madrugada del jueves, 31 de agosto de 1995. 

Uno de los métodos de explotación que se venían realizando en el pozo era el conocido de “soutirage” por subniveles, el cual ya se venía utilizando en la capa 8ª desde el año 1888, con una potencia media de 3,5 metros y una pendiente de 72º. La capa, tal y como pudimos apreciar en nuestra visita a la explotación, tiene unos hastiales de pizarra fuerte, y el carbón es poco consistente con tendencia al derrabe y, al muro, lleva una vena de carbón duro y cristalino de unos 50 centímetros de potencia.  Del pozo se accede a la capa mediante recortes, realizados a nivel de planta y en dos subniveles situados entre plantas, dejando por ellos tres macizos de 30 metros de altura para el sutirado, realizándose el avance de las galerías de subniveles y niveles con minadores y mediante voladuras y scraper, transportando el carbón por transportador blindado de cadena central hasta el recorte, y de ahí al pozo en roca. 

Campo de explotación del pozo Nicolasa, donde se produjo el accidente, y situación de los mineros fallecidos.

Para el control en la seguridad de los elementos eléctricos dentro de la mina, existen unos captadores del gas metano instalados en cada uno de los frentes, tanto de sutiraje como de avance del subnivel, así como en el pozo en roca en la ventilación principal, donde también van instalados unos medidores de monóxido de carbono, acoplados de tal manera que automáticamente cortan la tensión a los equipos eléctricos situados en su área de influencia, cuando se sobrepasa el 1,5 % del gas metano, capacitados asimismo para avisar al exterior mediante señales de alarma cuando las concentraciones del grisú sobrepasan el 1,2% y el 1,5%, y cuando el dióxido de carbono excede los límites reglamentarios. 

Los mineros esperando en la plaza del pozo Nicolasa el rescate de sus compañeros muertos en el accidente ocurrido el 31 de agosto de 1995.

Los explosivos empleados son del tipo 20 SR, tanto para la pega previa al sutirado como en el avance de los niveles cuando se trabaja con el scraper, barrenando entre 6 y 8 tiros paralelos de 6 a 15 metros de longitud, teniendo que realizarse el disparo de la pega cuando el cuartel esté vacío de personal, respetando el horario habilitado al efecto, entre las 6 y las 7 horas, las 2 y las 3 horas, y entre las 22,05  y las 23,15 horas, realizándose las tareas del avance del nivel con minador en tres relevos: el primero, compuesto por dos mineros para revisión general, inyección y varios, entra a las 7,20 horas; el segundo, con cinco mineros para el avance, entra a las 15,20 horas; y el tercero, con idénticas funciones y personal que el anterior, entra a las 24,00 horas. Para el resto del personal del cuartel, los horarios de entrada son, el primero a las 5,30 horas; el segundo, a las 12,00 horas; y el tercero a las 24,00 horas, siendo los dos primeros de producción, formados por un vigilante y siete mineros; y el tercero, de puesta a cero, mantenimiento, transporte de material y barrenado, compuesto por otro vigilante y diez mineros, realizándose los trabajos en el nivel del avance mediante la “subcontrata” de la empresa SATRA, con mano de obra procedente de las minas de Ostrava y Karvina en la República Checa, y el resto del personal del cuartel por el sistema de “prima colectiva”.  

Los catorce compañeros mineros víctimas del asesino metano, aquel 31 de agosto de 1995 en el pozo Nicolasa de Hunosa.

Unos días antes del accidente, tal y como yo mismo pude comprobar en mi calidad de Presidente de la Comisión Parlamentaria para la Investigación del Accidente en el Pozo Nicolasa de Hunosa, la ventilación en el nivel 0 Este, 5ª planta, era muy deficiente, ya que no se podía eliminar la concentración de grisú, llegando incluso a suspender el trabajo en el relevo de las 14,00 horas del día 29, agravado además por la existencia del “fumo” de la pega realizada siete horas antes, y, además, durante casi todo el día 30, en dicha labor no hubo ventilación al estar parada prácticamente 24 horas para acoplar las turbinas eléctricas desde las 23,30 horas del día 30 hasta las 24,00 horas del día 31.  

La triste realidad es que yo mismo podría escribir un libro a modo de un Espasa, refiriéndome a las causas que concurrieron en la catástrofe minera del pozo Nicolasa, a la vez que señalando nombres y apellidos de sus responsables, tal y como se puede leer en los Diarios de Sesiones de la Junta General del Principado de Asturias, pero sólo me referiré a una sola cuestión, tantas veces reiterada a lo largo de mi trayectoria sindical ante los múltiples accidentes ocurridos en nuestras minas: Cuando se produce una explosión de grisú, sólo hay una causa principal y definitiva, como es la falta de una ventilación adecuada, responsabilidad exclusiva de la dirección de la empresa. Vuelvo a repetir, una vez más: El único enemigo al que teme el grisú es una ventilación efectiva, mediante ventiladores soplantes y absorbentes situados en las zonas altas de las galerías, donde se acumula el gas asesino, para extraer el grisú y ventilar la atmósfera. También, cuando sea preciso, caso concreto que nos ocupa, hay que hacer taladros en el carbón para liberar el gas metano de forma controlada – desgasificar -, antes de que los mineros comiencen a realizar sus tareas. 

Antón Saavedra esperando la jaula para bajar al lugar del accidente minero de Nicolasa, como presidente de la Comisión Parlamentaria de Investigación Minera sobre el Accidente del Pozo Nicolasa de Hunosa, el 31 de agosto de 1995.

Aunque, la dirección de la empresa afirmase que “no había ningún indicio de que fuera a producirse una catástrofe de estas características”, en línea con los informes de la propia Jefatura de Minas, encabezada por el ingeniero Actuario y actual Presidente del Gobierno Autonómico de Asturias, Javier Fernández Fernández, en el sentido de que “nunca se iba a tener la certeza absoluta de las causas exactas (…) por desgracia en este tipo de accidentes no es posible llegar a la certeza de la causa porque no hay testigos” , la cruda realidad es que la existencia de una gran bolsa de gas metano produjo la explosión que causó la muerte de 14 compañeros mineros; que en el lugar donde se encontraban trabajando los cuatro compañeros mineros subcontratados por HUNOSA a las empresas mineras de la República Checa a través de la empresa  SATRA, había una fuerte concentración de grisú y el detector de gas más próximo se encontraba a unos ocho/nueve metros del frente del carbón, evitando así las paradas de los elementos mecánicos y pérdida de tiempo en el avance – máxima preocupación de la empresa -, incrementando el aumento en la concentración de grisú; una ventilación ineficiente; un minador que producía chispas al rozar; material eléctrico en pésimas condiciones de mantenimiento y una gran cantidad de polvo de carbón depositado en la tubería de ventilación aspirante.   

Dolor y lágrimas por los hijos y maridos fallecidos en el accidente del pozo Nicolasa, el 31 de agosto de 1995

Finalmente, los tribunales atribuyeron una parte de la responsabilidad a la compañía estatal, así que lo único que está claro, es que aquello marcó un antes y un después en la seguridad de la mina, hasta el punto de que, tanto la empresa y sus compinches de la Jefatura de Minas trataron en todo momento de echar las culpas “al muerto”, las investigaciones desde varios frentes, entre ellos el Parlamento Asturiano, sirvieron para legislar al respecto, sobre todo en lo referido a la ventilación y al funcionamiento de los minadores, pariendo toda una normativa para las explotaciones por sutiraje, un método de explotación que,  habiendo comenzado a implantarse en Asturias en la década de los años 80, sin embargo nunca se había regulado. A los efectos oportunos, quedaron fijados una serie de principios reguladores del  funcionamiento del minador en avance de galería, y, desde entonces, la Instrucción Técnica ASM-51 deja establecido que la máquina debe de avanzar exclusivamente a través de la veta de carbón y nunca en roca, pero  también se produjeron otros cambios, como una intensificación de los sondeos en las capas para su desgasificación antes de realizar las tareas en las mismas. La capa octava, la más rentable del pozo, reanudaba su explotación en el año 2007 aunque con un sistema diferente, con nuevos minadores y con un mayor flujo de aire para minimizar el riesgo de explosiones.

Realizada por suscripción popular, en el interior una llama permanentemente encendida simboliza el reconocimiento a la labor penosa y arriesgada de los hombres de la mina. La obra surgió a raíz del accidente ocurrido el 31 de agosto de 1995 en el pozo Nicolasa, donde perecieron 14 mineros

Por cierto, ¿se desconocían las causas del accidente y, sin embargo, se sabían las medidas que había que adoptar para que no se volvieran  repetir estos asesinatos de mineros a manos del grisú? ¿Fue necesaria la muerte de 14 vidas humanas para evitar que se siguieran produciendo otras similares? ¿Siguen pensando desde la empresa y la administración que todo se soluciona con una placa de recuerdo en el pozo y el monolito levantado en Mieres, como homenaje a los mineros tan violentamente asesinados? 

A ver cuando los mandos técnicos de la minería son capaces de convencer a sus patronos de que la innovación tecnológica es importante para alcanzar metas de productividad aceptables, pero que son los trabajadores el factor imprescindible para lograr esa productividad, reconociendo que el recurso humano es el activo más importante de la empresa, por lo que se debe generar condiciones de trabajo saludables, ya que la prevención de riesgos es la mejor inversión que puede realizar cualquier empresa para lograr sus objetivos de producción. En las más de las veces, los patronos y sus mandos solo piensan que la seguridad involucra mayores costos fijos que el trabajo inseguro y prefieren trabajar de forma insegura para evitar los “gastos” que puedan ir en desmedro de su productividad, pero no consideran el efecto de los costos relacionados al ocurrir un accidente, ya que la mayoría de las veces los empresarios no los ven.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“LOLI NIEVES”, UN LADENSE AFINCADO EN ZARAGOZA.

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“Loili Nieves” y Pelé en el Estadio de La Romareda.

Recuerdo emocionado aquel partido de fútbol entre el Honved de Lada, reforzado con jugadores del Silka Langreano, como plato fuerte que se jugaba en el día grande de las fiestas de San Román de Lada contra otro equipo de Asturias.

Desde las ocho de la mañana ya estaban en el campo las personas que se encargaban de preparar nuestro particular “Maracaná” de Lada, pintando las rayas con cal,  segando la pradera o colocando las porterías con redes, destacando entre todas ellas “El Chutu”,El Torciu”, Dato y “El Cubano”, padre de mi amigo y vecino “Loli Nieves”, a quien va dedicado el artículo de este año 2017 para el portfolio de nuestras fiestas del Nalón en Lada.

Con cinco años de edad había llegado yo a vivir a la barriada de Lada, y allí conocí a “Loli Nieves”, que vivía en la misma calle C que yo, fraguándose desde el primer día una gran amistad que perdura en la actualidad, al margen, claro está, del cariño que profesaban sobre mí su padre Tino “el cubano” y su madre Nedina. Él había comenzado sus estudios en las escuelas de los frailes del “baberu”, en La Salle de La Felguera, y yo comenzaba el bachillerato por libre en la Academia Mercantil “El Frailín” de la misma localidad, pero nuestro nexo de unión era el fútbol, practicado a diario en las praderas de nuestra barriada, primero como porteros, jugando a meternos goles de cabeza con la pelota, donde las porterías eran los mismos árboles, y más tarde coincidiendo en los equipos de “la Saeta” de Calo, en El Puente de los Torrijos, Aguila C.F., y Alcazar de Sama, magistralmente dirigido por el gran Saro Baragaño, pudiendo afirmar que, a juzgar por los resultados de aquellos enfrentamientos diarios a cabezazos yo era mejor portero que “Loli Nieves”. Además, a él nunca le gustaba jugar de portero en los partidos, dándose la circunstancia de que jugaba muy bien “alante”, como extremo zurdo que driblaba estupendamente, aunque no le gustaba correr mucho. Un día, en un partido que teníamos que jugar contra el equipo de Las Tejeras de Lada, me parece que era, resultó que no teníamos portero y decidimos que jugara “Loli Nieves”, iniciándose, desde entonces, una larga y exitosa trayectoria futbolística en la élite del fútbol español.

“Loli Nieves” con la Selección Juvenil Asturiana en Oporto, el año 1965.

Después de jugar dos años juntos en el Alcazar juvenil – “Loli Nieves” nació en 1947, y yo en 1948 –, un año antes de cumplir la edad de 18 años sería fichado por los juveniles del UPLANGREO, para recalar en el primer equipo de 2º división (1967-68), siendo su siguiente paso el Real Zaragoza de la primera división del fútbol español, donde llegaría en la misma temporada 1967-68, para debutar en un memorable encuentro de Copa de Ferias, jugado en Escocia frente al Aberdeen, en octubre de 1968, que continuaría con su primer encuentro en el estadio de La Romareda, el 3 de noviembre de 1968, contra el Pontevedra, hasta su retirada como futbolista activo en la temporada 1980-81, contando en su haber con el único subcampeonato de liga conseguido por el Real Zaragoza en primera división en la temporada 1974-75, defendiendo la portería zaragocista en el famoso 6 a 1 al Real Madrid conseguido con aquel gran equipo que pasaría a la historia del fútbol español como el equipo de los “zaraguayos”.  Una vez consumada su retirada del fútbol, no sin antes haber jugado tres temporadas en el Binefar, “Loli Nieves” pasaría a engrosar el cuerpo técnico del Real Zaragoza, en calidad de entrenador de porteros y posteriormente como segundo entrenador, permaneciendo como futbolista y técnico durante cuarenta años al servicio del equipo maño, siendo, después de Yarza, el futbolista que más temporadas ha vestido la camiseta del Real Zaragoza, con un balance de 175 partidos como titular en el Real Zaragoza, durante sus catorce años de permanencia como portero del equipo maño.

Aguila C.F. en el Campo el Nalón de L’Entregu, el año 1963: NIEVES; ANTON SAAVEDRA, Chano, Carlos; Jamart, Iván; Lauriño; Dolfi, Suárez, Noriega, Pruden y Coello.

Al final, el slogan de “ponga un portero del Langreo en su plantilla” parecía ser la consigna que seguían los grandes del fútbol español, donde nuestro campo del “Maracana” de Lada resultó decisivo, no en vano pasaron por él porteros desde “guajes” como los Nieves, Junqueras y Abelardos, entre otros, dándose anécdotas como cuando el Real Madrid agarró un monumental enfado cuando en el verano de 1965 el Valencia se le adelantó fichando al sotrondino Abelardo, contestándoles el presidente del UPLANGREO, Antonio Coto, a los máximos directivos del Real Madrid, Santiago Bernabéu y Antonio Calderón: Tranquilos, que tengo otro gran portero en la recámara. Se trataba, nada más y nada menos que de Junquera, quien quedaría incorporado al Real Madrid para deleitarnos durante un largo periodo (1966-1975), finalizando su carrera deportiva en el Real Zaragoza, junto con el ladense “Loli Nieves” (1975-1977).   

José Manuel Fernández Nieves “Loli”

Sin embargo, toda esta factoría de futbolistas langreanos, la mayoría de ellos asiduos de nuestro particular “Maracaná” de Lada, nunca hubiera sido posible sin personas nacidas por y para el fútbol, como Calo, Pin o Arbesú, destacando entre todos ellos la figura de Saro Baragaño, un personaje polifacético que hizo de todo dentro del fútbol y que todo lo hizo bien, siendo su opinión definitiva a la hora de evaluar la valía o no valía de un guaje como futuro futbolista, además de ser un auténtico formador de  futbolistas que, como mi amigo y vecino, “Loli Nieves” formaron parte de la élite futbolística.

