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El POZO SAN ANTONIO EN EL COTO DE DIOS

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En sus biografías se cuenta que prosperó con negocios de harinas pero no citan nada del tráfico ilegal de esclavos. Después se instaló en Barcelona y fundó la sociedad marítima Antonio López y Compañía. En 1859 consiguió el contrato para llevar soldados y suministros a la guerra de África. En 1861 ganó la concesión para el correo a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo con nueve vapores de hélice. Con la guerra cubana de los diez años, de 1868 a 1878, y los abundantes traslados de hombres y material, amasó una gran fortuna. En 1876 fundó el Banco Hispano Colonial, y dos años después Alfonso XII le nombró marqués de Comillas.

Antonio López López. En sus biografías se cuenta que prosperó con negocios de harinas pero no citan nada del tráfico ilegal de esclavos. Después se instaló en Barcelona y fundó la sociedad marítima Antonio López y Compañía. En 1859 consiguió el contrato para llevar soldados y suministros a la guerra de África. En 1861 ganó la concesión para el correo a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo con nueve vapores de hélice. Con la guerra cubana de los diez años, de 1868 a 1878, y los abundantes traslados de hombres y material, amasó una gran fortuna. En 1876 fundó el Banco Hispano Colonial, y dos años después Alfonso XII le nombró marqués de Comillas.

Probablemente haya pocas poblaciones tan apegadas a la historia minera como el valle de Aller. Primero, hace casi siglo y medio a un gran número de minas por toda la zona, asemejándola a un gran queso de “gruyére”, después al coto de Aller de la Sociedad Hullera Española, y más tarde a Hunosa. Minas emboquilladas a distinta altura en la ladera, conformando pisos, unidos por planos inclinados. En cada nivel una trinchera recorrida por una maquinilla, las instalaciones auxiliares y un cuartel de residencia obrera. Las peores hace tiempo que fueron abandonadas, cuando las minas se replegaron hacia los pozos, y en sus inmediaciones se levantaron más cuarteles y nuevas colominas – barriadas mineras que surgieron para cubrir las necesidades de alojamiento de la ingente mano de obra que necesitaba el laboreo de un gran pozo hullero -, cuando el carbón era el combustible fundamental que sirvió para sacar al país de la miseria y la hambruna producidas por el golpe militar fascista contra el gobierno legítimo de la II República que produjo la gran tragedia de España.

Sin embargo, el verdadero origen documentado de la minería allerana nace en Burgos. Así, con fecha 11 de diciembre de 1856 era constituida en la localidad de Briviesca una sociedad para la explotación de las concesiones que un tal Antonio de Collantes y Bustamante había titulado en el concejo de Aller con los nombres de concesiones que durante más de un siglo se verán reflejadas en los planes de labores: Conveniencia, Mariana, Turca, Campomanes, Esperanza, Leoncia, Dos Amigos y Bárbara, entre otras muchas. La creación en 1875 de la “Sociedad La Montañesa”  propiciaría la presentación del proyecto para un ferrocarril, entre Ujo y Moreda de Aller, para dar salida a los laboreos de las minas a través  de Ujo en  la línea de vía ancha  de Pola de Lena a Gijón.

La sociedad sería finalmente adquirida por  Antonio López López, un negrero que amasaría su gran fortuna con el tráfico ilegal de esclavos, habiendo conseguido en 1859 el contrato para llevar soldados y suministros a la guerra de África y que, con la guerra cubana de los diez años (1868 – 1878), vería incrementado asquerosamente su capital con los traslados de hombres y materia, hasta ser nombrado en 1878 marqués de Comillas por el rey Borbón, Alfonso XII, siéndole autorizado por el Gobierno la concesión de un ferrocarril de uso particular, desde las “Minas de Aller” al ferrocarril de vía ancha de León a Gijón de acuerdo con el pliego de condiciones particulares de la concesión aprobadas en la R.O. de 24 de marzo de 1891, debiendo depositar una fianza de 2.000 pesetas que representaban el 5 % del valor de las obras del presupuesto, que ascendía a 40.000. La expansión de la empresa obligó a la creación  en 1892 de la  “Sociedad Hullera Española S.A.”  fundada por su hijo, Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, en Barcelona con un capital social de veinte millones de pesetas representado por 40.000 acciones de 500 pesetas nominales.

