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Antón Saavedra frente al pozo Fondón, donde comenzaría a trabajar de ayudante barrenista y barrenista el 23 de abril de 1969, hasta que fui destinado para el Pozo Candín en 1973…
“…Con un letreru que diz, todo sale de la mina”, y de la mina La Nalona desde 1840, y del Pozo Nalona o Fondón, desde el año de su inauguración, allá por el año 1905, fueron extraídas millones de toneladas de carbón que sirvieron para el desarrollo de un país como España hasta integrarlo en el club de los países más industrializados del mundo.
En efecto, cuando nos referimos al emblemático pozo del Fondón nos estamos refiriendo al segundo pozo vertical de Asturias y el primero en excavar por debajo del nivel de los valles mineros, en un lugar que ya aparecía contemplado como uno de los puntos de extracción del carbón en el proyecto de Casado Torres sobre la canalización del río Nalón de 1792.
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La explotación de la hulla en este rincón del municipio de Langreo, entre Sama y La Felguera, comienza con la apertura de la mina de montaña de La Nalona en 1840. En 1905 la empresa Duro Felguera comienza la profundización de sendos pozos, con sus castilletes, convirtiéndose en el segundo pozo minero profundizado en Asturias.
El pozo Fondón, el más antiguo de la Cuenca Carbonífera Central junto con el pozo Entrego, se abrió a principios del siglo XX al pie de la famosa y ya entonces centenaria mina La Nalona y quedaría cerrado como unidad de explotación el 1 de agosto de 1995 al concentrarse su yacimiento con el del vecino pozo Candín, unidos por primera vez en 1972 a través de un transversal “arreado” por debajo del río Nalón con una longitud aproximada de 1500 metros, desde la séptima planta del Fondón hasta la cuarta bis del Candín. La explotación contaba con dos castilletes (construidos de perfiles metálicos remachados o roblonados) hasta abril de 1993 y alcanzó 667 metros de profundidad en nueve plantas, con una plantilla en torno a los 700 trabajadores que arrancaban unas 250.000 toneladas brutas al año, en sus capas de los paquetes Generalas, San Antonio, María Luisa y Entrerregueras.
Dentro del recinto minero, cabe destacar la casa de máquinas construida en 1915 y ampliada en 1935, así como las casas de aseo y las oficinas construídas con ladrillo visto de color rojo, típico en las estructuras industriales y de la empresa de Duro-Felguera, que datan de la década de 1930, actualmente albergando el Archivo Histórico y Centro de Documentación de Hunosa. Cabe destacar también la conservación de un túnel del año 1910 por donde circulaba un tren minero que llevaba el carbón hasta el lavadero de Modesta.
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PRESOS REPUBLICANOS EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DEL POZO FONDON, EL AÑO 1942” Se declara la responsabilidad política de las personas, tanto jurídicas como físicas, que desde el 1 de octubre de 1934 y antes del 18 de julio de 1936 contribuyeron a crear o agravar la subversión de todo orden de la que se hizo víctima España y de aquellos otros que a partir de la segunda de dichas fechas se hayan opuesto o se opongan al Movimiento Nacional con actos concretos o pasividad grave”.
( Artículo Primero de la LEY DE RESPONSABILIDADES POLITICAS de 1939)
Sin embargo, una de las principales características del pozo Fondón fue haber albergado durante gran parte de la dictadura franquista un “campo de concentración” en sus aledaños, verdadero nombre ocultado bajo el eufemismo de “Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas”, donde los presos republicanos conmutaban parte de sus penas a modo de esclavos del franquismo. En efecto, de forma masiva, sistemática y organizada, la dictadura franquista utilizó, entre los años 1936 y 1970, a miles de prisioneros políticos como mano de obra barata – gratis, diría yo -, absolutamente manejable y completamente segura, recluida casi siempre en algún de los numerosos campos de concentración creados al efecto por toda España, con lo que además de conseguir pingües beneficios económicos para el régimen, el franquismo conseguía descongestionar las numerosas cárceles existentes en toda España, todas ellas abarrotadas durante los años de la más inmediata posguerra, porque las sucesivas oleadas de detenciones masivas, eran el pan de cada día y siguieron produciéndose en España entera al término de la guerra incívica que trajo aquel golpe militar fascista contra el gobierno legítimo de la II República, especialmente en Asturias, Cataluña y País Vasco.