ANTON SAAVEDRA

SANTO TOMÁS, LA MINA QUE EXPLOTÓ DE LUNES.

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Bocamina del Grupo Santo Tomás en la aldea turonesa de Repipe, perteneciente a la empresa vasca de Hulleras de Turón, en el concejo de Mieres.

Tal y como ha quedado dicho en otros capítulos de nuestra historia minera, adentrarse en el Valle de Turón significa, nada más y nada menos, que situarse ante el patrimonio minero más importante de la Europa del carbón y una de las ocho joyas históricas del patrimonio industrial asturiano incluidas en la lista de las cien mejores en España elegidas por el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial, todo él repartido  a lo largo y ancho de sus 25 kilómetros cuadrados de superficie.  

En este escenario, traemos hoy a nuestras páginas  al grupo minero Santo Tomás  de Hulleras de Turón, cuya plaza del 1º piso se encuentra ubicada en la aldea turonesa de Repipe, detrás de los lavaderos centrales de La Cuadriella y, enfrente, por tanto, del núcleo urbano de Santa Marina, en una cota de 281 metros, a partir de la cual fueron ascendiendo las labores mineras por las márgenes del arroyo de Los Valles, hasta chocar, cerca de Requejo, con la concesión minera “Clavelina”, otorgada en 1870 al langreano Mauricio Ortiz, cuyos hijos y sobrinos, apodados “los probones” en Sama de Langreo, seguirían manteniendo estas explotaciones mineras, tanto con su propia firma como colaborando con la Sociedad Hullera de Turón. 

Explotaciones mineras en el Valle de Turón y su red ferroviaria para el transporte del carbón.

Es más que probable, según las investigaciones realizadas por el geólogo e historiador minero, Pedro Fandós, que la proximidad con las concesiones de Clavelina fuera la razón por la cual la Hullera de Turón no abriera el grupo Santo Tomás, hasta el boom hullero de la 1ª Guerra Mundial (1914-1918), momento en el procedía también a la apertura de los grupos Podrizos y Fortuna, a la vez que relanzaba el grupo de San Benigno, dando por seguro que en Santo Tomás había labores antes del boom bélico pues ha quedado acreditado que en 1902 se cita a D. Ramón Machimbarrena como ingeniero al frente de un grupo Santo Tomás que ya contaba con 4 pisos. Más aún, se sabe que la colonización de la ladera derecha del río Turón se remonta al menos al año 1885 cuando se datan los Grupo San Víctor  y Piedrafita por las aldeas de Fuexo, La Fuente, entre otras. En realidad, lo que había ocurrido entre los años 1901 y 1914 fue que la actividad minera en la mina de Santo Tomás se hacía según las necesidades de la empresa, es decir, se utilizaba para reequilibrar posibles estancamientos de la producción, hasta que en 1918 pasó a ser propiedad de Hulleras de Turón.

Información en el periódico La Nueva España del accidente minero en el Grupo Santo Tomas de Hulleras de Turón, el 14 de agosto de 1967

El grupo Santo Tomás quedaría ubicado entre las fallas de Cortina y Piedrafita, en las capas del paquete Sotón del flanco norte del sinclinal de turón y en las del paquete Maria Luisa de las inmediaciones del anticlinal de Polio, afectado por fallas importantes, siendo explotadas al menos cuatro pisos, abriendo el 4º y último a la cota 398, quedando visibles tres escombreras del grupo minero y sobre todo la bocamina del 1º piso, que fue testigo de la trágica salida de los 11 mineros que se llevó la explosión de grisú aquel lunes, 14 de agosto de 1967, en el taller de la explotación formado sobre la capa 12 Este Vena Techo, del citado piso, a los ocho y  media de la mañana. 

Croquis sobre el sistema de ventilación y lugar del accidente en la mina Santo Tomás de Hulleras de Turón, el 14 de agosto de 1967.

La capa 12 estaba compuesta por dos venas, la del Techo y la del Muro, separadas ambas por un banco de pizarra y arenisca de unos 3 metros, y solamente se explotaba la Vena del Techo, con una potencia media de 60 centímetros de carbón en una pendiente de unos 15 grados, bastante duro de picar, llevándose la explotación por medio de macizos, reforzados por llaves de madera para mayor seguridad del taller.   

Consecuencia de una de las fallas aludidas que afectaron al taller entre el 1º y 2º piso, tirada hacia el Este, la dirección técnica de la mina había ordenado montar un nivel interior, entre las galerías del 1º y 2º piso, al objeto de explotar el carbón que se encontraba por debajo de la falla, el cual iba posteado de galería a base de trabanca y dos postes, siendo su sección la de una galería normal. Este taller Vena Techo, tal y como se puede ver en el croquis publicado, tiene una altura de 40 metros entre la galería del piso 1º y el Nivel, sirviendo este como galería de cabeza. Paralelamente, se procedió a subir una chimenea desde el Nivel con  el fin de atravesar la falla y poder calar a la galería del 2º piso, para poder ventilar y dar comienzo a la explotación del taller que se preparase por encima de la falla.   

Bocamina de Santo Tomás en la localidad turonesa de Repipe con la placa de recuerdo a los once compañeros mineros asesinados por el gas metano (grisú), el 14 de agosto de 1967

La ventilación general se realiza mediante un ventilador impelente instalado en la bocamina del transversal del piso 1º, capacitado para 20 metros cúbicos por segundo, el cual está accionado con un motor de 40 CV, siendo la ventilación parcial del taller capa 12 Este del piso 1º tomada del circuito principal que ventila los talleres capa 12 Oeste desde el 1º al 3º piso, que la dirige al taller mediante un ventilador impelente de 300 milímetros de diámetro, con otro tubo ventilador aspirante de similares características instalado en la galería capa 12 Vena Muro del piso 1º, que llega hasta el contrataque a Vena Techo.  

Refiriéndonos a la chimenea montada por encima del Nivel, su ventilación secundaria se realizaba con dos turbo ventiladores impelentes acoplados en serie, uno de ellos, de 300 milímetros de diámetro, y otro, de 150 milímetros, siendo el aire que impelen estos dos turbos ventiladores, procedente del pozo Vena Techo, con el fin de que el aire sea puro. 

Cajetilla de tabaco “aparecida” en el lugar de la explosión, para tratar de echar la culpa a los mineros muertos por haber fumado en la mina, pero se les escapó a estos sinverguenzas de la patronal-jefatura de minas que los cigarros se encienden con cerillas o con mecheru… ¿ Se les olvidó colocar una caja de fósforos en el lugar del accidente ? ¿ Acaso se les olvidó colocar un mecheru ?

Como ha quedado dicho, el accidente tuvo lugar un lunes, al poco tiempo de que entrara el relevo de las siete, pudiendo pensar por lógica minera que la acumulación del criminal grisú en el fondo de la chimenea fuese debido a la paralización de las labores del día anterior domingo, cuestión que se venía haciendo como norma habitual, siempre pensando en ahorrar unas pesetas en el consumo energético, pero no, la connivencia de la patronal con la Jefatura de Minas, desde un principio hizo correr el rumor de que la causa de la inflamación del grisú acumulado era debida a que alguno de los mineros había fumado un cigarrillo, mostrando para su infundada aseveración los restos de una cajetilla con tabaco. No era la primera vez que estos ingenieros Actuarios al servicio de la patronal, recurrían a estas sucias y malévolas artimañas, haciendo aparecer una cajetilla de tabaco que los propios servicios de la empresa depositaban previamente en los lugares de los accidentes para que, después, durante la visita de los ingenieros de la Jefatura de Minas, estos las encontrasen allí, a primera vista. 

La Cuadriella de Turón.

Sin embargo, aquella hipótesis que trataba de hacer a los mineros unos irresponsables que atentaban contra su propia vida y la de sus compañeros, enseguida sería desechada, al encontrar otra causa probable en la apertura de la lámpara antes de la explosión, bien de manera casual o intencionadamente, hasta el punto de que el ingeniero actuario de la Jefatura de Minas dejaría escrito entre una de sus recomendaciones “la conveniencia de organizar reuniones con todo el personal para recalcar sobre la forma de efectuar los reconocimientos y estudiar alguna modificación del sistema de cierre de las lámparas de seguridad, dada la posibilidad que actualmente al parecer existe en su apertura”.  

Mujeres carboneras en los cargaderos de La Cuadriella de Turón

Es decir, una vez más se ocultaban las verdaderas causas de los accidentes, en este caso la asesina aparición del gas metano, y de esa manera, un día sí y al siguiente también, se sucedían los accidentes por idénticas causas en las minas asturianas – 23 mineros muertos en accidente sería el triste balance del año 1967 en las minas de Turón -, aunque en esta mina ya nunca más se producirían más accidentes a partir de 1969, cuando Hunosa decidió cerrarla   definitivamente, después de que la Sociedad Hulleras de Turón quedara integrada en la empresa estatal en 1968. Ni siquiera estos “expertos” de la ingeniería minera se habían dignado al análisis de rigor, valorando el por qué la acumulación del grisú se había producido, precisamente aquel lunes, después de haber estado parados los comprensores en el último relevo del sábado, permaneciendo todo el domingo también parados hasta el inicio de la jornada laboral en aquel maldito lunes, 14 de agosto de 1967, que volvió a vestir de luto a todo el valle de Turón, con la muerte de 11 compañeros mineros. 

¿ Cómo era posible que estos “investigadores” de las verdaderas causas en los accidentes no hubieran tenido en cuenta que el segundo comprensor fue arrancado media hora después de haber entrado el relevo de las siete de la mañana, sabiendo como sabían, que el ayudante minero Vicente Manuel González Rodríguez, encargado de poner en marcha los comprensores, había comunicado al vigilante minero de 1ª ciertas anormalidades en el funcionamiento de los manómetros que anunciaban un descenso brusco, bajando más de cuatro atmósferas ? 

De vez en cuando la dirección de Hulleras de Turón visitaba sus instalaciones, pero solo para preguntar por la marcha de la producción, nunca para preguntar si había ocurrido algún accidente…

La triste realidad es que, habiendo transcurrido 78 años, 7 meses y 12 días desde la explosión del grisú en la mina allerana “La Esperanza”, con un balance de 30 compañeros mineros asesinados por el grisú y el afán desmesurado de ganancias por parte de los patronos mineros, las catástrofes mineras de Las Miguelinas, Tarancón, San Benigno, Asentadero, Campueta, María Luisa, La Sota, Mariquita, por no hablar de la ocurrida en Nicolasa en 1995, éstas no hacen más que mostrarnos una repugnante connivencia de la mayoría de los ingenieros Actuarios de la Jefatura de Minas con las patronales en la ocultación de las causas reales en los accidentes con el fin de que, caiga quien caiga, poder evitar otros de similares características. 

¿Con que armas cuentan los mineros para defenderse de su enemigo el grisú? Con la ventilación activa y permanente durante las veinticuatro horas y los instrumentos  que, en esta época que nos toca vivir, son muchos , para detectarlo y, como no, con unos ritmos  adecuados en la explotación de los tajos, amén de una formación de los mineros también adecuada, donde se impone la eliminación de todo tipo de trabajadores subcontratados temporalmente. Viento, mucho viento y más viento todavía es el que hubiera evitado estas tragedias humanas y, con ella, toda esa secuela de orfandad, de viudedad, de dolor, de miseria, de impotencia  que nos produce a todo el colectivo minero. ¡Ninguna labor minera bien ventilada tiene problemas con el grisú! Esto es axiomático, es incontrovertible, quien discuta esto ni conoce el grisú ni el laboreo de minas, sea ingeniero superior de minas o sea catedrático de esta misma faceta, en muchos casos actuando como frontón, vuelvo a repetir, de sus verdaderos amos: las empresas y el gobierno. 

Aldea de Repipe en Turón con sus antiguos cuarteles para viviendas de los mineros.

Si yo tuviera que condensar en un sólo párrafo el diagnóstico genérico sobre la seguridad de nuestras minas a lo largo de su larga historia diría que la seguridad minera de nuestras minas nunca figuró real y efectivamente como objetivo estratégico, formal y expresamente declarado y perseguido en los programas, de las empresas, de las administraciones, de los agentes sociales, de los profesionales, de las escuelas y de las universidades, y pienso que, aunque cada vez con menos minas en activo, no se puede permanecer con esa mentalidad de los dirigentes empresariales que aún siguen manteniendo la profunda convicción de que la única manera de mejorar  la rentabilidad es conseguir que los mineros arriesguen lo más posible, incluso con su vida.  

Muchos técnicos mineros, incluso responsables de la seguridad, conviven con esta insostenible antonimia, están convencidos de que, cuanto mayor sea la seguridad menor será la productividad. Y hoy, y desde hace muchísimo tiempo, está más que demostrado que se puede conseguir mejorar la seguridad al mismo tiempo que la productividad. Para ello se impone una verdadera formación para todos, no sólo para el minero, sobre el nivel de riesgo asumible, por una sociedad moderna, pero moderna de realidad, destruyendo radicalmente ese concepto de accidente minero como cuota, como servidumbre inexcusable, como sacrificio inevitable en el altar de la producción, frases que yo diría hipócritas y trasnochadas, pulverizadas hoy día por las correlaciones cerradas conseguidas entre la productividad y seguridad creciente, que van paralelas, que no son divergentes, ni mucho menos, como pretenden hacernos ver. La inversión en seguridad, es la inversión más rentable que puede existir en cualquier empresa.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MULAS, MOLINOS Y CARBÓN POR EL VALLE DEL RIO NEGRO.

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Antón Saavedra en la bocamina del grupo Pontones en el Valle del Rio Negro, perteneciente a la sociedad Industrial Asturiana, donde se puede ver perfectamente tres grandes rosetones, en el del centro se ve el anagrama de la SIA; el de la derecha dice “1938” y en el de la izquierda sólo se intuye el emblema de la Falange tras los efectos de la erosión ideológica.

Mi amigo, el minero escritor y poeta cuyarapo Albino Suárez, uno de los mejores conocedores de la obra del “Poeta de Asturias”, Alfonso Camín, aseguraba en la presentación de la reedición  “El valle negro”, que éste era el libro “más emotivo” que se ha escrito sobre la revolución asturiana de 1934, y es en esta novela, escrita desde su exilio mexicano, donde nos recuerda los sucesos revolucionarios acaecidos en la confluencia del rio Aller con el rio Negro, lugar donde nos encontramos para iniciar nuestra ruta minera por los valles de Cervigao y rio Negro, que iniciamos en el pueblo de Agüeria para patear el  coto allerano de la Sociedad Industrial Asturiana, por aquel entonces la quinta gran compañía hullera asturiana por su volumen de producción, detrás de Duro-Felguera, Fábrica de Mieres, Hulleras de Turón y la vecina allerana del marqués de Comillas, la Sociedad Hullera Española. 