“Minas de Hulla de Aller“ (Minas de Aller) tenia como uno de sus principales objetivos el suministro de carbón a las locomotoras de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España“ a través de su línea de “Asturias, Galicia y León “ AGL. Adquirieron cinco locomotoras Corpèt entre 1884 y 1891. Entrando en servicio en 1887 suministrando 85.000 Tm de carbón a los hornos y fábricas de Sovilla, a partir de 1891. La sociedad estuvo participada por el Banco Hispano Colonial, manteniendo algunos socios capitalistas comunes, entre ellos Caludio López Brú y Manuel Girona

 “Minas de Aller” tenía como uno de sus principales objetivos el suministro de carbón a las locomotoras de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España“ a través de su línea de “Asturias, Galicia y León “ AGL. Adquirieron cinco locomotoras Corpèt entre 1884 y 1891. Entrando en servicio en 1887 suministrando 85.000 Tm de carbón a los hornos y fábricas de Sovilla, a partir de 1891. La sociedad estuvo participada por el Banco Hispano Colonial, manteniendo algunos socios capitalistas comunes, entre ellos Claudio López Brú y Manuel Girona

De esta manera la línea de “Minas de Aller” , originariamente propiedad de la “Sociedad Montañesa” constituida a finales de los años setenta del siglo XIX, transfería sus concesiones a la “Sociedad Hullera Española” que estableció seis kilómetros de línea de 600 mm de ancho entre Caborana y Sovilla con cinco planos inclinados, por iniciativa del segundo Marqués de Comillas, Claudio López Bru, siendo uno de sus principales objetivos el suministro de carbón a las locomotoras de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España a través de su línea de “Asturias, Galicia y León “.

Es preciso destacar la religiosidad del segundo marqués de Comillas, que impregnaría sus empresas de tales reglas morales que el coto minero allerano llegaría a ser conocido como “El coto de Dios”, tratando de crear una sociedad católica al modo de los planteamientos ideológicos del Papa León XIII en 1891, implantando las escuelas cristianas, una iglesia que serviría de centro social católico, y el Poblado Minero de Bustiello donde residían “ciertos trabajadores de la empresa” con sus familias y sus mandos medios y superiores, eso sí manteniendo la distancia jerárquica que separaba a unos y otros. Así mismo, en 1916 la Sociedad Hullera Española creaba y potenciaba el Sindicato Católico de Obreros Mineros de Asturias, formado, en su inmensa mayoría, por aquellos trabajadores de la antigua Asociación de Obreros Católicos de Moreda, siendo liderado desde sus inicios hasta 1937 por el minero católico y jefe falangista Vicente Madera, lo que unido al caciquismo agrario y municipal, dominando los resortes de poder local y provincial, hizo del concejo allerano una representación  de las ideas más ultramontanas y reaccionarias. De ahí que se haya extendido durante decenios, hasta hoy, que Aller “estaba bajo la capa del Obispo”.

Vicente Madera Peña

Vicente Madera Peña, secretario general del Sindicato Católico Minero y Jefe de la Centuria Falangista Allerana.

De Vicente Madera es conocida su actitud provocativa en el más puro estilo del matonismo fascista que se extendía en aquellas décadas por Europa hasta quedar convertido en el líder de aquellos mineros radicalmente opuestos al sindicalismo de clase, hasta el punto de protagonizar uno de los momento más trágicos del movimiento obrero cuando los miembros del Sindicato Minero Católico perpetraron en la tarde del 11 de abril de 1920 una matanza en la taberna “Casa de los Gallegos” de Moreda, donde se había celebrado por la mañana un mitin del Sindicato Minero Socialista, asesinando a tiros, junto con la Guardia Civil de Caborana, a 11 personas e hiriendo a más de 40, sin que nadie fuera condenado por tal masacre: “Aquí, en las cuencas, se necesitan hombres con cojones, dispuestos a lo que venga”, repetía en cada una de sus apariciones públicas aquel fascista pendenciero que, después de cosechar un fracaso estrepitoso al acudir a las urnas en solitario por las listas de Falange para las elecciones de 1936 (818 votos), donde las listas del Frente Popular sacarían 13 diputados (171.241 votos) sobre el total de 17, adoptaría la triste decisión de  cambiar las papeletas electorales por las balas de las pistolas, hasta el extremo de que aquel olor a pólvora que tanto le gustaba a Madera le hizo ponerse la camisa azul con el correaje, las flechas y el yugo, para aceptar gustoso la jefatura de Falange Española en Moreda en diciembre de 1937.