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Presos republicanos en el campo de concentración del pozo Fondón, preparados para redimir sus condenas de cárcel a la entrada del pozo, el año 1942
En realidad, FRANCO se había adelantado con muchos años de antelación a la creación de la primera Empresa de Trabajo Temporal que se implantó en España, creando el denominado FICHERO FISIOTECNICO en el que se recopilaron todo tipo de datos sobre centenares de miles de prisioneros republicanos de toda España, para utilizarlos como esclavos al servicio del Estado franquista en la reconstrucción del país. En los principios de 1941, esto es un par de años después de finalizada la guerra incivil, ya constaban en el FICHERO FISIOTECNICO 103.369 penados de los cerca de 300.000 presos hacinados por las cárceles españolas, todos ellos preparados para trabajar obligatoriamente al servicio del Estado, en unas condiciones laborales y de vida inhumanas, constantemente sometidos a todo tipo de vejaciones y malos tratos, y apenas sin recibir ningún tipo de salario o contraprestación económica, ya que de las DOS PESETAS que percibían en concepto de jornal diario (el jornal de un obrero libre del año 1940 oscilaba entre las siete y las nueve pesetas), una y media se las quedaba el Estado, y el resto – ¡ CINCUENTA céntimos ! – debía servir a los presos para comprarse el calzado, la ropa de trabajo o alguna raída manta y enviar lo que le sobraba (¡¿?!) a la famélica familia, la cual había sido también represaliada y desprovista por los sublevados de toda suerte de ingresos en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas.
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Panorámica de Langreo desde La Peña, el año 1964, donde se pueden observar los dos castilletes del Pozo Fondón con el campo de concentración a su lado…
La reducción de penas a cambio de trabajo se articulaba mediante el mecanismo de canjear UN DIA de pena menos, por cada DOS DE TRABAJO, siempre a expensas de que el jefe militar y el sacerdote penitenciario del Batallón de Trabajadores certificaran y comprobaran que el preso demostraba, en sus obras y en la manifestación de sus nuevas “creencias” políticas y religiosas que se estaba integrando con la Nueva España y la FALANGE; no en vano, si bien había sido el propio FRANCO quien había puesto en marcha aquel suculento negocio a costa de sus prisioneros políticos, sin embargo, el verdadero ideólogo de tan macabro invento había sido el jesuita José Agustín PEREZ DEL PULGA, uno de los cruzados que no contemplaba ningún tipo de piedad ni clemencia para los presos políticos del franquismo, sino que preconizaba para todos ellos poco menos que la Ley del Talión en sus escritos: “es muy justo que los presos contribuyan con su trabajo a la reparación de los daños a los que contribuyeron con su cooperación a la rebelión marxista”.
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Ni Verdad, ni Justicia, ni Reparación: un monolito con una placa colocada después de casi setenta años en los terrenos que fueron antaño el “campo de concentración del Pozo Fondón” es la recompensa obtenida. Así, con fecha 21 de diciembre de 2008 , el Partido Comunista de Langreo y la Fundación Domingo Malagón, con la colaboración del Ayuntamiento, levantaban el monolito frente al pozo, en el que una placa recuerda cómo el 31 de enero de 1959 Duro-Felguera pidió su cierre como penal.