En la novela “El valle negro”, el poeta asturiano relata su visión de la revolución asturiana de Octubre de 1934, sin ocultar en ningún momento su simpatía por los mineros sublevados, de una manera magistral, no sólo desde el punto de vista documental e histórico, sino también literario, hasta el punto de que quien haya leído estas páginas  ya no volverá a ver las poblaciones asturianas como antes.  

“El Valle Negro” de Alfonso Camín, una de las novelas capitales sobre la revolución de Asturias de 1934, con una espectacular portada de Gamoneda, publicada en México, el año 1938.

Así vemos cómo en la clariniana torre de la Catedral de Oviedo las fuerzas gubernamentales instalaron una ametralladora con la que disparaban indiscriminadamente contra todos los viandantes, revolucionarios o no. También la implacable represión y tortura a los mineros detenidos, pero en este capítulo nos centraremos en la historia minera de la Industrial Asturiana en los Valles del río Negro y Cervigao, tal y como ha quedado decidido desde un principio de la serie. 

En efecto,  aunque los orígenes de esta empresa se remontan a 1879, cuando se crea en París la Sociedad de Minas y Fábricas de Moreda y Gijón, sin embargo habría que esperar al año 1895 cuando quedaría constituida en Oviedo la Sociedad Industrial Asturiana “Santa Bárbara”, siendo sus principales accionistas los Tartiere y los Herrero. Y allí, en la localidad de Agüeria, perteneciente a la parroquia de Moreda, en pleno corazón del valle de Cervigao, todavía se puede apreciar el impresionante patrimonio minero del grupo Campueta, destacando su piso 1º, que cuenta con una embocadura construida de sillares y mampostería de 1921, tal y como figura en su piedra clave, donde a menos de 100 metros, andando por la antigua trinchera del ferrocarril minero, nos encontraremos con otra bocamina, auxiliar de la anterior, emboquillada en hormigón y con una compleja estructura para albergue del mecanismo de ventilación. Ya, cruzando el puente de la Campueta, podemos ver los antiguos cargaderos y la oficina técnica, reconvertida en vivienda particular, los cuales tienen fecha de 1922, y muy cerca aparecen los impresionantes pilares de lo que fue el puente de La Maravilla, que daría nombre al ferrocarril por el que circularon siete locomotaras construidas entre 1916 y 1920 por la casa americana Vulcan, encargadas de transportar el carbón a los lavaderos de Tartiere, en las proximidades del pueblo de Oyanco. 

Cargaderos del grupo minero Campueta, en la localidad allerana de Agüeria.

Continuando con nuestro recorrido, podemos ir viendo un conjunto de planos que subían hasta el piso 10º que definían al grupo “Cabromoza” que cesaría su actividad en los años treinta, destacando el plano inclinado cerca de estos que, con casi medio kilómetro de longitud, mereció el calificativo de “El Plantón”, construido su castillete de mampostería y una magnífica arquitectura, tanto en su caseta de señales como los restos de un cargadero presente en la zona, desde donde se partía hacia otra trinchera hacia el piso 1º de “Pontones”, situado en la cota 495, donde el transporte se hizo durante muchos años con bueyes. 

Grupo Pontones, propiedad de la Sociedad Industrial Asturiana, en el valle allerano del Río Negro.

Allí, en la plaza de “Pontones”, nos encontramos, con los poderosos cargaderos de hormigón, y muy cerca con las ruinas de un enorme albergue de piso y dos plantas destinado a que los mineros, por lo remoto de la zona, evitaran bajar a la civilización, estando destinado en la actualidad como cuadra para el ganado vacuno y caballar. Entre uno y otro, se abre una espectacular bocamina con tres grandes rosetones, pudiendo ver en el del centro el anagrama de la Sociedad Industrial Asturiana (SIA); el de la derecha dice “1938” y en el de la izquierda el emblema de la Falange tras los efectos de la erosión ideológica. 

Una de las figuras durante todo el proceso de la industrialización iniciada en el concejo allerano a mediados del siglo XIX, fueron los molinos, tantas veces olvidados en nuestra historia minera, como  fieles testigos y actores privilegiados en el proceso reindustrializador, yendo éste parejo a las transformaciones agrarias, tanto de los sistemas de cultivo como de la aparición de las nuevas necesidades que planteaba la industria minera.  De esta manera, tanto las orillas del río Negro como las de su afluente Cervigao, se fueron poblando de molinos hasta un número de 29, siendo el MOLIN DE ADELA, en la localidad de Agüeria, el único de todo el Valle del río Negro que se halla actualmente en funcionamiento.   

Molin de Adela, en la localidad de Agüeria, pertenciente a la parroquia de Moreda.

La primera referencia escrita que se tiene de este molino de rodezno o rueda horizontal es la escritura de partición de herencia otorgada ante notario el 3 de marzo de 1933 que dice lo siguiente: “Una finca llamada El Fontán, sita en el referido lugar de Agüeria, destinada a cultivo… linderos…río negro… Dentro de esta finca existe un hórreo… y un edificio de planta baja destinado a molino, con molar harinero y rabil, que ocupa veinticinco metros cuadrados, valorado en cinco mil doscientas cinco pesetas.”, siendo la molinera y titular de los permisos oficiales ADELA PANDO. 

Al molín llegaban, desde los pueblos  Huertomuro, La Enfistiella, San Miguel, Riondo, La Rumia, Los Bustios, Les Llanes, La Caseta, El Castro o Los Torneros, entre otros muchos, los propietarios del grano que venían a molerlo, recibiendo la molinera como pago o precio por su trabajo la maquila, una medida consistente en una cantidad de harina proporcional a la cantidad molida.  

Jamín Cordero, Antón Saavedra y Ricardo Cordero Pando, el fíu de Adela “la Molinera”, en una de mis visitas al Molín, con Ricardo como alma y guía, quien quiso conservar el molino en el que su madre trabajó durante toda su vida, y lo ha reabierto con un afán didáctico, es decir, para poder enseñar a todo el que quiera pasarse por Agüeria, en el concejo de Aller, cómo se realiza una molienda tradicional, y muchas más cosas desconocidas para la inmensa mayoría del pueblo asturiano.

Entre los años 1930-55 la actividad del molino llegó a ser tan intensa que requería el funcionamiento de las dos muelas, día y noche, para lo cual en ocasiones se dormía en el molino. No obstante la época de mayor trabajo coincidió con la eclosión de las labores mineras en la zona, a partir de años 1930 y posteriores, en los que Adela llegó a un acuerdo con las empresas mineras, para proporcionar harina de cebada y de maíz, para el pienso de las mulas y bueyes que se utilizaban en las labores de minería, lo que obligó a la adquisición de una nueva turbina o rodezno por la cantidad de cinco mil pesetas de la época, así como a otras obras y reformas para la ampliación de los espacios del molino. 

Sin embargo, la minería de la zona no se conoció por las labores de estos molinos, tan importantes para el proceso minero, sino que el sector minero en el valle de Cervigao, sería conocida por una nueva tragedia ocurrida en su mina de la “Campeta”. Otra vez el asesino metano causaba estragos entre los trabajadores mineros cuando, siendo las once de la mañana del miércoles, 18 de mayo de 1960, en la galería montada sobre la capa Pepita, 2º piso, al pie de la chimenea que lleva su nombre, el grisú volvió a explotar causando la muerte de seis compañeros – cuatro en el momento de la explosión,  y otros dos, de los cuatro que fueron heridos gravemente y trasladados al sanatorio Miñor de Oviedo, a los pocos días -, al margen de otros heridos menos graves que fueron evacuados al sanatorio que la empresa tenía en la zona de Tartiere-Campera. 

Transversal de la Pepita, perteneciente a la Sociedad Industrial Asturiana, en la localidad allerana de Agüeria

En esta mina Campueta existe un transversal de unos 500 metros de longitud que corta la capa Pepita del paquete Generales, y por cuya capa se estaba dando una chimenea para comunicar el 2º piso con el 3º, para formar a partir de ahí el correspondiente taller de arranque, teniendo la chimenea en el momento de la explosión unos 25 metros avanzados sobre los 50 previstos. El avance de la chimenea se realizaba subiéndola con dos pozos iguales, uno siempre libre que hace de auxiliar, y otro, para bajar el carbón, ambos comunicados entre sí por medio de sobreguías, que se van tabicando todas con excepción de la más alta por donde circula el aire, el cual desciende por el pocillo de bajada del carbón hasta otra sobreguía próxima a la galería, comunicada con ésta mediante otro pocillo o coladero por donde sale el aire a la galería ayudado por dos turbinas aspirantes acopladas con tubería a dicho pocillo o coladero. 

Croquis de la explotación de mina “Campueta” donde se produjo el accidente minero por explosión de grisu, el 18 de ayo de 1960

De acuerdo con las declaraciones de los testigos “preparados” por la patronal para facilitar la labor a sus compinches de la Jefatura de Minas a la hora de buscar las causas de los accidentes, los registros efectuados en los pozos de la chimenea con la lámpara de gasolina nada hacían pensar en una explosión de grisú, al encontrarse limpios de maleza y con buena ventilación, pero el grisú apareció y, una vez más explotaba para evitar que seis mineros no regresaran vivos a sus casas. 

En efecto, una vez “preparados” los testigos por la patronal, y notificado el accidente a la Jefatura de Minas, ésta comenzaba las investigaciones de las causas del accidente, encargándose del informe el ingeniero de minas José María Rubiera Zubizarreta quien, después de tomar declaración a los heridos hospitalizados en los sanatorios Miñor, de Oviedo, y sanatorio de la patronal en Moreda, volvería con su equipo a la mina, para realizar varios aforos en el circuito de ventilación en el transversal del 2º piso y muestras de aire dentro de la mina, resultando los mismos totalmente satisfactorios, de acuerdo con el vigente reglamento de Policía Minera, realizando asimismo otras muestras de aire para analizar el contenido de grisú. Una al pie de la chimenea y otra a la salida del circuito de ventilación en el transversal del piso 1º, obteniendo un resultado de 0,5% de metano la primera y de 0,2% la segunda, cantidades muy por debajo de las admitidas por el citado reglamento (1,25% y 0,60%, respectivamente).  

Grupo de mineros de “Campueta”,el año 1924

Una sola cuestión se me ocurre al respecto: si la mezcla de metano y aire es explosiva entre el 5% y el 15%, y los controles efectuados antes y después de la explosión eran altamente satisfactorios ¿Cuáles fueron las causas reales en la explosión que originó la catástrofe minera en la mina “Campeta”? Algo debían de saber los ingenieros Actuarios de las causas reales del accidente, cuando en sus conclusiones escritas recomiendan, después de llegar a la conclusión de que la explosión fue debida a “una pequeña acumulación momentánea de grisú procedente de la chimenea en los alrededores del pozo de bajada del carbón, entre el pozo auxiliar y la puerta de madera, achacando el accidente al hecho casual de haberse roto el vaso de la lámpara de seguridad que portaba el vigilante”  que: “en la reactivación de los trabajos para continuar la subida de la chimenea sobre la capa Pepita, se tendrá que realizar con las debidas precauciones (…) extremando la vigilancia en el sentido de reconocer todos los puntos de las labores de la mina de referencia donde se pueda sospechar la acumulación o formación de bolsas de grisú (…) dejando un paso de aire por la parte superior de la puerta de madera para dirigir la ventilación por el pocillo auxiliar de la chimenea, evitando así la formación de bolsas o acumulaciones de grisú cerca del pozo de bajada de carbón de la chimenea”. 

Concentración de los componenentes del Sindicato Minero Amarillo de Moreda, en el prau de la Agüería, el año 1927

No, señores de la jefatura de minas vendidos descaradamente a los intereses de la patronal. Los accidentes mineros, y mucho menos las catástrofes mineras, en su inmensa mayoría no son hechos casuales, ni dependen de la mala suerte o de la fatalidad, como ustedes manifiestan accidente tras accidente. Ese “fatalismo” que tratáis de acreditar en vuestras conclusiones, según el cual el accidente de trabajo o la enfermedad profesional, en el fondo no son sino efectos del “caso” o, todavía peor, riesgos inevitables que amenazan a las personas en cuanto tal y no por estar obligadas a trabajar largas y duras jornadas laborales en ambientes peligrosos y malsanos. 

¿ cuántos de estos neños acabaron en el Orfanato Minero porque sus padres perdieron la vida en los demasiado frecuentes accidentes mineros en el concejo de Aller ? (Escuela de Agüeria con su maestro Vicente, el año 1945)

Se cae así en la alusión sibilina a la “distracción” y en otras conclusiones peores, como causa principal del accidente, tratando de poner una losa sobre la violación permanente, cotidiana, de las más elementales normas de prevención, apareciendo a la luz de la realidad como una cínica maniobra de quien se interesa más en la ganancia que en la salud y la integridad física del minero. Y nosotros, los mineros, nos negamos a considerar a la mina como ineluctable “lugar de pena”, negándonos radicalmente a una concepción del trabajo no resignada y fatalista, entre otras cuestiones, porque el accidente aparece cada vez más ampliamente debido a una violación de las normas técnicas, jurídicas, de principios humanos y morales, lo que obliga a una exigencia permanente del restablecimiento de la legalidad de las minas, a la exigencia de verificar la responsabilidad y de eliminar las causas, sin que los mineros más comprometidos, sindicalmente hablando, sufran presiones, intimidaciones, cambios de puestos de trabajo, ni despidos del trabajo, ni que “otros” mineros sean ascendidos en la profesión por actuar de testigos “preparados” ante la Jefatura de Minas y otros organismos judiciales a la hora de investigar la causas reales de los accidentes.

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


MI VIDA: SAAVEDRISMO Y VILLISMO.- IV PARTE

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La jueza Simonet Quelle Coto citaría a José Ángel Fernández Villa para declarar ante los tribunales de la Justicia, el 7 de marzo de 2017, bajo la amenaza de ser trasladado como detenido, tal y como se muestra en la foto, para el caso de negarse a ello.

Después de catorce meses y once recursos, el exvirrey de Asturias se presentaba en los juzgados para prestar declaración de las tropelías económicas que le reclamaban sus antiguos compañeros del SOMA-FITAG-UGT, no sin que previamente hubiese sido amenazado por la magistrada encargada de la instrucción judicial de su detención para el caso de que no acudiese a prestar la declaración requerida. Así, con fecha 3 de marzo de 2017, despojado de la púrpura sindical y sin la acostumbrada guardia pretoriana que le cubrían sus espaldas en los mítines y las barricadas televisadas, con barba de cuatro días y apoyado en un bastón; con su compañera María Jesús, apoyada en otro bastón; y su letrada, Ana García Boto, repartiendo “maletinazos” contra los periodistas que esperaban agolpados en las puertas del juzgado, hacía su entrada triunfal en los Juzgados de Oviedo el exsecretario general y sucesor de Manuel Llaneza en el SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa. 

La letrada de Villa, Ana Garcia Boto, perdió los nervios y comenzó a repartir “maletinazos”contra los periodistas agolpados en la puerta de los Juzgados. ¡¡¡ Lo nunca visto !!!

Dos horas de comparecencia para responder exclusivamente a las preguntas de su letrada, en un formato perfectamente “cocinado” y, cuando casi todos pensaban que Villa era una especie de la reencarnación del enfermo imaginario de Moliére, va  y nos demuestra que se trataba de un enfermo muy consciente que había estado explotando su padecimiento en el desarrollo de todo un melodrama televisado para que nos olvidásemos de él. Dos horas para concluir con una afirmación: “No me llevé el dinero del SOMA, mis bolsos siguen siendo de cristal”.  