Antón Saavedra

Antón Saavedra, nacido al lado del pozo San Antonio de Moreda, exsecretario general de la Federación Estatal de Mineros de U.G.T. (1977-1988), exvicepresidente de la Internacional de Mineros (1979-1989), representante de España en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1986-1994) y diputado socialista en la coalición electoral del Izquierda Unida en la Junta General del Principado de Asturias (1991-1999).

Evidentemente, aquella fue una decisión personal que le convirtió en uno de los principales responsables de la feroz represión que se extendió durante la posguerra por el territorio de la Montaña Central a manos de la temida Centuria Falangista Allerana, con el triste resultado de 807 personas fusiladas y asesinadas – el 70 por ciento mineros, y el resto entre labradores, maestros, comerciantes y empleados -, hasta dejar al concejo de Aller a la cabeza de los concejos con mayor represión de todo el Estado, pues si en Huelva la represión –  el dato más alto hasta la fecha de la publicación de libro “LA REPRESIÓN FASCISTA EN EL VALLE DE ALLER, del historiador Manuel Trillo – supuso el 14 por ciento de cada mil habitantes, en el Valle de Aller fue del 33,3 por ciento por cada  mil. Si tenemos en cuenta los votantes del frente popular, los más de 800 asesinados y fusilados – sin contar lo muertos en combate – supone que de cada 1000 votantes al Frente Popular asesinaron a 177. Solo en la fosa común de Oviedo hay 86 fusilamientos de alleranos.

Vicente Madera quedaría señalado como uno de los personajes más conocidos e influyentes del régimen franquista en Asturias, participando junto con otros socios en la explotación de unas minas en la localidad allerana de Piñeres, y compaginando la vida de empresario con la actividad pública como Delegado de Sindicatos en el Concejo de Aller, siendo nombrado en 1942 Procurador en la primera legislatura de las Cortes Franquistas por designación directa del dictador Franco, siguiendo su carrera como jefe del Sindicato Provincial del Combustible y asesor del Consejo Provincial de Ordenación Económica y Social. Después se dedicó activamente a la vida política, siendo elegido miembro de la Diputación Provincial en varias ocasiones, ocupando también de manera dedocrática la Alcaldía de Aller entre los años 1951 y 1958.

Pozo San Antonio, el año 1941En 1942, la caña del pozo medía ya 60 metros de profundidad (Fig. 11), y se habían emboquillado a partir de ella dos galerías. Dos años más tarde, serían trescientos los metros de pozo perforados, dándose por finalizada la profundización el 13 de marzo de 1944

Profundización del pozo San Antonio. En 1942, la caña del pozo medía ya 60 metros de profundidad, y se habían emboquillado a partir de ella dos galerías. Dos años más tarde, serían 300 metros de pozo perforados, dándose por finalizada la profundización  el 13 de marzo de 1944.