Así las cosas, tal y como se recoge en los muchos documentos que hasta la fecha habían permanecido ocultos por el poder, se puede afirmar rotundamente que fueron los prisioneros republicanos los que más contribuyeron a “levantar” la España destruida, hasta integrarla en el club de las naciones más industrializadas del mundo. Fueron los prisioneros republicanos los que construyeron las grandes obras hidráulicas del país; los que reconstruyeron los pueblos y ciudades de España; los ferrocarriles, aeropuertos y carreteras; las iglesias, catedrales y conventos; pero, por encima de todo y todos, fueron los mineros asturianos los que más contribuyeron a esa enorme labor con la extracción del carbón, tan fundamental para mover la industria a la vez que paliar la terrible hambruna existente en España, con los miles de prisioneros republicanos destinados a los “Campos de Concentración” preparados al efecto, como el comentado Pozo Fondón de la empresa explotadora Duro-Felguera.
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Placa del monolito con su leyenda, dedicada a los presos políticos del “Campo de concentración del Pozo Fondón”.
Aquel sistema de reducción de penas a través del trabajo forzado no era sino una forma más de represión en el marco de un sistema totalitario y fascista, con tintes conservadores y pretendidamente tradicionalistas, donde empresas, como DURO-FELGUERA, Dragados y Construcciones, Banús, Carbones Asturianos, Antracitas de Gaiztarro, Minas de Orallo o Antracitas de Fabero se aprovecharon del mismo, sin olvidarse de la iglesia católica española, el más importante e influyente apoyo de FRANCO tras haber declarado formal y oficialmente que la insurrección militar era una “CRUZADA”, que también se benefició de este trabajo esclavo, sin que al día de hoy, a diferencia de los jerarcas nazis juzgados y condenados en Nuremberg por la esclavitud, las deportaciones y los asesinatos que cometieron, ninguno de los responsables de la política, el ejército y la iglesia españoles fuera nunca juzgado ni reprobado por ello, ni durante el franquismo (evidentemente) ni durante toda la segunda restauración borbónica franquista en España. A diferencia de las empresas alemanas que han pedido perdón a las víctimas antinazis que esclavizaron, abonándolas también miles de millones en marcos, ninguna de las empresas españolas que se enriquecieron con este trabajo esclavo han pedido perdón a los forzados que fueron explotados por ellas y no han abonado nunca ni un céntimo en concepto de indemnizaciones. A diferencia de las iglesias católicas y de otras confesiones que en Alemania han pedido perdón por haberse beneficiado del trabajo esclavo de judíos, gitanos, rusos o polacos, la iglesia Católica Apostólica y Romana nunca ha pedido perdón porque la solidez de su actual patrimonio inmobiliario se sustenta en buena parte de obras ejecutadas por prisioneros políticos republicanos y antifranquistas encerrados y explotados en contra de su voluntad.
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Accidente mortal en el Pozo Fondón.
Es evidente que la industrialización en Asturias tuvo en el concejo de Langreo uno de sus máximos exponentes, principalmente por tratarse de un emplazamiento bien comunicado por su proximidad al Ferrocarril de Langreo, y por atesorar en sus entrañas ricas y abundantes reservas de carbón, cuestiones tenidas muy en cuenta por el empresario riojano, Pedro Duro Benito, a la hora de buscar la ubicación para la construcción de la nueva fábrica Duro y Cía el 22 de febrero de 1858, posteriormente Duro-Felguera. El primer empeño manifiesto del empresario riojano era el de lograr las instalaciones más innovadoras de todo el país, pero pronto se encontró con uno de los principales problemas como era el de encontrar mano de obra y fijarla a su puesto de trabajo, entre otras cuestiones porque el lugar no contaba con el asentamiento poblacional necesario para asumir el objetivo empresarial, en parte por la dispersión de esa población por los territorios colindantes, en muchos casos apegados a su modo de vida y de subsistencia anteriores, basado en la agricultura y la ganadería, de tal manera que, para conseguir paliar de alguna manera aquella situación, y teniendo en cuenta otras actuaciones paternalistas acaecidas en el continente europeo, la empresa minero-siderúrgica valoró la idoneidad que supondría acometer una serie de medidas sociales para lograr un cambio en los hábitos del obrero, para intentar establecer esa relación patriarcal entre el trabajador y el empresario, tratando de intervenir directa o indirectamente en su actividad dentro y fuera del centro de trabajo, custodiando su asistencia médica, su vivienda e intentar desvincular al nuevo trabajador de su anterior entorno en el campo. Es decir, lisa y llanamente, tener a los obreros al servicio del capitalista, a la vez que intentar alejarlo de los nuevos movimientos que venían de las corrientes de asociacionismo que comenzaban a forjarse en aquellos momentos.