De esa manera, el “capofamiglia” Villa descargaba toda responsabilidad ante cualquier posible ilegalidad en quienes antes eran sus “consiglieris”, tratando de querer hacernos ver que solo le preocupa el juicio de la historia a la vez que confesaba estar escribiendo su autobiografía, aunque reconociendo no estar en “las mejores condiciones para terminar el libro”. Desde mi punto de vista sería el mejor servicio que le podría hacer a la región asturiana, después de haberse prestado a dejarla en la más de las paupérrimas miserias, porque sabríamos con todo lujo de detalles todos y cada uno de los personajes que embolsaron las “mordidas” millonarias de los Fondos Mineros, pero mucho me temo que nunca veremos escrita esa autobiografía, entre otras cuestiones porque Villa ya no tiene a nadie quien le escriba los artículos que él mismo firmaba para la prensa, ni mucho menos quien le escriba un libro.  

Gabino de Lorenzo y Villa cuando funcionaba la suciedad SOMA-PP… ¡¡¡ Eran otros tiempos !!!

Es verdad que existe mucho “rastrero limaco” que todavía teme por sus zarpazos. Me refiero a esos “estómagos agradecidos” que todo se lo deben, política y económicamente hablando, casos concretos del mismísimo presidente del gobierno asturiano Javier Fernández; por no hablar del exalcalde de Gijón y expresidente del gobierno asturiano Vicente Alvarez Areces; el exconsejero de Industria, Graciano Torre; o el mismísimo expresidente de Cajastur, Manuel Menéndez, pero no es menos cierto que, tal y como él mismo declararía ante la jueza, “nadie tuvo cojones a llamarme la atención, aunque razones tenían”, y ahora ni siquiera le llaman por teléfono. Ni siquiera quienes le endiosaron hasta atribuirle poderes divinos le conceden ahora el menor mérito. Villa no es más que un “apestado social”, acorralado por la justicia y abandonado por todos aquellos que le seguían sin preguntar, salvo sus “consigieris” Pedro Castillejo Partido y José Antonio Postigo, motivados ambos por tener que saldar también sus  tropelías económicas ante los tribunales de la Justicia.

Por fín, después de catorce meses de comedia, y después de once recursos presentados por la letrada Ana García Boto para evitar la comparecencia ante los tribunales, el exlíder somático hacía su entrada triunfal en los Juzgados de Oviedo, el 3 de marzo de 2017, acompañado de su espaosa, su abogada y su procuradora .

En cualquier caso, calderilla somática aparte, las verdaderas cuentas pendientes entre Villa y Asturias van mucho más allá del origen fraudulento de su fortuna porque, vuelvo a reiterar, quedan pendientes por saldar el destino de los multimillonarios fondos mineros, unos robados y otros despilfarrados, como tendremos ocasión de ver muy prontamente con el gran desfalco millonario cometido en la construcción del geriátrico del Montepío de la Minería Asturiana en la localidad asturiana de Felechosa. 

El caso es que aquel enfermo, después de recordar en su comparecencia que sufría de la próstata y de demencia, que padecía de la espalda con el riesgo de quedarse parapléjico y no sé cuántas milongas más, comenzaba a defenderse, a la vez que se lamentaba ante la magistrada del trato que en sus circunstancias estaba recibiendo, entre otras ser objeto de acusaciones injustas y que se estaba vulnerando la protección de sus datos… 

Las respuestas del somático exvirrey de Asturias a las preguntas que le hacía la letrada encargada de preparar el guión de la tragicomedia villamochesca ante los tribunales, tal y como se puede leer en la transcripción literal publicada por el diario El Comercio con fecha 5 de marzo, cuando le pregunta a su cliente por las veces que había estado en su casa para preparar la declaración y éste contesta que tuvo miedo que se quedara a vivir allí por la cantidad de días y horas que se pasaba en ella, nos hace pensar que ambos estuvieran preparando un folletín teatral con el objetivo de seguir mareando la perdíz para tratar de demostrar la absoluta irresponsabilidad de los actos realizados en el pasado y su incapacidad en el presente, en lugar de estar destinado a lograr la risa y el llanto.

Después de catorce meses en rebeldía para no comparecer ante los tribunales, ni siquiera tuvo tiempo para afeitarse. En realidad, todo estaba previsto en el guión diseñado para la tragicomedia del Villamocho…

Continuando con el interrogatorio “cocinado” en casa del sujeto, resulta hasta grotesco leer cuando ésta le pregunta a su cliente por los años en que había sido secretario general del   SOMA, y éste le responde dubitativo “¿setenta?”. Es decir, este comediante había nacido en 1943 siendo ya secretario general del SOMA, dejando el cargo en 2013, lo que suman los setenta años de su respuesta, aunque más grotesco resultaba la respuesta a la pregunta de cuándo había empezado a trabajar, contestando que había empezado en el año 1950, esto es a la edad de siete años, si bien en otro momento aseguraba que “a los catorce años había empezado a trabajar”. Desde mi punto de vista, estas “equivocaciones” no tenían más que un objetivo: corroborar el tristemente famoso “síndrome confusional” que se le había diagnosticado en el HUCA, para evitarle tener que comparecer ante los tribunales de la justicia hasta que el catedrático gallego especialista en materia de demencias, Alfredo Robles Bayón, lo consideró apto para el interrogatorio. ¡¡¡Y vaya si lo estaba, llegando a pegar hasta sus conocidos puñetazos encima de la mesa!!!  

Declaración de Hacienda presentada por Antón Saavedra el año 2016. ¿ Por qué no la hace pública Villa, teniendo, como dice él, los bolsillos de cristal.

Al hilo del encabezamiento que titula el capítulo, una vez más quedaban establecidas las diferencias entre les “llocures” del “saavedrismo” y la sensatez del “villismo”, tal y como se había establecido muy interesadamente con el objetivo de desprestigiar las políticas de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. en torno a la política minera que se defendía por aquel entonces, resultando muy difícil  que un demente admita esta realidad con la naturalidad que lo hace Villa, dejando muy claro que lo suyo, al contrario de lo de Argán, el personaje de la comedia francesa, no es hipocondría sino sentido de la conveniencia para no devolver el dinero robado y, sobre todo, evitar el alojamiento en la cárcel de Villabona. 

Por ello, sería muy conveniente que, tal y como ha hecho el “saavedrismo”, publicando todas sus ingresos durante la actividad sindical y política, a la vez que autorizando por escrito a cualquier ciudadano a investigar todas sus cuentas bancarias en España y en cualquier país del mundo, el “villismo” hiciese lo propio con las suyas. De esa manera sabríamos fehacientemente de todos sus ingresos y “mordidas”. ¿Por qué si sus bolsos son de cristal, tiene tanto miedo a hacer pública su declaración de Hacienda, tal y como hago yo?   

¡¡¡ 6.500 euros!!! en puros habanos de la marca Cohiba que Villa se gastó durante tres años, a cuenta del sindicato, cantidad que ahora le reclama…

Digámoslo más claro, estableciendo las radicales diferencias entre el “saavedrismo” y el “villismo” a la hora de comprender el funcionamiento del sindicalismo minero en nuestro país. Mientras el “saavedrismo”, con sus errores y aciertos, siempre permaneció en la trinchera de los trabajadores en su lucha permanente contra la opresión de los patronos y los gobiernos de turno, el “villismo” actuaba al servicio más descarado de la patronal y los gobiernos para oprimir y exprimir a los trabajadores, incluso a los propios afiliados somáticos, hasta causar la muerte del sector minero asturiano y sus comarcas, donde su máximo representante, José Ángel Fernández Villa, pasará a la historia del movimiento obrero como “el enterrador”, sin olvidarnos, claro está, de la costosísima factura pagada, no sólo en gastos personales del personaje, tal y como han quedado detallados con todo lujo de detalles en los distintos medios de comunicación. Que también. Sino, sobre todo, por el precio tan injustamente pagado por una región, como Asturias, sometida durante más de 30 años a los designios y caprichos de un cacique consentido, mentiroso, chapucero y ladrón hasta dejar transformadas sus comarcas mineras en auténticos parajes lunares. 

El SOMA pagaba hasta las multas particulares del “capofamiglia”, haciéndose cargo de esta sanción de 77,3 euros tras llevarle la grúa el coche, aparcado junto al campo del Molinón en enero de 2010. Ese día jugaba el Sporting-Barcelona (0-1).

Pero, no sólo se trataba de fumar habanos Cohíbas y Montecristos a cuenta del sindicato, o de cargar el kilometraje de lo viajes, aunque el Mitsubishi Montero y el AudiA4 eran propiedad del SOMA, porque el sujeto en cuestión pasaba de forma continua los gastos de comida, gasolina, kilometraje, ropa, perfumes, flores,  galletas, limones, yogures, películas de cine, libros de fútbol, belleza y salud, bolígrafos, entre otros muchos productos, hasta sumar 3.000 euros de gastos mensuales en su tarjeta Visa Oro. Incluso llegó a pasar gastos de viaje por triplicado entre Asturias y Madrid. En cierta ocasión, con ocasión de un Comité Federal de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. celebrado en Madrid,  de la que yo era su secretario general, comprobé que Villa había pasado en su nota gastos abonados por la organización, el kilometraje desde Asturias en el coche propiedad del SOMA. Aquel día había coincidido con una de las reuniones semanales de la comisión ejecutiva federal del PSOE, de la que él formaba parte y, cuál sería mi sorpresa cuando me entero que también había percibido los mismos gastos por parte de la tesorería del PSOE. Por simple curiosidad, y después de hacer las correspondientes averiguaciones en Asturias, me confirman que también había pasado la misma nota de gastos al SOMA. Es decir, había percibido lo que se puede titular 3 por 1. ¡¡¡ He ahí otra de las diferencias entre el  “villismo” y el “saavedrismo”, al que jamás se le podrá acusar de haber pasado ni siquiera los gastos de un simple bocadillo fuera de la actividad sindical o política, y menos haber pasado gastos a cuenta de tarjetas bancarias como lo hacía el “villismo” con sus Visas Oro y American Express o Mastercard, por la sencilla razón de que nadie tenía tarjetas en el Comité Ejecutivo de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. (1978-1988) !!!  

Cantidades definitivas que reclama judicialmente el SOMA a sus antiguos afiliados, José Angel Fernández Villa y Pedro Castillejo Partido.

Toda esta información y mucho más de los gastos que Villa y sus “consiglieris”, Pedro Castillejo y José Antonio Postigo, realizaban con cargo al sindicato y sus “chiringuitos”, no vienen sino a confirmar el funcionamiento de un sindicato que, a lo largo de su larga trayectoria de treinta años bajo el mando férreo del “fhurer” Villa, no se ha caracterizado por el rigor ni mucho menos por un mínimo atisbo de lo podríamos llamar democracia interna. ¿Alguien se puede imaginar qué hubiera ocurrido en esta región si, en vez de saltar públicamente el escándalo del Villamocho, se hubiera muerto este personaje? Pues, lisa y llanamente, que sería el día de hoy en que todavía estaríamos asistiendo a la colocación de placas y monolitos con su nombre en las calles y plazas de cualquier rincón del territorio como uno de los prohombres de nuestra región asturiana, todas ellas con los discursos inaugurales de los personajes que le “doraban la píldora” y que, a pesar de deberle su carrera política y, muchos de ellos y ellas, la profesional, ahora ni siquiera tienen la dignidad de llamarle por teléfono. Vamos, que ni lo conocen.  

Una semeya del fotográfo ovetense Santiago Garcia donde se pueden ver a Villa, Castillejo y al antiguo tesorero somatico Ramiro “Falconetti”, clamando por las tarjetas Visa Oro, American Express y Mastecard…

Más claro todavía. Que aquellos que compartieron tareas de dirección, ensalzando  e instrumentaron las decisiones de su “capofamiglia” Villa, sean ahora los que encabecen la revisión de la época, caso concreto del eterno “exconsiglieri” en las tareas de tesorería durante 23 años, Aquilino Ronderos, por no hablar del mismísimo actual secretario general somático, en su día lugarteniente del “capofamiglia”, resulta, cuando menos, un ejercicio de hipocresía y ciencia ficción al querer hacernos creer que el SOMA-FITAG-UGT era una institución transparente, con un solo y aislado defecto: las prácticas corruptas de su omnímodo jefe. Quiero decir y pregunto públicamente: ¿De verdad que no hubo ningún otro dirigente somatico,  al margen de los “caídos”, Castillejo y Postigo, que se hayan beneficiado igualmente del propio sindicato?

Lo más sorprendente de esta tragicomedia villamochesca, es el cambio radical en la estrategia diseñada por la letrada defensora del millonario exvirrey de Asturias, quien después de un largo año tratando de evitar la comparecencia del sujeto, de repente pasaba al extremo radicalmente opuesto, solicitando que volviera a declarar, pidiendo la realización de pruebas de todo tipo, incluidas las actas de Hunosa, así como la comparecencia de treinta y cinco “exconsiglieris” somáticos como testigos, todo con el objetivo de retardar lo máximo el alojamiento de su cliente en la cárcel de Villabona. 

El SOMA pide seis años de cárcel para Villa y cinco para su “consiglieri” Castillejo por apropiación indebida.

Sin embargo, la magistrada Simonet Quelle Coto, harta ya de tanta maniobra dilatoria, no estaba dispuesta a consentir por más tiempo la instrucción de la querella interpuesta por el SOMA-FITAG-UGT contra su exsecretario general, José Ángel Fernández Villa, y el exsecretario de INFIDE, su “exconsiglieri” Pedro Castillejo Partido, rechazaba en un auto fechado el 13 de marzo una por una todas las pruebas solicitadas por “impertinentes” y “dilatorias”, cargando a la cartera millonaria del “capofamiglia” Villa los costes judiciales de los catorce recursos presentados en el Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo. 

Así llegamos a la fecha del 12 de abril cuando la magistrada daba por cerrada la instrucción contra el “capofamiglia” Villa y su “consiglieri” Castillejo, concluyendo que ambos pudieron haber cometido un presunto delito continuado de apropiación indebida. En concreto, la jueza considera que Villa se apropió de 434.158 euros del sindicato y Castillejo de 119.434 euros. Esta cifra se corresponde a las cantidades que Villa ingresó “entre 1989 y 2012, cuando ostentaba la máxima capacidad de toma de decisiones y representación legal del sindicato, asumiendo la dirección y el control de los medios humanos y económicos y efectuando acciones encaminadas a desviar fondos del sindicato a su patrimonio personal”. En el auto, la magistrada expone los hechos que considera probados, tales como el destino de las dietas de los miembros del SOMA en el comité intercentros de Hunosa, cuando la empresa pública minera pagaba esas dietas mediante cheques nominales entre 1989 y 2001, pero “pese a ser conocedor de que los mismos pertenecían al sindicato, los incorporaba a su patrimonio personal en su totalidad”. 