En ese contexto, y entrando de lleno en la vida del Pozo San Antonio en La Casanueva de Moreda, es preciso remontarse al año 1920, cuando el técnico de minas, Antonio Cifuentes, escribía una monografía que aún continúa inédita, en la que se apuntaba la necesidad de profundizar pozos para la extracción del carbón existente bajo el nivel del valle de Aller, de la que extraemos alguna de sus conclusiones: “La gran elevación de las montañas ha permitido hasta hoy la extracción de la hulla en esta zona, sin necesidad de perforar costosos pozos, y aún quedan sobre el nivel del valle algunos millones de toneladas; pero esa cantidad que sin gran esfuerzo se puede extraer durante las futuras preparaciones, no puede ser motivo de tranquilidad y calma para no pensar en la perforación de pozos, por los que, a más de costosos han de ocupar hasta poner todas las labores en condiciones de producir, todo o casi todo el tiempo que se emplee en explotar y agotar totalmente lo que falta de la parte montañosa, sin olvidar que la ejecución de estos trabajos es lenta. Las sociedades que sepan prepararse oportunamente y contenerse durante el período improductivo, siempre recogerán el fruto propio de su conducta previsora”.

Nicanor Saavedra, picador del pozo San Antonio en 1949

Nicanor Saavedra Fernández, mi padre, en uno de los relevos del Pozo San Antonio como picador de carbón, el año 1951.

Pero habría que esperar al año 1940, mucho más tarde que otras empresas del sector, que ya habían perforado sus primeros pozos verticales en torno al año 1914, cuando la Sociedad Hullera Española hacía lo propio, debido en gran parte al agotamiento de las capas que se encontraban por encima del nivel de los valles, tal y como había dejado escrito el técnico minero, Antonio Cifuentes, con bastantes años de antelación, iniciándose los primeros trabajos de profundización del Pozo San Antonio a mediados del año aludido, en terrenos contiguos al cementerio de Moreda. Para ello se trazó una circunferencia de seis metros de diámetro sobre la cual se emprendió la excavación. Unos pocos obreros cementaron lo que sería el brocal, auxiliados por una cabria de madera y un pequeño torno, elevándose mediante el mismo las tierras procedentes del futuro pozo, y empleando una pequeña hormigonera de obra, lo que justificaría sobradamente el largo tiempo transcurrido desde el inicio hasta la terminación de la caña del pozo, de casi trescientos metros, ya que parece ser que esta tarea no finalizaría hasta cinco o seis años más tarde, llegando a lanzar la cifra de 1000 trabajadores en su plantilla.

A lo largo de sus casi sesenta años de vida – el pozo sería cerrado el 31 de octubre de 2003 cuando había alcanzado una profundidad de 547 metros hasta la caldera, si bien aún había labores 80 metros por debajo de esta cota -, una de las máximas preocupaciones del pozo San Antonio fue su lucha permanente contra las irrupciones de aguas colgadas, embalsadas en las labores antiguas de la minería de montaña situadas sobre el pozo, amén de que el Pozo San Antonio fue excavados bajo el nivel piezométrico, que entonces coincidía aproximadamente con el nivel del río Aller, en una zona del terreno saturada de humedad, ocasionando más de una  tragedia, como la ocurrida aquel 5 de diciembre de 1959 en un plano inclinado del primer cuartel norte después de un derrabe en la capa Valdeposadas, inundando la 3ª planta y causando once muertos, de los cuales, dos de ellos, no pudieron ser recuperados.

Pozo San Antonio, el año 1956

Pozo San Antonio, el año 1956

Sin embargo, el pozo San Antonio de Aller aún es una mina por explotar a pesar de las décadas de actividad carbonera que ha soportado. Al menos eso pensaba el equipo de arquitectos formado por Pablo Gil, Karla Díaz y Adelais Parera cuando obtuvieron el primer premio del concurso urbanístico internacional “EUROPAN” con su proyecto «Viaje al centro de la Tierra», afirmando que su proyecto de reutilización de las instalaciones y galerías del pozo «sería capaz de absorber todos los empleos que se perdían con la desaparición de la minería en Aller, unos 700 puestos de trabajo».