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Barrio La Nalona de Lada, proyectado en principio como poblado para 2000 mineros, del que solo se hicieron tres pabellones…
De esa manera, la Duro-Felguera se dispone a proporcionar vivienda para sus obreros y, en setiembre de 1916 encomienda al arquitecto asturiano Enrique Rodríguez Bustelo que formule y presente un presupuesto para la construcción de una barriada de casas destinada al personal obrero del Pozo Nalona (Fondón). El proyecto del arquitecto, firmado en 1918, no solo contemplaba la construcción de 65 bloques en los que podrían vivir 2000 obreros, sino que también contaba con varias edificaciones destinadas a otras funciones y servicios, configurando un pequeño poblado segregado de los principales núcleos poblacionales de la comarca, quedando elegido el solar a medio camino entre el Pozo Nalona (Fondón) en Sama, y Lada. Sin embargo, este amplio y ambicioso proyecto detallado por el arquitecto Rodríguez Bustelo, aunque ausente de otros elementos del mobiliario construidos en el Barrio de Urquijo, debido a que los destinatarios de las viviendas eran mineros, los cuales solían gozar de un rango inferior dentro del conjunto de los obreros a la hora de compararlos con los empleados siderúrgicos, sólo se llegaron a construir tres inmuebles de los planificados en un inicio, siendo la causa principal la paralización durante gran parte del año 1919 con motivo de una huelga de los trabajadores de la contrata. Es por ello que posteriormente, pasados unos años de la dictadura franquista, se aprovecharía aquel solar y parte de sus cimentaciones para continuar con la construcción, pero solo en la construcción de las viviendas, sin contemplar en ningún momento la incursión de los servicios que estaban proyectados, y contando con el apoyo del Estado, se proyecta y constuye a partir de 1953 la nueva barriada que llevará el nombre de Barrio de El Pilar, con 121 viviendas protegidas, las cuales quedan distribuidas a través de 11 bloques, con tres alturas y un ático en cada edificio. Este nuevo Barrio de El Pilar junto a las casas realizadas del Barrio de La Nalona serían destruidos en el verano de 2002, para ser construidas otras en el Barrio de San José de Lada, el otro barrio minero-metalúrgico por excelencia.
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Castillete del Pozo Fondón, el año 2014
Pero, aquella estrategia del franquismo y las empresas a su servicio, como la Duro-Felguera, de concentrar al personal en las barriadas para controlar sus movimientos tuvo sus efectos boomerang, entre otras cuestiones, porque tanto en las barriadas de El Pilar, Nalón y La Juécara – verdaderas fortalezas del movimiento obrero antifranquista -, los mineros permanecían unidos, no sólo en el pozo minero, sino en las barriadas y en los “chigres”, organizándose para llevar a cabo los mayores movimientos huelguísticos de la dictadura, arrancando a sangre y fuego conquistas que iban mejorando las condiciones de trabajo y de hábitat, destacando en los mismos muchos de los hombres que permanecían en aquellos “campos de concentración”, aparentemente debilitados por una vida de privaciones, arrancando el carbón con las manos porque algunos no podían sostener un pico y una pala, con sus mujeres en los barrios mineros batiéndose el cobre.
Así, durante los años cincuenta, sesenta y setenta — el período de la “dura represión política y empresarial”—, se organizaron y protagonizaron huelgas y manifestaciones de protesta en las cuencas mineras asturianas, dirigidas casi en exclusiva por el Partido Comunista, planteando reivindicaciones de tipo laboral y económico como reducción de la jornada de trabajo, cuando el minero trabajaba 8 horas diarias durante seis días a la semana, incluido el sábado. Además, era corriente “doblar” la jornada de trabajo uno o varios días a la semana de tal forma que ésta podía ampliarse hasta 15 horas diarias. También pedían elevación de los salarios, mejoras en las condiciones de seguridad en la empresa, readmisión de los despedidos en el trabajo por motivos políticos y sindicales, etcétera.