Javier Fernández, hijo político de Villa, al ue ahora no conoce…

Y, por fín, llegamos a la fecha del 19 de abril de 2017, cuando, siete días después de que la jueza instructora del “caso Villa”, Simonet Quelle Coto, cerrara la instrucción sería la Fiscalía quien presentaba su escrito de acusaciones, pidiendo cinco años de cárcel para José Ángel Fernández Villa por haberse apropiado de 434.158 euros del sindicato minero, a la vez que pedía también tres años de prisión para Pedro Castillejo Partido, por apropiación de otras 119.434, 74 euros de la fundación somática de INFIDE. Posteriormente, el propio SOMA, como parte acusadora, elevaba la pena a seis años de cárcel para Villa y cinco para Castillejo por apropiación indebida. Al respecto, ver a Villa sentado en el banquillo de los acusados por actuaciones realizadas cuando era el todopoderoso secretario general somático resulta una imagen onírica, totalmente irreal, no tanto por su comportamiento como líder sindical, sino que se produzca la querella,la instrucción judicial y la vista oral, por iniciativa de sus propios compañeros y gobernando el mismo PSOE que tuvo a sus pies. Dicho de otra manera, tal como dejó escrito el columnista Juan Neira en sus páginas del diario El Comercio: “Villa en el banquillo debería ser el símbolo más claro de un cambio político en la región y, sin embargo, toda la peripecia judicial se da con el PSOE en el poder, estando de presidente del gobierno un político que fue estrecho colaborador suyo”. 

Ninguno de los colgados en las fotos, ni siquiera el Cascos, reconocen a Villa. Todos sufren de amnesia…

La penúltima escena de la tragicomedia villamochesca tendría lugar con fecha 10 de mayo del presente año, cuando la magistrada instructora del “caso Villa” decretaba el auto de apertura de juicio oral contra los dos sujetos mencionados para ser juzgados en la Audiencia Provincial de Oviedo, dándoles una semana de plazo para que depositen una fianza de 450.000 euros para Villa y 119.434 euros para Castillejo, advirtiéndoles de que serán embargados sus bienes para el caso de que no atendieran su requerimiento en un plazo máximo de 24 horas desde la notificación, apareciendo la cantidad correspondiente a Villa en una cuenta que éste sujeto tenía “olvidada” en el Banco Sabadell. Dice su esposa María Jesús Iglesias que José Ángel no se acuerda de nada y que las “cartillas del banco están en el sindicato: ahora estamos empezando a ordenar todas estas cuestiones con el asesor. José Ángel no se acuerda de nada”. ¡¡¡Manda güevos!!! 

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SOCIALIZAR PÉRDIDAS Y PRIVATIZAR BENEFICIOS.

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Desde la Presidencia de HUNOSA, se me ha invitado a la elaboración de un artículo para el libro “HUNOSA: Cincuenta años. Cincuenta protagonistas”, el cual acabo de realizar y enviar antes del día 30 del presente mes de mayo, tal como se me pidió, tanto en la fecha como el espacio. Este es el texto.

“Puedo decir que algunos propietarios de minas integrados en HUNOSA  me han dicho, más o menos confidencialmente, que si hubiesen sabido el precio que el Estado les iba a pagar, hubiesen comprado antes muchas otras minas”. Con esta frase del entonces presidente de la patronal CEOE, Carlos Ferrer Salat, publicada en la revista “Actualidad Económica” de 16 de mayo de 1970, se podría poner punto y final al doloroso parto de una empresa que ya desde su nacimiento se cargó sobre las espaldas del pueblo español en beneficio de unas cuantas familias, unidas por lazos endogámicos e íntimamente imbricados con la Administración  del Estado.

El proceso de la operación que originó el traspaso de las responsabilidades contraídas por el sector privado al sector público tiene su base en el cambio radical operado en la política económica que adopta el gobierno franquista a partir de 1959 con el Plan de Estabilización que condujo a una liberalización de la economía española, abandonando las directrices autárquicas que habían venido imperando durante los años de la dictadura, y lógicamente la repercusión en el sector de la minería del carbón fue grande, ya que  la política energética autárquica fue abandonada y comenzó a aplicarse una política de importación de carbón extranjero a la vez que se iniciaba todo un proceso de unidades de refino de petróleo con la consiguiente fuelización del país.

Aquello trajo como consecuencia una huelga permanente en las necesarias inversiones para el desarrollo de nuestra minería y a partir del año 1968, la oligarquía financiera del país optó por devolverle los yacimientos mineros esquilmados a sus dueños – el Estado – percibiendo por ellos cantidades multimillonarias perpetrando un colosal desfalco contra el pueblo español, o si se prefiere una acción de terrorismo institucionalizado auspiciado por el gobierno de turno en connivencia con el gran capital. A modo de ejemplo, resulta sorprendente que la principal sociedad hullera de España – Duro Felguera – sólo haya efectuado durante 20 años inversiones por valor de 241 millones de pesetas, cifra más que ridícula, que arroja una inversión por tonelada de 8 pesetas, cuando en las mismas fechas, Inglaterra, Francia y Bélgica efectuaban inversiones de 1,10 dólares por tonelada, mientras Alemania y Polonia superaban con creces estas cifras.

Dicho de otra manera. El Estado cargó con las desinversiones de las empresas privadas, a lo que hay que añadir el “poco cuidado” del INI en el momento de la compra de las empresas, en demasiados casos pagando la maquinaria y los equipos e instalaciones en general dos veces, la primera en el momento de la integración y la segunda al comprobar que el material comprado eran auténticos montones de chatarra, amén de los yacimientos agotados que se le entregaron a HUNOSA, pagando el Estado cantidades, tal y como si hubiesen adquirido los yacimientos mineros del Cerrejón colombiano. El resto del tiempo transcurrido hasta la fecha, ha sido un cúmulo de despropósitos y corrupciones, hasta lograr el objetivo de cerrar la empresa socializada, en una vergonzosa connivencia del pandillerismo sindical somático con el gobierno de turno y la práctica totalidad de los presidentes adecuados para llevar a cabo la grotesca operación.

ANTON SAAVEDRA

 

PENSIONES Y SINDICALISMO

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INTERVENCIÓN DE ANTÓN SAAVEDRA SOBRE “PENSIONES Y SINDICALISMO” EN EL I ENCUENTRO ESTATAL DE VAMOS (PODEMOS) EN LA CASA LA BUELGA DE CIAÑO, EL 3 DE JUNIO DE 2017.

Buenos días, compañeras y compañeros. Gracias por vuestras palabras de presentación, pero yo sólo soy un compañero más de SOMOS, de los que VAMOS a trabayar para poder acabar con este sistema injusto y corrupto del bipartidismo turnista del PPSOE, y poder implantar un sistema justo y democrático al servicio de la gente, porque, claro que PODEMOS.

En aras de  la brevedad, y con el fin de dar paso a un debate enriquecedor de esta asamblea que estamos celebrando en este magnífico foro de La Casa de La Buelga, me vais a permitir que haga unas reflexiones a modo de sinopsis, centradas en los conceptos que titulan mi ponencia sobre “PENSIONES Y SINDICALISMO”, no sin antes hacer mías las palabras del compañero Tino, en el sentido de que los problemas como el que tratamos tienen un ámbito de Estado y como tal hay que tratarlos.

LA PRIMERA, para decir que el sistema público de pensiones, nuestro sistema, está en permanente deconstrucción, al igual que buena parte de los sistemas europeos. Las sucesivas reformas perpetradas por los gobiernos del bipartidismo PPSOE durante los últimos 30 años nos están abocando a un futuro de pensiones precarias y pensionistas empobrecidos, donde, según estimaciones de la propia Comisión Europea, en 2030 un ciudadano con un salario de 1000 euros recibirá una pensión 606 euros, y en 2060 será de sólo 465 euros. Por lo tanto, el problema no es si las pensiones se podrán pagar el mes que viene: el problema es que las pensiones públicas del futuro, caso de existir, no van a permitir una vida digna después de muchos años trabajo.

Casa La Buelga en la localidad langreana de Ciaño, donde tuvo lugar el I Encuentro de VAMOS NORTE, los días 3 y 4 de junio de 2017

LA SEGUNDA, para constatar que la estructura legal de nuestro sistema de pensiones no es más que el resultado de reformas que siempre han tenido como argumento evitar la quiebra de la Seguridad Social, elevando primero de 10 a 15 años el periodo mínimo de cotización para acceder a pensión, en 1985, después la edad de jubilación de 65 a 67 años, en 2011, y más recientemente la introducción por parte del gobierno Rajoy del “factor de sostenibilidad”, eliminando la revalorización automática de las pensiones a partir de 2013, aunque mucho antes ya lo había comenzado a realizar el gobierno de Zapatero con el incremento cero para las pensiones. Si a ello sumamos las nefastas reformas laborales, que han precarizado el empleo, otorgando más poder a los empresarios en perjuicio de los trabajadores, esto nos ha llevado a unos salarios reales menores y, con ello, una mayor dificultad para cotizar.

LA TERCERA, para afirmar que  el objetivo de fondo no es otro que acabar con el sistema público de pensiones, lo cual procuraría un doble beneficio al capital. El más evidente: promocionar el negocio de los sistemas privados de pensiones y lograr que las cotizaciones gestionadas actualmente por la Seguridad Social lo sean por agencias privadas propiedad del oligopolio bancaria, dando más dinero fresco a la banca para especular en los mercados financieros. No nos engañemos, ni nadie trate de engañarnos: los planes privados de pensiones en absoluto pueden ser una solución para  la clase trabajadora: si con un salario medio bruto en España de 12,84 euros a la hora apenas se puede ahorrar a final de mes ¿qué dinero podrían destinar los trabajadores a dichos planes? ¿de qué sirven a la mayoría de población mileurista? ¿y para qué? ¿para que inviertan el ahorro de los trabajadores en acciones que, como las de Bankia, pasaron un buen día de valer 40 euros a no valer nada o en las conocidas participaciones preferentes, caso concreto de CAJASTUR ?

Monedero, Jesús Sanchez (alcalde de Langreo) y Antón Saavedra en el encuentro de VAMOS en la casa de La Buelga, el 3 de junio de 2017

LA CUARTA, para confirmar que  el objetivo de los gobiernos neoliberales del bipartidismo turnista PPSOE es alcanzar el mayor debilitamiento de la clase trabajadora, porque sin pensiones garantizadas, los trabajadores seguiremos siendo ciudadanos temerosos ante nuestro futuro, cada vez más incapaces de movilizarse en defensa de nuestros  intereses, y ni siquiera de perder un solo día de cotización para hacer una huelga, quedando obligados a trabajar hasta el fin de sus días, aquellos que tengan el “privilegio” de tener un puesto de trabajo.

Se trata, compañeras y compañeros,  de ir al desmantelamiento de lo que un día se llamó el  “Estado del Bienestar” que siguió al final de la II Guerra Mundial, con sus políticas de pleno empleo y amplios servicios públicos redistribuidores de renta y riqueza logrados a través de la “lucha de clases”, esa “lucha de clases” que hoy se ha transformado en una “lucha de frases”  tan grotescamente practicado por el pandillerismo sindical. Un diseño que ha estado en el ojo de mira de los promotores del “Consenso de Washington”, y cuya filosofía ha impregnado las políticas económicas de los partidos burgueses desde los años 80 hasta hoy, hasta el extremo de que el capital quiere que lleguemos a los 65 años, a los 67 o a los 70… dóciles y pobres.

LA QUINTA, para manifestar, una vez más, que  nunca, jamás nadie ha regalado nada a los trabajadores. Si nuestro sistema público de pensiones está ahí es como resultado de la presión que los trabajadores ejercieron un día frente al capital, una presión que se articuló a través de los sindicatos y los partidos de izquierda de antaño. Es decir, las pensiones públicas son una conquista obrera, al igual que la jornada de 8 horas o el descanso semanal, y como todas esas conquistas seguirán ahí mientras sus beneficiarios – presentes y futuros – seamos capaces de seguir luchando y presionando para que así sea frente a quienes llevan 30 años deconstruyéndolas.

Participantes en el I Encuentro de VAMOS NORTE en la Casa La Buelga, el 3 de junio de 2017

Por supuesto que, tanto el gobierno actual del PP como los que le precedieron del PSOE, puede seguir esgrimiendo cifras y más cifras en defensa de sus reformas antisociales. Pero lo que no es de recibo es la  interpretación que se puede hacer de cada una de ellas. Pudiendo ser cierto que la Seguridad Social cerró 2016 con un déficit equivalente al 1,7%,  ¿por eso no se pueden pagar las pensiones? ¿a quién puede escandalizar un déficit tan exiguo como el de la Seguridad Social? ¿Acaso no cerraron las Administraciones Públicas en 2009 con un déficit del 11% del PIB, en 2010 del 9,4%, en 2011 del 9,6%, en 2012 del 9,5%… y se financió?

¿No se puede financiar un déficit del 1,7% o es que depende de a quién vaya destinado el dinero? Recordemos que buena parte del déficit de aquellos años se debió al rescate bancario y a las políticas de austeridad. No es que el déficit de la Seguridad Social sea elevado: la clave radica en si los trabajadores tienen o no la misma capacidad de presión que la banca para que el Estado ponga el Presupuesto a su servicio, y a tenor de los sucesivos recortes de pensiones que venimos padeciendo parece más bien que no, sobre todo si observamos la actitud pasota de los autodenominados sindicatos de clase, cuando no de la propia connivencia de estos con la patronal y el gobierno de turno.

Antón Saavedra defendiendo su ponencia sobre “PENSIONES Y SINDICALISMO”, el 3 de junio de 2017

Además, ¿por qué se habla del “déficit” de la Seguridad Social y no de otros organismos del Estado? ¿Cuál es el déficit de la Casa Real o del Tribunal Constitucional? ¿Y del Ministerio de Defensa? ¿Dejamos de hacer carreteras? ¿Cerramos la Universidad?

Por lo tanto, decir que la Seguridad Social se encuentra al borde de la quiebra es una estupidez, porque detrás de la Seguridad Social está el Estado con todos sus recursos financieros. En absoluto se trata de carencia de medios, es un problema de opciones: de a quien se da y a quien se quita, de qué gastos son prioritarios y, sobre todo, cuánto se recauda y de dónde. Ningún colectivo ha sido tan castigado económicamente como el de los pensionistas. Nadie ha sido tan estafado como los jubilados. Ninguna demagogia tan despreciable como la dirigida a los ancianos, a quienes se asusta con el miedo a quitarles su pensión.  ¿Hay alguna razón para que no se puedan pagar las pensiones? ¿Existe el menor riesgo de que dejen de cobrarse? El único peligro posible no nace de los hechos objetivos, sino de una ideología que considera pernicioso cualquier mecanismo redistributivo. Introducir la incertidumbre, la duda y el miedo entre aquellas personas que, por haber llegado a la última etapa de su vida, se sienten más indefensas y son más vulnerables al argumento de la inseguridad es simplemente canallesco.

El día que se diga que no hay dinero para el pago de las pensiones, ese día será que ha quebrado el Estado, y si esto llegase a ocurrir, entonces sería cuando el problema de nuestras, y digo bien nuestras pensiones, dejaría de ser un problema. Por lo tanto, VAMOS a seguir luchando en la calle y en las instituciones a través de los compañeros y compañeras de PODEMOS, para dar soluciones al problema de nuestras pensiones y jubilaciones.