En efecto, tal  como si de una novela de Julio Verne se tratase, el proyecto contemplaba  la reutilización de las galerías subterráneas para labores de investigación, para construir un spa subterráneo, almacenar CO2, instalar bodegas, crear una planta geotérmica y plantaciones de agricultura no fotosintética. Además sobre la superficie, los edificios y terrenos del pozo tendrían usos vinculados a las actividades subterráneas, planteando oficinas para los laboratorios, un centro de visitantes, plantaciones de manzanos, un llagar, una sidrería, un parque público, un mercado agrícola y un auditorio…

Aquel «Viaje al centro de la Tierra» tenía dos fases de ejecución: en la primera se plantean actuaciones sobre la rasante y bajo tierra, y eran precisamente las actividades de interior, ligadas a programas de experimentación científica, las que consideraban los arquitectos que podían generar más actividad económica, de tal manera que sus  propuestas se desarrollarían entre las plantas tercera y undécima del pozo San Antonio y precisarían de la creación de una nueva red de transporte interior en la mina.

Colominas de San Isidro y el Carmen de Moreda, el año 1950: Barriadas mineras que surgieron para cubrir las necesidades de alojamiento de la ingente mano de obra que necesitaba el laboreo de un gran pozo hullero, cuando el carbón era el combustible fundamental para sacar a nuestro país de la miseria, el hambre y la destrucción surgida por el golpe fascista contra el gobierno legítimo de la II República.

Colominas de San Isidro y Carmen de Moreda: Barriadas mineras que surgieron para cubrir las necesidades de alojamiento de la ingente mano de obra que necesitaba el laboreo de un gran pozo hullero, cuando el carbón era el combustible fundamental para sacar a nuestro país de la miseria, el hambre y la destrucción surgida por el golpe fascista contra el gobierno legítimo de la II República.

Abundando más en el tema, los autores del proyecto destacaban que en aquellos momentos se estaba conformando una red mundial de laboratorios bajo tierra denominados DUSEL (Deep Underground Science and Engineering Laboratories) destinados al estudio de algunos de los campos más importantes de la ciencia contemporánea, y  estos centros solían alojarse en minas en profundidad ya existentes, aunque ciertos experimentos requerían profundidades de tres y cinco kilómetros. En ellos se realizaban estudios en el campo de la física y astrofísica, de la biología, de las ciencias de la Tierra, y de ingeniería.

Spa subterráneo. El proyecto planteaba la creación de un spa subterráneo que aprovecharía las aguas termales y condiciones ambientales del interior de la mina. La instalación se harían en la planta undécima del pozo.

Almacenaje y captura de CO2. Actividad que ya estaba estudiando Hunosa en la región junto a la Universidad de Oviedo y el Instituto Geológico y Minero de España.

Área para la fermentación de sidra. Los arquitectos señalaban que en la tercera planta de la mina se podían dar las condiciones ideales para la fermentación de la sidra en toneles a bajo coste (diez grados constantes, ausencia de corrientes de aire, atmósfera rica en CO2 y ausencia de luz).

Castillete del Pozo San Antonio, el años 2012

Castillete del Pozo San Antonio en el barrio moredense de LA CASANUEVA, el año 2012

Planta geotérmica. El proyecto destacaba que la temperatura del subsuelo es de unos 14 grados hasta los 300 metros bajo tierra y un grado más cada 33 metros de profundidad. Como la parte más profunda de la mina es de unos 600 metros existe un rango de temperaturas de entre 14 y 24 grados. Si se horadara un depósito en cada galería de la mina se podría bombear agua a la superficie a distintas temperaturas para resolver la climatización en verano e invierno de los edificios sobre rasante del solar así como de los edificios de las poblaciones de Moreda y Caborana por medio de un sistema de techos o suelos radiantes.

Agricultura no fotosintética. Algunos vegetales como los champiñones no requieren luz del sol para su crecimiento y se benefician de los entornos húmedos y a temperatura constante. Este tipo de agricultura se desarrollaría experimentalmente en los laboratorios DUSEL y se pondría en práctica en las galerías abandonadas…, y así sucesivamente, pero hasta la fecha del año 2017, tal y como dejaría sentenciado el veterano corresponsal periodístico de Aller, Leoncio Camporro, lo único real es que “el vetusto ciprés del pozo San Antonio, emplazado a escasos metros del cementerio, se queda en el mismo reposo que el camposanto”.

ANTON SAAVEDRA 

 

 

 


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