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Asamblea en el pozo minero…
Ya en marzo de 1957 se desencadena la primera gran huelga de los mineros asturianos en la posguerra, iniciándose el paro en el pozo María Luisa, y extendiéndose a los pozos Fondón y Carbones de La Nueva, porque los empresarios habían retirado el “guaje” o ayudante minero, lo que conllevaba un incremento del trabajo realizado por los picadores, pero no así el precio de los destajos. De ahí que fuera denominada la “huelga del guaje”, respondiendo la patronal con el cierre de los pozos durante una semana y el despido de un trabajador. El conflicto se agravó, dando lugar a las primeras detenciones de trabajadores por la policía, sanciones económicas contra los responsables de las huelgas, incorporación a filas de los huelguistas en edad militar y manifestaciones en la localidad langreana de Ciaño…. Al final se readmite al despedido, a la vez que se lograba un incremento en los salarios.
En marzo de 1958 sería el pozo Fondón quien iniciaría una nueva huelga, que luego se propagaría a otros pozos de la cuenca del Nalón. En esta ocasión, los motivos eran para exigir por parte de los mineros un aumento del precio de los destajos y de los salarios fijos así como una reducción de la jornada laboral de 8 a 7 horas, respondiendo la patronal y el régimen franquista con multas económicas a los trabajadores involucrados, cierre de pozos y detenciones por la Guardia civil, prolongándose la huelga en favor de la liberación de los detenidos, hasta que el Consejo de Ministros decreta el 14 de marzo del mismo año el estado de excepción en Asturias por un período de cuatro meses, suspendiendo los artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles, relativos al derecho de la libertad de residencia, inviolabilidad del domicilio y tiempo máximo de detención — 72 horas — de un ciudadano antes de su entrega al juez.
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Tinin, uno de los luchadores destacados en las huelgas mineras…
Así llegamos al periodo comprendido entre los años 1962 y 1965 cuando se suceden en Asturias una serie de protestas y huelgas, interpretadas por los dirigentes de los partidos y sindicatos de izquierda como “el resurgir del movimiento obrero” o “la toma de conciencia obrera en Asturias”, a las que responderá el régimen franquista con medidas represivas como sanciones económicas, encarcelamientos, despidos, deportaciones y exilios, y el 7 de abril de 1962 se declara la “huelgona”, que durará unos 2 meses, estallando el mismo en el pozo Nicolasa de Mieres, entonces perteneciente a la empresa Fábrica de Mieres, como consecuencia del despido de un grupo de picadores que protestaban contra la aplicación de un nuevo sistema de regulación y cronometraje que perseguía incrementar el tiempo útil de trabajo y la productividad pero no los salarios. Esta situación da lugar a que los mineros y los obreros de las empresas siderúrgicas asentadas en las cuencas del Caudal, Aller y Nalón se declaren en huelga, a la que se incorporarán los trabajadores de otros centros industriales asturianos como la mina La Camocha, la fábrica Moreda y Gijón y los astilleros de Gijón. Asimismo, las mujeres de los mineros afectados participarán en manifestaciones de protesta. Se originan nuevos despidos y el cierre patronal de pozos y otra vez se declara en Asturias el estado de excepción.
La “huelgona”, catalogada por el régimen franquista como “maniobra roja” o “subversión comunista” y por los dirigentes de izquierda como el “inicio de la ofensiva sindical de los mineros demócratas”, finalizará con el decreto de 22 de mayo de 1962, después de largas negociaciones entre el ministro secretario general del Movimiento, José Solís Ruiz, y las Comisiones de mineros, y el acuerdo se saldaría con un aumento del precio de la tonelada de carbón en beneficio de los obreros.
ANTON SAAVEDRA
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