En la actualidad, cada vez que toca la paga doble de nuestras pensiones, se nos machaca constantemente con que se han sacado tantos millones de la “hucha” de las pensiones, dejándonos “caer” que esto se va acabando. Pues bien, cuando se acabe que la vuelvan a llenar, así de fácil, pero que nadie trate de seguir engañándonos con el cacareado PACTO DE TOLEDO.

En efecto, éste ha sido para las prestaciones sociales lo que fueron los PACTOS DE LA MONCLOA de 1978 para los derechos laborales: las bases que propiciaron el principio del fin de un conjunto de derechos duramente conquistados a lo largo de la historia por el MOVIMIENTO OBRERO.

Mónica Uría y Alberto Mayoral en la Casa de La Buelaga, en la localidad langreana de Ciaño, el 3 de junio de 2017

Curiosamente, los actores políticos no variaron sustancialmente. Aquellos “Pactos de La Moncloa” de 1978 fueron alborozadamente saludados como “una gran conquista para la democracia y los derechos de los trabajadores por CC.OO. y UGT”, de igual manera que el “Pacto de Toledo” de 1995 provocó el éxtasis de UGT y CC.OO. que declararon a los cuatro vientos, como papagayos que eran y son de los partidos redactores que, gracias al pacto, quedaban garantizadas para el futuro los derechos sociales y el Sistema de Seguridad Social, incluida la jubilación, cuando la cruda realidad es que el “Pacto de Toledo” introduce muy sibilinamente una novedad que, a la postre, ha resultado nefasta para los intereses de la clase trabajadora, al consagrar el llamado principio de “separación y diferenciación de las fuentes de financiación” del sistema.

¿Qué se esconde tras tan ampuloso epígrafe? Pues, lisa y llanamente, que a partir de la firma del “pacto”, la financiación de las prestaciones de naturaleza contributiva dependerán básicamente de las cotizaciones sociales, quedando excluida la posibilidad de complementar tal financiación con cargo a otras partidas de los Presupuestos Generales del Estado, creando para ello lo que se ha venido en llamar la “hucha” del Sistema de Seguridad Social, cuyos ingresos – exclusivamente provenientes de las cuotas sociales – deberán servir para el pago de las correspondientes prestaciones, de tal forma que una previsión – verdadera o falsa – de incapacidad de tal “hucha” para garantizar los pagos a medio y largo plazo, se traducirá inmediatamente en recortes de las prestaciones o, incluso de su desaparición pura y dura. ¡Todo esto se firmó con el entusiástico aplauso de los llamados sindicatos mayoritarios de la clase de CC.OO. y UGT!

¿Se entiende ahora por qué, en un contexto donde el gobierno anuncia “situaciones catastróficas” en las “reservas” que conforman la “hucha social” a medio plazo, siempre basadas en los “informes”, absolutamente faltos de rigor, provenientes del FMI, el BCE y el Banco de España, dan ganas de echarse “mano a la cartuchera” cada vez que el gobierno acuerda rebajar o suprimir cuotas sociales de la patronal, que no son sino un salario en diferido de los trabajadores, bajo el pretexto de que, con tales dineros, la patronal fomentará el empleo ?

Desde mi punto de vista, por mucho que sigan  glayando los González, Aznares, Zapateros y Rajoys, las pensiones deben de seguir siendo sustentadas con cualquier tipo de partida presupuestaria y no sólo con las cotizaciones de acuerdo con el artículo 50 de la Constitución española que obliga al Estado a tener recursos suficientes para el pago de pensiones y su revisión periódica. Por ello, desde mi punto de vista, considero irrelevante la bajada del número de cotizaciones en el régimen como argumento del bipartidismo y sus correspondientes voceros y tertulianos al uso. Es verdad que con muchos menos trabajadores en el sector agrícola se producen muchos más alimentos, por ejemplo; de la misma manera que un aumento inevitable de la productividad de un número menor de trabajadores puede sostener, e incluso expandir, las pensiones sin ningún problema, porque la viabilidad de las pensiones no es una cuestión demográfica o económica, sino política.

Participantes en el I encuentro de VAMOS NORTE en la Casa de La Buelga …

En la actualidad, compañeras y compañeros, más del 50% de las pensiones está por debajo del Salario Mínimo  y casi el 30% apenas llegan al mínimo, una situación mucho más gravosa para las mujeres, que de media cobran un 30% menos que los hombres, pero la cruda realidad es que ni al Gobierno, ni a la Patronal, ni a las cúpulas de los sindicatos institucionalizados les preocupa en lo más absoluto el sistema público de pensiones y la sostenibilidad de los pensionistas. Todo lo contrario, su política está destinada a que el Estado se gaste lo menos posible en pensiones y que los trabajadores tengamos que hacernos un plan de pensiones privado.

Por lo expuesto y por mucho más, la movilización de la clase trabajadora, del conjunto de la ciudadanía, en contra de  este ataque brutal contra la vida y la dignidad de las personas, es la única herramienta válida para paralizar este proceso irracional.

¡¡¡ Unidos SOMOS fuertes y PODEMOS ganar la batalla, pero  organizados, VAMOS a ser invencibles !!!

Muchas gracias.

 

 

MI VIDA: SAAVEDRISMO Y VILLISMO.- V PARTE.

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El “capofamiglia” Villa, previamente “drogado” para seguir su papelón en la tragicomedia del VILLAMOCHO, es ayudado por su esposa e hija a montar en un taxi camino de los juzgados, donde se le hizo otro reconocimiento forense para ver si podía o no declarar, resultando que está en condiciones para declarar, de igual manera que lo estuvo para robar, aunque se negó a contestar en la comparecencia judicial…

Ni siquiera habían transcurrido veinte días desde que la Magistrada Simonet Quelle Coto decretara la apertura de juicio oral contra José Ángel Fernández Villa y Pedro Castillejo Partido en la querella presentada por el SOMA-FITAG-UGT, previo exigimiento de las correspondientes fianzas de 579.000 y 159.000 euros, bajo apercibimiento del embargo de sus bienes cuando, de repente, siendo las 9,00 horas del día 30 de mayo de 2017, la Justicia desplegaba una macrooperación por corrupción contra el “capofamiglia” Villa, su ”consiglieri” Postigo, y una serie de cómplices en la denominada “Operación HULLA”, tal y como decía el comunicado público de la propia Fiscalía: “El Juzgado de Instrucción nº 3 de Oviedo, la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada y la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, están llevando a cabo hoy una operación contra la corrupción, en la que resultan investigados el exsecretario General del Sindicato Obrero de la Minería Asturiana SOMA-FITAG-UGT, J.A.F.V., su más directo colaborador, exsecretario de Acción Sindical del SOMA-UGT y expresidente del MONTEPÍO Y MUTUALIDAD DE LA MINERÍA ASTURIANA, J.A.P.P., así como los familiares más directos de ambos y otras personas. Se investiga el indiciario desvío, apropiación y ocultación de fondos, tanto públicos, obtenidos por medio de una subvención concedida en el año 2009 por el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, a través del INSTITUTO PARA LA REESTRUCTURACIÓN DE LA MINERÍA DEL CARBÓN Y DESARROLLO ALTERNATIVO DE LAS COMARCAS MINERAS – IRMC – al MONTEPÍO DE LA MINERÍA ASTURIANA, como privados, pertenecientes a dicha mutualidad minera entre los años 2005 y 2014”. 

Ana: dinos algo, por favor, le preguntaban los periodistas ¿ Villa ha sido detenido ? ¡¡¡ Guau, Guau, Guau !!! Contestó la letrada del VILLAMOCHO…

En efecto, aquella mañana los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) habían detenido a José Antonio Postigo, el “Frank Nitti” de Villa “Al Capone”, en uno de sus lujosos chalés, en Murcia, para ser trasladado al cuartel de la Guardia Civil en Oviedo, donde permaneció hasta que fue llevado al juzgado para responder de sus “fechorías”. Allí, en el cuartel, aunque en celdas separadas, se juntaría con su amigo Juan Antonio Fernández, el constructor del geriátrico de Felechosa; con el arquitecto de la obra Manuel Sastre; y con el asesor fiscal del Montepío Minero, José Manuel Fernández, cuyos domicilios y despachos serían peinados por los servicios especiales de la Guardia Civil, incautándose de un importante volumen de documentación, de igual manera que se hacía en el domicilio de José Ángel Fernández Villa, donde éste permaneció detenido hasta que fue trasladado a los juzgados, no sin antes protagonizar otra escena de su tragicomedia villamochesca que de manera tan burda como grosera ha diseñado su letrada, Ana García Boto, que, en esta ocasión, acabaría ladrando a los periodistas como una vulgar perra “pitbull”. 

El caso de Villa es mucho más grave que el de Pujol y el de las tarjetas de Bankia juntos, decía un compungido Javier Fernández, rodeado de sus “consiglieris”, a la hora de fulminar a su padre política de las filas del PSOE

Como ha quedado dicho y requetedicho en anteriores capítulos del asunto villamochesco, el exvirrey de Asturias es parte muy relevante de la historia de la FSA-PSOE a la que gobernó con mano de hierro durante más de tres decenios, y como tal será recordada por la sociedad asturiana por mucho que sus actuales dirigentes del PSOE-UGT lo intenten ocultar o disimular, tanto en las facciones susanistas, caso concreto del actual presidente del gobierno autonómico de Asturias, Javier Fernández, como en las más relevantes sanchistas, como el caso de la María Luisa Carcedo, dos personas que se pueden considerar hijos políticos y “consiglieris” del “capofamiglia” Villa, por no entrar en la actual cúpula del SOMA, cuyos máximos responsables se volcaron con Pedro Sánchez en las recientes elecciones primarias que ganaron a las de Susana Díaz y Pachi López. Al respecto, resultan más que sospechosas las palabras pronunciadas por el Presidente del Principado en el pleno de la Junta: “Eramos amigos. ¿Y qué?” “Busquen que nada van a encontrar”, proclamó el presidente del Principado, el mismo sujeto que aquella mañana de octubre de 2014, con cara de funeral y acompañado de “La Carcedo”, “El Guti” y “El Lastra”, entre otros “consiglieris”, suspendía de manera fulminante a Villa como militante del PSOE, intentando desembarazarse del abrazo de aquel otro sujeto que lo apretaba contra su pecho aquel 4 de noviembre de 2000 cuando accedió en nombre del “villismo” y por una exigua mayoría a la secretaria general de la FSA-PSOE, para coser la fractura creada entre la “famiglia” somática y los llamados renovadores de la “famiglia” Areccina. 

Comparecencia de Antón Saavedra en el Parlamento Asturiano sobre la Comisión del “caso Villa”, el 29 de enero de 2015. 

No nos engañemos: una operación multimillonaria de estas características resulta muy difícil, por no decir imposible, que pueda ser realizada por una sola persona, y mucho menos sin la connivencia de los organismos oficiales, tal y como yo mismo recordaba en mi comparecencia ante los componentes partidistas de la comisión parlamentaria del “caso Villa” en la Junta General del Principado de Asturias, el 29 de enero de 2015: “¿Cómo se puede alcanzar cátedra de hipocresía cuando ustedes se nominan como  investigadores de algo de lo que tienen que ser los investigados por ser los responsables de tal despilfarro en la gestión y administración de los Fondos Mineros? ¿Cómo se puede tener la cara de platino iridiado para juzgar, a quien fue vuestro padre político, refiriéndome a la mayoría de los actuales dirigentes de la FSA-PSOE? ¿Cómo se puede intentar cargar toda la responsabilidad sobre un sujeto como José Ángel Fernández Villa por parte de quienes fueron sus compinches políticos en todas las salsas de los Fondos Mineros, cuando me refiero a ciertos dirigentes del PP con mando en plaza? (…) hoy nos encontramos aquí para saber a dónde han ido a parar los miles y miles de millones de los Fondos Mineros que se destinaron para la creación del nuevo tejido  industrial al cierre de las explotaciones mineras de los que ustedes, los representantes del bipartidismo PPSOE, son los únicos responsables en la gestión y administración de los mismos y, consecuentemente, los que tienen que ser investigados, juzgados y condenados”. 

Rolando Fernández Iglesias, hijo putativo de Villa; Angela y Maria Jesús Iglesias, hija y compañera de Villa, en su comparecencia en la Junta General del Principado de Asturias sobre el “Caso Villa”…

La verdad es que, la “operación HULLA” está aportando mucho más carbón que los mismísimos pozos mineros, y empieza a despuntar cierta sintonía de Villa y su “famiglia” con las administraciones públicas, donde el exconsejero de Industria del Principado, Graciano García “El Chano”, tuvo que pasar por el juzgado para explicar el método de trabajo que se aplicaba en la explotación de los Fondos Mineros, hasta el extremo de obligar a sus antiguos compañeros en el gobierno, Guillermo Martínez e Isaac Pola, a remarcar que la obra de Felechosa siempre estuvo bajo el control de la Administración Central, aunque serán los jueces quienes, a través de los exhaustivos informes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, quienes tengan la última palabra, a la hora de juzgar y condenar a los responsables de la construcción con fondos mineros del macrogeriátrico del Montepío de la Minería en la localidad asturiana de Felechosa, resultando ser el geriátrico más caro de Europa con un coste sobrecosteado (de coger sobres) de 32,5 millones de euros. 

Exesposa e hijas del Postigo en su comparecencia ante los tribunales por blanqueos de dinero procedente del Montepío de loa Minería Asturiana…

Pero, por si ello no fuera suficiente, una vez finalizada la “chapuza”, quedaba por ir colocando a la “famiglia” de los señores del carbón. Así, el hijo putativo de José Ángel Fernández Villa, Rolando, sería nombrado dedocráticamente como gerente, con un contrato blindado de 80.000 euros, y la hija del Postigo, sería colocada por el mismo método en la administración del negocio, pudiendo afirmarse que nadie ha entrado a trabajar en el geriátrico de Felechosa sin haber pasado por la somática plaza de La Salve, en Langreo, lo que representa otra forma de corrupción que se conoce por nepotismo.  

Son bien conocidas las figuras que representan a tres monos: uno sordo, otro ciego y otro mudo… que, para realzar sus discapacidades, se simbolizan por tres monos que se tapan los oídos, los ojos y la boca, respectivamente.
Cuenta la leyenda que los tres monos fueron heraldos enviados por los dioses para delatar y castigar las malas acciones de los humanos.

Sin embargo, nadie sabía nada, y ahora se echan las manos a la cabeza, escandalizados ante las informaciones que van saliendo de las investigaciones que vienen realizando la UCO y la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada en la “operación HULLA”. Es decir, aquella Asturias donde el SOMA-UGT mandaba todo sobre la política, donde se elegían a los políticos que iban en las urnas para utilizarlos posteriormente como correas de trasmisión del propio sindicato, donde se ponían y quitaban diputados, presidentes del Gobierno y de la Caja de Ahorros, Consejeros Autonómicos, Alcaldes y Concejales, en el mejor estilo del pandillerismo caponesco del Chicago de los años veinte, nada sabía de lo que estaba ocurriendo en Asturias, tal como si nuestro paraíso natural, en vez de lobos, osos y urogallos, estuviese poblado de esa clase de monos chino-japoneses, que ni ven, ni oyen, ni hablan, donde, según la leyenda, el llamado Kikazaru, el mono sordo, era el encargado de utilizar el sentido de la vista para observar a quienes realizaban malas acciones y comunicárselo a Mizaru, mediante la voz; Mizaru, era el mono ciego, y no necesitaba su sentido de la vista, puesto que tan sólo se encargaba de transmitir al tercer mono, Iwazaru, los mensajes que le pasaba Kikazaru; y éste, el tercero de los tres monos, era el mono mudo que escuchaba los mensajes transmitidos por Mizaru para decidir la pena de los dioses que le caería al desafortunado humano que lo mereciese y observar que se cumpliese.…  

Juan José González Pulgar en la última Asamblea General del Montepío de la Minería, actual presidente y antiguo lugarteniente del “capofamiglia” Villa…

Ni siquiera el propio Montepío de la Minería, una auténtica cueva de Alí Babá con sus correspondientes ladrones, de donde tuvieron que salir por la “vuelta el vacio” todos sus presidentes – veremos cómo sale al final el actual, Juan José González Pulgar, antiguo lugarteniente del Villa, jefe de economatos de Hunosa y miembro del Consejo de Administración de Hunosa en representación del SOMA – muy preocupado y apresurado ahora en poner denuncias y en colaborar con la Fiscalía, como si la CORRUPCIÓN en el Montepío de la Minería hubiera comenzado con la construcción del macrogeriátrico de Felechosa. 

Y aquí, quedaba establecida otra de las grandes diferencias que existieron entre el “Saavedrismo” y el “Villismo”, esta vez en la manera de concebir el mutualismo como servicio de y para los trabajadores mineros. Mientras el “Saavedrismo”, desde un principio se oponía a la desaparición del organismo en tanto y cuanto no se solucionare el problema de los mineros nacidos antes del año 1907, reconociéndoles su derecho al Régimen Especial de la Minería del Carbón, el “Villismo” optaba por desaparecerlo, ordenando darse de baja en el mismo a los afiliados somáticos, logrando una desafiliación en torno a los 5.000 mineros, hasta que se dio cuenta del “gran negocio” que suponía el control de la institución. Posteriormente, con fecha 11 de enero  de 1989, el “Saavedrismo” denunciaba la CORRUPCIÓN que se venían dando en  la entidad, tal y como se puede demostrar en la  carta pública donde pedía la baja como tal en el organismo. Es decir, también aquí el “Saavedrismo” era baja voluntaria, al igual que lo había sido como militante del PSOE y UGT, mientras el “Villismo” era expulsado fulminantemente de los tres organismos por “ladrón”. 

Frank Nitti “El Postigo” y Juan Antonio Fernández, el constructor del geriátrico de Felechosa, a su salida de los calabazos de la Guardia Civil de Oviedo para ser interrogados en los juzgados por la “Operación HULLA”

La cruda realidad es que, a la fecha de hoy, 7 de junio de 2017, con lo que vamos conociendo del extenso y demoledor informe realizado por la UCO sobre los dineros de José Ángel Fernández Villa y José Antonio Postigo, estos se hicieron con 2,3 millones de euros (382 millones de las antiguas pesetas) por el método de las “mordidas”, guardadas en una de las cajas de seguridad del Banco Santander de la ovetense calle de Uría, abierta a nombre del asesor fiscal del Montepío Minero José Manuel Fernández. Sería éste precisamente el encargado de “realizar personalmente” todos los ingresos. En el caso de Villa, para regularizarlo se realizaron ingresos en cuatro cuentas bancarias: 500.000 euros en una cuenta en la que figura como titular José Ángel Fernández Villa; 400.000 en la cuenta de su compañera, María Jesús Iglesias García; y dos ingresos de 150.000 cada uno en cuentas propias de su hijo putativo, Rolando, y su hija Angela, amén de otros 149.630 euros que Villa ingresó en efectivo en productos bancarios, hasta completar la suma de 1,34 millones de euros. 

Mesón Restaurante “La Cava” de Pola de Lena, donde el constructor del macrogeriátrico de Felechosa repartía las “mordidas” a sus compinches

En el caso de José Antonio Postigo las cosas se hicieron de forma distinta. Así, una cantidad de 436.100 euros se declararon ante la Agencia Tributaria y el propio Postigo aseguró que esa cantidad la tenía “en casa” y provenía de rentas; en compra de bienes muebles sostiene que gastó 142.898 euros; en ingresos en productos bancarios la cantidad asciende a los 248.124 euros, y cerca de 100.000 euros en compras, sin detallar su origen. Por otra parte, una de las hijas de Postigo, Patricia, “lavaría” otros 60.000 euros que la UCO cree que puede ser también de su padre.

No obstante, a juzgar por el mismo informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, todo parece indicar que solo nos encontramos en la “calderilla” de la gran estafa, cuando la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalidad Organizada ha calculado, nada más y nada menos, que los implicados de la trama hullera distrajeron ¡¡¡15 MILLONES DE EUROS!!!, lo que supone casi la mitad del coste total de la construcción de la residencia geriátrica de Felechosa, cuyo montante se elevó a 32,5 millones de euros, llegando las mordidas que tenían que abonar las empresas subcontratadas hasta al 8 por ciento. 

Postigo, Villa, Guerra y el actual presidente del Montepío Minero, Juan Jose González Pulgar ¡Eran otros tiempos !

El sistema consistía en realizar una obra por un valor de un millón de euros, por ejemplo, donde la subcontrata que ejecutaba el trabajo facturaba por esa cantidad, y por lo tanto tenía que declarar el IVA correspondiente y también los beneficios y pagar los impuestos, pero en realidad cobraba 920.000 euros, correspondiendo los 80.000 euros restantes a la “mordida” que se repartía entre los principales implicados de la trama: José Ángel Fernández Villa “Al Capone”, José Antonio Postigo “Frank Nitti” y el constructor lenense Juan Antonio Fernández. El reparto del “botín” se realizaba en el mesón restaurante “La Cava” de Pola de Lena, propiedad del constructor, donde se presentaba el día y hora señalados previamente Frank Nitti “El Postigo” para coger el porcentaje de su mordida, quien posteriormente le llevaba el acordado a su “capofamiglia” Al Capone “El Villa”, que lo iba acumulando en billetes de 500 euros en un arcón de madera que todavía conserva, para ser trasladado posteriormente por su chófer Filippo Sacco “El Gervasius” a la localidad helvética de Ginebra en el AudiA4 somático. Pero no toda empieza y acaba en el geriátrico del Montepío Minero en Felechosa porque además,  la empresa del amigo de Frank Nitti “El Postigo”, Alcedo de los Caballeros, fue la encargada de realizar trabajos millonarios en el complejo residencial del Montepío en Los Alcázares de Murcia, en los apartamentos de Roquetas de Mar en Almería y en el Balneario de Ledesma en Salamanca por seis millones de euros, con las correspondientes “mordidas”.  

El “consiglieri” Frank Nitti “El Postigo” galardonando con la medalla de oro del Montepío Minero a su “capofamiglia” Al Capone “El Villa”…

Al final,  la magistrada Begoña Fernández, titular del Juzgado número 3 de Oviedo, que instruye la “operación HULLA” ordenaría el bloqueo de un total de 56 propiedades y 15 vehículos a los 20 imputados judicialmente en el caso, siendo el más perjudicado el constructor Juan Antonio Fernández, dueño de la empresa “Alcedo de los Caballeros”, con 23 fincas de su propiedad, repartidas por Asturias, Valladolid y Málaga, al que le sigue el exsecretario del SOMA, José Ángel Fernández Villa, con el bloqueo de once propiedades, dos de las que es titular único, otras seis que comparte con sus hermanos en Langreo, e inscritas en el Registro de la Propiedad de Pola de Laviana, y otras tres, en Oviedo, que posee conjuntamente con su mujer, María Jesús Iglesias. Ésta posee una cuarta propiedad en las Cuencas. También se han bloqueado otras tres propiedades a nombre del hijo de Villa, Rolando Fernández Iglesias, todas situadas en Oviedo. Al arquitecto lenense, Manuel Sastre Fernández, se le han bloqueado dos propiedades en Lena, ambas compartidas; al asesor fiscal del Montepío, José Manuel Fernández, se le inmovilizan once propiedades en Pravia; y al Postigo se le bloquea el piso que posee junto a su exmujer, María Elena Pérez, el chalé de Torre Pacheco en Murcia, que comparte con su compañera sentimental, la rumana Dorina Bicher, así como el chalé que posee en la localidad vallisoletana de Mayorga, alcanzando el bloqueo también a una propiedad que la hija del Postigo, Patricia, posee en la localidad asturiana de Mieres. Asimismo, la jueza ha ordenado el bloqueo de un total de quince vehículos, de los cuales los investigados no pueden ni disponer ni enajenar, destacando el  Mitsubishi somático de Villa que le reclama el SOMA y que él se ofreció a entregar al sindicato para minorar la fianza exigida por la jueza Simonet Quelle Coto. La magistrada Begoña Fernández también ha dejado sin coche a los hijos de Villa. A José Antonio Postigo le han embargado dos vehículos, uno en Asturias y otro en Murcia, y un tercero a Dorina Bicher. Como en el capítulo de propiedades, el más perjudicado es el constructor, al que se le han embargado un total de ocho vehículos, cuatro a su nombre y el resto a nombre de sus empresas. Se queda también sin coche el asesor José Manuel Fernández y el arquitecto Manuel Sastre Fernández. A todos ellos se les han embargado también las cuentas, y solo pueden disponer de 6.000 euros.  

¡¡¡ Queda inaugurada la “chapuza” que tantas mordidas generaron !!! Felechosa.24-1-2013. 

¡¡¡ Hete aquí la gran diferencia entre el “Saavedrismo” y el “Villismo”  que, mientras el primero sigue denunciando las corrupciones y los “recortes” del sistema bipartidista PPSOE, tanto en su blog “EL BLOG DE ANTON SAAVEDRA” como en los distintos foros a donde es llamado para intervenir, el segundo está a punto de quedar alojado en las celdas de Villabona, y no precisamente por seguir poniendo su cadáver como escudo protector de los pozos mineros que el mismo colaboró para cerrarlos, dejando las comarcas mineras transformadas en parajes lunares, sino por LADRÓN !!!

ANTON SAAVEDRA 

 

 

 

 

 

 

 

SICAV: PARAÍSOS FECALES AL LADO DE CASA.

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El empresario Amancio Ortega, dueño de Inditex y tercera mayor fortuna del mundo, pretende lavar su imagen donando sus conocidas limosnas, unas veces en dinero y otras veces en material quirúrgico. Parece un gesto generoso, admirable diría yo, si su fortuna no se estuviese consiguiendo a base de evadir impuestos y la explotación de niños esclavos en el llamado tercer mundo…

Cuando algunos de nosotros oíamos hablar de los “mariachi”, siempre pensábamos que se trataba del típico mexicano barrigón y con bigote que, agarrado a su guitarrón nos deleita con sus conocidas serenatas y rancheras bajo sus enormes gorros de plato. Sin embargo, desde que se implantaron las SICAV en nuestro país, allá por el año 1985, la palabra tiene un significado mucho más oscuro. Para los grandes tiburones del dinero, casos concretos de los Amancio Ortega, los Botines, las Koplowitz, los Del Pino, o los Borbones, los “mariachis” son simplemente hombres de paja o testaferros, sin ninguna capacidad de decisión, puestos únicamente para figurar como socios en sus empresas. Simples comparsas, que no pasarían de ser una simple anécdota si no fuera porque esta procesión de títeres es, pese al conocimiento y consentimiento de la mismísima Administración, la que abre la puerta para que las grandes fortunas españolas no paguen los impuestos que le corresponden pagar en su propio país como a cualquier ciudadano.

Según las estadísticas oficiales de nuestro país, cada español de los que tienen el “privilegio” de trabajar, éste lo hace ciento cuarenta y siete días al año para Hacienda, esto es más de la mitad de su vida laboral. Sin embargo, esas cifras no valen para todos, porque las grandes empresas del IBEX35 y otras pueden usar y usan España como paraíso fecal sin aportar un solo euro con el Estado mirando para otro lado cuando el dinero negro sirve para financiarnos, venga de donde venga. Al respecto, antes de adentrarnos en harina será necesario dejar perfectamente definido ¿qué carajo son las SICAV y cómo evadir impuestos mediante su uso?

Si de mí dependiera le agradecería el donativo al multimillonario gallego y lo pondría en manos de la Fiscalía Especial contra La Corrupción y la Criminalidad Organizada para financiar una investigación que aclarase cómo ha amasado su fortuna este sujeto a costa del sudor, las lágrimas y la sangre de los invisibles, de los olvidados, de los que dejaron de ser personas para convertirse en mano de obra. Y sólo cuando el juez juzgue, condene y confisque sus bienes, sólo entonces, utilizaría su sucio y sospechoso dinero para poner algo de remedio al mal causado.

Una SICAV es una Sociedad de Inversión de Capital Variable. Dicho en un lenguaje más claro, es una empresa en la cual sus dueños juntan su dinero para invertirlo todo junto, ya sea comprando acciones u otros productos financieros similares. Generalmente, los particulares cuando invierten en bolsa, tienen que pagar a Hacienda un 19% de la plusvalía obtenida, y mediante una SICAV es exactamente igual. Es decir, si una persona es partícipe y quiere recoger las plusvalías o beneficios debe declarar y pagar el 19%, como norma general, y además de eso, la SICAV deberá pagar un 1% anual del total del beneficio obtenido.

Hasta aquí todo perfecto, pero entonces ¿por qué tanta polémica? Pues porque ese 19% mediante una SICAV se puede evadir de una manera muy simple. En vez de recoger el beneficio y meterlo en nuestra cuenta bancaria como haríamos generalmente, compramos con ese dinero a nombre de nuestra SICAV lo que queramos, por ejemplo, un coche. Y así no pagaríamos ese 19% que Hacienda nos exigiría si no formáramos parte de dicha empresa. Pero por supuesto, el coche, la casa o lo que compremos, permanecerá a nombre de la empresa. Es decir, nos juntamos cien “paganinis” para unir nuestros ahorros de una manera fraternal, juntando, por ejemplo, dos millones de euros para invertir en bolsa y de esa manera solo pagaremos el 1% de los beneficios en impuestos.

Pero, situémonos en nuestro mundo real, donde la mitad de las familias no puede llegar a final de mes y mucho menos está en su mente poder ahorrar un solo euro, ese mundo real donde el paro alcanza a una de cada cuatro personas en nuestro país y donde el “paganini” no tiene ni idea de que puede juntarse con otros noventa y nueve “paganinis” y, juntos de la mano, invertir en bolsa sin pagar apenas impuestos. De esa manera, en ese mundo real, el de las desigualdades, el de la información privilegiada, el de “hecha la ley, hecha la trampa”, el de los trileros, nos encontramos con que 3.400 SICAV acumulan más de 27.000 millones de euros en patrimonio, que supone la mitad de la capacidad de ahorro en nuestro país. Dicho de otra manera más clara: la mitad del dinero que ahorran entre los cuarenta y seis millones de españoles, está invertido en empresas que no pagan apenas impuestos. 

De esa manera y con ese color de sangre amasa su fortuna Amancio Ortega a través de su buque empresa ZARA

Pasando lista de todos estos evasores de impuestos, tan patrioteros todos ellos, nos encontramos con Amancio Ortega, dueño y fundador de la empresa textil INDITEX, con un patrimonio estimado de más de 61.000 millones de euros, entre los tres personajes más ricos del mundo según el ranking de la lista Forbes quien, tratando de lavar su sucia trayectoria empresarial, de vez en cuando nos brinda con algún que otro regalo, caso concreto del material donado recientemente a la sanidad española por valor de 320 millones de euros a través de la “Fundación Amancio Ortega” que tanta polémica ha originado en los distintos medios de comunicación. Desde luego, no seré yo quien rechazaré tal donativo. Es más, si de mí dependiera se lo agradecería al multimillonario gallego y lo pondría en manos de la Fiscalía Especial contra La Corrupción y la Criminalidad Organizada para financiar una investigación que aclarase cómo ha amasado y sigue amasando su asquerosa fortuna este sujeto a costa del sudor, las lágrimas y la sangre de los invisibles, de los olvidados, de los que dejaron de ser personas para convertirse en mano de obra. Y sólo cuando el juez juzgara, condenara y confiscara sus bienes, sólo entonces, utilizaría su sucio dinero para poner algo de remedio al mal causado. 

El número de trabajadores en las subcontratas de Zara que se vio afectado por alguna de las  irregularidades detectadas fue de unos 7.000. Asimismo, se destaca un incremento en los casos de accidentes laborales incluidos algunos especialmente graves como el accidente en el que un empleado perdió el antebrazo derecho y tres dedos de la mano izquierda por el uso de una maquinaria donde no se cumplían los criterios de seguridad exigidos. ¿Por qué el negrero Amancio Ortega no invierte en  modernizar su maquinaria obsoleta en esos países y se deja de lavar su sucia cara en material sanitario en España, donde solo tendría que pagar los impuestos como cualquier ciudadano ? 

La multinacional que controla su buque insignia, ZARA, declaró en 2015 un beneficio neto de 2.880 millones de euros, pero no todo es oro lo que reluce, porque tal beneficio no es sino el resultado de unas “agresivas técnicas de ingeniería fiscal” para evitar pagar 585,72 millones de euros en impuestos. Y esta cantidad, según el estudio realizado ”Tax Shopping: explorando el negocio de elusión fiscal de Zara”, que firma el economista Marc Tataret, de la Universidad de Barcelona, sólo supone una estimación de la elusión fiscal legal, a diferencia de la evasión fiscal practicada por el gigante textil sirviéndose de su red de empresas en Holanda, Irlanda y Suiza, aunque el estudio en cuestión advierte de que la cifra exacta podría ser mucho más elevada.  En Suiza, por ejemplo, gracias a la filial que compra a Bangladesh, Turquía o Marruecos la ropa que posteriormente comercializa a otras empresas del grupo, INDITEX evitó pagar cerca de 149 millones en impuestos, pero estos son sólo algunos de los datos del informe presentado y debatido en el Parlamento Europeo.  

A lo largo de una treintena de páginas, el estudio aludido documenta algunas de las “técnicas clásicas” empleadas por la empresa matriz para eludir impuestos. En concreto, y a través de pagos en concepto de derechos de licencia (royalties) a una filial en Holanda, donde las empresas tributan a un 15%, entre 2011 y 2014 Inditex se ahorró cerca de 378 millones. En Suiza, gracias a su filial, que compra a países como Bangladesh, Turquía o Marruecos la ropa que posteriormente vende a otras empresas del grupo, y que en 2014 pagó un 7,8% de impuestos, evitó pagar cerca de 149 millones. Y en Irlanda, a través de sus filiales dedicadas a actividades financieras como los préstamos intragrupo, el gigante textil eludió el pago de 58,27 millones de euros en impuestos… 

Parece claro que países como Holanda, Irlanda y Suiza ofrecen beneficios fiscales concretos al grupo INDITEX, y ello demuestra que compañías como la del “negrero” Amancio Ortega, se estructuren de forma que puedan sacar partido de los tipos impositivos más bajos y de la falta de armonización de sistemas fiscales en Europa, hasta el punto de que estas   maniobras con su red de empresas holandesas habrían permitido a INDITEX ahorrarse el pago de 218 millones en impuestos en España; 76 millones en Francia; 57 en Italia; 25 en Alemania; 22 en Reino Unido y otros 20 millones en Grecia.  

En el reciente Informe global de la OIT sobre trabajo infantil se indicaba que desde 2000 hasta 2004 el número de niños y niñas menores de 15 años que trabajan en la región de Asia y el Pacífico se había reducido en 5 millones, y que en la actualidad esa cifra ascendía a 122,3 millones. Pese a este acontecimiento positivo, la región sigue enfrentando importantes problemas. El número de niños y niñas que trabajan en esta región es por mucho el más elevado del mundo y representa el 18,8 por ciento de los 650 millones de niños y niñas de 5 a 14 años de edad en la región.

Otro de los aspectos que, desde mi punto de vista, resulta más condenable, es el referido a la explotación esclavista de la mano de obra infantil que practican empresas como ZARA, donde el cien por cien de su producción en Asia, por ejemplo, procede del trabajo infantil. Así, los gigantes españoles de la distribución INDITEX, EL CORTE INGLES Y CORTEFIEL ostentan el dudoso honor de formar parte del grupo de empresas acusadas de emplear a niñas y niños en sus plantas textiles de India y Bangladesh en condiciones de esclavitud, tal como queda reflejado en el informe “FLAWED FABRICS”, con datos y análisis de varias compañías que vendían sus productos a los grandes dominadores de la moda mundial. El caso de India es significativo, ya que según la OIT de los 168 millones de niños que trabajan en el mundo, más de 5 millones y medio lo hacen en el país asiático, destacando entre sus prácticas el método  “sumangali”, por el que se contrata a niñas para trabajar por periodos de entre tres y cinco años a cambio de un pequeño sueldo y el pago de la dote para costear su boda. Aparte de contar con plantillas integradas por mano de obra infantil en condiciones de esclavitud, los salarios son nimios, oscilando entre los 20 y los 60 euros de media mensual. Además, el informe denunciaba que de los 151 trabajadores a los que entrevistaron, solo 20 había firmado un contrato laboral.  

Al día de hoy, las víctimas de la catástrofe de Rana Plaza en Bangladesh, ocurrida en 2013, siguen esperando por las indemnizaciones de la empresa  Bershka, filial de  INDITEX.

EL CORTE INGLÉS fue una de las multinacionales que contrataban con empresas que operaban en la macrofactoría de RANA PLAZA (Bangladesh) cuyo derrumbe ocurrido el 23 de abril de 2013 causó 1.132 muertes, pero también BERSHKA , filial del grupo INDITEX, era otra de las marcas que aparecía relacionada en el “derrumbe”, aunque el ZAR gallego, Amancio Ortega, lo haya negado con su característico cinismo. Es precisamente el sistema de subcontratas el que permite a las grandes marcas eludir su responsabilidad cuando se cometen abusos, al contratar a empresas que a su vez hacen lo propio con otras pero con un menor control, dando espacio a las malas condiciones laborales. De este modo evitan cualquier implicación directa con las empresas que se saltan la legislación internacional, dejando la cadena de responsabilidad diluida. Actualmente, según la propia web de INDITEX, el número de trabajadores en plantilla, incluyendo subcontratas, asciende a 6.473 en España, frente a los 79.102 de India. 

 Uno de  voluntarios de la ONG “LA  ALAMEDA” se introdujo como costurero y filmó imágenes impactantes sobre las condiciones de trabajo esclavo de un taller argentino  donde se confeccionan prendas de Zara.

Pero, estas prácticas de explotación esclava de mano de obra infantil que han hecho de ZARA un ejemplo de pujanza y éxito comercial, no es exclusiva de los países asiáticos, ya que parecidas o idénticas prácticas de esclavitud se extienden por otras zonas del planeta, como Brasil o Argentina, por ejemplo, donde ZARA ha sido condenada por sus métodos de trabajo con mano de obra esclava, usando para ello  una trama compleja: ZARA contrata a una empresa, que en realidad es una pantalla y subcontrata, a su vez, a un taller donde las condiciones de higiene y seguridad no existen, donde se trabaja hasta 12 y 14 horas diarias, donde muchos trabajadores duermen allí mismo, donde esos trabajadores provienen de las zonas más deprimidas de Argentina o de países vecinos como Bolivia, donde incluso se les retiene el sueldo con la excusa de que les será entregado cuando regresen a sus lugares de origen, por lo que la excusa permanente de que ZARA no es responsable directa de las condiciones de los trabajadores de las compañías a las que subcontrata suena a insulto a la inteligencia. 

No, en absoluto se trata de casos aislado. Según el Gobierno brasileño, “más de 33 talleres subcontratados por la firma gallega ZARA fueron detectados con trabajadores inmigrantes ilegales, trabajando en condiciones de total insalubridad y salarios de miseria”, hasta el extremo de que la mismísima auditora fiscal de Ministerio de Trabajo del gobierno brasileño llegó a afirmar publicamente al diario “O Globo” que la mayoría de los inmigrantes bolivianos y peruanos liberados en los talleres clandestinos donde ZARA elabora sus prendas no tenían documentos, habían sido introducidos clandestinamente en Brasil por redes de tráfico de seres humanos y trabajaban en unas condiciones “terribles”. Su jornada laboral era de hasta 16 horas diarias, hacinados con menores de edad en un espacio minúsculo que servía a la vez de taller y vivienda, con un solo cuarto de baño sucio y sin agua caliente, “y todo para ganar 200 o 300 reales y estar endeudados con las mafias. La situación era muy, muy grave”.  

“Si hago huelga me despiden”
“Me despidieron por ser vieja”
“Vuestra fortuna es nuestra miseria”

Y aquí, nuevamente el grupo INDITEX volvía a insultar a la inteligencia responsabilizando a la firma AHA, uno de sus 50 proveedores en Brasil, de haber subcontratado de forma “no autorizada” la fabricación de prendas de ZARA en los talleres textiles clandestinos descubiertos por las autoridades de aquel país, aunque los inspectores del Ministerio de Trabajo rechazaban contundentemente los peregrinos argumentos de la multinacional gallega:”Si nosotros podemos rastrear la cadena de producción, INDITEX también puede hacerlo. Y si INDITEX es capaz de controlar la calidad de sus productos durante todo el proceso de producción, ¿por qué no hace lo mismo con la mano de obra que emplea?”. 

Pero también en España, el magnate textil Amancio Ortega ha sido condenado judicialmente por sus prácticas abusivas contra los trabajadores de sus empresas. Así, el juzgado de lo Social número 4 de Sevilla condenaba recientemente a la cadena de tiendas ZARA por obligar a sus empleadas a firmar un contrato en el que se comprometen a trabajar los domingos y festivos que la empresa “considere oportuno”, al afirmar que tal práctica es “contraria a los derechos constitucionales de libertad sindical y de negociación colectiva” porque la empresa “impone condiciones colectivas de trabajo no fijadas en una norma colectiva negociada”. Según la sentencia, la empresa, que posee diez centros de trabajo en Sevilla, impone en todos los contratos que sus empleados acepten trabajar domingos y días festivos y “condiciona la firma del contrato a la aceptación de tal cláusula”. 

Adquirir una prenda de ropa de las marcas del grupo Inditex que se haya confeccionado en Asia supone refrendar un sistema de producción en el que los niños trabajan  hasta 70 horas a la semana detrás de una máquina para cobrar un salario de mierda, en unas condiciones laborales deplorables,  mientras el fundador del imperio textil, Amancio Ortega, se consolida como la mayor fortuna de España.

Volviendo al inicio del artículo, refiriéndonos a las SICAV, también el propietario de ZARA, Amancio Ortega, dejó sin pagar 33 millones de euros del impuesto de patrimonio entre 2001 y 2003, una cantidad que se corresponde a una de las ventas de acciones de INDITEX por valor de 1.300 millones que luego fue invertida en Sociedades de Inversión Inmobiliaria de Capital Variable (SICAV). Según los asesores de Ortega éste había puesto las sociedades de inversión a nombre de otras sociedades familiares dedicadas al negocio inmobiliario, puesto que la normativa del impuesto de patrimonio dejaba las participaciones en empresas familiares exentas de tributación, de tal manera que, tras pasar por el Tribunal Económico Administrativo de Galicia y por el Tribunal Superior gallego, el Tribunal Supremo  desestimaba el último recurso posible que le quedaba a Amancio Ortega, por lo que tuvo que abonar esos 33 millones de euros. 

A la vista de estas y otras actuaciones “empresariales”, tan conocidas como ocultadas por sus propios medios de comunicación a través de sus secuaces y reconocidos voceros como los impresentables energúmenos Carlos Herrera, Alfonso Rojo, Inda, Marguenda o la mismísima “sicavera” Ana Rosa Quintana, no hace falta una profunda investigación para comprobar que las principales fortunas del país guardan su dinero en las SICAV españolas. Es más que evidente. Pero cualquiera que quiera acceder a semejante chollo tiene que cumplir dos requisitos fundamentales: tener un capital mínimo de 2,4 millones de euros y un buen puñado de socios. El dinero no es problema. Los 600 altos ejecutivos del IBEX35 cobran una media de 900.000 euros al año. El problema radica en encontrar a los 99 “gilipollas” encabezados por sujetos como el Carlos Herrera para formar su SICAV. 

Hay varias formas de ser de derechas y una es peinándose hacia atrás y pareciendo siempre recién duchado. El repeinado-cavernario describe a una especie de conservador ácido en la que Herrera encuentra hermandad, por ejemplo, con Antonio Jiménez de 13TV. Son lo que se conoce como falangistas temperamentales: no es que griten Presente cada vez que oigan el nombre de José Antonio, es una cosa más estética y de carácter. Un cruce entre solemnidad, desfachatez y achaques ocasionales de pedantería melancólica. 

Llegados a este punto nos surge la pregunta más lógica: ¿De dónde coño saco yo toda esa cantidad de “gilipollas”? ¿Cómo consiguen los grandes capitales convencer a tantos socios? ¿Hay guitarrón para tanto “mariachi”? Pues, muy sencillo: Nos presentamos en el banco donde queremos abrir la SICAV, poniendo el fajo del dinero encima de la mesa del director, lo que representa un suculento bocado para el banco, mínimo de 2,4 millones de euros, pero faltan los noventa y nueve “mariachis” y la entidad bancaria  pone un trato: no te preocupes que yo te busco a los inversores que te faltan y bla, bla, bla, cabecina y saqueo a las arcas de la Hacienda española… 

En fin, ahora que se proponen tantas “cadenas” por las redes sociales para lavar la sucia cara de un negrero explotador de mano de obra infantil como Amancio Ortega ¿Por qué no hacemos un cadenón para evitar que nos sigan robando y recortando nuestras conquistas sociales, entre las que se encuentra nuestra SANIDAD? Para seguir mendigando por cosas tan sensibles como el cáncer, siempre nos quedará el recurso francomonárquico de la “banderita”, ¿os acordáis? pero ¡ojo! no vaya a ser que ese cadenón en la calle sea reprimido, una vez más, por las policías que pagamos con nuestros impuestos para que nos den hostias y toletazos por denunciar las atrocidades cometidas contra el pueblo por sus amos, los capitalistas .

ANTON SAAVEDRA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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